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Migración y desarrollo

versión impresa ISSN 1870-7599

Migr. desarro vol.9 no.17 Zacatecas ene. 2011

 

Coyuntura y debate

 

Usos identitarios y culturales en la transmigración por México

 

Rodolfo Casillas*

 

Profesor e investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), México. Correos electrónicos: rodolfo.casillas@flacso.edu.mx y casillassan@gmail.com.

 

La transmigración por México ha cobrado importancia en los últimos 30 años. El mayor volumen de esos transmigrantes procede de Centroamérica. De inicio, la transmigración indocumentada enfrenta obstáculos legales que pretenden impedir su migrar, o bien lo sancionan administrativamente. Frente a ello, los transmigrantes generan estrategias que les permitan lograr su objetivo. Lo más común es acudir al apoyo de redes sociales. Un tipo de red es de corte humanitario, legal, que no persigue lucro alguno; redes de este tipo se encuentran diseminadas en lugares estratégicos y fijos de las rutas migratorias sur-norte. Otro tipo de red es la de traficantes de migrantes, que es ilegal y cobra montos determinados por sus servicios, y que a su vez recurre a otras redes legales y no de prestadores de servicios, pero a diferencia de las humanitarias, su ubicación estratégica es más flexible y mutable, de acuerdo con las circunstancias que enfrenta.

Los elementos de identidad nacional, social y cultural entre transmigrantes indocumentados y redes son básicos para el inicio de la relación, para que ésta se desarrolle y llegue a término. Las identidades sociales y culturales permean también las relaciones establecidas entre transmigrantes y redes con los núcleos locales por donde transitan. Así, identidad y cultura específicas se vuelven ejes articuladores durante la transmigración entre los distintos actores involucrados, institucionales y sociales, legales y no.

Legalidad y economía son referentes innegables, pero sin las mediaciones identitarias y culturales, aquellas no tendrían sentido ni peso específico en el proceso social migratorio. En este texto se ejemplificará cómo identidad y cultura son elementos claramente utilizados por los distintos actores sociales involucrados en el proceso transmigratorio: agentes locales del Instituto Nacional de Migración (INM), redes humanitarias, redes delictivas y entornos locales relacionados.

En México existe una larga trayectoria de estudios sobre la emigración mexicana con una amplísima producción intelectual, e incluso el país cuenta con centros de educación e investigación especializados en migraciones y temas de fronteras territoriales. En cambio, el estudio de la transmigración tiene una vida más corta, un menor número de instituciones y financiamientos y una producción menor; los aportes han sido sobre la dinámica migratoria, identificación de los actores institucionales y sociales involucrados, características de la política migratoria, etcétera, pero hay escasa producción sobre los aspectos culturales. Incluso, se habla de manera indiferenciada de transmigrantes centroamericanos cuando, de los siete países del Istmo, el volumen transmigratorio se compone sólo de cuatro de ellos, así sea que el aporte de cada uno a las estadísticas sea diferente. El señalamiento es importante porque el transmigrante internacional viaja con sus aspiraciones, su fuerza laboral, su religión y su cultura, es decir, con el conjunto de elementos que le dan identidad social. Ese conjunto de elementos son un recurso del migrante antes y durante el viaje, así como en la llegada e inserción en el lugar de destino, pero también es un recurso utilizado por quienes le agreden en distinto momento. En esta oportunidad me referiré a algunos de esos elementos y su importancia durante la transmigración.

Antes, una nota aclaratoria: siguiendo a Simmel (2010), podría decirse que a pesar del valor negativo que en lo legal pueda tener el conjunto de relaciones que establecen los grupos subordinados, no debe dejar de justipreciarse su importancia sociológica en la conformación de determinadas relaciones grupales y en el uso de elementos identitarios y culturales que dichos grupos hagan. En este sentido, la reflexión que aquí se presenta apunta a lo sociológico y no a la evaluación con sustento jurídico.

