Introducción
En Suecia, los vecindarios urbanos desfavorecidos se han convertido en sitios donde emergen nuevos movimientos de justicia urbana. El país ha experimentado revueltas de jóvenes -en las ciudades de Malmö, Gotemburgo y Upsala en 2009, y en Estocolmo en 2013- que han hecho visibles los reclamos de los nuevos ciudadanos por justicia social (Schierup et al., 2014). Durante los años 2000 esto se fortaleció cada vez más debido a un movimiento múltiple proveniente de la förorten (periferia) sueca, culturalmente estigmatizada y socialmente marginada, hogar de una multitud de grupos de población segregados; en específico migrantes de diversas procedencias y sus descendientes. Al respecto, consideramos al denominado movimiento suburbano (förortsrörelsen) como un «movimiento de justicia urbana» (Dikeç, 2007), dirigido por una generación postmigrante, es decir, hijas e hijos de migrantes. Al darse cuenta que ellos conforman un nuevo movimiento popular (en ny folkrörelse), estos actores de la sociedad civil se convierten en herederos de una tradición de lucha que originó el Estado de bienestar sueco. Más adelante discutiremos cómo en la actualidad los viejos y los nuevos movimientos populares parecen acercarse entre sí para confrontar la inminente crisis de la democracia.
Un megáfono para la justicia social
En las poblaciones de las grandes ciudades suecas han aumentado las proporciones de ciudadanos de origen migrante, en especial provenientes de África y del Medio Oriente, es decir, minorías visibles que sufren estigmas relacionados con su raza, nacionalidad o antecedentes migratorios. Estos ciudadanos enfrentan una segregación urbana avanzada que, debido a recortes presupuestarios a los servicios públicos, afectan en particular a los suburbios multiétnicos. Ante tal situación, las revueltas urbanas en Suecia podrían considerarse (Schierup et al., 2014) el resultado de promesas incumplidas en una sociedad que se ve a sí misma como la cúspide de la democracia liberal de inclusión, pero la cual -durante los últimos 20 años- mutó en un experimento neoliberal arriesgado. La sociedad sueca estaba entre las más igualitarias del mundo en términos de distribución de ingresos; sin embargo, desde principios de 1990 se ha visto el incremento más rápido en cuanto a desigualdad social entre los países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE, 5 de diciembre de 2011). Lo anterior ha provocado frustración generalizada entre la juventud, en específico en la de origen migrante. Estigmatización cultural, discriminación estructural, incremento de la pobreza y desempleo prolongado se han convertido en el contexto regular de sus vidas.
La falta de espacios para la participación democrática en la planeación de la renovación urbana y en los programas de toma de decisiones (León y Ålund, 2017) ha contribuido en los sentimientos de impotencia ampliamente expresados por la juventud suburbana, asimismo se ha convertido en un motor para el surgimiento de diferentes tipos de disturbios y una gran cantidad de nuevas organizaciones. A continuación, ilustramos este desarrollo mediante el ejemplo de Megafonen (palabra sueca para «megáfono»), una organización de jóvenes para la justicia social originada en Husby, distrito ubicado en la zona de Järvafältet del área metropolitana de Estocolmo.
En 2008 -un año después de la formación de Megafonen-, la segregación en Järvafältet se desarrollaba en una dirección cada vez más precaria, con cerca de 38 por ciento de toda la población en la comunidad con edades entre 20 y 25 años que no trabajaba ni estudiaba, y con aproximadamente sólo 50 por ciento de los estudiantes alcanzando las metas escolares obligatorias (comparado con más de 90 por ciento en el área central de la ciudad) (By, 22 de abril de 2009; Socialsyrelse, 2010). La frase «movimiento suburbano» fue acuñada en un comunicado de prensa del 26 de enero de 2012 titulado «Un nuevo movimiento urbano crece», mediante el cual el grupo de trabajo Husby Kräver Respekt (Husby exige respeto), que forma parte de Megafonen, anunció el final de la ocupación de Husby Träff, un punto de reunión para los habitantes locales. Con ese comunicado, Megafonen anunció que el encuentro suburbano -que se llevaría a cabo ese día en Husby Träff-, sería «el inicio de un nuevo e incluyente movimiento suburbano en Estocolmo» (26 de enero de 2012). Se declaró la ocupación como reacción a lo que comenzó en 2006: el cierre de algunos espacios que brindaban servicios públicos, como escuelas, centros de salud; oficina postal, oficina municipal, oficina de seguro social, etcétera.
