Introducción
El síndrome de Mayer-Rokitansky-Küster-Hauser es una anomalía congénita causada por la ausencia de desarrollo embriológico de los conductos de Müller, se caracteriza por agenesia vaginal, desarrollo uterino variable y ovarios funcionales normales; presenta cariotipo 46, XX. Su incidencia es de uno por cada 4,500-5,000 mujeres.1
Esta condición se divide en tipo I y II. El tipo I es la forma típica de presentación donde sólo la parte caudal del ducto mülleriano (vagina superior, cérvix y útero) está afectado. El tipo II incluye aplasia del conducto mülleriano, agenesia renal unilateral y malformaciones esqueléticas.2
Caso clínico
Paciente femenino de 18 años que desea iniciar su vida sexual activa. Refirió amenorrea primaria, talla normal, caracteres sexuales secundarios presentes. En la exploración ginecológica se identificaron carúnculas himeneales, fosita vaginal (Figura 1), vestíbulo y periné de características normales. El estudio de resonancia magnética describió ausencia uterina con esbozo vaginal, ovarios y riñones presentes (Figura 2), sin malformaciones esqueléticas. Perfil hormonal sin evidencia de hiperandrogenemia bioquímica. Se concluyó síndrome de Rokitansky con presentación fenotípica tipo I. Se realizó vaginoplastia mediante la técnica de McIndoe con malla de submucosa intestinal porcina de 13 × 15 cm.
Se disecó la fosita vaginal hasta el espacio vesicorrectal. Se hidrató la malla con solución fisiológica y gentamicina; después se envolvió una prótesis tubular con el injerto, que se aseguró con una sutura de fijación. Se introdujo el molde al espacio previamente disecado (Figura 3). Finalmente, se verificó la correcta distribución del injerto y la hemostasia.
Resultado
El molde se retiró una semana luego de la cirugía, por lo que la paciente mostró evolución postquirúrgica óptima y presentó reepitelización vaginal sin evidencia de infección, a los siete días. Además, continuó con autodilatación en su domicilio y uso de promestrieno en crema, tres veces por semana y por vía vaginal, como resultado reportó una longitud vaginal total de 10 cm a los tres meses de seguimiento y de 9 cm a los seis meses; asimismo, refirió una vida sexual satisfactoria.
Discusión
La técnica de McIndoe consiste en la disección del espacio rectovesical, para posteriormente colocar una prótesis cubierta con un injerto dérmico autólogo.3 Sin embargo, el uso de autoinjertos incrementa la morbilidad, el tiempo quirúrgico y los resultados estéticos. Los xenoinjertos, hechos a partir de submucosa de intestino delgado porcino, funcionan como un andamio proteico, el cual gradualmente es remodelado, lo que ofrece una alternativa al uso de autoinjertos.
Conclusión
El objetivo de la cirugía reconstructiva es crear un canal vaginal que permita la penetración durante el coito, así como el funcionamiento fisiológico de la mucosa. La incorporación de injertos de origen biológico no humano es una opción efectiva para evitar la morbilidad asociada a la recolección de autoinjertos.