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Tzintzun. Revista de estudios históricos

versión On-line ISSN 2007-963Xversión impresa ISSN 1870-719X

Tzintzun. Rev. estud. históricos  no.69 Michoacán ene./jun. 2019  Epub 19-Mar-2020

 

Reseñas

Taracena Arriola, Arturo, Guatemala, la República Española y el gobierno vasco en el exilio (1944-1954), Mérida, Centro Peninsular en Humanidades y en Ciencias Sociales de la UNAM y el Colegio de Michoacán, 2017 (serie ensayos, 17), 544 pp.

Verónica Oikión Solano* 

*El Colegio de Michoacán

Taracena Arriola, Arturo. Guatemala, la República Española y el gobierno vasco en el exilio (1944-1954). 2017. Centro Peninsular en Humanidades y en Ciencias Sociales de la UNAM y el Colegio de Michoacán, Mérida: 544p.


Cuando un libro de historia nos transporta desde el presente hacia el pasado y nos convoca a la reflexión crítica y al entusiasmo académico, estamos frente a una gran obra que ha debido destilar sus aportes historiográficos, sus argumentos rigurosos y sus contribuciones novedosas durante un largo tiempo. Es el caso de este volumen elaborado por Arturo Taracena Arriola, obra que tiene una estructura peculiar y original en cinco partes, pues como indica su autor: “aunque las cinco partes explican el todo, cada una de ellas está escrita de forma autónoma con el fin de facilitar la lectura. El lector puede limitarse a leer una de ellas o aventurarse a leerlas todas” (Prólogo, p. 20).

La primera parte se denomina “Las relaciones de Guatemala con la República Española y el Gobierno Vasco en el exilio”. En seguida, “Un modesto pero sincero programa de inmigración” es el título de la segunda parte. Por cierto, este segundo título debería haberse designado como “Un modesto pero soberano programa de inmigración”. No dudo que haya sido “sincero”, pero soberano implica que desde la autodeterminación libre e independiente del Estado guatemalteco se planificó dicho esquema de inmigración española a Guatemala, lo que además resalta su audacia para interpelar a la España franquista y a otras naciones que convalidaban su presencia en el concierto mundial. A la vez, resalta su valentía como nación soberana en medio de los vientos nazifascistas que todavía sacudían a la sociedad europea convulsionada por la guerra. Y todo ello en el marco de la confrontación planetaria cada vez más endurecida y protagonizada por las superpotencias.

El tercer bloque fue investido por el autor con el enunciado “Los republicanos españoles en Guatemala”. Y “Un tercer exilio” es el título para la cuarta parte. Por último, “Memoria, conflicto e historia” es el encabezado de la quinta parte. Además, el libro incluye un “Anexo” documental y fotográfico, y un índice onomástico de gran utilidad para ubicar a distintos personajes mencionados en la obra.

El volumen no se sujeta a presentarnos cronológicamente un solo asunto, sino que se despliega como un gran lienzo histórico donde fluyen y confluyen entramados históricos de suma relevancia para la comprensión de los grandes desafíos mundiales que la posguerra y la Guerra Fría impusieron a Guatemala, a la República Española y al Gobierno Vasco en el exilio durante el decenio entre 1944 y 1954, es decir, en el periodo de la Primavera Democrática guatemalteca.

La vocación del autor no solo se constriñe a un ejercicio correcto de la disciplina histórica, sino que se entrelaza magistralmente con la etnografía social mediante un diálogo fructífero, complementado con un atrevimiento eficaz e intuitivo en la búsqueda de las huellas de las y los actores de esta historia. De la convocatoria de su lámpara mágica historiográfica, han emergido mujeres y hombres de carne y hueso en una hazaña histórica itinerante. Unos, como intérpretes y hacedores indiscutibles a ambos lados del Atlántico, de la relación especial y recíproca —aunque con sus luces y sombras— entre Guatemala y la República Española. De tal suerte que nos encontramos de manera reiterada a los personajes guatemaltecos de primera línea: los presidentes Juan José Arévalo y Jacobo Arbenz Guzmán; Enrique Muñoz Meany, ministro de Relaciones Exteriores; Jorge Luis Arriola, ministro de Educación Pública; Luis Cardoza y Aragón, el afamado y reconocido intelectual y escritor en su faceta diplomática y mediadora; Carlos Manuel Pellecer Durán, diputado y alto funcionario que en su desatinado ejercicio como diplomático, hizo trastabillar en más de una ocasión los vínculos establecidos.

