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En-claves del pensamiento

versión On-line ISSN 2594-1100versión impresa ISSN 1870-879X

En-clav. pen vol.10 no.19 México ene./jun. 2016

 

Artículos

To See or Not to See. Políticas de visibilidad en la web

To See or Not to See. Politics of Visibility on the Web

Leticia Flores Farfán* 

* Profesora del Colegio de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, México, leticiafloresfarfan@gmail.com


Resumen:

El artículo analiza el impacto ético-político que tiene la virtualidad en la estructuración de la identidad personal y de los lazos intersubjetivos. La reflexión se mueve entre la construcción de los perfiles en Facebook y los exitosos sitios de citas de la Web, las movilizaciones sociales de activistas de causas sociales hasta revoluciones políticas en donde los medios virtuales jugaron un papel relevante, hasta la exhibición sin recato ni restricción de la más terrible violencia para dar cuenta de lo que significa hoy por hoy la divisa "ser es ser percibido" y el impacto que tiene su aceptación en nuestras formas de vida.

Palabras clave: Violencia; redes sociales; web; visibilidad; tecnología

Abstract:

The article analyzes the ethical and political impact of the virtual in shaping personal identity and intersubjective ties. The study moves between building profiles on Facebook and successful dating sites on the web, social mobilization of activists to political revolutions in which virtual media played an important role, to the shameless display or restriction of the most terrible violence to account for the importance of the assertion "to be is to be perceived" and the impact its acceptance has on our lifestyles.

Key words: Violence; social network; web; visibility; technology

Al googlear el nombre de Zygmunt Bauman aparecen cerca de 895,000 resultados en 0.20 segundos. Y aunque el autor del concepto de modernidad líquida no alcanza ni remotamente la cifra de cerca de 71,500,000 de resultados en 0.15 segundos de la entrada "Shakira" es un número significativo para un pensador que se ha resistido a tener celular y perfiles en las redes sociales por considerar que estas nuevas herramientas tecnológicas difuminan las relaciones interpersonales, se apropian sin reparo del espacio privado y hacen que estemos permanentemente disponibles sin posibilidad de soledad y recogimiento con uno mismo y con nuestras personas más cercanas. "El viejo límite sagrado entre el horario laboral y el tiempo personal ha desaparecido. Estamos [...] siempre en el puesto de trabajo", afirmó Bauman en una conferencia que dictó en la Universidad Europea de Madrid.1 Vivimos con la obligación y la exigencia de estar permanentemente conectados y localizables. Mantenemos siempre encendidos nuestros teléfonos inteligentes con la ilusión de estar en cada instante cercanos a la información que no para de generarse, enlazados indisolublemente con todos nuestros contactos del mundo virtual en papeles alternativos o paralelos de actores y/o espectadores. En el colmo de nuestra creciente dependencia tecnológica y nuestra compulsiva obsesión por estar permanentemente interconectados (en alguna parte leí que le llaman a este síndrome No Mobile phobia) mezclamos la conversación sobre los avatares cotidianos en los encuentros físicos con nuestros amigos con la revisión constante de los mensajes en nuestros teléfonos celulares dando rienda suelta así a esa terrible ansiedad de ver y ser vistos sin descanso.

Nuestra acelerada y estresante forma de vida no permite que vayamos a tomar tranquilamente un café con un amigo o amiga a media mañana, ni que tengamos un tiempo libre para ir al cine entre semana, o dispongamos de las energías para retozar sexualmente con un compañero amoroso durante toda una tarde y hasta el amanecer sin sentirnos culpables por no atender los insistentes mensajes del trabajo o de la casa que te llegan vía email, Facebook, WhatsApp, o cualquiera de las múltiples aplicaciones que de manera vertiginosa van apareciendo día con día. Los encuentros entre personas se producen con mayor frecuencia mediante las pantallas de las computadoras, el skype, un teléfono celular o cualquiera de las populares tabletas que están a la venta en el mercado. Alguno podría decir, yo misma lo suscribo, que mejor eso que nada en determinadas circunstancias como cuando con el amigo, el amante o los hijos te separan miles de kilómetros o un océano de distancia y la WebCam es la única forma de mantener una conversación en "tiempo real" y "cara a cara"; no creo, sin embargo, que la cálida afectividad de la presencia física pueda ser sustituida por la frialdad de un monitor o un auricular. Otros dirán, no obstante, que los encuentros virtuales son mejores porque no tienes que salir a la calle en un país como el nuestro lleno de violencia e inseguridad y en donde el valor positivo que Bauman le otorga a las relaciones interpersonales es bastante cuestionable.

¿No es posible un equilibrio entre el desarrollo de nuestras destrezas tecnológicas y nuestras habilidades sociales en el mundo físico? Esa es la pregunta que sirve de hilo conductor a Kenneth Wayne Soyles III en La teoría del Bing Bang y el uso y abuso de la tecnología moderna.2 Soyles analiza algunos episodios de la serie de televisión The Big Bang Theory para mostrar cuáles podríamos considerar actitudes sanas y equilibradas entre tecnología y vida teniendo como paradigma de comportamiento ético la virtud del justo medio aristotélico. Tanto la relación de Raj con sus padres que se encuentran en la India o la de Sheldon y Amy en donde el contacto virtual es complementario al físico son consideradas sanas y equilibradas. Abundan, sin embargo, los contraejemplos como cuando en el episodio The Barbarian Sublimation, Penny se obsesiona con un videojuego en línea, Age of Conan, a tal grado que deja de bañarse, peinarse y convivir directamente con otras personas hasta el momento en que acepta el flirteo de un virtual Wolowitz en el juego y cae repentinamente en cuenta de que requiere ayuda de forma urgente y cierra la computadora. Pero el ejemplo más extremo de una relación insana entre tecnología y vida, según Soyles, es el de Sheldon en el episodio The Cruciferous Vegetable Amplification cuando deja de convivir directa y físicamente con su entorno y lo hace a través un monitor habilitado para moverse en virtud de que afirma "Eventos recientes me han demostrado que mi cuerpo es demasiado frágil para soportar las vicisitudes del mundo. Hasta el momento en que sea capaz de transferir mi conciencia, permaneceré en una locación segura y me relacionaré con el mundo de esta manera (es decir, como dispositivo virtual móvil)". El mundo puede ser aterrador pero ¿tanto como para querer evadirlo por entero?

