INTRODUCCIÓN
Gonzalo Aurelio Esteva y Landero (1843-1927) es conocido en la historia literaria y periodística de México por ser fundador de dos importantes medios impresos de la segunda mitad del siglo XIX: el semanario literario El Renacimiento (1869), fundado con Ignacio Manuel Altamirano, tras la caída del Imperio de Maximiliano de Habsburgo, como un intento por conciliar, mediante las letras, las facciones liberales y conservadoras en pugna; y El Nacional (1880), periódico que obtuvo relevancia al dar espacio a la pluma de escritores como Manuel Gutiérrez Nájera, Carlos Díaz Dufoó, Ángel de Campo y Amado Nervo, entre otros, y por introducir importantes modificaciones a la prensa tradicional que lo convierten, en opinión de algunos historiadores, en precursor de la prensa moderna en nuestro país.1
Aunado a esto, Gonzalo Esteva desarrolló una importante carrera como diplomático, político, periodista y escritor, facetas que empiezan a ser abordadas por diversos estudiosos.2 No obstante, aún queda por conocer su trabajo como impresor, por lo que el presente artículo tiene como propósito dar cuenta de la actividad de la Tipografía de Gonzalo Aurelio Esteva, en un periodo de diez años en que se tiene noticia de su existencia, mediante el análisis bibliográfico de las obras que salieron de su establecimiento, y que se encuentran en el acervo de la Biblioteca Nacional de México. En este examen se ofrece la relación de temas, autores, obras y traductores que se incluyeron en la producción de la imprenta, así como la revisión del contexto político y las condiciones del medio tipográfico en que se llevó a cabo. Si bien un primer acercamiento al Catálogo Electrónico Nautilo de la Biblioteca Nacional, llevó a plantear la hipótesis de que Gonzalo Aurelio tuvo una etapa de esplendor editorial durante el gobierno de Manuel González, luego de una cuidadosa revisión y sistematización de las obras que imprimió, esta conjetura se reconfiguró, pues los datos de la imprenta, a la luz de la biografía del impresor y del contexto, mostraron un panorama más complejo del que damos cuenta en este artículo.
Cabe señalar que el abordaje de la producción de imprenta en el último cuarto de la centuria decimonónica, se sustenta en el enfoque de la Historia Cultural, que permite una aproximación al pasado mediante el estudio del ambiente editorial, la factura de libros, periódicos, hojas sueltas, folletos, lectores, suscriptores, impresores y distribuidores y, en general, de los múltiples actores del sistema literario.3 Para el caso de México, diversos investigadores han hecho aportes significativos al estudio de editores, tipógrafos y libreros de los primeros cincuenta años del siglo XIX,4 pero aún queda mucho por hacer con respecto al conocimiento de los impresores finiseculares que permita identificar, tanto a los tipógrafos de mayor renombre como a otros quizás menos conocidos, pero cuyo estudio contribuye a configurar el ambiente de la labor tipográfica en México.5
Este tipo de investigaciones tienen como propósito dar respuesta a algunos de los cuestionamientos que, Laura Suárez de la Torre ha planteado en torno a los empresarios de la cultura y su impacto en el acontecer nacional: “¿cómo se vincularon a la actividad editorial?, ¿de dónde obtenían los recursos que invirtieron en sus negocios?, ¿qué intereses prevalecieron en la orientación de los proyectos editoriales?, ¿de qué manera contribuyeron a la consolidación de la nueva vida independiente?, ¿qué intereses políticos promovieron?, ¿cómo enfrentaron la competencia?, ¿fueron responsables de la creación de una nueva cultura?, ¿pertenecían a una elite intelectual?, ¿cómo entender la elevada producción de impresos en un país analfabeta?, ¿quiénes eran responsables de la comercialización de la cultura impresa?”.6 Algunas de estas interrogantes se tomaron como guía en el estudio de la vida y producción tipográfica de Esteva Landero, con el propósito de mostrar su contribución al avance intelectual de México y darle su propio lugar como uno de los intermediarios culturales del periodo, encargado de recibir “las creaciones de los nuevos autores mexicanos, traduciendo las versiones provenientes del extranjero, poniendo en circulación las nuevas producciones, y entrando en relación con el público”.7
TIPOS Y LETRAS COMO LEGADO FAMILIAR
Ángel José Fernández considera que Esteva es “quizá el menos conocido, quizá el más olvidado de los miembros de una familia veracruzana que dio al país a partir de la alborada independiente, actores de la vida política, soldados, comerciantes, profesores y artistas”,8 pues entre su familia se contaba a políticos como su abuelo José Ignacio Esteva Bruell (1782-1830), representante de Veracruz en el Primer Congreso Constituyente (1822), intendente de Jalapa (1824) y ministro de Hacienda en distintos años, primordialmente con Guadalupe Victoria (1824-1826), hombre muy activo en materia política que además destacó como jefe de una de las principales logias yorkinas.9 Su padre, José Ignacio Esteva y González (1816-1891), también fue ministro de Hacienda bajo el gobierno de Mariano Arista (1802- 1855), administrador de la Aduana Marítima en Veracruz con Antonio López de Santa Anna y consejero de Maximiliano de Habsburgo; y su tío materno Francisco Landero y Cos (1828-1900), fungió durante algún tiempo como ministro de Hacienda de Porfirio Díaz y gobernador de Veracruz.10
