El capuchino tricolor (Lonchura malacca) es un ave pequeña (11-12 cm) de la familia Estrildidae considerada invasora para México (Álvarez-Romero et al. 2008, Semarnat 2016, Payne 2017). Se alimenta principalmente de semillas de plantas herbáceas y con menos frecuencia de frutos, además ingiere pequeñas piedras, posiblemente para facilitar la trituración de los alimentos u obtener micronutrientes (Álvarez-Romero et al. 2008, Certuche-Cubillos et al. 2010). Habita en pastizales, áreas húmedas y pantanosas, matorrales, áreas verdes y tierras de cultivo (Restall 1996, Payne 2017). Es una especie gregaria, llega a formar parvadas de hasta 200 individuos, pero con mayor frecuencia éstas tienen entre 10 y 50 individuos, también es usual observarla en pequeños grupos familiares (Restall 1996, Carantón-Ayala et al. 2008).
El capuchino tricolor no muestra dimorfismo sexual, pero el grupo de edad puede identificarse con base en características de plumaje. Los adultos poseen una coloración negra en la cabeza, garganta, parte superior del pecho e inferior del vientre; el dorso y las cobertoras superiores de las alas son de color castaño, rabadilla y cobertoras superiores de la cola color granate; primarias y secundarias más externas café oscuro con bordes castaños, secundarias más internas completamente castañas; blanco en el pecho, flancos y parte superior del vientre; posee un pico cónico y grande de color blanco azulado y las patas grises. Los jóvenes son uniformemente de color café pálido del dorso y café claro a ocre de la garganta y vientre, no presentan la cabeza negra y el pico es de color gris (Álvarez-Romero et al. 2008, Forshaw y Shephard 2012).
Esta especie es originaria de Asia: suroeste, sur y sureste de la península indostánica, así como la isla de Sri Lanka (Payne 2017). Su distribución exótica abarca varios países de América: México, Belice, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Estados Unidos, Cuba, República Dominicana, Haití, Jamaica, Martinica, Trinidad y Tobago, Hawái, Puerto Rico, Colombia, Venezuela y Ecuador (Funes y Herrera 2005, Carantón-Ayala et al. 2008, Pranty 2010, Kenefick et al. 2012, Arendt et al. 2013, Birdlife International 2017). También se ha introducido en Australia, Japón y España (Eguchi y Amano 2004, GAE 2006, Forshaw y Shephard 2012). Algunas fuentes mencionan su presencia en Portugal, sin embargo, estos registros corresponden en realidad a L. atricapilla, anteriormente considerada conespecífica de L. malacca (Matias 2011, Payne 2017).
Al igual que L. malacca, al menos otras siete especies del género han colonizado áreas fuera de su distribución nativa, lo que sugiere que cuentan con una notable plasticidad ecológica (Burger y Gochfeld 1989). En el caso del capuchino tricolor, una característica que probablemente ha favorecido su expansión es su estrategia reproductiva: construye un nido poco conspicuo sobre vegetación rodeada por agua, lo que disminuye la depredación por mamíferos y serpientes. Además, usualmente tienen dos nidadas al año, cada una de entre cuatro y siete huevos, mientras que los semilleros del trópico americano por lo general tienen sólo una nidada de dos o tres huevos (Burger y Gochfeld 1989, Restall 2003).
En México se registró por primera vez en Chicxulub, Yucatán en 1993 (Gómez de Silva 2004) y actualmente se ha indicado su presencia para la mayor parte de los estados del sureste: Quintana Roo, Yucatán, Chiapas, Campeche, Tabasco y Veracruz (Álvarez-Romero et al. 2008, MacKinnon et al. 2011, Olguín-Hernández et al. 2011, eBird 2018, iNaturalist 2018). Aunque sólo para los primeros tres estados se han presentado publicaciones, existen fotografías que permiten confirmar la identificación de la especie para todos ellos, con excepción de Veracruz (Figura 1).
Para esta última entidad, se tienen dos observaciones registradas en eBird (2018). La primera se reportó cerca de Minatitlán, donde se observaron dos individuos en julio de 2014, ésta incluye una descripción de las características que permitieron identificar a las aves. La segunda ocurrió en la ciudad de Cardel, en octubre de 2017, y en ella se indica la presencia de 10 individuos. El registro aquí abordado, aunque es el tercero para Veracruz, es hasta el momento el primero publicado formalmente y con registro fotográfico. Adicionalmente, muestra una distribución más hacia el interior del país que muchas de las observaciones previas (Figura 1).
