Introducción
En las últimas décadas las cadenas agroalimentarias han sufrido crisis sociales, ecológicas y sanitarias graves, provocando que para cerca de un billón de personas a escala mundial la seguridad alimentaria y la reducción de pobreza sean casi inalcanzables (Ortega-Cerdà y Rivera-Ferre, 2010). Los altos niveles de subnutrición, la falta de equidad en la distribución del ingreso, agua, semillas, tierra, y otros recursos, además de la fuerte degradación ecológica, son problemas cada vez más agudos a escala mundial, y lamentablemente los miles de millones de dólares invertidos en programas destinados a «ayuda», «desarrollo», y «avances tecnológicos» no han mejorado la situación, mostrando un panorama cada vez peor (Altieri y Toledo, 2011). Es sabido que la hambruna extrema se presenta aun cuando existen condiciones óptimas para una buena producción, debido a la falta de mecanismos adecuados para la distribución y el abastecimiento de recursos. El incremento de los rendimientos en los cultivos a través de mejoras tecnológicas será insuficiente para combatir el problema, en tanto no se modifique el esquema de concentración de poder económico y político, el acceso a la tierra y el poder adquisitivo de los sectores sociales marginados. Las experiencias previas nos muestran que las soluciones aplicadas en el pasado, tal como una mayor industrialización de la agricultura, menor intervención pública, mayor comercio internacional y la creación de redes de ayuda alimentaria durante las crisis alimentarias más importantes no son capaces de estabilizar el sistema alimentario a mediano y largo plazo (Ortega-Cerdà y Rivera-Ferre, 2010).
A partir de 1982, el modelo económico desarrollista de México fue sustituido por el modelo neoliberal, caracterizado por fomentar programas de ajuste estructural y consecuentemente la política agrícola fue reestructurada para adaptarla a las nuevas exigencias del modelo, traduciéndolo en una menor intervención del Estado en el desarrollo agrícola y rural, a la par de impulsar paquetes tecnológicos de agricultura convencional. En conjunto con los efectos derivados del cambio climático en la agricultura, el campo mexicano sufrió una intensa conversión en la forma en la que el campesino realizaba agricultura, así como en su cultura y estructura social, incrementándose los fenómenos colaterales, como la migración y la urbanización.
Según datos de CONEVAL (2013), actualmente en México una de cada cuatro personas sufre de pobreza alimentaria, siendo Puebla uno de los estados con mayor grado de pobreza alimentaria en el país. El germoplasma nativo de distintos cultivos se ha visto aún más amenazado por la entrada de variedades mejoradas o modificadas genéticamente, las cuales son distribuidas por grandes transnacionales, en ocasiones en forma de ayuda, produciendo una dependencia de semillas e insumos a corto plazo por parte de los campesinos, y erradicando las variedades locales que brindaron alimento a sus comunidades durante años. Hay que señalar que los campesinos y las familias rurales juegan un papel trascendental en la alimentación de América Latina y fueron esos productores los que sostuvieron y mantuvieron una diversidad productiva que aseguró por siglos y, de hecho, aún lo siguen haciendo, la soberanía alimentaria regional de varias zonas (Pengue, 2005). Esta importancia radica no solo en el papel que cumplen en la producción de alimentos, sino también en las interacciones entre el componente humano y los recursos naturales inherentes a las comunidades rurales (Lanza-Valdivia y Rojas Meza, 2010).
Los campesinos manejan una estrategia de pluriactividad campesina (González et al., 2014) en la cual el campesino desempeña distintas actividades fuera de la unidad de producción, además de realizar diversas actividades en el traspatio, ya que para el campesino la parcela no es la única unidad de producción de alimentos, siendo la colecta, la caza y la agricultura de traspatio, complemento para la alimentación de la familia y para algunos márgenes de ingreso.