Los Esteva también son reconocidos como hombres de letras que se ocuparon tanto del periodismo político como literario: Esteva Bruell colaboró en El Veracruzano Libre y los tíos de Gonzalo Aurelio, el poeta José María Esteva (1818-1904)11 y el cuentista José Hipólito González (1829- 1886), comulgaron con la ideología conservadora y participaron en la administración de Maximiliano de Habsburgo, por ello, a la caída del Imperio, ambos se exiliaron en Cuba.12 No obstante, habría que matizar el señalamiento de Fernández acerca de Gonzalo Esteva como el menos conocido de su familia, pues algunos de sus hermanos, sobre todo Roberto (1844-1899) y Adalberto (1863-1914) Esteva, aunque también desarrollaron una carrera literaria y periodística, actualmente son apenas mencionados, aunque varios de sus contemporáneos reconocieron el valor de su obra.13
Con estos antecedentes, Gonzalo Esteva logró forjar una carrera propia, marcada por cierta ambigüedad política entre el apoyo a Maximiliano de Habsburgo y la defensa del programa liberal, situación que marcó su vida de forma negativa, pues, aunque después de 1867 trató de reintegrarse a las filas liberales, estos no dejaron de recordarle sus servicios en el gobierno del archiduque austriaco, y de estigmatizarlo por provenir de una familia con miembros del grupo conservador.14 Por su parte, los conservadores creían que Esteva comulgaba con sus ideas y por ello había respaldado la monarquía, pero al alinearse con el liberalismo le tildaron de apóstata, máxime cuando apoyó la candidatura de Benito Juárez a la presidencia en 1870. Frente a esta situación, Gonzalo Esteva defendió su proceder con el argumento de que sus acciones siempre buscaron el bienestar, el progreso y el desarrollo de la patria más allá de grupos políticos, por lo que el haber trabajado en el gobierno monárquico no significaba que profesara el conservadurismo.15
De igual forma, la influencia de su familia se manifestó en el interés de Esteva en el periodismo político y literario y en la empresa tipográfica, pues se sabe que su abuelo manejó un giro comercial librero en el puerto de Veracruz.16 Luego del triunfo de la República, Esteva emprendió importantes esfuerzos para integrarse a un medio político y periodístico encabezado por los grupos liberales y para marcar distancia de su pasada colaboración con el Imperio.17 Así, se incorporó al proyecto altamiraniano de reconciliación y suministró apoyó monetario para la publicación de El Renacimiento. Poco después, en 1870 formó parte del periódico La Unión (impreso por Santiago White y Francisco Díaz de León, quienes también hicieron la revista de Altamirano), creado con el propósito de unificar a los mexicanos y olvidar los odios de partido y en el que, en su calidad de redactor principal, impulsó el proyecto de amnistía que buscaba otorgar el perdón a los que apoyaron al imperio, postura que le generó diversos conflictos y acusaciones de subvención. Por este motivo, incluso Roberto Esteva tuvo que aclarar que no recibían apoyo del gobierno, y que su hermano, era el encargado de sostenerlo con sus propios fondos. El 25 de agosto de ese año, Gonzalo informó que su periódico dejaría de circular temporalmente debido a que le haría algunos cambios para lo cual requería una imprenta propia, que ya había encargado a Estados Unidos y llegaría el 15 de octubre, fecha en que reiniciaría el diario.18
No se tiene noticia de la reanudación de La Unión ni de la llegada de dicha imprenta. El proyecto debió posponerse por las diversas actividades políticas que Esteva llevó a cabo con los gobiernos de Juárez y Lerdo de Tejada; fue nombrado oficial primero de la sección de Europa del ministerio de Relaciones Exteriores en 1871; elegido diputado desde 1873 a 1874, por Jalapa, Jalacingo y Veracruz; y posteriormente, fue designado jefe de Hacienda en Jalisco. En 1875 fungió como senador y nuevamente como diputado en 1876.19 En esta época, de acuerdo con Enrique Canudas, Gonzalo Esteva atravesó por una crisis financiera que lo llevó a solicitar apoyo económico tanto a prestamistas, como al propio presidente Lerdo, quien se negó a adelantarle seis meses de su sueldo como diputado, que equivalían a $ 1 200 pesos, debido a que se acercaba el fin del año fiscal y porque de hacerlo, provocaría descontento entre sus compañeros de la Cámara.20 Es probable que el dinero que requería Esteva fuera para establecer su imprenta, pues se tiene noticia del inicio de su actividad al año siguiente con la aparición de dos pequeños volúmenes de menos de sesenta páginas —probablemente producto de una licitación gubernamental—: Belice: estudios sobre el origen de ese nombre de Ángel Núñez Ortega, diplomático y director de La Revista Universal, y Expediente relativo al establecimiento de una legación en la América del sur, de la Secretaría de Relaciones Exteriores, y cuyos pies de imprenta señalan como dirección el número 2 de la calle de Santa Isabel, a un costado de la Alameda, lugar de residencia del propio Esteva.
