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 número77‘STAY THE HELL OUT OF IT’: EL GENERAL ARANA OSORIO, KISSINGER Y UNA OLVIDADA CRISIS CENTROAMERICANA (1966-1974)GONZÁLEZ REYES, Gerardo y Magdalena PACHECO RÉGULES (coords.), La religiosidad popular en México: una visión desde la historia, México, Universidad Intercontinental, 2019, (Serie Religiosidad Popular desde sí misma, núm. 3), 189 pp. índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
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Tzintzun. Revista de estudios históricos

versión On-line ISSN 2007-963Xversión impresa ISSN 1870-719X

Tzintzun. Rev. estud. históricos  no.77 Michoacán ene./jun. 2023  Epub 05-Jun-2023

 

Artículos

TRASCENDER LA ACADEMIA: LOS COMIENZOS DE LA REVISTA NEXOS (1978-1982)

TRANSCENDING ACADEMY: THE BEGINNINGS OF THE JOURNAL NEXUS (1978-1982)

TRASCENDER L’ACADÉMIE: LES DÉBUTS DE LA REVUE NEXOS (1978-1982)

Luciano Concheiro San Vicente1 

Ana Sofía Rodríguez Everaert2 

1Universidad Nacional Autónoma de México

2El Colegio de México, A. C.


Resumen

El presente artículo se centra en los antecedentes de la revista cultural mexicana Nexos y en los primeros cuatro años de su existencia, en los cuales el historiador Enrique Florescano fungió como su director (1978-1982). Tomando como premisa el hecho de que las revistas son espacios con rasgos y dinámicas propias y, al mismo tiempo, espacios que condensan, materializan y expresan ciertos procesos históricos, este texto se mueve en dos niveles. Por un lado, se estudia el desarrollo particular de la revista y la red de individuos que se formó en torno a ella a partir de múltiples fuentes, dando un lugar preponderante a entrevistas con los protagonistas. Por el otro, se analiza el contexto político, cultural y social que posibilitó su surgimiento y configuró algunos de sus principales rasgos.

Palabras clave revista Nexos; Enrique Florescano; historia cultural

Abstract

This article focuses on the background of the Mexican cultural magazine Nexos and on the first four years of its existence, in which the historian Enrique Florescano served as its director (1978-1982). Taking as a premise the fact that magazines are spaces with their own characteristics and dynamics and, at the same time, spaces that condense, materialize and express certain historical processes, this text moves on two levels. On the one hand, it studies the particular development of the magazine and the network of individuals that was formed around it from multiple sources, giving a preponderant place to interviews with the protagonists. On the other, the political, cultural and social context that made its emergence possible and shaped some of its main features is analyzed.

Keywords Nexos magazine; Enrique Florescano; cultural history

Résumé

Cet article est consacré aux origines de la revue culturelle mexicaine Nexos et à ses quatre premières années d’activités, au cours desquelles l’historien Enrique Florescano en fut le directeur (1978-1982). Partant du principe que les périodiques sont à la fois des espaces ayant leurs propres caractéristiques et dynamiques et des espaces où se concentrent, se matérialisent et s’expriment certains processus historiques, l’analyse proposé se situe à deux niveaux. D’une part, en se basant sur de multiples sources, il étudie comment cette revue s’est spécifiquement développée ainsi que le réseau de personnes qui s’est formé autour d’elle, en accordant une place prépondérante aux entretiens avec les différents intervenants. D’autre part, il analyse le contexte politique, culturel et social qui a rendu son émergence possible et façonné certains de ses principaux traits.

Mots clés Revue Nexos; Enrique Florescano; histoire culturelle

REORGANIZANDO EL SABER

A finales de la década de 1950, el historiador Wigberto Jiménez Moreno impulsó la creación de un Departamento de Investigaciones Históricas (DIH) dentro del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) con el objetivo de incrementar la investigación histórica. En 1959, bajo la dirección del mismo Jiménez Moreno, se inauguró este nuevo Departamento que se conocería coloquialmente como “El Castillo”, porque su sede era el anexo del Castillo de Chapultepec. Durante sus primeros años de existencia, fue un centro pequeño y con una presencia reducida en el medio académico e intelectual. Cuando Enrique Florescano tomó en sus manos la jefatura del DIH, en febrero de 1971, este cobró una relevancia real dentro del ámbito académico.1 El cambio más importante impulsado durante su gestión fue la estructuración de la investigación en torno a la creación de una serie de seminarios. Los investigadores elegían en colectivo un tema, así como un programa y plan de trabajo; a cada miembro se le asignaba una tarea individual y específica dentro de lo acordado. Realizado esto, los miembros se reunían una vez por semana a discutir los avances con sus pares.2

Florescano había entrado en contacto con el sistema de seminarios mientras estudiaba su maestría en Historia Universal en El Colegio de México (1962-1964) y, sobre todo, durante su doctorado en la École Pratique des Hautes Études, institución que fue fundada con el objetivo central de promover la investigación por medio del aprendizaje práctico.3 Lo que se buscaba era fomentar la generación de nuevo conocimiento y la formación de investigadores a través del trabajo en seminarios y laboratorios.4

Los seminarios del DIH se articularon bajo la premisa de que hacía falta llevar a cabo dos tareas fundamentales dentro de la investigación histórica en México: revisar críticamente el corpus historiográfico y promover la investigación en aquellos campos y problemas que no se habían estudiado entonces.5 Con el afán de reparar estas faltas, se crearon dos tipos de seminarios. Los primeros se dedicaron a revisar la historiografía política, social y económica existente; y los segundos a explorar temáticas que habían sido relegadas a un segundo plano.6 En un principio, la organización del trabajo en torno a seminarios encontró resistencia dentro del DIH, en donde algunos de los investigadores argumentaron que el trabajo colectivo entorpecía la investigación individual.7 Sin embargo, los resultados de este modelo, materializados en una importante producción académica y una intensa formación de nuevos investigadores, fueron notables.8 Con el tiempo,

todos los investigadores terminaron participando en los seminarios hasta que estos incluso se volvieron un rasgo distintivo del Departamento.

