Introducción
El estado de Tabasco ha sido expuesto a los procesos del desarrollo económico, de cuyos resultados destacan el empobrecimiento social, deterioro ecológico, y marginación. Proyectos como el Plan Chontalpa han provocado una destrucción irreparable de los ecosistemas de la zona eliminando flora y fauna Murillo (2004). De igual forma ante el desarrollo petrolero en Tabasco las tierras bajas e inundables se visualizaron solo como obstáculos para el progreso económico del país Zavala (1988). Esto ha resultado en una pérdida aproximada de 50% de los humedales, debido a las altas tasas de deforestación, lo cual coincide con los índices más altos de marginación del Golfo de México (Seingier et al., 2009; Landgrave y Moreno-Casasola, 2012).
Los manglares son ecosistemas costeros que proveen de servicios tangibles e intangibles a la sociedad tales como la protección de costas, captura de carbono, filtros biológicos, retención de suelos; producción de madera, leña, carbón; zona de crianza y desarrollo de especies acuáticas de valor comercial; zonas de anidamiento, descanso, percha, alimentación, refugio y reproducción de aves migratorias y residentes; entre otros. Sin embargo, han sido ecosistemas antropicamente alterados y modificados, en donde su reducción en superficie o fraccionamiento ocasiona la interrupción de los procesos ecológicos, lo que afecta su productividad, su equilibrio, y la provisión de satisfactores al ser humano.
Debido a que los manglares son ecosistemas costeros que se desarrollan en latitudes tropicales y subtropicales alrededor del mundo, el impacto ante el cambio climático tendrá significado ecológico, económico y social sobre este tipo de ecosistemas, a nivel estructural y de funciones ecológicas (Yañez-Arancibia, 2010). Sin embargo, pese a su importancia ecológica y económica, se continúa amenazando y deforestando para fomentar el desarrollo económico del país, aunado a que las condiciones de marginación de las comunidades costeras conducen al cambio de uso de suelo que en la mayoría de los casos repercuten en una doble pobreza, ambiental y social, debido a la alteración físico química del suelo. Zaragoza et al. (2005), reportan que la superficie del manglar se reduce a una tasa anual de 2% para la vertiente del Pacífico, y 2.8% para el Golfo de México.
La NOM-022-SEMARNAT-2003, establece que en aquellas áreas que presenten procesos de degradación o desertificación, o graves desequilibrios ecológicos, la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) deberá formular y ejecutar programas de restauración ecológica para la recuperación y restauración de las condiciones que propicien la evolución y continuidad de los procesos naturales que en ella se desarrollaban (Titulo 2o, Capítulo II, Artículo 78). En este sentido, por decreto presidencial en 2001 se instituyó la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) como órgano descentralizado de la SEMARNAT, a partir de entonces esta instancia administra e impulsa los programas de reforestación en todo el país (Cervantes et al., 2008).
González-Maya et al. (2012), citan que la restauración ecológica basada en programas de reforestación ha sido una de las alternativas más aplicadas en países de Latinoamérica, aunque aún no se conocen sus alcances y logros reales. En el caso específico de México Céspedes-Flores y Moreno-Sánchez (2010), consideran que los procesos de restauración son más lentos a la velocidad con la que se pierden los recursos naturales.
Para atenuar y mitigar los impactos del cambio climático, se deben intensificar los esfuerzos de restauración- rehabilitación e incorporarlos en la planificación ambiental estratégica de la zona costera (Yáñez-Arancibia et al., 2010). En este sentido Lewis (2005), plantea que es posible revertir la pérdida de los bosques de manglar a escala mundial a través de la aplicación de principios básicos de restauración ecológica, utilizando enfoques de ingeniería ecológica.
En Tabasco, la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) ha financiado programas de conservación y restauración, a través del programa Pro-Árbol en donde se han otorgado apoyos destinados a la ejecución de proyectos de reforestación (DOF, 2008). Sin embargo, existen sitios vulnerables a la erosión costera que limitan con el Golfo de México, en donde es urgente recuperar el manglar; pero los apoyos otorgados para la reforestación no reflejan resultados tangibles o no satisfacen las metas planteadas.
