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Revista mexicana de ciencias agrícolas
versión impresa ISSN 2007-0934
Rev. Mex. Cienc. Agríc vol.3 no.6 Texcoco nov./dic. 2012
Artículos
Manejo tradicional e innovación tecnológica en cultivo de maíz en San José Chiapa, Puebla*
Traditional management and technological innovation of maize in San José Chiapa, Puebla
Teresa Turiján Altamirano1§, Miguel Ángel Damián Huato2, Benito Ramírez Valverde3, José Pedro Juárez Sánchez3 y Néstor Estrella Chulín3
1 Estrategias para el Desarrollo Agrícola Regional, Colegio de Postgraduados Campus Puebla. Km. 125.5. Carr. Fed. México-Puebla, Momoxpan, Pue. C. P. 72760. §Autora para correspondencia: terito61@hotmail.com.
2 Departamento de Agroecología y Ambiente, Instituto de Ciencias. BUAP. Avenida 14 sur 6301 C. U., Colonia San Manuel. 72570 Puebla, México. Tel. (222) 2295500. Ext. 7357.
3 Colegio de Postgraduados Campus Puebla. Km. 125.5. Carr. Fed. México-Puebla, Momoxpan, Pue. C. P. 72760.
* Recibido: marzo de 2011
Aceptado: septiembre de 2012
Resumen
En San José Chiapa, Puebla, el maíz es el principal cultivo y su manejo varía de acuerdo al contexto edafo-climático, social y económico, esto explica los rendimientos diferenciados que se obtienen. La presente investigación tuvo como objetivo reconocer los tipos de tecnologías y cómo influyen en la productividad del maíz en el municipio de estudio. En la recopilación de información se aplicó una encuesta a una muestra representativa de productores en 2009. Para analizar la información se clasifico a los productores de acuerdo a los niveles de uso de tecnología utilizando el índice de apropiación de tecnologías modernas (IATM) y el grado de empleo de tecnologías campesinas (GETC). Se encontró que predominaron las tecnologías modernas en la preparación del suelo, control de malezas y fertilización, mientras que la tecnología campesina prevaleció en el surcado y tipo de semilla, fertilización orgánica, asociación, rotación de cultivos y conservación de suelos. El rendimiento promedio del municipio (2 767 kg ha-1) superó al rendimiento estatal (2 160 kg ha-1). Se observó que el empleo de tecnologías es medio y se encontró diferencia entre los rendimientos de los productores que siembran bajo condiciones de temporal y los de riego.
Palabras clave: índice de apropiación de tecnología moderna, grado de empleo de tecnologías campesinas, México, transferencia de tecnología.
Abstract
In San José Chiapa, Puebla, corn is the main crop and its management varies according to edaphoclimatic context, social and economic, this explains the differentiated yields obtained. The present study is aimed to recognize the types of technologies and how they influence the productivity of maize in the municipality of study. In the collection of information a survey was applied to a representative sample of producers in 2009. To analyze the information, was classified according to the producers levels of use of technology using the rate of appropriation of modern technologies (RAMT) and the degree of use of farming technologies (DUFT). It was found that modern technologies were predominant in soil preparation, weed control and fertilization, while the peasant technology prevailed in the plowing and seed type, organic fertilization, partnership, crop rotation and soil conservation. The county average yield (2 767 kg ha1) exceeded the state performance (2 160 kg ha-1). It was noted that the use technology in intermediate and no difference was found between the yields of producers who grow under rainfed or irrigated conditions.
Key words: rate of appropriation of modern technologies, degree of use of farming technologies, Mexico, transfer of technology.
Introducción
El maíz es uno de los principales cereales en el mundo, tiene gran importancia como alimento básico, principalmente en los países en desarrollo debido a su valor nutritivo; asimismo, es utilizado como grano forrajero (Oikeh, et al., 1998). En 2009 los Estados Unidos de América, China y Brasil tenían la mayor superficie cosechada de maíz a escala mundial, con 20.2%, 19.1% y 8.6% respectivamente; México se ubicó en quinto lugar con 4.5% de la superficie total cosechada (FAOSTAT, 2010). En el país, los estados de México, Chiapas y Sinaloa se ubicaron en los primeros lugares 11%, 8.7% y 8.6% del total de la superficie cosechada; y Puebla en noveno lugar con 4.9% de superficie cosechada y el municipio de San José Chiapa en 2009 tuvo una superficie cosechada de maíz de 1 996 hectáreas, representando su cultivo principal (SIAP, 2010).
