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Tzintzun. Revista de estudios históricos

versión On-line ISSN 2007-963Xversión impresa ISSN 1870-719X

Tzintzun. Rev. estud. históricos  no.77 Michoacán ene./jun. 2023  Epub 02-Jun-2023

 

Notas

JUAN MARCHENA FERNÁNDEZ (1954-2022)

Eduardo Miranda Arrieta1 

1Instituto de Investigaciones Históricas


Se fue un grande. El día 10 de octubre del 2022 se apagó una fuerza de vitalidad enorme en las ciencias humanas y, como lo expresó nuestra querida amiga Cristina Fonseca, “los estudios americanos perdieron a uno de sus comandantes”. Grande en todo: como investigador americanista, como profesor de muchas universidades, como formador de varias generaciones, como ser humano. Muchos fuimos los afortunados en conocerle. Sus conocimientos amplios y profundos de la historia podían ser escuchados en una conferencia, en el salón de clase, en los pasillos, en la cafetería. Su palabra magistral, a veces poética, no provenía de un expositor estereotipado. Su lenguaje corporal, similar al de un monólogo de un teatro, daba tal fuerza didáctica a sus razonamientos que eran imposibles ser olvidados. Marchena había adquirido el poder de la palabra sabia acerca de la historia; su lenguaje y forma de hablar penetraban sin obstáculos en la mente de sus oyentes, incluso, su voz dejó de ser propiamente peninsular para convertirse en americana.

Durante su vida fue recogiendo los honores que lo acreditaban. Miembro de diferentes Academias de Historia, Miembro Correspondiente de la Real Academia de Historia en España, Doctor Honoris Causa en distintas Universidades (Portugal, Colombia, Argentina, Perú, etcétera), son muestra de la consolidación de su producción y de su calidad como investigador. Fue autor de más de 150 publicaciones entre libros, capítulos de libro y artículos en revistas especializadas. El tema de las instituciones militares en América colonial (del Ejército y las milicias) lo convirtió en un referente historiográfico. No obstante, su producción histórica fue mucho más amplia. Escribió sobre: la vida social de la América colonial, la Constitución de Cádiz, la insurgencia indígena en la región andina, el indio Phelipe Guaman Poma, el criollo Pablo de Olavide. De esta última biografía aún recuerdo ese exquisito contexto, del siglo de las luces, para referirse al “tiempo de Olavide”; es una demostración magistral de su prosa en que expone con gran elocuencia rítmica, con sensibilidad placentera, ese momento de confrontación entre lo viejo y lo nuevo, ese momento en que “vino la luz para vencer los demonios de la tradición, de las viejas creencias…”.

Los cargos académicos que tuvo como vicerrector, miembro de Consejos y coordinador del Área Historia y Cultura en América Latina, los armonizó con sus actividades docentes en la Universidad de Sevilla, la Universidad Internacional de Andalucía, los programas de doctorado en universidades latinoamericanas y en la Universidad Pablo de Olavide. En esta última dedicó la mayoría de sus años de vida y el mayor de sus esfuerzos para ofrecer estudios relacionados con el mundo americano. En el fondo, parecía sentirse en deuda con los territorios conquistados por España, con sus habitantes que habían soportado el dominio español y la colonización. Los programas de doctorado que impulsó en esta institución son una demostración de ello: “Historia de América Latina. El poder y la palabra” e “Historia de América Latina. Mundos indígenas”.

En las aulas de esta Universidad, con el nombre de aquel criollo ilustrado, conseguimos conocerlo como profesor. Difícil olvidar su notable capacidad para tomar lección. Juan Marchena no fue únicamente ese educador que sabía exponer sus ideas, su profundo conocimiento de la historia (con lucidez y seguridad académica), sino que fue el pedagogo más fecundo y persuasivo que haya conocido nunca. Parado allí, frente a sus alumnos, proyectando su voz, utilizando matices de intensidad para comunicar sus mensajes, en un acto comunicativo, que solo permitía el asombro, el respeto, el conocimiento y su emulación. Fue, pues, un formador completo. Logró dirigir más de 80 tesis de doctorado y de maestría en diferentes universidades. Marchena perteneció a ese mundo sagrado del conocimiento universal que supo proyectar con su obra escrita y con su voz que llevó por todo el mundo y, en especial, por el continente americano. La historia lo condujo a comprender la importancia de lo que fuimos, para darnos cuenta, y mantener la esperanza de un mundo renovado.

El continente americano lo hizo suyo, sobre todo la parte latina. Fue otro conquistador que buscó, por el contrario, devolver la dignidad y mostrar la grandeza de este territorio a partir de la historia. Caminó por todos sus rincones para aprender y enseñar. Uno de estos espacios fue nuestro país México y el estado de Michoacán. En este último, con el preclaro y conocido maestro Dr. Gerardo Sánchez Díaz, después de dar una conferencia sobre el papel del ejército en los territorios americanos, hizo un recorrido por el entorno del lago de Pátzcuaro donde habitan la mayor parte de los pueblos indígenas purépechas. Recordó el Dr. Sánchez que “era el 31 de octubre de 1999 cuando se hacían los preparativos de la velación de los angelitos en los panteones de las comunidades lacustres”. Maravillado frente a esas manifestaciones culturales, el profesor Marchena llegó a comentar “que veía mucha semejanza con las costumbres de las comunidades rurales de Galicia”.

Después de algunos años (2013) visitó la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. En el marco del seminario Discurso y poder en México y América Latina en el Instituto de Investigaciones Históricas, impartió una conferencia magistral, dio un curso de actualización, obsequió una entrevista a los alumnos de la Facultad de Historia y disertó otra conferencia en el posgrado de la Facultad de Derecho. Incansable, sin regateos, mostró y dejó su conocimiento profundo del pasado latinoamericano, con gran entrega y sentido humano. Alguien así solo merece estar donde ahora está: en el cielo y en el corazón de muchos amigos y condiscípulos suyos. Gracias querido profesor.

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