Por lo anterior, y considerando que las comunidades costeras son las más vulnerables ante los efectos del cambio climático y que las medidas que se tomen no pueden ser generalizables de una región a otra, es urgente emprender acciones que permitan ser más eficiente las actividades de reforestación en manglares de la costa de Tabasco. Por tal razón, es necesario elaborar un diagnóstico integral que permita delimitar las causas que impiden que los programas de reforestación se lleven a cabo con éxito, y que permita generar propuestas de mejora en su planeación y ejecución. Por ello la hipótesis de este trabajo fue que la planeación y ejecución de los programas de reforestación existen debilidades las cuales limitan la recuperación de áreas de manglar deforestado en la costa de Tabasco.
Objetivo
Analizar la planeación y ejecución de los programas de reforestación en manglares de dos ejidos de Cárdenas, Tabasco.
Materiales y métodos
Área de estudio
El área de estudio se ubica en el municipio de Cárdenas, Tabasco. En los Ejidos El Alacrán ubicado entre los 18º 21’ 0” y 18º 23’ 20” de latitud norte y entre los 93º 35’ 10” y 93º 42’ 10” de longitud oeste; y El Golpe ubicado entre los 18º 18’ 20” y 18º 20’ 40” de latitud norte y entre los 93º 28’ 50” y 93º 31’ 50” de longitud oeste; alrededor de la laguna La Machona, la cual se conecta al Golfo de México a través de una bocana artificial conocida como Boca de Panteones (Figura 1).
En los alrededores se ubican instalaciones y oleoductos para la extracción y conducción del petróleo, en donde los desechos derivados de la movilización del petróleo crudo tienen como destino final los ecosistemas lagunares costeros Carmen-Machona, Mecoacan, y el Río Tonalá (Jacott et al., 2011). El área de estudio forma parte de los humedales costeros de Tabasco, en donde la vegetación dominante son los manglares asociados a condiciones estuarinas (Barba et al., 2006); las especies presentes son: Avicennia germinans (mangle negro), Rhizophora mangle (mangle rojo), y Laguncularia racemosa (mangle blanco); las cuales crecen sobre dos grupos de suelos Histosoles y Solonchaks (Domínguez- Domínguez et al., 2011). El ejido el Alacrán tiene conexión directa con el mar, y es considerada una zona de alta vulnerabilidad debido al grado de erosión costera, en donde se estima un retroceso costero de -9 a -10 m año (Hernández et al., 2008). Este ejido cuenta con 871 habitantes y 208 viviendas habitadas; 43.65% de la población de 15 años o más tiene primaria incompleta, y el grado de marginación es alto (CONAPO, 2010).
El Ejido el Golpe experimentó un incremento en la superficie de manglar, de 1995 a 2008, originado por la intrusión salina que favoreció la colonización del manglar en zonas dedicadas a la ganadería, tal como se reporta en el artículo del Capítulo II; en ese mismo periodo se estimó una pérdida de 22.6 ha. El ejido cuenta con 1 187 habitantes y 335 viviendas habitadas; 33.10% de la población de 15 años o más tiene primaria incompleta; y el grado de marginación es alto (CONAPO, 2010). Las principales actividades económicas en la zona en orden de importancia son: la pesca, extracción de madera del mangle blanco, la ganadería, y en menor grado las actividades agrícolas. Esta investigación fue realizada en el periodo 2011-2012, en el cual se consideraron dos etapas: análisis de la planeación del Programa Pro-Árbol 2009 de la CONAFOR, y el análisis de su ejecución.
Análisis de la planeación del Programa Pro-Árbol 2009
Fue analizado el documento de las reglas de operación del programa Pro-Árbol 2009, publicado en el Diario Oficial de la Federación el 31 de diciembre de 2008, con la finalidad de conocer los lineamientos específicos a los que deben estar sujetos los interesados en participar: requisitos generales, procedimiento de selección, montos de apoyo, derechos y obligaciones de los beneficiarios, seguimiento técnico, y sanciones. Se realizó entrevista a informantes clave de la CONAFOR a través de pláticas periódicas tanto en oficina como en recorridos de campo con el objetivo de conocer la respuesta de los beneficiarios durante el proceso de ejecución del proyecto. De igual forma se analizó la base de datos de los beneficiaros del apoyo del programa Pro-Árbol 2009, en la categoría de conservación y restauración, para conocer el número de beneficiados, superficie comprometida, monto autorizado, monto ejecutado, y superficie reforestada.