Un primer elemento a destacar es que, frente a las limitaciones y condicionantes jurídicas, se producen respuestas sociales de y desde los grupos subalternos, es decir, la construcción social de redes de apoyo, sean humanitarias o contractuales. En tal sentido, la migración internacional constituye una red de relaciones sociales e institucionales vastas, que articulan de distinta manera actores locales con otros internacionales, sin que necesariamente se conozcan personalmente. Las especificidades de cada participante son lo que permitirá el tipo, modalidad, duración, costos, riegos y beneficios de cada participación.

En el caso de la transmigración centroamericana cuatrinacional, los elementos de identidad nacional, social, religiosa y cultural tendrán un papel importante en la conformación de los grupos migrantes, en la selección de medios de transporte, en las rutas que se elijan, en las relaciones sociales que establezcan durante el trayecto y en las maneras de responder a las eventualidades y riesgos que enfrentan. Frente a las limitaciones de ley y la porosidad institucional en los cruces fronterizos, la respuesta es la permeabilidad social, esa que dinamiza los intercambios diversos en fronteras nacionales.

Como es sabido, el tren de carga y el trasporte público son, por excelencia, los dos medios masivos para la transmigración por México. Las estrategias son distintas para cada caso y, en principio, la del tren de carga es más masiva y casi gratuita, así sea la de mayor riesgo y duración. Por lo tanto, es la opción primera para hombres y, de entre ellos, para quienes tienen menor cultura de la organización y menor acompañamiento social. Esto explica que sean los hondureños quienes más viajan en tren, quienes más llegan a los albergues, quienes más daños sufren y quienes más caen en manos del INM, en términos relativos. En contrapartida, los salvadoreños son los que pagan menos costos de todo tipo durante la transmigración, también en términos relativos; la respuesta de por qué es así se encuentra en las historias de cada país: mientras que en El Salvador hay trayectoria de mayor construcción de tejido social, en Honduras prevalece la atomización social, aparte de que las características físicas y dejos en el hablar facilitan que los salvadoreños se mimeticen con mayor facilidad por determinadas rutas mexicanas. Aún más, entre los hondureños, los garifunas van aparte, incluso si forman parte del gran grupo que sube al tren, llegan al albergue y caen en el INM. Dicho de otra forma, no sólo hay diferencias socioculturales entre naciones, sino también al interior de ellas, que se observan durante el traslado internacional, en la forma como se agrupan, asisten, acompañan y auxilian en distintos momentos.

Aun antes de partir, el transmigrante de hoy ya abreva de un imaginario social, y puede hacerlo por un tiempo indefinido, enriquecido por voces cercanas que le aconsejan. Sin haber cruzado la puerta de su casa, ya participa del saber colectivo; por tanto, no va solo y aunque forme parte de un reducido grupo, va como parte de un tejido social, así sea circunstancial y efímero, que al desplazarse territorialmente hila entramados sociales al reunirse con otros migrantes durante el trayecto, articula identidades de paso, duraderas como dura la transmigración, tan cohesionadas como las obligue a ser la exigencia y riesgos que enfrenten. Encarnan la otredad nacional, la otredad centroamericana móvil, la que por decenas o centenas cubren de cuerpos esperanzados los vagones metálicos del tren.

Aunque la historia de la transmigración es reciente, como proceso social masivo e indocumentado, se pueden señalar algunos elementos de corte identitario y cultural, tanto a favor del transmigrante como en contra de sí mismo.

Elementos a favor:

1. La experiencia social adquirida durante la transmigración previa les permite generar lazos de organización social. Hoy, es extraordinario saber que alguien viaja solo, que no se suma a un grupo, o que un grupo no se sume a otro para hacer un gran grupo con la finalidad de que el número acrecentado brinde protección a los individuos que agregados.

2. Para existir y desarrollarse han construido redes sociales que los apoyan a lo largo de los territorios de México, Estados Unidos y Canadá.

3. Han constituido organismos comunitarios en los lugares de residencia o destino con mesas directivas, directorios de miembros, calendario de actividades, etcétera. Los clubes deportivos, congregaciones de barrio, pueblo, de un santo o culto determinado, son ejemplo de ello.

