Introducción
El conocimiento local en todo el mundo acerca del uso de las plantas es transmitido de generación a generación, contribuyendo a mejorar los aspectos de salud y bienestar de las poblaciones de escasos recursos (Hurtado et al., 2006). Cada cultura o civilización construye una imagen de su entorno, observa y percibe de manera diferente los bienes y riquezas que éste les proporciona y, como resultado, adopta una estrategia particular de uso y manejo (Toledo et al., 1995). Desde su aparición el ser humano ha estado relacionado con las plantas, inicialmente en su etapa de cazador-recolector sólo como consumidor, ya que las plantas sintetizan compuestos y elementos inorgánicos convirtiéndolos en productos aprovechables (Hernández, 1971); la relación se modifica posteriormente con la aparición de la agricultura. No obstante, en las últimas décadas, la vegetación del trópico mexicano se ha trasformado como consecuencia de cambios en el uso del suelo, siendo los más comunes el establecimiento de cultivos anuales, la expansión de la frontera agrícola y ganadera, y el crecimiento de áreas urbanas, aunados al aprovechamiento inadecuado de los recursos naturales (Zamora et al., 2008).
Desde el punto de vista científico, esta problemática puede ser abordada a través del índice de valor de uso que se utiliza para cuantificar la importancia que las plantas tienen para una población local (Prance et al., 1987, Phillips y Gentry, 1993). Los valores de uso se basan en el grado de consistencia de entrevistas reiteradas con uno o varios informantes (Pardo y Gómez, 2003).
Flores y Albizu (2005) trabajaron con la caracterización del uso de plantas en el área de amortiguamiento de la Reserva Biológica Indio Maíz en Nicaragua, en donde reportaron especies vegetales utilizadas para construcción, alimentación y medicina; los valores de Uvs (índice de valor de uso) fueron relativamente altos. Hurtado y Moraes (2010), realizaron una comparación del uso de plantas en dos comunidades campesinas del bosque Tucumano en Bolivia, las especies utilizadas con mayor frecuencia presentaron mayor valor de uso en ambas comunidades. En Tabasco, Magaña (2009), reportó valores de Uvs entre 2 y 7 para especies usadas sólo como medicina.
Partiendo de lo anterior, el objetivo de este apartado fue evaluar el valor de uso de las especies vegetales del Ejido Sinaloa 1a Sección de municipio de Cárdenas, Tabasco, bajo la hipótesis de que las especies que presentan mayor valor de uso en la localidad el corresponden a las plantas medicinales.
Materiales y métodos
El trabajo de campo se realizó en el Ejido Sinaloa, primera sección, ubicado en el municipio de Cárdenas Tabasco. Es una población de tipo rural (INEGI, 2005) que se localiza geográficamente en las coordenadas 18º 20’ 22’’ latitud norte y 93º 44’ 05’’ longitud oeste. Se ubica en la zona costera del Golfo de México (Bueno et al., 2005), corresponde a una zona sujeta a inundaciones debidas a incrementos del nivel medio del mar que determinan transformaciones fundamentales en su forma y origen, así como en sus paisajes físico-geográficos y ambiente natural, posee una longitud de 2 775 km (Hernández et al., 2008) y presenta ambientes de playas, deltas, estuarios, planicies de marea, dunas y lagunas costeras (Ortíz y Méndez, 1999). El trabajo de investigación se realizó de febrero de 2009 a junio de 2010. La Selección del área de estudio se delimitó a partir de mapas y recorridos de campo ubicando los lugares donde se concentraban las especies vegetales, teniendo en consideración que se trata de un área alejada de los centros urbanos, encontrándose además que los habitantes han diversificado y enriquecido sus huertos familiares.
La comunidad rural está conformada por 113 hogares, y reporta escasa influencia tecnológica, razón por la que fue elegida como área de estudio. Se determinó el tamaño de muestra n siguiendo la metodología de Segura y Honhold (2000), considerando 3% de error máximo admisible, lo que arrojó un valor de n=73 familias con una probabilidad de 95%. La metodología utilizada correspondió al método etnográfico propuesto por Pineda (1987), el cual consiste en la observación de la vida cotidiana de la comunidad, participando activamente en eventos sociales y culturales de la población, con el fin de conocer los aspectos relacionados con la identificación de uso y valoración de la flora, creando lazos personales y de trabajo con los habitantes. En los hogares seleccionados, se realizó una primera entrevista abierta en la que se solicitó a los jefes de familia sus datos personales (ocupación, edad, escolaridad, servicios con los que cuentan).