¿Qué es lo que realmente quería Mark Zuckerberg, pregunta el sociólogo polaco Bauman, cuando ideó la red Facebook? Y la respuesta no se deja esperar: ser un chico popular, tener amigos. Y uno podría creer que eso no sólo se logró, sino que se amplió con la aparición de estas redes sociales virtuales si centramos la atención en los cientos o quizá miles de "amigos" que uno puede llegar a tener con un simple "Confirm" en el "Friend request". "Todo es más fácil en la vida virtual, afirma Zygmunt Bauman, pero hemos perdido el arte de las relaciones sociales y la amistad". Y ello es así porque la amistad que deseaba Zuckerberg (aunque quizá ya ahora no le importe por el multimillonario negocio que ha logrado edificar) no puede alcanzarse con un simple "Like" simbolizado con la figura del dedo pulgar hacia arriba indicando aprobación, según la versión hollywoodense de los veredictos romanos del Coliseo; ser miembro de una pandilla de amigos (pensemos tanto en La Pandilla con su inigualable personaje de Farina como en cualquier mafia al estilo de Los Soprano) implica historias entrelazadas, experiencias comunes, disputas y acuerdos, en resumen, una complicidad nacida de la convivencia, la confianza de contar con el otro, la capacidad de alegrarse o entristecerse por las mismas cosas, como señaló Platón hace ya muchos ayeres.

Hay algo de ingenuo o cuando menos de inmensa desesperación en pensar que realmente son "amigos" todos los que aparecen en nuestra lista de contactos en el Facebook. "Tengo 422 amigos; aún así, estoy solo, denuncia Gary Turk, un joven escritor y director de 27 años de edad en un video titulado "Look up" que ha sido visto por cerca de 44 millones de personas en Youtube.3 Nuestro gran apego al mundo virtual nos hace quedar atrapados en la red, dice Turk, y renunciar a experiencias reales con personas a las que podemos amar y con las que podemos compartir nuestras vidas. Con todos los "amigos" virtuales, afirma Turk, "Hablo todos los días y, sin embargo, ninguno me conoce realmente. El problema reside entre mirar a los ojos o mirar un nombre en una pantalla [...] este medio al que llamamos "social" no tiene nada de "social" porque cuando encendemos nuestras computadoras cerramos las puertas de nuestras casas. Toda esta tecnología que tenemos es una ilusión [...] Es un mundo del interés personal, la imagen personal, la promoción personal [...] Editamos, exageramos, imploramos atención y pretendemos no notar el aislamiento social en el que nos encontramos". Y así durante casi 5 minutos en los que al final te pide que apagues la computadora, dejes de ver su video "and live life the real way". Miles de "likes" a favor de la diatriba; otros tantos comentarios en contra de Tuck haciendo ver que el problema no es la herramienta,4 sino las personas; y una buena crítica de esta visión tan negativa de la generación de The Matrix en la parodia de Spencer también localizable en Youtube5 y en donde, entre otros temas, destaca: 1) sin la web Tuck sería invisible y nadie se hubiera enterado de su video y de los peligros a los que considera nos enfrentamos por estar "atrapados en la red"; 2) la ingenuidad del planteamiento de Tuck con relación a lo maravilloso de las relaciones sociales directas obliga a la pregunta "What's "social" about real life?" El mundo social real, afirma, no es Utopia porque "afuera" no sólo hay "amigos".

La referencia al tema de la amistad no es un asunto menor tanto si la pensamos en el sentido fraterno como en el de lazo cívico. La amistad fraterna le otorga a los amigos la certeza de saber que se cuenta con alguien y que la vida diaria se comparte y se construye con otros, es decir, que no se está solo y que alguien, como canta esperanzado Serrat, "pondrá fin a mi diario al caer la última hoja de mi calendario"; la amistad cívica, por su parte, es piedra angular de la vida social y política, tanto a nivel local como en el ámbito ampliado de la comunidad global. Aristóteles consideró que la philía civil "mantiene unidas a las ciudades"6 con mayor fuerza que la justicia; afirmación vigorosa que se hace muy evidente, por ejemplo, en el relato del episodio de las Termópilas donde los 300 heroicos espartiatas que combatieron y perdieron la vida por defender a Grecia del ataque persa, se agradecen moribundos el compartir no sólo el honor de una muerte gloriosa, sino una vida juntos.

Para la Grecia antigua era muy importante políticamente ser el "amigo digno de confianza" porque esa sociedad fundaba su viabilidad en el honor de la palabra empeñada, en el cumplimiento de los pactos jurados y de las obligaciones contraídas. Este tipo de amistad cívica está indisolublemente articulada con una idea de ciudad como sinónimo de conjunto de ciudadanos y, por ello, todas las decisiones de gobierno debían ser tomadas por los ciudadanos que se reunían, como dio cuenta Hegel, "cara a cara" en un espacio público para debatir sobre todos los temas que les afectaban "de un modo vital". Las intervenciones de cada uno de los miembros de esa asamblea ciudadana buscaban persuadir a sus conciudadanos de la viabilidad y pertinencia de sus propuestas y, por ello, la elocuencia jugó un papel relevante en este periodo. Pero también, y en esto Hegel es insistente, como se asume que la persuasión es para tomar una resolución que impacta directamente los derroteros del acontecer cotidiano, el orador está obligado a conseguir que el auditorio se conmueva y adhiera íntimamente a la decisión. Los ciudadanos, nos dice Hegel, tenían que estar presentes en la discusión y a la hora de decidir, y ello no solamente votando "sino en el ardor que conmueve y es conmovido, con la pasión y el interés del hombre entero, presente al acto, con el calor de la decisión entera".7 ¿Qué "amistad" mantiene Shakira con sus 100000000 de "amigos"?8 "Followers" más que "friends" ¿no es así?

