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Revista mexicana de ciencias forestales

versión impresa ISSN 2007-1132

Rev. mex. de cienc. forestales vol.8 no.39 México ene./feb. 2017

 

Artículos

Estado y dinámica del paisaje forestal en el municipio Cherán, Sierra Tarasca, Michoacán

Carlos Arredondo León1 

1Unidad Académica de Estudios Regionales de la Coordinación de Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México. México. Correo-e: arredondo@humanidades.unam.mx


Resumen:

El trabajo que se describe a continuación analiza el estado y dinámica del paisaje forestal en el municipio Cherán ubicado en la parte central de la región Meseta Purépecha del estado de Michoacán. La configuración y transformación espacial del paisaje obedecen tanto a factores naturales, como socio-culturales; desde esta perspectiva, el paisaje retoma un papel protagónico al ser el elemento sintetizador de la intervención antrópica sobre el medio físico natural. La descripción realizada se basó en un inventario fotográfico y la dinámica del paisaje en información espacial georreferenciada en un sistema de información geográfica (SIG) que se obtiene a partir de la interpretación de fotografías aéreas e imágenes de satélite Landsat. Los mapas resultantes se sometieron a un análisis estadístico para calcular las superficies, los Índices de Deforestación (r) y de Transformación Media Anual (ITMA) para evaluar la magnitud del cambio en la superficie cubierta por bosque. Los resultados indican que el estado actual está subordinado, entre otros aspectos, a la situación geográfica que guardan los municipios en la región y las vías de comunicación, en tanto que la dinámica, en términos de los usos del suelo, se ha caracterizado por una larga historia de deterioro que, en las últimas tres décadas, se ha reducido por efectos de abandono con la consecuente expansión de la superficie forestal.

Palabras clave: Cherán; dinámica forestal; Meseta Purépecha; paisaje; transformación espacial; uso de suelo

Abstract:

The work described here analyzes the state and dynamics of the forest landscape in the Cherán municipality located in the central part of the Meseta Purépecha region of Michoacán State. The spatial configuration and transformation of the landscape is due to both natural and socio-cultural factors; from this perspective, takes a leading role as the synthesizing element of anthropic intervention on the natural physical environment. The description was based on a photographic inventory and the landscape dynamics in georeferenced spatial information in a GIS that is obtained from the interpretation of aerial photographs and Landsat satellite images. The resulting maps were subjected to a statistical analysis to calculate the surfaces, Deforestation Indices (r) and Annual Average Transformation (ITMA) to evaluate the magnitude of the change in the area covered by forest. Results indicate that the current state is subordinated, inter alia, to the geographical situation of the municipalities in the region and the communication channels, while the dynamics, in terms of land use, has been characterized by a long history of deterioration that, in the last three decades, has been reduced by the effects of abandonment with the consequent expansion of the forest area. The results indicate that the state of forest landscape is subject, among other things, to the regional geographical situation of the municipalities, while the landscape dynamics -in terms of the land uses- has been characterized by a long history of deterioration that has been diminished in the past three decades due to the abandonment of the land use, so the forest area has been gradually expanded.

Key words: Cherán; forest dynamics; Meseta Purépecha region; landscape; spatial transformation; land use

Introducción

Con el fin de explicar el impacto de los procesos de ocupación y uso del suelo sobre la dinámica ambiental y del paisaje en las áreas de montaña desde una perspectiva espacio-temporal, la investigación científica de las últimas décadas se ha enfocado en el diagnóstico del estado actual y tendencias de los Cambios de Cobertura y Uso del Suelo (CCUS). Su estudio se ha hecho en relación con las actividades humanas que intervienen en diversos procesos ambientales de relevancia global (Houghton, 1994; Ojima et al., 1994; Riebsame y Parton, 1994; Schweik et al., 1997; Price, 1999; Olsson et al., 2000; Tekle and Hedlund, 2000; Turner et al., 2003), como la deforestación, el cambio climático (Houghton et al., 1999) y la degradación de suelos (Tolba et al., 1992), los cuales han sido señalados como factores que impactan en las estructuras y funciones del sistema ambiental y del paisaje (Kasperson et al., 1995; Everham y Brokaw, 1996; Vitousek et al., 1997), a distintas escalas de análisis: global, regional y local (Cortina et al., 1998).

Se ha determinado que una de las repercusiones más graves del cambio de uso del suelo es la deforestación (Bocco et al., 2001). A este proceso (de desaparición de las masas forestales, fundamentalmente causado por las actividades humanas) se atribuye que grandes extensiones de bosque del planeta hayan sido reducidas -en 44 % (Houghton, 1994), con los consecuentes graves daños en el sistema ambiental y los paisajes de montaña. El problema se agrava al considerar que los bosques remanentes tras el proceso de deforestación experimentan diversos grados de fragmentación. Como tal se entiende al proceso de segregación espacial de entidades que, al ser segmentadas, manifiestan una disminución del hábitat original, incremento de la heterogeneidad paisajística y mayor aislamiento de los fragmentos (He et al., 2000; Carsjens y Lier, 2002; Jongman, 2002).