LOS SÁBADOS DE SEMINARIO

De manera paralela a los seminarios institucionales del DIH, a finales del año de 1976, Florescano creó uno informal. Como él mismo cuenta:

En breve tiempo, lo que comenzó como charla ocasional de amigos se transformó en cita semanal imprescindible. Nos reuníamos los sábados por la mañana en una larga y luminosa sala de cristales emplomados del Departamento de Investigaciones Históricas del INAH, un convivio que más tarde se proseguía en comidas efervescentes en el restaurante El Mirador, al lado del bosque de Chapultepec. El compromiso era considerar, cada sábado, uno de los temas de actualidad, presentado por uno de los miembros del grupo, y luego escuchar el parecer de los demás.9

A estas reuniones, que llegarían a ser conocidas como el “Seminario de los sábados”, acudían individuos no solo de muy distintas edades,10 sino provenientes de diversas tradiciones intelectuales, instituciones y disciplinas académicas. Asistían historiadores como el propio Florescano, Alejandra Moreno Toscano, Héctor Aguilar Camín y Lorenzo Meyer; antropólogos como Guillermo Bonfil Batalla y Arturo Warman; economistas como Rolando Cordera y José Blanco; sociólogos como Pablo González Casanova y Julio Labastida; literatos o estudiosos de la literatura como Adolfo Castañón, José Joaquín Blanco, Antonio Alatorre, Carlos Monsiváis y José Emilio Pacheco; científicos “duros” como Luis Cañedo, Eugenio Filloy, Julio Frenk, Cinna Lomnitz, Daniel López Acuña y José Warman; filósofos como Carlos Pereyra y Luis Villoro; la musicóloga Yolanda Moreno Rivas y el politólogo José Luis Reyna.11

Los asistentes del Seminario compartían una serie de elementos que fueron los que finalmente sentaron las bases para la configuración de una red intelectual que sucesivamente colaboraría en diversos espacios.12 A su vez, estos elementos definieron una forma particular de generación de conocimiento y nociones singulares de cómo difundirse. Estos personajes habían crecido durante el periodo de estabilidad política y desarrollo económico que vivió México a partir de 1940, un periodo caracterizado por la migración del campo a la ciudad, el crecimiento demográfico y la industrialización. Los integrantes del Seminario organizado por Florescano se habían desarrollado bajo el influjo de este periodo de desarrollo y pertenecían a las novedosas clases medias. Su fuerte presencia en el seno de la sociedad, y su nueva capacidad económica, les habían garantizado, entre otras cosas, el acceso a la educación. Prácticamente todos los asistentes al Seminario de los sábados habían realizado estudios universitarios y muchos contaban con posgrados —cursados lo mismo en México que en el extranjero. Eran herederos de la expansión y diversificación de la educación superior iniciada en los años cuarenta.

En México, la educación de masas, y particularmente la universidad de masas, trajo la profesionalización del trabajo académico y posibilitó el surgimiento del académico profesional como un nuevo actor social. Los asistentes al Seminario de los sábados que eran de mayor edad inauguraron en estas universidades la posibilidad de vivir del trabajo académico, dando clases e investigando. Los más jóvenes llegaron a integrarse a un ambiente en el que la universidad ya era una forma de vida. Así, este grupo de personas se encontraba sumergido en la dinámica de la investigación rigurosa y las publicaciones académicas, algunos incluso habían publicado obras especializadas que ya entonces eran consideradas canónicas en sus campos de estudio.13

Pero además de los pasillos de la academia, un espacio de reunión del grupo que fue especialmente significativo fue La Cultura en México, el suplemento de la revista Siempre!14 Este suplemento, bajo la dirección de Carlos Monsiváis inaugurada en 1972, incorporó al equipo editorial y de redacción a varios de los participantes del Seminario de los sábados tales como Héctor Aguilar Camín, Adolfo Castañón, José Joaquín Blanco, Rolando Cordera y Carlos Pereyra. Como se verá, esta sería una experiencia fundamental para que el grupo tuviera conocimiento de las implicaciones de emprender el proyecto de una publicación periódica.

No obstante, el punto de unión más fuerte entre estos historiadores, antropólogos, sociólogos, literatos y demás asistentes del Seminario de los sábados era la experiencia del movimiento estudiantil del 68 y sus repercusiones. El movimiento estudiantil que había culminado con una represión desmedida por parte del gobierno trajo para este grupo de personas el sentimiento de que era necesario repensar la realidad nacional.15 Lo que había sucedido en el año del 68 para estos jóvenes que crecieron con las ventajas de la estabilidad económica y política de México era inexplicable. En palabras de Héctor Aguilar Camín:

[…] es la fecha de arranque de la nueva crisis de México; ahí se abre un paréntesis (que dura hasta hoy) de un país que perdió la confianza en la bondad de su presente, que dejó de celebrar y consolidar sus logros y milagros para empezar toparse todos los días, durante más de una década, con sus insuficiencias silenciadas, sus fracasos y sus miserias. Salvo por las anticipaciones paranoides de la autoridad, la del 68 no fue una crisis estructural que pusiera en entredicho la existencia de la nación; fue sobre todo, y ha seguido siéndolo, una crisis política, moral y psicológica, una crisis de convicciones y valores que sacudió los esquemas triunfales de la capa gobernante; el anuncio sangriento de que los tiempos habían cambiado sin que cambiaran las recetas para enfrentarlos.16

Esta crisis consistía, básicamente, en una incertidumbre generalizada. Por un lado, no se sabía hacia dónde se dirigía el país, cuál era su futuro. Por otro lado, no se entendía en qué punto se estaba, no se comprendía el propio presente: ¿Cómo podía ser un mismo país este que era sede de las Olimpiadas y que, al mismo tiempo, derramaba la sangre de sus jóvenes?17 El 68 fue el inicio de una etapa de cuestionamientos que desató la búsqueda de respuestas, soluciones y medios para satisfacer las nuevas necesidades intelectuales de la sociedad mexicana.

José Joaquín Blanco, uno de los principales participantes del Seminario y más tarde de la revista Nexos, afirma: “hubo un enojo enorme ante las matanzas, no fue tanto una reflexión sesuda sobre las relaciones culturales o económicas, todo empezó con la ira ante el autoritarismo y las matanzas”.18 En este contexto nacional e individual, estos jóvenes se decidieron a pensar los problemas que aquejaban al país con el ánimo de encontrar una respuesta colectiva a la situación presente.

En el Seminario se discutían temas de toda índole, generalmente relacionados con la investigación que cada uno de los individuos se encontraba realizando, aunque en ocasiones también se solicitaban participaciones especiales sobre un tema particular.19 Debido a la pluralidad entre los participantes, los problemas estudiados no se reducían a alguna disciplina o tendencia intelectual.20

EL PROYECTO

Pronto surgió la necesidad de materializar los resultados de esta experiencia de intercambio en un nuevo proyecto: una publicación periódica.21 Como señala Florescano: “cada semana, en el Castillo, el grupo fijaba un tema conforme la coyuntura lo demandaba y alguno de nosotros lo desarrollaba. Si no había alguien en el grupo que lo pudiera desarrollar, se invitaba a alguien y después se abría la discusión. Así nació la revistaNexos”.22 La revista quería cumplir con el propósito de difundir las ideas trabajadas en el Seminario, pero también para llenar un vacío que existía en el panorama cultural mexicano.