El traspatio ha sido definido como un agroecosistema adjunto a las viviendas donde por acción humana se han concentrado diversos componentes e interacciones que favorecen una rica biodiversidad (González et al., 2014) y tienen un rol relevante en la alimentación de las familias rurales, además de conservación y reproducción del germoplasma de una diversidad de especies comestibles, medicinales, condimentarias y de ornato, entre otras. El traspatio juega entonces un papel fundamental dentro de la dinámica de la agricultura familiar a pequeña y mediana escala, la cual ha sido definida por la FAO (2014) como una agricultura con acceso limitado a recursos, tierra y capital, con un uso preponderante de la fuerza de trabajo familiar y siendo la actividad agropecuaria, silvícola, pesquera, acuícola, la principal fuente de ingresos del núcleo familiar, complementándose con otras actividades no agrícolas.
La agricultura familiar juega un papel muy importante para pequeños productores; tanto así que 2014 se proclamó por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas “año internacional de la agricultura familiar” bajo la idea de que este tipo de agricultura y las pequeñas explotaciones agrícolas son una base importante para la producción sostenible de alimentos, orientada a lograr o recuperar la seguridad alimentaria (FAO, 2014).
Para atender este tipo de agricultura, en México se implementó el Proyecto Estratégico para la Seguridad Alimentaria (PESA-FAO) en el que participan el gobierno federal, los gobiernos estatales y la FAO, llevando más de una década en ejecución y cuya misión es la de fomentar bienestar y bien común de los individuos y sus comunidades (PESA-FAO, 2013). El proyecto ha promovido servicios privados de asesoría técnica a través de “Agencias de Desarrollo Rural” (ADR), las cuales se encargan de atender comunidades y familias dentro de una microrregión de alta y muy alta marginación, brindando asesoría y capacitación para los distintos proyectos que incluye el PESA.
Superar la crisis en el mundo rural, en general, y de la agricultura familiar, en particular, supone como condición fundamental la promoción de un nuevo paradigma científico-tecnológico (Petersen, 2003). Aunque no existe un consenso sobre una definición particular de agricultura sostenible, la urgencia para promover un paradigma nuevo de producción agrícola para asegurar una abundante producción de alimentos saludables y a precios asequibles para una creciente población humana es una tarea urgente e inevitable (Altieri et al., 2012). Es aquí donde la agroecología comienza a tomar un papel importante con la aportación de los fundamentos metodológicos y científicos, además de técnicos, para una nueva “revolución agraria” a nivel mundial (Altieri y Toledo, 2011). La agroecología emerge como una alternativa dentro de un contexto de crisis socioambiental, lo cual pone en cuestionamiento la racionalidad económica y tecnológica del actual modelo convencional (Serra Borsatto y Simões do Carmo, 2012).
Petersen (2003) comenta que el enfoque agroecológico se fundamenta en valorar la lógica tradicional, la cual está estrechamente vinculada con el uso intensivo de la biodiversidad dentro de los sistemas agrícolas. “Al fin y al cabo, la moderna ciencia de la agroecología tiene como fundamento la racionalidad técnica de los sistemas agrícolas tradicionales, elevándola a otro nivel en la espiral del conocimiento”. Dentro de la agroecología, Gliessman et al. (2007) señala que “el concepto clave, que guía el razonamiento metodológico y epistemológico en este análisis, es el de sostenibilidad”.
El conocimiento agroecológico ha de ser generado a través de la orquestación de las aportaciones de diferentes disciplinas para, mediante el análisis de todo tipo de procesos de la actividad agraria, en su sentido más amplio, comprender el funcionamiento de los ciclos minerales, las transformaciones de energía, los procesos biológicos y las reacciones socioeconómicas como un todo (Sevilla, 2005).
La presente investigación busca evaluar el grado de conocimiento y transferencia de innovaciones agroecológicas dentro del PESA-FAO por parte de las ADR en el estado de Puebla para el desarrollo de capacidades en los beneficiarios.