Del territorial nacional total, 89.60 % de la superficie corresponde a tierras rústicas; de ellas, 37.60 % son propiedad privada y 51.4 % son de propiedad social, y se distribuye entre 3 500 000 ejidatarios y comuneros. Así también, la gran mayoría de las áreas forestales y corrientes de agua, recursos minerales, flora y fauna de México se hallan bajo este régimen de propiedad (Inegi-Semarnat, 2000). Robles y Concheiro (2004) señalan que, de los más de 29 000 pueblos y comunidades rurales, 82 % cuenta con al menos un recurso natural susceptible de ser aprovechado. De hecho, agregan estos autores que 28 % de los bosques y la mitad de las selvas que existen en el país pertenecen a pueblos indígenas.

En México, la explosión demográfica, el reparto agrario, el desarrollo y la expansión de las actividades agrícolas aunado al programa de desmontes y ganaderización han sido señalados entre las principales causas de la transformación de los usos de suelo. Por ejemplo, de 1970 a 1990 se registró un incremento de 39 % de los terrenos agrícolas, mientras que el área dedicada a la ganadería ascendió a 15 % (Inegi-Semarnat, 2000). Debido a lo anterior, la pérdida de superficie arbolada en el país fue de más de 42.7 millones de hectáreas (Semarnap, 1998), de los cuales 82 % se debieron a la deforestación, 2 % a los cambios de uso del suelo, 4 % a los incendios forestales y 8 % a la tala ilegal, lo que dio por resultado que la proporción de la cobertura forestal per capita esté por debajo de la media mundial (Masera, 1996; Velázquez et al., 2001).

Dentro de ese marco, Michoacán es una de las entidades federativas del país más afectadas por los cambios no planificados de uso de suelo (Masera, 1996; Semarnap, 1998; Bocco et al., 1999). De acuerdo con dichos autores, Michoacán perdió 513 644 ha de bosques templados en el periodo de los años setenta y noventa del siglo pasado, en tanto que la superficie con disturbio ascendió a 1 355 878 ha (21.51 % del total de los bosques), tan sólo superada por el área destinada a la agricultura y los pastizales (24.61 %). El área ocupada por cultivos semipermanentes aumentó 13 veces (de 39 784 ha a 508 009 ha), en tanto que la de bosques se redujo en 28.40 % (de 1 811 232 ha a 1 297 188 ha) (Inegi-Semarnat, 2000).

Durante el mencionado lapso de tiempo, la tasa de deforestación anual fue de 1.8 % y las tendencias se dirigen hacia la intensificación de la deforestación, misma que podría llevar al retroceso del área forestal en 55.9 % respecto de su situación en los años setenta. En el caso de los bosques templados, solo tienen 23 % de probabilidad de conservarse, frente a 36 % de convertirse en bosques abiertos (Bocco et al., 2001).

En contraste con las evidencias que señalan la reducción de la superficie forestal en Michoacán, Cortina et al. (1998) observaron sensibles procesos de regeneración de los bosques que se adjudican a la crisis económica de principios de los años ochenta, al súbito incremento en el costo de la producción y a los cambios en las políticas ambientales y forestales. Más que una política de conservación, otros autores señalan que la recuperación de los bosques es efecto de la migración y de los cambios estructurales en el desarrollo rural, los cuales llevaron entre 1980 y 2000 (Velázquez et al., 2003) al abandono de las tierras en el primer caso y, a la organización de grupos indígenas dedicados a la conservación de los bosques con prácticas ecoturísticas, en el segundo. Asimismo, Reyes et al. (2003) refieren que, si bien algunos financiamientos otorgados de 1993 a 1995 (entre ellos el programa de reforestación gubernamental) tuvieron a bien mejorar las condiciones del campo, fueron destinados al sustento económico familiar por los campesinos, lo que frenó la extracción de madera y propició la conservación de los espacios forestales.

Una de las áreas más afectadas por los cambios de uso de suelo no planificados en el estado de Michoacán es la región Purépecha, que se localiza en la porción centro y noroccidente de la entidad, en una zona montañosa (6 000 km2) que se extiende en un intervalo altitudinal de 1 600 a 3 200 m del Eje Neovolcánico Transversal. El clima predominante es templado subhúmedo; sin embargo, la orientación de las laderas y el desnivel altitudinal (1 600 m) que exhiben sus montañas de origen volcánico generan tres subtipos: el templado húmedo, el semicálido húmedo y el semifrío húmedo, todos con abundantes lluvias en verano, una precipitación media anual entre 1 260 y 1 500 mm. Su población se concentra en 22 municipios, principalmente; aunque, la presencia indígena en la región (23 % de la población total de la región) se reúne únicamente en 14 municipios, de los cuales siete se consideran indígenas, cuatro con presencia indígena y tres con población indígena dispersa (CDI, 2006).

