Introducción
Las zonas urbanas representan casi el 3% de la superficie terrestre y estas áreas aumentan continuamente (Liu et al. 2014). La urbanización es considerada como una de las principales amenazas para la vida silvestre, ya que la expansión de ciudades implica la destrucción o extirpación de hábitats nativos (bosques, humedales) y modificación del paisaje, lo que tiene como consecuencia la alteración de la estructura de las comunidades bióticas y pérdida de la diversidad biológica (Clergeau et al. 1998, Faggi y Perepelizin 2006).
En el caso de las aves, la urbanización impacta de manera directa en la tasa de mortalidad de muchas especies a causa de la depredación por gatos (Balogh et al. 2011, Blancher 2013), la desorientación en su desplazamiento a través de hábitats fragmentados (Robertson y Hutto 2006, Robinson y Hoover 2011), la pérdida de sus sitios reproductivos, la contaminación de los ecosistemas, el aumento en el tránsito vehicular de las carreteras, así como el número y variedad de las edificaciones humanas.
Las colisiones de aves con estructuras urbanas también se han convertido en una problemática creciente en las últimas décadas (Klem 1990a, Hager et al. 2013). Algunos autores sugieren que este problema es ocasionado porque la superficie del vidrio refleja la presencia de vegetación cercana, lo cual provoca que las aves vean el reflejo enorme de la vegetación y vuelen hacia ella (Gelb y Delacretaz 2009, Klem et al. 2009). Otra explicación es que en algunos casos los cristales son tan trasparentes que las aves chocan por el intento de volar a través de ellos (Klem 1989). Casi siempre las colisiones de las aves en ventanas suelen provocar una hemorragia intracraneal y la severidad depende de la velocidad a la que se estrellan los individuos, esto puede llevar a una fuerte contusión, fracturas múltiples o la muerte al instante.
Las colisiones con construcciones humanas en ciudades es la segunda causa de mortalidad de aves después de la depredación por gatos (Blancher 2013, Loss et al. 2014 y Wittig et al. 2017). Se estima que alrededor 988 millones de aves mueren al año en accidentes o colisiones provocadas por estructuras e infraestructura de las áreas urbanas (e.g., líneas de trasmisión eléctrica, torres de telecomunicación, automóviles y ventanas) en los Estados Unidos (Klem et al. 2009, Klem 2010). Del total de las muertes causadas por colisiones, el 90% es causada por choques con ventanales y edificios (Klem et al. 2009, Machtans et al. 2013, Loss et al. 2014). De igual manera, cerca de 42 millones de aves mueren al año por colisiones en ventanas de edificios en Canadá (Machtans et al. 2013) lo que incrementa la preocupación por estudiar este factor de mortalidad de las aves en países desarrollados y en vías de desarrollo.
Estudios experimentales y observaciones de campo demuestran que las aves son incapaces de reconocer el vidrio como una barrera física. De esta manera, es importante realizar un mayor número de estudios con metodologías sistemáticas que permitan proponer medidas de mitigación eficaces (Klem 1990b, Veltri y Klem 2005). En México no existen suficientes estudios publicados que evalúen el impacto de las colisiones sobre las poblaciones de las aves y los daños que estos accidentes provocan. El presente estudio tiene como finalidad incrementar el conocimiento e identificar las especies que colisionan con mayor frecuencia, analizar los patrones taxonómicos así como la estacionalidad y sexo de las especies afectadas por ventanas del Centro Universitario Victoria.
Métodos
Área de estudio
Nuestra investigación la realizamos en el Centro Universitario Victoria (CUV) perteneciente a la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT) y ubicada en la parte suroeste de la capital del estado (23º43’15.4” N, 99º09’04.9” O; 365 msnm; Figura 1). El CUV tiene una superficie de 41.24 ha y está conformado por cinco facultades, un estadio, un gimnasio, seis estacionamientos y distintas áreas verdes (remanentes de matorral espinoso tamaulipeco, campos de futbol, viveros, jardineras y jardines). Las especies de árboles predominantes en las áreas verdes son la casuarina (Cassuarina cunninghamiana), el fresno blanco (Fraxinus americana), el neem (Azadirachta indica), el framboyán (Delonix regia), la palma mexicana (Washingtonia robusta), el eucalipto (Eucalyptus globulus), el ficus de hoja pequeña (Ficus benjamina), el ébano (Ebenopsis ebano), el San Pedrito o tronadora (Tecoma stans), el olmo (Populus mexicana) y la pata de vaca (Bahuinia divaricata) (Elizondo 2009, Mora-Olivo y Martínez-Ávalos 2012, observaciones de campo).
Del CUV sólo seleccionamos cuatro edificios, a cada una de estas instalaciones les medimos la superficie (m2), la altura (m), el número de ventanas, el tipo de ventana (translúcida o reflejante) con la finalidad de identificar alguna relación entre la frecuencia de las colisiones y las características de los edificios (Cuadro 1).