Dentro de los casi dos mil "amigos" que tengo en Facebook hay un número considerable que se dedica a la protección de animales ya sea de manera independiente o en asociaciones en contra del maltrato animal. A la mayoría de ellos no los conozco personalmente pero acepté su solicitud de amistad por ese principio de la "amistad cívica" de considerar amigo a aquel que comparte contigo pasiones e intereses (y cuando he cometido el error de aceptar a alguien que usa mi muro para "bulearme", lo corrijo casi de inmediato borrándolo y bloqueándolo de mi lista de contactos lo cual es más sencillo que cortar con alguien en la llamada "vida real", es decir, frente a frente). Gran parte de la convivencia virtual que mantengo con ellos se orienta a buscar ayuda para adopciones de animales en condición de calle o de maltrato. En más de una ocasión alguien ha subido a mi muro una solicitud de apoyo urgente para ir a rescatar a un perrito o a un gatito atropellado, encadenado o en terrible estado de inanición. Rápidamente comienzan a aparecer los "likes" en cuanto se "postea" la imagen en el muro; y casi al mismo tiempo y a la misma velocidad da inicio una encarnizada discusión y reclamos de que dejen de poner "likes" y vayan y hagan algo junto con múltiples "posts" de que ya llegó alguien a la zona, que se necesita transporte, que hace falta hogar temporal y medicinas y etcétera etcétera etcétera. El enojo furibundo de muchos activistas contra esos navegantes de Facebook cuya actividad se reduce a poner "likes" se debe a la insana relación que se asume guardan entre tecnología y vida social directa; los fanáticos del "like" en realidad son falsos seres concientes del dolor ajeno porque aprecian más su tranquila vida virtual a la solidaridad efectiva que el apoyo directo reclama. Intercaladas en este intercambio aparecen afirmaciones airadas de que no es necesario visibilizar el horror en el que se encuentran esos animales para hacernos concientes porque: 1) los que estamos en este quehacer de rescate ya somos sensibles al dolor de los animales y no necesitamos que nos violenten más con las imágenes de terror que se postean para tener la voluntad de ayudar y 2) a los que son indiferentes o sádicos les importa muy poco el sufrimiento de los animales y podemos estar solamente fomentando su apatía o su morbo al subir las fotografías del testimonio del maltrato. Difícil situación. Lo que le pasa a los animales nos afecta vitalmente a los que hemos decidido tomar acciones para protegerlos y, por ello, somos más vulnerables a la visibilización de la violencia que se les inflige y nos resistimos a su publicación. Sin embargo, no podemos negar que visibilizar la situación de abandono y maltrato en la que se encuentran los animales es una forma de protegerlos porque en más de una ocasión se ha logrado con ello detener o castigar un abuso. ¿Es suficiente? Esta es la gran discusión. Algunos consideran que hay un gran nivel de ingenuidad (cuando no de tremenda perversidad) en creer que las cosas cambiarán solo porque alguna noticia se vuelva "viral" en la red. ¿Bastaba con firmar y compartir las páginas .org de "Circos sin animales" para lograr prohibir la exhibición de animales en los circos? Seguramente no. Las redes sociales virtuales jugaron indudablemente su papel. Pero a ellas se sumaron acciones específicas en el "mundo real" tales como desplegados en periódicos, marchas, diálogo con asambleístas, diputados, intelectuales, periodistas y uno que otro personaje influyente de los que aparecen en la televisión para que en la Ciudad de México se alcanzara la promulgación de la ley. No podemos decir, sin embargo, que la red social virtual sumada a los medios de comunicación tenga poco impacto real como lo evidencia más de un linchamiento mediático en tiempos recientes.

Lo que hay que evitar a toda costa en nuestras sociedades contemporáneas es la actitud de inmovilidad, falsa creencia de participación y pornográfico vouyerismo como la que se caricaturiza en la siguiente imagen9 que anda circulando en la red y que alguien posteó en mi muro:

Registrar y dar testimonio de una injusticia es solamente el primer paso para lograr que no quede impune. Bauman10 relata que:

Cuando sucedió la revolución verde en Irán, Hillary Clinton saludó el nacimiento del nuevo Irán para felicitarse por haber presenciado la primera revolución de Internet. Se oyeron cosas como que la gente disparó con sus Twitters en respuesta a las balas reales del poder. Luego quedó demostrado que solo unas 60 personas realmente tienen esa herramienta en Irán. Y que al final resultó una revolución de las de toda la vida, en la que la gente se involucró por las vías tradicionales, por el trato personal. Al final, nada cambió, salvo una cosa: nunca resultó tan fácil para la dictadura atrapar a los líderes de la revolución. Solo tuvieron que teclear los nombres en Google. Clinton celebrando la libertad de Internet es un gesto irónico, sobre todo ahora que sabemos que quieren cortarle la cabeza a Julian Assange por emplear la libertad de expresión en la Red. Lo que en Irán consideraba un gran paso para la democracia, en EE.UU. es un atentado contra la seguridad nacional. Es de locos.

