Editor asociado: Alejandro Salinas Melgoza
La cotorra argentina (Myiopsitta monachus) es nativa de Sudamérica en donde se distribuye desde la parte central de Bolivia y el sur de Brasil hasta el centro de Argentina (Spreyer y Bucher 1998). Es considerada como una especie exótica invasora ya que ha podido establecer poblaciones en países de América como Canadá, Estados Unidos, México, Puerto Rico, las Bahamas, las islas Caimán; en Europa en Gran Bretaña, Portugal, España, Francia, Alemania, Suiza, Austria, Bélgica, Grecia, la antigua Yugoslavia, Italia; en África en Kenya y las islas Canarias; y en Asia en países como Israel, Emiratos Árabes Unidos y Japón (eBird 2016). En general se acepta que las poblaciones de esta cotorra fuera de su área de distribución original son el resultado de individuos que escapan del cautiverio, de manera intencional o involuntaria (Spreyer y Bucher 1998, Russello et al. 2008, MacGregor-Fors et al. 2011). Se adaptan rápidamente a una gran diversidad de ambientes por su capacidad fisiológica de soportar temperaturas extremas (Weathers y Caccamise 1975) y por sus hábitos alimenticios generalistas (South y Pruett-Jones 2000), y además tienen preferencia por zonas urbanas y suburbanas, especialmente parques y otras áreas arboladas (Sol et al. 1997, Spreyer y Bucher 1998, Burger y Gochfeld 2009, Minor et al. 2012). Además, la cotorra argentina se considera peligrosa porque ocasiona problemas económicos, ambientales y de salud (Davis 1974, Fitzwater 1988, Bucher 1992, Newman et al. 2008).
Esta especie se registró por primera vez en México en 1999 en el estado de México (Chávez 1999). A partir de entonces se ha reportado en la Ciudad de México y áreas adyacentes (Ramírez-Albores 2012) y en los estados de Puebla, Chiapas, Michoacán (MacGregor-Fors et al. 2011), Oaxaca (Pablo-López 2009), Baja California Sur (Guerrero-Cárdenas et al. 2012), Querétaro (Pineda-López y Malagamba Rubio 2011), Guanajuato (Pineda-López et al. 2013), Morelos (Jiménez Piedragil et al. 2013), Chihuahua (Soto-Cruz et al. 2014), Veracruz (González-García et al. 2014), Guerrero (Almazán-Núñez et al. 2015) y estado de México (Salgado-Miranda et al. 2016). En este trabajo presentamos los primeros reportes de la presencia de M. monachus para el estado de Hidalgo. Desde el 2011 hemos registrado individuos y nidos de esta cotorra en dos ciudades del estado ubicadas en dos municipios distintos: Huejutla de Reyes y Pachuca de Soto (Figura 1).
En abril y mayo del 2011 observamos una pareja de adultos anidando en el travesaño de una galera metálica (Figura 2) en el terreno de la Feria de Nochebuena, (21º09’18.24” N, 98º23’8.09” O) en la colonia Todos por Hidalgo en la ciudad de Huejutla, municipio de Huejutla de Reyes, a 111 m de altitud. El nido se encontró en la zona periurbana al noreste de la ciudad y el área se caracteriza por presentar zonas habitacionales dispersas entre campos de cultivo. Se observó a los adultos cortando ramas de árboles de eucalipto (Eucalyptus sp.) y transportándolas al nido. En abril de 2013 observamos una cotorra anidando en una antena de telefonía (Figura 3) a una altura aproximada de 20 m, ubicada en la colonia El Paraíso de las Huastecas en la misma ciudad (21º09’08.90” N, 98º23’52.42” O) a 109 msnm, también al noreste de la ciudad y dentro de una zona altamente urbanizada rodeada por algunos campos de cultivo. Durante el 2014 y el 2015 se observaron esporádicamente de dos a tres individuos adultos cerca de ambos sitios de anidación.
En la ciudad de Pachuca observamos dos individuos de M. monachus y un nido activo (20º04’57.1” N, 98º47’13.2” O; Figura 4) en octubre del 2013 en un campo de golf (Club de Golf Pachuca) ubicado en la zona suroeste de la ciudad, dentro del municipio de Pachuca de Soto, a 2363 m de altitud. En el campo de golf hay un fraccionamiento de casas habitación, presenta varios cuerpos de agua y vegetación principalmente introducida. El nido se encontró sobre una yuca (Yucca filifera) a una altura de 9.2 m, mientras que la altura total de la yuca fue de 10 m. Los individuos se encontraron en diferentes fechas (2013 y 2014) perchando en árboles cercanos al nido. El 29 de abril de 2015 observamos tres individuos adultos perchando en una barda y un árbol de pirul (Schinus molle) también al suroeste de la ciudad en una zona periurbana de campos agrícolas de cebada (Hordeum vulgare) con construcciones dispersas (20º04’58.54” N, 98º47’14.62” O) dentro de la colonia Nopancalco también en la ciudad de Pachuca. Posteriormente, el 19 de junio del mismo año observamos posiblemente a los mismos tres individuos en la zona. No fue posible dar seguimiento a los nidos por lo que no se tienen datos del éxito de anidación.
La cotorra argentina es un ave exótica invasora cada vez más común en México. En la revisión de MacGregor-Fors et al. (2011) se reportó en la Ciudad de México y seis estados del país. Hasta enero de 2016, tomando en cuenta los artículos publicados, los datos de este trabajo y los avistamientos documentados en la plataforma digital eBird (2016), se tienen registros en 23 entidades de México: Aguascalientes, Baja California, Baja California Sur, Campeche, Chiapas, Chihuahua, Coahuila, Ciudad de México, Durango, Guanajuato, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, estado de México, Michoacán, Morelos, Nayarit, Nuevo León, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Sonora y Veracruz. Muchos de los individuos que se encuentran ahora en libertad en México son resultado de escapes o liberaciones intencionales (MacGregor-Fors et al. 2011, Almazán-Núñez et al. 2015), lo que po siblemente ha ocurrido en las localidades de Hidalgo que reportamos. Los tres nidos encontrados se ubicaron en sustratos diferentes, lo que muestra una vez más la plasticidad de estos psitácidos en la construcción de sus nidos (Avery et al. 2012). La presencia de nidos en Hidalgo indica que la cotorra argentina está en proceso de establecerse en la entidad.
En los últimos años, México ha sido el principal importador de esta especie a nivel mundial (CITES 2012). Entre 2009 y 2013 México importó 373 761 ejemplares vivos de M. monachus, principalmente de Uruguay (DGVS 2013) para su venta como mascotas. Debido a su rápida expansión, a los problemas potenciales que representa y a lo difícil y costoso que resultaría su control o erradicación (Kolar y Lodge 2001), es indispensable prohibir las importaciones de la cotorra argentina a México. Además se requiere establecer un programa de monitoreo para documentar su expansión, estudiar los sitios de anidación y monitorear su éxito reproductivo, así como las interacciones con especies nativas y los daños económicos que provoque. A pesar de ser una especie que se ha establecido con éxito en muchos países fuera de Sudamérica, existen muy pocos estudios que analicen su biología poblacional (Avery et al. 2012), información crucial para emprender acciones de manejo y control.