El manejo del cultivo del maíz se da en diferentes formas de acuerdo al contexto social, económico y ambiental en el que se encuentre, en el presente trabajo se analiza principalmente desde el punto de vista agronómico. En cuanto al manejo existen diversos enfoques. Para Sánchez (2004) su manejo está representado por un conjunto de actividades o prácticas agronómicas que deben cumplirse sucesivamente desde la siembra -y aún antes-, hasta la cosecha y su comercialización. Para el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP, 1997) la tecnología de manejo la integran actividades como preparación del terreno, empleo de variedades recomendadas, siembra (época, método y densidad de siembra), fertilización, riegos, labores de cultivo, control de plagas y enfermedades, entre otras. Por su parte, en la agricultura tradicional el manejo del cultivo incluye prácticas como rotación y asociación de cultivos, técnicas de conservación de suelos, uso de tracción animal, aplicación de desechos orgánicos, uso de semillas criollas, entre otras.
Desde un enfoque agroecológico, el manejo del cultivo tiene un mayor respeto al medio ambiente donde se desarrolla el sistema agrícola, ya que de acuerdo a Altieri (1994) trata de optimizar el reciclado de nutrientes y de materia orgánica, cerrar los flujos de energía, conservar el agua y el suelo y balancear las poblaciones de plagas y enemigos naturales. Damián et al. (2004) resaltan que la planta y su manejo son factores modificables; y que los factores inmodificables como clima y suelo determinan el aumento de los rendimientos; asimismo, el manejo de la planta está relacionado con algunas características que atañen al productor (acceso a factores productivos, capacidad de compra, apoyos otorgados por el gobierno y otras características). Es decir, que además de reconocer la diversidad agroecológica en la que se desarrolla un cultivo, se deben reconocer las capacidades y necesidades de tecnología que tienen los distintos tipos de productores.
Entre los recursos productivos en el manejo de los cultivos más empleados destaca la tecnología, es la palanca más poderosa para aumentar la productividad del trabajo y del suelo. Además es producto del trabajo social y de la interacción de la ciencia, técnica y cultura. Encarna el conocimiento científico aplicado a la producción que se materializa en objetos (máquinas y artefactos) o en sistemas de gestión y organización de la actividad económica (Katz, 1999). La tecnología agrícola debe ser entendida como un medio que actúa sobre la naturaleza y de forma simultánea promueve el desarrollo social y las relaciones humanas; y al incorporar nuevos componentes tecnológicos al manejo de cultivos se dice que se está innovando (Cáceres, 1995).
Teniendo como antecedente que el manejo del cultivo puede variar de acuerdo al empleo de tecnología y al contexto edafo-climático; la presente investigación se realizó con el fin de responder a las siguientes interrogantes: ¿Qué tipos de tecnologías predominan en el manejo del maíz en el municipio de San José Chiapa, Puebla? y ¿Cómo influyen estas tecnologías en la productividad de los maiceros del municipio?
Materiales y métodos
La investigación fue desarrollada en el municipio de San José Chiapa, Puebla, localizado en la parte centro norte del estado, con coordenadas geográficas de 19° 14' latitud norte y 97° 46' longitud oeste. Tiene una extensión de 144.1 km2 y se encuentra a 2 360 msnm, su topografía es principalmente plana con declive ligero a la laguna de Totolcingo. Los tipos de suelo son Solonchak en la parte sur, Fluvisol en una reducida franja que cruza de este a oeste, Gleysol en una pequeña área del noreste, Regosol en el norte y Litosol en un área breve del noreste.
Predomina el clima templado subhúmedo con lluvias en verano en la parte centro y poniente del municipio y semiseco templado con lluvias en verano y escasas a lo largo del año, en la parte oriental (INEGI, 2008). Tiene una población de 7 414 habitantes representan 0.14% de la población total estatal, y 40.4% de su población es rural (INEGI, 2005). El 15.23% de la población de 15 años o más es analfabeta, el 37.8% de población no termino la primaria, y presentó un grado alto de marginación (CONAPO, 2005).
