Masculino de 82 años, con antecedente de hipertensión arterial controlada con telmisartán por cardiólogo, cirugía de extracción de cataratas y colocación de lente intraocular bilateral desde hace 10 años, enviado a rehabilitación con diagnóstico de esguince cervical de 24 horas de evolución por accidente automovilístico. Al interrogatorio dirigido, además de dolor cervical y dificultad para la rotación y flexión cervical, reporta visión borrosa de ojo derecho, con imposibilidad para la lectura de dos semanas previas. A la exploración: palpación de globos oculares no dolorosa a la presión, en campos visuales se aprecia escotoma central en ojo derecho, imposibilidad para lectura con ojo derecho a pesar de las gafas; al oftalmoscopio se detecta área hipopigmentada en fóvea; se observa tendencia a rectificación de vasos, sin datos de desprendimiento retiniano (Figura 1); en cuello: disminución de la rotación cervical a 45 grados bilateral y flexión cervical dolorosa sin irradiaciones a extremidades braquiales, resto de exploración normal. Se coloca collarín cervical y se solicita tomografía óptica de coherencia (Figura 2) así como angiografía con fluoresceína de ambos ojos (Figura 3). Al cabo de 24 horas se llega al diagnóstico de degeneración macular relacionada con la edad de tipo húmedo. De acuerdo con cardiología se canaliza a oftalmología para control y manejo; el esguince cervical se resolvió con termoterapia y collarín cervical.
La degeneración macular asociada con la edad (DMAE) es una patología degenerativa ocular que consiste en lesión o deterioro de la mácula (responsable de la visión central) sin pérdida de la visión periférica; es responsable de 8.7% de los casos de ceguera a nivel mundial.1 Los factores de riesgo2 reportados son: edad, tabaco, deficiencia nutricional, hipertensión, exposición importante a la luz solar, obesidad, ojos claros e hipermetropía. La DMAE está ligada al factor genético denominado factor H del complemento. Debido al aumento de la esperanza de vida, su prevalencia se incrementa con predominio en mujeres. Existen dos variedades de DMAE, la seca (85-90% de los casos) caracterizada por presencia de “drusas” y la húmeda (exudativa o neovascular) en aproximadamente 10% de los pacientes, ésta se caracteriza por el crecimiento de membranas neovasculares coroideas que invaden el espacio subretiniano, provocando daño permanente en los fotorreceptores y generando puntos ciegos en el área central de la visión (escotoma central absoluto). La neovascularización origina una membrana neovascular. Los síntomas principales de DMAE incluyen disminución de la agudeza visual central, posible existencia de metamorfopsia, escotoma central y alteración en el tamaño de las imágenes. El diagnóstico además de la clínica y la oftalmoscopia (que debe ser parte de la exploración, independientemente de la especialidad) se apoya en la tomografía óptica coherente3 y en la angiografía con fluoresceína. No hay un tratamiento específico para la degeneración macular seca, se utilizan vitamínicos y zinc como antioxidantes que pueden reducir significativamente el riesgo de progresión.4 En el tratamiento de la DMAE húmeda se han obtenido respuestas favorables con el uso de anticuerpos monoclonales inhibidores de la angiogénesis,5 existen otras modalidades de tratamientos como la terapia fotodinámica, la fotocoagulación con láser, la ozonoterapia y el uso de dobesilato.