Introducción
El objetivo de este trabajo es identificar las causas por las que los productores con más de 60 años transfieran sus tierras, así como la forma en que lo hacen, de manera temporal o definitiva. Los resultados aquí presentados forman parte de una investigación más amplia sobre el envejecimiento de la población rural ocupada en el agro mexicano.
El análisis del envejecimiento poblacional reviste interés en diversos campos de las ciencias sociales y económicas. En el presente documento se enfatiza la influencia que la transferencia de tierras puede tener en los cambios productivos en las áreas rurales, en particular en el subsector agropecuario.
En el panorama general de México, 9.3 % de su población total tenía más de 60 años en 2013, equivalente a 10 055 379 personas. Un hecho que llama la atención es que de dicha población, 43.2 % vivía en pobreza multidimensional y 10 % en pobreza multidimensional extrema (INEGI, 2013).
La inversión de la pirámide poblacional que se está dando en el país parece también acentuarse en las áreas rurales. Datos del Censo de Población y Vivienda 2010 (INEGI) evidencian que 74 % de la población mayor de 60 años reside en localidades urbanas; el resto (26 %) se encuentra en las localidades rurales (Cárdenas y González, 2012). La relevancia de la población rural envejecida, sin embargo, radica en que su estructura poblacional está cambiando más rápidamente que la urbana (Skeldon, 1999 citado por Stloukal, 2004), al mostrar mayores tasas de crecimiento. Entre 2000 y 2010 el crecimiento de la población de adultos mayores en las localidades con menos de 2500 habitantes propició un cambio al pasar de 8 % en 2000 a 10.1 % en 2010. Por otro lado, en las localidades de 100 mil y más habitantes, el cambio fue de 6.6 % a 8.7% (Wong y González, 2011). Aunado a este cambio significativo, en la demografía de las áreas rurales se debe considerar que precisamente en estas áreas se encuentra 71.6 % de la población ocupada en el sector primario (INEGI, 2014), lo que demuestra la implicación de este fenómeno en este importante sector económico. Al respecto, estadísticas señalan que en entidades federativas como Chiapas, Oaxaca, Hidalgo, Tabasco, Veracruz, Guerrero y San Luis Potosí, más de la mitad de su población de adultos mayores desarrollan actividades en el sector primario (CONAPO, 2004 citado por Zapata, Suárez y Garza, 2008:49).
Información proveniente de instituciones vinculadas al sector agropecuario muestran que los productores envejecidos representan una proporción significativa de esta población. De acuerdo con cifras del Registro Nacional Agrario en 2009, de los 2 460 809 ejidatarios en México, 69.1 % de ellos eran mayores de 50 años de edad; de estos, 48.1 % tiene más de 60 años (Procuraduría Agraria, 2009). Asimismo, los datos del Censo Agropecuario 2007 y de la Encuesta Agropecuaria 2012 realizadas por INEGI evidencian que la participación de los productores agropecuarios menores de 45 años disminuyó de 38.2 % a 24.2 %, con especial énfasis en el subgrupo de hasta 26 años, que pasó de 5.3 % a 0.8%.
Estudios más recientes como el realizado por la FAO (2014) indica que los productores agropecuarios en México presentan una media de edad de 54.6 años. La distribución de los mismos por estratos de edad muestra un claro envejecimiento. Los productores que están en la tercera edad representan 27.4 % del total y quienes tienen entre 50 y 59 años representan 24.2 %. A nivel de los subsectores en el que participan los productores, la misma fuente señala que aquellos ocupados en actividades del subsector pecuario presentan un promedio de edad de 53.4 años; de 54.7 años para quienes se encuentran en la agricultura; y de 55.3 para los que se dedican al subsector de la transformación de la producción primaria. Ante este escenario se espera que la transición poblacional se presente en un lapso de diez años para los subsectores mencionados, cuando los productores alcancen una edad en la cual sea cada vez más evidente la disminución de la fuerza laboral masculina (FAO, 2014).
