Masculino de 40 años, con dos meses de reparación abierta de hernia inguinal izquierda y colocación de malla de polipropileno, acude a rehabilitación por presentar dolor urente localizado en el quinto interno de la región inguinal y la base izquierda del pene. En la exploración en rehabilitación, se observó abdomen con cicatriz de siete centímetros en la región inguinal izquierda, blando, no doloroso; peristalsis normal, con prueba de Carnett positiva, presencia de alodinia e hiperestesia en el quinto interno del ligamento inguinal y la porción izquierda de la base del pene, anestesia de la mitad derecha de la bolsa escrotal. A la palpación, se encontró testículo izquierdo disminuido de volumen en 50% comparado con el ipsilateral, indurado, no doloroso, con diagnósticos de: a) lesión del nervio ilioinguinal izquierdo y b) atrofia testicular izquierda. Se solicitó resonancia magnética pélvica, que corroboró atrofia testicular (Figura 1). Se canalizó a valoración por cirugía y urología para su manejo.
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Figura 1: Resonancia magnética ponderada en T2, corte coronal a nivel de la bolsa escrotal, donde se observa testículo derecho con características normales y testículo izquierdo atrófico con menor volumen, mostrando señal de baja intensidad.
Las complicaciones de la reparación de la hernia inguinal1 se presentan en 1.7 a 8% de todos los casos; la recurrencia de la hernia es la más frecuente (0.3 a 3.8%), seguida de lesión de los conductos deferentes (1.6%) y lesión de los vasos espermáticos, la cual origina orquitis isquémica, que lleva a atrofia testicular2 en 0.2 a 1.1% de todas las reparaciones de hernia inguinal. Esta lesión puede originarse tempranamente de manera directa durante la cirugía o en forma tardía, causada por el tejido cicatrizal como resultado del proceso inflamatorio tisular en respuesta a la malla y su adhesión a las estructuras del cordón espermático; otro mecanismo de lesión propuesto es la trombosis aguda del plexo venoso pampiniforme más que lesión arterial, debido al importante flujo colateral de los testículos a partir de la arterias epigástrica, vesical, prostática y escrotal, que proporcionan hasta 40% del flujo testicular. Otras complicaciones menos frecuentes incluyen atrapamiento testicular en el canal inguinal, infección y daño por sección o atrapamiento de los nervios ilioinguinal (como en el caso presentado), iliohipogástrico y genitocrural.3,4 El diagnóstico de isquemia testicular se establece por ultrasonido; la apariencia y el aspecto de isquemia testicular resultan en incremento de volumen testicular durante las fases aguda y subaguda; existe reducción del volumen durante la fase crónica. El parénquima testicular aparece hipoecoico, con flujo sanguíneo no detectable en Doppler color; se puede observar hipertrofia de los vasos cremastéricos en la fase crónica.3 En la resonancia magnética, el parénquima testicular normal presenta señal homogénea e intermedia en secuencias T1 e intensa en secuencias T2. La túnica albugínea se presenta como una fina banda de baja intensidad de señal en ambas secuencias; cuando existe atrofia testicular, además de la disminución de su volumen, el testículo aparece con una baja intensidad de señal.4