Análisis de la ejecución del programa
Con la finalidad de conocer la experiencia de los beneficiarios durante la ejecución del programa de restauración en sus parcelas se elaboró y aplicó un cuestionario que fue estructurado de acuerdo a lo propuesto por Quispe (2004), de tal forma que permitiera conocer los datos generales del beneficiario, el proceso que se siguió para obtener el apoyo, y en qué consistió la asesoría proporcionada por los técnicos responsables del seguimiento a las actividades de reforestación. De acuerdo a la base de datos proporcionada por la CONAFOR, en el área de estudio hubo un total de 19 beneficiarios, de los cuales cuatro se ubican en el ejido El Golpe y los otros 15 en el Ejido El Alacrán, por lo que considerando el número reducido de beneficiarios se optó por aplicar un censo. Con la información obtenida se generó una base de datos en el programa Excel 2007, para el análisis de la información cuantitativa y cualitativa.
Resultados
Planeación del programa ProÁrbol-2009
Las reglas de operación (RO), describen los requisitos que deben cumplir los solicitantes sujetos de apoyo, dentro de los cuales destacan los siguientes: deberán ser personas físicas o morales que posean terrenos forestales, preferentemente forestales o temporalmente forestales. En el proceso de dictamen se consideraron dos categorías: criterios sociales y estímulo al buen manejo. El monto de apoyo estuvo determinado por el presupuesto disponible, otorgándose en dos pagos el 60% al inicio, y 40% al final del proyecto. El Artículo 17 de las reglas de operación menciona que son derechos de los beneficiarios recibir asesoría y manifestar los actos administrativos que le perjudiquen, entre otros. En este sentido el Artículo 18 establece las obligaciones, tales como asistir a la capacitación sobre derechos y obligaciones, contratar asistencia técnica, cumplir con lo establecido en las reglas de operación, entre otros. De acuerdo a la información proporcionada por la CONAFOR, en el área de estudio fueron autorizados 19 beneficiarios, con una superficie total de 111 ha, cuyo monto autorizado fue de un total de $127 738 80. El primer pago realizado fue de un total de $76 643 28.
Las especies comprometidas para reforestación fueron mangle rojo, negro y blanco, y los técnicos autorizados para dar cumplimiento a los conceptos de apoyo fueron dos, a quienes se les pagó dos salarios mínimos por hectárea atendida. En 2011 el estatus de 100% de los beneficiarios fue el de cancelado por incumplimiento, de los cuales 79% informó haber realizado la reforestación. Sin embargo, de acuerdo a la verificación técnica la superficie de mangle existente correspondía a regeneración natural de mangle blanco.
Ejecución del programa ProÁrbol-2009
La edad promedio de los beneficiarios es de 56.27 años, de los cuales 81.81% cuenta al menos con el tercer grado de primaria, mientras que el restante 18.18% no cuenta con algún nivel de estudio. Como ocupación principal destaca la pesca con 54.54%, seguido de la agricultura con 27.27%, y 18.18% se dedica a otras actividades. El principal medio de difusión del programa fue a través del personal técnico de la CONAFOR con 54.54%, seguido de otras fuentes, como el comisariado ejidal, con un 36.36%, mientras que los medios informativos como la televisión representaron solo 9%. El 72.72% de los beneficiarios mencionó que no conocen los lineamientos del programa, mientras que el restante 27.27 % dijo conocerlo. El 100% manifestó que no contaba con experiencia en reforestación con mangle, y durante la ejecución del programa 54.54% no tuvo asesoría técnica, a diferencia de 45.45% que dijo haberla recibido al menos una vez.
En cuanto a la seguridad de que los beneficiarios conserven los terrenos reforestados, 63.63% de los beneficiarios mencionó que no tiene planes de fraccionarlo; mientras que el restante 36.36% si considera hacerlo para vender o heredar en algún momento.
