1. Introducción
La actividad empresarial en Argentina se ha caracterizado por tener exponentes del sector agroindustrial que actuaban de forma aislada. Sin embargo, en los últimos años pareciera observarse el surgimiento de aglomeraciones de empresas de un mismo sector y/o sectores relacionados, en cuyo seno hay fenómenos incipientes de acciones comunes orientadas a bajar los costos y a propiciar la innovación, entre otros, lo cual hace evidente la presencia de un incipiente capital social. Este tipo de concentración geográfica de empresas y organizaciones interconectadas y pertenecientes a un determinado sector productivo es lo que Porter (1990) designó con el término de cluster. Ejemplos de este tipo pueden observarse en el caso del vino en Mendoza, el aceite de oliva en el Sudoeste Bonaerense, los nogales en La Rioja, los quesos en Tandil, las máquinas agrícolas en Santa Fe, entre otros.
El objetivo del presente trabajo consiste en detectar los sectores agroindustriales que conforman clusters en Argentina mediante un modelo cuantitativo y ver la participación de las instituciones y el rol del capital social en los mismos. Cabe destacar que este trabajo no pretende hacer un análisis exhaustivo para comprobar ninguna causalidad entre estos conceptos y el surgimiento de los clusters, sino más bien describir a ambos y a partir de allí inferir la importancia que éstos revisten en términos de la formación de estos clusters.
La metodología consistió en realizar primeramente una revisión de la literatura referida al capital social y al rol de las instituciones respecto a la conformación y fortalecimiento de clusters productivos. Luego se procedió a analizar el grado de relaciones intersectoriales, teniendo en cuenta las empresas pertenecientes a cada una de las ramas agroindustriales mediante el método de Czamanski y Ablas (1979), a efectos de identificar los clusters. Finalmente, se exponen los casos de clusters más relevantes en Argentina, en los que es evidente la presencia de capital social (en muchos de ellos prevalece el asociativismo entre los productores, lo cual revela el grado de confianza existente entre los miembros que los componen) y la presencia institucional, plasmada en organizaciones diversas que apoyan la producción y el intercambio.
En este trabajo se establece el supuesto de que la presencia de capital social y de un marco institucional idóneo constituye un aspecto favorable para la formación de clusters, aunque ésta es sólo una condición necesaria, pero no suficiente, para el surgimiento de los mismos.
1.1. El concepto de cluster
El concepto de cluster que mayor trascendencia ha recibido es el elaborado por Porter (1990), quien los define como “concentraciones de empresas e instituciones interconectadas en un campo particular”. Engloban, por ejemplo, abastecedores de insumos especializados, así como proveedores de infraestructura, clientes y productores de artículos complementarios, que pueden compartir un territorio común (cluster regional) o tener eslabonamientos porque pertenecen a un mismo sector (cluster sectorial). Finalmente, en muchos casos, ambos incluyen instituciones como universidades, centros de desarrollo y asociaciones comerciales.
El objetivo del cluster en el concepto de Porter (1990) es la ganancia de competitividad, resaltando que la “prosperidad nacional es creada, no heredada”. Este autor pone énfasis en la importancia de cultivar la capacidad de innovación para ganar competitividad mediante la formación de complejos locales en donde los actores se vinculen formando una red de colaboración. Antes que él, sus precursores, como Weber, hacían referencia a las economías de aglomeración, hablando en términos de centros de crecimiento, complejos industriales y distritos industriales.
1.2. Capital social e instituciones
Andriani (2013) afirma que la idea de que la confianza, la actividad vinculada al asociativismo y el sentido de reciprocidad contribuyen al bienestar económico y de la sociedad tiene una larga tradición en la historia de la sociología y del pensamiento económico. Más precisamente, Portela y Neira (2002) sostienen que a partir de los trabajos de Coleman (1988) en sociología de la educación y de Putnam (1993) en ciencias políticas, la expresión “capital social” cobra una mayor importancia. El primero de ellos define el capital social como “los aspectos de la estructura social que facilitan ciertas acciones comunes de los agentes dentro de la estructura” (Coleman, 1988), concibiéndolo como algo que utilizan los individuos para impulsar sus propios objetivos personales. Por su parte, Robert Putnam (1993) lo delimita como “los aspectos de las organizaciones sociales, tales como las redes, las normas y la confianza, que permiten la acción y la cooperación para el beneficio mutuo” (desarrollo y democracia).
Estos mismos aspectos del capital social como clave en el desarrollo de redes de colaboración son resaltados, entre otros, por Andriani (2013), Durlauf y Fafchamps (2004), Kwon y Adler (2014) y Woolcock (citado en Kwon y Adler, 2014). Además, entre otros autores, son Paldam y Svendsen (2000) quienes han revisado diferentes estudios empíricos que demuestran que el capital social tiene influencia en el desarrollo económico y que, por tanto, debe formar parte, al igual que otras formas de capital, de la función de producción y los modelos de crecimiento y desarrollo.