Técnicas de investigación
La técnica de investigación usada para la recopilación de información entre productores fue la aplicación de encuestas, abarcando aspectos sociales, económicos y del manejo del cultivo de maíz; y se realizó una prueba piloto del cuestionario para identificar y eliminar posibles problemas. La encuesta se aplicó a una muestra de productores estimada mediante muestreo simple aleatorio. El marco de muestreo fueron los 738 productores de maíz registrados en el Programa Directo de Apoyo al Campo (PROCAMPO) del municipio y se determinó el tamaño de muestra mediante la ecuación presentada por Gómez (1977):
Donde: n= tamaño de la muestra; d=45 kg (precisión); N= número de productores; Zα/2=1.96 (confiabilidad= 95%); S= desviación estándar del rendimiento estimada con datos preliminares.
La muestra fue de 97 agricultores y se agregó 10% como medida de seguridad, la muestra finalmente fue de 110. La selección de las unidades de muestreo (productores) se realizó al azar.
Con el propósito de estimar las tecnologías que predominan en el manejo del maíz se utilizó el índice de apropiación de tecnologías modernas (IATM) elaborado por Damián, et al. (2007) y el grado de empleo de tecnologías campesinas (GETC) propuesto por Damián et al. (2010). El primero se calculó con datos acopiados en la encuesta para conocer el grado con que los productores manejaron adecuadamente las tecnologías modernas. Para cuantificar el IATM: a) se contrastaron las recomendaciones hechas por el INIFAP para cada una de las actividades del cultivo del maíz, con las que aplica el productor; b) se asignó un valor nominal al paquete tecnológico de 100 unidades y se ponderó -ponderación elaborada por técnicos especialistas en el manejo del cultivo de maíz del Colegio de Postgraduados Campus Puebla.
Los valores asignados a cada componente fueron: 10 para fecha de siembra, 20 para variedad, 15 para densidad de población, 25 y 5 para dosis de fertilización y fecha de aplicación del fertilizante, 6 y 4 para tipo y dosis de herbicida, 6 y 4 paratipo y dosis de insecticida y 5 para combate de enfermedades (Damián et al. 2004)- con base en el impacto de cada componente sobre la productividad del maíz; y c) se dividieron cada uno de los valores ponderados entre dos: el primer cociente correspondió al uso de la recomendación y el segundo a su manejo adecuado. Por lo tanto, el valor del IATM varió entre cero y 100 unidades. La ecuación utilizada fue la siguiente:
Donde: IATM: índice de apropiación de tecnología moderna; k= 10: número de componentes del paquete tecnológico recomendado por el INIFAP; pi: ponderación otorgada al i-ésimo componente de recomendación; pi= 100, i= 1,2,...k; SPAi: sistema productivo agrícola para el i-ésimo componente de recomendación; i= 1,2,...k; PTAi: paquete tecnológico agrícola para el i-ésimo componente de recomendación; i = 1,2,...k; (SPAi/PTAi): proporción de tecnología empleada, respecto a la tecnología recomendada. Toma valores de cero, para la no apropiación de la tecnología recomendada por el INIFAP y uno, para el uso adecuado de la tecnología. Según la ecuación, el IATM varió desde cero, cuando no se usó ninguna de las recomendaciones del paquete tecnológico del INIFAP, a 100 cuando se usaron adecuadamente todas las recomendaciones del paquete tecnológico.
Con datos de la encuesta se calculó el GETC que mide en una escala de 0 a 100, el nivel en que los productores usaron las tecnologías. Para calcular el GETC se consideraron el empleo de los insumos y las actividades siguientes: empleo de semilla criolla, asociación y rotación de cultivos, aplicación de técnicas de conservación de suelo y agua, así como uso de abono orgánico, otorgándole a cada una de ellas un valor de 20 unidades. El GETC se obtuvo aplicando la siguiente ecuación:
Donde: GETC: grado de empleo de tecnologías campesinas; k= 5: número de tecnologías campesinas consideradas para el estudio; vi: valor asignado a la i-ésima tecnología campesina en función de su uso o no por el productor. El valor fue cero si el productor no usó la tecnología o 20 si la utilizó -de acuerdo con el razonamiento, un productor que no usó ninguna tecnología campesina obtuvo un GETC de 0, si usó una de las cinco tecnologías el GETC fue de 20, si usó dos de las tecnologías el GETC fue de 40, y así sucesivamente. Cuando un productor usó las cinco tecnologías indicadas obtuvo un GETC de 100-.