El envejecimiento de las personas se relaciona con la edad cronológica y la fisiológica, pero esta última no se puede explicar cómo la referida en años, por lo que la trascendencia de la variable edad estriba en que es la referencia para señalar el término de la vida productiva de una persona. En México la condición física de un adulto mayor le permite continuar trabajando hasta una edad promedio de 69.4 años, con un rango intercuartil de 20 años (Tuirán, 1999). Tal promedio de edad supera la edad formal de retiro de 65 años que establece el sistema de seguridad social y de pensiones. Lo anterior indica que en el caso de los productores agropecuarios el retiro paulatino de las actividades económicas que han venido desarrollando durante toda su vida productiva está asociado a la disminución de su capacidad física a medida que envejecen y no a la edad cronológica que tienen.
Economía agropecuaria en el contexto de personas envejecidas
Hay dos implicaciones socioeconómicas relevantes del proceso de envejecimiento: por una parte, la disminución de la mano de obra ocupada en el agro, con sus posibles impactos productivos; por la otra, aumenta la carga de dependientes económicos en las familias rurales3 (FAO, 2014; Yúnez-Naude y Mora-Rivera, 2010), desencadenando efectos sociales. Las posibles consecuencias de esta situación son acentuar los niveles de precariedad de los adultos mayores y afectar la producción generada por este grupo etario.
La tierra es uno de los principales factores de la producción agropecuaria y una parte de este factor productivo se encuentra primordialmente en posesión de productores en transición a la etapa de la vejez. El 49.6% de los 29 millones de hectáreas del territorio nacional dedicados a la actividad agrícola (FAO-SAGARPA, 2012) es propiedad de productores entre 49 y 65 años de edad, mientras que a los más jóvenes, de entre 14 y 31 años de edad4, apenas les pertenece 3 % de las tierras agrícolas. Las diferencias entre estos grupos etarios también se encuentran en la extensión de tierra promedio para cada productor. Los jóvenes disponen de 3.5 ha en promedio, en contraste con su par opuesto que detenta seis hectáreas en promedio.
El volumen de la producción agrícola no siempre es directamente proporcional al tamaño de la superficie en la cual se producen. Los cálculos realizados5, sin embargo, indican que la producción de ciertos granos básicos y leguminosas por estrato etario de productores tiende a responder conforme al tamaño de la superficie cultivada. Los de más de 49 años de edad generaron entre 58 % y 70 % del volumen y valor del maíz, sorgo, frijol y trigo. Sobresale que 35% del total de producción de trigo, frijol y sorgo, y del valor de la misma, fue producida por productores entre 49 y 65 años de edad6.
El aumento de la esperanza de vida brinda la posibilidad de que más generaciones de familias coexistan en torno al productor, originando la fragmentación de predios, pero también que las tierras permanezcan más tiempo en manos de los productores envejecidos como su único patrimonio familiar para encarar las necesidades de esa etapa de vida (Warman, 2003). La transferencia de tierras es clave en la estrategia de vida del productor una vez que la condición física lo imposibilita para continuar trabajando y desarrollando sus actividades económicas. De aquí que este opte por la transferencia temporal y no definitiva de las tierras a la siguiente generación potencial receptora de los derechos de propiedad, con lo cual busca mantener sus derechos de propiedad y beneficiarse de su aprovechamiento de manera indirecta.
La aparcería y la renta como formas de transferencia temporal de las tierras de cultivo son el medio por el cual hombres y mujeres envejecidos se siguen beneficiando, principalmente en los casos en que ellos no pueden realizar o supervisar el trabajo realizado en las tierras se encuentran ocupados en actividades económicas fuera de la finca o tienen restricciones económicas (Colin, 1997; Robles, 2005).