Para obtener los valores de uso se utilizó la metodología de Phillips y Gentry (1993) quienes mencionan que se requiere la realización de dos o más eventos (entrevistas) en un determinado lapso de tiempo. En este caso se realizaron dos eventos. En la primera entrevista se consideró a los 73 hogares. Se realizó un listado florístico de las especies presentes en ellos. Para el segundo evento, se usó el muestreo no probabilístico conocido como “bola de nieve” (Goodman, 1961) para seleccionar informantes clave, el cual consiste en seleccionar una muestra inicial de personas y, mediante información de éstas ubicar a otras en la población para que sean, a su vez entrevistadas, actividad que continúa, hasta llegar a la etapa final que corresponde al momento en que ya no hay personas que sean reconocidas por los habitantes de la localidad.
La segunda parte de la entrevista fue semiestructurada. Se solicitó información sobre las plantas que conocían o cultivan en sus terrenos, las que utilizan, para qué las utilizan y la frecuencia de uso. La tercera fase incluyó la determinación cuantitativa de la importancia cultural o nivel de uso que da la gente a las plantas. Para calcular el valor de uso de cada especie (Uvs), antes debe calcularse el índice de valor de uso (Uvis) de cada especie para un informante, utilizando la siguiente fórmula:
Donde= Uis es el número de usos mencionados para la especie s por el informante i; nis= es el número de eventos en el cual el informante i menciona un uso para la especie s; Posteriormente se determinó el Uvs, calculado con la siguiente fórmula:
Donde= ni es el número total de informantes entrevistados para la especie s, es decir la suma del valor de uso de los informantes para una especie, dividida entre el número total de informantes (Phillips, 1996).
Resultados y discusión
Se registraron 91 especies vegetales útiles en el área de estudio, las cuales se agruparon en 51 familias botánicas, las familias mejor representadas fueron las Fabaceae con tamarindo (Tamarindus indica L.), framboyán (Delonix regia (Bojer.) Raf., cocoíte (Gliricidia sepium (Jacq.) Steud), flor amarilla (Senna alata L.), chipilín (Crotolaria longirostrata Hook. et Arn.), frijol (Phaseolus vulgaris L.) y uña de gato (Caesalpinia bonduc (L.) Roxb), las Rutaceae con especies como limón (Citrus lemon (L.) Burm.), naranja (Citrus sinensis L.), naranja agria (Citrus aurantium L.), mandarina (Citrus nobilis Andr.), muralla (Murraya paniculata (L.) Jacq.) y ruda (Ruta graveolens L.).
Lamiaceae con especies como albahaca (Ocimum basilicum L.), hierbabuena (Mentha piperita L.), poleo (Mentha pulegium L.), oreganón (Coleus sp.), arbusto (Vitex aff. negundo L.) y toronjil (Melissa officinalis L.). Dentro de las Euphorbiaceae se registraron yuca (Manihot esculenta Crantz.), mayorga (Pedilanthus tithymaloides Poit.), chaya (Cnidoscolus chayamansa Mc. Vaugh.) e higuera (Ricinus communis L.). De los informantes claves seleccionados, los datos obtenidos indican que los hombres mencionaron nueve especies, mientras que las mujeres sólo tres. En el Cuadro 1 se observa que los informantes de entre 41 y 60 años reconocen un mayor número de especies (ocho especies los hombres y 11 las mujeres) y es la gente que tiene mayor conocimiento sobre las especies y sus usos.
Los resultados anteriores coinciden con Magaña et al. (2010), quienes reportan mayor conocimiento de plantas en los hombres en las comunidades maya chontales de Tabasco, a su vez difiere con lo reportado por Hernández et al. (2005), que en su investigación realizada en Puebla en donde las mujeres son las que identifican un mayor número de especies, en especial medicinales. Los informantes clave de mayor edad reconocieron más especies. Este hecho está relacionado con que la población está compuesta en su mayoría por hombres y son ellos los que recolectan el mayor número de especies, dado que en su área de trabajo las plantas siempre están presentes.