Discusión
La información recabada permite vislumbrar dos escenarios, el primero se refiere a la planeación no estratégica del programa, y el segundo al estancamiento de su ejecución en la etapa de asignación de recursos. Tal escenario, invita a reflexionar sobre el procedimiento que se llevó a cabo para cumplir con los objetivos. La difusión de la convocatoria de forma abierta conduce a interpretaciones erróneas por parte de la población, ya que generalmente cuando se trata de recurso económico existe demanda no porque se considere que en sus terrenos es necesario reforestar, sino porque están conscientes que son recursos a fondo perdido y que como tal no tendrán que devolverlo. Asimismo, los criterios de selección son muy generales, y no se consideran estudios previos que permitan generar un diagnóstico de las áreas que requieren reforestación; puesto que las causas de la deforestación del manglar son variadas y el grado de afectación se manifiesta en diferentes niveles (Sol et al., 2002), es necesario contar con información geográfica en donde se destaquen los sitios de acuerdo al grado de afectación y las causas que la originaron.
En el área de estudio la autoregeneración del mangle blanco en 68% de la superficie beneficiada, indica que el nivel de afectación no fue severo y por lo tanto el sitio conservaba las condiciones para que el ecosistema se recuperara de manera natural. Tales condiciones se habrían identificado a través de un diagnóstico previo, y por lo tanto el ya escaso recurso se habría destinado a zonas deforestadas que por sí solas no sería posible regenerarse. Gálvez (2002), propone cinco mecanismos de restauración ecológica: sucesiones secundarias, reforestaciones, introducción de especies, reintroducción de especies, translocaciones, y corredores biológicos. En este sentido Agraz-Hernández y FloresVerdugo (2004), mencionan que la reforestación sigue siendo la actividad dominante para la restauración de los manglares, y esta puede ser: directa con propágulos, con plántulas de vivero, y la combinación de ambas.
Sin embargo, para una mejor toma de decisiones en el diseño de los proyectos de restauración, es necesario generar información científica que provea herramientas para definir principalmente las metas (González-Maya et al., 2012). Sol et al. (2002), plantean cinco actividades prioritarias en el proceso de restauración: 1) identificación del área a restaurar; 2) definición de la estrategia de restauración, 3) establecimiento de parcelas, 4) mantenimiento y evaluación periódica; y 5) datos de campo indicadores de restauración. Para la restauración exitosa de manglares Lewis (2006), propone seis pasos: 1) entender la autoecología de la especie del mangle en el sitio; 2) entender la hidrología; 3) evaluar las modificaciones del entorno que impiden la sucesión secundaria natural; 4) diseñar el programa de restauración; 5) realizar la siembra con propágulos, plántulas recolectadas o cultivadas; y 6) monitoreo y reporte de éxito (por 5 años). Desafortunadamente en el caso del programa Pro-Árbol la planeación y ejecución gira alrededor del paso 5; es decir, la producción de plantas en vivero y trasplante.
En el área de estudio el monto asignado fue determinado de acuerdo a la disponibilidad del presupuesto (US$ 94.68 ha-1). Pero es importante destacar que los costos de la restauración están en función de las metas que se pretendan alcanzar, de ahí que es necesario contar con el diseño de un programa de tal forma que permita estimar el monto económico requerido. En este sentido, en la zona ya se tienen experiencias exitosas a través de proyectos especiales, en el que se reforestaron 50 ha de mangle negro con un costo de US$ 3 945.60 ha-1, en donde se realizaron actividades como saneamiento, desazolve, obras de conservación de suelo, restauración de camellones, capacitación del personal de apoyo, producción de plantas, trasplante, y monitoreo (Ejido las Coloradas, 2012).
En Tailandia se estimó que la reforestación de mangle asciende a US$ 946 ha-1 (Astralaga, 2006). En Filipinas cuando la reforestación se realiza con el apoyo de la comunidad los costos pueden ser relativamente bajos US$ 211 ha-1 (Walton et al., 2006); sin embargo, cuando se consideran actividades preliminares y de mantenimiento, estos pueden ser de US$ 1 156.52 ha-1 (Fernández et al., 2007). En Vietnam se reportan costos de reforestación por US$ 990.96 ha-1 (IFRC, 2011). La disposición de los países insulares para invertir en actividades de reforestación, se debe a que han comprobado que la pérdida de los manglares los coloca en condiciones vulnerables ante el impacto de huracanes, tsunamis, ciclones, etc., lo cual ha repercutido en altos costos sociales y económicos. Al respecto Fernández et al. (2007), concluyen que los beneficios de los proyectos de reforestación de mangle son mayores que sus costos.
