Introducción
El proceso de vinculación a nivel glocal (Robertson, 2003) revela que las sociedades son sistemas en continuo intercambio de flujos de información (Castells, 2001). Esto ha generado un cambio cualitativo en la visión acerca de los productores rurales, pasando de considerarlos como sujetos aislados a comunidades en la búsqueda de fuentes de información sobre precios, mercados, intermediarios, otros productores, innovaciones agrícolas, financiamiento, capacitación medicina tradicional, e incluso, religión (PNUD, 2001:34-35). Este cambio ha permitido considerar al desarrollo rural dentro de un proceso que reformula los planteamientos y escalas originales del proceso de transferencia de tecnología, saberes e innovación para el ámbito rural. En este contexto, el potencial creativo de estas comunidades campesinas sigue presentándose a través de innovadoras formas comunitarias de comunicar y producir saberes rurales que logran reforzar sus sistemas de producción de alimentos e ingresos. El análisis de este tipo de elementos comunitarios permite vislumbrar estructuras sociales de tipo reticular que han potenciado las capacidades de sobrevivir de las comunidades rurales, e incluso, mejorar sus niveles de vida. Un ejemplo de esto son las redes de migración, mecanismos comunitarios que logran impulsar las capacidades de producción e inventiva de las propias comunidades rurales, destinando las remesas enviadas a temas como compra de terrenos e inmuebles, pequeños negocios familiares y unidades agrícolas, obras comunitarias, patrocinio de fiestas cívicas o religiosas, entre otros (Torres, 2000).
Organización y red social
Estas estructuras comunitarias señalan dinámicas que impulsan a los sujetos a participar en determinados grupos sociales, mediados por posiciones y sentimientos de identificación, reconocimiento y pertenencia, lo que implica un acatamiento de procesos internos de los propios grupos para establecer equilibrios sociales, dinamismo económico e identidad (Cuellar, 2009:4). De esta forma, la noción de pertenecer a una agrupación se arbitra por la percepción del sujeto de estar en condiciones de igualdad ante sus pares, percibir un beneficio individual y colectivo, garantía de mayor seguridad y protección en un futuro (Hopenhayn, 2007:10), así como la promoción y recurrencia de dicho sentido de pertenencia (Vivero, 2007:1) y el mutuo apoyo en aras de lograr objetivos comunes (Cuchillo, 2010:1). En el momento en que el valor de alguno de estos elementos se deprecia, los sujetos perciben su pertenencia social vulnerada.
Lo anterior lleva a considerar el concepto de organización como el instrumento para abordar a los conglomerados sociales como unidades orgánicas con características particulares. Esto se debe a que la organización logra disminuir costos de transacciones, trámites de propiedad, planeación y ejecución de proyectos, arreglos institucionales, etcétera, propiciando el acceso a mercados, servicios, provee de capacidades para la construcción de bienes públicos y de beneficio social (Flores y Rello, 2002); defensa de intereses de la comunidad y facilitar la concertación (Chiriboga, 2003). Asimismo, la organización permite a las comunidades demandar, movilizar y gestionar recursos (FAO, 1994), negociar ante entidades públicas o privadas, así como facilitar la canalización de beneficios provenientes de políticas y programas de desarrollo (Contreras, 2000:5). De esta forma, la organización es la expresión innegable de un determinado capital social y expresa la existencia de certidumbres y comuniones entre los integrantes (Gordon, 2005). El origen de las organizaciones puede ser diverso, aunque Castaños (1987) señala dos tipos: a) a través de un proceso para satisfacer requerimientos de un ordenamiento legal, o b) por medio del producto de tradiciones o cultura rural que nacen de la necesidad de agruparse.
Esto indica que se conceptualiza a la organización como resultado de una dialéctica interna entre sus miembros, pero raras veces se señala que dicha dialéctica es expresada por un subsistema de procesos y dinámicas hechos, por mutuo acuerdo, entre sujetos para establecer intercambios, complicidades, adhesiones, empatías, reciprocidades, intereses en común, etcétera. Es decir, el análisis de la organización no habla de las múltiples combinaciones sociales de estos elementos como entidades que permiten su reticularidad como evento y espacio social. En esta dirección, todas y cada una de las organizaciones de las que se pudiera hablar no son sino el corolario de una trama reticular permitida por la combinación y recombinación de aquellos elementos de sociabilidad. Es decir, la organización es un estado y parte del continuum social de vinculación y comunicación de los individuos. En este sentido, el concepto de organización se vuelve insuficiente para explicar la dinámica de conformación del andamiaje social, especialmente en el campo de las agrupaciones rurales, por lo que se propone el concepto de red social para complementar esa perspectiva.