En los años que siguieron al movimiento estudiantil del 68 y a la represión del 10 de junio de 1971, el periódico Excélsior dirigido por Julio Scherer, se constituyó como uno de los más importantes medios críticos. A lo largo de estos años, el gobierno había tolerado la existencia del periódico. Sin embargo, para 1976 las cosas cambiaron y tuvo lugar lo que se conoce como el “golpe a Excélsior”, una represión por parte del gobierno. Varían las versiones sobre los motivos de esta represión por parte del gobierno al diario dirigido por Julio Scherer. Empero, el resultado fue contundente: Scherer se vio obligado a abandonar, junto con un amplio equipo de editorialistas y reporteros, las instalaciones y la dirección del diario para no volver jamás.23 A raíz de esto, Scherer y otros importantes antiguos colaboradores de Excélsior como Manuel Becerra Acosta, quien era subdirector, y Octavio Paz, director del suplemento Plural, fundaron nuevos espacios mediáticos e intelectuales. A finales de 1976, Scherer creó la revista Proceso y Paz la revista Vuelta. Becerra Acosta fundó el periódico unomásuno en 1977.

Si bien en Nexos no había nadie que hubiera sido afectado directamente por el “golpe a Excélsior”, su primera publicación en 1978 puede ser considerada como parte de los medios críticos que aparecieron tras la represión ejercida desde el Estado. Compartía con ellas el interés de enfrentarse a la cultura oficialista y proponer una visión crítica del país. Como bien señala Ignacio Almada Bay, Nexos buscaba:

[…] de alguna manera llenar —en áreas de especialidad— el vacío dejado por la expulsión de Julio Scherer y su equipo de colaboradores de Excélsior y el fin de un diario independiente, cuya existencia había confirmado que era posible ir más allá de las tragedias del 2 de octubre de 1968 y del jueves de Corpus de 1971, que formábamos parte de un país vivo, un país que no estaba fatalmente condenado entre la apatía y la compasión como coartadas.24

Héctor Aguilar Camín coincide en tanto plantea que la crisis en el periódico Excélsior generó el espacio posible para la propagación del mundo universitario, periodístico y académico que se había gestado a partir del movimiento de 1968.25

Este proceso coincidió, paradójicamente, con la percepción de que la vida cultural y política comenzaba a abrirse a la participación de nuevos actores como la revista Nexos. Aguilar Camín argumenta que: “el espíritu de reforma política aquellos años fue el telón de fondo y la condición de posibilidad pública de aquellas fundaciones periodísticas y culturales”.26 Tras la candidatura única de José López Portillo en las elecciones de 1976, en el contexto de una grave crisis económica y la radicalización de un sector de la izquierda, el régimen del PRI se había visto obligado a emprender un proceso de apertura que cristalizó en la Reforma política de 1978. Con ella, se permitió la inclusión de nuevos actores al juego político, y esto tuvo su correlato en la ampliación de actores en el campo cultural. En este contexto, los miembros del Seminario de los sábados decidieron fundar una revista con objetivos que respondían de manera directa a lo que sucedía en el país.

El más inmediato consistía en crear un espacio en donde poder difundir para un público más amplio los resultados del trabajo de investigación y análisis realizado en el Para hacerlo, los creadores de Nexos tenían muy claro que las ideas discutidas en el Seminario tenían que trascender el lenguaje de la Academia: había que “traducirlas” para que abandonaran los cubículos y estuvieran al alcance de lectores no especializados. Como plantea Luis Miguel Aguilar:

Nexos surge de la confluencia de un grupo de intelectuales, académicos, periodistas y escritores para llevar el conocimiento que se generaba en los cubículos e institutos de investigación a un público más amplio. Era como un ejercicio de “traducción”: “traducir” el lenguaje especializado o de cubículo, el de las jergas académicas, a un lenguaje que pusiera el conocimiento en los puestos de periódicos y en los locales cerrados.27

No se trataba solamente de difundir sus ideas sino de que estas actuaran sobre la realidad, lo que precisaba generar ideas propositivas basadas en diagnósticos analíticos y críticos de la realidad.28 Como recuerda Aguilar Camín, surgía por un genuino afán de los miembros del Seminario por participar en el debate sobre la nación.29 O, en palabras de Luis Miguel Aguilar, “[…] no solo se trataba de responder al contexto histórico, sino de crear, o contribuir a crear, un propio contexto histórico”.30 Para hacerlo se propusieron fundar una publicación novedosa, tanto en su contenido como en su forma.

LA APARICIÓN DE NEXOS

La revista Nexos. Sociedad. Ciencia. Literatura apareció por primera vez en enero de 1978 con un equipo de Redacción y un Consejo Editorial conformado casi por completo por participantes del Seminario de los sábados. El director era Enrique Florescano y en la redacción estaban Héctor Aguilar Camín, Adolfo Castañón y Julio Frenk. El Consejo Editorial estaba dividido en tres secciones: “Sociedad e Historia”, “Ciencia” y “Literatura y Artes”.31 La primera la integraban Guillermo Bonfil, Pablo González Casanova, Lorenzo Meyer, Alejandra Moreno Toscano, Carlos Pereyra, José Luis Reyna, Luis Villoro y Arturo Warman. La segunda, Luis Cañedo, Eugenio Filloy, Cinna Lomnitz, López Acuña y José Warman. La tercera, Antonio Alatorre, José Joaquín Blanco, Carlos Monsiváis y Yolanda Moreno Rivas.

La revista, en un inicio, recibió cierto apoyo material de parte Manuel Moreno Sánchez, un importante político miembro del Partido Revolucionario Institucional y posteriormente Partido Social Demócrata (PSD), padre de Alejandra Moreno Toscano y, por tanto, suegro de Enrique Florescano.32 Moreno Sánchez les prestó una casa que tenía en Prado Norte (número 450) en las Lomas de Chapultepec, en donde pudieron instalar las primeras oficinas de Nexos. Esta casa había sido ocupada previamente por el periódico unomásuno, mismo que también había apoyado Moreno Sánchez.33 Por otro lado, la revista logró hacerse de financiamiento a partir de venderle publicidad a fuentes tanto privadas como estatales. Sobre todo se anunciaban editoriales, otras publicaciones culturales, instituciones académicas, galerías de arte, entre algunas empresas más grandes como Altos Hornos de México, y Don Pedro-Domecq. Los anuncios gubernamentales eran de algunas de sus dependencias culturales, como el Instituto Nacional Indigenista, el Archivo General de la Nación, Instituto Nacional de Bellas Artes-SEP, entre otras como la Secretaría de Hacienda, el Fondo Nacional para el Consumo de los Trabajadores y el Departamento de Pesca.