Edificios | Centro de Gestión del Conocimiento (CGC) | Centro de Excelencia (CE) | Centro de Apoyo Universitario para la Creatividad y la Enseñanza (CAUCE) | Facultad de Ingeniería y Ciencias (FIC) Salón |
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Superficie (m 2 ) | 1154.18 m 2 | 1136.838 m 2 | 927.084 m 2 | 36 m 2 |
Altura (m) | 16.50 m | 12 m | 12 m | 3 m |
Número de ventanas | 588 | 325 | 336 | 20 |
Tipo de ventana | translúcida | reflectiva | reflectiva | reflectiva |
Trabajo de campo
Para la detección, colecta e identificación de las aves, entre agosto de 2015 y septiembre de 2016 realizamos recorridos a lo largo de rutas permanentes dentro del CUV. Los recorridos fueron realizados por dos observadores que buscaron de manera independiente aves muertas a tres metros de distancia de cada uno de los edificios, así como observaciones directas para identificar aves aturdidas por colisión en los edificios; ambos métodos los realizamos dos veces por día uno durante la mañana entre 09:00-10:00 h, y otro durante la tarde entre 16:00-17:00 h con una revisión de 15 min por edificio (Figura 2). Una vez identificados los cuerpos de las aves, observamos las características que presentaban (pérdida de plumas en el cráneo, hemorragias visibles en ojos y pico) causados por los choques contra las ventanas de las instalaciones.
Para la identificación de las especies utilizamos las guías de campo de Howell y Webb (1995), Peterson y Chalif (2008), Sibley y Allen (2000), Kaufman (2005), Dunn y Alderfer (2006) y Stokes y Stokes (2010). La clasificación y nombres científicos siguen los criterios de la Unión Americana de Ornitología (AOU 1998) y sus actualizaciones. Cada ejemplar encontrado en el área de estudio, en estado de conservación apropiado, fue depositado en la colección ornitológica de la Facultad de Ingeniería y Ciencias (FIC) de la UAT (Figura 3).
Resultados
En total registramos 21 aves que colisionaron en las ventanas del CUV que corresponden a seis ordenes, 11 familias y 16 especies. El 50% de las especies que colisionaron fueron residentes, el 43.7% fueron migratorias y una especie introducida (Passer domesticus). Del total de colisiones, 16 eventos fueron fatales y cinco aves sobrevivieron. El 57% de las aves colisionadas fueron hembras y el 43% fueron machos, incluido un juvenil. Las especies con mayor número de colisiones fueron Zenaida asiatica (N = 4) y Cynanthus latirostris (N = 3). Además identificamos una hembra de una especie endémica del noreste de México, Rhodothraupis celaeno (Cuadro 2). El mayor número de colisiones ocurrió en edificios con vidrios reflejantes con el 76.2% y en las instalaciones de más de dos niveles o pisos (entre 12 y 20 m de altura). El Centro de Apoyo Universitario para la Creatividad y la Enseñanza (CAUCE) presentó el mayor porcentaje de colisiones con el 35%, seguido de los edificios del Centro de Gestión del Conocimiento (CGC) con el 25%, y el Centro de Excelencia (CE) y los salones de clase de la FIC, ambos con el 20% (Cuadro 3). Finalmente, la estación con mayor número de colisiones fue primavera (marzo a junio) con un total de nueve eventos; posteriormente fue el verano (junio a septiembre ) con siete. Mientras que otoño (septiembre a diciembre) (cuatro) e invierno (diciembre a marzo) (uno), aportan los valores más bajos.