Otros actores como los vascos Andima Ibiñagabeitia, José María Lasarte Arana y Antonio de Zugadi, también aparecen como figuras centrales de un tablero geopolítico, y aunque habían permanecido por largo tiempo mudos y en el olvido, en la narrativa histórica de este libro nos llevan de la mano deambulando por rutas insospechadas entre Roma, París, Londres, Lisboa, Nueva York, México y Guatemala. Es sorprendente cómo Taracena logra atraernos y sumergirnos por momentos en una atmósfera francamente delirante de espionaje político.

Y más allá, en el fluir de las múltiples historias de vida contadas, tenemos a las víctimas y a los victimarios de una urdimbre caleidoscópica transnacional, cuyo eje errabundo es la tragedia del exilio de familias españolas buscando refugio en la tierra del quetzal. El proyecto para ofrecer resguardo a españoles y eventualmente a refugiados de otras nacionalidades, especialmente del este europeo, respondió a un plan de inmigración del Estado guatemalteco a raíz de un acuerdo entre el presidente Juan José Arévalo y el valenciano José Soler Noguera, agente radical de Julio Just Gimeno, ministro republicano de Gobernación.

La obra de Taracena hace énfasis en las redes tejidas entre Guatemala y la República Española en la coyuntura del decenio de 1944 a 1954, en que ambas naciones revelan la intensidad del imaginario revolucionario, y bajo el profundo presupuesto de fortalecerse mutuamente como repúblicas progresistas e independientes, fuera del alcance, por un lado, de los conservadurismos falangistas y fascistas más conspicuos, y, por el otro, de la esfera de influencia avasallante del imperialismo estadounidense. De tal manera que este libro muestra la relevancia y la singularidad de ese periodo al haberse aprovechado la coyuntura del fin de la Segunda Guerra y el inicio de la posguerra, antes de que se robusteciera aún más el círculo perverso de la potencia estadounidense en su confrontación bipolar con la Unión Soviética.

Este entramado estuvo además mediado y fue aprovechado por el Gobierno Vasco en su fallida aspiración independentista, mediante los enlaces establecidos por Manuel de Irujo, dirigente del Partido Nacionalista Vasco, quien representó a la República Española como ministro de Industria y Comercio, primero, y luego, como ministro de Justicia. Como parte de esta urdimbre compleja se llegó a establecer la atrevida idea entre Irujo y Pellecer de que personeros vascos fuesen colocados como cónsules de Guatemala en naciones de Europa y Medio Oriente. Taracena explica que Irujo primaba en su agenda política la operación para que Guatemala aceptara que sus agentes fueran “nombrados cónsules ad honorem guatemaltecos. La labor de espionaje y de relaciones diplomáticas era prioritaria para los dirigentes republicanos” (p. 67).

La determinación del régimen de Juan José Arévalo para llevar adelante su plan de inmigración entre 1947 y 1949, contempló el asilo para 521 republicanos refugiados en Francia y otros 55 que se hallaban en Portugal. Y aunque efectivamente fue un proyecto tardío en relación con el cataclismo que destruyó a la República española, Taracena explica que:

Aunque muchos de los candidatos a emigrar a Guatemala eran refugiados de los años 1937-1939, parte de ellos lo fueron a raíz de haber cruzado la frontera franco-española luego de haber salido de las prisiones franquistas entre 1941 y 1942, o de haberse decidido a dejar suelo español más tardíamente, entre 1946 y 1947, fundamentalmente por razones económicas, de represión gubernamental, de su liberación de los campos de detención o de adquisición de la mayoría de edad para hijos de padres muertos en la contienda o prisioneros en Francia y Portugal (p. 121).

Los cuadros que atinadamente acompañan los apartados del libro, enlistan la cantidad y la nacionalidad de los candidatos a inmigrar a Guatemala, así como su condición de género y su profesión o su actividad laboral. No todos —por diferentes razones políticas, económicas y personales—, cruzaron el Atlántico para radicarse en Guatemala.

