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Tzintzun. Revista de estudios históricos

versión On-line ISSN 2007-963Xversión impresa ISSN 1870-719X

Tzintzun. Rev. estud. históricos  no.59 Michoacán ene./jun. 2014

 

Reseñas

 

Valerio Ulloa, Sergio, Entre lo Dulce y lo Salado. Bellavista: genealogía de un latifundio (siglos XVI al XX)

 

J. Alfredo Pureco Ornelas

 

Guadalajara, Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades-Universidad de Guadalajara, 2012, 375 pp.

 

Coordinación de Investigación en Historia II "Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora.

 

 

El trabajo que nos ofrece Valerio Ulloa corresponde a una tradición de largo aliento en la historiografía económica de México que se ha referido al estudio de las regiones, al análisis funcional de unidades productivas y también a la evolución de los regímenes de propiedad en predios que poseen un significado especial para el entorno donde se encuentran localizados. Sin duda, todos estos aspectos han sido de considerable interés y al converger en una elaborada amalgama, dan por resultado una obra original: el desmenuzamiento operativo de una dupla de haciendas, fusionadas al mediar el siglo xix, ubicadas apenas 44 kilómetros al sur de Guadalajara y que lograron perdurar al paso del tiempo por casi cuatro centurias. Hablamos de las haciendas de El Plan y Las Navajas, convertidas al finalizar la década de 1840 en la hacienda de Bellavista. A grandes trazos, ése es el tema del que trata Entre lo dulce y lo salado... El problema al que se ha enfrentado su autor ha sido reconstruir en un discurso histórico creativo, la manera en que evolucionó ese "complejo agroganadero e industrial", en aspectos tan vastos como los derechos de propiedad, organización administrativa, y particularmente, su destino productivo, la especialización estratégica y sus desafíos ante un mundo que cambió dramáticamente al finalizar el siglo XIX y en los albores del XX. Nacimiento, auge y declive de un proyecto económico privado sería el guión completo de este trabajo; un ciclo biológico completo, si puede así decirse, que se encuentra expuesto en una equilibrada arquitectura.

Las historias vitales genuinas son un conjunto de experiencias que se mueven entre los opuestos, entre la felicidad y las cuitas; entre la bonanza y la penuria. La historia de las haciendas que llegaron a convertirse en la de Bellavista es así: de vaivenes, auges y postraciones, de azúcar y de sal, como imaginativamente lo expone el título de este trabajo. El punto intermedio entre ambas situaciones quizá sea el mejor lugar, y el más ponderado, para describir y localizar aquello de lo que Sergio Valerio nos invita a conocer. Así estaban también localizadas en términos geográficos y productivos estas haciendas, en medio de un sistema de lagunas salobres (Tizapanito y Zacoalco con sus playas cristalizadas de tequesquite) y al mismo tiempo tolerando que en esos terrenos se fuera madurando, entre las fibras de los tallos de las cañas, la sabia dulce para la elaboración industrial de azúcar desde finales del siglo XIX.

El plan de la obra corresponde tanto a un orden cronológico -capítulos I, IV y V-, como a otro temático descriptivo —capítulos II y III. Los temas abordados podrían resumirse en forma esquemática de la siguiente manera: antecedentes (1611-1844), funcionamiento de las haciendas en la época de auge (1844-1910), desafíos revolucionarios a los negocios (1910-1919) y ocaso del proyecto empresarial (1919-1930). Como es habitual es estos casos, el trabajo introduce al lector con un apartado y cierra con las conclusiones. También se reproduce el contenido de cinco documentos de primera mano sobre el tema, los cuales conforman un conjunto de anexos.