4. Han establecido un conjunto de relaciones con organismos comunitarios similares en los lugares de tránsito y destino provisional o definitivo que, en un momento dado, pueden facilitar transacciones de diverso tipo y no sólo relaciones económicas o solidarias.

5. Cuentan con vínculos cotidianos con distintas instancias formales de organismos sociales, regionales, multilaterales y eclesiásticos que han tenido un papel importante en la atención de los migrantes y que podrían, dado el caso, coadyuvar a proyectos de desarrollo.

6. Cuentan con la solidaridad activa de organismos de la sociedad civil organizada (OSC), defensores de sus derechos humanos, en distintos países del continente. Estos organismos pueden devenir en cualquier momento apoyos confiables a los ojos de los migrantes.

7. Tienen conocimiento de cómo funcionan las leyes y reglamentos y cuáles son las reglas no escritas de la convivencia por comunidad en los lugares de residencia actual; es decir, tienen familiaridad con el funcionamiento del orden institucional y cotidiano.

8. Saben qué pueden esperar de los dirigentes políticos locales, de los concejales, representantes, etcétera, y, sobre todo, tienen una idea, aunque todavía insuficientemente desarrollada, del peso de su voto en el caso de quienes pueden votar y ser votados, lo que en conjunto significa conocimiento diferenciado de estructuras de gobierno y de los derechos políticos ciudadanos.

9. Saben del poder que pueden desplegar desde sus lugares habituales de residencia, particularmente en Estados Unidos, como consumidores y contratistas de servicios varios, un poder del consumidor que en México y Centroamérica dista de estar consolidado.

10. Saben de la importancia de las remesas económicas para sus poblaciones de origen, de su significado en la paz social y gobernabilidad en los cientos y cientos de sitios que reciben su dinero, que activan en consecuencia las economías locales, generan empleos y ocupaciones, demandan bienes y servicios, y hasta llegan a fomentar el ahorro y la inversión.

Empero, hay elementos en contra:

1. Los transmigrantes no actúan desde la lógica de las instituciones formales, más bien trabajan evitándola, o tolerándola cuando no tienen más remedio, pero se apartan de ella en la primera oportunidad que se les presenta. Este argumento ayuda a explicar en parte las relaciones distantes, inciertas y hasta utilitaristas entre gobiernos, migrantes y sus representaciones en los lugares de tránsito y destino; participan muy parcialmente del esquema institucional y de la representación social.

2. No hay una lógica de constituir y ejercer un poder formal, particularmente por los transmigrantes que se saben infractores de las leyes migratorias, sino que opera la lógica del desarrollo de estrategias de sobrevivencia y de adaptación en un primer momento, y de manejo y crecimiento en uno posterior, si es que éste llega a ocurrir.

3. Prevalece una cultura primaria de la colectividad (de parentesco y de los afectos inmediatos) que se antepone a la de la identidad nacional y a la de la situación social similar de migrantes relativamente indefensos. La confluencia práctica de ambas vertientes culturales impide que las redes sociales existentes brinden mejores frutos.

4. Simultáneamente, se ha dado un proceso de diferenciación entre los sujetos de reciente migración de aquéllos otros del mismo origen que ya residen bajo distintas coberturas en el norte del continente, con una amplia gama de situaciones intermedias que han abierto fracturas importantes entre las comunidades, sus dirigentes y las organizaciones de cada bando, en busca de defender sus intereses de acuerdo con los medios que tienen a la mano, sin posibilidades en lo inmediato de establecer alianzas o acciones convergentes. Un ejemplo de ello se encuentra en los problemas de organización y liderazgo entre organizaciones centroamericanas en Estados Unidos, para las marchas del 1 de mayo.