Estudios recientes indican, por ejemplo, que entre 1976 y 2000 la región Purépecha perdió 17 484 ha de bosques que se convirtieron por cambio de uso de suelo en otro tipo de cobertura, con una tasa de cambio anual de -0.34, en tanto que los cultivos aumentaron su superficie a 11 163 ha, con una tasa positiva de cambio igual a 0.29 % (Garibay y Bocco, 2007). Estos datos reflejan que la región ha estado sometida en las últimas décadas a procesos intensos de cambio de uso de suelo que reflejan la antropización del paisaje regional. Se estima que durante el periodo 1976-2000 la tasa de deforestación del bosque primario y la superficie agrícola convertida en cultivos de aguacate fue de 1.8 (7 343 ha) y 3 % (12 268 ha), respectivamente; y que la permanencia de esta plantación se elevó a más de 34 606 ha (8.5 %). Garibay y Bocco (2007) aseveran que los cambios de uso de suelo en la región, como resultado del declive del mercado regional, se asocian a tres principales procesos: a) especialización regional en el aprovechamiento forestal, b) la expansión del monocultivo de aguacate y, c) la quiebra del sistema agrícola maicero-ganadero.

El presente estudio se enfocó en el estado actual y la dinámica que exhibe el paisaje forestal en el municipio Cherán, y se partió del supuesto de que la tenencia de la tierra es causa probable que los explica, a partir de la indefinición jurídica de las tierras comunales. Situación que funge como detonante de los conflictos que se verifican entre dichas propiedades y los linderos con otras comunidades indígenas o ejidos, disputas internas en la misma comunidad, desobediencias que inducen a la tala clandestina, lo que propicia intensos procesos de deforestación.

Materiales y Métodos

Zona de estudio

Cherán se localiza en la parte central de la región a una altura sobre el nivel del mar de 2 400 m, y comparte el espacio territorial con los municipios Zacapu, Nahuatzen, Paracho y Chilchota. Prevalece un clima templado con lluvias en verano, con temperaturas de 4.1 a 25.4 °C y una precipitación pluvial anual cercana a los 930 mm, lo que genera un piso bioclimático conformado, principalmente, por bosques mixtos de pino-encino donde se desarrolla el aprovechamiento forestal y en menor cuantía, pero no menos importante, la agricultura de temporal (Figura 1).

Figura 1 Municipio Cherán. 

Del total de asentamientos humanos (17) que registra el municipio, dos representan 96 % de su población total: la cabecera municipal del mismo nombre (12 331 habitantes) y la comunidad de Tanaco (2 860 habitantes) (Inegi, 2005).

Una primera fase del presente trabajo consistió en describir el estado del paisaje desde una perspectiva físico-geográfica y antrópica del municipio Cherán con el propósito de contextualizarlo en los ámbitos local y regional.

La dinámica del paisaje se abordó en tres periodos: 1976-1986, 1986-2000 y 1976-2000. Para ello, se elaboraron en SIG (ILWIS ver. 3.0) los mapas de cubiertas de suelo, a partir de la interpretación de fotografías aéreas (escala 1:75 0000) (Inegi, 1995), e imágenes de satélite Landsat MSS de 1976 y 1986, y Landsat ETM de 2000. Las fotografías fueron convertidas a formato digital a una resolución de 500 DPI e importadas al SIG con una resolución de 2 m por píxel (Campbell, 1996). Las imágenes de satélite se georreferenciaron por medio del método Tie-Points, para lo cual se elaboró el Modelo Digital del Terreno (DTM), con base en datos altitudinales en formato DXF de Inegi (1995), con ocho puntos de control como mínimo extraídos del mapa de usos de suelo y vegetación a escala 1: 50 000. Para verificar la correcta sobreposición de las imágenes se utilizó el índice de precisión RMSE o SIGMA=< 2 (ITC, 2001).

Se consideró un área mínima cartografiable de 4 ha (Campbell, 1996), para ello se utilizaron las fotografías aéreas de 1995, las cuales ofrecen la mejor resolución (2 m por píxel), y en el mapa resultante se interpretan las imágenes de satélite; primero las más recientes y de mejor resolución (2000 y 1986) y luego la imagen de 1976, cuya interpretación se realizó sobre el mapa de cubiertas del año 1986. Para evitar fallos debidos a la diferente resolución de las imágenes, las cubiertas se digitalizaron, mediante un método de interpretación de clase “visual” (Mas y Ramírez, 1996; Arnold, 1997; Chuvieco, 2002; Slaymaker, 2003), el cual consiste en una serie de técnicas de interpretación directas, asociativas y deductivas para diferenciar los “rasgos” de las cubiertas sobre las imágenes (Powers y Khon, 1959; Enciso, 1990; Mas y Ramírez, 1996). Para obtener una mejor diferenciación de las cubiertas se usaron compuestos de color (rojo, verde y azul): 2, 3, 4 en Landsat MSS, y 3, 2, 1 (color natural) y 4, 5, 7 (falso color) en Landsat TM.