El nombre de Megafonen -que expresa el objetivo del grupo por convertirse en la voz de los suburbios, en respuesta a la representación estigmatizante de las áreas suburbanas por parte de los medios de comunicación dominantes (Elfving, 2 de octubre de 2012)- se diseminó después mundialmente por su conexión con las notables revueltas de los jóvenes en Estocolmo en 2013 (Schierup et al., 2014). Después, Megafonen se dio a conocer por su fuerte crítica sobre la política sueca y por hacer pública una interpretación de la violencia institucional, la marginación social, la discriminación y la estigmatización racial que provocaron las revueltas. Aunque no se defendían los actos violentos de los jóvenes de Estocolmo, los disturbios -como quemar los autos de sus vecinos- tampoco fueron condenados por Megafonen. La organización declaró: «Megafonen no inicia incendios. Creemos que este no es el método correcto para un cambio a largo plazo. Pero sabemos que es una reacción ante las deficiencias de esta sociedad. El desempleo, las escuelas inadecuadas y el racismo estructural son las causas subyacentes de lo que está ocurriendo hoy» (21 de mayo de 2013).
Esta fue la explicación para los disturbios dada sistemáticamente por Megafonen en los medios de comunicación al público y a los políticos suecos. La furia demostrada en los disturbios no fue completamente inesperada, se trató de una respuesta a la marginación estructural y a la estigmatización racial de los suburbios multiétnicos y de sus habitantes. En consecuencia, Megafonen logró darle voz a una población urbana silenciada y excluida del ámbito público (Ålund, 2014). De este modo, el doble significado de la «representación del problema» y el «problema de la representación» constituye la principal raison d'être del movimiento (Grillo, 1985).
En mayo de 2015 Rami Al-Khamisi, uno de los fundadores de Megafonen, escribió que el movimiento suburbano existe ahora más que nunca: «Entendimos la necesidad de crear nuestras propias plataformas, estructuras y actividades que permitieron desarrollarnos intelectual, social y mentalmente como ciudadanos iguales» (Al-Khamisi, 30 de mayo de 2015). Describió cómo la gente proveniente de los suburbios de Estocolmo asumió la iniciativa a través de la red Föränade Förorter (Suburbios Unidos) -una plataforma digital para la organización cultural y social- y organizó el Campeonato Sueco de Slam de Poesía, el cual, según Al-Khamisi, «ha tomado por asalto a la poesía sueca y a la escena cultural». Este es sólo un ejemplo del uso público de la voz de Megafonen, entre numerosas apariciones en conferencias, seminarios, talleres y festivales, así como contribuciones regulares en los medios de comunicación suecos.
Al-Khamisi -en aquel tiempo estudiante de derecho y ahora en 2018 abogado titulado- presentó un reporte sobre el papel de los abogados del movimiento social para el empoderamiento en un taller que reunió a activistas de Estados Unidos, Francia, Sudáfrica y Suecia. El taller fue organizado por el comité nacional sueco UNESCO/MOST1 con el apoyo de UNESCO-LUCS,2 la Universidad de Linköping y algunas organizaciones de la sociedad civil (UNESCO-LUCS, 12 de diciembre de 2015). Dicho reporte trata acerca del potencial del movimiento social de abogacía para ser un instrumento al servicio de organizaciones comunitarias y sintetiza los principios del papel de los «abogados del movimiento social» al promover justicia social para los habitantes discriminados en comunidades urbanas desfavorecidas. La publicación del reporte recibió mucha atención en redes sociales, entre los activistas situados en Estocolmo y los habitantes de los suburbios locales. En tanto, Al-Khamisi y dos de los participantes internacionales (de Estados Unidos y Sudáfrica) del taller unesco/most, acudieron al día siguiente a un foro organizado por Megafonen en el distrito de Husby, para debatir las diferentes experiencias del activismo de justicia urbana en el mundo. El reporte, comisionado por el principal centro de pensamiento sueco de la organización de la sociedad civil Arena Idé, también recibió atención académica cuando fue expuesto en un seminario público coordinado por la aludida organización en la Universidad de Estocolmo. Al seminario, presentado por el decano de la Facultad de Derecho de la universidad, asistió también el presidente de la Asociación Sueca de Abogados. Tal seminario es otra muestra de la subsecuente influencia del activismo que surgió en Megafonen en el protagonismo académico.