Metodología
Área de estudio
Las microrregiones de estudio se localizan en el estado de Puebla, ubicado en el centro oriente del territorio mexicano, con una extensión de 34 289.66 Km2 (INEGI, 2010), el cual se caracteriza por tener 5.78 millones de personas donde un alto porcentaje cuenta con algún grado de pobreza alimentaria (CONEVAL, 2013), siendo por esto uno de los primeros estados en ser incluidos dentro del PESA-FAO. Para 2009, según datos de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA), 4251 localidades y 1 965 053 habitantes se encontraban en niveles de alta y muy alta marginación, mientras que en 2004 el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) reportó un Índice de Desarrollo Humano bajo para el estado de Puebla. La superficie sembrada representa aproximadamente la cuarta parte de la superficie del estado; la mayor parte cae en la categoría de temporal, siendo los principales cultivos el maíz grano, el maíz forrajero, la zanahoria y la cebolla (SAGARPA, 2014). Los municipios donde operaron las ADR fueron Pahuatlán, Tlatlauquitepec, Tlacotepec de Benito Juárez, Chiautla, Atlixco, Coxcatlán, Ixtacamaxtitlán, Cuyuaco, Xochitlán de Vicente Suárez y Tetela de Ocampo, dentro del estado de Puebla (Figura 1).
Dada la amplia diversidad de condiciones edafoclimáticas, fauna, flora, y agroecosistemas del estado de Puebla, se decidió seleccionar tres regiones del estado donde las ADR tienen presencia y trabajo, con el fin de cubrir parte de la amplia diversidad que se presenta en el estado, retomando en parte el enfoque que plantea la FAO (1997) para diferenciar estas zonas, el cual considera criterios que definen zonas con base en combinaciones de suelo, fisiografía y características climáticas, centrados en los requerimientos climáticos y edáficos de los cultivos, y en los sistemas de manejo bajo los que estos se desarrollan. Las regiones que se seleccionaron, dado que cubren buena parte de las distintas condiciones del estado, fueron la Sierra Negra, la Sierra Norte y La Mixteca. La primera es una región montañosa con una amplia diversidad de plantas y animales al igual que cultural; el valle con mayor población y actividad económica es el de Tehuacán, considerada como la segunda ciudad más importante del estado de Puebla. La Sierra Norte, una cadena montañosa, constituye el extremo sur de la Sierra Madre Oriental de México, ubicada al noreste del estado de Puebla, es una región con una alta humedad y amplias corrientes de aguas, lo cual favorece la presencia de espesos bosques con zonas rocosas. La Sierra Norte se distingue por la amplia variedad de grupos indígenas y culturas que la habitan. A diferencia de las anteriores, la Mixteca es una zona de grandes contrastes, lo cual se debe a que en esta región converge el Eje Neovolcánico y la Sierra Madre del Sur, lo cual se refleja en un clima contrastante, con temporada de lluvias y de sequía severa. Con una topografía claramente accidentada, la Mixteca es una región étnica de difícil acceso en la que habita el pueblo mixteco.
Análisis de la operación PESA-FAO
Como punto de partida de la investigación se realizó un análisis de la metodología del PESA y sus componentes durante 2013-2014, en el marco de las actividades y atribuciones del Centro Estatal de Capacitación y Seguimiento de la Calidad de los Servicios Profesionales (CECS) a cargo de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla que, entre otras funciones contratadas por la SAGARPA, tenía el seguimiento y la evaluación del PESA, con la finalidad de conocer el instrumental operativo de evaluación y seguimiento (guías metodológicas, de visión regional, manuales, lineamientos operativos, calendogramas de las ADR y programas de trabajo), bajo la hipótesis de que las que poseyeran este conocimiento y lo transfirieran a sus grupos de atención desarrollan mejores capacidades para la seguridad y soberanía alimentaria, ubicando el grado de evaluación de desarrollo de capacidades y transferencia de tecnología basado en una matriz de indicadores y escalas de medición como se muestran en los Cuadros 1 y 2, posteriormente, generar los contactos necesarios para la investigación, apoyándose en los evaluadores y los coordinadores de las ADR. Posteriormente, se determinaron las fechas de las visitas a las localidades y beneficiarios para aplicar los distintos instrumentos de la investigación.