Para establecer la clase de las cubiertas de suelo se consideró el origen -natural/cultural-, el desarrollo fisonómico de la vegetación, la clase y la intensidad del uso del suelo, así como la permanencia del disturbio asociado al uso. Para verificar, adecuar y, en su caso, corregir la información cartográfica y la clasificación se tomaron en cuenta los criterios del mapa de uso del suelo y vegetación 1:50 000, además de realizar inspecciones y entrevistas de campo.

Los mapas resultantes se sometieron a un análisis estadístico para evaluar la magnitud de la dinámica de las cubiertas de suelo. Los datos obtenidos en SIG fueron exportados a un paquete estadístico para calcular las superficies, los Índices de Deforestación (r) (Dirzo y García, 1992) y de Transformación Media Anual (ITMA) (Nascimento, 1995).

Índice de Transformación Media Anual (ITMA) propuesto por Nascimento (1995):

Donde:

k

= Índice de Transformación Media Anual (ITMA)

x0

= Cobertura del suelo al inicio del periodo

x1

= Cobertura del suelo al final del periodo

n

= Tiempo del periodo Índice de Deforestación (r)

Índice de Deforestación (r)

Donde:

r

= Índice de Deforestación

A1

= Área forestal al inicio del periodo

A2

= Área forestal al final del periodo

t

= Lapso en años

A partir de estos índices, se elaboraron matrices de transición para medir y clasificar los cambios según dos tipos de procesos y cuatro variantes: a) positivos -conservación y regeneración- y b) negativos -intensificación y disturbio. Los primeros contemplan: a) conservación o permanencia de bosques maduros con uso forestal disperso, y b) regeneración o sustitución de un tipo de cobertura por otra de mayor “naturalidad” y desarrollo (se toma como referencia a la vegetación madura.

Resultados

Estado del paisaje

Del total del área del municipio Cherán, 63.68 % son bosques naturales mixtos de pino-encino (BPQ) entre otras formaciones de bosques, seguido de la vegetación secundaria (MP=26.05 %) que corresponde a los matorrales y pastizales. Los cultivos de temporal (CT) existen en 8.75 % del territorio. El municipio se caracteriza por presentar un elevado número de parches de vegetación secundaria (MP=320) que representan 87.91 % de la fragmentación total y 26.05 % de la superficie municipal. Sobresale la presencia de parches entre una y cinco hectáreas (168). Los fragmentos de bosques (BPQ=33), dos de ellos son extensos y compactos, constituyen 9.06 % del total y 63.68 % del área del municipio; uno mide 9 547.69 ha y otro 2 488. 88 ha. Los asentamientos humanos (AH) están conformados, principalmente, por la cabecera municipal (0.85 %) y la tenencia de Santa Cruz Tanaco (0.16 %); mientras que, la representación paisajística del suelo desprovisto de vegetación o sin vegetación aparente (SDV=0.48 %) es escasa.

El paisaje del sistema forestal

Está integrado por los bosques templados de coníferas y encino, constituidos, a su vez, por masas puras de oyamel (Abies religiosa (Kunth) Schltdl. et Cham.) y pino (Pinus spp.); así como mixtos de pino-encino (Pinus-Quercus). El bosque de oyamel, al igual que en otras partes de la Meseta Purépecha, orma manchones aislados en un cerro, una ladera o una cañada. El piso bioclimático de esta formación vegetal requiere precipitaciones superiores a los 1 000 mm y una temperatura media anual de 7 a 15 °C.

Dicha comunidad vegetal presenta los tres estratos: arbóreo, arbustivo y herbáceo; el primero de los cuales alcanza una altura promedio de 30 m. Las copas de la especie dominante suelen proyectarse entre 80 y 100 % del territorio (Rzedowski, 1988). Si la cantidad de luz que penetra al interior del bosque es suficiente se desarrolla un sotobosque conformado por un estrato arbustivo moderadamente denso, representado por Arctostaphylos arguta (Zucc.) D C., Symboricarpos microphyllus (Humb.& Bonpl. ex Schult.) Kunth, Ribes ciliatum Humb. et Bonpl. ex Roem et Schult., Salix oxylepis C. K. Schneid, Solanum cervantesii Lag, Acaena elongata L. y Salvia spp., entre otras; y un estrato herbáceo integrado por Echeveria secunda Booth ex Lindl., Eupatorium glabratum Kunth, Peperomia campylotropa A. W. Hill, Sigesbeckia jorullensis Kunth, Stellaria cuspidata Willd. ex Schltdl., Senecio spp.