Una red social es concebida como un sistema formal y definido de intercambio de información basado en un mutuo acuerdo entre las partes que la conforman (Nuñez, 2008:94). El sustento de estos sistemas reticulares se genera por el interés común para compartir y una integración consensuada, por lo que insumos como confianza son vitales para su continuidad, al grado de que cualquier experiencia de integración o conglomerado social se determina, en primer lugar, por el juego de las conexiones interpersonales de los sujetos y su posterior y necesaria redundancia (White et al., 2000). Este tipo de constructos sociales llegan a permitir una gestión horizontal de insumos sociales, produciendo la posibilidad de un mayor margen de participación, mayor información y conocimiento, e incluso, la diferenciación social de los sujetos. De hecho, los actores de una red adquieren roles sociales de acuerdo con la forma y el tipo de insumos que gestionan, por lo que llegan a cumplir funciones puntuales como: organizadores, gestores, innovadores, diseñadores, dubitativos, adoptadores, difusores, integradores, disruptores, entre otras funciones (Nuñez, 2008: 95).
Insumos para las redes sociales
El andamiaje social que mantiene a las actividades comunitarias está directamente vinculado con procesos de sinergia social, ya que permite construir estructuras de soporte basadas en redes de relaciones que buscan, de acuerdo con White et al. (2000), maximizar la distribución de riqueza en lugar de proteger el capital acumulado, ya sea dentro de un hogar, la familia o cualquier otro grupo social pequeño, aunque estas redes también buscan proteger, consolidar y ampliar el resultado de dicha distribución; por lo tanto, también del capital económico y social acumulado y reproducido.
Estas estructuras comunitarias se nutren a través de insumos que son difícilmente mensurables, pero su simple ausencia vuelve imposible la posibilidad del sustento social. Entre estos se distinguen: intercambios, cooperación, solidaridad, reconocimientos, filiaciones, empatía, reciprocidad, comunicación y confianza, entre muchos otros (Molina y Alayo, 2005: 303). Este último insumo es un poderoso reactivo social en la medida en que permite a los sujetos el establecimiento y sustento de vinculaciones personales y, por ende, la vivencia de la cohesión social (Helly, 2002: 95) y la pertenencia a una organización e identidad (Longo y Cejas, 2003: 4). En relación con esto, Buciega y Esparcia (2013) sugieren que el insumo de confianza es útil para analizar y conformar grupos, equipos y/ asociaciones para el desarrollo rural, pero que se debe de analizar a través de la cohesión, densidad de comunicación, existencia de relaciones, cercanía, vinculación, homofilia, intermediación entre sujetos, experiencias comunes previas de agrupamiento y organización, entre otras.
En este contexto, la confianza señala conciliaciones en los colectivos y uno de sus indicadores se da a través de los intercambios de insumos sociales establecidos, entre dos o más individuos, a través de la frecuencia e intensidad de dichos intercambios. Estos se generan en un ámbito nutrido por valores de familiaridad, seguridad, tranquilidad, esperanza, ánimo, franqueza, certidumbre, crédito y protección. En esta dirección, Landazábal et al. (2009) señalan que la confianza es un elemento necesario para construir estructuras sociales y generar propiedades de resiliencia ante situaciones adversas, y forma parte de un constructo social más complejo originado en los procesos de socialización, institucionalización y educación informal, lo que permite generar aprendizajes colectivos aprendidos en la sociabilidad propia de redes familiares, normas, valores y prácticas culturales, aprendizajes expresados en acciones concretas tales como el respeto a los cargos políticos y comunitarios, así como participación en faenas, tequios, fajinas, fatigas, tandas, etcétera. (González, 2012). En este sentido, Santos (2015) infiere que la construcción de este insumo de sociabilidad se produce donde existen condiciones particulares como: acceso oportuno a información y conocimientos confiables, condiciones de igualdad, lenguaje accesible. En el caso de los productores rurales este insumo se expresa, por ejemplo, cuando los agricultores piden dinero prestado para expandirse, cuando fueron aconsejados a hacerlo por personas en quienes confían (Santos, 2015). La confianza es una construcción social que se activa ante la presencia de un trasfondo social de reciprocidad, solidaridad y cooperación alrededor de los individuos. Aunque, como señala Perea et al. (2014), este valor de la confianza se diferencia en temas de género ya que, a diferencia de los hombres, las mujeres utilizan y comparten entre ellas más innovaciones y forman redes de productoras más amplias, por lo que construyen mecanismos comunitarios de soporte social más amplios y numerosos: su vida cotidiana se desarrolla más en la comunidad, por lo que se ven obligadas a buscar ayuda de otras productoras, intercambian información, semillas y colaboran continuamente para solucionar problemas de la comunidad (el acceso a servicios públicos), son más altruistas, trabajan más en equipos para beneficio de sus comunidades. Es decir, construyen capacidades más sólidas de capital social que les permiten cooperar hacia objetivos en común.