Los maiceros se clasificaron en dos: a) según el valor del IATM y GETC para analizar el manejo del maíz: en baja (0-33.33), media (33.34-66.66) y alta apropiación de tecnología (más de 66.66 unidades); y b) para estudiar el impacto de las tecnologías en la productividad, de acuerdo a su disponibilidad o no de riego.
Resultados y discusión
Los datos de la encuesta indicaron que las actividades que realizan los productores a nivel de campo son:
Preparación del suelo y siembra
El barbecho lo realizaron todos los productores, utilizando principalmente tecnologías modernas, sobre todo los grupos con alto IATM y bajo GETC (Cuadro 1). Actuación similar reporta Ramírez (2004) en Tlaxcala, donde 97.8% de los maiceros realiza esta actividad; asimismo, en la región centro oeste del estado de Puebla, Ramírez et al. (2007) informan que poco más de 90% de los campesinos realizó uno o dos barbechos en sus parcelas de maíz. La importancia de esta práctica radica en los múltiples beneficios que provee, como regular la humedad en los suelos, almacenar agua en climas secos, ayuda a reincorporar residuos vegetales de cosechas anteriores, contribuyendo con la fertilidad del suelo; asegura el control de malezas y permite obtener una buena cama de siembra (FAO/INTA, 1992; INIFAP, 1997; María et al, 2003; Escalante et al, 2007). La preferencia por el uso del tractor, exponen algunos autores(as) se debe a que el barbecho es una práctica muy laboriosa por lo que la mayoría de los campesinos optan realizarla con este equipo (Pearson, 2003; Ramírez et al, 2007).
Por su parte, el rastreo disminuyó notablemente, ya que sólo cuatro de cada 10 productores lo practicaron utilizando únicamente tractor (Cuadro 1), principalmente rentado. Esta disminución puede explicarse posiblemente por dos aspectos: a) el tipo de suelos predominantes en el municipio son de textura ligera, tomando en cuenta que uno de los objetivos del rastreo es el rompimiento de los terrones que se generan durante el barbecho y que la cantidad de rastras a practicar dependen de la consistencia del suelo (IICA, 1992; INIFAP, 1997; Escalante et al, 2007; INEGI, 2008), entonces la actividad en este tipo de suelos puede no ser tan imperativa para algunos productores y/o se cumple la preparación del terreno con la practica anterior; y b) el incremento en los costos de producción, ya que el equipo necesario para realizar el barbecho genera un costo, sobre todo si se renta, como en el caso de la tecnología motorizada que es una herramienta recurrente entre los maiceros del municipio para tal actividad.
A nivel municipal, el surcado presentó una tendencia al uso de yunta (Cuadro 1). Sin embargo, por tipología el comportamiento fue diferente, ya que a medida que subió el nivel de IATM, disminuyó el porcentaje que utiliza yunta. En el GETC, la relación entre el tipo de productor y uso de tracción animal fue directa, pues conforme incrementó el nivel de empleo de tecnologías campesinas, aumentó el porcentaje del uso de yunta en sus prácticas agrícolas. Dentro de los animales utilizados predominaron las acémilas con 63%. La tendencia por esta herramienta se puede deber a que los productores utilizan sus propios animales para prácticas menos laboriosas (labranzas secundarias, siembra, deshierbes y cosecha), mientras que en tareas pesadas prefieren la tracción mecánica, combinando así el uso de tecnologías modernas con tradicionales (Pearson, 2003).