La revista Nexos empezó a ser impresa en la Imprenta Madero, la cual fue fundada a principios de la década de los cincuenta por Tomás Espresate y Eduardo Naval, quienes también eran dueños de la Librería Madero. En ella trabajaron personajes fundamentales en la renovación del diseño y la edición mexicana.34 Esta imprenta tiene una importancia fundamental en la historia del diseño en México por sus propuestas, entre los que destacan los barridos de color, el uso de obras de artistas famosos y de fotografías de alto contraste, así como el uso de troqueles o suajes y dobleces de papel. Su lugar en la historia intelectual también es central por la serie de proyectos culturales que allí se materializaron: editorial ERA, La Cultura en México, Nexos, por solo mencionar algunos.35 El encargado de realizar el diseño de Nexos fue Bernardo Recamier, el cual diseñaba desde 1974 La Cultura en México en lugar de Vicente Rojo. En este sentido se estableció una continuidad entre ambas publicaciones no solo en términos del equipo y estilo editorial, sino también en la propuesta visual. El mismo Recamier reconoce esto y dice haber retomado elementos del suplemento dirigido por Monsiváis tales como el uso de imágenes eróticas y juguetonas en las páginas de Nexos. 36 En esto coincide Luis Miguel Aguilar, que además apunta: “ambas publicaciones compartían algo más: la voluntad editorial de ponerles a los artículos cabezas imaginativas, incluso juguetonas y paródicas”.37

Se buscó un formato que se alejara de las revistas culturales mexicanas existentes en el momento.38 Se decidió que Nexos se imprimiera en papel periódico, a dos tintas y en formato tabloide. Como recuerda José Joaquín Blanco, parecían “periódicos grandes”.39 El formato tabloide desapareció tras ser utilizado un año pues en los centros de venta se doblaba y caía por sus dimensiones. Almada Bay dice: “se caía en los estantes de Sanborns, no había manera de sostener la revista con ese formato”. Por su parte, Luis Miguel Aguilar explica:

[…] a los pocos números se vio que ese formato era impracticable: la publicación se doblaba o vencía tanto en los puestos de periódicos como en los locales cerrados, y hubo que modificarle el formato sobre la marcha. Empezó por doblarse a la mitad, reduciéndole la portada y poniéndosela en uno de los dobleces del formato tabloide, para que tuviera sostén a la hora de exhibirla, y luego derivó en el más practicable tamaño carta que aún ahora conserva después, claro, de muchas variaciones: de la impresión a dos tintas y papel de poco gramaje a portada en color, papel bond con más gramaje, papel couché, toda en color, etcétera.40

En el número 13 (enero de 1979) adoptan el tamaño carta, el cual sigue siendo usado hasta el día de hoy.

La idea de iniciar Nexos en formato tabloide la tomaron sus fundadores de The New York Review of Books (o NYRB). De esta publicación bimensual estadounidense, además, tomaron otra idea central. La NYRB se caracterizaba por la publicación de reseñas de novedades editoriales bajo el planteamiento de que estas eran una forma de escritura, con rigurosos requerimientos intelectuales y estilísticos, que debían asemejarse al ensayo crítico y no al comentario. Nexos se origina bajo la idea de hacer lo mismo.41 Jean Meyer escribe al respecto:

Enrique Florescano fue el primero de todos nosotros en leer la New York Review of Books; me enseñó a leerla y no he dejado de hacerlo hasta la fecha, con mayor provecho. Enrique nos decía que México necesitaba de semejante revista. […] Su proyecto, proyecto compartido por el grupo amistoso que había informalmente formado, era académico —para no decir científico, pero se vale decir científico— a la vez que político; científico porque pretendía, al estilo de la NYRB, hacer progresar el conocimiento por el conducto de las reseñas de libros. Político, al estilo de la misma NYRB, porque el conocimiento es liberal y lleva a la libertad, protege, consolida la libertad adquirida, conquistada u otorgada.42

La NYRB había publicado su primer número en febrero de 1963 con la idea de llenar un vacío en el mundo del periodismo estadounidense: el de las reseñas críticas frente a los “dulces y blandos elogios que caen por todas partes a la escena” y las reseñas emanadas de una “actitud acomodaticia”.43

Bajo la edición de Barbara Epstein y Robert Silvers, se apostó por pedir a personas especializadas dar su punto de vista acerca de los libros de reciente publicación. Las reseñas escritas tenían que ir más allá del simple comentario y en sentido estricto ser verdaderos ensayos interpretativos escritos con rigor académico aunque con un estilo más ligero.44 La propuesta encontró eco en un grupo con intereses académicos como el que había ideado Nexos. El equipo del Seminario de los sábados quiso imitar la propuesta de la NYRB porque consideraba fundamental difundir de manera crítica aquello que se publicaba en el mundo de la academia. El modelo de reseñas-ensayo era una gran opción para cumplir con este objetivo que se habían planteado. Bajo la dirección de Florescano, se destinaron la mayor parte de las páginas de Nexos a reseñas de publicaciones de toda índole y sus distintas secciones quedaron conformadas y articuladas bajo esta lógica.

“Minimalia”, una de las secciones, adoptó cabalmente el modelo de las reseñas-ensayos de la NYRB. Los artículos de esta sección eran firmados y se ocupaban de reseñar uno o varios libros. La sección “Pie de página” también estaba conformada por reseñas, pero estas eran realizadas por el equipo de la redacción y generalmente no se firmaban.45 El propósito de la sección era informar sobre las novedades del mundo editorial y las reseñas no eran tan detalladas ni metódicas como en las páginas largas de la revista, sino que incluían solo la información básica de las obras.46

También se creó una sección llamada “Por entregas” con el original propósito de reseñar revistas.47 En esos años, dependencias del gobierno y universidades tenían diversas publicaciones periódicas de las cuales Nexos quiso ocuparse, por lo que publicó reseñas de revistas en general o de números específicos.48 Esta sección resulta fundamental para entender la manera en que Nexos surgió en diálogo con el campo de las publicaciones periódicas del momento en México.