El foro en Husby fue sólo uno de los ejemplos en curso de una práctica continua -desarrollada desde la fundación de Megafonen en 2008- de invitar a investigadores, políticos y activistas para dar conferencias y participar en debates con personas de las regiones desfavorecidas de la ciudad en cuanto a cuestiones de discriminación, segregación, gentrificación, racismo y derechos de género. Sin embargo, el compromiso principal de Megafonen sigue estando con las comunidades locales, además se preocupa por la educación, el apoyo con tareas para los alumnos locales, la creación de una identidad colectiva relacionada con orten (el vecindario) y un compromiso multifacético con lo que se ha denominado «lucha por el espacio» (Ålund y León, 2017). La noción «lucha por el espacio» se concentra en la identidad compartida de los habitantes de un vecindario marginado y se manifiesta en una agenda política integrada que aborda problemas de segregación, racismo y transformación de los servicios públicos. El espacio es considerado como una habitación social compartida -para contextualizar la identidad colectiva-, un lugar para diferentes estrategias de empoderamiento, tales como actividades educativas y conferencias públicas; pero también está articulado como un programa de acción que ilustra la manera en que la «lucha por el espacio» es entendida como una lucha por justicia social, expresada mediante numerosos reclamos. Megafonen establece que organiza a la juventud suburbana en la batalla por la justicia social; plantea esta actividad a largo plazo y con fundamento en el programa político: «Al movilizar fuerzas que la represión genera en el suburbio, queremos crear una sociedad libre de racismo, sexismo y opresión de clase» (Megafonen, s/f). Con un programa de siete puntos, Megafonen demanda oportunidades para las personas de los vecindarios urbanos desfavorecidos para retener influencia en las políticas que afectan su vida diaria. Estos incluyen desarrollo e inversión en servicios públicos; inversiones que estimulen las actividades sociales en los suburbios; una educación de calidad en todas las escuelas; empleo para todos en los suburbios; desarrollo de programas sociales; y una política de vivienda que reconozca el derecho a una vivienda digna en los suburbios.
Entendemos el movimiento suburbano sueco como un proceso de «aprendizaje desde abajo» (Choudry y Dip Kapoor, 2010), en el cual la producción del conocimiento y la acción están interconectados; su vínculo puede poner de manifiesto la voz del marginado, al llevar una perspectiva crítica a un contexto nacional más amplio. Relacionado con esto, el entrenamiento sistemático en el arte de la retórica se ha convertido en una estrategia clave para la participación en el discurso político público. La reflexión y la actuación surgidas del fracaso de las experiencias de aprendizaje pasadas -determinadas por la falta de participación y de posibilidades para influenciar programas de renovación local (Ålund y León, 2017)- han impulsado una voz pública más sólida con la capacidad de involucrarse en las «políticas de la verdad» (Foucault, 2007), de manera que las percepciones de los suburbios suecos desfavorecidos y sus habitantes son discutidas en una sociedad más abierta.