Redes y capital social
En relación con lo anterior, el capital social se expresa a través de acciones conjuntas realizadas, por común acuerdo, en una comunidad, a fin de cumplir determinados objetivos colectivos o hacerse de recursos de diferente índole, por lo que se presenta como una conjunción de capacidades de empatía y soporte social, gestionadas de forma estructural, es decir, a través del comportamiento en red. En esta dirección, el capital social deviene directamente de procesos colectivos, estructurados y más o menos institucionalizados, que permiten a una u otra comunidad ir en una u otra dirección (Bourdieu, 1986; Coleman, 1990; Durston, 2003). Por otro lado, esta capacidad adquiere comportamientos diversificados de acuerdo con los niveles estructurales y de organización en los que se hace activa. Al respecto, Buciega y Esparcia (2013) señalan que el capital social trata de un recurso que experimenta variaciones y puede disminuir o aumentar influido por diferentes factores, por lo que proponen que, en temas de desarrollo rural, el capital social sea analizado de forma tipológica ya que existe: a) el capital social de cohesión que se deriva de las dinámicas reticulares al interior de los grupos (densidad, centralización, existencia de relaciones, cercanía, relaciones de confianza, homofilia); y b) el capital social que tiende puentes entre sujetos con características diferentes (grupos, asociaciones, organizaciones, etcétera) donde los indicadores serían la densidad y existencia de relaciones entre actores pertenecientes a las dos entidades, así como intermediación y calidad compositiva. En este sentido, Flores y Rello (2001) indican que, prácticamente, cada nivel organizacional de cualquier comunidad tiene el potencial de estructurar capacidades colectivas susceptibles de ser capitalizadas de forma social, por lo que se puede hablar de innumerables capitales sociales (empresarial, escolar, cívico, comunitario, sanitario, de carácter público, privado, etcétera) con distinto alcance poder de decisión, temporalidad (a corto, mediano o largo plazo) y sus resultados pueden ser aleatorios. En este mismo contexto hay que tomar en cuenta que la existencia del capital social por sí solo no representa el capital más importante para dinamizar y mejorar relaciones sociales, aunque podría llegar a desempeñar este papel, junto con otras capacidades, recursos y en ciertas condiciones socioeconómicas (Flores y Rello, 2001).
El Programa de Reconversión Productiva de frijol en el Altiplano Potosino-Zacatecano
El municipio de Salinas, San Luis Potosí tiene como una de sus actividades más importantes la ganadería. De acuerdo con INEGI (2007), los hatos más importantes en orden descendente son ovinos (22 046 cabezas), bovinos (15 921 cabezas), caprinos (5996 cabezas) y porcinos (2916 cabezas). Cabe señalar que en el caso de ovinos el municipio representa el segundo lugar con mayor número de cabezas de ganado del estado, solo por debajo del municipio de Villa de Ramos, quien tiene 27 839 cabezas (INEGI, 2007). El comercio de los productos obtenidos del ganado bovino y porcino es realizado en el mercado local; la comercialización del ganado ovino es la más importante y ésta, aun cuando es de manera local, se realiza con tablajeros locales y foráneos siendo de importancia por el volumen de cabezas de ganado que existe en la región. Esta actividad tiene importancia prácticamente en todas las localidades rurales del municipio.