Valor de uso
Se encontraron 14 especies son valores entre 1.0 y 3.85 (Cuadro 2). Las especies con mayor valor de uso son aquellas de las que se aprovecha una misma parte de la planta para cubrir varias necesidades. La especie que presentó mayor valor de uso fue el coco (Cocos nucifera L.) mencionado por los 10 informantes, el fruto de esta planta es de gran importancia en las áreas costeras de México ya que es una fuente de ingresos (Moscoso et al., 2002); seguido del limón (Citrus lemon (L.) Burm.) y oreganón (Coleus sp.). Los valores más bajos (≥0.5) corresponden a veinte especies entre las que se encuentran el agave (Agave angustifolia Haw.), camote (Ipomoea batatas L.) y chipilín (Crotolaria longirostrata Hook. et Arn.) y son aquellas que tienen un uso muy específico como alimento o para leña.
Existen especies que tienen Uvs altos como la ciruela (Spondias purpurea L.) y el limón (Citrus lemon (L.) Burm.), ambas utilizadas para medicina y alimento. Por el contrario las especies con valores bajos de Uvs como la anona (Annona reticulata L.) y el jagüe (Genipa americana L.) reportan un solo uso específico, como el alimento.
No todas las plantas tienen similar importancia de usos, muchas de ellas pueden presentar valores bajos de Uvs en comparación con otras especies, posiblemente debido al poco conocimiento acerca de otros usos potenciales (Martín, 1995). Esto lo confirma Toscano (2006), quien reporta que utilizar el índice de valor de uso tiene un sesgo si se plantea desde la perspectiva de que una misma especie puede aumentar su valor si se aprovecha en otras formas. La mayoría de las especies registradas tienen usos múltiples, por lo que una especie medicinal puede ser usada también como alimento u ornamental. Por lo tanto, los valores de Uvs varían de una especie a otra dependiendo de la importancia que cada grupo social proporciona a sus especies vegetales.
En ocasiones el conocimiento varía de persona a persona, algunas personas usan una especie para un determinado uso y otras les dan usos diferentes o, en otros casos, los usos son desconocidos. El conocimiento que pueda tener una persona es diferente al de otra, por ejemplo, una persona puede utilizar una especie para curar o prevenir algún padecimiento y otra para alimentarse o como ornamental. Esto coincide con Garro (1986), que indica que el conocimiento que un ser humano puede tener está determinado por la función que desempeña en la sociedad y por sus características: género, edad y trabajo, entre otras.
El número de especies útiles reportadas fue relativamente bajo comparado con otras localidades como Tapotzingo, Tecoluta y Mazateupa, en Nacajuca, Tabasco (Magaña et al., 2010), y en los pantanos de Centla y Boca del Cerro, Tenosique, Tabasco (Sol et al., 2000; Sol et al., 2006). Esto se debe en gran medida a que en las localidades que abarca la zona costera, incluyendo el ejido Sinaloa 1a sección, a través de los años el mar ha invadido espacios territoriales, provocando pérdida de espacios habitables, destrucción de tierra, erosión e inundación de planicies bajas, evitando el crecimiento de las plantas y provocado la desaparición de especies vegetales (Hernández et al., 2008).
En cuanto a las familias botánicas el porcentaje más alto (8.01%) de Uvs, correspondió a la Rutaceae, seguida de la Arecaceae (7.53), Combretaceae (4.48%) y Fabaceae (4.29%). Solo se registraron dos especies de Arecaceae, pero ambas presentaron un valor de uso alto en comparación con otras familias como Fabaceae o Combretaceae. El alto valor que presentó la familia Rutaceae se debió a que sus especies son usadas para distintas actividades. Una familia puede tener varias especies pero el porcentaje será menor si las especies que la conforman tienen Uvs bajo.
Las especies que presentaron valor de uso alto, fueron las usadas para diferentes fines y pocas las plantas utilizadas como sombra y ornato. En caso contrario, las especies que presentaron valor de uso bajo son las que tienen un uso específico como las utilizadas para ritual mágico- religioso o las que son utilizadas como humo y saborizantes. Las familias botánicas mejor representadas en la flora útil del ejido fueron Rutaceae, Fabaceae, Euphorbiaceae y Lamiaceae; la mitad de ellas coincide con las reportadas por Burgos (2009) para Atzalan, Veracruz, quien registró a familias como Rubiaceae, Fabaceae, y Euphorbiaceae entre las 10 mejor representadas.
