Introducción
El quetzal mesoamericano (Pharomachrus mocinno) es una especie de la familia Trogonidae que es icónica y emblemática de los bosques mesófilos de montaña, uno de los ecosistemas más amenazados en Mesoamérica (Álvarez del Toro y Palacios-Espinoza 1993, Ávila-Hernández 1998, Solórzano et al. 2009). Su distribución histórica abarcaba desde el sur de México en la región de Los Chimalapas, Oaxaca, pasando por Chiapas y todos los países centroamericanos hasta el sur de Panamá (Howell y Webb 1996).
En el caso particular del quetzal en México, existen registros puntuales en la región fisiográfica conocida como Sierra Madre de Chiapas en los estados de Oaxaca (Los Chimalapas) y Chiapas (La Encrucijada, El Triunfo y Volcán Tacaná), además de las montañas al norte de Chiapas (Guirao-Cruz et al. 2012) y las montañas al este de Chiapas (Palacio-Peralta et al. 2009). Estudios recientes han resaltado, con base en evidencia biogeográfica, morfológica, acústica y genética, que las dos subespecies reconocidas: P. m. mocinno y P. m. costaricensis son en realidad dos linajes evolutivos separados distintos (Bolaños-Sittler et al. 2020). De tal manera, la subespecie P. m. mocinno, presente en territorio mexicano, podría ser eventualmente reconocida formalmente con el estatus taxonómico de especie completa. Esto resalta la importancia de considerar toda la información relevante y reciente sobre ecología y/o historia natural de las poblaciones del norte de su distribución del quetzal mesoamericano.
En México, la ecología del quetzal ha sido estudiada exclusivamente en la Reserva de la Biósfera el Triunfo en la Sierra Madre de Chiapas (Ávila-Hernández et al. 1996, Solórzano et al. 2000). Sin embargo, la especie ha sido también documentada más recientemente de manera tanto anecdótica como formal, en otras regiones fisiográficas adicionales pobremente exploradas y bajo presiones antropogénicas fuertes, como es el caso de la región fisiográfica de las montañas al norte de Chiapas (Palacio-Peralta et al. 2009).
La dieta del quetzal en México (P. m. mocinno), fue identificada como frugívora en la Reserva de la Biosfera El Triunfo, Chiapas (Ávila-Hernández et al. 1996, Solórzano et al. 2000), compuesta mayoritariamente por lauráceas conocidas comúnmente como aguacatillos. En el caso de los quetzales del sur (P. m. costaricensis), se conoce que cuando las parejas reproductoras están alimentando a sus polluelos, la dieta se complementa con base en pequeños vertebrados terrestres como ranas y lagartijas, sin especificar géneros o especies (Skutch 1944, Wheelwright 1983). Si bien, el quetzal mesoamericano es una especie bandera carismática y considerada como en peligro de extinción en México por la normatividad ambiental vigente (NOM 0592019), se sabe poco a casi nada de su historia natural fuera de la Reserva de la Biosfera El Triunfo. En esta nota documentamos con fotografías el primer reporte para México de lagartijas arborícolas del género Abronia como presas del quetzal mesoamericano en dos áreas conocidas de su distribución.
Observaciones de campo
Las observaciones las realizamos durante una expedición al Área de Conservación Comunitaria o Reserva conocida como Tzama cun pümy en la región Zoque de las Sierras del Norte de Chiapas en el municipio de Tapalapa. El sitio es un remanente de bosque mesófilo de montaña de alrededor de 101.5 ha, propiedad comunal de los pobladores de la comunidad de origen Zoque de Tapalapa.
El 12 de julio de 2020, observamos a un quetzal macho adulto depredando a una lagartija del género Abronia. Inferimos que la lagartija sea posiblemente A. lythrochila de acuerdo a su distribución endémica y las características morfológicas observables de la presencia de manchas rojizas-anaranjadas en labios y región temporal. Durante alrededor de 10 mins atestiguamos como el quetzal bajó al suelo desde su percha en lo más alto de la copa de los árboles a unos 30 m de altura, subiendo después a su percha un ejemplar de dragoncito del género Abronia sp., que se dejó caer al suelo presumiblemente como un método de conducta antidepredatoria. El quetzal sometió al dragoncito con las patas y el pico sujetándolo de una axila, éste luchó a su vez retorciéndose y mordiendo las plumas de la cresta del ave. El quetzal voló a una percha a unos pocos metros sosteniendo en su pico a la lagartija (Figura 1). Posteriormente llegó a la misma percha una hembra adulta, la cual intentó robar a la presa del macho, sin éxito. Finalmente ambos ejemplares se alejaron del sitio vocalizando y volando hasta perderse de vista.