El 13 de diciembre del 2017, a las 10:15 h, observamos dos individuos adultos de L. malacca (Figura 2) en los campos agrícolas del Colegio de Postgraduados, campus Córdoba (18°51’30.85”N; 96°51’45.64”O, WGS84, 649 m de altitud), municipio de Amatlán de los Reyes, en la región de las Montañas del estado de Veracruz (Sefiplan 2013). Los capuchinos parecían estar forrajeando de manera similar a lo descrito por Olguín-Hernández et al. (2011), intercalándose entre la percha, en las ramas de un bambú (Dendrocalamus asper) a unos 3 m de altura, y el forrajeo aproximadamente a 2 m del suelo en plantas de gigantón (Tithonia diversifolia), donde también se alimentaban al menos cuatro jilgueros dominicos (Spinus psaltria). Posteriormente los dos capuchinos volaron en dirección a una plantación de café (Coffea arabica).
En el campus del Colegio de Postgraduados hay jardines, pastizales, plantaciones de caña de azúcar (Saccharum officinarum), café bajo sombra de vainillo (Inga vera), bambúes, plantas ornamentales y diversos árboles frutales, maderables y de especias; esta diversidad de recursos es aprovechada por alrededor de 100 especies de aves (Campos-Cerón et al. 2013). En particular, el sitio donde ocurrió el avistamiento se encuentra en un área de pastizales junto a un arroyo temporal que en ese momento sólo presentaba agua en algunas pozas.
La presencia de cultivos o pastizales y cuerpos de agua coinciden con el hábitat de la especie, tanto en sitios donde tiene distribución nativa (Restall 1996), como donde ha sido introducida (Burger y Gochfeld 1989, Olguín-Hernández et al. 2011). No obstante, en México el presente registro es el más occidental, se encuentra sobre los 96°50’ y también es el que ha ocurrido a mayor altitud, pues la mayoría de los avistamientos en el país no superan los 30 m, sólo un registro cerca de Escárcega, Campeche, sobrepasa apenas los 300 m. Sin embargo, en India y Sri Lanka, el capuchino tricolor puede encontrarse hasta los 2100 m (Restall 1996).
En México es claro que el capuchino tricolor ha mostrado aumento en su distribución. Luego de Chicxulub, en 1993 (Gómez de Silva 2004), los avistamientos en Yucatán continuaron y posteriormente se extendieron a Quintana Roo en 2004 (MacKinnon et al. 2011), Campeche en 2005 (eBird 2018) y Chiapas en 2007 (eBird 2018). Los registros de estas dos últimas entidades se encuentran cerca de la frontera con Tabasco, sin embargo, el primer avistamiento en este estado data de 2014, el mismo año que se reportó en Veracruz (eBird 2018).
De acuerdo con lo anterior, puede observarse un patrón en la expansión de L. malacca siguiendo la planicie costera del Golfo de México, la única aparente excepción al mismo es la población del sur de Chiapas, observada por primera vez en 2010 (Olguín-Hernández et al. 2011). Estas aves podrían haber arribado desde Guatemala, de forma independiente que las del norte del mismo estado, considerando la temprana aparición de la especie en Centroamérica (Funes y Herrera 2005) y que la colonización a través del centro de Chiapas posiblemente se viera dificultada por su orografía.
Aunque es imposible descartar que las aves que observamos fueran ejemplares escapados, ya que la especie ha sido introducida a otros países como ave de ornato (Restall 2003), el presente registro -y también el de Cardel (eBird 2018)- coincide con el patrón espacio-temporal de expansión descrito arriba, a través de las tierras bajas adyacentes al Golfo de México. Además, algunas condiciones ambientales presentes en Veracruz y la región de las Altas Montañas, son propicias para el establecimiento de esta especie, como son una cobertura de suelo dominada por pastizales (45 y 12%, respectivamente) y zonas agrícolas (31% y 56%, respectivamente), así como extensas áreas de humedales (López-Portillo et al. 2010, Sedarpa 2012, Sefiplan 2013).
Algunos autores han indicado que el capuchino tricolor tiene la capacidad de tornarse una plaga de cultivos, como el arroz y el sorgo (Funes y Herrera 2005, Carantón-Ayala et al. 2008, Arendt et al. 2013), sin embargo, otros consideran que no es una amenaza seria, pues generalmente no llega a ser muy abundante (Restall 2003, De Silva et al. 2016). Se ha advertido también que podría afectar la ornitofauna nativa, al competir con otras especies granívoras por alimento (Álvarez-Romero et al. 2008) o mediante la transmisión de enfermedades, puesto que las aves del género Lonchura son portadoras de parásitos sanguíneos como Plasmodium spp. y Haemoproteus spp. (Atkinson et al. 1995, Clark 2015). Por lo tanto, recomendamos monitorear la presencia y abundancia del capuchino tricolor en las áreas donde se le ha registrado, así como informar o publicar sobre nuevos avistamientos.