Referente a la sociedad civil establecida
En la relación del nuevo movimiento de justicia urbana con las organizaciones de la sociedad civil sueca es posible apreciar las semillas de un posible reforzamiento de procesos democráticos promovidos por movimientos suburbanos. Esto puede ser ilustrado mediante la referencia de un congreso importante en Estocolmo (celebrado los días 6 y 7 de mayo de 2015), convocado por diversas organizaciones de la sociedad civil en torno del tema «Crisis de la democracia»; su objetivo fue expuesto de la siguiente forma:
El modelo social sueco ha crecido fuera del compromiso en la sociedad civil. Los ciudadanos suecos crearon organizaciones que han contribuido al desarrollo social, cultural y político de la sociedad. Estos movimientos populares han formado el pilar de la democracia sueca al ser la voz de la gente respecto a instituciones públicas e intereses privados. En décadas recientes, Suecia ha experimentado cambios importantes. Uno de los más evidentes es que la composición de la población se ha modificado fundamentalmente debido a la migración de las personas de otras partes del mundo. La sociedad civil sueca tradicional ha logrado en pequeña medida incorporar a esta parte de la población en el proceso democrático. Eso debilita a la sociedad civil y a la democracia sueca. Queremos que esto cambie (Rädda Barnen, 28 de abril de 2015).
Las organizaciones civiles establecidas que coordinaron el congreso -entre ellas Save the Children, Asociación Educacional de Trabajadores (ABF, por sus siglas en sueco), Parques y Centros Comunitarios del Pueblo, Promoción del Estudio, Consejo Nacional de Organizaciones Juveniles Suecas (LSU, por sus siglas en sueco)- previamente planearon una reunión de redes para lo que fue descrito como los «nuevos movimientos de los suburbios», que incluyó a organismos como Megafonen, Pantrarna (Las Panteras) y Gatans Röst och Ansikte3 (Voz y Rostro de la Calle). La idea era reunir a los movimientos para que los activistas pudieran intercambiar experiencias y conocimiento. Fue anunciado que el propósito de las reuniones era «crear caminos en nuestras organizaciones para aquellos que están afuera y asimismo queremos apoyar el surgimiento de nuevas organizaciones que puedan satisfacer las nuevas necesidades de nuestra sociedad» (Rädda Barnen, 28 de abril de 2015). Obviamente esas «nuevas necesidades» fueron originadas por un déficit democrático, en el problema de la representación de nuevos movimientos y sus voces, en distintos contextos de la sociedad, en organizaciones de la sociedad civil y más allá.
En esta reunión, la «voz» fue un tema dominante, la atención se centró en dos aspectos: representación e identidad. Se destacó que las voces son esenciales para las estrategias de representación (Hall, 1992) -en organizaciones establecidas de la sociedad civil, en políticas, culturales y en prácticas sociales- como la expresión de la participación ciudadana mediante el compromiso de deliberar en contextos políticos e institucionales en los niveles local y nacional. Por su parte, el congreso «Crisis de la democracia» desató otras posibilidades de colaboración que ya estaban en proceso de ser realizadas. Personas de las nuevas organizaciones de justicia urbana, que incluyen a miembros de Megafonen, se han vuelto empleados activos en varias organizaciones establecidas de la sociedad civil. Éstas se conectan unas con otras, trascienden los límites institucionales y trabajan de modo estratégico para promover la educación y la democracia local y nacional. Tal implicación resultó un potencial renacimiento de la sociedad civil, conocida como la cuna de la democracia sueca.
Actualmente la mayoría de las organizaciones institucionalizadas y profesionalizadas de la sociedad civil está domesticada, en el sentido enunciado por Mary Kaldor (2003:589) : «Volverse ‹domesticado› significa que te conviertes en la oposición respetable -el socio en las negociaciones». Sin embargo, los movimientos suburbanos podrían generar formas nuevas de cooperación y así aportar de forma importante a la renovación de la sociedad civil y a la difusión de las visiones democráticas revividas con la práctica. Este desarrollo podría contribuir al surgimiento de una nueva «voz» pública a través de la creación de nuevos espacios sociales y culturales más representativos.