5. Hay un bagaje cultural de uso limitado del ejercicio de los derechos ciudadanos y del voto político electoral, así como de poder ciudadano ante la gestión y actuación de los representantes elegidos, que pervive en un sector importante de quienes bien podrían acceder a esas facultades ciudadanas y que redundara en beneficios para sus otrora connacionales. A ello se suma un sentido específico de nacionalismo que, en conjunto con lo anterior, restringe la capacidad política de quienes pueden incidir en la política local, regional y, eventualmente, nacional, en Estados Unidos.

Los elementos antes mencionados han sido puestos a prueba por la delincuencia más desarrollada desde hace unos siete años, como nunca antes había ocurrido. Los secuestros exprés, y luego los secuestros masivos, se convirtieron en las nuevas expresiones de agresión al transmigrante en un primer momento, y luego a cualquier migrante en general. Hasta ese momento, a mayor riesgo había correspondido mayor acompañamiento, y esa medida había funcionado. El tejido social había sido el capital del transmigrante. Así fue hasta que llegaron los Zetas, que encontraron en los transmigrantes un nuevo nicho de mercado delictivo. Para constituirlo, los Zetas aprendieron de los transmigrantes su modus operandi, lo mismo que de traficantes y de otras experiencias delictivas. De manera esquemática, se presentan aquí algunos de esos aprendizajes luego reconvertidos en la lógica de los Zetas:

1. De los migrantes aprendieron que se mueven por grupos; que siempre tienen un guía;1 que los grupos se reúnen en espacios comunes, públicos o privados asistenciales; que reciben remesas electrónicas de manera escalonada para la transmigración; que hay cobradores de esas remesas, por lo regular un lugareño; que los grupos de migrantes se hospedan en albergues o casas de migrantes;2 que en esos sitios se recomponen estrategias de traslado, se establecen acuerdos sobre la marcha entre migrantes; que los grupos se relacionan por nacionalidad, edades, destino, por familiaridad o vecindad;3 que muchos de ellos tienen parientes en Estados Unidos, que son los que envían las remesas, etcétera. Lo que tenían que hacer los Zetas, en consecuencia, era infiltrar los grupos, y los más idóneos para hacerlo eran otros centroamericanos migrantes o que hubieran sido migrantes, de ahí la importancia de contar con centroamericanos en tareas operativas. }

2. De las rutas migratorias aprendieron que, por excelencia, eran las terrestres y, dentro de ellas, las de autotransporte público y tren de carga. Ahí encontraban, sobre todo en el tren, grupos numerosos de migrantes, hasta de 500 personas.4 Había que infiltrar los grupos de migrantes antes de abordar el tren, para detectar, clasificar y diferenciar grupos a efecto de saber, cuando detuvieran el tren en marcha,5 a qué vagones ir; no se podían llevar a todos, tampoco hacer la selección sobre la marcha: había que hacerla previamente, con racionalidad delictiva para administrar recursos, incluyendo el uso de la fuerza.6 Nuevamente, los auxiliares centroamericanos eran la mejor carta.

3. De las redes de tráfico aprendieron que éstas son cadenas de participaciones, con mandos no visibles pero con segmentos operativos visibles (guías, escoltas, contratadores de servicios, cobradores, etcétera); había que atacar a estos visibles, y así lo hicieron. Cuando detenían a un guía con los migrantes, les cobraban un monto por migrante. Si no había pago, mataban a los migrantes delante del guía, o los secuestraban. El mensaje era claro: si no pagaban por el paso de la mercancía, no había mercancía, es decir, no tenían negocio. Los guías y coyotes entendieron, y se entendieron con los Zetas en el monto del pago. Después, los Zetas identificaron la línea de mando, en los casos de organizaciones más sofisticadas, y establecieron convenios cupulares. Con otros, siguen cobrando sobre el terreno.7