LA PRODUCCIÓN TIPOGRÁFICA DE GONZALO A. ESTEVA EN NÚMEROS
De acuerdo con el acervo de la Biblioteca Nacional de México, de 1877 a 1887, la Tipografía de Gonzalo A. Esteva publicó 89 obras: 40 de 1877 a 1880; 40 más entre 1881 y 1884; y 9 entre 1885 y 1887. Diez años de trabajo que se insertan en las administraciones de Porfirio Díaz, Manuel González y parte del segundo período de Díaz. La equidad numérica en los primeros ciclos podría sugerir que Esteva gozó del mismo apoyo en ambos gobiernos y, en el caso de sumar la producción de Esteva en los dos periodos de Díaz, podría apuntarse que tuvo mayor respaldo con este último. Sin embargo, como señala Nicole Girón, hay que ser cuidadosos al momento de promediar los datos y tomar en cuenta variantes como la duración de la imprenta, sus tirajes y el contexto de producción, pues de no hacerlo se llegarían a conclusiones parciales.21 Además, por ahora, solo se incluye la colección de la Biblioteca Nacional, por lo que faltaría integrar otros acervos para tener un recuento más completo.22
Gonzalo estaba convencido de que a México le convenía transitar por la senda del progreso, desarrollar el comercio y explotar sus recursos naturales, para lograrlo debía estar unido y rebasar los odios partidistas, por ello, en estos primeros años publicó periódicos que pudieran ser útiles para dichos propósitos, como algunos números de El Minero Mexicano (del 28 de febrero al 20 de junio de 1878) y el Boletín de la Sociedad Agrícola Mexicana en 1879. De igual forma, fundó y dirigió la Revista de México: periódico científico y literario.23 En 1878, su tipografía publicó once títulos, entre literatura, memorias e informes de las Secretarías de Relaciones Exteriores y de Guerra y Marina. Para 1879, Esteva cambió su imprenta a la calle de San Juan de Letrán número 6, en el actual Eje Central, una zona de mayor confluencia comercial, e imprimió 14 volúmenes, entre memorias —principalmente de la Secretaría de Hacienda—, y algunas obras de tema militar.
Para 1880, la Tipografía de Esteva publicó 13 obras de temas variados entre los que se cuentan libros de carácter oficial, militar, histórico y literario. Además, participó en la convocatoria para la impresión de la Memoria de Hacienda correspondiente al año económico de 1878 a 1879, donde compitió con impresores de gran experiencia como Ignacio Cumplido, Manuel Dublán y Compañía y Francisco Díaz de León. Las bases de la convocatoria señalaban:
Se imprimirán 1 000 ejemplares de la obra en papel de 8 pesos resma cuádruple, siendo el pliego de 4 páginas de a folio, de glosilla, con interlinea de dos puntos. Por igual número de ejemplares en el mismo papel, y con planta de varios tipos para las páginas que deban ir en forma de estados, reduciéndose estos a la medida de la página, o divididos en dos de ellas, conforme sea necesario, y por cada pliego de 4 páginas $_____________
Se reputará como estado de la composición que contenga dentro de la extensión del mismo estado tres o más medidas divididas por plecas.
Por 1 000 ejemplares de cada pliego referido tamaño de folio, e impreso con el tipo llamado breviario $______________
El impresor entregará semanariamente a lo menos 10 pliegos de impresión, cuyo importe, sea de estados o de material corrido, percibirá al fin de cada semana, de la tesorería general.
Si entregare mayor número de pliegos, se le pagarán en los mismos términos.