Lo contrario ocurre en ausencia de luz solar, pues cuando la luz es insuficiente en el sotobosque del bosque de oyamel, la vegetación es escasa. En tal caso se desarrolla una cubierta de suelo compuesta por musgos que llegan a cubrir 60 y hasta 95 % de la superficie (Madrigal, 1967).

Aun cuando este bosque forma masas puras, es común que forme asociaciones con pinos (Pinus spp.), encinos (Quercus spp.), aile (Alnus acuminata Kunth), madroños (Arbutus spp.), ahuejote (Salix paradoxa Kunth), cedro blanco (Cupressus lusitanica Mill.) y jaboncillo (Clethra mexicana DC.), entre otros taxa arbóreos (Carranza, 2005). Se localiza en las cumbres más sobresalientes del municipio Cherán: los cerros San Marcos, El Pajarito y Pito Real.

Existen asociaciones de pino en su forma pura o asociadas con otros árboles; por ejemplo, madroño (Arbutus) y encino (Quercus).

Rzedowski (1988) definió que la estructura y el comportamiento estacional de cada bosque mixto de pino-encino depende de la proporción relativa de la dominancia de cualquiera de los dos. Son bosques típicos de la zona ecológica templada subhúmeda, miden de 8 a 12 m de altura, donde predominan una o más especies de Quercus y de Pinus; es común que solo dominen los segundos ya que este género demanda más luz, en tanto que los encinos toleran mejor la sombra y forman un subdosel arbóreo. Por lo general, se reconocen uno o dos estratos arbóreos y arbustivos; del último destacan los géneros Agave, Archibaccharis, Baccharis, Eupatorium, Juniperus, Quercus y Senecio. Al estrato herbáceo lo representan las familias Lamiacea, Rosaceae y Apiaceae, principalmente.

El bosque de pino-encino es el tipo de vegetación más representativo en el municipio bajo estudio. Se distribuye en zonas de transición de bosques puros de encino o de pino, y en muchos de los casos es la vegetación clímax de las montañas. Se les ubica en los cerros de Pacaracua, El Chatín, La Virgen, Marijuata, Cuinguitapu y San Marcos, así como sobre los volcanes monogenéticos Juanyan y Cucundicata (Figura 2).

Figura 2 Estado del paisaje en el municipio Cherán, Michoacán (2000). 

Dinámica del paisaje

De los procesos que se presentaron entre 1976, 1986 (Figura 3) y 2000 (Figura 2) llama la atención la conservación que llegó a 59.32 % del total. Esta representatividad fue similar para los periodos de 1976 a 1986 (63.33 %) y de 1986 a 2000 (61.15 %). De igual manera, se exhibe la intensificación de MP y CT como el segundo con mayor permanencia, y el más marcado en el primer lapso considerado (34.93 %) y de menor intensidad de 1986 a 2000 (29.94 %).

Figura 3 Estado del paisaje en 1976 y 1986. 

La regeneración y el disturbio mostraron valores al alza en los tres intervalos, como lo demuestra, por ejemplo, la regeneración -de MP a BPQ, principalmente- que de 1976 a 1986 pasó de 0.92 % a 4.34 % de 1986 a 2000, y se estableció en 6.19 % durante todo el periodo (1976 a 2000).

En un periodo de 30 años a escala municipal, la permanencia más significativa fue BPQ y MP; en tanto que el cambio más notorio fue el paso de MP a BPQ (4.09 %), y viceversa, de BPQ a MP (4.19 %). Se observa, además, la regeneración de MP (1.34 %) por un cese de las actividades agrícolas, entre ellas, la agricultura de temporal. También se presta atención a la intervención de los habitantes de Cherán sobre la vegetación secundaria para convertir terrenos sin aprovechamiento en cultivos de temporal que, a partir del cambio de uso de suelo, son potencialmente aptos para los asentamientos humanos (AH=0.62 %). La cubierta de mayor dinamismo y que experimentó más modificaciones fue la vegetación secundaria (MP= 4.991 %), seguida de los bosques de pino-encino (BPQ=4.786 %) y los cultivos de temporal (CT=1.67 %).