Orden | Familia | Especies | Estacionalidad | Endemismo | Frecuencia | Meses |
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Columbiformes | Columbidae | Zenaida asiatica | R | 4 | May. Jun. Jul. Ago. | |
Cuculiformes | Cuculidae | Coccyzus americanus | M | 1 | May. | |
Apodiformes | Trochilidae | Archilochus colubris | M | 1 | Sep. | |
Cynanthus latirostris | R | 3 | May. Jun. Oct. | |||
Amazilia yucatanensis | R | 1 | Mar. | |||
Piciformes | Picidae | Melanerpes aurifrons | R | 1 | Abr. | |
Sphyrapicus varius | M | 1 | Ene. | |||
Falconiformes | Falconidae | Falco sparverius | M | 1 | Nov. | |
Passeriformes | Turdidae | Turdus grayi | R | 1 | Ago. | |
Passeridae | Passer domesticus | - | 1 | Jun. | ||
Fringillidae | Spinus psaltria | M | 1 | Ago. | ||
Parulidae | Basileuterus culicivorus | M | 1 | Mar. | ||
Icteridae | Quiscalus mexicanus | R | 1 | Sep. | ||
Cardinalidae | Rhodothraupis celaeno | R | E | 1 | May. | |
Cardinalis sinuatus | R | 1 | May. | |||
Passerina versicolor | R | 1 | Abr. |
Especies | Centro de Gestión del Conocimiento (CGC) | Centro de Apoyo Universitario para la Creatividad y la Enseñanza (CAUCE) | Centro de Excelencia (CE) | Facultad de Ingeniería y Ciencias (FIC) Salón |
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Zenaida asiática | 1 | 2 | 1 | |
Coccyzus americanus | 1 | |||
Archilochus colubris | 1 | |||
Amazilia yucatanensis | 1 | |||
Cynanthus latirostris | 1 | 1 | 1 | |
Melanerpes aurifrons | 1 | |||
Sphyrapicus varius | 1 | |||
Falco sparverius | 1 | |||
Turdus grayi | 1 | |||
Passer domesticus | 1 | |||
Spinus psaltria | 1 | |||
Basileuterus culicivorus | 1 | |||
Quiscalus mexicanus | 1 | |||
Rhodothraupis celaeno | 1 | |||
Cardinalis sinuatus | 1 | |||
Passerina versicolor | 1 |
Discusión
La mayoría de las 16 especies que colisionaron contra las ventanas de las instalaciones del CUV correspondieron al orden Passeriformes, seguido de Apodiformes y Piciformes; además identificamos una mayor susceptibilidad por parte de la familia Trochilidae y Cardinalidae ambas con tres especies; estos eventos de colisión representan el 5.2% de las especies de aves descritas para el municipio de Ciudad Victoria Tamaulipas (Berlanga et al. 2008). Sin embargo, es posible que hayamos subestimado la tasa de colisiones, ya que nuestros muestreos fueron realizados sólo durante un par de horas por día y no incluyeron todos los edificios que tienen ventanales en el campus. Además, muchos eventos de colisión no son evidenciables (Agudelo-Álvarez et al. 2010). Con frecuencia algunas aves que chocan contra las ventanas no caen directamente al suelo, sino que logran alejarse aún aturdidas o lesionadas y a veces mueren fuera del sitio de colisión. Por otra parte, algunas aves heridas o muertas pueden ser consumidas por depredadores antes de que el observador pueda detectarlas (Klem 1981, Klem et al. 2009). De hecho, durante nuestros recorridos, observamos gatos y perros que se llevaban las aves heridas o muertas, lo cual significó pérdida de evidencias, lo cual se se ve reflajado en la literatura reportada.
Aunque las metodologías utilizadas en los pocos estudios de colisiones de aves en centros universitarios de Latinoamérica son diferentes (periodos de los muestreos) y limitan la comparación directa y extrapolación de resultados, es importante poner en perspectiva los números registrados en este estudio. En nuestra investigación determinamos una ligera tendencia de un mayor número de colisiones en especies residentes con el 50%, lo que coincide con los resultados de Cupul-Magaña (2003) y difiere de los resultados de Agudelo-Álvarez et al. (2010) quienes determinaron que el 70% de sus colisiones fueron especies migratorias en sus dos años de muestreo. Estos últimos autores atribuyen que el mayor número de colisiones en especies migratorias se debe a que no están habituadas al reconocimiento de construcciones humanas; mientras que las especies residentes a diario interactúan con dichas estructuras por lo que “aprenden” a evadir los obstáculos y por lo tanto disminuye el número de las colisiones. Divergimos de esto último, pues de acuerdo con nuestros resultados y los de Cupul-Magaña (2003) en cuanto al aprendizaje de las aves residentes, evidencia poco probable para algunos investigadores (Klem 1989, 1990c). Ya que las colisiones ocurren durante todo el año y puede afectar a una amplia gama de especies de aves, en el caso de las especies residentes pueden sufrir colisiones durante todo el año (Blem y Willis 1998).
Por otra parte, los 16 registros de aves en este estudio presentaron signos de dislocación de las vértebras cervicales, pérdida de plumas en el cráneo y hemorragias visibles en los ojos. Los registros mortales de aves cubren individuos adultos de ambos sexos y juveniles, lo que apoya la idea de que todas las aves son vulnerables independientemente del sexo o la edad (Klem 1989) (Figura 2). Durante los recorridos identificamos cinco especies picando y golpeando de manera intencional los vidrios de las ventanas al ver su imagen reflejada (Corvus imparatus, Mimus polyglottos, Pitangus sulphuratus, Cardinalis cardinalis y Quiscalus mexicanus). Aunque el contacto agonístico de estas especies residentes aparentemente no causó daños físicos a los individuos, se desconoce el efecto del tiempo y energía invertidos en estas conductas, en especial, durante la época reproductiva. Este comportamiento es efectuado comúnmente por los machos que defienden sus territorios reproductivos atacando su propio reflejo en las ventanas de los edificios (Leahy 1982).