Se dedicó una sección especial a los textos que no fueran reseñas: “Cabos sueltos”. Esta columna tomó su nombre de una sección del periódico La libertad de Justo Sierra, el cual era estudiado en aquel entonces por Adolfo Castañón, miembro del Seminario de los sábados.49 En esta sección se trataban diversos temas de actualidad, aunque también se publicaron cuentos y poemas. En un principio se aprovechó el formato tabloide para que esta recorriera la parte inferior de varias páginas y así pudiera ocuparse de varios temas en un mismo número. A partir del número 45, tras haberse adoptado el formato tamaño carta, se decidió que todos los números abrirían con “Cabos sueltos”.50 Como lo demuestran “Cabos sueltos”, y algunos otros textos, Nexos en realidad nunca se limitó a publicar reseñas.51 Sin embargo, con el paso del tiempo, el equipo de redacción empezó a caer en cuenta de que no bastaba acercarse a la realidad mediante la reseña de libros y revistas, y los ensayos fueron cada vez más predominantes.

Una característica se mantuvo presente: fueran reseñas o ensayos,Nexos era un espacio de entrecruzamiento entre los distintos saberes. Como lo indicaba su propio nombre y el subtítulo que lo acompañaba, era una publicación que buscaba construir nexos entre las distintas ramas del conocimiento humano. Como Adolfo Castañón indica, esto se buscó desde un principio: “se quería que la revista fuese multidisciplinaria y que combinara una profundidad teórica en los diversos ámbitos con un pasable registro de la actualidad mexicana, latinoamericana y, por supuesto, mundial”.52 La “Editorial”, aparecida en el primer número, también lo decía claramente:

[…] nexos quiere ser lo que su nombre anuncia: lugar de cruces y vinculaciones, punto de enlace para experiencias y disciplinas que la especialización tiende a separar, a oponer incluso. Aspira a ser un foro donde se expresen los problemas de la ciencia y la tecnología, la investigación económica y social, el ensayo literario, la historia y la realidad política.53

Es cierto que el golpe a Excélsior había resultado en una multiplicación de revistas y que existía como importante antecedente el suplemento La Cultura en México, pero Nexos apareció como algo radicalmente distinto a todo ello en tanto no solo buscó hacer dialogar al conocimiento académico con un público más amplio, sino que también quiso hacerlo dialogar consigo mismo. José Joaquín Blanco recapitula al respecto:

En esa época no escaseaban revistas y suplementos culturales y académicos, pero se tendía no solo a la especialización sino al marginamiento […]. Sin menoscabo del cultivo profesional de cada campo, urgían puentes, comunicaciones, trasvases, reacciones y contaminaciones entre los diversos trabajadores de la cultura y sus productos.54

Nexos, como lo había hecho originariamente el Seminario de los sábados, logró agrupar colaboradores provenientes de distintas disciplinas para abordar temas desde una visión multidisciplinaria. Esto se organizó asignando a diversos encargados para cada una de las divisiones disciplinares de Sociedad. Ciencia y Literatura.

Los creadores de Nexos creían que a partir de la década de los cincuenta se habían dado una serie de importantes transformaciones en México que habían hecho que la cultura hegemónica, que ellos denominaban “la cultura literaria”, entrara en crisis. Estos cambios tenían que ver con la crisis económica, pero también con “las fuertes tensiones que crean la explosión demográfica y la “modernización” capitalista, la dependencia científica y tecnológica, la urbanización deforme y la marginación social de millones de seres, el influjo neocolonial de los medios de comunicación, la ruptura de la sociedad tradicional y el surgimiento de una sociedad de masas subdesarrollada.”55 En suma, la realidad mexicana era más compleja y “sus contradicciones y sus puntos de fricción” cada vez mayores. Eso hacía inminente construir una nueva cultura que pudiera aportar explicaciones que respondieran a esta nueva realidad.56

A tono con su actividad en el Seminario de los sábados, para los fundadores de Nexos, los discursos que podrían explicar el país no provenían ya del ámbito literario, sino del académico. Entonces, Nexos buscó acercarse a la realidad desde las distintas disciplinas aprendidas en las aulas universitarias, y no desde el ensayo literario que había caracterizado a esa llamada “cultura literaria”.57 Se posicionaron en oposición a los escritores que a su parecer habían dominado el campo cultural mexicano. En contra de las explicaciones de México construidas por literatos, los creadores de Nexos se propusieron generar conocimiento con rigor académico. “Juzgamos limitado, o inútil, diseñar un proyecto cultural que no incluya en su perspectiva los desafíos y el análisis de la realidad social a que pretende dirigirse”, declaraban.58

En congruencia con esto, Nexos incluyó en sus páginas, además de reseñas, artículos y transcripciones de mesas redondas con especialistas sobre los temas de actualidad más relevantes. Bajo la lógica de la multidisciplina que también se había heredado de las discusiones del seminario informal organizado por Florescano, durante los primeros años se encuentran en la revista lo mismo una mesa redonda sobre energía nuclear (“Temas y voces de la energía nuclear”) que artículos sobre el campo mexicano (“No todo el campo es orégano. Panorama de la lucha campesina 1978-1979” de Alfredo Camhaji), o sobre política internacional (“El proyecto de Reagan” de Luis Maira).59

Estas serie de publicaciones concordaban con los temas que desde el primer número habían planteado los integrantes de la redacción que serían aquellos propios de la revista:

El petróleo o la reforma política, la inflación y la quiebra financiera del Estado, la urbanización y las colonias populares, los giros ideológicos de la cultura popular por la penetración de los medios masivos o los muy amplios sectores de la clase media que se precipitan en un mercado de best-sellers, muebles provenzales, música instrumental, cultos esotéricos o astrológicos. En fin, la clausura de todo resquicio democrático en varios países de América del Sur, la remodelación fascista de la dependencia, las brechas de la opulencia y la miseria; el horizonte de un largo, impredecible, periodo de sujeción científica y tecnológica entre un puñado de países líderes y el resto del mundo.60

Esta serie de temas eran vistos no solamente como objetos de estudio, sino como una manera de crear la realidad a la cual los creadores de Nexos aspiraban.61 Dicho de otra forma: no se estudiaban solo con la finalidad de obtener cierto conocimiento sobre la realidad, sino también pata actuar de manera directa sobre ella.

