Recibí con mucho entusiasmo esta obra producto de la pluma de Juan Carlos Vázquez Medeles. Su lectura me ha dado renovadas pistas epistemológicas para reflexionar sobre la violencia revolucionaria en la nación vecina de Guatemala entre los años sesenta y ochenta del siglo XX, un periodo de muy alta conflictividad y ejemplo trágico de los engranajes transnacionales de la Guerra Fría en Centroamérica. De manera subyacente, este volumen muestra la solidaridad entre pueblos hermanos, y de cómo México fue concebido como el territorio-refugio (solidario)1 para poner a salvo la vida ante la maquinaria de exterminio construida por el Estado oligárquico guatemalteco y su aparato policiaco, su fuerza armada y su orquestación paramilitar con gran poder de aniquilamiento a manos de los escuadrones de la muerte.
Para narrar la historia del Partido Guatemalteco del Trabajo-Partido Comunista (PGT-PC), el autor concibió una estructura que contempla cinco capítulos. El primero de ellos denominado “Los brazos armados del Partido Guatemalteco del Trabajo”; el segundo se titula “Surgimiento del Partido Guatemalteco del Trabajo-Partido Comunista (PGT-PC)”; el tercer capítulo es llamado “Los chingamuceros en la lucha política”; el cuarto capítulo se denomina “El PGT-PC en el conflicto armado interno”; y el quinto y último se refiere a “La detención del Hombre Lobo y el ocaso del PGT-PC”. La obra contiene además prefacio, introducción, conclusiones y fuentes consultadas (algunas de ellas valiosísimas -como el Diario Militar, documento oficial de inteligencia- y rescatadas por el propio autor quien hurgó en bibliotecas, acervos históricos de Guatemala como el Archivo Histórico de la Policía Nacional y de México en el Archivo General de la Nación, así como en repositorios y archivos oficiales y de carácter privado no conocidos hasta ahora). Cuenta también con dos anexos que muestran listados de la militancia del PGT-PC y de otras Organizaciones Político Militares (OPM) guatemaltecas, así como las siglas utilizadas. Amén de un espléndido prólogo elaborado por Manolo E. Vela Castañeda, especialista en la historia reciente guatemalteca y académico de la Universidad Iberoamericana.
El origen de la obra es la investigación doctoral de Vázquez Medeles realizada en el Programa de Posgrado en Estudios Latinoamericanos de la UNAM. Su contenido revela la historia de comunistas que, al militar en su partido, acabaron por transformarse en guerrilleros. Suena fácil y simple, pero no lo fue. Y en ello radica la relevancia de este volumen, ya que reafirma la validez de la historia del presente como un campo en construcción, bajo argumentos sólidos que se desprenden de una urdimbre analítica con base en el entrecruzamiento de la historia política, social y cultural. De tal manera que abre una ventana historiográfica hasta ahora desconocida acerca de la disidencia guerrillera del PGT-PC, colocándola en una posición de primera línea que se le había escamoteado en la historiografía.
Con este libro se reivindica una historia hasta ahora oculta de la insurgencia guatemalteca, poniendo en el proscenio central a un actor político colectivo, reconstituido y vuelto a constituir a través del tiempo: el Partido Guatemalteco del Trabajo creado originalmente en 1952, y su facción desprendida hacia fines de los años setenta convertida ya en el PGT-PC. En su fundación, como bien explica Vázquez Medeles, se enfoca la predominancia y la acción política de la Comisión Militar (COMIL) como su organismo de origen. Los imaginarios de la Revolución cubana y la Revolución sandinista impulsaron definitivamente las ansias revolucionarias de los rebeldes chingamuceros de la COMIL, apelativo que se refiere a “la supeditación de la acción política a la acción militar”2 (p. 171).
Ya como PGT-PC entabló una doble lucha. Por un lado, frente a otras organizaciones insurrectas y políticas para reivindicar la vía de las armas y para dejar atrás la anomia de la dirigencia partidista pegeteana que apelaba a un tránsito ordenado al socialismo (con resabios estalinistas) y, por el otro, para reafirmar ante el Estado guatemalteco su convicción política con carácter de partido comunista de Nueva Izquierda y su estrategia de guerra revolucionaria popular. El PGT-PC, mediante la narrativa de esta historia realizada con mucha pasión y compromiso por parte del autor, se muestra en un accionar, por momentos, lleno de desafíos y a contracorriente que logró hacerse presente (con una estrategia de comunicación bien planificada: los mosquitos, Tábano . Claridad dan cuenta de ello)3 en la sociedad guatemalteca a pesar del reducido número de sus militantes, la mayoría de extracción de las clases medias urbanas de procedencia estudiantil, universitaria y profesional, aunque con redes y vínculos sindicales, obreros y campesinos en distintos puntos de la geografía del país que integraron su estructura organizacional en medio de la puesta en marcha de la maquinaria terrorista del Estado. El PGT-PC siempre estuvo al límite y en equilibrio precario y marginal entre la lucha armada, el trabajo de masas y el movimiento popular.
Si hubiese algo que controvertir sobre la obra, encuentro remanentes del formato original de tesis; aunque Vázquez Medeles no explica de manera explícita hasta dónde reconstituyó el manuscrito original para darle una sólida estructura como libro de autor. A la par, la publicación realizada por la Universidad Iberoamericana adolece de algunas deficiencias menores que pudieron haberse eliminado mediante una edición más cuidada.