Derivado de lo anterior, en 1997 surge el Programa de Reconversión Productiva de frijol de Altiplano Potosino-Zacatecano, entre el Colegio de Postgraduados (CP), el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) y la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación (SAGARPA), en los municipios de Pinos, Zacatecas y Salinas, San Luis Potosí. Con este programa se buscó impulsar, junto con los pobladores, organizaciones e instituciones locales, acciones para la formación y desarrollo de las cadenas de valor del frijol y los ovinos, a fin de lograr su competitividad (CP, 2010). Un elemento de esta propuesta fue el proyecto de Constitución de unidades de producción rural para mujeres productoras de ovinos lecheros en el municipio de Salinas, San Luis Potosí, y Pinos, Zacatecas, buscando integrar a la población femenina que llevaba a cabo sus actividades sin participar en alguna forma de organización. Para esto, se formalizaron once grupos de mujeres en sociedades de producción rural, una de ellas en el municipio de Pinos y el resto en diferentes localidades del municipio de Salinas. Los grupos de ovinocultoras recibieron capacitación sobre aspectos técnicos de la cría de borregos, así como temas de desarrollo personal y organizacional, tratando de reforzar los lazos de confianza y cooperación entre ellas y hacia sus comunidades.
Como resultado de las capacitaciones que recibieron estos grupos se presentó la oportunidad de analizar su constitución desde el grado e intensidad de su propia integración, esperando que se hubieran establecido relaciones que permitieran mejorar la confianza y comunicación entre las integrantes, el compromiso con la organización y su percepción con la comunidad. En este sentido, el objetivo de este trabajo es el de analizar la estructura social lograda por estos grupos de ovinocultoras a través del insumo social de la confianza a fin de determinar: a) patrones incipientes de organización entre los grupos en cuestión; b) la forma en cómo se relacionan con su comunidad y c) identificar, dentro de los grupos, a las actores clave que pueden incidir en el mejor funcionamiento del grupo y que permitan establecer estrategias a seguir con cada grupo para contribuir en su consolidación y el cumplimiento de sus objetivos.
La hipótesis que se plantea es que hay determinada integración en las organizaciones, que posibilita su funcionamiento, pero no se han logrado consolidar redes entre las organizaciones que permitan beneficiar en mayor escala a sus integrantes y a las comunidades donde se desarrollan.
Metodología
El trabajo se concentró en analizar la integración de 11 organizaciones de producción rural dedicadas a la producción de ovinos. Estas se ubicaron en las localidades de: Conejillo, La Reforma, Diego Martín, San José de Punteros, La Palma Pegada, Salitrillo, El Potro y La Paz, pertenecientes al municipio de Salinas, San Luis Potosí (Figura 1).Las acciones para la formación y el desarrollo de las cadenas de valor del frijol y los ovinos realizados dentro del Programa de Reconversión Productiva de frijol de Altiplano Potosino-Zacatecano comprendieron capacitaciones sobre aspectos técnicos de la cría de borregos, así como temas de carácter personal, empresarial y comunitario, a fin de generar dinámicas de vinculación que pudiesen derivar en manifestaciones de capital social en las agrupaciones generadas.
Lo anterior abrió la posibilidad de identificar diversas afinidades sociales relacionadas al insumo de confianza y permitió impulsar e identificar la conformación de 11 agrupaciones de ovinocultoras, las cuales se indican en el Cuadro 1.
Nombre de la organización | No. Integrantes |
---|---|
Agronómica Borrecos | 9 |
Ganaderas Comprometidas | 11 |
10 Corazones | 8 |
La Estrella de Salitrillo | 8 |
Ovinocultoras El manantial del Potro | 8 |
Ovinocultoras de San José Punteros | 13 |
Las Trece Estrellas | 12 |
Ovinocultoras Region Palmeña | 9 |
Productoras de ovinos La Veta | 7 |
El Gran Cordero | 10 |
Derivados El Santuario del Nazareno | 14 |
El levantamiento de información se realizó en mayo de 2011. Se entrevistó a 97 de las 109 mujeres que conforman los grupos organizados. De este levantamiento se desprende que estas organizaciones incipientes están conformadas en promedio por nueve integrantes, cada una con una edad promedio de 38 años. En lo que se refiere a escolaridad, 40.21 % cursó seis años y 44.3 %, nueve años; sólo cinco tienen estudios universitarios y una de las entrevistadas tiene estudios de postgrado. La actividad principal a la que se dedican es al hogar (93 %) seguida de la ayuda en actividades agropecuarias (55 %). La mayor parte de las entrevistadas eran casadas.