El Índice de Transformación Media Anual (ITMA) para el periodo 1976-2000 destaca a AH como la cubierta con mayor índice de cambio (ITMA= 0.0566), debido a los altos valores que alcanzó ITMA de 1986 a 2000 (0.0867). Si bien BPQ aumentó su superficie entre 1976 y 1986 (0.14 km2), este índice revela una pérdida hacia el segundo periodo (1986-2000) (0.8623 km2), al pasar de 143.63 a 142.77 km2 con valores de ITMA= -0.0004, lo que confirma su respectivo valor negativo entre 1976 y 2000 (ITMA=-0.0002). El índice negativo más importante corresponde a CT (ITMA=-0.0162) de 16.49 a 13.13 km2 de 1986 a 2000, lo que representa un ITMA negativo entre 1976-2000 (-0.0090), pese al incremento obtenido hacia el primer periodo (ITMA=0.0010). MP no exhibe cambios significativos en el primer intervalo de tiempo; sin embargo, son moderados en el segundo, lo que favoreció un aumento de 2.31 km2, por un lado, y, por otro, un incremento positivo (ITMA= 0.0029) (Cuadro 1).

Cuadro 1 Índices de Transformación Media Anual (ITMA) en los tres periodos de estudio. 

El Índice de Deforestación (r) indica que en 30 años la cubierta de suelo más afectada por los cambios no planificados del uso del suelo fueron los bosques (r=0.0002), en comparación con la vegetación secundaria (matorrales y pastizales) que pasó de 56.078 km2 en 1976 a 58.400 km2 en 2000, lo que arroja valores negativos en el índice de deforestación (r=-0.002). Tal comportamiento obedece al disturbio ejercido sobre los bosques en el segundo periodo donde “r” alcanzó valores superiores (0.0004) en los últimos 14 años en comparación al primero, cuando la resiliencia de los bosques se incrementó discretamente, lo que se tradujo en una “r” casi nula (Figura 4).

Figura 4 Índices de Deforestación (r) en el municipio Cherán. 

Discusión

Un primer acercamiento para entender, desde un punto de vista del ámbito social el estado que guarda el paisaje rural en el municipio Cherán resultó del contacto con las principales autoridades que inciden en la toma de decisiones directa o indirectamente a escala regional, municipal y de comunidad agraria. Con relación al primero, la Comisión Forestal de Michoacán (Cofom), a través de su Delegación Regional Forestal que abarca, en el caso de la región Meseta Purépecha, a 11 municipios (Charápan, Tancítaro, Cherán, Taretan, Chilchota, Tingambato, Nahuatzen, Uruapan, Nuevo Parangaricutiro, Ziracuaretiro y Paracho) brinda atención a solicitudes de conservación y restauración de suelos forestales; tramita los denominados programas de desarrollo forestal comunitario; autoriza el aprovechamiento forestal maderable; asesora para el saneamiento de áreas forestales y apoya la planeación forestal, entre otras gestiones.

Los conflictos de las tierras comunales entre Cherán y las comunidades vecinas han transformado el paisaje rural del municipio, sobre todo si se trata de disputas y desacuerdos relacionados con la explotación de los recursos forestales. La indefinición jurídica de dichos territorios (Calderón, 2004) por un lado, y el reconocimiento de las poblaciones adyacentes de que los bosques se localizan en una propiedad común o región (Works y Hadley, 2004) fueron algunos de los factores que desencadenaron su aprovechamiento clandestino, con intensos procesos de deforestación en el lugar.

Si bien, la tala clandestina estuvo fuertemente relacionada con los conflictos de linderos entre comunidades, el aprovechamiento forestal ya formaba parte de Cherán desde su fundación. No obstante, la comercialización de la madera en sus zonas serranas se agudizó hasta finales del siglo XIX con el establecimiento de aserraderos que abastecían de madera a los pueblos de La Piedad, Zamora o Purépero. Un dato importante proporcionado por Calderón (2004) es el hecho de que la explotación indiscriminada de los bosques se acrecentó con la llegada del ferrocarril, a finales del Porfiriato; pese a que no hay evidencias de una vía férrea que cruce el municipio, hay testimonios de que posiblemente un ramal de la vía del ferrocarril se extendiese desde Capacuaro hasta territorio de Cherán.

Este municipio y otras comunidades circunvecinas proveían de madera para la elaboración de durmientes, los cuales estaban subsidiados con inversión extranjera, mediante los llamados arrendamientos. Un caso particular que proporciona este autor y que se aplica al caso de Cherán, es la celebración de un contrato, con aprobación del Gobierno del Estado, por medio del cual se arrendaban los montes de Cherán con todas sus entradas y salidas, usos, costumbres y servidumbres para explotar los bosques por un lapso de 30 años con la posibilidad de extenderse 20 años más.

Hay que señalar, que las políticas públicas en materia forestal más que favorecer la conservación de los ecosistemas apresuraron su deterioro. Merino (2008) anota que las fallas de las políticas públicas han sido una constante a lo largo de la historia del país, las cuales han tenido impactos considerables en el sector forestal, debido a la descoordinación y contradicción entre las políticas agrícolas, forestales y de conservación. La concesión de altos subsidios al sector agrícola, el desconocimiento del carácter forestal, la desarticulación y la contradicción entre lineamientos y acciones son algunos de los factores que impregnaron al paisaje rural del municipio Cherán un carácter agreste.