I. Determinar la presencia de conocimientos y transferencia de innovaciones agroecológicas en los calendogramas (programas de trabajo) de los servicios 2013-2014 por parte de las ADR. | ||||
Dimensión ambiental | ||||
I.Da.A.1 | Conocimiento | |||
I.Da.A.1.1 | ¿Se tiene conocimiento de la agroecología por parte del facilitador/ responsable de campo/responsable técnico? (Dar una definición) | |||
Escala | A) Alto | B) Medio | C) Bajo | D) Nul |
I.Da.A.1.1.a | Definición u observaciones: | |||
I.Da.A.1.2 | ¿Podría mencionar algunos de los principios fundamentales de la agroecología? | |||
Escala | A) 4 o más principios agroecológicos | B) 2 o 3 principios agroecológicos | C) 1 principio agroecológico | D) No se menciona algún principio agroecológico |
Objetivos del calendograma o proyecto(s) de la agencia (enumerar y obtener copia documental) |
Diseño de instrumentos y marco lógico
La elaboración de los instrumentos de campo partió de un análisis matricial entre los objetivos del PESA, las estrategias de este y la estrategia de intervención, que en conjunto forman las alternativas para alcanzar los objetivos planteados en el Proyecto a través de una visión regional en la que se diagnosticaron tanto los recursos físicos como los nutricionales, y una visión comunitaria que incluye el diagnóstico participativo: anhelos y oportunidades. Cabe mencionar que el análisis matricial contó con el enfoque de los principios y la visión del PESA-FAO.
Los indicadores fueron derivados de los diversos proyectos y servicios de las ADR, como son producción agropecuaria familiar para autoconsumo, vinculado con el proceso de educación nutricional, producción agropecuaria familiar orientada al mercado local, fondos de micro-ahorro para fortalecimiento de los mercados locales, generación de ingresos en Sistemas Productivos Predominantes (SPP) e innovaciones tecnológicas, al igual que la integración de la educación nutricional para motivar la producción de autoconsumo, la educación financiera para el fortalecimiento de los mercados locales y la inclusión de familias sin condiciones para la producción, y la educación en suelo y agua para integrar actividades de manejo, buenas prácticas, obras y prácticas de conservación de uso sustentable del suelo y agua como base para la producción. Se asignaron valores y escalas a cada indicador (Cuadro 2) que pudiera estar presente durante la recolección de la información, los cuales puedan indicar estadísticamente la correlación entre la presencia de prácticas agroecológicas y desarrollo de capacidades sobre seguridad y soberanía alimentaria en los beneficiarios del PESA.
Muestreo
Se aplicó una entrevista semiestructurada, programando las visitas de acuerdo con los calendogramas de diez ADR, seleccionadas al azar, teniendo en cuenta las tres regiones de estudios previamente mencionadas, con el fin de evaluar el grado de conocimiento y transferencia de innovaciones agroecológicas dentro del PESA-FAO por parte de las ADR en el estado de Puebla para el desarrollo de capacidades en los beneficiarios. Las visitas se realizaron durante los meses de enero y abril de 2014, en las cuales se aplicó una entrevista al coordinador de cada agencia, bajo el supuesto de que estos son los que tienen la mejor y más completa información sobre los proyectos que maneja la ADR, sus componentes, sus estrategias, conceptos, conocimiento y enfoque con el que trabajan los técnicos de la agencia.
La segunda etapa de investigación en campo se realizó durante los meses de junio y julio de 2014, en la cual se aplicó una entrevista semiestructurada a una muestra representativa de los beneficiarios de dos ADR: MEXTLALI y GEMPROMIX, seleccionadas al azar con el fin de contar con una mayor precisión y confiabilidad en la muestra al igual que un soporte estadístico, y considerando que estas pertenecieran a regiones agroecológicas distintas. Para la obtención de la muestra de beneficiarios se realizó un muestreo al azar simple para poblaciones finitas, considerando el número de familias por agencia dentro del PESA al año 2013, como la población, considerando la siguiente ecuación estadística:
donde n: número total familias a entrevistar (muestra), N: población, σ 2: varianza de prueba para proporciones desconocidas y D: factor de error, de manera que con 90 % de confianza el total de familias entrevistadas fue 50, 25 beneficiarios por la ADR seleccionada.