En el tercer bloque del libro, Taracena acerca a las mujeres y los hombres establecidos en Guatemala al rescatar de manera notable una pléyade de sus testimonios. De tal manera que quedan al descubierto cómo sus identidades políticas y socioeconómicas también se armonizaron, se confrontaron o de plano se modificaron en su vivencia guatemalteca, mediante sus interacciones personales y sus conexiones laborales y sociales con el medio que los había acogido. Su inserción en la sociedad y en la estructura laboral, económica y política no fue tersa; hubo implicaciones ideológicas y políticas divergentes y en muchas ocasiones confrontadas entre liberales radicales, comunistas y socialistas, y aún entre aquellos que se adhirieron a la causa arbencista y a su gobierno. También aquellos hombres y mujeres del exilio guatemalteco no estuvieron exentos de las pasiones y las envidias personales. Aun así, los espacios de interacción que crearon, como la Casa de la República Española, el Ateneo “García Lorca”, el Centro Republicano Español, el Centro Vasco “Landíbar” o la Revista Euzco Gogoa, fueron muestras de ese ímpetu por resignificar su patria peninsular y su patria española en suelo guatemalteco. En el balance político y social, desde luego descuella el exilio intelectual. Así como brillaron en México y en otras naciones latinoamericanas, también en Guatemala se instalaron personajes extraordinarios que elevaron y dieron lustre a la educación y a la cultura guatemaltecas. La sombra de Federico García Lorca amparó con generosidad los proyectos culturales, artísticos y literarios de noble estirpe.

Taracena señala que fue en 1947 cuando el proyecto guatemalteco de inmigración española a Guatemala se trazó con la idea de que vendría “a suplir los esfuerzos hechos hasta ahora por México, para entonces ya saturado en su capacidad de seguir recibiendo republicanos españoles” (p. 64). El autor puntualiza que la Secretaría de Gobernación del gobierno mexicano evaluó que no podrían seguir recibiendo a más españoles por no contar con recursos. Empero, éstas no fueron exactamente todas las razones para sellar el territorio mexicano a los transterrados españoles a México, decisión soberana que valientemente había sido tomada por el presidente Lázaro Cárdenas durante su mandato. Otro factor que añado tiene que ver con la seguridad hemisférica elaborada por Estados Unidos en los primeros años de la posguerra y como parte del reacomodo de sus intereses y la medición de sus fuerzas contra la Unión Soviética. En este sentido, 1947 resulta un año clave en la rearticulación de sus servicios de inteligencia mexicanos, luego de que el gobierno de Miguel Alemán recibiera de Estados Unidos recursos para tales fines. Por ende, el gobierno alemanista se aprestaría a modernizar su aparato de control de acuerdo con las exigencias de la seguridad hemisférica estadounidense; recuérdese que en ese año de 1947 se estableció la poderosa Dirección Federal de Seguridad, “instrumento poderoso para el combate a la disidencia”. 1 En consecuencia, dicha política securitaria —que aspiraba a contener y eliminar la influencia del comunismo en el continente americano—, incluiría ya no conceder asilo a los españoles, eventualmente considerados como rojos peligrosos. En esta guerra velada hubo además otras funestas consecuencias.

A partir de 1954 se diluyó en el tempo guatemalteco la esencia libertaria de la República Española y se suprimió su referente histórico por varias décadas. A la vez, ese año axial de 1954 exhibió la destrucción a sangre y fuego de la revolución guatemalteca mediante el intervencionismo estadounidense, que cortó de tajo las vías democráticas que les habían dado un aliento de vida a cientos de españoles en Guatemala.

En conjunto, este libro muestra históricamente cómo, de manera fatídica, el año de 1954 marcó la destrucción de las bases sociopolíticas de las relaciones internacionales y de mutuos acuerdos y apoyos entre Guatemala y la República Española. Pero sobre todo, de cómo se cerró abruptamente el ciclo de un decenio en que las y los exiliados españoles en Guatemala, tuvieron la posibilidad de encontrar una nueva patria. La campaña anticomunista puesta en ejecución desde el corazón de la metrópoli imperialista, provocó la caída del régimen arbencista en junio de 1954, y la salida de aquellos españoles que se habían asentado en Guatemala entre 1945 y 1952, acusados de tener filiación comunista. Un total de 145 republicanos (hombres, mujeres y niños) (p. 302) se vieron obligados por las circunstancias trágicas a abandonar el territorio guatemalteco de manera precipitada e iniciar un tercer exilio, tratado por el autor con puntualidad, pasión y gran esmero en la cuarta parte de la obra.

Con referencia a ese momento aciago, se ha documentado cómo el gobierno de Adolfo Ruiz Cortines se plegó a las órdenes del imperio estadounidense, y de manera agresiva, ofensiva y provocadora, mantuvo en un bajo perfil el paso y la estancia por tierras mexicanas a los españoles y guatemaltecos que cruzaron la frontera. 2 En ese contexto fue ominoso que desde la Ciudad de México —en mayo de ese año de 1954—, se respaldara la cruzada anticomunista contra el gobierno de Jacobo Arbenz Guzmán mediante la puesta en marcha del Primer Congreso Contra la Intervención Soviética en América Latina. 3 Taracena cierra la cuarta parte de su obra realizando un fino análisis para explicar el imaginario hostil insuflado por la campaña anticomunista desatada febrilmente en Guatemala (pp. 327-328).

