Editor asociado: Patricia Escalante Pliego
Introducción
El colimbo mayor (Gavia immer, Brunnich 1764, Gaviidae: Gaviiformes) es un ave acuática migratoria relativamente grande (69-91 cm longitud y 2.2-5.3 kg peso; Evers et al. 2010) de pico negro gris, robusto y recto, además presenta dimorfismo sexual por tamaño; los machos son mayores que las hembras (promedio de 28%; Harrison 1987, Evers et al. 2010). Las principales áreas de anidación se han identificado en Norteamérica, desde el oeste y centro de Alaska, Canadá, franja norte de Estados Unidos hacia las costas de Groenlandia, y alcanza la costa de Islandia (AOU 1998). Utiliza diversos hábitats de agua dulce como lagos, estanques y ocasionalmente ríos, con frecuencia asociados a zonas boscosas (AOU 1998, Evers et al. 2010). Es una especie que durante la migración utiliza rutas interiores y costeras (Pacífico y Atlántico; Kerlinger 1982, Powers y Cherry 1983, Belant et al. 1991, Kenow et al. 2009). En el océano Pacífico se encuentra durante su estancia no reproductiva desde las islas Aleutianas (suroeste de Alaska) hacia el sur, hasta el Golfo de California y occidente de México (AOU 1998). Durante el invierno se le ha observado en costas, bahías, ensenadas, estuarios, ocasionalmente ríos, rara vez en la región pelágica (>100 km desde la costa; Powers y Cherry 1983, Evers et al. 2010, Paruk et al. 2015). Es un ave buceadora que depreda peces e invertebrados, principalmente demersales (Daub 1989, Ford y Gieg 1995, Gingras y Paszkowski 2006).
En México hay registros en ambos litorales. Es poco común a lo largo del Golfo de México, cuyo límite de distribución está indicado en el sur de Veracruz (Howell y Webb 1995, Gómez de Silva 2003, Fuentes-Moreno et al. 2016). Está considerado como visitante de invierno irregular en sistemas lacustres del altiplano (Garza de León 1987, Ramírez-Bastida et al. 1994, Howell y Webb 1995, Contreras-Balderas y Ruiz-Campos 2007, Romero-Águila et al. 2007). Adicionalmente se ha catalogado como un visitante invernal hasta cierto punto común (noviembre-abril) a lo largo de costa occidental de la península de Baja California y al interior del Golfo de California (Zimmerman 1966, Howell y Webb 1992, Howell y Webb 1995, Mellink et al. 1997, Ruiz-Campos et al. 2004, Ruiz-Campos et al. 2005). Para zonas más sureñas es menos abundante pero frecuente (Hernández-Vázquez 2005a, Hernández-Vázquez 2005b); el límite de su distribución por lo regular se da a la altura de la costa de Jalisco y Colima (Howell y Webb 1995, Mellink y de la Riva 2005, Evers et al. 2010, Hernández-Vázquez et al. 2013), aunque se tienen registros puntuales en Guerrero (Ramírez-Bastida y Navarro-Sigüenza 2013) y Chiapas (Howell y Webb 1995).
Observación
El 13 de julio de 2014 a las 10:23 h observamos un individuo de colimbo mayor. Lo identificamos como inmaduro por presentar un borde pálido pronunciado en las plumas escapulares y la espalda (Pyle 2008). Presentaba cierto desgaste en las plumas, lo cual es normal ya que los inmaduros no mudan el plumaje sino hasta el segundo invierno (Pyle 2008, Figura 1). El avistamiento tuvo una duración aproximada de 10 min a una distancia no mayor a 5 m. El individuo mostró un comportamiento sosegado, por lo que logramos fotografiarlo y observar características fenotípicas distintivas de la especie: el pico de coloración grisácea, culmen oscuro, ojos rojos, corona oscura, nuca marrón que contrastaba con el cuello y garganta blanquecinos, con un collar oscuro en la base del cuello, zona dorsal color marrón sin marcas blancas, zona ventral de tonalidad más clara, así como una pequeña área en frente y por encima del ojo de coloración menos oscura (Figura 1), las características mencionadas sirven para separarla en campo de otras especies similares (Howell y Webb 1995, Evers et al. 2010).