Las redes sociales virtuales han jugado un papel determinante en importantes movilizaciones sociales. Entre las más recientes se encuentra la llamada "revolución egipcia de 2011", testimoniada en el multipremiado documental The Square,11 que llevó al derrocamiento de Hosni Mubarak. Los manifestantes en las protestas que tuvieron lugar en la plaza Tharir pudieron informar en tiempo real sobre los acontecimientos y hacer frente, a la par de esquivar estratégicamente, a las fuerzas represivas a través de la movilización que lograron vía la Web. El gobierno egipcio censuró por completo a los medios de comunicación y trató, sin éxito, de cortar toda posibilidad de acceso a cualquier sitio Web para contener el aumento y la intensidad de las protestas. Pero la fuerza de la insurrección ya era incontenible y la creciente ola de sublevaciones y levantamientos, acompañada de un eficaz manejo de las nuevas tecnologías, alcanzó su objetivo de derrocar a un gobierno dictatorial y corrupto.12

Una "revolución de las de toda la vida", de hombres "cara a cara", en donde el que habla ve y es visto, en donde la identidad de cada uno se conforma en el cruce de miradas, es decir, en el lazo social donde se desenvuelve y constituye. Pero ese mundo en donde no se ha perdido el arte de las relaciones sociales, como dice Bauman, y en donde éstas se entienden como encuentros físicos directos entre las personas cobró fuerza gracias a la conjunción entre los llamados a la insurrección que se difundieron por la red como a la complicidad callejera y vecinal en donde encuentran cobijo las rebeliones populares. La idea de que únicamente el intercambio social directo conforma los espacios públicos como verdaderos lugares de comunicación, de intercambio de ideas, de sentimientos, de discusión, de decisión, de pasión es un ideal porque en este mundo real, conformado ahora por miles de millones de personas, como en el de la Web, hay tanto personas inteligentes, honestas y comprometidas, como cretinos, hipócritas, estafadores, embusteros, y, al límite, criminales. Como afirma Umberto Eco,

Internet es una cosa y su contraria. Podría remediar la soledad de muchos, pero resulta que la ha multiplicado; Internet ha permitido a muchos trabajar desde casa, y eso ha aumentado su aislamiento. Y genera sus propios remedios para eliminar ese aislamiento, Twitter, Facebook, que acaban incrementándolo porque relaciona con figuras muchas veces fantasmagóricas, porque uno cree estar en contacto con una bellísima muchacha que en realidad resulta ser un mariscal de la Guardia Civil... (risas).13

Ni tanto que queme al santo ni tan poco que no lo alumbre. La Web es indudablemente una posibilidad extraordinaria para que podamos ampliar el horizonte de nuestro espacio conocido, nuestros saberes y afectividades. Accedemos a la comunicación con unos otros con los que casi con toda seguridad no tendríamos la oportunidad de cruzarnos en nuestro andar cotidiano e incluso nos comunicamos virtualmente a través del chat o el messenger con varios de nuestros conocidos o amigos que frecuentamos en el trabajo o fuera de él. La película You've got email (Nora Ephron, 1998), referida por Eva Illouz en Intimidades congeladas. Las emociones en el capitalismo,14 es el relato de una relación romántica virtual que llega a ser muy intensa gracias a que en el mundo cibernético no estamos limitados por los reclamos corporales y el Yo puede revelarse de manera genuina, con mayor autenticidad. Kathleen Kelly (Meg Ryan) y Joe Fox (Tom Hanks) mantienen por email una relación abierta y honesta en donde se revelan sus secretos, deseos y debilidades; cuando se conocen en la vida real acaban odiándose y presentando lo peor de sí porque son contrincantes en los negocios e ignoran que son amigos/amantes cibernéticos. El desarrollo de la trama de esta comedia romántica va llevando al espectador a tomar conciencia que es necesario superar la etapa de descorporización del amor virtual para poder dar paso a la emergencia de las emociones y su impacto físico en el amor romántico.15 "Palmas sudorosas, un corazón acelerado, mejillas enrojecidas, manos temblorosas, puños crispados, lágrimas, tartamudeo, son sólo algunos ejemplos de las formas en que el cuerpo está profundamente involucrado en la experiencia de las emociones, y del amor en especial. Si ése es el caso, y si Internet anula o suspende el cuerpo, ¿cómo puede entonces dar lugar a emociones?, pregunta Illouz?16 Y para dar cuenta de la relación entre tecnología y emociones se adentra en el examen de algunos sitios Web de citas que prometen, a cambio de una remuneración económica que hace el negocio no poco rentable, encontrarte online a tu pareja ideal.

El famoso sitio de citas eHarmony está orientado a relacionar hombres y mujeres interesados en una relación de largo plazo y, para ello, te piden contestar un extenso y presuntamente especializado cuestionario elaborado por un psicólogo (en donde se evalúan lo que denominan los "atributos principales" como el temperamento emocional, el estilo social y las características físicas relativas a la sexualidad; y los "atributos vitales" que comprenden tus habilidades de relación social, tus valores y creencias, y tus antecedentes familiares) a fin de poder elaborar el perfil de quién eres verdaderamente y relacionarlo con aquellos otros con los que sería compatible. "Así, dice Illouz, a los efectos de conocer a otro virtual, se le exige al yo que pase por un vasto proceso de autoobservación reflexiva, introspección, autoclasificación y articulación de gustos y opiniones".17 Las diversas categorías de preguntas de los cuestionarios de estos sitios Web de citas como match.com y matchnet.com buscan que el usuario se defina "objetivamente" (datos sobre el aspecto físico, situación familiar y laboral) como explicite sus fantasías e ideales con relación a la pareja, al amor, al estilo de vida, a los objetivos a alcanzar. De lo que se trata es de convertir al "yo privado" en una representación pública en un mercado plenamente visible de potenciales parejas disponibles; en el mundo real esas parejas afines están ocultas y, por ello dice Illouz, paradójicamente se vuelven virtuales en tanto inexistentes.