Se imprimirán por solo el costo del papel los ejemplares finos que señale el secretario de hacienda, no excediendo de 100 por cada pliego.
Suplicamos a nuestros colegas la reproducción de esta convocatoria que como se comprenderá, tiene por objeto escoger las proposiciones más ventajosas para el erario.24
La prensa siguió el proceso y dio a conocer las proposiciones de los diversos impresores que atendieron la invitación, datos que se reproducen a continuación como ejemplo de los procesos de licitación de impresión de memorias oficiales:25
Impresores | Precios | ||
1 000 ejemplares pliego glosilla | 1 000 ejemplares pliego breviario | 1 000 ejemplares pliego estados | |
Sr. Díaz de León | 20 00 | 20 00 | 28 00 |
Sr. Dublán y Co. | 15 00 | 13 00 | 20 00 |
Sr. Julio Guzmán | 22 00 | 22 00 | 30 00 |
Sr. Ignacio Cumplido | 21 00 | 19 00 | Precio doble al del tipo de que se formen |
Sr. Sabas Munguía | 13 00 | 13 00 | 21 00 |
Sr. Gonzalo Esteva | 15 00 | 14 00 | 20 00 |
De acuerdo con la información, Ignacio Cumplido había ofrecido reducir sus precios, mientras que Esteva y Díaz de León propusieron hacer el sobretiro de 100 ejemplares por solo el costo del papel. No obstante, al no tratarse de un remate, el ministro rechazó la puja y la licitación fue concedida a Dublán y Compañía. Ante esto, el resultado de la convocatoria fue cuestionado:
¡Lógica singular la del secretario de Hacienda!
Si el objeto de sacar a remate público la impresión de la memoria no es ni puede ser de otro que el de buscar las mayores ventajas para el erario ¿por qué no admitir las pujas?, ¿por qué desechar de plano las ofertas de reserva del señor Cumplido?, ¿por qué fijarse definitivamente en uno de los licitantes?, ¿por qué excluir un ofrecimiento que pudo haber servido de base para mayores ventajas todavía en provecho de los fondos públicos? Cuando un funcionario público obra en estos casos inspirado realmente por el bien de los intereses generales, no apela a esas sutilezas del secretario de Hacienda.
Pero hay más ¿qué diferencia existe entre las proposiciones del señor Munguía y las de Dublán y Comp.? Explíquese.
Todavía más: los licitantes Esteva y Díaz de León ofrecían hacer el sobretiro de 100 ejemplares por solo el costo del papel y Dublán y Comp. no, pero el ministro dijo que esa condición estaba fijada ya en la convocatoria.
La convocatoria no se expresa con claridad respecto de ese punto y puede dar lugar a interpretaciones desfavorables para los fondos públicos. En resumen, no ha habido imparcialidad ni celo en beneficio de las arcas de la nación.26
Sin duda, debía tratarse de un ingreso seguro para la imprenta, por lo que Esteva no dudó en escribir al presidente Díaz, y en carta fechada el 12 de agosto de 1880, le solicitó que le concediera la licencia para la impresión de la siguiente memoria, con el argumento de que su taller tenía poco trabajo. Por su parte, Díaz le respondió en misiva del 13 de agosto que se dirigiera al ministerio correspondiente con Manuel J. Toro.27 Al parecer, la maniobra tuvo buen resultado, pues al siguiente año Esteva imprimió la memoria correspondiente al periodo 1879-1880.28 Además, se sabe que Díaz le proporcionó recursos para el periódico El Nacional, como ya lo ha destacado Antonio Saborit,29 y que, en vista de la buena aceptación de su diario, pudo ampliar su oferta y publicar dos suplementos dominicales, uno literario y otro de política.30
De la producción de Esteva durante los años 1881 y 1882, la Biblioteca Nacional solo conserva 9 y 7 libros respectivamente, que consisten, principalmente, en memorias oficiales y traducciones de obras militares.31 En 1883, la imprenta de Esteva volvió a tener un despunte con la aparición de 17 textos, la mayor parte literarios. En el año electoral de 1884, Esteva registró un descenso en la producción, salieron algunos impresos que dejan ver que la difusión de proyectos gubernamentales constituía la base del negocio; sin embargo, como la administración de González estaba por concluir, había que esperar al nuevo gobierno, su asignación de apoyo y recursos. Pese a la incertidumbre que traía consigo el cambio de gobierno, en 1885 Esteva trasladó su establecimiento a la Segunda calle de la Pila Seca, número 4, ubicación más cercana a la zona comercial del negocio editorial en el centro de la ciudad, que se había constituido como tal desde la primera mitad del siglo XIX, se mantuvo hacia finales y que hoy en día todavía es sede del comercio de impresores.32
Año | Número de títulos publicados |
1877 | 2 |
1878 | 11 |
1879 | 14 |
1880 | 13 |
1881 | 9 |
1882 | 7 |
1883 | 17 |
1884 | 7 |
1885 | 7 |
1886 | 1 |
1887 | 1 |
Total: 89 |