La situación interna de las comunidades agrarias y la capacitación recibida en materia forestal son dos aspectos que explican directa o indirectamente el estado de los bosques y del paisaje rural de Cherán. Se estima que de 2002 a 2007 solo una comunidad recibió capacitación relacionada con el manejo o cuidado del cultivo del bosque, en tanto que la situación interna de se relacionó, principalmente, con conflictos de invasión de terrenos, linderos y sus colindancias.

También, se puede señalar que la condición o estado de los bosques y del paisaje rural de Cherán se exacerba, si a los conflictos y disputas se añaden problemas de tipo estructural y de contenido en cuanto a sus respectivos estatutos comunales. Al igual que el reglamento interno del que goza un ejido, por medio del cual se regula el uso, aprovechamiento, acceso y conservación de las tierras de uso común, incluyendo los derechos y obligaciones de los ejidatarios y avecindados respecto de dichas tierras (Artículo 74 de la Ley Agraria), las comunidades agrarias cuentan con sus respectivos estatutos. Como tales, norman y regulan el usufructo de los recursos forestales de uso común de forma sustentable.

La formalización de las reglas internas con relación a un efectivo control sobre los bosques en terrenos comunales fortalece la capacidad para la toma de decisiones en la definición y manejo de las áreas de conservación. Su omisión o falta de cumplimiento es un factor determinante que puede llegar a entorpecer acciones encaminadas a fortalecer los llamados programas de desarrollo forestal comunitario, específicamente el denominado ordenamiento territorial. Dicho de otro modo, estos instrumentos impulsan la organización y planeación en materia forestal.

En los casos de Cherán, Santa Cruz Tanaco y San Francisco Pichátaro, el estado del paisaje se entiende, como ya se mencionó, si se considera de inicio que se trata de tres comunidades agrarias enclavadas en la parte central de la Sierra Tarasca, que al igual que el resto de las áreas rurales del país, presenta índices de conflictividad relacionados con el desacuerdo de la tenencia de la tierra, la disputa por la propiedad social y sus recursos naturales (Rascón, 2006). La situación de los paisajes forestales en esas tres localidades, por ejemplo, está fuertemente vinculada con el contexto problemático que experimentan dichos ecosistemas a escala regional: de los 40 conflictos agrarios del estado de Michoacán, 32 se ubican en la Meseta Purépecha con 18 594 ha en disputa. Así, las causas que motivan la pérdida de los bosques se relacionan con la tala clandestina en terrenos de uso común, sin autorización alguna por parte de las comunidades agrarias (Works y Hadley, 2004).

En Cherán, se ejemplifica si se considera que en las últimas décadas este grupo social se hundió en una fuerte depresión debido a los conflictos de linderos y disputas internas, que conllevó a la transformación de los ecosistemas forestales en las colindancias con ejidos y comunidades agrarias vecinas. De acuerdo con información proporcionada por los principales actores locales, comuneros y comisariados ejidales, el conflicto se agravó durante el sexenio del presidente Carlos Salinas de Gortari, quien eliminó la figura del guarda forestal, y a partir de 1994 se le otorgaron atribuciones en materia de aprovechamiento forestal a la policía federal, estatal y municipal, con graves consecuencias.

Por lo tanto, una de las causas del estado del paisaje forestal en el municipio de interés se relaciona con las redes clandestinas que se han formado en las últimas décadas, como lo confirman Merino y Segura (2002). Este problema se asocia a factores como los conflictos por la ubicación de linderos y la delimitación de derechos de propiedad, la falta de alternativas de desarrollo de los pueblos con base en el uso de sus recursos forestales, la carencia de un marco legal que estimule una producción sustentable a favor de los dueños del recurso, y la debilidad en las instituciones gubernamentales para fomentar el uso sustentable. Además, prevalece entre las mismas autoridades encargadas del manejo de los recursos forestales una contradicción entre lineamientos y acciones, como lo es vigilar y sancionar, en su caso, la tala ilegal.

Aunado a lo anterior deberá considerase el acceso al recurso forestal. Estudios recientes señalan que el estado actual de los paisajes forestales se asocia a la situación geográfica que guardan las comunidades forestales con relación al hábitat o asentamiento humano de los actores locales, así como de las vías de comunicación. Works y Hadley (2004) observaron en Sevina y Pichátaro, dos comunidades indígenas de la Meseta Purépecha, que la distancia que guardan con los bosques influye en su estructura y fisonomía. Se calculó que el tamaño y el área basal de los bosques de Pichátaro se relacionan con su acceso; es decir, que entre más viable sea, más intenso es el cambio de uso de suelo y el proceso de deforestación; en tanto que los que se localizan en terrenos inaccesibles por efecto de la complejidad topográfica, tienen menor intervención antrópica y se mantienen mejor conservados.