La metodología de esta investigación fue con enfoque mixto, de tipo transversal descriptivo. El instrumento utilizado para recabar la información fue el cuestionario aplicado a través de entrevista. Esto permitió obtener información sobre las siguientes variables: confianza, compromiso, comunicación, participación en otras organizaciones y relación con la comunidad, tratando de identificar la intensidad de las relaciones establecidas en los grupos de estudio. Por otro lado, dicho insumo fue sistematizado y medida su recurrencia entre las ovinocultoras a través de observar la frecuencia en el número, intensidad y tipo de intercambios que realizaron alrededor de los temas de comunidad, economía familiar, trabajo y temas personales. Para esto último, se generó un valor para el número de intercambios realizados. El valor mínimo fue 1, si el intercambio era sobre un solo tema; y el valor máximo (4), si el intercambio contemplaba los cuatro temas señalados.
Para el análisis y medición de esta información se utilizó el Análisis de Redes Sociales (ARS), instrumento estructuralista que permite diversos ángulos (Navarro y Salazar, 2007) y visualización sobre el comportamiento de los sistemas humanos complejos. Esto permite acceder a la dimensionalidad social de las estructuras de aglomeración humana, desde el estudio de las relaciones establecidas y los atributos explicativos que sustentan cualquier comunidad (Molina et al., 2006).
Estas relaciones se analizaron con las categorías de centralidad: Grado Nodal (Degree) y Grado de Intermediación (Betwenness). En relación con esto, el Grado Nodal se define como el número de actores a los cuales se encuentra directamente vinculado un determinado actor.
La expresión matemática que permite su cálculo es (Freeman, 1979):
donde A ij : matriz que enlaza los nodos i y j; d i : centralidad (degree) del actor en cuestión.
Por su parte, el grado de Intermediación es la medida de centralidad que señala la frecuencia con que un nodo aparece como posible conexión entre cualquier par de nodos que no están vinculados directamente (Wasserman, 1994; Verd y Olive, 1999). El cálculo de esta medida de centralidad se realiza a través de la siguiente ecuación (Freeman, 1979):
donde g k : Grado de Intermediación (Betweenness); g ij : número de distancias geodésicas (número de vínculos de un actor a otro hasta llegar al actor objetivo) desde el nodo i hasta el nodo j; g ikj : número de vínculos que hay entre i y j y que pasan por k.
Por otro lado, el nombre de las ovinoculturas se sustituyó por siglas de sus propios nombres, a fin de poder facilitar la visualización entre actores y grupos analizados. La información obtenida permitió la construcción de grafos con el programa UCINET.
Resultados y Discusión
A través del CP, campus San Luis Potosí, los 11 grupos de productoras de ovinos recibieron capacitación para desarrollar habilidades empresariales y trabajo en grupo. Los objetivos fueron: a) Sensibilizar a las mujeres sobre su condición actual en sus comunidades, la noción de la organización social a través de la comunicación, solución de conflicto, cooperación y solidaridad social como factores del desarrollo personal y comunitario; y b) Consolidar y fortalecer las relaciones entre las integrantes de cada organización, reconociendo la importancia del trabajo en equipo y facilitando el manejo de la organización proporcionándoles las herramientas para tal efecto. Al respecto, Requena (2004) señala que los procesos que generan relaciones sociales y confianza son determinantes para un mayor nivel de vida laboral, lo que genera efectos positivos tanto para el individuo como para la organización.
Uno de los elementos de éxito de las organizaciones productivas es la presencia de capital social, refiriéndose a los lazos de cooperación y confianza, redes de solidaridad y toda forma asociativa que sirva de expresión a la capacidad de acción colectiva (Rello y Flores, 2001), donde la confianza, la relación de parentesco, el aprendizaje previo de la acción colectiva y la cultura institucional del grupo son la base (Berdegué, 2000), aunque la construcción de redes sociales deviene en capital social cuando los conglomerados humanos logran expresar, por común acuerdo, virtudes cívicas, voluntad de compromiso comunitario y cooperación (Porras y Espinoza, 2005).