Esteva tuvo que afrontar el reacomodo político que implicó la segunda presidencia de Díaz. Durante la administración de Manuel González, su tipografía gozó de un gran auge que hizo posible el crecimiento de El Nacional. Sin embargo, cuando Porfirio Díaz ocupó nuevamente la presidencia, se desató una campaña de desprestigio en contra del ex presidente González que alcanzó también a diversos personajes que colaboraron en su administración. Por este motivo, a finales de este año, Esteva fue acusado nuevamente, esta vez por José Barbier, editor de La Voz de España, de recibir apoyo gubernamental, por lo que respondió que todas sus empresas habían sido financiadas por él mismo y que, incluso, el gobierno le debía dinero a su imprenta.33
Pese a que Esteva se defendió de las acusaciones de sus compañeros impresores, en el ambiente había preocupación por congraciarse con Díaz y obtener su apoyo en las licitaciones para publicar las obras y los documentos del Gobierno. El hecho de señalar a Esteva como un impresor favorecido por González, cumplía el objetivo de desprestigiarlo ante la opinión pública y quitar del terreno a un competidor en el negocio tipográfico. Quizá Esteva logró recuperar la confianza de Díaz, ya que los periódicos que defendían a González, como El Observador de Guanajuato, dieron a conocer que El Nacional recibía una subvención de 5 000 pesos para desprestigiar al ex presidente.34 Pese a estos conflictos, Esteva logró mantenerse como impresor entre 1886 y 1887, para finalmente vender la imprenta en 1888.35
LITERATURA, TEXTOS OFICIALES Y OTROS TEMAS
La producción de la Tipografía de Gonzalo A. Esteva puede agruparse en diversos ejes temáticos. El primero de ellos corresponde, cuantitativamente, al de obras literarias de distintos géneros, como la novela, el cuento, la poesía, la literatura de viaje, las memorias y el teatro, de las cuales 10 corresponden a obras mexicanas, 10 francesas, 6 de literatura española y un título de literatura clásica.
El segundo eje es el de Gobierno, en el que se incluyen los documentos oficiales elaborados por los jefes de Estado y los ministerios,36 donde se da cuenta, a su vez, de aspectos particulares, como acuñación y uso de papel moneda, comercio, memorias de hacienda, relaciones exteriores, tratados oficiales, informes presidenciales y mejoras materiales. La preeminencia de este rubro oficial es comprensible debido a, por una parte, los vínculos políticos que tenía el editor y, por otra, a que, como señalaba Alfredo Chavero, la labor de impresor en México era difícil por diversas circunstancias, entre las que destacaba la mala calidad del papel mexicano, el alto costo de este insumo importado, como consecuencia de los gravámenes que soportaba, y a la presencia de las librerías extranjeras que controlaban el mercado editorial. Por estos motivos, los impresores mexicanos debían concentrar su producción en la impresión de periódicos subvencionados por el gobierno, así como en la factura de textos oficiales, para lo que se requería participar en diversas licitaciones.37
Chavero lamentó que el incremento de libros extranjeros, propiciara una competencia desigual en la que los editores mexicanos trataron de luchar, “especialmente en el ramo de libros elementales, y redujeron sus precios y redujeron sus ganancias. Hicieron todos los sacrificios que exigía esa rivalidad; pero los fabricantes mantuvieron sus precios y no mejoraron su papel”.38 Ante este desalentador escenario, abunda Chavero, los impresores tenían que sobrevivir con pequeñas solicitudes para boticas, facturas comerciales, tarjetas, esquelas de invitación y duelo, así como con obras de asignación de los colegios nacionales.39 Chavero reconocía los esfuerzos de Esteva en la industria tipográfica que “ha progresado incesantemente a pesar de las trabas que se han opuesto a su desarrollo, y eso lo demuestran diariamente las impresiones de los Sres. Díaz de León, Gonzalo Esteva y otros”.40 Como muestra el estudio de Edith Leal sobre el negocio tipográfico de Díaz de León, los impresores sacaban a luz un número significativo de obras de carácter oficial.41
Por lo que respecta al tercer eje, se encuentran las publicaciones de asunto militar con 15 títulos, que, si bien aparecieron en forma de libro, de la imprenta de Esteva, en su mayoría salieron primero en las páginas del Periódico militar, que dependía del Despacho de Guerra y Marina, bajo la colección Biblioteca de la Secretaría de Guerra.42 Aventuramos que fue Esteva el encargado de imprimirlo, como resultado de la asignación por convocatoria de dicho ministerio.43 Con respecto a otros temas, el número se dispersa; de la imprenta salen cuatro biografías, dos textos de historia de México y uno de historia de Latinoamérica; dos más sobre veterinaria y también de divulgación científica, así como un título por asuntos tan diversos como botánica, crítica literaria, derecho, historia natural, medicina, cultivo de dunas, salud pública, teneduría de libros, directorio de policía y guía de viajeros.