Es importante considerar que la agenda que Nexos plantearía desde muy pronto, y la manera en la cual quería participar de la vida pública por medio de ella, asumía su inclinación con las ideas de izquierda.62 Los propios miembros de la revista se designaban a sí mismos de esta manera y, por lo menos en los primeros años este fue un rasgo que Nexos quiso acentuar en sus contenidos y a través del cual le interesaba ser reconocido en el campo cultural mexicano, en especial frente a la revista Vuelta de Octavio Paz.63 Héctor Aguilar Camín recuerda:

Nexos no nació de un proyecto político política ni tuvo un liderato dominante. Tampoco respondió a una ideología. Pero nació en los terrenos y dentro de las coordenadas de la izquierda. Su diversidad se dio durante muchos años dentro del cuadrante de la izquierda. Cualquiera que conozca la izquierda mexicana de aquellos años sabrá que decir esto equivale a decir perspectivas, sensibilidades y trayectorias no solo divergentes, sino a menudo irreconciliables. La revista era tácitamente “de izquierda”, como opuesta a la revista “de derecha” que había sido Plural y era Vuelta.64

José Joaquín Blanco incluso plantea que el discurso de “izquierda moderada” de Nexos fue lo que más incidencia tuvo en el público. La razón de esto, para él, es que se logró estructurar un discurso moderado de izquierda durante años de guerrilla y radicalización, y al mismo tiempo hacer “cierta crítica civilizada, no muy beligerante, a los proyectos oficiales”.65

REFLEXIONES FINALES

En enero de 2018, con motivo de celebrar sus cuarenta años de existencia, la revista Nexos convocó a 96 autores frecuentes de la revista, provenientes de distintas generaciones, a que escribieran un breve ensayo en el cual analizaran el presente de México y esbozaran sus ideas sobre el país del futuro. Algunos de los autores que participaron habían sido miembros del Seminario de los sábados y colaboraron desde un inicio en Nexos, pero muchos otros no habían nacido siquiera cuando la revista fue fundada.66 Mucho ha cambiado desde 1978, el año en que apareció Nexos, aunque la revista mantiene algunos de los elementos que la caracterizaron desde un inicio: ciertos personajes del grupo fundador, varias de sus secciones y, sobre todo, un discurso periodístico en diálogo con la academia y un ánimo por incidir en las problemáticas del país.67 El caso de Nexos reafirma que las revistas son artefactos culturales que no se mantienen estáticos, sino que cambian a lo largo del tiempo y del espacio. Las posibles permanencias (nombre de la revista, formato, algunos autores) no niegan los cambios. Es importante prestar atención a las distintas sociabilidades que una misma revista puede generar a lo largo del tiempo.

Fuentes. Entrevistas*

Bernardo Recamier, Ciudad de México, 24 de julio de 2013. [ Links ]

Enrique Florescano, Ciudad de México, 5 de agosto de 2013. [ Links ]

Héctor Aguilar Camín, Ciudad de México, 10 y 11 de diciembre de 2012. [ Links ]

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Notas

1En enero de 1977, el Departamento de Investigaciones Históricas se convirtió en la Dirección de Estudios Históricos. Su dirección volvió a quedar en manos de Enrique Florescano hasta 1982, fecha en la que asumió la dirección general del Instituto Nacional de Antropología e Historia. Sobre las transformaciones e historia del Departamento de Investigaciones Históricas, véase [Anónimo], “Apéndice: Breve historia del DIH”, Cuadernos de Trabajo. Memoria del Departamento de Investigaciones Históricas, 1971-1976, INAH, núm. 19, 1977, pp. 129-133; [Anónimo], “Situación General”, Cuaderno de Trabajo, INAH, núm. 1, 1983, pp. 110 ss.

5FLORESCANO, “Balance general (1971-1976)”, p. 12. Se enfocaron en los siglos XIX y XX.

6Se fundaron los siguientes seminarios: Historia de las haciendas mexicanas en el siglo XIX; Luchas campesinas en el siglo XIX; Historia y problemas de la educación en México; Cambios socioeconómicos en México en el siglo XIX; Condiciones de trabajo y situación de las clases trabajadoras en México en el siglo XIX; Historia de la cultura nacional; Historia económica; Formación de grupos y clases sociales; Historia urbana. Por su parte, otros seminarios eran de revisión historiográfica: Historiografía económica; Historiografía política; e Historiografía social.

8Florescano señalaba que el éxito del sistema de seminarios se debía que “la información y el conocimiento individuales se hacen colectivos e integran vastos conjuntos que desencadenan la aparición de nuevas ideas; porque las hipótesis personales son inmediatamente revisadas y puestas a prueba por los demás; porque se provoca un efectivo juego interdisciplinario y porque todo esto promueve un clima de intercambio e interacción de ideas y presupuestos científicos que enriquecen a la persona y al conjunto de los investigadores que forman un Seminario”. FLORESCANO, “Balance general (1971-1976)”, p. 10.

10Al Seminario asistían personajes como Pablo González Casanova, Antonio Alatorre y Luis Villoro (nacidos ambos en 1922), y otros como Adolfo Castañón (nacido en 1952) y Julio Frenk (nacido en 1953). Es decir, confluían y colaboraban personas con veinte años de diferencia de edad.

11Es importante señalar la presencia de únicamente dos mujeres en este grupo. Esto definitivamente impactó en las preocupaciones temáticas, sociabilización y construcción general de la revista Nexos que se creó a partir del Seminario. La perspectiva de género es una línea a investigar pendiente que, sin embargo, excede el enfoque de este artículo de investigación. FLORESCANO, “Los orígenes”, Nexos, enero de 2008; AGUILAR CAMÍN, Héctor, “Los años en nexos”, Nexos, enero de 2008. http://www.nexos.com.mx/?mes=1&anio= 2008&search=go&P=numanteriores&PAGE=1 [Consultada en febrero de 2013]; Entrevista con Héctor Aguilar Camín, Ciudad de México, 10 y 11 de diciembre de 2012.

12Para dar cuenta del desarrollo de la historia intelectual mexicana se ha recurrido en reiteradas ocasiones a una explicación generacional. Véase, en especial: GONZÁLEZ Y GONZÁLEZ, Luis, La ronda de las generaciones, México, Clío-El Colegio Nacional, 1997; y KRAUZE, Enrique, “Cuatro estaciones de la cultura mexicana”, Vuelta, núm. 60, noviembre de 1981, pp. 27-42. La revista Nexos no se puede definir y explicar cabalmente en términos generacionales; en sentido estricto, fue un espacio en donde convivieron y colaboraron dos generaciones: la de Medio Siglo y la del 68. Por ello, se emprendió el análisis de aquellos elementos que el conjunto de individuos que impulsaron este proyecto compartían, más allá de los límites de su generación. En una editorial de Nexos de mediados de los noventa se leía: “en la revista Nexos confluyeron la generación de Medio Siglo y la generación del 68. Ambas trajeron a la revista sus propias ideas y obsesiones”. [Anónimo], “Cambios en Nexos”, Nexos, junio de 1995, p. 5.