En este contexto, la aplicación del ARS permitió distinguir, en los 11 grupos de ovinocultoras analizados, por medio de identificadores geométricos, estructuras de comunicación y vinculación, formadas por relaciones de amistad y confianza para compartir información sobre su comunidad, economía familiar, trabajo y temas personales. En esta dirección, la intensidad de los lazos de amistad y confianza establecidos entre las participantes se distinguen de acuerdo al grosor del vínculo entre actores: entre más craso es el vínculo, más temas se intercambiaron; por lo tanto, hubo más confianza. De acuerdo con la Figura 2, las agrupaciones Derivados el Santuario del Nazareno (), Ovinocultoras de San José Punteros () y El Gran Cordero () son los grupos donde se presentan más lazos de confianza entre las participantes. Aun cuando se aprecia que en Treces Estrellas () y La Estrella del Salitrillo () existen lazos de confianza sólidos, no hay una diversificación y comunicación con las demás integrantes del grupo. Las organizaciones donde se observó menos lazos de confianza, son: Productora de Ovinos la Veta () y Agronómica Borrecos ().
Al respecto, Anheier y Kendall (2002) señalan que los miembros de las organizaciones arraigadas en comunidades con proximidad geográfica, con intereses o valores compartidos, conocen las situaciones de vida, aspiraciones y problemas de otros miembros, lo que favorece la confianza y la cooperación, por lo que la intensidad del vínculo está relacionado, con mayor interacción, en temas de cohesión interna y parentesco. En esta dirección las entrevistadas señalaron tener mayor confianza con amistades para hablar del tema económico (46 %), el trabajo (44 %) y sobre la comunidad (46 %), mientras que para tratar temas personales señalaron tener mayor confianza con familiares (46 %). Cabe señalar que 50 % de las integrantes de estas organizaciones tienen un familiar dentro de la propia organización a la que pertenecen; de hecho, sobresale la figura del esposo como primer receptor de dichos temas (38.67 %) y las amigas como segundo actor (14.93 %), seguidas de hija, hermana y mamá, entre otros. Al respecto, Brugué, Gomá y Subirats (2002) señalan que el parentesco es una de las relaciones de proximidad donde se configuran las redes con vínculos más fuertes.
Centralidad (Degree e Intermediación) en 11 SPR para la producción de ovinos
En esta investigación se observaron participantes con grados nodales (o de vinculación) más altos; por lo tanto, mejor vinculadas y con mayores posibilidades de acceder a las demás integrantes de sus respectivos grupos (Figura 3 y Cuadro 2). Al respecto, Choucri (2001) señala que un espacio reticular con funcionamiento adecuado necesita la presencia de miembros que funcionen con capacidad efectiva, institucional e individual para desempeñar tareas específicas y esenciales. En relación con esto, determinar los temas en los que se dan mayores vínculos permite identificar integrantes, con lo que se pueden abordar estrategias en diversos sentidos. De esta forma, las mujeres que presentaron mayor vinculación en términos de confianza para tratar asuntos económicos pueden influir en el grupo para establecer mecanismos de financiamiento; por su parte, quien tiene influencia en el grupo en aspectos técnicos puede ser un referente para el grupo y difundir innovaciones. Gayen y Raeside (2010) mencionan que la comunicación interpersonal es identificada como esencial para persuadir al receptor promedio para adoptar una innovación, especialmente comunicación desde pares como amigos y vecinos.
SPR | Prod* | Degree | SPR | Prod* | Degree |
---|---|---|---|---|---|
Derivados el Santuario del Nazareno | IRG BEMC |
8 7 |
Ganaderas Comprometidas | RRC MdCSL |
4 4 |
Ovinocult. Sn José Punteros | RRD MdLHA CCM AMC SGT MGLG |
5 4 4 4 4 4 |
10 Corazones La Estrella de Salitrillo Región Palmeña |
FML RDH MTC JLM VCC-1 RIFC |
3 3 3 3 3 3 |
El Gran Cordero | MGMC ATC |
5 5 |
Productoras La Veta | MACM GRV |
5 4 |
Las Trece Estrellas | MLRC JCM |
8 4 |
Organización Borrecos | ISG MLR |
4 4 |
El Manantial del Potro | MGGM VCC MCM RGC |
5 5 5 5 |
*Productoras de ovinos.
En relación con lo anterior, una conexión mayor habla de la capacidad del actor en cuestión para influir, por lo tanto, en un determinado grado de negociación y legitimación ante los otros miembros de su grupo, pero también señala una determinada susceptibilidad de ser influido por los otros integrantes. En este caso, los actores mejor vinculados son los que se presentan en el Cuadro 2.