En la aparcería el propietario de la tierra puede o no participar en el proceso de producción y el pago del usufructo de la tierra es proporcional a la cosecha, el cual, según el acuerdo establecido, puede ser a medias, al tercio, al cuarto, etcétera (Colin, 1997; Robles, 2005). La aparcería usualmente se realiza entre los miembros de una misma familia. Colin (1997) encontró que cuatro de cada diez de los casos estudiados en Oaxaca recurrían a esta forma de aprovechamiento de la tierra.
El arrendamiento o renta de las tierras es precisado, por lo general, como un contrato que establece el acuerdo entre las partes involucradas en el marco de la ley (Robles, 2005). En la práctica ese contrato puede ser formal o informal; en este último caso, cuando existe confianza entre las partes y la tierra, se renta con un acuerdo “de palabra”. El monto del pago por el usufructo de la tierra generalmente es anual y se establece al inicio del convenio.
Entre la aparcería y el arrendamiento de tierras existe una diferencia que podría influir en que unos productores se inclinarán más por una que por la otra. En la primera forma de transferencia de la tierra ambas partes comparten el riesgo en la producción hasta cierto nivel; por esta razón, el importe exacto del pago se conoce hasta el momento de la cosecha, mientras que en el arrendamiento la retribución es independiente de los resultados.
Metodología
La hipótesis principal subyacente en este trabajo es que los productores de 60 años y más transfieren sus tierras de manera temporal, debido a la seguridad que les da la posesión de la tierra como un activo al que siempre pueden acudir en casos de urgencias económicas. Por otra parte, la principal variable que incide en la continuación de las actividades productivas agrícolas en las tierras transferidas es la composición del ingreso de quienes reciben las tierras.
El estudio se llevó a cabo en los municipios de Texcoco, Atenco y Tepetlaoxtoc del Estado de México. La población objetivo se estableció con el criterio de la edad de los productores agropecuarios, estableciendo el límite inferior los 60 años de edad al momento de las entrevistas.
El tamaño de la muestra fue calculado utilizando la fórmula de varianza máxima con 95 % de confianza y 10 % de precisión. El marco de muestreo fue la base de datos de los beneficiarios del programa PROCAMPO 2011 (actualmente PROAGRO) con 1089 productores de 60 años de edad en adelante. La muestra calculada fue de 92 productores, en donde tres cuartas partes son varones y el resto mujeres. El periodo de recogida de datos fue de enero a marzo de 2014.
La técnica de investigación empleada fue la encuesta mediante la aplicación de un cuestionario estructurado a los sujetos que integraron la muestra. Los cuestionarios incluyeron los rubros que permitieran recoger información de variables sociodemográficas, socioeconómicas, así como los aspectos de la tierra y su producción. El instrumento incluyó tanto variables cuantitativas o numéricas como cualitativas o categóricas.
Los productores se dividieron según su edad en cuatro estratos de productores mayores de 60 años. Si bien es cierto que las condiciones de salud y bienestar en la etapa de la vejez dependen de varios factores, también es conocido que estas condiciones se tornan más frágiles conforme avanza la edad. De este modo, para fines analíticos se recurrió a los estratos propuestos por González y Ham-Chande (2007) y Rodríguez, (1999) dentro de las edades avanzadas, los cuales toman en cuenta etapas del deterioro físico y salud que van sufriendo los individuos en edades avanzadas: i) Las personas entre 60 y 64 años de edad se encuentran en la transición a la vejez y por lo general su condición de salud les permite continuar trabajando, ser activos y autónomos; ii) En las personas entre 65 y 74 años de edad las disminuciones en sus condiciones físicas ya son perceptibles, al igual que su participación dentro de la población económicamente activa; iii) Las personas entre 75 y 84 años de edad, que están en la cuarta edad, presentan una disminución en su salud y funcionalidad, por lo que dependen cada vez más de la familia y la sociedad; y iv) las personas de 85 años de edad y más se caracterizan por una declinación física e intelectual.