La fuerza animal es una fuente de energía de gran importancia para la agricultura en México sobre todo en el centro y sur del país; y se emplean principalmente en extensiones inferiores a 10 ha, ya que la superficie laborable por unidad de producción es un factor importante para elegir el tipo de energía que se ha de utilizar para las prácticas agrícolas (Anon, 1992; Cruz, 1994; Cruz, 2003; Pearson, 2003). En San José Chiapa la superficie promedio de las parcelas fue de 3.9 ha; haciendo una comparación entre parcelas de maiceros que usan tractor y los que emplean yunta (2.8 y 3.8 ha, respectivamente) se registró una diferencia significativa (t= 6.5; p< 0.05), lo que indica que los productores con menor superficie mantienen el uso de la tecnología tradicional. Otro aspecto importante que explica el empleo de la yunta es que los productores son de escasos recursos, poseen gastos promedios mensuales per cápita -el gasto mensual per cápita se calculó dividiendo el gasto mensual entre el número de miembros de la familia del productor- de $443.00, por lo que buscan las actividades que les genera menor costo.
Según el CONEVAL (2009) los habitantes del medio rural con ingresos menores de $706.69 mensuales padecen pobreza alimentaria. Si suponemos que estos gastos representan los ingresos de los productores, se puede decir que se encuentran en pobreza alimentaria. Por su parte, CONAPO (2005) ubica a éste municipio con un alto grado de marginación social. En tal caso, la yunta constituye una opción tecnológica apropiada a las necesidades del agricultor.
En la siembra prevalece el uso de semilla criolla (96%), especialmente maíz blanco y amarillo con 82 y 12%, respectivamente. El 4% restante utilizó variedades mejoradas tales como H-30, H-40, H-48 y VS-22; los productores que sembraron este tipo de semilla poseen tierras principalmente de riego y poseen un IATM alto (70.5) y medio GETC (45). En el Valle de Toluca se observó que 72.3% de productores sembró maíz criollo y 13.4% utilizó semilla mejorada bajo condiciones exclusivamente de riego (Guillén et al., 2002).
De igual manera, en la región centro oeste de Puebla (Ramírez et al., 2007) y en Tlaxcala (Damián y Ramírez, 2008) los maiceros optaron por el empleo de semilla criolla (96.7 y 92%, respectivamente). Otro estudio realizado en 16 regiones de distintos estados de la república indica que la mayor proporción de productores usa variedades locales (76.5%) y sólo 23.6% emplea variedades mejoradas (Herrera et al. , 2002). La preferencia por las variedades locales se explica por: su bajo costo y la facilidad que tiene la familia para conseguirlos; su adaptación a las condiciones climáticas de la región; por su utilización en la elaboración de tortillas y otros productos; son pilares de la producción ganadera al proveer una mayor cantidad y calidad de forraje, le da mayor seguridad al agricultor porque conoce el manejo de la semilla; la posibilidad de seguir usando su cosecha como semilla y finalmente por su rendimiento (Guillén et al, 2002; Damián et al., 2010).
Control de malezas y fertilización
Para el control de malas hierbas se ejecutaron labores de cultivo; las dos primeras se realizaron por todos los maiceros, mientras que la tercera labor la efectuó sólo 87%. La principal herramienta utilizada en las tres labores fue la yunta (con 62, 67 y 69%, en orden). El uso de animales de tiro presenta gran importancia en la agricultura campesina, algunas razones son su bajo costo, resultan menos dañinos para el ambiente y se aprovechan en diversas actividades dentro de la unidad doméstica de producción (Galindo, 1993).
En cuanto al control químico, 67% de los productores empleó herbicidas, principalmente los de alto nivel de IATM. Sobresale el uso de Esterón 47 administrado a una dosis de 0.5-1 litros por hectárea. En los DDR Calpulalpan y Huamantla también se observó que el herbicida fue uno de los componentes más utilizado por los maiceros (59.8 y 61.5%, respectivamente); principalmente el nivel de alta apropiación de tecnología (Damián et al., 2007). La explicación puede estar en función al tipo de tecnología usada, ya que el herbicida resulta un sustituto directo de la mano de obra, que en muchos casos proviene de la unidad familiar (Calvo y Escobar, 1985; Damián et al., 2007).