De esta forma, a mayor número de actores con un grado nodal similar existe una conexión más amplia y diversa en cuanto a distribución de insumos al interior del grupo. Por el contrario, la presencia de nodos con un grado nodal radicalmente más alto que el resto genera nodos con la posibilidad de centralizar y monopolizar la información y, por lo tanto, de distribuirla de acuerdo con sus criterios personales, como sería el caso de Las Trece Estrellas (), Ganaderas Comprometidas (), Región Palmeña (), La Estrella de Salitrillo (), o Productoras de ovinos La Veta ().
Por otra parte, se observaron organizaciones compuestas por flujos de información diferenciados; si bien un importante porcentaje de las entrevistadas señaló reconocer la misión (49 %), los objetivos (59o%) y el reglamento (75 %) de la organización a la que pertenecen, sí se ven diferencias importantes entre grupos, que están relacionadas con la escolaridad y una incipiente cultura organizacional, considerando el corto tiempo que llevan trabajando como grupo, así como la dificultad en la aplicación de conceptos que no son de uso común para ellas. Por otro lado, la frecuencia nodal de cada integrante indica, de forma indirecta, que existe la posibilidad de diversos caminos para comunicarse sin depender de algún actor “central” (como es en el caso de El Santuario del Nazareno (). Ejemplo de esto son los casos de El Manantial del Potro (), Ovinocultoras de Sn. José Punteros () y El Gran Cordero ().
Grado de Intermediación (Betwenness) en 11 SPR para la producción de ovinos
Al suponer que en toda estructura social todos los actores se encuentran vinculados de una u otra forma, no es aventurado presumir que entre cada par de actores existen mediadores que facilitan u obstaculizan el flujo de vinculación entre aquellos actores, llegando a determinar su grado de aislamiento o comunicación con los grupos o individuos de las comunidades. Por fortuna, la diversidad de vínculos sociales abre la posibilidad de explorar caminos alternos, sin tener que pasar obligadamente siempre por el mismo actor; por ello, a mayor número de alternativas (intermediarios) tenga un nodo para hacer llegar su mensaje, menos dependiente será. Esto permite ubicar aquellos actores que no solamente conectan distintos grupos sino que pueden, en un momento dado, generar y facilitar procesos de negociación y comunicación entre sectores distantes o aislados. De acuerdo con lo anterior, por cada uno de los grupos analizados (Figura 4) se observan grados de intermediación diferenciados, así como aquellas participantes que, en el intercambio de información con sus pares, se convierten en nodos puentes. Cabe señalar que la presencia de un número mayor de sujetos con grados de intermediación similares habla de un grupo más comunicado, por lo que un número menor de grados importantes de intermediación será indicio de una red donde uno o dos actores controlan el flujo de información entre los sujetos. Dentro de las organizaciones analizadas, un ejemplo de lo primero serían: Ovinocultoras de Sn José Punteros (), Derivados el Santuario del Nazareno y El Manantial del Potro. Para el segundo, caso, se podrían mencionar 13 Estrellas (), Región Palmeña (), La Estrella de Salitrillo (), y Diez Corazones ().
Las participantes con los grados Betwenness más significativos son aquellas que gozan de la confianza de sus socias para el intercambio de información sobre temas relacionados a su comunidad, economía, trabajo y de carácter personal, pero también son nodos que permiten vincular a actores y grupos. Esto permite ubicar aquellas mujeres que tienen más peso social entre las otras participantes; por lo tanto, con las que es más factible realizar procesos de difusión o negociación al interior de cada uno de los grupos analizados (Cuadro 3).