Durante la segunda etapa de campo se realizaron recorridos con el apoyo del personal técnico de las ADR, en los cuales se visitaron las 50 familias seleccionadas, a las que se aplicó una entrevista semiestructurada y se obtuvo información a partir de observación directa en los traspatios de las familias. La información de campo se sistematizó y analizó, utilizando técnicas estadísticas descriptivas.
Resultados y discusión
Conocimiento agroecológico por parte de los técnicos de las ADR
De acuerdo con la información obtenida tanto de la ADR como de los resultados observados en los beneficiarios, la mayor parte de los técnicos de las ADR estudiadas carecen de conocimiento agroecológico, exceptuando a 20 % de ellas; si bien los coordinadores y técnicos del restante mencionan ciertos principios o ideas sobre la Agroecología, no presentaron respuestas sólidas sobre lo que propone dicha disciplina científica, sus fundamentos y como esta puede ayudar a la práctica de la agencia y los beneficiarios para lograr un desarrollo de capacidades que impacten en la seguridad y soberanía alimentaria, así como tampoco se observaron dichas prácticas en los proyectos en marcha de los beneficiarios. Al respecto, es evidente que la metodología y los objetivos del PESA no mencionan a la Agroecología como medio para cumplir los objetivos que se plantean, pero en estos se encuentra implícita la necesidad de avanzar hacia este tipo de agricultura ya que, como menciona Altieri y Nicholls (2013), para poder alcanzar la soberanía alimentaria la humanidad necesita un paradigma alternativo de desarrollo agrícola, el cual fomente una agricultura biodiversa, resiliente, sostenible y socialmente justa. En la Figura 2, el valor alto hace referencia a conocimientos de agroecología, sus principios y fundamentos por parte del coordinador de campo de la agencia, quien lo hace extensivo a sus proyectos y programas de trabajo, verificando que los facilitadores y técnicos los conozcan y apliquen. El valor medio representa un conocimiento de algunos principios agroecológicos, sin tener una idea sólida de lo que representa la agroecología; el valor bajo hace alusión a la identificación de ciertas prácticas con enfoque agroecológico, pero sin tener noción de lo que representa la agroecología y, por último, el valor nulo hace referencia a la inexistencia de un conocimiento agroecológico o la identificación de algún principio de la agroecología.
La baja presencia de conocimiento agroecológico de los técnicos de las ADR se puede explicar como resultado de programas oficiales con enfoque de agricultura convencional, basado con frecuencia en intereses de proveedores de insumos también convencionales, así como por la falta de recursos humanos con una formación agroecológica dentro de las ADR, y el interés de las mismas y sus técnicos en mantener una dependencia de las comunidades y beneficiarios hacia ellos.
Por otro lado, vale la pena mencionar que la mayor parte de las ADR promueve la siembra de seis a nueve especies vegetales en huerto familiar (Figura 3) dentro de las cuales predominan las hortalizas como: rábano, acelga, cilantro, jitomate, pepino, entre otras, las cuales cuentan con un alto valor nutricional y aportación de minerales y vitaminas (Camara, Sánchez y Torija, 2003). Las ADR promueven este tipo de cultivos debido a los bajos niveles de hierro en los niños y la familia en general, información derivada de un estudio nutricional en el que se refleja la deficiencia de proteína, al igual que vitaminas y minerales como el hierro.