Registramos una ligera tendencia de mayor número de colisiones en los edificios de más de dos niveles o pisos (entre 12 y 20 m de altura) que los salones de clases (menos de siete metros de altura). Los edificios en su mayoría cuentan con ventanas reflejantes y están rodeados de áreas verdes, características que se combinan para que la vegetación se refleje en los cristales de las ventanas y las aves no distingan el obstáculo con el reflejo de la vegetación natural, lo cual provoca que vuelen directamente y se impacten en los cristales (Klem 1989; Klem et al. 2009). Por otra parte, los edificios de más superficie (m2) y número de ventanas no aportaron el mayor número de eventos; por lo tanto concluimos que no se encuentran asociados con dichos factores de acuerdo con nuestros resultados y consideramos que la vulnerabilidad y la resistencia indican una naturaleza compleja de las colisiones, y no son reducibles a un solo comportamiento o factor (Wittig et al. 2017).
Las especies con mayor número de individuos muertos fueron Zenaida asiatica y Cynanthus latirostris, lo que puede explicarse por ser dos de las especies más abundante en el área de estudio, están presentes durante todo el año y usan activamente los árboles de las áreas verdes para su alimentación y anidación (Gómez-Moreno 2014 y Gómez-Moreno et al. 2016). La alta densidad de algunas especies de aves en los hábitats urbanos está estrechamente relacionada con mayores colisiones (Klem 1989, Cusa et al. 2015). Z. asiatica es la especie de ave que presenta mayor número de nidos en el CUV y principalmente en los terrenos de la FIC. Ésta es la facultad con más superficie del CUV y con mayor área cubierta con vegetación, áreas verdes con árboles plantados y remanentes de matorral espinoso Tamaulipeco. La vegetación natural y los árboles plantados favorecen la presencia de las aves en estos sitios.
A partir de nuestros datos de colisión en el área de estudio durante todo el año, identificamos un mayor número de colisiones durante la estación de primavera (marzo a junio) con un total de nueve eventos; seguido de verano con siete, mientras que otoño (cuatro) e invierno (uno), estas dos últimas estaciones aportan los valores más bajos en cuanto a colisión. Esto puede deberse a que la estación de primavera presenta la mayor riqueza avifaunística en el área de estudio de acuerdo con los estudio de Gómez-Moreno (2014) y Gómez-Moreno et al. (2016); además en algunos estudios se ha señalado que dicha estación presenta mayor abundancia de especies (López-Calleja 1995; Leveau y Leveau 2011).
Por otra parte, identificamos una similitud entre las especies colisionadas en el estudio de Cupul-Magaña (2003) y las 16 especies identificadas en el presente estudio. Quizás algunas especies son más vulnerables que otras, dadas las coincidencias de algunas especies reportadas en ambos trabajos, por ejemplo: Falco sparverius, Quiscalus mexicanus y Passer domesticus. Sin embargo, las cifras aún son pequeñas y se requiere de más estudios para llevar a cabo una comparación y analizar aquellas especies que no reconocen las ventanas como barrera y a menudo chocan con ellas (Klem 1989).
Existen estrategias de prevención para mitigar las colisiones de aves en ventanas. Tres de las estrategias más conocidas son: la utilización de figuras o moldes de depredadores (e.g., búhos y halcones) en las ventanas (Klem 1990), la segunda son las tiras de colores de 2.5 cm de ancho separadas por cinco centímetros sobre las ventanas, lo que resalta el color ultravioleta que es percibido por las aves (Klem et al. 2009, Agudelo et al. 2010) y el revestimiento total de las ventanas con películas o capas obscuras que las hacen opacas hacia afuera y evitan los choques de las aves (Klem et al. 2009, Klem 2010). De acuerdo con nuestros resultados y el tipo de ventanas en las instalaciones del CUV identificamos que la estrategia más viable para evitar este tipo de incidentes con las aves podría ser la utilización de las tiras de 2.5 cm de ancho, ya que son de larga duración y fácil aplicación entre los espacios de las ventanas. Esto podría prevenir la colisión o minimizar los eventos en las estructuras y ventanas.
El presente estudio brinda información de las especies de aves que se ven afectadas en las zonas urbanas de un Centro Universitario en Tamaulipas. Creemos que las especies que colisionaron son particularmente susceptibles a las ventanas de los edificios. Identificamos similitudes entre las especies reportadas por colisión (Cupul-Magaña 2003) y las frecuencias de las especies colisionadas en las ventanas de nuestra área de estudio. Esperamos que más estudios de este tipo se repliquen, pero considerando mayor número de variables (gremio alimenticio, estado reproductivo e incluso el clima; Richardson 1990), de centros universitarios y de áreas urbanas de mayor extensión del país para poder caracterizar este fenómeno y establecer un protocolo para mitigar este problema.