Con respecto a la relación que guarda el estado de los paisajes forestales con las vías de comunicación se explica uno, por la introducción de la vía férrea por Tingambato y municipios vecinos, así como de la carretera federal. El deterioro y la intensificación en el uso del suelo han estado siempre ligados a estas dos vías de comunicación, sin descartar por supuesto la influencia que tuvieron las técnicas de labranza impuestas por la colonización española -un nuevo sistema agrícola centrado en el arado egipcio, lo que conllevó no solo la rotura de las tierras de la planicie, también un incremento de pastizales para el ganado vacuno y ovino en laderas bajas de los cerros, lo que trajo como consecuencia un retroceso en la conservación de los bosques templados (Garibay y Bocco, 2007).

La introducción de la vía férrea por Tingambato trajo como consecuencia una explotación masiva de los bosques. La madera extraída era utilizada para la fabricación de durmientes y postes de luz, otra cantidad se trasladaba a diversas partes del país, incluso se exportaba a los Estados Unidos de América. La expansión y pavimentación de la red carretera consolidó una rentabilidad por demás suculenta del bosque por parte de la industria mueblera y de la construcción en las ciudades regionales de Uruapan, Zamora y Morelia (Garibay y Bocco, 2007). San Francisco Pichátaro es un claro ejemplo de ello. Esta comunidad agraria destina la mayor parte de sus recursos forestales a la producción de muebles artesanales, como cabeceras, camas, buros, armarios, mesas centrales para salas y comedores, bares, libreros, vitrinas, sillas, así como esculturas de madera (Works y Hadley, 2004).

Las condiciones antes descritas afectan la disponibilidad de recursos, la sensibilidad al disturbio y la productividad (Arredondo et al. 2008), de tal manera que la dinámica del uso del suelo en la región ha tenido repercusiones sobre el paisaje; sin embargo, en las últimas tres décadas las tendencias han cambiado debido, entre otras razones, al abandono del uso forestal lo que ha permitido la recuperación paulatina de los bosques (Bocco et al., 2001). De acuerdo con Farina (1998), ello es importante porque la matriz del paisaje ejerce un control significativo sobre la dinámica del sistema ambiental, lo que favorece altos y medios niveles de conservación. Aun así, la industria forestal y en particular la de celulosa y el papel son un importante polo de desarrollo, basado en el uso de diferentes especies de pinos para la extracción de madera en tabla, resina y leña, la fabricación de carbón y para la elaboración de postes, muebles, pisos de duela y artesanías en general.

Conclusiones

Las variadas causas de la dinámica del paisaje y los procesos asociados en el municipio Cherán están enmarcadas dentro de un patrón que es propio de otros municipios que conforman la región Meseta Purépecha. El estado actual del paisaje forestal, asociado a los procesos negativos tiene sus raíces en la indefinición jurídica de las tierras comunales. La incertidumbre sobre la tenencia de la tierra crea conflictos al establecer linderos y derechos de propiedad, lo que a su vez genera disputas por la propiedad social y sus recursos naturales, que estimula la tala clandestina de los bosques en terrenos de uso común.

Los problemas de tipo estructural y de contenido de los estatutos comunales en relación a la formalización clara de las reglas internas que dan certidumbre al control de los recursos forestales explican el estado y dinámica del paisaje en términos de los procesos negativos.

El municipio Cherán ha estado inmerso en esta condición que atenta contra la integridad y función de los ecosistemas forestales; de igual forma han existido iniciativas por parte de la Cofom dirigidas a promover su conservación y su regeneración, como lo demostraron, en su momento, los programas Proárbol y Procymaf que otorgan apoyos encaminados a la reforestación con plantas de vivero y subsidios a la producción de resina, respectivamente, así como otros dirigidos a la conservación de suelos y prevención de incendios e instrumentos de planeación conducentes al ordenamiento territorial municipal.

El patrón general del uso del suelo en Cherán es similar al de otras áreas del centro del país, del estado y de otros municipios que integran la región Purépecha: a) predominio de bosques maduros, aunque con medianos y altos valores de deforestación histórica que, en este caso, ha reducido la superficie forestal en las últimas décadas, b) retroceso de los bosques fragmentados, aunque existe una expansión de matorrales y pastizales secundarios, y c) retroceso de los cultivos de temporal, aunque con un cierto incremento de las plantaciones agroforestales y de los usos intensivos generados a partir de los asentamientos humanos

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Recibido: 28 de Julio de 2016; Aprobado: 22 de Diciembre de 2016

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