Lo que sí resulta una deuda que deja la obra, es la presencia y la acción de las mujeres en la guerrilla del PGT-PC. Si bien aparecen algunas pocas - vinculadas a su dirigencia-, no se da cuenta de la base femenil de la organización (tanto en áreas urbanas como en zonas rurales). No sabemos hasta dónde se agruparon en torno de esta disidencia mujeres trabajadoras, intelectuales, profesionistas, jornaleras, indígenas, etcétera, y de cómo imaginaron un mundo mejor, a la par de sus sufrimientos, angustias y convicciones revolucionarias más íntimas en medio del orden autoritario patriarcal hegemónico. Esta historia del PGT-PC está construida en masculino. Se echa en falta el accionar colectivo de la comunidad femenina en condiciones realmente dramáticas a causa de su afiliación guerrillera, como cuadros de apoyo en la logística urbana y rural y como actoras en la primera línea de fuego. Hasta ahora la perspectiva de género se está abriendo paso en la historiografía de los movimientos armados latinoamericanos, para plasmar a las mujeres en la guerra y dar luz sobre cómo interpelaron y cómo se enfrentaron a las inequidades de género, tanto en sus sociedades tradicionalmente inequitativas, como al interior de sus propios organismos político militares, cuyas directivas estaban copadas por hombres.
Hay que reconocer que el autor recupera valiosos testimonios de militantes varones adheridos a las causas del PGT-PC, lo que de entrada habla de una fuerte convicción por rescatar la memoria de su proceso histórico, aunque solo muestra un pequeñísimo núcleo femenil incorporado a la guerrilla: Alma Lucrecia Osorio Bobadilla (alias Claudia); Claudina Betzabé Salazar Barrera (Pino . Berta); Evelia Girón Ruano (Gerundia . Rosa); Elizabeth Osorio Bobadilla (Elva) y Tania Palencia Prado (Miriam), estas dos últimas le concedieron al autor sus invaluables testimonios. Este minoritario conjunto femenil vivió con gran enjundia dobles vidas (públicas y clandestinas), en familia como madres, esposas e hijas y, a la vez, como guerrilleras empuñando las armas con valentía. Pero también mostrando sus emociones, quiebres y hasta sus traiciones, como fue el caso de Claudia que, al caer en manos de los esbirros de la tiranía, acabó como infame delatora. Y más allá de esto, la tragedia consumada con ella y con muchos de sus camaradas: su aciaga desaparición forzada.
La historia emocional da pauta para ahondar en el espíritu, conciencia y moral de mujeres que, a la hora de la verdad y en medio de la tortura, abandonaron coaccionadas los valores introyectados del guerrillero heroico y acabaron avasalladas por el quebranto infringido.
Mujeres y hombres militantes del PGT-PC vivieron al límite una lacerante contradicción que a la postre les cercenó su proyecto político. Me refiero a lo que el autor pone en evidencia desde el título de su libro: su ser clandestino. A lo largo de la obra, se muestra hasta dónde y cómo entendieron la noción de clandestinidad, ya que esto afectó sus objetivos como avanzada revolucionaria. En su accionar y en sus prácticas, no se despojaron de su identidad y presencia originales, ya que fue reiterativo que, a la par de que ponían bombas, realizaban expropiaciones, secuestraban a prominentes personalidades del régimen, emprendían ajusticiamientos y se enfrentaban a las fuerzas represivas, también se paseaban por calles y avenidas y departían con sus familias y amistades en lugares públicos como escuelas, espacios de trabajo, bares, restaurantes, plazas y jardines.
El quiebre y la desaparición del PGT-PC estuvo marcado indeleblemente con sangre -fueron muchas las detenciones, ejecuciones, desapariciones y los exilios provocados por las estridentes estrategias contrainsurgentes marcadas a plomo-, no solo por la delación masiva realizada por el “Hombre Lobo” -Carlos Humberto Quinteros García, su antiguo compañero de armas y de lucha que los traicionó de la manera más vil y oportunista-, sino también por la debilidad en su concepción de la vida clandestina, ya que no se entendió que la clandestinidad debería construirse como un proceso estratégico para tejer cabalmente la red clandestina que sustentara al entorno del hacer y quehacer guerrillero, tanto en la capital guatemalteca como en el resto de su territorio.
A lo largo de la lectura de la obra, los lectores comprobarán que el autor aporta conocimiento nuevo a la historiografía de la Nueva Izquierda latinoamericana,4 especialmente a la historia reciente de Guatemala del siglo XX, con énfasis en la ola generacional revolucionaria que disputó el poder al Estado terrorista guatemalteco por la vía de las armas en el periodo convulso de más de tres décadas, conocido como el conflicto armado interno.
Finalmente, comparto con Vázquez Medeles el cierre de su obra al afirmar de manera contundente que su contenido ayuda “a hacer la crítica política de los años de brasa” (p. 357), y por tanto, define claramente que ha apelado a las armas de la crítica. Pero no solo eso, también Militantes Clandestinos, con su escritura comprometida devuelve su historicidad al PGT-PC y rompe un muro de olvido.