4. De la corrupción oficial aprendieron que los encargados de hacerla eran los oficiales de rango bajo, al menos para los indocumentados de la calle, pero que éstos seguían instrucciones de superiores. Son estratégicas dos instancias públicas: INM y la policía local. Por un lado, se dedicaron a negociar con una instancia de mando; por otro, y tomando en cuenta que las instituciones policiales municipales habían sido relevadas en la detención de indocumentados, pero que los policías (personas físicas) sabían del modus operandi de la migración, buscaron controlar o hacer que se nombrara en la comandancia local a alguien de su confianza; de ahí surge el nombre de polizetas. Hicieron sus coadyuvantes a agentes locales de migración, por seducción, chantaje o amenaza, ya fuera para obtener información o, en casos extremos, para que les entregaran directa y personalmente a migrantes, como ha ocurrido en varios estados de la ruta migratoria del Golfo.8

En este conjunto de enseñanzas y prácticas resulta indispensable, sobre todo para labores operativas, la participación de centroamericanos. De ahí que en testimonios de migrantes e informantes haya una alta recurrencia en señalar que son centroamericanos y centroamericanas quienes realizan las labores de detección, selección, agrupamiento, acompañamiento y entrega de migrantes a los cuerpos armados encargados de efectuar los secuestros.

Un elemento que logró someter, subordinar y convencer de modo objetivo a las redes de coyotes y traficantes de migrantes es la portación de armas de alto calibre, su uso discrecional e indiscriminado. Aunque los coyotes y traficantes ejercían y ejercen la violencia, no lo hacían con la contundencia y brutalidad masiva que se consigue con las armas de fuego de alto calibre de los Zetas; por eso no hubo confrontación de violencias del mismo tenor, sino intentos de negociación para reducir las pretensiones del crimen organizado que, dicho sea de paso, tuvo éxitos relativos, aunque no en todos los casos.

Más allá de la coerción sobre los centroamericanos inducidos, forzados o convencidos para sumarse de alguna manera a la red delictiva, hay otros elementos más sutiles que permiten esta adhesión. Algunos de los elementos de corte sociológico que explican la existencia, extensión y reproducción social trasnacional en la composición de este mercado delictivo, actualmente sólo capitalizado por los Zetas, son los siguientes, según distintas fuentes consultadas:

1. El resentimiento histórico compartido entre sectores sociales excluidos por el régimen institucional tanto en México, Centroamérica y Estados Unidos. Por eso también buscan entre migrantes centroamericanos quiénes se sumen a la red delictiva para cobrarse deudas históricas, al menos revanchas. Caso similar es el de quienes son expulsados por las autoridades migratorias de Estados Unidos en operativos que, de manera sistemática y desde hace años, hace que a distintas horas del día y de la noche se expulse de territorio estadounidense a migrantes indocumentados y, entre ellos, delincuentes tanto de ascendencia mexicana como centroamericana. Puestos en la frontera, estos se conectan o son conectados por las redes delictivas.

2. La búsqueda de estatus social dentro de la organización de adscripción y frente a las contrarias. Una manera de mejorar el estatus es destacando por algo. En este caso, por la habilidad demostrada en acciones, por la osadía, por demostrar valentía, por maximizar el uso de la fuerza y violencia.

3. El sentido de pertenencia social a un grupo minoritario excluido que, al ser contrarrestado como tal por la autoridad estatal, o por sus competidores en la sociedad, exacerba sus elementos identitarios y a quienes los encarnan. Este otro elemento indica la generación de una especie de "familia social" que los recibe, les da todo lo posible, les pide su compromiso incuestionable, pero a cambio protege a sus miembros y sus familias.

La exclusión del tejido social general favorece la generación de tejidos sociales alternos, específicos, acotados, en buena medida reactivos a aquellos elementos generales que les excluyen, como es el caso de los Zetas, en su origen excluidos de la vida institucional, luego excluidos de la vida social de los cárteles de la droga. La exclusión en la exclusión maximiza la reacción en contrario. En esa exclusión fincan una identidad social menor, paralela, que elabora sus propios requerimientos para el ingreso, estadía, ascenso social, de promoción profesional en la organización, de seguridad y protección a los familiares de quienes están en ella. Por lo mismo, su reproducción social tiende a ocurrir en sectores sociales similares, de ahí su acercamiento con los niños, niñas, adolescentes y las familias de determinados estratos sociales y determinados países. Esa búsqueda de engrosamiento ocurre de manera lógica en determinados espacios urbanos, semiurbanos y rurales, porque encuentran un campo abonado y apelan a un imaginario social de exclusión compartido.