Dentro de los fertilizantes sintéticos, destaca el uso de abonos nitrogenados, especialmente por maiceros con nivel alto de IATM (83%) y GETC (86%). La dosis más utilizada fue la 69-00-00 por hectárea, siendo menor que la recomendada por el INIFAP (2007) de 140-50-00 por hectárea. Este comportamiento puede deberse a que la mayoría de productores también aplicó estiércol, que es una fuente importante de materia orgánica y nutrientes para el suelo agrícola, y que contribuye en la conservación y mejoramiento de los mismos (Simpson, 1991; Bolton et al, 2004; Castaños, 2009).
Control de plagas y enfermedades
El control de plagas fue bajo, sólo 22% de los productores aplicó algún tipo de insecticida y 24% reportó tener este tipo de problemas pero no utilizó ningún tipo de control. La razón es que el productor no considera a las plagas como problema grave, y que algunas de las actividades que realiza (barbecho, rastreo, asociación y rotación de cultivos) sirven como método de control. Entre las principales plagas destacó el frailecillo (46%) y chapulín (38%) controladas principalmente con Parathión metílico, con una dosis de 1 litro por hectárea. En cuanto a las enfermedades no se reportó daño por algún tipo de fitopatógenos. Ramírez et al. (2007) también reportan que un bajo porcentaje de productores de maíz de la región centro oeste de Puebla tuvo plagas (31%), del cual 16% afirmó que el daño ocasionado es mínimo. En cuanto a las enfermedades en el cultivo, sólo 3% presentó este problema.
Asociación, rotación de cultivos y conservación de suelos
En la asociación y la rotación de cultivos del maíz, se distinguió que 35% de productores sembró maíz asociado con otros cultivos (especialmente frijol, haba y amaranto), notándose una relación inversa en cuanto al IATM y una relación directa respecto al GETC. Y que el porcentaje de productores que realizaron rotación creció considerablemente (Cuadro 4), sembrando el maíz de forma alternada con leguminosas (frijol, alfalfa y haba) y cebada. También se encontró que existe relación directa entre la rotación y el empleo de tecnologías modernas y campesinas. Damián et al. (2007) señalan que las prácticas campesinas son de uso común entre los productores tlaxcaltecas (65% en asociación de cultivos, 75.5% en rotación de cultivos y 63.3% usa técnicas de conservación).
Estas son prácticas prevalecen porque proporcionan muchos beneficios al sistema agrícola como el aumento del rendimiento, empleo en forma eficiente de la mano de obra, disminuyen el riesgo de la producción en presencia de factores adversos al ambiente, reducen problemas de malezas, plagas y enfermedades, aumentan los niveles de nitrógeno disponible en el suelo, restan la necesidad de fertilizantes sintéticos, consiguen el equilibrio en el consumo de nutrientes, evitan el dominio de un mismo tipo de exudado radicular que inhiba el crecimiento de otros cultivos, disminuyen la erosión edáfica y ayudan a mantener la sustentabilidad de los suelos (Harwood, 1971; Igzoburkie, 1971; Lepiz, 1971; Davis, 1981; Altieri y Nicholls, 2007; Castaños, 2009). Además de que provee distintos productos para el autoconsumo que permiten complementar la dieta de la unidad familiar; o ser utilizados para su venta.
La conservación de suelos fue realizada por más de la mitad de productores (Cuadro 4), sobre todo los de nivel medio de IATM y alto GETC. Esta actividad evita la erosión de los suelos agrícolas y ayuda al aumento de su calidad y fertilidad. También contribuye a la productividad de los mismos.
La mayoría de productores que no conservan los suelos, poseen parcelas sin pendiente (91%), mientras que los productores que realizan técnicas de conservación, tienen parcelas con pendiente (96%). Esto se debe a la estrecha relación que existe entre la erosión del suelo y la pendiente; es decir, a mayor inclinación hay mayor peligro de erosión por el agua de escorrentía y por acción de la gravedad (Núñez, 1985). Las técnicas de conservación de suelos más empleadas fueron los bordos y zanjas.