Prácticas agroecológicas implementadas por las ADR y los beneficiarios
A pesar de no contar con conocimiento o fundamentos agroecológicos claros, las ADR recomiendan prácticas relacionadas con la agroecología en conjunto con los beneficiarios, tales como la conservación de suelo (terrazas, bordos, zanjas). Este tipo de prácticas han mostrado efectos positivos dentro de los huertos familiares; incluso, en algunos casos son producidos con fines de generación de ingresos a través de la venta de productos de traspatio en mercados locales. Ruíz et al. (2001) reportaron que tienen un beneficio en el agroecosistema al retener un mayor porcentaje de humedad y rediciendo la erosión del suelo, además de aumentar la producción de ciertos cultivos; igualmente, se encontraron prácticas como camas biointensivas, lombricomposta y aplicación de abonos orgánicos, entre otras. Dadas las condiciones propias de la región y la etapa en la que se encuentran los proyectos de la agencia ADR GEMPROMIX, no se han implementado prácticas de conservación y mejoramiento de suelo. Este argumento nos lleva a señalar en la parte de la selección de las ADR estas diferencias, sobre todo, años de operación. La aplicación de fertilizantes orgánicos producidos de manera local con insumos propios de la comunidad y, en algunos casos, complementando con insumos externos que no se encuentran dentro del lugar o son de difícil acceso, es otra de las prácticas que se encuentran en las comunidades de beneficiarios (Cuadro 3). Igualmente, dentro de algunas localidades aún se presenta la aplicación de fertilizantes sintéticos, lo cual puede ser explicado por la baja fertilidad de los suelos y la imperante necesidad de producir. Por otro lado, existen familias que elaboran abonos o caldos preparados destinados a la venta dentro de la localidad.
Práctica | ADR GEMPROMIX | ADR MEXTLALI | ||
Número de beneficiarios | % | Número de beneficiarios | % | |
Extractos vegetales | 0 | 0 | 2 | 8 |
Caldos preparados | 2 | 8 | 8 | 25 |
Estiércol | 0 | 0 | 2 | 8 |
Composta/Lobricomposta | 0 | 0 | 1 | 4 |
Fertilizante sintético y estiércol | 3 | 12 | 0 | 0 |
Extractos vegetales y caldos preparados | 3 | 12 | 1 | 4 |
Fertilizante sintético, caldos preparados y estiércol | 2 | 8 | 0 | 0 |
Extractos vegetales, caldos preparados y estiércol | 0 | 0 | 1 | 4 |
Ninguna | 15 | 60 | 10 | 40 |
Total | 25 | 100 | 25 | 100 |
Fuente: elaboración propia a partir de datos de la entrevista aplicada 2014.
La rotación de cultivos, que ha mostrado tener beneficios en el control de plagas (Chaves y Araya, 2012), es otra de las prácticas agroecológicas que se realiza en los huertos familiares de los beneficiarios, aunque no se les reconozca con el término técnico, explican los motivos por los cuales utilizan la rotación de cultivos o la información que las ADR les ha brindado, dentro de las cuales destaca la importancia de biodiversidad de especies vegetales, lo que propicia una disposición de alimentos ricos y variados, y que también juega un papel en la dinámica propia del traspatio al generar interacciones y complementariedades favorables para este, las especies y finalmente a las familias, como son control de plagas, aportación de nutrientes y mejoramiento de la fertilidad del suelo (Cuadro 4).
Beneficio | ADR Gempromix | ADR Mextlali | ||
Número de beneficiarios | % | Número de beneficiarios | % | |
Aportación de nutrientes | 0 | 0 | 5 | 20 |
Control de plagas | 2 | 8 | 0 | 0 |
Diversidad | 6 | 24 | 12 | 48 |
Aportación de nutrientes y diversidad | 1 | 4 | 3 | 12 |
Fertilidad | 0 | 0 | 1 | 4 |
Ninguna | 16 | 64 | 4 | 16 |
Total | 25 | 100 | 25 | 100 |
Fuente: elaboración propia a partir de datos de la entrevista aplicada 2014.
Participación e inclusión social
Gran parte de los conocimientos campesinos que se han trasmitido de generación en generación, con innovaciones tecnológicas adaptadas a cada contexto temporal y espacial, han enriquecido los recursos fitogenéticos, zoogenéticos y en general la biodiversidad de la cual el agricultor se favorece, además de las prácticas en el quehacer de la agricultura que mejoran las interacciones dentro del agroecosistema, reflejándose en una mayor resiliencia y estabilidad. Este tipo de conocimientos cuentan con una fuerte carga cultural y social que refleja las dinámicas propias de las comunidades y que sin estas sería complicado entender el fundamento de la práctica por sí misma.