La observación la realizamos en la playa arenosa Playa Azul (UTM 256116-1783160 datum WGS 84; 0 msnm; municipio de Salina Cruz, Oaxaca). Esta playa tiene una longitud aproximada de 1.3 km, y colinda al este con Playa Chipehua y al oeste con Playa Brasil. El avistamiento fue a una distancia aproximada de 10 km al noreste del puerto de Salina Cruz, Oaxaca (Figura 2). Durante la observación el ave se mantuvo en reposo aunque alerta; sin embargo, al acercarnos se desplazó hacia el mar y una vez en el agua nadó hasta una distancia aproximada de 100 m de la línea de costa. Aparentemente el individuo estaba normal (sin signos de golpes o maltrato), y sólo percibimos cierto agotamiento. Por otro lado, el colimbo mayor tiende a invernar en aguas neríticas, ya que se alimentan de organismos demersales a profundidades, en general, no mayores a 20 m, por lo que la observación cerca de la costa no es rara (Powers y Cherry 1983, Daub 1989, Ford y Gieg 1995).
Discusión
El colimbo mayor es un invernante regular en latitudes templadas (30°N, Harrison 1987, Paruk et al. 2015). Aparentemente, México es el límite de su distribución invernal hacia el sur en el continente americano (Evers et al. 2010, GBIF 2016). Si bien es común en aguas marinas en el noroeste del país, al sur del Golfo de California, aunque de presencia regular, el número de registros disminuye (costas de Jalisco y Colima; Hernández-Vázquez 2005a, Hernández-Vázquez 2005b, Mellink y de la Riva 2005, Ramírez-Bastida y Navarro 2013), es raro e irregular en el sur de Colima, con algunos registros para Guerrero (Ramírez-Bastida y Navarro-Sigüenza 2013, eBird 2016) y Chiapas (Allan R. Phillips, en Howell y Webb 1995). Asimismo se ha observado que no todos los sitios con reportes de invernación de la especie son usados interanualmente, sobre todo si los individuos fueron inmaduros (Daub 1989, Ford y Gieg 1995).
De acuerdo con los datos en eBird (2016), el registro más al sur en el Pacífico mexicano se ubica en Playa Ventura (18/01/2003; municipio de Copala) en el estado de Guerrero. Al revisar la base de datos de CONABIO (2016) y GBIF (2016) verificamos que los registros de la especie de estas últimas fuentes coinciden con los de eBird (2016). De tal manera que el presente avistamiento se localiza aproximadamente 380 km al sureste del registro más sureño indicado para la especie en estas bases de datos (CONABIO 2016, eBird 2016, GBIF 2016).
Binford (1989) no indica registro de la especie en Oaxaca, ni de manera hipotética. Tampoco ha sido reportada en estudios realizados en zonas interiores, costeras y humedales de la región sureste, particularmente en Oaxaca y Chiapas (Schaldach Jr. et al. 1997, Forcey 2002, Gerardo-Tercero et al. 2010, González-Bravo y Meraz 2010, Bojórges-Baños 2011, Ramírez-Bastida y Navarro-Sigüenza 2013, Mera-Ortiz et al. 2016). Así que la presente observación es el primer registro de colimbo mayor para el estado de Oaxaca. Chiapas y Oaxaca son los estados con la mayor riqueza de aves en el país (Navarro-Sigüenza et al. 2014), y existe un esfuerzo de observación en el área, por lo que lo más plausible es que de manera natural haya una baja frecuencia de la especie en la zona.
El individuo observado lo identificamos como inmaduro (Pyle 2008). Se indica que los inmaduros tienden a veranear en los sitios de invernada y migran hacia las áreas de anidación hasta el segundo año de edad (Belant et al. 1991, Evers et al. 2010). Lo que concuerda con lo observado en México, donde los colimbos veraneantes han sido identificados como juveniles (Contreras-Balderas y Ruiz-Campos 2007). Aunado a lo anterior, este grupo de edad presenta una mayor movilidad en sitios de invernación (Evers et al. 2010, Paruk et al. 2015). En este sentido, las aves observadas en zonas de distribución marginal se han identificado como inmaduros (Garza de León 1987, Fuentes-Moreno et al. 2016, presente observación).
Por otro lado, la presencia del colimbo en la playa pudiera relacionarse con tormentas tropicales en el Pacífico mexicano (CONAGUA 2015) previas a la observación, pues la sucesión de fenómenos climáticos adversos se ha asociado con el registro de la especie (e.g. fuertes vientos, tormentas; Hernández-Vázquez et al. 2002, Evers et al. 2010, Fuentes-Moreno et al. 2016).
El registro de aves en nuevas localidades geográficas, no sólo permite caracterizar patrones de distribución o dispersión, sino entender las historias de vida de los organismos y diseñar estrategias de conservación mejor planificadas para diferentes áreas (Romero-Águila et al. 2007, Valencia-Herverth et al. 2008, Pineda-López et al. 2013, Urbina-Torres 2016).