Un nuevo nosotros, en términos de trabajo de identidad, fue presentado en una publicación titulada Kreol (Tasin y Landehag, mayo de 2015), escrita por miembros de Grammofonen, organización autónoma enfocada en las políticas culturales fundada por exmiembros de Megafonen. Kreol fue financiada por el centro de pensamiento social democrático Arena Idé y ofreció otro argumento para el apoyo político de este movimiento realizado por organizaciones establecidas de la sociedad civil. Kreol representa un intento para convertirse en ese nosotros como un asunto colectivo por medio del trabajo de identidad. Se concentra en cruces culturales, en fusiones y en volverse una nueva voz cultural por derecho propio, la cual se alinea con el contexto de estudios culturales como los elaborados por Stuart Hall (1992) , Homi K. Bhabha (1996) y Paul Gilroy (1987) , con un enfoque en hibridismo y en la cultura sincrética. Hace referencia a una posición del sujeto Kreol como «híbrida» -podemos observar similitudes en lo que Bhabha señaló en 1996- en términos de identidad cultural. Aquí el hibridismo se define como la construcción de la autoridad cultural en condiciones de antagonismo político o de inequidad. Además, representa visiones de comunidad y versiones de memoria histórica que otorgan la forma narrativa a las posiciones minoritarias en la sociedad: el afuera del adentro, la parte del todo (Bhabha, 1996:58).
Un nuevo tema político
El movimiento suburbano emerge como un nuevo tema político -mediante su enfoque en justicia social urbana, presencia activa como una voz pública crítica en los medios de comunicación, manifestaciones públicas, trabajo de identidad, concienciación y producción de conocimiento- mientras todavía sigue las huellas de los viejos movimientos populares como escuelas de la democracia. Organizaciones como Megafonen combinan las bases locales con redes nacionales e internacionales. Forjan alianzas translocales con otros actores de la sociedad civil y expresan metas y visiones en contextos públicos amplios. Sus voces se alzan conforme a la solidaridad más allá del ámbito local. Esto es consistente con la insistencia de Kreol, cuando expone el problema de las construcciones de identidad y la hibridación entre la juventud suburbana: «Deberíamos entrar en contacto con los movimientos urbanos de París, Londres y Berlín... y organizarnos juntos -compartimos la misma lucha-» (Tasin y Landehag, mayo de 2015:36). Recientemente, el contacto y el intercambio de experiencias entre activistas de Megafonen y de Nueva York han resultado en el surgimiento de nuevos horizontes concernientes al racismo, a los derechos y a la necesidad de alianzas entre movimientos sociales y abogados comprometidos, incluyendo el imperativo replanteamiento de la formación académica de los abogados (Al-Khamisi, diciembre de 2015).
Así, el trabajo de identidad y el activismo de estas organizaciones comprenden una visión «global» de forjar una identidad más amplia a través de una multitud de lugares racializados y del otro lado de las fronteras. Al hacerlo, los movimientos suburbanos también se plantean el problema de las formas espaciales de lucha política y consecuentemente el de la institucionalización. Hoy vemos una representación creciente de los jóvenes rebeldes, anteriormente denigrados, en las organizaciones de la sociedad civil establecidas e institucionalizadas y en las organizaciones no gubernamentales (ONG), así como en posiciones influyentes de los servicios públicos. Muchos de ellos se embarcan en profesiones que ofrecen la posibilidad de influenciar las áreas de educación, artes y medios de comunicación. Por lo tanto, cabría preguntarse: ¿vemos una nueva estrategia transformadora en el proceso mientras los activistas forjan nuevas redes y alianzas a través de una sociedad civil incluyente? ¿Este desarrollo intensificará y hará visibles las contradicciones, las alternativas y los conflictos ocultos? Tales cuestiones todavía no pueden responderse, es preciso llevar a cabo investigaciones adicionales. Sin embargo, basados en nuestros actuales hallazgos en la construcción de alianzas con la sociedad civil, podemos concluir que el movimiento de justicia urbana contemporáneo es un innovador heredero de los -alguna vez polémicos y transformadores- movimientos populares, bajo nuevas condiciones. Lo vemos como un movimiento nuevo que está reivindicando a Suecia en términos de ciudadanía incluyente, bienestar social, multiculturalismo y democracia.