La variable ingreso se compone de diferentes rubros, como son: 1) El valor de la producción destinada al autoconsumo; 2) El ingreso por ventas agrícolas; 3) El ingreso pecuario; 4) El ingreso por transferencias monetarias gubernamentales; 5) Transferencias provenientes por concepto de la renta de la tierra; 6) Transferencias monetarias familiares nacionales y extranjeras; 7) Remuneraciones al trabajo asalariado, y 8) Otros ingresos; por ejemplo, los provenientes del comercio establecido y ambulante, trabajos eventuales y rentas de inmuebles.
La información fue analizada con la aplicación de técnicas multivariantes denominadas estructurales o interdependientes. Las técnicas estructurales tienen por propósito encontrar algo en común entre las variables o personas para unirlas y resumir la información. La técnica estructural utilizada fue el Análisis de Correspondencia, dado que establece relaciones entre variables independientes cualitativas o categóricas. Con la finalidad de validar la objetividad de la segmentación resultante a partir de las agrupaciones propuestas por el Análisis de Correspondencia se realizó un Análisis de Conglomerados utilizando la distancia euclidea y el método de Ward.
Para la captura de los datos y la elaboración de la base se utilizó Microsoft Excel (2010). El tratamiento y análisis estadístico se llevó a cabo con el software IBM SPSS, comprobándose en primera instancia normalidad y homocedasticidad de varianza.
Resultado y Discusión
Características de los productores
Los resultados obtenidos al aplicar el Análisis de Correspondencias a la muestra, como paso previo al Análisis de Conglomerados, concluyen (con un valor p<0.05) que los productores que no transfieren sus tierras tienen características estadísticamente significativas que confirman sus diferencias respecto a los que sí lo hacen. También los resultados indican que la segunda dimensión contribuye con 92.3 % a la inercia total, que es una medida similar a la variación total en el caso de las componentes principales. Se formaron dos grupos claramente definidos, uno por los productores que trabajan ellos mismos sus tierras y el otro por quienes las transfieren temporalmente (Figura 1).
Se realizó el análisis de conglomerados con el fin de validar la objetividad de la segmentación y ratificar los grupos mencionados.
Se estima que 38.5 % de los productores de la muestra aprovechan indirectamente sus tierras a través de transferirlas provisionalmente a terceros; el resto continúa desarrollando la actividad agrícola.
Desde el enfoque de la variable de edad cronológica, los productores que traspasan temporalmente sus tierras a terceros están más envejecidos que quienes continúan por sí mismos trabajando sus tierras (t=-2.015, p<0.05). Los que no traspasan eventualmente su activo tienen 70 años de edad promedio en comparación con sus pares que si lo hacen; para estos la edad media se ubica a partir de los 74 años hasta los 80 años (Cuadro 1).
Promedio edad (años) |
Hombres (%) |
Mujeres (%) |
Enfermos (%) |
Promedio de superficie (ha) |
Promedio de escolaridad (años) |
|
No transfieren | 70 | 79.41 | 8.70 | 47.92 | 1.96 | 5 |
Aparcería | 76 | 5.88 | 13.04 | 8.30 | 2.22 | 3 |
Rentada | 74 | 10.29 | 26.09 | 22.90 | 1.83 | 5 |
Prestada | 80 | 4.41 | 52.17 | 20.80 | 1.62 | 1 |
Total | 100.00 | 100.00 | 100.00 |
Fuente: elaboración propia con datos de la investigación de campo.
Desde una perspectiva de género son las mujeres las que en su gran mayoría no cultivan directamente sus tierras por sí mismas (91.3 % de ellas).
Los productores agropecuarios de 60 años y más permanecen trabajando sus tierras hasta que sus condiciones físicas se lo permiten. Así lo demuestra la relación directa que existe entre número de productores que dan a trabajar sus tierras y el de los que mencionaron estar enfermos (Rho=0.310, p<0.05). Cabe mencionar, sin embargo, que 20.83 % del total de los productores señalaron no tener enfermedades, pero decidieron transferir por un tiempo sus tierras.