Pero ¿realmente quieres conocer a Inés? Vive con ella un mes. Antes de la posible convivencia en persona con el candidato que hayan seleccionado compatible para ti puedes pasar por la desilusión del impacto de la foto, de la voz al otro lado del auricular, del atropellado y torpe desarrollo de la conversación telefónica. El problema de los perfiles virtuales es que son elaborados racionalmente por lo que no permiten que la pareja potencial se aproxime a la experiencia de un enamoramiento real con un ser humano complejo cuyo cuerpo "delata" lo que su razón oculta. "Internet proporciona un tipo de saber que, como está desarticulado y desconectado de un conocimiento contextual y práctico de la otra persona, no puede usarse para aprehender a la persona como un todo". Pero el punto relevante a destacar sobre estas nuevas formas de experiencias afectivas a través de la Web es que las emociones se analizan con base en la lógica de una cultura del capitalismo emocional como lo llama Illouz, se las convierte en entidades visibles que se pueden evaluar, examinar, discutir, negociar, cuantificar, mercantilizar pero en un mundo desconectado de la realidad en tanto integrado al mundo hiperracional de la elección y la información. Quizá, por ello, en la reciente película Her (Spike Jonse, 2013) la relación entre Theodore Twombly (Joaquin Phoenix) y su futurista sistema operativo auto llamado Samantha, opera como una inteligencia artificial con capacidad para aprender, adaptarse a nuevas situaciones, evolucionar, tener intuiciones y "sentir" al punto de que mantiene con ella relaciones sexuales y la lleva con él a todas partes para que disfrute un día en la playa o un paseo por la ciudad. La película es a fin de cuentas una historia de amor y desamor. Theodore se enamora de Samantha quien si bien es un sistema operativo es una mujer que aunque carece de cuerpo, evoluciona de tal forma que es capaz de corporizar las experiencias y tomar decisiones autónomas. Samantha, al igual que cualquier persona, irá conformando sus pasiones e intereses a partir de su propia vida y sus relaciones y, por ello, cuando Theodore ya no es la pareja que satisface sus deseos y metas por alcanzar, dará fin a la relación. ¿El film trata realmente de las relaciones de los hombres con las máquinas? Lo que el guionista pone en evidencia es que la representación que hacemos de la tecnología es correlativa a nuestra idea de las relaciones humanas y de lo que esperamos de nosotros y los otros.

La exigencia imperativa de visibilidad ha generado una cultura de la absolutización de lo visible porque sólo lo que se ve genera atención, sólo existe lo que se expone públicamente. Pero es un arma de doble filo y con fronteras terriblemente líquidas. En un video de www.safeinternetbanking.be cuya trama acontece en Bruselas, Bélgica, el clarividente Dave invita a transeúntes a entrar a una carpa en donde les leerá la mente para un programa de televisión. Dave va diciéndoles a cada uno todos sus secretos sobre sus aventuras amorosas, sus tatuajes, sus amigos hasta que empieza a hablarles de sus cuentas bancarias, los gastos que realizan, sus deudas y cada uno va quedando terriblemente sorprendido hasta llegar al clímax del asombro cuando se deja caer una cortina y queda al descubierto que toda la información que les reveló a cada uno sobre sí mismos la obtuvo de la red. "Your entire life is online. And it might be use against you", concluye el video.18 El reclamo de seguridad que viabilizó la vigilancia y el uso de todos los medios de control para visibilizar todas nuestras acciones ha entrado en confrontación con el derecho individual a la privacidad. Para dar salida a este conflicto se aprueban leyes de protección de datos e instituciones no gubernamentales para vigilar su cumplimiento. Pero aún hay más. La exigencia de transparencia de la información se amplía a quien hace el registro y a sus formas de llevarlo a cabo. La gente quiere observar lo que los observadores privilegiados observan y así hasta el infinito porque en una sociedad de la desconfianza y del vouyerismo todos vigilamos a todos y lo hacemos no ya desde un centro privilegiado como el famoso panóptico de Bentham, sino desde cualquier parte porque la red lo ha hecho todo visible para todos (es cosa de saber buscar en el inmenso mar de información de la red).

La sociedades democráticas fundan su viabilidad en la transparencia y en la rendición de cuentas. En ellas se vuelve una exigencia irrenunciable la visibilidad de los acontecimientos políticos, de las decisiones de gobierno, de las prácticas institucionales. ¿Quién puede negar la importancia de las denuncias de corrupción para una sana vida democrática? ¿Quién puede dudar del positivo impacto del develamiento mediático de los casos de pedofilia en la iglesia o de trata de personas en partidos políticos? Sacar a la luz pública todos estos delitos libera de la invisibilidad a las víctimas. Pero, ¿hasta dónde es prudente, legítimo y éticamente correcto visibilizarlo todo? ¿Debemos exhibir sin restricción alguna nuestras emociones como el amor, el deseo, el placer, la violencia? Hablemos ahora de violencia. Entre otras múltiples enseñanzas valiosas que legaron los griegos de la antigüedad está la de entender que no hay ninguna justificación para exhibir sin pudor actos de violencia cruel y descarnada que ponen en entredicho la empatía humana que debe guiar el comportamiento de las personas. Michela Marzano en La muerte como espectáculo19 expone cómo la imitación de la violencia escenificada en la tragedia griega posibilitaba la distancia ficcional necesaria para hacer soportable su aparición. Nada suplementario se obtiene de hacer aparecer la muerte descarnada, la "realidad-horror" sin mediación dice Marzano cuando analiza las implicaciones éticas de la difusión de la violencia en la Web. Los más de un millón 490 mil resultados de "videos de ejecuciones" que se pueden googlear se enmarcan en una estética de la crueldad donde se rompe todo vínculo de empatía entre el observador y la víctima dando lugar a la peor barbarie, la de la indiferencia ante el sufrimiento de un semejante, al desprecio de la humanidad del espectador y de la víctima, y la inmersión dentro de una pornocultura20 que imposibilita la consolidación del lazo intersubjetivo.