A mayor exclusión general responderán los tejidos acotados con la exacerbación de sus elementos identitarios específicos, de suerte tal que lo que es motivo de condena general será razón de orgullo y satisfacción particular; cerrarán filas en su propio tejido. Es por ello que la violencia extrema, la de torturas y asesinatos masivos de migrantes, los enaltece en su lógica. Así, el conflicto social no tiene cauce ni solución, sino la confrontación que hace de la violencia su único medio de expresión.

En este trabajo se han desarrollado en una primera parte las respuestas de los grupos subalternos, las de los transmigrantes centroamericanos, ante las limitaciones y condicionantes de las leyes migratorias. En una segunda parte, se ha presentado cómo la red de redes delictivas, llamada Zetas, ha recuperado y reconvertido en su lógica particular los elementos identitarios, culturales y de organización de los transmigrantes para el logro de sus propósitos ilegales. Sin duda, el origen y adscripción social de los Zetas les permitió recuperar los legados socioculturales compartidos con los transmigrantes y con los traficantes de migrantes, para hacer de aquéllos sus víctimas y de éstos sus subordinados. Estos procesos sociales son de una riqueza sociológica que demuestra una vez más que el caos tiene un orden, diferente, pero orden al fin. Las preguntas, para cerrar, son: ¿podrá el transmigrante subordinado diseñar estrategias exitosas frente a la exclusión exacerbada llamada Zetas? ¿Podrán sociedad e instituciones recuperar constructivamente esta cauda de expresiones de organización, identidad y cultura?

 

REFERENCIA

Simmel, Georg (2010), El secreto y las sociedades secretas, Madrid: Ediciones Sequitur.         [ Links ]

 

Notas

1 Señala un migrante: -los Zetas y todo eso también vienen subiéndose al tren, ahí llevan la gente secuestrada, la convencen, les dicen que la van a cruzar pa'l otro lado por tanto, por 2500, y el que se deja convencer por ellos, pues lo terminan llevando. Porque ellos tienen guías que vienen por el camino y esos guías vienen convenciendo a la gente... el que se deja engañar por ellos, ellos mismos lo entregan a los Zetas- (M16 Israel).

2 Indican: -Dicen que en los albergues hay de los mismos compañeros de los Zetas que sólo andan viendo a ver cómo está la gente, si tiene familiares en los Estados Unidos- (M22 Bairo M)

3 Señala otro migrante: -Ya cuando vienen migrando ya estamos contando todo mundo. Si sólo hasta atrás hay Zetas, sólo te vienen contando ahí. "Van tantos ahí", es lo primero que dicen. Todo mundo sabe, ya cuando llegan, se dice uno, ¿por qué ellos saben cuántos venimos? Porque la gente nos dice, "ya sabíamos que ustedes venían tantos", si los mismos garroteros son los que vienen contando ahí. Cuentan los vagones y cuentan cuánta gente viene acá arriba, ya cuando viene a pegar uno acá arriba ya saben que viene uno ahí- (M9 César A).

4 Hay muchos testimonios de las "redadas" de los grupos delictivos de secuestradores, algunos de ellos son: -En Medias Aguas se paró el tren y ya después miramos que venía uno con armas de arriba desde donde comienzan las máquinas pa'bajo, y otro de donde acaba pa'rriba y trocas de los dos lados, una pa'rriba, otra pa'bajo. Y de repente dijeron que [eran] secuestradores y comenzaron a correr mucha gente- (M10 Juan C).

