Introducción
En los animales, la agresión se ha definido como un comportamiento social agonístico que es utilizado para asegurar necesidades esenciales como hábitat, territorio y alimento, lo que a su vez influye en la supervivencia y el éxito reproductivo de las especies (McGlone 1986, Toms 2013). Los papamoscas, miembros de la familia Tyrannidae, se caracterizan por poseer un régimen insectívoro bien marcado (Howell y Webb 1995), donde la mayoría de éstas especies exhiben hábitos gregarios, ya que participan en alguna forma de agrupación social intra o interespecífica, debido a que reducen el riesgo de depredación o mejoran la eficiencia de forrajeo (Hutto 1994, Gram 1998, Herzog et al. 2002). No obstante, se ha reportado que este grupo de aves muestra conductas agresivas altamente visibles, como consecuencia de la variación espacial y temporal de recursos (e.g., Smith-Ramírez y Armesto 2003, González-Oreja y Jiménez-Moreno 2018). Algunas especies llegan a incluir en su dieta altas cantidades de frutos (Almazán-Núñez et al. 2016), invertebrados (e.g., crustáceos, moluscos; Latino y Beltzer 1999), y en menor proporción pequeños vertebrados como peces, anfibios y reptiles (Poulin et al. 2001, Lopes et al. 2005, González-Oreja y Jiménez-Moreno 2018). La dieta específica de la familia Tyrannidae está relacionada principalmente con ciertos rasgos morfológicos, como el tamaño corporal y la longitud del pico (Fitzpatrick 1985, Poulin et al. 2001, Botero-Delgadillo y Bayly 2012), por lo que no es común observarlas con una conducta agresiva con fines alimenticios hacia otros vertebrados. Estos cambios drásticos en el comportamiento y régimen alimentario suelen ser recurrentes y estratégicos para especies de otros grupos de aves en distintas etapas de su ciclo de vida (Drost et al. 2003). Por ejemplo, los colibríes consumen carbohidratos del néctar de las flores, pero los polluelos son también alimentados con insectos de los que obtienen proteínas para promover un desarrollo más rápido del plumaje (Stiles 1995). Sin embargo, existen conductas agonísticas atípicas o menos frecuentes de algunas especies de aves (e.g., Poulin et al. 2001, Chacón-Madrigal y Barrantes 2004, Lopes et al. 2005, Sandoval et al. 2008, Camargo y Laps 2016), por lo que documentar este tipo de información ayudará a mejorar la comprensión de sus relaciones funcionales e historia de vida.
El 11 de diciembre de 2014 a las 10:00 h observamos un comportamiento agresivo de un individuo adulto de mosquero de Hammond (E. hammondii) sobre un individuo del sapo pinero (I. occidentalis; Figura 1). Obtuvimos la observación fortuitamente cuando realizábamos el inventario de aves en un bosque de pino-encino de la localidad de Omiltemi, Guerrero, México (17°32’49.93” N y 99°41’46.23” O; 2200 msnm). Mientras recorríamos el lugar, observamos a menos de 2 m sobre un tronco derribado de pino al anuro, al que comenzamos a tomarle fotografías con una cámara Nikon D5300 y un lente Nikkor 18-55 mm. Pocos segundos después, sorpresivamente notamos que un individuo de E. hammondii se posó en el dorso del anuro y comenzó a agitar las alas de forma vigorosa (Figura 1). Esta actividad duró alrededor de 5 s y por lo intempestivo del evento no logramos enfocar adecuadamente al mosquero, ya que estábamos enfocando al I. occidentalis. Debido a nuestra cercanía, E. hammondii detectó nuestra presencia y después de que observamos su conducta se alejó del lugar. De inmediato el anuro saltó al suelo y se refugió entre la hojarasca.
Debido a que E. hammondii y E. oberholseri presentan rasgos morfológicos muy similares, basamos nuestra identificación de E. hammondii en la longitud de la cola más corta y las alas relativamente más largas debido a la proyección que presentan las plumas primarias (Howell y Webb 1995, Sibley 2000; Figura 1). Sin embargo, si bien estas diferencias pueden ser en ocasiones sutiles respecto a E. oberholseri, confirmamos nuestro registro con otras observaciones del mosquero de Hammond en el sitio de estudio, donde es moderadamente común durante la temporada invernal (Navarro y Escalante-Pliego 1993, Navarro 1998).
Hasta antes de nuestro registro, no existía ninguna descripción sobre este tipo de comportamiento agonístico por especies del género Empidonax en anfibios. No obstante, al parecer esta conducta es más común de lo que se ha observado hasta ahora en la región Neotropical, ya que se ha documentado que algunas aves insectívoras pueden ser agresivas con ciertos grupos de vertebrados, llegando incluso a depredarlos (Poulin et al. 2001, Lopes et al. 2005, González-Oreja y Jiménez-Moreno 2018). Si bien, la conducta agresiva de E. hammondii representa una desviación del repertorio conductual de la especie, en términos de sobrevivencia, el comportamiento inusual del ave puede ser explicado como consecuencia de las condiciones microclimáticas, las cuales llevarían a cambios temporales en ciertos aspectos conductuales y de alimentación del mosquero como una estrategia para enfrentar la disminución temporal de artrópodos (Poulin et al. 2001), o evitar la competencia con otras especies de aves. Nuestra observación incluye un ejemplo importante de agresividad por un ave insectívora, relacionada con el ataque o consumo de anfibios de talla pequeña, como se ha demostrado con otros mosqueros (e.g., Poulin et al. 2001, Lopes et al. 2005). Observaciones futuras deberán estar enfocadas a documentar aspectos básicos de la historia de vida de esta y otras especies, con la finalidad de conocer los roles funcionales de las especies en los ambientes que habitan.