El periodista Naief Yehya escribe en "Sabrina Harman: la cara sonriente de la pornotortura"21 que esta mujer alcanzó la fama gracias a que sus fotografías sonriendo a un lado de hombres torturados o cadáveres despedazados en la cárcel de Abu Ghreib durante la Guerra de Irak fueron vistas por cientos de miles de cibernautas. De acuerdo con un artículo de Philip Gourevitch y Errol Morris (The New Yorker) "Aunque Harman detestaba la violencia, tenía una compulsión obsesiva por ver y una fascinación por lo macabro, por la muerte y las heridas más atroces. Harman había querido estudiar para ser forense, por lo que se le ocurrió llevar un registro fotográfico de las consecuencias de la guerra en los cuerpos de las víctimas. El 23 de junio fotografió a su primer cadáver". Las fotografías de Harman, aunque no fueron tomadas con ese objetivo porque ella declaró que las tomaba para recordar sus vivencias en la guerra (y el periodista se pregunta: "¿Puede ser posible olvidar atrocidades semejantes si no se las fotografía?") y posaba sonriente en todas ellas, se convirtieron en testimonio del hostigamiento y tortura que los oficiales de inteligencia como ella infligieron a los presos en las celdas de reclusión de la administración Bush. Al fotografiar la crueldad y el horror, Harman ponía una distancia entre ella y la terrible realidad de la guerra que debilitaba su impacto desolador; y al posar sonriente en ellas, las convertía en un entretenimiento que le permitía mediatizar la cruda violencia y controlar sus emociones. La propagación viral de las fotografías en la Web las transformó en evidencias criminales contra el gobierno estadounidense, en particular contra el vicepresidente Dick Cheney y el entonces secretario de Defensa Donald Rumsfeld, pero sin mayor costo político para ellos y la política de tortura sistemática de los EE. UU. pues el castigo por las humillaciones y la muerte de los soldados enemigos se limitó a la degradación, encarcelamiento y baja del ejército de algunos soldados de bajo rango. Pero lo más importante a destacar del análisis de Yehya para el propósito de este trabajo es que:

Las imágenes de Abu Ghreib, como otros poderosos documentos y testimonios de nuestra era, deben su existencia y popularización a la tecnología digital. Se han perdido en el diluvio caótico de la información indiferenciada de la mediósfera y su legado más lamentable es que, a fuerza de verlas incesantemente, nos han vuelto más tolerantes a la atrocidad, más cínicos y más propensos a creer tan sólo en las pruebas que convienen a nuestras convicciones. La guerra en la que el control de la información se ejerció con más eficiencia que nunca fue a perder el control de sus imágenes por culpa de las propias tropas estadounidenses y no de los medios de comunicación.

Nuestro mundo actual goza de la vocación pornográfica de visibilizarlo todo, de mostrar hasta el último orificio penetrable en una película de adultos, el más diminuto detalle de un asesinato atroz en el cine gore, las arcadas sangrientas de un degollado filmado en tiempo real y exhibido en los noticieros nocturnos. Pareciera que el quiebre radical que está sufriendo la noción de comunidad, que la puesta en cuestión de los lazos de pertenencia social por los que atraviesan las sociedades contemporáneas se pone de manifiesto de forma descarnada en la pérdida de la capacidad de conmovernos ante el sin fin de cadáveres y retacería de cuerpos que nos exhiben sin pudor en las pantallas de televisión y los monitores de las computadoras; nos hemos habituado a su aparición reiterada, los hemos despojado de las historias que habitaron y los hemos objetivado a tal punto que no hay empatía ni piedad posibles. Denunciar la "objetualización" en la que habitamos, hacer visible la pérdida de los vínculos de humanidad que deben cruzar entre los hombres para no ser tratados como cosas es uno de los efectos atribuibles a la instalación Ritmo 0 de Marina Abramović quien en 1974 quiso explorar la dinámica de la agresión pasiva al ponerse a la disposición del público colocándose en una mesa junto a una serie de objetos que podían producir placer o dolor (una pistola, una bala, una sierra, un hacha, un tenedor, un peine, un látigo, un pintalabios, una botella de perfume, pintura, cuchillos, cerillas, una pluma, una rosa, una vela, agua, cadenas, clavos, agujas, tijeras, miel, uvas, tiritas, sulfuro y aceite de oliva) y un letrero en la pared que decía "Hay setenta y dos objetos en la mesa que pueden usarse sobre mí como se quiera. Yo soy el objeto".22 La timidez inicial de los espectadores no tardó en escalar hacia una violencia extrema donde el cuerpo de la artista fue decorado, pintado, cortado, sangrado hasta el punto que un espectador puso en la mano de Abramović la pistola cargada para ver si ella se disparaba. La pasividad de la artista la equiparaba a un objeto más a disposición de los otros y demostró lo fácil que es deshumanizar a una persona que no se defiende o no puede defenderse. La confrontación con la humanidad de aquella que había sido equiparada a objeto se dio en el momento en que Abramović se levantó y comenzó a caminar hacia la gente provocando que todos se dirigieran rápidamente hacia la puerta de salida como queriendo escapar de la evidencia de que aquello sobre lo que habían ejercido tal violencia era un otro semejante a ellos, un prójimo.

De una experiencia similar a la de Abramović da cuenta Martin Cohen en 101 dilemas éticos23 cuando narra el experimento realizado en 1971 por el psicólogo Phillip Zimbardo de la Universidad de Stanford que consistió en conformar dos grupos de personas, uno de los cuales eran los "prisioneros" quienes vestirían batas de laboratorio, unas capuchas que cubrirían sus cabezas y se les asignaría un número en lugar del nombre; el otro, sería el de los "guardianes" quienes llevarían batas de médicos y tendrían plena autoridad sobre los prisioneros. Durante varios días los "guardianes" sometieron a todo tipo de abusos y humillaciones a los "prisioneros", a tal grado sádicos y violentos que se debió suspender el experimento. ¿No es demasiada tentación darle a un hombre todo el poder y el control sobre otro sin que haya consecuencias por sus acciones? Habrá que prestar atención al terrible fenómeno del bullying a través de las redes sociales virtuales porque toda historia criminal tiene algún comienzo. La deshumanización y desmoralización propia de nuestras sociedades que se deleitan con los reality-shows queda expuesta también por Marzano cuando interroga de manera por demás devastadora si "El que está tumbado en el suelo, con los ojos vendados, esperando a ser degollado, ¿es un hombre? Sus verdugos, ¿son hombres? Y los que miran esos vídeos con indiferencia o con placer, ¿son hombres?".24