SPR | Actor | Intermedia | SPR | Actor | Intermedia |
---|---|---|---|---|---|
Derivados Santuario del Nazareno |
BEMC MLTG CIRT MTMA MGLG RRD EPM AMC MdLHA MGMC ATC MFMC LGM GCM |
5 4 3 3 49 40 25 18 15 12 11 5 1 1 |
Ganaderas Comprometidas |
RRC MVMC MDCSL BNHC ISG FML ATVL ADLM JLM MTC JVL VCC MdJL MEMG |
18 14 12 4 4 7 3 2 3 2 2 2 1 1 |
Organización Agronómica | |||||
Ovinocultoras de San José Punteros | Borrecos | ||||
10 Corazones | |||||
El Gran Cordero | La Estrella de Salitrillo | ||||
Las Trece Estrellas | Región Palmeña | ||||
El Manantial del Potro | VCC RGC MGGM |
15 14 12 |
Productoras de ovinos La Veta | MACM GRV |
13 11 |
Al existir actores que no solo conectan a otros actores del mismo grupo sino a los de otros (Figura 5), como es el caso de la relación de Organización agronómica Borrecos-Ganaderas Comprometidas y 10 Corazones-La Estrella de Salitrillo, se abre la posibilidad para la integración de grupos más amplios; por tanto, se presenta la posibilidad de construir una red social con los demás grupos del proyecto, los cuales aparecen desconectados unos de otros. En este sentido, los beneficios del trabajo en red son múltiples, ya que la cooperación permite enfrentar problemas complejos que sería imposible abordar con un solo actor.
A pesar de que en el momento de la investigación no se observa una red social hecha por todas las participantes sino en apariencia, grupos cerrados, se logran distinguir contactos entre grupos por medio de actores que actuaron cono nodos puentes entre uno y otro grupo Esto señala relaciones de amistad y comunicación que van más allá del grupo organizado y que permiten pensar sobre la posibilidad de una red social más amplia, en este sentido Diez (2008) señala que mediante el espacio de redes, las diversas organizaciones se comunican y comparten recursos y capacidades, construyendo espacios de trabajo común que permiten el desarrollo de proyectos e innovaciones. La presencia de una red activa supone la existencia de contenidos comunicables entre las partes involucradas, en el sentido de disponibilidad de datos e información y mecanismos de interpretación.
Aun cuando la red entre las organizaciones en estudio es incipiente, hay indicios de participación en otras formas organizativas formales e informales; 32 % de las entrevistadas manifestaron colaborar con otro tipo de organizaciones locales. Esto indica cierta experiencia de trabajo en grupo, así como la percepción de que el trabajo grupal genera oportunidades para realizar acciones a favor de la comunidad. Weinberg y Jütting (2001) señalan que la participación en otros grupos incrementa la probabilidad de participar en el desarrollo local de los grupos. Además, los integrantes de grupos informales y redes probablemente tienen acceso a mayor información; por lo tanto, pueden hacer un mejor juicio acerca de los costos y beneficios de participar en grupo.
Por su parte, Cardona y López (2001) señalan que los grupos tejen relaciones que son potencialidades para el fortalecimiento de las acciones; éstas no se dan en forma espontánea, corresponden a un pasado construido desde las condiciones de desarrollo de las organizaciones y las características sociales del lugar. Al respecto, las entrevistadas perciben seguridad y confianza en sus vecinos (43 %) al señalar que hay una alta probabilidad de que los vecinos estén pendiente de su casa en su ausencia y 52 % indicó que se ayudan entre vecinos; por otro lado, hay que destacar que 27 % de ellas indicó poca colaboración en su comunidad para resolver un problema y que la división de la comunidad obedece principalmente a cuestiones políticas, 23 %; desigualdad de recursos, 22 %; y por recibir algún programa de gobierno, 21 %.
Con el análisis de los puntos tratados se obtiene información valiosa para identificar elementos que habrá que considerar en posibles intervenciones, en aras de contribuir al desarrollo de estos grupos y sus comunidades.
Conclusiones
La aplicación del ARS permitió identificar a cada organización de ovinocultoras en función de su gestión interna de lazos de confianza y comunicación. Se observó que no existe una red social en general, aunque sí hay pequeñas redes de confianza al interior de los grupos que implican cierta comunicación entre los miembros y la presencia de referentes en torno a temas relacionados con sus comunidades, economías familiares, su trabajo y de carácter personal, pero también de seguidoras, personas aisladas y nodos que conectan a las participantes, así como a los grupos. Esto facilita el establecimiento de estrategias de trabajo con los grupos, a fin de buscar una vinculación más amplia, no solo entre las participantes, sino entre todas las organizaciones del proyecto.
Los resultados obtenidos muestran la necesidad de reforzar los conceptos de cooperación y gestión de información en los grupos, así como el proceso mediante el cual se les está transmitiendo la estrategia de desarrollo rural propuesta, a fin de permitir a las integrantes tener la certeza de qué quieren hacer, a dónde quieren llegar y saber cuáles las reglas del juego que se deberán seguir para conseguir sus objetivos.