13Ejemplo de esto son GONZÁLEZ CASANOVA, Pablo, La democracia en México, México, Serie Popular Era, 1965; FLORESCANO, Enrique, Precios del maíz y crisis agrícolas en México, 1708-1810, México, Nueva Serie, 1969; y algunos más jóvenes como CÓRDOVA, Arnaldo, La ideología de la Revolución mexicana. La formación del nuevo régimen, México, Ediciones Era, 1973; y AGUILAR CAMÍN, Héctor, La frontera nómada: Sonora y la Revolución mexicana, México, Siglo XXI Editores, 1977. Ignacio Almada Bay recuerda: “Esta generación estaba en la plenitud de su producción y algunos de ellos encabezaban centros de investigación que iniciaban su despegue en la calidad y número de sus publicaciones.” Entrevista con Ignacio Almada Bay, Ciudad de México, 25 de julio de 2013.

14Es importante señalar que La Cultura en México no fue la única publicación en la que habían participado miembros del Seminario de los sábados. Otra revista en la cual se aglutinaron algunos de los asistentes fue Cuadernos Políticos, fundada en 1974, y en la cual participaron Rolando Cordera, Carlos Pereyra y Arnaldo Córdova. También es importante mencionar el periódico Unomásuno, fundado en 1977, y del cual Héctor Aguilar Camín era subdirector editorial y donde participaban, además, Rolando Cordera, Carlos Pereyra, entre otros.

15Como dice José Warman: “no estaba tan lejos del 68, y después del movimiento del 68, después de Tlatelolco, fue un shock, un movimiento muy fuerte en la sociedad y en la intelectualidad mexicana y en los movimientos de izquierda en México. El periodo pos 68 va coagulando grupos como el de los sábados.” Entrevista con José Warman, Ciudad de México, 12 de junio de 2013.

17Octavio Paz dice respecto a esta paradoja: “en el momento en que el gobierno obtenía el reconocimiento internacional de cuarenta años de estabilidad política y de progreso económico, una mancha de sangre disipaba el optimismo oficial y provocaba en todos los espíritus una duda sobre el sentido del progreso”. PAZ, Octavio, “Posdata”, en Octavio PAZ, Obras Completas. El peregrino en su patria: historia y política en México, México, Fondo de Cultura Económica, 1994, vol. 8, pp. 277-278.

19En ese espacio se discutieron textos centrales de la producción intelectual mexicana de aquella época, por ejemplo, el trabajo de Carlos Monsiváis sobre la cultura en México, el cual luego formaría parte de la Historia General de El Colegio de México; los ensayos de Rolando Cordera y Carlos Pereyra titulados “Los límites del reformismo”; también partes de las investigaciones históricas de Lorenzo Meyer; así como el borrador de México, la disputa por la nación: perspectivas y opciones del desarrollo de Carlos Tello Macías y Rolando Cordera Campos. Sobre los textos discutidos, véase MEDINA VIEDAS, Jorge, “Nexos y la comunicación en México”, Etcétera, 1 de julio de 2008; Entrevista con Rolando Cordera, Ciudad de México, 24 de junio y 3 de julio de 2013.

20Como dice Florescano: “de los asuntos políticos se pasaba a considerar, en las semanas siguientes, los económicos, demográficos, urbanos, educativos, culturales, científicos, ecológicos, históricos o antropológicos; y de la capital del país se viajaba a sus regiones, o del espectro nacional al internacional”. FLORESCANO, “Los orígenes”, Nexos, enero de 2008.

21Adolfo Castañón escribe: “Tengo la impresión de que la revista que luego se llamaría nexos nació al socaire de los acalorados debates y discusiones que ahí se daban en torno a los textos ahí discutidos”. CASTAÑÓN, Adolfo, “Hace 30 años”, Nexos, enero de 2008. Por su parte, José María Pérez Gay dice: “No creo exagerar si afirmo que la revista nació en el Departamento de Investigaciones Históricas del INAH, anexo del Castillo de Chapultepec, cuyo director era Enrique Florescano Mayet”. PÉREZ GAY, José María “30 años en mil palabras”, Nexos, enero de 2008. Esta impresión la comparten Héctor Aguilar Camín y Rolando Cordera. Véase AGUILAR CAMÍN, “Los años en nexos”, Nexos, enero de 2008; Entrevista con Rolando Cordera, Ciudad de México, 24 de junio y 3 de julio de 2013.

28Un buen ejemplo del esfuerzo del grupo por contribuir a diagnosticar y proponer soluciones para la realidad nacional es el libro México, hoy en el que participaron varios de los miembros del Seminario de los sábados. Bajo la coordinación de Pablo González Casanova y Enrique Florescano, en este libro aparecieron textos de José Blanco, Guillermo Bonfil, Rolando Cordera, Arnaldo Córdova, Daniel López Acuña, Carlos Monsiváis, Alejandra Moreno Toscano, Olga Pellicer, Carlos Pereyra, Raúl Trejo Delabre, Luis Villoro, Arturo Warman, entre otros. Véase GONZÁLEZ CASANOVA, Pablo y Enrique FLORESCANO (coords.), México, hoy, México, Siglo XXI Editores, 1979.

31En el número 41, de mayo de 1981, se creó una cuarta sección del Consejo Editorial denominada “Asuntos Internacionales”, compuesta por Arturo Borja, Roberto Bouzas, José Miguel Insulza, Luis Maira y José María Pérez Gay.

32Manuel Moreno Sánchez era también “anfitrión de históricas comidas campestres en el húmedo refugio de Los Barandales, un rancho de huertos ralos propiedad de la familia en las alturas metafísicas del pueblo de Ocoyoacac, rumbo a Toluca. Ahí solían confluir, varias veces al año, nuestros ánimos discutidores, ebrios de ideas y de lo otro, devanando el país en largas sobremesas de palabras arrebatadas, ceñidas por un estilo analítico cuyo límite resumía con puntualidad generacional Moreno Sánchez: “Donde ustedes ven causas políticas y lucha de clases, yo solo veo lucha de intereses y pleito de personas””. AGUILAR CAMÍN, “Los años en nexos”, Nexos, enero de 2008.

33Ignacio Almada Bay cuenta: “Las oficinas de la revista estaban en una casa en la calle Prado Norte en las Lomas de Chapultepec, frente a un mercado. Donde de vez en cuando los redactores coincidíamos a la mesa para comer pollo con mole poblano o carne de cerdo en trozos bañados en salsa verde, con tortillas de maíz recién hechas, que pasábamos con aguas frescas, mientras comentábamos los textos que llegaban y nos repartía Héctor [Aguilar Camín]”. Entrevista con Ignacio Almada Bay, Ciudad de México, 25 de julio de 2013.