En el principio, eran dos haciendas: El Plan (Santa Ana Acatlán) y Las Navajas (Tala), que por fin se amalgamaron en un solo predio al mediar el siglo XIX. El primer capítulo discurre precisamente en el rastreo documentado de los inicios, que no el origen, de aquellos predios. Desde comienzos del siglo xvii, la hacienda de El Plan formó parte del mayorazgo que fundó y conservó la familia Porres Baranda en los territorios circundantes a Guadalajara; todo el tiempo fue propiedad de aquella reconocida dinastía hasta que, venida ésta a menos, hacia finales de los años 1830 o principios de los 1840, se vio obligada a venderla antes de conformar el complejo de haciendas a que se refiere el libro. En cambio, el territorio que conformaba Las Navajas fue lo que se dice una hacienda de cambio, pues aunque pudo ser productiva, todo parece indicar que su destino fue, por mucho tiempo, fungir solamente de prescindible comparsa de otros proyectos económicos de quienes la poseyeron. Por lo mismo esta hacienda estrenaba patrones aproximadamente cada nueve años, desde finales del siglo xvii y hasta mediados del xix. Aunque algunos datos históricos que se proporcionan sobre los orígenes de estas tres propiedades fueron anteriormente sacados a la luz y en forma separada por autores como Eric Van Young, Richard B. Lindley y Jaime Olveda, Sergio Valerio no asume como axiomática la información que proporcionan esos trabajos; él mismo la revisa en fuentes primarias (archivos notariales y de gobierno) y descubre datos que contribuyen a precisar de mejor manera la anterior literatura. Éste es un aporte destacable del libro a esta exposición de "antecedentes".

En el periodo de 1844 a 1850, las dos propiedades fueron integradas bajo un solo dueño: Nicolás Remus Vallarta, quien aparece, en Entre lo dulce y lo salado, como el héroe protagonista, ejecutor de las labores agropecuarias de Bellavista y, por lo mismo, diseñador del esplendor que alcanzó esta propiedad, ya no sólo como terreno de labranza y agostadero, sino también como foco de una actividad todavía en estado artesanal que a la vuelta de pocos años tendría un prolongado despegue: la fabricación industrializada de azúcar.

La ascendencia catalana de Nicolás Remus, sumada a la experiencia de haber sido procreado por un hombre de minas y de comercio, tanto como su obstinación en la búsqueda de riqueza en la sierra occidental de Jalisco, le habrían valido para forjar su carácter de disciplina y superación por medio de los negocios. Sergio Valerio se remite a los pocos datos biográficos que le ofrecen sus fuentes para añadir que, desde muy joven, Remus adquirió esa suerte de "espíritu comercial" en la arriería; traficando enseres a lomo de mula, pero sobre todo, ganándose más tarde la voluntad de su suegro, un consolidado terrateniente quien lo refaccionó con capital complementario. Por lo demás, aquel personaje también sabría aprovechar para su interés empresarial el capital social familiar, integrado por encumbrados personajes de la vida jalisciense, como su primo, Ignacio Luis Vallarta, gobernador de Jalisco (1871-1875). Y como todo dinámico empresario: de la venta de alimentos y aguardiente producidos por sus propias haciendas, Remus incursionó en el comercio de bienes raíces en Guadalajara, lo mismo que en la venta de capital dinerario, como financista, en una época en la que no existían bancos.

En la exposición que nos ofrece Valerio Ulloa, habrían sido por lo menos tres los elementos que condujeron a la ruina a Bellavista y anexas: el primero, la falta de adaptación gerencial ante los cambios en la dirección de los negocios, recaídos básicamente en familiares; el segundo, el esquema financiero en que el complejo agroindustrial se vio envuelto, por lo menos desde 1909, cuando su funcionamiento dependió básicamente de recursos de capital externo. Con ello su derrotero quedó en manos de su acreedora, la Caja de Préstamos para Obras de Irrigación y Fomento a la Agricultura, y finalmente, el tercero, el transformado entorno institucional que conllevó la revolución mexicana y que padecieron las haciendas, al tener que ceder parte de su patrimonio para satisfacer demandas locales de dotación de tierras.