Manejo del maíz y productividad
Los datos del cuadro 6 indican que el rendimiento promedio de maíz en San José Chiapa (2767 kg ha-1) superó al rendimiento estatal para 2009, que fue de 2 160 kg ha-1 (SIAP, 2010). De igual manera se observó que el empleo de tecnologías: a) es de nivel medio, los productores aplicaron en promedio 56.2 unidades del paquete tecnológico recomendado por el INIFAP y 65.3 unidades de las tecnologías campesinas; b) es diferenciado, ya que el valor del IATA va de 32.5 a 73.9 unidades y el valor del GETC se encontró en un rango de entre 20 a 83.3 unidades; y c) hay una relación directa entre empleo de tecnologías y el rendimiento.
Por lo tanto, se puede afirmar que la investigación agrícola realizada por el INIFAP y las tecnologías campesinas es relevante. Sin embargo, hay que hacer notar que la proporción en que aumentó el uso de la tecnología no correspondió con el incremento de los rendimientos. Por ejemplo, los rendimientos de los productores de IATM bajo y medio fueron prácticamente iguales, mientras que el índice se incrementó en 40%; y d) existe una diferencia notoria en los rendimientos entre los productores que sembraron bajo condiciones de temporal y riego, aun cuando los valores de IATM y GETC no reflejaron esta discrepancia, indicando que el recurso agua es fundamental para elevar los rendimientos por hectárea. En cuanto al rendimiento por niveles de tecnología, se encontró que fue mayor en el nivel alto tanto del IATM (t=3.09; p=.003) como del GETC (t=-3.479; p=.001) con respecto a los otros grupos, demostrando que ambos tipos de tecnologías elevan los rendimientos.
En los niveles altos de uso de tecnologías, el porcentaje que utilizó tecnologías modernas de 11%, mientras que el porcentaje de productores con tecnologías campesinas fue 41%, haciendo notable la importancia de este tipo de tecnologías para los productores. Esto se deba a los múltiples beneficios que aportan éstas tecnologías hacia los cultivos, tales como: aumentar el rendimiento, diversificar el agroecosistema, reducir problemas de malezas, plagas y enfermedades, incrementar el contenido de materia orgánica y de nutrientes, disminuir la erosión edáfica, mantener la sustentabilidad de los suelos y son tecnologías de bajo costo para los productores (Bolton et al, 2004; Altieri y Nicholls, 2007). Se le debe reconocer a las culturas campesinas tradicionales que han desarrollado sistemas de manejo de los recursos naturales mucho más eficientes desde el punto de vista ecológico que los desarrollados en la actualidad, regidos por el mercado y la lógica de lucro (Guzmán, 1994).
Conclusiones
En San José Chiapa Puebla, coexisten en el manejo del maíz tecnologías modernas con prácticas campesinas. Por su parte, las tecnologías modernas resultan predominantes en actividades como preparación del terreno, control de malezas y fertilización; en tanto, las tecnologías campesinas sobresalen en la siembra (surcado y tipo de semilla), fertilización (uso de estiércol), asociación, rotación de cultivos, y conservación de suelos. El tractor es uno de los principales medios empleado en las primeras actividades agrícolas. La semilla criolla prevalece entre los productores por las ventajas que representan, como bajo costo, accesibilidad y resistencia a condiciones climáticas de la región, entre otras.
Los materiales mejorados también poseen ciertas ventajas sin embargo sólo 4% prefirió su uso, probablemente porque los productores prefieren sembrar semillas que adquieren de sus propias cosechas, además por el posible incremento en los costos de producción que se da con estas variedades. En la fertilización química, sobresale el uso de fertilizantes sintéticos nitrogenados, pero en dosis más bajas que las recomendadas por el INIFAP. Asimismo, existe un alto número de productores que emplea estiércol como abono. El control de plagas es bajo y no hay reporte de enfermedades del cultivo.
A pesar de la relevancia social de las tecnologías campesinas, no se encontraron incluidas en los paquetes tecnológicos generados y recomendados por el INIFAP para San José Chiapa, lo que resta la importancia debida y disminuye la posibilidad de un manejo más integral del cultivo. El uso de tecnologías tanto modernas como campesinas generó un incremento en el rendimiento por hectárea superando al rendimiento promedio estatal. Esto resalta la importancia de este tipo de tecnologías, principalmente las campesinas que se basan en un mayor respeto al medio ambiente donde se desarrolla el agroecosistema.
Literatura citada
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