En su quinta y última parte, nuestro autor establece una narrativa memorística que reitera tanto “el deber de recuperación de la memoria como el deber de la escritura de la historia” (p. 352).

Por último, el libro revela una investigación histórica de gran calado con una riqueza inédita por sus abundantes y valiosas fuentes utilizadas. Su autor recuerda que entre las memorias y las historias que ha contado en cada una de sus páginas sobre la experiencia exiliar en Guatemala, se destacan de manera implícita y profunda los enfrentamientos protagonizados alrededor del mundo por los proyectos sociopolíticos transnacionales de las derechas ultraconservadoras y las izquierdas comunistas en los endurecidos años de la Guerra Fría. Pero sobre todo, este libro rescata valiosamente la voz y las semblanzas biográficas de cientos de españolas y españoles que hicieron de sus experiencias de exilio un derrotero de acción colectiva con el deseo de avizorar en lontananza a las dos Españas reunidas. Todavía a la distancia inspiran profundamente las letras del poeta:

Ya hay un español que quiere

vivir y a vivir empieza,

entre una España que muere

y otra España que bosteza.

Españolito que vienes

al mundo te guarde Dios.

Una de las dos Españas

ha de helarte el corazón

(Antonio Machado, Proverbios y Cantares, 1912).

En el siglo XXI, las y los historiadores de la historia reciente estamos en la ruta de historizar el despertar de la razón colectiva latinoamericana, y a la espera de descubrir las claves de la revolución de las conciencias para resignificar las batallas y los encuentros exiliares, y desterrar su silencio y su olvido desde el campo de la Historia.

Arturo Taracena Arriola ha puesto el ejemplo con su obra Guatemala, la República Española y el Gobierno Vasco en el exilio, desvelándonos el meollo de la conexión soberanista de las mejores causas de la República Española y de la República de Guatemala.

Referencias

Congreso Contra la Intervención Soviética en América Latina. El libro negro del comunismo en Guatemala, México, Secretaría General, Comisión Permanente del Primer Congreso contra la Intervención Soviética en América Latina, 1954. [ Links ]

Ovalle, Camilo Vicente, “El tiempo suspendido. Una historia de la desaparición forzada en México, 1940-1980”, tesis de doctorado en Historia, Programa de posgrado en Historia de la Universidad Nacional Autónoma de México, 2018, pp. 152-164. [ Links ]

Stoltz Chinchilla, Norma, Nuestras utopías. Mujeres guatemaltecas del siglo xx, Guatemala, Agrupación de Mujeres “Tierra Viva”, 1998, pp. 145-156. [ Links ]

Vilanova de Arbenz, María, Mi esposo, el presidente Arbenz, Guatemala, Universidad de San Carlos de Guatemala, Editorial Universitaria, 2000 (Colección Documentos, núm. 4), especialmente los capítulos “El exilio” y “El exilio en México”, pp. 91-125. [ Links ]

1Véase: Ovalle, Camilo Vicente, “El tiempo suspendido. Una historia de la desaparición forzada en México, 1940-1980”, tesis de doctorado en Historia, Programa de posgrado en Historia de la Universidad Nacional Autónoma de México, 2018, pp. 152-164.

2Véase el testimonio de “María Jerez Rivera de Fortuny”, en Stoltz Chinchilla, Norma, Nuestras utopías. Mujeres guatemaltecas del siglo XX, Guatemala, Agrupación de Mujeres “Tierra Viva”, 1998, pp. 145-156. Fue fundadora de la organización Alianza Femenina Guatemalteca durante la Revolución de 1944 a 1954. Se desempeñó como secretaria personal del presidente Jacobo Arbenz Guzmán entre los años 1951 a 1954. Y el testimonio de Vilanova de Arbenz, María, Mi esposo, el presidente Arbenz, Guatemala, Universidad de San Carlos de Guatemala, Editorial Universitaria, 2000 (Colección Documentos, núm. 4), especialmente los capítulos “El exilio” y “El exilio en México”, pp. 91-125.

3Véase: El libro negro del comunismo en Guatemala, México, Secretaría General, Comisión Permanente del Primer Congreso contra la Intervención Soviética en América Latina, 1954.

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