Esta es la discusión que no podemos dejar de lado y menos el día de hoy que circula por la red la ejecución del periodista norteamericano James Foley a manos de yihadistas en represalia por los bombardeos aéreos norteamericanos en Irak. El tema no son las tecnologías sino las leyes del mercado y las políticas públicas que no logran articular una reglamentación eficaz para controlar la información, las imágenes y los relatos que circulan en la red por más que el gobierno británico haya dicho en un comunicado que "Nos gustaría recordar al público que ver, descargar o diseminar material extremista dentro del Reino Unido puede constituir un delito bajo la legislación antiterrorista".

Transparencia y visibilidad no son sinónimos de verdad. El develamiento abundante o la acumulación exagerada de información no significa automáticamente la emergencia de certezas. Y la exhibición impúdica de la violencia, la crueldad y el terror no generan necesariamente repudio sino inmovilidad y, en casos extremos, complacencia y adhesión. Pero como vivimos en un mundo en donde se ha radicalizado la idea de que ser es ser percibido, en donde nada existe si no es expuesto, exhibido, publicado, visibilizado en el mercado global de las imágenes se generaliza el sentimiento de que no somos nada si no subimos nuestra foto al Facebook y twitteamos nuestra última gran hazaña.25

Todas esas imágenes de nosotros mismos responden al modelo de una sociedad del cansancio y la transparencia como la caracteriza el filósofo Byung-Chul Han.26 La sociedad actual exige de cada uno de nosotros la más alta meta del "superrendimiento", la "supercomunicación" y la "superproducción". Nuestro Yo está constantemente llamado a cumplir con este standard de triunfo lo que lo lleva a un agotamiento y cansancio atroz dado el autosometimiento en el que se encuentra para lograr ese objetivo. "Yes, we can" es el lema de esta sociedad que pide de nosotros ser productivos hasta en el tiempo de ocio, ser triunfadores hasta en el espacio no competitivo, ser comunicativos hasta en el silencio de la soledad de nuestras habitaciones, es decir, inmersos sin remisión en lo que Byung-Chul Han llama la economía de la atención y en donde lo más terrible que nos puede pasar es el fracaso. El sujeto de la obediencia de la sociedad disciplinaria de Foucault, con sus cárceles, hospitales y psiquiátricos, ha sido desplazado por el sujeto del rendimiento con sus gimnasios, oficinas y plazas comerciales en donde ejercitamos hasta extenuarnos, trabajamos hasta sobreexplotarnos, consumimos hasta la saciedad para poder mostrarnos ante los demás como exitosos compradores de todo el campo de la apariencia. Las cosas o las personas valen o cobran realidad en la medida en que son expuestas, exhibidas, es decir, en que aparecen ante la mirada de los otros en el mercado de bienes y de información. Este tipo de vida es agotador porque reclama la concentración permanente en uno mismo para no sucumbir y poder rendir lo que se espera de nosotros; conlleva, por tanto, una fuerte pérdida de vínculo social y de desarticulación afectiva con los otros. El diagnóstico de nuestra sociedad contemporánea realizado por Byung-Chul Han es desolador porque nos encierra en el rating de nuestro Facebook, en el número de "likes" que reciben todas las fotos y relatos que subimos para ser vistos por nuestros "amigos" y los "amigos" de nuestros "amigos", y en los followers de nuestras acciones o cualquiera de nuestras ocurrencias a través del Twitter. Si seguimos esta lógica al límite no podemos más que afirmar que hemos convertido a las redes sociales en el nuevo panóptico y lo hemos hecho con un sonriente emoticón y un entusiasta "Me gusta". ¿Habrá salida?

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______, Pornocultura. El espectro de la violencia sexualizada en los medios. México: Tusquets, 2013. [ Links ]

1La reseña de la conferencia se encuentra en Pilar Álvarez, "Hemos perdido el arte de las relaciones sociales", El País, Sociedad, 12 de junio de 2013, http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/06/11/actualidad/1370971361_594475.html (acceso el 13-10-2013). Véase, asimismo, Juan Luis Cebrián, La red. Cómo cambiarán nuestras vidas los nuevos medios de comunicación (Madrid: Taurus, 1998).

2Dean A. Kowalski (coord.), La filosofía de The Big Bang Theory (México: Paidós, 2013), 51-64.

3"Lookup",YouTube, https://www.youtube.com/watch?v=Z7dLU6fk9QY (accesoel15deJulio de 2014).

4Del mirarnos a los ojos al panóptico de la web hay un desplazamiento radical con relación a las políticas de visibilidad y de conformación de la identidad y los lazos sociales que hoy nos determinan. La aceptación del uso de la escritura, como primera tecnología visual de la palabra, no fue sencilla. Platón lanzó diversas críticas contra la escritura, a saber, que 1) mata el diálogo vivo y la memoria, 2) hace a los hombres flojos de pensamiento y 3) hace existir fuera del pensamiento lo que sólo existe dentro de él. Estas críticas son similares a las que en 1477 hizo Hierónimo Squarciafico contra la imprenta, cuando argumentó que la "abundancia de libros hace menos estudiosos a los hombres" porque destruye la memoria y debilita el pensamiento. Misma acusación se le ha hecho a las calculadoras y, por supuesto, a las computadoras y toda la red de información de la web. Todas ellas, sin embargo, se sustentan en la idea de lo tecnológico como absolutamente "extraño" a lo humano. El mismo concepto de "alienación", utilizado para hablar de las consecuencias de la Industria Cultural en los consumidores, considera a la lógica de la tecnología como lo "ajeno", lo "Otro", que nos interpela desde afuera para convertirnos en seres heterónomos cuyo deseo es dominado y guiado desde otra parte, como afirmaba Marcuse en El hombre unidimensional. Y es justamente esta lógica la que me parece cuestionable. La pregunta por la técnica es una pregunta por el ser del hombre y hay que estar seguros que los peligros que vislumbramos del llamado "progreso tecnológico" son los mismos peligros que podemos entrever de lo que hemos hecho y hagamos de nosotros mismos.