El promedio de escolaridad de los productores es de cinco años, sin presentarse diferencias estadísticamente significativas entre quienes transfieren sus tierras y quienes por ellos mismos continúan trabajándolas (t=0.235, p<0.05). El comportamiento es semejante respecto al tamaño promedio de superficie de tierra que poseen estos dos grupos (χ2=5.529, p<0.05).
Mecanismo de transferencia de la tierra
En la transferencia temporal de tierras participan dos actores: uno, el propietario del activo, que es quien transfiere la tierra, y otro, el receptor de la tierra.
El principal mecanismo de transferencia temporal de tierra practicado por los productores entrevistados fue el préstamo, con 43 %. En las otras formas la aparcería fue realizada por 20 % del total de los productores y la renta fue elegida por 37 %.
Existen diferencias de forma y contenido en la operación del arrendamiento, la aparcería y el préstamo de la tierra. Cuando el productor elige rentar su activo permite temporalmente el usufructo y la administración de la tierra de su propiedad, por una cantidad de dinero anual que es fijada por las partes. En el caso de una transferencia por aparcería, el productor recibe un porcentaje de la producción generada en la tierra, previamente acordado. Adicionalmente, en este caso el productor permite al aparcero aprovechar su tierra, pero en la administración del recurso el dueño puede intervenir en la decisión respecto al cultivo a sembrar. En contraste, cuando el productor elige prestar su activo, generalmente no establece un acuerdo monetario o sobre la cantidad de producción que debe recibir el propietario; en este caso también puede existir acuerdo implícito o explícito, respecto a intervenir o no en la administración de la parcela.
La transferencia de tierras vía préstamo lo realizan preferentemente las mujeres propietarias; 52.17 % del total de ellas. Otra característica es que las productoras pasan temporalmente sus tierras solo a familiares, principalmente a sus hijos. La tendencia de transferir a familiares también se presentó en los casos de aparcería, en 71.4 % del total de esta modalidad. Por el contrario, en la renta de tierras 84.6 % de los productores que usan esta modalidad arriendan sus tierras a personas con las que no existe vínculo filial.
El significado de la transferencia de tierras a familiares, ya sea que los propietarios de la tierra vivan solos o con esos familiares, se refleja en la necesidad del propietario de mantener o fortalecer su red de apoyo y con la expectativa de que los familiares intervengan en el pago de servicios de la casa o el cuidado familiar.
¿Qué suscita que los productores transfieran las tierras?
A diferencia de otras actividades económicas, en la agrícola las personas involucradas van retirándose paulatinamente del trabajo en el campo. Las circunstancias que obligan a los productores a dejar de trabajar sus tierras y eventualmente traspasarlas a terceros se relacionan principalmente con la salud, la economía, y las estrategias de vida de la familia.
La principal causa que motiva a los productores a dejar el trabajo temporal de sus tierras en manos de terceros es el declive de su salud (52 % del total de entrevistados). El deterioro de la salud de los productores no solo se asocia al avance de la edad, sino también a accidentes que limitan su motricidad, lo que los obliga a poner a cargo de otras personas el trabajo de sus parcelas.
Otra causa de las transferencias se relaciona con el desbalance entre el ingreso obtenido con la producción de la tierra y los costos de producción de la actividad agrícola. El 17% de los productores que transfieren temporalmente sus tierras lo hacen para reducir los costos relacionados con el uso de los implementos agrícolas y 20 % para evitar los costos en insumos y en implementos agrícolas.