Tema general | Número total | Tema específico | Número | |
Biografía | 4 | |||
Botánica | 1 | |||
Crítica literaria | 1 | Literatura mexicana | 1 | |
Cultivo de dunas | 1 | Cultivo de dunas México y Gascuña | ||
Derecho | 1 | Divorcio | 1 | |
Directorio | 1 | |||
Divulgación científica | 2 | Geometría | 1 | |
Geografía | 1 | |||
Esgrima | 1 | |||
Ferrocarriles | 1 | |||
Gobierno | 23 | Acuñación de moneda | 2 | |
Comercio | 3 | |||
Hacienda presupuesto | 5 | |||
Informe presidencial | 1 | |||
Justicia | 2 | |||
Mejoras materiales | 1 | |||
Papel / papel moneda | 3 | |||
Relaciones exteriores | 4 | |||
Tratados oficiales | 2 | |||
Guía de viajeros | 1 | México | 1 | |
Historia de México | 2 | |||
Historia de Latinoamérica | 1 | Belice | 1 | |
Historia natural | 1 | |||
Literatura | 27 | Literatura clásica | Persio | 1 |
Literatura española | Cuento 1 | 6 | ||
Literatura de viaje 1 | ||||
Novela 4 |
Literatura francesa | Cuento 2 | 10 | ||
Novela 8 | ||||
Literatura mexicana | Cuento 1 | 10 | ||
Literatura de viajes 1 | ||||
Poesía 5 | ||||
Teatro 2 | ||||
Memorias 1 | ||||
Medicina | 1 | Ginecología | 1 | |
Milicia | 16 | Armamento | 2 | |
Diccionario | 1 | |||
Máximas | 1 | |||
Reglamentos | 3 | |||
Táctica | 5 | |||
Geografía y topografía militar | 4 | |||
Salud pública | 1 | El cólera en Alemania | 1 | |
Teneduría de libros | 1 | |||
Veterinaria | 2 | Caballo | 2 | |
Total: 89 |
LOS AUTORES
Con respecto a los autores que vieron su obra publicada en la Tipografía de Esteva, cabe señalar la presencia de 30 escritores de nacionalidad mexicana. En cuanto a literatura, se encuentran Alfredo Chavero, quien dio a conocer las obras Fantasca (1878) y Los amores de Alarcón: poema dramático en tres actos y en prosa (1879);44 José Peón Contreras (1843-1907) con Romances dramáticos (1880); Julio Espinosa, Esperanza (1883); José María Roa Bárcena (1827-1908) con Varios cuentos; La leyenda, La mujer blanca (1883) y Poesías sentimentales y filosóficas (1884) de José María Esteva (1818-1904); y los Recuerdos de juventud: memorias íntimas (1887) de José Manuel Hidalgo y Esnaurrízar (1826-1896), último volumen que salió de la imprenta de Esteva.45 De igual forma, Francisco Gómez Flores publicó un libro de crítica literaria con el título Bocetos literarios, formado con textos que había dado a conocer en las páginas de los periódicos. Entre los libros de historia y biografía se encuentran Manuel Orozco y Berra con su Historia antigua y de la conquista de México (1880); Francisco Sosa con Efemérides históricas y biográficas y Biografías de contemporáneos; Ramón Valle (1841-1901), Bolívar e Iturbide: en el centenario de ambos héroes; Jesús González Ortega, La defensa de la plaza de Zaragoza en 1863 (1881); y del médico Manuel Flores una biografía de Gabino Barreda, Dr. Gabino Barreda, propagador del positivismo en México y fundador de la Escuela Nacional Preparatoria: apuntes biográficos (1880). La Tipografía de Esteva se nutrió con la obra de los colaboradores de El Nacional quienes, a su vez, encontraron un medio propicio para la publicación en forma de libro, pues como señalaba Chavero en su diagnós- tico del medio tipográfico mexicano, era raro que literatos y científicos imprimieran su obra de forma independiente por los altos costos.46
La imprenta también publicó libros técnicos de autores mexicanos: Eduardo Jiménez de la Cuesta, Tratado de teneduría de libros en partida doble: obra aprobada de texto (1886); Ignacio Bejarano, Directorio de policía de la ciudad de México (1878); Ángel Ortiz Monasterio, Memoria sobre el proyecto de un puerto de docks para Veracruz sobre el arrecife de la Gallega del jefe de Marina Mexicana dedicado al señor general de división presidente Manuel González (1881); y de Miguel Badillo La ordenanza general del ejército en forma de diccionario (1882), por mencionar algunos, y del propio Esteva apareció Los esgrimidores de México (1879), un proyecto concebido dos años atrás, publicado sin retoques ni correcciones, en una edición con pocos ejemplares, con portada a color, destinados a sus amistades de México y Francia, en el que el autor da cuenta de su interés en las armas, el duelo y el esgrima. Se cuentan, además, 15 obras de autoría institucional, con memorias e informes de la Secretaría de Hacienda, la Secretaría de Relaciones Exteriores y la Cámara de Diputados, y también de Ignacio Vallarta y el presidente Porfirio Díaz.47