34Entre ellos, José Azorín, Jordi y Francisco Espresate, Hipólito Galván, Roberto Muñoz, Antonio González, Carlos Maldonado, Pilar Ríos, Candelario Montiel, Efraín Morales, Bernardo Recamier y Vicente Rojo.

38En palabras de José Warman: “la idea era eso: buscar un formato no tradicional”. Entrevista con José Warman, Ciudad de México, 12 de junio de 2013.

41José María Pérez Gay describe al primer número de Nexos como “una suerte de New York Review of Books”. PÉREZ GAY, “30 años en mil palabras”, Nexos, enero de 2008. Varios de los fundadores de Nexos señalan la influencia que tuvo la NYRB en ellos y en su proyecto editorial. Adolfo Castañón señala otras dos importantes referencias: “se tenían en mente dos o tres modelos en mente: el Times Literary Supplement, el New York Book Review of Books, La Quinzaine Littéraire. Se hablaba mucho de la necesidad de hacer reseñas de libros y de revistas y de tener un punto de vista sobre la actualidad histórica, política y literaria.” CASTAÑÓN, “Hace 30 años”, Nexos, enero de 2008.

43Elizaberth Hardwick, autora de las palabras anteriores en su famoso artículo “The Decline of Book Reviewing”, era parte del grupo de personas que, al calor de una cena, habían pensado en aprovechar la coyuntura de la huelga de periódicos de Nueva York en 1962-1963 para crear una revista que atendiera el problema de la falta de reseñas críticas y bien escritas. En esta cena estaban, además Hardwick, su esposo Robert Lowell, así como Jason Epstein y su esposa Barbara Epstein. Sobre la creación de la NYRB véase ATLAS, James, “The Ma and Pa of the Intelligentsia”, New York Magazine, 25 de septiembre de 2006; BROWN, Andrew, “The writer’s editor”, The Guardian, 24 de enero de 2004; REMNICK, David, “Postscript Barbara Epstein”, The New Yorker, 3 de julio de 2006. Para entender los antecedentes de la NYRB, es fundamental leer el ensayo mencionado: HARDWICK, “The Decline of Book Reviewing”, Harper’s, octubre de 1959.

45Con el paso del tiempo, los textos que componían “Minimalia” pasaron a formar la sección “Pie de Imprenta”, conservando su modelo. Cuando esto sucedió, se empezaron a firmar todas las reseñas.

46De enero a diciembre de 1979, por ejemplo, aparecieron en “Pie de Imprenta” 169 reseñas bibliográficas.

47Buenos ejemplos de esta sección son: ARREDONDO, Estela, “Cuadernos que al tiempo han resistido”, Nexos, agosto de 1981, p. 49, texto que reseñaba Cuadernos Políticos, revista publicada de ERA, desde su fundación en 1974 hasta 1981. Otro ejemplo es LOMNITZ, Cinna, “Y va de nuevo: Naturaleza/Ciencia y Desarrollo”, Nexos, agosto de 1978, p. 26, que reseñaba el volumen 9 (1978) de la revista Naturaleza y el volumen 4 (1978) de Ciencia y Desarrollo.

48Se escribieron reseñas firmadas con tono polemista tales como la que escribió Luis Miguel Aguilar a propósito del quinto aniversario de la revista Vuelta. AGUILAR, Luis Miguel, “Vuelta, año cinco”, Nexos, enero de 1982.

50Cabos sueltos” continúa existiendo hasta el día de hoy, 35 años después de la fundación de Nexos, y se ha convertido en un rasgo distintivo de la revista y una señal de su continuidad.

57Posiblemente el mejor ejemplo de este género, por su relevancia y alcance, sea El laberinto de la soledad de Octavio Paz publicado en 1950.

61Nexos desde entonces perfiló algo que sería su constante: en este tipo de revista se siembran como “en laboratorio” asuntos que de ser del interés de unos cuantos, pasan a ser con el tiempo “mainstream” de todos. Temas como el atraso del campo, la modernización educativa, la apertura política, la comercial, la cuestión del petróleo, el reclamo democrático, etcétera: pasaron de concernir a unos cuantos a ser de concernimiento nacional”. Entrevista con Luis Miguel Aguilar, Ciudad de México, 9 de julio de 2013.

62Esto no quiere decir que fuera una publicación marxista, aunque, como la ha señalado Van Delden, en varios textos deNexosse defendió el uso de conceptos marxistas y se empleó la visión marxista para interpretar la realidad política. VAN DELDEN, Maarten, “Conjunciones y disyunciones: la rivalidad entre Vuelta y Nexos”, Foro Hispánico: El laberinto de la solidaridad. Cultura y política en México (1910-2000), núm. 22, 2000, p. 112.

63Van Delden dice al respecto: “Al consultar el primer número de Nexos, que aparece en enero de 1978, es difícil evitar la impresión que el editorial que abre la revista contiene una respuesta directa a los planteamientos de Paz en el primer número de Vuelta”. VAN DELDEN, “Conjunciones y disyunciones”, p. 107. Malva Flores también señala la referencia que se hizo desde Nexos a Vuelta desde los números iniciales de la primera. FLORES, Malva, Viaje de Vuelta. Estampas de una revista, México, Fondo de Cultura Económica, 2011.

64Entrevista con Héctor Aguilar Camín, Ciudad de México, 10 y 11 de diciembre de 2012. El referente de Vuelta era, asimismo, importante por su periodicidad, pues se trataba de otra revista mensual.

67Junto con Álvaro Ruíz Rodilla, los autores de este texto buscamos realizar un repaso histórico de algunos textos significativos publicados por la revista Nexos a lo largo de sus cuarenta años en una antología en dos volúmenes. CONCHEIRO SAN VICENTE, Luciano, Ana Sofía RODRÍGUEZ y Álvaro RUÍZ, Las décadas de Nexos (una antología de 1978 a 2017), México, Fondo de Cultura Económica, Colección Revistas Literarias Mexicanas Modernas, 2018, 2 vols.

*Mantuvimos comunicación con un gran número de personas vinculadas a Nexos en reiteradas ocasiones; sin embargo, aquí solo hacemos referencia a los testimonios obtenidos por escrito y a las entrevistas grabadas.

Recibido: 05 de Noviembre de 2021; Aprobado: 29 de Enero de 2022

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