Si bien no todas las prácticas campesinas son favorables, Tapia (2002) comenta que para el agroecosistema vale la pena que buena parte de ellas sean consideradas y rescatadas, de manera tal que no solo el conocimiento sea retomado, sino también la gente sea incluida y participe dentro de los procesos que se buscan generar. Dentro de este contexto, de las 10 ADR que se estudiaron, 50% mostró conocer algún tipo de conocimiento campesino, desde interacciones entre plantas y animales, labores de la tierra, calendarios agrícolas y prácticas sociales. De estas, 30o% no solo cuenta con parte de este conocimiento, sino que también se interesan por retomarlo y aplicarlo dentro de los proyectos que llevan a cabo. El 20% restante no muestra tener interés por este tipo de conocimientos o no sabe de ellos.
Al contrastarlo con la información brindada por los beneficiarios, 4% de ellos mencionaron que la agencia no considera ni toma en cuenta sus conocimientos, en tanto que 96% restante considera que la agencia que los atiende se preocupa por escuchar y tomar en cuenta sus conocimientos para el diseño e implementación de los proyectos, siendo en espacios como talleres (84%) y reuniones (6%) donde se lleva a cabo, mientras que 10% de los beneficiarios no pudieron precisar en qué momentos o espacios la agencia lleva a cabo esto.
Considerar, retomar y aplicar los conocimientos campesinos de las comunidades por parte de las ADR por medio de un diálogo de saberes puede beneficiar los proyectos desde un aspecto técnico, al sumar prácticas y labores que pueden ser útiles para los objetivos de dichos proyectos y de los campesinos en general, y conjuntamente, al tomar estos conocimientos se cumple con principios de equidad e inclusión, lo cual puede favorecer de manera imperativa la actitud de la gente hacia los proyectos al sentirse incluida y reconocerlos como propios, adquiriendo una corresponsabilidad, principio fundamental dentro del PESA.
Aunque algunas ADR no consideren los conocimientos campesinos ni se interesen activamente por un diálogo de saberes, 100% de las ADR aseguran tener principios de equidad e inclusión hacia todas las personas que deseen participar dentro de los proyectos que esta coordina, mientras que 40% de las ADR aseguran cumplir con estos principios al realizar una convocatoria abierta a toda la comunidad, sin distinción de género, edad, creencias y condición en general (lo cual no garantiza estos principios), otras ADR buscan cumplir a través de los principios que se plantean en el PESA, por medio de talleres, recorridos, transferencia de conocimientos por generación o al definir la Unidad de Producción Familiar (UPF), facilita la inclusión y equidad que se busca tener con las comunidades.
Es necesario conocer y entender la cultura y estructura social de las comunidades para entender el porqué de sus prácticas y cuáles son sus necesidades, y así lograr una apropiación y corresponsabilidad con los proyectos coordinados por las ADR. En este contexto, a pesar de que 20% de las ADR afirmó conocer la cultura y estructura social de las comunidades que atienden, el 80% restante dijo que, además de conocer estos aspectos, los toma en cuenta para del diseño de sus proyectos; 30% de las ADR dijo consultar a los beneficiarios al momento de tomar decisiones; y 70% restante afirma que toma decisiones en conjunto con los beneficiarios.
Ingreso y generación de empleo
Aunque el objetivo principal del PESA es la seguridad alimentaria, también considera la generación de ingresos y creación de empleo para contribuir a la autosuficiencia alimentaria de las familias, accediendo con esto a productos de la canasta básica que no obtienen del traspatio o la parcela.
