Introducción
La extensión rural se ha discutido tanto desde el punto de vista teórico, como práctico (Bunting, 1986). Obreque (2010) la define como un sistema no formal de educación de adultos, con el propósito de ayudarlos a entender las posibilidades que ofrece la información científica, las nuevas tecnologías y las prácticas emergentes. Por su parte, RIMIPS (2010) menciona que dicho sistema debe facilitar a los agricultores el acceso a la información, al conocimiento y a las tecnologías. En ambos puntos de vista, el extensionismo refiere a la interacción del componente productivo con el de investigación científica, auxiliándose de diversos mecanismos para favorecer esta relación productiva - investigativa, siendo necesario el financiamiento externo para su operación. Se identifican entonces cuatro componentes en un proceso de extensión: 1) el productivo; 2) el de investigación; 3) el de la vinculación entre ambos; y 4) el que financia y norma todo el proceso.
En los últimos años, el extensionismo ha evolucionado desde una visión asistencial externa hasta una lógica de autogestión (Freire, 1973; Aguilar, 2004; Rendón et al., 2007; Christoplos, 2010; García-Huidobro, 2010; Dominic, 2012), y se ha auxiliado de diferentes métodos para llevar acabo su labor. Sin embargo, se reconoce que la vinculación entre la investigación y la producción es un tema complejo, sobre todo considerando que se trata de lenguajes diferentes operados por actores con objetivos no necesariamente iguales en su propósito y menos aún en sus métodos de aprendizaje o apropiación del conocimiento. Para Nonaka y Takeuchi (1995) existen dos tipos de conocimiento: 1) el explícito referido como aquel posible de codificar y transferir incluso por un tercero; y 2) el tácito, que proviene de la experiencia y se transfiere básicamente por la interacción. El extensionismo rural ha enfatizado en el traslado del conocimiento explícito hacia el tácito lo que se conoce como internalización del conocimiento.
Así, los métodos de extensión son herramientas para transmitir conocimientos y habilidades, que ayudan a introducir los resultados de la investigación moderna a las prácticas agrícolas con el objetivo de elevar la productividad del sector rural. Los interesados, al observar y escuchar, pueden aprender fácilmente dichos conocimientos. Además, los métodos de extensión estimulan a la acción, contribuyendo al manejo de conocimientos y la adopción de tecnologías, es decir son un aspecto clave en la difusión de éstas (Azfal, 1995, Martínez y Sagastume, 2005; Khan et al., 2009).
Dentro de los métodos de extensión, las parcelas demostrativas han sido durante muchos años un medio grupal o individual para la transferencia de tecnologías (Figura 1). Sánchez (2007) las define como el medio o instrumento destinado a obtener resultados para convencer a una comunidad de productores. Por su parte Martínez y Sagastume (2005) mencionan que son el área determinada que se utiliza para demostrar el efecto de la aplicación de alguna tecnología o práctica de manejo sostenible de suelos y agua. Castro (2002) señala que son el espacio geográfico donde se prueban y evalúan tecnologías. En general, el objetivo de las parcelas es demostrar o convencer el efecto de la aplicación de alguna práctica, tecnología o innovación en el manejo del cultivo o hato (Sánchez, 2007).
Fuente: elaboración con datos de Castro (2002); Martínez y Sagastume (2005); Sánchez (2007) ; MasAgro (2012).
Las parcelas demostrativas, llamadas también “módulos demostrativos” pueden considerarse como espacios donde confluyen visiones y formas de trabajo diferentes, orientadas al objetivo común de mejorar los procesos de producción, lo que Brouewer et al. (2013) denominan como espacios multi-agentes. Estos espacios, consideran la definición y cumplimiento de un objetivo común, que en el caso de los módulos es la validación, ajuste, difusión e integración de los diferentes elementos del sistema de extensión. La presente investigación propone el concepto de módulo demostrativo como: un espacio donde se prueban, ajustan, validan y se transfieren prácticas tecnológicas, considerando además la función de enlace entre los componentes del proceso de extensión. Las definiciones actuales suelen otorgar solo la función demostrativa y de validación, desestimando la función social de enlace entre los componentes científico y productivo y el financiero del proceso de extensión.
En México los módulos demostrativos, son considerados una estrategia de política en la transferencia de tecnología para el sector rural (SAGARPA, 2013). Los diferentes actores involucrados en dicha estrategia coinciden en que los resultados obtenidos de estos módulos dependen del proceso de identificación y selección de los mismos.