Adicionalmente al redactar este manuscrito nos percatamos con base en evidencia fotográfica disponible en internet, de que existía un registro adicional previo en foto, sin publicar formalmente, del quetzal mesoamericano depredando un ejemplar hembra del dragoncito de Smith (Abronia smithi) en la Reserva de la Biósfera El Triunfo en la Sierra Madre de Chiapas, por parte del fotógrafo y biólogo Gerardo Barrera Nava (Figura 2), identificado por su patrón de coloración y distribución geográfica endémica de esa región. Esta observación se hizo el 3 de mayo de 2016 dentro del bosque mesófilo de montaña de la zona núcleo I de dicha Área Natural Protegida. Ambas observaciones documentadas fotográficamente ocurrieron en el límite más septentrional de la distribución del quetzal mesoamericano (Figura 3), y representan las primeras evidencias sólidas en México de la depredación de este tipo de lagartijas por parte del quetzal mesoamericano.
Discussion
Nuestra observación de la depredación de lagartijas por el quetzal mesoamericano representa una contribución al conocimiento sobre su dieta ya que es ampliamente considerada como frugívora consumiendo mayoritariamente especies de la familia Lauraceae, lo cual adicionalmente determina sus patrones de migración con base en la disponibilidad de frutos (Solórzano et al. 2000). Mientras la mayoría de las especies de la familia Trogonidae son al mismo tiempo frugívoros y consumen dieta animal, en el caso del quetzal se consideraba que todo el año consumían frutos, excepto para alimentar a sus polluelos (Collar 2001). Entonces, el consumo de especies de vertebrados terrestres en su dieta como complemento proteínico está poco documentado y solo existen evidencias fotográficas anecdóticas en países centroamericanos como Guatemala en donde se ha observado que los quetzales pueden alimentarse de pequeñas ranas arborícolas y lagartijas, sin identificar.
Consideramos que es de gran importancia profundizar en el tema de los recursos alimenticios que requieren los quetzales, lo cual implica un despliegue logístico arduo y sobre todo costoso en términos de esfuerzo de horas hombre en campo, por lo que esta información va añadiendo datos a este tema. Adicionalmente, los quetzales son aves muy esquivas y sensibles a la perturbación por la presencia del ser humano, lo cual complica el proceso de la toma o recolección de datos en campo, una razón más por lo que la historia natural del quetzal en México y en Centroamérica es limitada.
Nuestra observación cobra importancia dado el estado de conservación de las especies involucradas. El quetzal mesoamericano en México es considerada como una especie en “peligro de extinción” por la NOM-059 (SEMARNAT 2010), y “casi amenazada” a nivel global por la Lista Roja de la UICN (BirdLife International 2016). Conocer su historia natural incluyendo datos de su dieta, es esencial para poder establecer programas de conservación a mediano y largo plazo. Por otro lado, los dragoncitos (Abronia spp.) son lagartijas características del dosel de los bosques mesófilos de Mesoamérica, pasando su vida entre epífitas y bromelias. Son un grupo muy amenazado, con el 42% de sus especies clasificadas como en peligro de extinción, y el 7% en peligro crítico (IUCN), siendo afectadas por la deforestación, o por persecución directa y tráfico ilegal de mascotas (Güizado-Rodríguez y Porto-Ramírez. 2018). Aunque las dos especies de dragoncitos identificadas no están clasificadas en la Lista Roja de la IUCN, se consideran como de “Vulnerabilidad Alta” de acuerdo al Índice de Vulnerabilidad Ambiental (EVS) (Wilson et al. 2013). En adición a los estatus de conservación de las especies referidas en este estudio, es necesario añadir que éstas habitan uno de los ecosistemas más vulnerables y menos representados en México con alrededor del 0.89 % de la superficie nacional, el bosque mesófilo de montaña. Este ecosistema es considerado a su vez como el segundo con mayor riqueza o diversidad biológica, y el número uno en términos de su nivel de endemismo (Toledo 2009).
Es importante resaltar que nuestra observación de interacción biótica entre el quetzal y el dragoncito se llevó a cabo en la Área de Conservación Comunitaria Tzama cun pümy en el municipio de Tapalapa, Chiapas. Si bien las Áreas Naturales Protegidas por decreto federal, como es el caso de la Reserva de la Biosfera El Triunfo en Chiapas con 1,192 km2, son esenciales para garantizar la viabilidad a largo plazo del quetzal en México, las iniciativas ciudadanas también tienen una importante contribución a la conservación. Si bien no se cuenta con certificaciones gubernamentales o recursos económicos para garantizar su preservación a perpetuidad, persiste la voluntad consciente y voluntaria expresada en acuerdos de asambleas comunitarias, de los dueños de la tierra. Estas acciones de conservación de la biodiversidad, de los procesos ecológicos, de los esenciales servicios ambientales, también facilitan la persistencia de poblaciones adicionales de las especies amenazadas. La presencia de una pareja de quetzales dentro de este remanente de cerca de 100 hectáreas de vegetación natural, resalta la importancia de fortalecer a este tipo de espacios sagrados bioculturales en donde aún se reúnen las condiciones mínimas para la vida de los quetzales. Este tipo de información ecológica puede apoyar a reconocer la necesidad urgente de garantizar la conservación a perpetuidad tanto de la Reserva de la Biosfera El Triunfo, como de reservas comunitarias para la preservación del quetzal y los dragoncitos, así como para el disfrute y goce de las presentes y futuras generaciones.