Un rasgo que especialmente llama la atención en la exposición de los determinantes de la gradual bancarrota de estas unidades productivas es que Valerio Ulloa, acaso por enumerar la gran cantidad de préstamos que concedió la Caja de Préstamos a los dueños de Bellavista —aun cuando ésta daba muestras evidentes de su potencial insolvencia—, no confiere la debida atención al giro institucional que, en el paso del porfiriato al constitucionalismo, fue teniendo la propia Caja de Préstamos. De ser una especie de banco refaccionario, hecho a la medida de la elite del campo, se transformó en un instrumento financiero del nuevo Estado revolucionario, para la liquidación del régimen productivo que le antecedió en el sector el agropecuario. Si este elemento se hubiese considerado, por supuesto muy en el margen del tema del libro, se habría contextualizado de mejor manera un elemento fundamental en la ruina de aquel complejo agroindustrial jalisciense.

El texto contiene una abundante cantidad de recursos expositivos más allá de los estrictamente narrativos y ellos le confieren una sólida fortaleza a la investigación. En él están insertos una gran cantidad de gráficos y cuadros estadísticos, que dan una idea cuantitativa y detallada de niveles de producción, salarios, ventas, inventarios. Mapas fotografías, diagramas e imágenes que permiten recrear no sólo el entorno físico en que se dio la actividad económica de Bellavista, sino también el estado general de la técnica aplicada a la agricultura y la ingeniería para la elaboración de azúcar. Solamente una reserva en relación con este aparato de apoyo argumentativo: algunas de las imágenes, reconocidamente tomadas de otros trabajos, no resultan lo admirables que uno desearía, debido a que una buena parte proviene de fuentes secundarias genéricas del tema y no de Bellavista. Nos referimos especialmente a aquéllas alusivas a las máquinas para hacer azúcar, que un lector iniciado en el tema habrá visto en otros trabajos. Sin embargo, debe subrayarse que estos detalles en nada demeritan el valor de la obra como un conjunto.

A decir por lo expuesto en este nuevo libro del profesor Valerio, estamos en presencia de un autor que exhibe a todas luces su apasionamiento por el tema y que de manera generosa, comparte con sus eventuales lectores la particular forma de construir el discurso de la historia económica con autores no sólo de la historia y de la economía o de la región. En el uso de las fuentes secundarias, atrae positiva y significativamente el encontrar alusiones a textos de clásicos como Aristóteles, San Agustín, Kant, Kautsky, entre otros. En esta investigación se da un ejemplo de cómo el historiador, para construir la hipótesis de ese universo que ya no existe y que se llama pasado, recurre a las fuentes, pero sobre todo a la herencia de un conocimiento acerca del hecho económico que apela a la filosofía, a la política, a la religión, etc. No hay por qué escatimar. Desafortunadamente una parte considerable de la contemporánea obra mexicana en historia económica va perdiendo este gusto.

Con este trabajo de historia económica regional, Sergio Valerio da continuidad a una línea temática que ha cultivado desde hace por lo menos dos décadas y media, y que consiste en esclarecer y profundizar en el conocimiento sobre la evolución de los negocios a partir de los aspectos campiranos y de tránsito hacia la industrialización en su Jalisco de residencia. Entre lo dulce y lo salado viene, pues, a significar una decantación, a escala más detallada y enfáticamente centrada en un caso singular, de aquellas ideas antes expresadas por él mismo en su Historia rural jalisciense (2003).

Sólo una nota final respecto a este interesante libro que puede sonar a reproche, y que ciertamente lo es, aunque no estoy seguro de que la invectiva deba dirigirse hacia su autor: es una calamidad que las editoriales universitarias reduzcan cada vez más el tamaño de sus tirajes, pues ello hace menos asequible el trabajo de investigación novedoso sobre temas regionales, así como otra calamidad resulta el descuido en la composición de la obra, que modificó el título de muchos gráficos y uno que otro mapa, alterando la secuencia completa que se pretendía dar de información estadística, construida meticulosamente por Valerio Ulloa. Para fortuna del lector, el tema quedó saldado con una fe de erratas, aunque, eso sí, de dimensiones poco usuales.

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