Diversos autores señalan que los productores son más propensos a innovar cuando ven a otro productor hacer cambios en sus procesos y que esos cambios resultan en mejoras en la unidad de producción. (Thierfelder y Mupangwa, 2015; Khan et al., 2009). Los módulos demostrativos constituyen un poderoso camino en la difusión de innovaciones, por transferir el conocimiento de manera tácita a través de la socialización (Nonaka y Takeuchi, 1995). Sin embargo, la simple observación ha demostrado que no es suficiente para que otro productor adopte cierta tecnología o innovación. Obreque (2010) señala que la difusión ocurre cuando se tiene un perfil innovador, entendido éste como la capacidad de probar, validar, ajustar y transmitir procedimientos y conocimientos a otros productores. Es decir, si la difusión pretende hacerse únicamente por demostración visual, la probabilidad de que otros productores adopten, es baja.
El establecimiento de un módulo demostrativo como método de extensión, involucra a un centro de enseñanza e investigación (componente científico), a una entidad que aporta recursos para su operación y seguimiento (componente de financiamiento) y al menos a un productor con el perfil innovador que sirva de referente para otros productores (componente productivo). Por lo tanto, dado que una función importante del módulo demostrativo es fungir como enlace entre los diferentes componentes del proceso de extensión, resulta relevante saber dónde y con quién se establece. Si bien la literatura menciona qué consideraciones se deben de tomar en cuenta en la implementación de los mismos, pocos estudios han documentado los criterios de selección que realmente utilizan los agentes de cambio en dicha implementación. Así, el objetivo de este trabajo fue identificar los criterios de selección utilizados por los agentes de cambio en la implementación de los módulos demostrativos como método de extensión en el sector rural de México.
Materiales y métodos
Se diseñó un instrumento de información estructurado en dos apartados: el primero, consideró la identificación del asesor técnico; el segundo los criterios que utiliza el asesor para la identificación de módulos demostrativos. Se aplicó un cuestionario a 76 asesores técnicos de los programas Modernización Sustentable de la Agricultura Tradicional (MasAgro) y Apoyo a la Cadena Productiva de los Productores de Maíz y Frijol (PROMAF). La aplicación obedeció a un esquema de muestreo por conveniencia no probabilístico.
Los aspectos de identificación de módulos demostrativos en la encuesta consideraron criterios normativos, operativos y de personalidad. Los dos primeros fueron obtenidos a partir de la revisión de las reglas de operación de la SAGARPA del año 2012; el tercer apartado considero el estudio de CENDEC (2009) en el cual se definen características propias de un actor con el perfil innovador, requerido para la transferencia de una innovación; así como un estudio exploratorio realizado en pláticas con algunos asesores técnicos. Cada criterio fue evaluado en una escala de Likert de cinco puntos. Se les pidió que otorgaran un valor de importancia a los mismos, donde 1 es “no es importante” y 5 es “altamente importante”. La escala de Likert permite lograr altos niveles de confiabilidad (Ospina et al., 2003), además, está centrada en el sujeto al consultarle su opinión acerca de un objeto y que él se ubique en determinado punto de la escala (Padua, 2000).
Se construyó una base de datos y se realizó un análisis de fiabilidad, reduciendo las variables a 16 a partir de 30 originales. Después, se utilizó un análisis de componentes principales (PCA) el cual permitió transformar un conjunto de variables interrelacionadas, en otros no correlacionados denominados factores o componentes (Luque, 2000), para lo cual el primer factor es la combinación que explica la mayor parte de la varianza y el segundo, aquel que de forma ortogonal al primero explica la segunda mayor variabilidad. Finalmente, se aplicó una rotación ortogonal varimax con Kaiser (1958) para extraer los componentes subyacentes en las variables de estudio. Para dicho análisis se utilizó el paquete estadístico SPSS Statistics 21©.
Resultados y discusión
El primer componente se denominó “cumplimiento normativo” por las variables que lo integran y explica el 17.6% de la varianza (Cuadro 1). En México, la extensión agrícola se ubica en un mercado de servicios privados con recurso público que implica el cumplimiento de la normatividad emitida por las reglas de operación de la SAGARPA (McMahon et al., 2011). En este sentido, López (2013) señala que la selección de productores depende de factores relacionados con los establecidos por el mismo programa. Este componente indica a lo normativo como el factor más considerado por los asesores al momento de definir a un productor como módulo demostrativo, dando mayor importancia al cumplimiento de requisitos y posteriormente a su función como entidades vinculantes entre la investigación, la producción y el financiamiento.
Fuente: cuestionario aplicado a los asesores técnicos de MasAgro y PROMAF. *Método de extracción: análisis de componentes principales. Método de rotación: Varimax con Kaiser. La rotación ha convergido en 7 iteraciones. Medida de adecuación muestral de Kaise-Meyer-Olkin= 0.648. Alfa de Cronbach: 0.673. Prueba de esferecidad de Barlett: X2= 288 433; gl= 105; sig= 0.000.