El resto de los productores que transfiere sus tierras ve en este mecanismo una estrategia de vida y una forma de continuar la existencia de la unidad de producción. La producción obtenida en la tierra transferida puede dedicarse a cubrir las necesidades alimenticias de los miembros de la familia del productor propietario y de quien lleva a cabo la producción en la tierra transferida; también se destina como insumo para la producción de los animales de traspatio tales como aves y otro ganado menor (Figura 2).
¿Por qué transfieren sus tierras temporalmente y no de manera definitiva?
El significado de la tierra para el productor influye en su decisión de dar acceso temporal a esta, vía una transferencia. El productor envejecido continúa viendo la tierra como un recurso productivo, que al transferirlo temporalmente también le permite abastecerse de alimentos y de ingresos ocasionales por la venta del producto. Igualmente, la propiedad de la tierra brinda a su propietario la oportunidad de beneficiarse con los apoyos de programas gubernamentales.
La composición del ingreso del productor que transfiere la tierra es permeada por su edad y por el significado de la tierra en la vejez. El productor envejecido en la última etapa de la vida ve en la tierra el mecanismo para negociar con los familiares los cuidados requeridos. Esta situación se refleja en las diferencias de la estructura del ingreso de los de 60 a 74 años de edad que transfirieron sus tierras y de los de 75 años en adelante (Figura 3). El primer subgrupo etario obtiene 7.3 % del total de sus ingresos por concepto de transferencia de sus tierras, mientras que el segundo recibe 34.0 %. Cabe señalar que el porcentaje es la suma de los conceptos del ingreso provenientes del valor del autoconsumo, el obtenido con las ventas agrícolas y el procedente de PROCAMPO, y el de la renta de la tierra.
La diferencia de porcentajes entre ambos subgrupos etarios se explica por la forma de transferencia. Los productores de 60 a 74 años lo hicieron por medio de la aparcería, es decir, a cambio de una proporción del total de la producción, la cual puede variar entre la mitad y la tercera parte de la producción. Entretanto, los productores de más de 75 años lo hicieron en su mayoría a través del préstamo de la tierra a familiares, lo que significa que la producción pasa a integrarse a la economía del hogar. Además, 42.7 % del ingreso de los productores del subgrupo etario más joven proviene de la renta de locales, trabajos eventuales y el comercio.
Conclusiones
El envejecimiento de la población en las sociedades cobra relevancia por la significativa proporción que está ocupando en el total de la población. Los cambios en la estructura de la pirámide poblacional en México se acentúan más en localidades rurales, en las que residen más de tres cuartas partes de las personas ocupadas en el sector agropecuario, de manera que este cambio demográfico tiene alcances en este sector económico, tanto en la producción agropecuaria como en la administración de la tierra. El aumento de la esperanza de vida y la permanencia en activo de los productores agropecuarios se ha reflejado en que los de más años permanezcan por más tiempo como los titulares de las tierras. La tierra es un activo y representa una garantía para para hacer frente a sus necesidades, sea trabajándola directamente o transfiriéndola en usufructo. Una vez que sus condiciones físicas ya no le permiten trabajar sus tierras, el propietario opta por la transferencia temporal, dado que no altera sus derechos de propiedad.
La transferencia de tierras no solo obedece al deterioro funcional propio de la vejez, sino también a aspectos de género. Las mujeres titulares de la tierra han transferido temporalmente más sus tierras, principalmente a sus hijos.
El porcentaje de los ingresos recibidos por la transferencia temporal de tierras cambia según la edad. En una clasificación en dos subgrupos de edades, el primero de 60 a 74 años y el segundo de 75 años en adelante, en el primer subgrupo el ingreso proveniente de la transferencia de tierras es de 7.3 %, mientras que para el segundo es de 34 %. Por una parte, los del primer subgrupo reciben más ingresos del trabajo no remunerado fuera de las parcelas y la mayoría de ellos transfirieron temporalmente sus tierras por medio de la aparcería, mientras que debido a su edad los del segundo no reciben ingresos de otras actividades económicas y sus tierras fueron trabajadas por familiares.