La Tipografía de Esteva publicó títulos de cuatro autores españoles, impresos poco tiempo antes en España, como la novela Tormento (1884) de Benito Pérez Galdós; El amigo de la muerte: cuento fantástico (1882) e Historietas nacionales (1883), ambas de Pedro Antonio de Alarcón, lo que deja ver el interés de Gonzalo Aurelio por dar a la imprenta títulos de actualidad que podían cubrir el gusto de los lectores peninsulares residentes en México, pero que también mantenía al mexicano actualizado en lo que se leía en aquellas tierras. Cabe destacar el apoyo que dio a Emilia Serrano de Tornel, la baronesa de Wilson, escritora granadina llegada a México en 1883, a la que le abrió las columnas de su periódico y que se convirtió en la principal colaboradora del suplemento literario de El Nacional en su último año.48
LAS TRADUCCIONES
De las obras extranjeras publicadas por la Tipografía de Gonzalo A. Esteva se encuentran algunas provenientes de Francia, Bélgica y los Estados Unidos de Norteamérica. Cabe mencionar a militares de renombre, como los franceses Maurice Henri Weil (1845-1924), historiador que participó en la Guerra Francoprusiana, y Jules Louis Lewal (1823-1908), quien estuvo al lado de Aquiles Bazaine durante la Intervención Francesa en México. Se cuentan también los estadounidenses Emory Upton (1839-1881), miembro del ejército durante la Guerra de Secesión, y el alemán Hugo von Helvig, autor del libro Ejemplos tácticos.49 Las obras fueron traducidas por militares mexicanos, entre los que se hallan Pablo Rocha y Portu, Platón Roa, Rafael Echenique, Juan Quintas y José Montesinos, entre otros. Estos hombres eran miembros del ejército y profesores en importantes instituciones; por ejemplo, Juan Quintas contaba con formación de ingeniero militar, docente en la Escuela Nacional de Ingenieros y en la Escuela Nacional Preparatoria.
Resulta interesante enfatizar la labor de traducción hecha por mexicanos, ya que en esa época era común que los impresores nacionales comerciaran con obras traducidas en Francia por españoles que habían emigrado a París, por motivos políticos y que se ganaban la vida como traductores.50 Llama la atención que los generales mexicanos elaboraran versiones castellanas de textos militares franceses y alemanes, que eran difíciles de encontrar en castellano, quizá porque era más común que los editores de libros promovieran versiones en español de obras literarias que tenían mayor aceptación y venta entre los lectores. Vale recalcar que algunas de esas obras traducidas, como El telémetro de combate de LeBoulengé, fueron tomadas del Journal de Sciences Militaires del número correspondiente a noviembre de 1877, que salió de la Imprenta de Esteva en 1879, lo que habla tanto de la actualidad en el conocimiento y circulación de revistas francesas especializadas, como de la celeridad en elaborar la versión castellana de textos útiles al ejército mexicano.
Gonzalo Aurelio Esteva se mostró interesado en el desarrollo económico de México que podía lograrse a partir de promover mejoras en la agricultura y ganadería. Por ello, de su imprenta también salieron obras de veterinaria escritas en Francia por agrónomos como Pierre Atiristide Adolphe Lefour (1803-1863) del que se publicó El caballo, el asno y la mula y de Adolphe Bénion Tratado de las enfermedades del caballo: nociones usuales de farmacia, cirugía, veterinaria y descripción de las enfermedades. Además, dio a conocer de Balbino Cortés y Morales (1806-1889), español especialista en química agrícola, Tratado sobre el cultivo de las plantas de hortaliza.