El componente dos se denominó “accesibilidad a la parcela” y explica el 11.5% de la varianza. Obreque (2010) y Martínez y Sagastume (2005), mencionan que las parcelas demostrativas se deben de establecer en lugares localizados en un punto central de la comunidad rural; Gutiérrez (2010) complementa lo anterior, señalando que la parcela debe contar con buenas características agroecológicas, además de una ubicación estratégica para facilitar la participación y el acceso del grupo beneficiario a la investigación.
El componente tres se identifica como “reconocimiento del productor” y refiere 10.5% de la varianza. Este componente refiere a que la persona a ser seleccionada como módulo, deberá ser productor y tener la agricultura como actividad principal, además de contar con características que ayuden a transferir el conocimiento, tales como el poder de convencimiento o que sea un productor referenciado por sus pares. Esto último concuerda con lo mencionado por Castro (2002) en relación al prestigio. El componente cuatro se denominó “capital del productor”, y explicó 8% de la varianza. En este componente resaltan las características de ser un productor residente en la región, capitalizado y con maquinaria propia. Castro (2002) señala que un productor de módulo debe contar con los recursos y la disposición para realizar los cambios e innovaciones que se quieren promover.
Finalmente, el componente cinco se identificó con el “potencial de difusión” y explicó el 7.2% de la varianza. Este factor estuvo influenciado principalmente por la variable “disposición a compartir información”; es decir, en este componente se ve reflejada la función del módulo para favorecer el proceso de transferencia. Sánchez et al. (2013) señalan que la función de un agente de cambio o asesor técnico, debe focalizarse en procesos y actores clave para promover la rápida adopción de innovaciones. Por su parte Barahora et al. (2007) mencionan que la selección de productores debe poner énfasis en actores influyentes y Aguilar y Rendón (2010) enfatizan en la necesidad de animar la interacción en actores clave identificados mediante métodos de análisis de redes sociales.
El hecho que la identificación y selección de los módulos demostrativos dependa del cumplimiento de normatividad de las reglas de operación, implica que la selección de dichos módulos privilegie la revisión de requisitos y no el potencial para la difusión de innovaciones. De acuerdo a Obreque (2010) la transferencia para la innovación debe enfocarse en emprendedores o líderes; es decir, se debe seleccionar a personas con mayores posibilidades de tener éxito. En este sentido Wejnert (2002) menciona seis aspectos importantes de los innovadores a considerar: familiaridad con la innovación, características socioeconómicas, características personales, entidad social, imagen ante los demás productores, y posición en la red social. De los atributos anteriores señalados por Wejnert (2002) los primeros tres refieren a características individuales de los productores; los tres restantes involucran además el entorno y vínculos sociales en el cual se localizan. Así, los resultados de esta investigación indican que en México existe una predominancia en la consideración de atributos individuales y una escasa consideración de aspectos relacionados con la interacción social y técnica de los productores. Sin embargo, la consideración de aspectos normativos sobre los relacionales no puede considerarse solo un problema de las normas que rigen los programas de extensión, pues estas normas son muy amplias en la definición de su población objetivo que prácticamente cualquier productor puede ser sujeto de atención.
Conclusiones
En México, el establecimiento de módulos demostrativos se encuentra en función de aspectos normativos y de ubicación de la parcela donde se establecen éstos. Lo anterior, debido al cumplimiento de reglas de operación de los programas y proyectos, así como atendiendo a la teoría que el productor aprende a través de la observación. Sin embargo, el aspecto normativo y de ubicación, no está relacionado con la función de integrar la investigación, producción y difusión de la innovación que se busca al establecer un módulo.
Se sugiere que los asesores técnicos deben enfocarse más en productores con buena capacidad de difusión, a partir del universo de los productores que cumplen con los requisitos normativos.
El cumplimiento de aspectos normativos limita el trabajo del asesor técnico para identificar productores con un mejor potencial en la prueba, ajuste y difusión de nuevas tecnologías. Se propone que el servicio de extensión considere aspectos estratégicos en la selección de módulos como son: la identificación de actores clave que sean altamente referidos por sus pares como una verdadera fuente de información; la capacidad para emprender cambios radicales en el sistema de producción; y la voluntad para compartir información a otros productores. En la actualidad, los servicios de extensión actúan primero ubicando a quienes cumplen la norma, después a los que tienen potencia como difusores.
Esta investigación orienta a reconocer que la función de difusión de los módulos demostrativos se favorecerá con la integración de criterios de conectividad del productor. Futuras líneas de investigación podrían considerar la identificación de criterios utilizados por grupos más amplios de asesores técnicos, en otros programas y bajo diferentes objetivos. Lo anterior, conducirá a una mayor evidencia empírica que permita sugerir métodos de selección de módulos, incluso bajo las actuales normas de los programas de extensión.