En la zona de estudio, de las plantas enlistadas, la mayoría son utilizadas como medicina, y fueron las más importantes respecto al número de especies utilizadas para este fin. Esto puede indicar que la comunidad tiene mayor especificidad del uso de sus recursos y también poseen un mayor conocimiento de propiedades curativas de las plantas. Al respecto, Galeano (2000) menciona que en todos los estudios aparecen algunas especies con valores de uso relativamente altos, aunque estén representadas con pocos individuos y que principalmente son las especies maderables y palmas, por lo que considera que dicho valor de uso alto corresponde más a una característica excepcional que a un grupo de especies. Maldonado y Ramírez (2008), en Loja, Ecuador y Magaña (2009), en Tabasco, México reconocieron valores de Uvs que van de 1 a 8 y de 1 a 7, respectivamente; los encontrados en esta investigación son, en general más bajos ya que van de 0.05 a 3.8, lo que se atribuye principalmente a que las selvas tienen gran diversidad de especies vegetales y, por lo mismo, los usos proporcionados son múltiples.
Otro factor importante, es que las áreas que se encuentran más alejadas de las zonas urbanas recurren con mayor frecuencia al uso de plantas que las que se ubican en la ciudad. Aunado, en este caso, a la salinidad, propiciada por la fuerte contaminación ocasionada por la apertura de Boca de Panteones, provoca marchitez y muerte de las plantas, principalmente las medicinales que se encuentran sembradas en los patios de las casas y que en mayoría son introducidas, (Hernández et al., 2008). Un aspecto importante es que los habitantes del ejido Sinaloa recurren, cada vez con menor frecuencia al uso de plantas medicinales, lo que ha provocado que la tradición de curarse y prevenir enfermedades con estas plantas se vaya perdiendo, lo que contrasta con las comunidades Maya-Chontales que reporta Magaña, en donde los habitantes prefieren recurrir al uso de las plantas para curar y prevenir enfermedades, evitando la pérdida de los conocimientos tradicionales.
Los valores de Uvs altos corresponden a las especies utilizadas como medicina. Estos datos son contarios a lo reportado en Colombia por Marín et al. (2005) que señala que las especies con menor valor de uso son las medicinales, alimenticias y algunas para construcción principalmente, y contrasta con lo reportado por Phillips y Gentry (1993) en Perú y Galeano (2000) en Colombia, que encontraron que las especies más utilizadas son las maderables, aunque en este caso, los entrevistados no reportaron especies de uso exclusivo como maderables. Las especies vegetales utilizadas para medicina y alimentación tienen valores parecidos a los reportados por Bermúdez y Velázquez (2002) en Trujillo, Venezuela y Toscano (2006) en Colombia, específicamente, el cundeamor (Momordica charantia L.) y la granada (Punica granatum L.), cuyos valores de Uvs son similares y son utilizadas en el tratamiento de la diabetes en el primer caso y consumida fresca en el segundo.
Conclusiones
En la localidad estudiada existe un amplio conocimiento cultural de las especies vegetales presentes en la zona. El conocimiento local acumulado sobre las especies demostró que está relacionado en base al género, ya que fueron los hombres mayores de 61 años los que mencionaron más especies y mayores usos. Además, el uso de las especies está determinado por el conocimiento que posee cada habitante sobre la especie y el objetivo de su uso. El mayor valor de uso de uso especie se registró con la especie Cocos nucifera L., del cual se reportaron los usos: medicinal, alimenticio, leña, humo (repelente) y construcción.
La familia con mayor número de especies fue la Fabaceae, con especies como Crotolaria longirostrata Hook. et Arn., Gliricidia sepium (Jacq.) Steud, Delonix regia (Boj.), entre otras. La mayoría de las personas entrevistadas prefieren sembrar las especies vegetales dentro de sus huertos familiares para poder darles el cuidado necesario y facilitar su consumo. Es posible recuperar el conocimiento tradicional acerca del uso de las especies, sobre todo las que a través del tiempo se ha ido perdiendo y son indispensables como las medicinales y alimenticias.