5 Señala el testimonio de un migrante: -Solamente dicen en el camino que está peligroso y que aquí y que allá. Luego, pues uno ya lleva cuidado, viendo, despierto, porque nos decían con otros que iban ahí que no nos durmiéramos, que fuéramos viendo para adelante y todo eso. Y luego, me siguieron allá y se trepó uno al tren, nosotros íbamos calladitos, el tren paró y se trepó uno. En Reynosa. Y luego decía: "ey, diez, diez", decía, "vénganse todos, que aquí hay como cuatro"... por radio, luego al ratito llegaron los demás y nos empezaron a perseguir; a mí ya casi me agarraban, pero gracias a Dios no me pudieron agarrar- (M55 Joel). Otro migrante señala que una forma de detener el tren es sacándole el aire: -y los Zetas llegan con trocas y los levantan de un lugar que no haya casas ni nada, le sacan el aire al tren, suben la gente y la llevan secuestrada para la frontera. Ya ellos empiezan a cobrarles dinero a la gente que llevan, hasta 6,000 dólares por persona- (M16 Israel). Otro migrante indica que esto retrasa mucho el traslado: -Para esta vez está más complicado porque yo tengo tres semanas de haber salido. Una, porque nos ha estado correteando la migración, y luego supuestamente la migración, pero no es migración, son los de la Z. Ellos han parado los trenes, nos ha tocado correr a dormir a cerros, lo que uno trata es cuidar la vida, cosa que no quiere que le pase a uno- (M28 Marce J).

6 Un migrante cuenta que se subieron los secuestradores pero que, por fortuna, no iban por ellos... Nótese el siguiente testimonio: -Cómo le dijera. pues ahorita que viniera yo en el tren. agarramos un tren de Ixtepec y al sólo agarrarlo, fue de noche, pues yo venía en unos vagones y ahí venía más gente también y salieron y secuestraron a la gente ahí, pero como que ya iban por gente por encargo, porque nosotros veníamos tres más ahí también y a nosotros no...sólo miré todo lo que hicieron ahí y a nosotros sólo nos dijeron: "quítense"... Se llevaron un montón de personas, les estuvieron quitando los zapatos, les estaban quitando toda la ropa para llevarlos así, los llevaron al monte, el tren arrancó y a esa gente se la llevaron- (M13 Antonio). Otro migrante, señala: -En la Cementera si hubieron muchos problemas, ahí venían los que trabajan con los Zetas... estuvimos como tres días... y unos tipos ahí haciendo disparos, que supuestamente son guías de los Zetas, llevaban armas, algunos los amenazaron, decían que ellos cobraban tanto hasta allá y que si se subían al siguiente tren que venía que nos iban a matar si no pagábamos 50 pesos por cabeza para subirse al tren... ellos traían como unos 30 brasileños... como secuestrados, porque les sacan mucho dinero a ellos... en unos vagones aparte de los que no traíamos dinero- (M17 Elvis R).

7 En los segmentos de las entrevistas expuestas en el anexo X se puede notar la aparente relación que nota el migrante entre el pollero y el crimen organizado.

8 Nótese el siguiente testimonio: -Porque aquí en [Nuevo] Laredo, la policía te agarra, te agarra a ti, me agarra a mí, los dos somos centroamericanos, y agarra a otros dos por allá y ahí los va recogiendo en la cárcel. Cuando tiene unos quince, veinte cabrones, los entrega a los del crimen organizado- (M4 Óscar L). En el trabajo de campo nos dimos cuenta de que Nuevo Laredo no es un lugar de confianza, ni para los migrantes, ni para los informantes clave: -La policía de Nuevo Laredo es reconocida por todos, aunque no está escrita en los diarios o no hay acusaciones oficiales, pero todo mundo sabe que la policía de Nuevo Laredo trabaja para el crimen organizado, eso se sabe. Por eso cuando tenemos algunos problemas aquí no podemos llamar, no es viable llamar a la policía local, y si la llamo no vienen en la mayoría de los casos- (IC5 Jean). En entrevista, algunos informantes clave del norte del país han señalado que ni siquiera la policía es de fiar, dado que hay plazas compradas (IC5 Jean e IC6 Francisco).

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