Una de las áreas de intervención más relevantes dentro del PESA es la producción agropecuaria familiar orientada al mercado local y la generación de ingresos en sistemas de producción predominante e innovaciones tecnológicas. Al respecto, 50% de las ADR comentan que si bien existen beneficiarios capaces de generar ingresos por medio de la venta de productos de traspatio, estos no superan el 10% del total de beneficiarios. Otras ADR (30%) mencionan que los beneficiarios que se encuentran generando ingresos superan el 10%, mientras que 20% de las ADR afirman que más de 35% de los beneficiarios han sido capaces de generar ingresos por medio de la producción en traspatio. Por parte de los beneficiarios se reporta que 64% de ellos buscan aumentar su producción para cubrir su alimentación familiar y tan solo 8% menciona aumentar la producción de los cultivos para la alimentación familiar y la venta local (Cuadro 5).
Motivo para aumentar la producción | Número de beneficiarios | % |
Alimentación familiar | 32 | 64 |
Mejorar | 8 | 16 |
Alimentación familiar y venta local | 4 | 8 |
Alimentación familiar y otras | 4 | 8 |
Alimentación familiar, de animales y venta local | 1 | 2 |
Alimentación familiar, venta local y mejorar | 1 | 2 |
Total | 50 | 100 |
Fuente: elaboración propia a partir de datos de la entrevista aplicada 2014.
En el PESA el traspatio es uno de los espacios con mayor relevancia, ya que tiene el potencial de complementar buena parte de la dieta y requerimientos nutricionales de los integrantes de las familias. Como se puede apreciar en la Figura 3, la mayoría de las especies vegetales recomendadas para cultivar en traspatio son hortalizas, lo cual se debe a los bajos niveles de hierro y otros nutrientes reflejados en un estudio nutrimental realizado por las ADR. Si bien esta estrategia puede parecer adecuada, se tiene que considerar que no se pueden recomendar las mismas especies en todas las comunidades y regiones, dado que las condiciones edafoclimáticas y socioculturales poseen un gradiente bastante amplio entre dichas comunidades, además de que algunos cultivos pueden no adaptarse a la región o demandar insumos y condiciones que representan a la familia una mayor inversión de tiempo y recursos, y pueden volver inviable el proyecto. Los huertos familiares han mostrado un alto potencial productivo que no solo puede complementar la dieta de las familias, ya que también puede proporcionar una fuente de ingresos por medio de la venta local de las cosechas.
También se hace necesaria una revisión de las especies recomendadas para cultivo, a fin de responder a los requerimientos nutricionales de la población. Algunas de las especies que sería conveniente integrar para su cultivo, por sus contenidos nutricionales, son: amaranto, espinaca, verdolaga y fomentar aquellos que ya están y que responden a las necesidades nutricionales requeridas, como acelga, frijol, maíz y las demás especies que, aunque tienen contenidos menores, ofrecen vitaminas y minerales, así como variabilidad en la dieta de las familias beneficiadas por el PESA/FAO.
La implementación de prácticas agroecológicas dentro de los traspatios, como la fertilización por medio de compuestos orgánicos o caldos preparados, conservación de suelo y agua, rotación de cultivos y asociaciones, resultan positivas para la dinámica del traspatio, además de ser apropiadas por las familias al ser prácticas que no demandan gran inversión de recursos externos, al ser los propios, o locales, los necesarios para llevar a cabo dichas prácticas.
Conclusiones
En el estado de Puebla el PESA ha tenido intervención durante más de una década, durante el cual las ADR han promovido principios y prácticas que buscan mejorar las condiciones de familias marginales del sector rural, por lo que ha sido un programa importante.
Las prácticas agrícolas sustentables deberían jugar un papel importante en el trabajo de las ADR, pero los técnicos todavía no cuentan con el conocimiento teórico y técnico de tipo agroecológico.
Las pocas prácticas observadas en los beneficiarios con un enfoque agroecológico favorecen el desarrollo de capacidades, al igual que la seguridad alimentaria de las familias rurales.
El enfoque agroecológico no es explícito dentro del planteamiento teórico y metodológico del PESA, por lo que se recomienda se incluya de manera clara y que los técnicos cuenten con un conocimiento agroecológico que puedan compartir con las familias.