Ante la pérdida de manglar las costas de México se erosionarán fácilmente y quedaran expuestas, inermes, a las inclemencias de huracanes y tsunamis, de borrascas y chubascos (Ezcurra et al., 2009). Estos escenarios ya son visibles en la costa de Tabasco, en donde el ejido el Alacrán ya ha perdido su infraestructura carretera, viviendas, escuelas y áreas productivas, debido a la intrusión del mar hacia el continente. Lo cual ha provocado un proceso de migración de la población afectada hacia zonas más seguras, repercutiendo en el aumento de la densidad de población, desempleo e incremento de la pobreza urbana. Lo anterior, debería ser una de las condicionantes para destinar parte del dinero público a programas de reforestación/restauración, y en su caso para evitar posibles amenazas antrópicas que coloquen en riesgo al ecosistema en búsqueda del desarrollo económico. Madrid (2011), menciona que cuando se invierte el dinero público en estrategias para modificar tendencias de deforestación en el largo plazo, los beneficios son mucho más duraderos y los costos sociales probablemente menores.
Entre otros factores condicionantes para el éxito de la reforestación de mangle está la situación socioeconómica de los beneficiarios, cuyas condiciones de alta marginación conducen a usar el recurso económico para satisfacer sus necesidades prioritarias, esto aunado al desconocimiento de los lineamientos del programa coloca en segundo término el compromiso asumido con la CONAFOR. Teniendo en cuenta las condiciones socioeconómicas de los beneficiarios es de entender que la reforestación de manglar en sus terrenos no represente una prioridad, pues no les permite la obtención de ingresos económicos como es el caso de los cultivos agrícolas que establecen más por costumbre que por la rentabilidad del mismo, pero en los cuales ven una forma de satisfacer algunas de sus necesidades básicas. En este sentido Ramírez et al. (2010), mencionan que el mayor problema para restaurar los manglares es la disponibilidad del suelo. Asimismo, en aquellos casos en donde se acepta destinar los predios para reforestación es importante considerar que existe la posibilidad de que en algún momento dicha superficie se pueda heredar o vender, ya que a pesar de la reforma al Artículo 27 constitucional no se ha revertido el proceso de fragmentación de la tierra (García, 2009), lo cual no garantiza que el ecosistema pueda ser restaurado en su totalidad, ya que detrás de la fragmentación viene el cambio de uso de suelo.
Otro factor importante a considerar, es que los técnicos responsables de dar seguimiento al proceso de reforestación deben tener conocimientos específicos de manglar, y por lo tanto contar con la debida certificación. De igual forma, el número de beneficiarios asignados para ser atendidos por un técnico no debe rebasar la capacidad de este para cumplir con sus compromisos de asesoría; para lo cual se deben considerar la superficie atendida, y el tiempo requerido para desplazarse de un sitio a otro; ya que de acuerdo a lo manifestado por los beneficiarios es muy común su ausencia en campo, y en algunos casos aparte del pago que reciben a través de la CONAFOR, también cobran una cuota al beneficiario; esto aunado a que los beneficiarios no contaban con experiencia en reforestación con manglar reduce el interés de cumplir con el compromiso adquirido.
En el Salvador se identificó que una de las principales causas de los fracasos de la reforestación se debe a que los actores locales no fueron involucrados en el proceso de planificación, lo cual debería ser una de las primeras etapas (FIAES, 2011), tal y como sucedió en este caso que se comenta. Tales escenarios dejan claro que la restauración no es un tema que se pueda atender solo por un sector y por una disciplina; la restauración es eminentemente interdisciplinaria y multisectorial (Cervantes et al., 2008).
Conclusiones
Existen debilidades en la planeación y ejecución del programa de reforestación Pro-Árbol, debido principalmente a:
Ausencia de criterios científicos para seleccionar las áreas que requieren reforestación.
Falta de un diseño metodológico de restauración interdisciplinaria, que incluya el seguimiento hasta la etapa que garantice el éxito de la reforestación.
Carencia de integración de la comunidad durante la planeación del programa, y su disposición para llevar a cabo la ejecución.
La generalidad de la convocatoria promueve la participación de personas que no tienen interés en realizar la reforestación.