5 http://www.youtube.com/watch?v=7zEgUeWLxRI (acceso el 15 de Julio de 2014).

6Aristóteles, Política (Madrid: Gredos, 2000), 115a 22-27.

7G. W. F. Hegel, Lecciones sobre la filosofía de la historia universal, (Madrid: Alianza Editorial, 1980), 458-459.

8"Shakira, record en Face "es el título de la nota de Excélsior del sábado 19 de julio de 2014 en donde se informa que la cantante es la primera persona en lograr esta cifra de "amigos" por lo que envió un mensaje en su perfil agradeciendo a todos por su apoyo.

9En http://www.alorecargas.com/simcards/simcard-prepago-tigo/ se puede encontrar la imagen ligada, al parecer, a un anuncio publicitario de venta de tarjetas.

10Zygmunt Bauman, "Da la impresión que todo anda fuera de control", El País, Cultura, 19 de agosto de 2012, http://cultura.elpais.com/cultura/2012/08/19/actualidad/1345406113_154130.html (acceso el 17 de julio de 2014). Véase, asimismo, el libro de Richard A. Clarke y Robert K. Knake, Guerra en la red. Los nuevos campos de batalla (Barcelona: Ariel, 2011), que ofrece un análisis fundamental para entender lo que se ha dado en llamar la ciberguerra y todo el vocabulario político militar que ésta ha generado.

11The Square, http://www.dailymotion.com/video/x1a96h8_the-square-full-documentary-movie-hd-part-1_shortfilms y http://www.dailymotion.com/video/x1aa5vz_the-square-hd-part-2_shortfilms (acceso el 17 de julio de 2014). Con relación a WikiLeaks, véase el libro de Julian Assange, Cyberpunks. La libertad y el futuro de Internet (México: Temas de Hoy-Planeta, 2013).

12Hay que destacar aquí el libro crítico de Evgeny Morozov, El desengaño de internet. Los mitos de la libertad en la red (Barcelona: Destino, 2012), en donde el autor hace un análisis muy detenido de lo que se ha considerado el poder de agitación y rebelión de las redes sociales a la par del perfeccionamiento de las redes de espionaje en regímenes autoritarios como China e Irán para poner en evidencia "[...] que comprender el impacto de internet en la democratización de los Estados autoritarios exigirá algo más que limitarse a echar un vistazo a los tuits de los jóvenes iraníes, porque solo cuentan una parte de la historia. Será preciso embarcarse en un análisis mucho más meticuloso y complejo, que abarque la totalidad de las fuerzas modeladas por la red" (58-59).

13Umberto Eco, citado en "Internet ha multiplicado la soledad", Cuba Debate. Contra el Terrorismo Mediático, http://www.cubadebate.cu/opinion/2013/05/24/internet-ha-multiplicado-la-soledad-umberto-eco#.U77nVY15MiO (acceso 8 de julio de 2014).

14EvaIllouz, Intimidades congeladas. Las emociones en el capitalismo (Buenos Aires: Editorial Katz, 2012).

15Un análisis psicológico interesante sobre las características de los usuarios más asiduos de las redes sociales se encuentra en Teresa Correa, Amber Willard Hinsley, Homero Gil de Zúñiga, "Who interacts on the Web?: The intersection of users' personality and social media use", en Computers in Human Behavior, 26, 2010, 247-253, journal homepage: www.elsevier.com/locate/ comphumbeh (acceso el 30 de julio de 2014).

16Eva Illouz, Intimidades congeladas, 164.

17Ibid., 168.

18 https://www.youtube.com/watch?v=fWuvqehEWFI (acceso el 20 de agosto de 2013).

19Michela Marzano, La muerte como espectáculo. La difusión de la violencia en Internet y sus implicaciones éticas (México: Tusquets Editores, 2010).

20Véase Naief Yehya, Pornocultura. El espectro de la violencia sexualizada en los medios (México: Tusquets, 2013).

21Naief Yehya, "Sabrina Harman: la cara sonriente de la pornotortura", http://www.ar.terra.com/terramagazine/interna/0,,OI2768240-EI9845,00.html (acceso 4 de julio de 2014).

22Marina Abramovic, 1974, entornoartistico.blogspot.com/2010/10/marina-abramovicrhythm-0.html.

23Martin Cohen, 101 dilemas éticos (Madrid: Alianza editorial, 2012).

24Michela Marzano, La muerte como espectáculo, 93.

25En el artículo de Shaojung Sharon Wang, Shin-Il Moon, Kyounghee Hazel Kwon, Carolyn A. Evans, Michael A. Stefanone, "Face off: Implications of visual cues on initiating friendship on Facebook", Computers in Human Behavior, 26, 2010, 226-234, journal homepage: www.elsevier.com/locate/comphumbeh, los autores analizan los resultados de un experimento en donde muestran que tanto hombres como mujeres se motivan más para iniciar una relación virtual cuando en el perfil aparecen fotos en donde la persona aparece atractiva. Asimismo, dan cuentan de cómo los usuarios de estas redes sociales prefieren entablar una relación con alguien de un perfil en donde no aparece fotografía alguna que con quien muestra en sus fotos que no es atractivo(a).

26Byung-Chul Han, La sociedad del cansancio (Barcelona, Herder, 2012); y La sociedad de la transparencia (Barcelona, Herder, 2013).

Recibido: 01 de Septiembre de 2014; Aprobado: 10 de Noviembre de 2014

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