Líneas atrás referimos las palabras de Chavero, en torno a las dificultades que implicaba ser impresor y sostenerse en el negocio tipográfico, lo que obligaba a publicar textos oficiales, sin la posibilidad de incluir obras literarias. Gonzalo Aurelio venció esta dificultad como lo hicieron otros impresores, a través del folletín de periódicos. De esta manera, El Nacional publicó traducciones de escritores franceses como Emile Erckmann (1822-1899); Alexandre Chatrian (1826-1890); Emile Zola (1840- 1902); Marie David;51 Louis Enault (1824-1890); y Fortuné du Boisgobey (1821-1891), este último considerado el impulsor de la novela policiaca o criminal.52 Es importante anotar que estos autores estaban en boga en París, lo que representaba para los editores de periódicos mexicanos, la posibilidad de ofertar sus obras en el folletín para promover la suscripción de lectores ávidos de adquirir esos textos a buen precio.
Otros títulos extranjeros de carácter literario e histórico fueron traducidos por algunos colaboradores de El Nacional, como Anselmo de la Portilla y Villegas, traductor de La evangelista de Alphonse Daudet, José Hipólito González, quien se encargó de la versión castellana de una biografía de fray Pedro de Gante,53 mientras que José María Vigil, como latinista, hizo su versión de las Sátiras de Persio. Si bien en el mercado nacional circulaban principalmente las adaptaciones castellanas provenientes de Francia y España, los datos anteriores dan una idea de la creciente labor de traducción de los literatos mexicanos que Esteva promovió con el afán de mostrar la calidad de la cultura nacional, y con el interés de hacer de la producción tipográfica una empresa redituable y competitiva frente a las francesa y española que operaban con éxito en México.
COMENTARIOS FINALES
Aunque existen importantes estudios en torno a impresores e imprentas en México durante el siglo XIX, aún queda un vasto campo de investigación con respecto a figuras poco conocidas. Desde este punto de vista, el caso de Gonzalo Aurelio Esteva permite acercarse al conocimiento del proceso de inserción de un novel impresor a un medio editorial de alta competencia y con dificultades para su propio desarrollo, donde los impresores recurrían a las obras oficiales para obtener ingresos y en el que la impresión de la literatura quedaba en segundo lugar.
La actividad de la Tipografía de Gonzalo A. Esteva se desarrolló en un lapso de diez años que va de 1877 a 1887, y que corresponde al proceso de reconfiguración política del país, en el que, como señala Charles Hale, si bien la lucha fue principalmente entre las facciones liberales, aún persistían choques con la minoría conservadora, en parte, debido al proceso de revisión del pasado reciente, como bien lo hace notar América Viveros. Debido a ello, Esteva desplegó su habilidad política y su visión práctica para ajustarse a las circunstancias y a los gobiernos con el fin de sostener su empresa. Así, como el resto de sus colegas, Esteva recurrió en sus inicios a las obras oficiales para proveer de trabajo a su tipografía y solo hasta el año de 1883, ya con un nombre propio, suficiente estabilidad, cierto reconocimiento y apoyado siempre en la producción de su periódico El Nacional, despunta la impresión de obras literarias.
Sin embargo, su paso por el medio editorial y periodístico no fue sencillo, pues tuvo que hacer frente a dos grupos, tanto a los liberales que dudaban de su ideología y continuamente le recordaban su pasado monárquico, como a los conservadores, que lo consideraban desleal a su causa. Gonzalo Aurelio Esteva constituye un ejemplo de los obstáculos que debían sortear los impresores para sostenerse en el mercado, en un ambiente competitivo en el que los impresores, incluso, recurrían al pasado político de sus contendientes para desprestigiarlos y obtener las licitaciones del gobierno. El perfil político de Esteva Landero, deja ver que en este periodo era importante formar parte de un grupo para abrirse camino en los negocios, la pertenencia al liberalismo o conservadurismo era un punto de apoyo, pero también de quebranto de acuerdo con los vaivenes de uno u otro en el poder. Esteva se enfrentó a un escenario en el que se caracterizaba de manera tajante a los funcionarios de acuerdo con sus preferencias liberales o conservadoras, pese a lo anterior, su labor como impresor deja ver que fue un hombre interesado en el desarrollo cultural, económico y político del México.
Este acercamiento biográfico y el análisis de la producción tipográfica de Esteva, busca contribuir al estudio de los impresores finiseculares, con base en la revisión y la comparación de las cifras en torno a la producción de libros, temas, autores, traductores y condiciones de trabajo nacional e internacional, lo que permitirá tener un panorama completo del ambiente editorial del último tercio del siglo XIX.