Si bien en este trabajo no se realizará un estudio exhaustivo al respecto, puede decirse que el desarrollo de clusters productivos está asociado a los niveles de cooperación y confianza que prevalezcan entre los actores, dado que uno de los lemas en los que se basa la formación de los mismos es “cooperar para competir”. En favor de esta relación, puede citarse un estudio realizado por Llach (1998) sobre clusters dinámicos, que identificó entre los factores que favorecieron su competitividad a la “energía empresarial” de los productores y a las vinculaciones entre las empresas y el sistema científico tecnológico. Asimismo, menciona que en las cadenas agroalimentarias es posible detectar relaciones de cooperación y coordinación entre los distintos eslabones que las componen, aunque haya conflictos de intereses.
Por otra parte, como argumentan Caballero Míguez y Kingston (2005), si la confianza permite que los individuos lleven a cabo estrategias cooperativas ante el problema del dilema del prisionero, y si éstas derivan en situaciones de mejora, entonces la misma parece racional y resulta una vía útil para garantizar la solución cooperativa. Esto indica que la existencia de capital social favorece la cooperación entre los agentes que se logra en un cluster.
En cuanto al marco institucional específicamente, y siguiendo a Douglas North (1990), se expondrán algunos conceptos y definiciones que emanan de la Nueva Economía Institucional (NEI). La NEI estudia y enfatiza la importancia que revisten las instituciones en el intercambio económico, en las elecciones y conducta económica de los individuos y grupos sociales, y en el desempeño de la economía. Las instituciones son las reglas de juego sobre las que se basa una sociedad y que, de alguna manera, condicionan las relaciones económicas entre los participantes del sistema. De hecho, las instituciones son las que estructuran los incentivos que se dan en los intercambios de índole política, social o económica. Estas reglas son indispensables, ya que sin ellas los individuos verían frustradas las posibilidades de obtener los beneficios de la cooperación social y del intercambio económico. Las sociedades que han logrado obtener un nivel de desarrollo importante en su economía no han sido guiadas por un orden espontáneo, sino que se han apoyado y basado en un conjunto de instituciones que les han proporcionado las reglas (formales o informales) necesarias para guiar cotidianamente su vida (material y cultural) y para crear seguridad en el intercambio, limitando la incertidumbre y fortaleciendo la existencia de capital social.
Vale resaltar que, tal como se supone en este trabajo, si bien estas reglas son necesarias para el desarrollo del cluster, no son suficientes, ya que también es menester contar con un poder y un sistema de orden que obligue su cumplimiento, porque las mismas sólo constituyen una guía para la interacción y el accionar individual de los actores.
El fortalecimiento institucional, por otro lado, es visto por los expertos como un instrumento indispensable de las políticas de desarrollo, como un activo esencial de las sociedades avanzadas. Éstas tienen marcos institucionales inclusivos que impulsan y facilitan la iniciativa empresarial, el bienestar personal y la participación. La buena gobernanza de los programas de desarrollo es fundamental e implica la coordinación de las instituciones e incluso de los actores individuales (Muñoz Mazón, Moraleda y Fayos-Solà, 2012).
Luego de esta breve reseña de trabajos que resaltan la importancia del capital social en la conformación de redes o clusters, se concluye que los mismos tienen en común, además, la definición del capital social como la confianza que se genera entre los actores de un sector productivo. Por otra parte, tal como se sostiene en esta investigación, este elemento es necesario para el desarrollo de un cluster, aunque no es suficiente, ya que debe existir un “orden” para hacer cumplir la jerarquía que subyace al rol de cada elemento de la red.
2. Clusters en Argentina
Los eslabonamientos entre actividades productivas han sido objeto de estudio de numerosos trabajos por la información que brindan respecto a la identificación de sectores clave en términos de crecimiento económico. En esta ocasión, se mencionarán los resultados obtenidos por Tedesco (2008) mediante la aplicación del modelo de Czamanski y Ablas (1979) para identificar y cuantificar los eslabonamientos de la agroindustria argentina a partir de datos extraídos de la Matriz Insumo Producto del año 2004 y agrupar los sectores en clusters de cadena de valor.
El modelo establece los siguientes pasos:
1). Obtener indicadores de la intensidad del flujo entre sectores, considerándolos como partes de una cadena de valor, utilizando los siguientes índices, en donde zij es un elemento de la matriz insumo producto:
Para los proveedores (eslabonamiento hacia atrás):
Si, por ejemplo, aij = 0.20, indica que las compras del sector i respecto al j son sólo el 20% de la demanda total de insumos de ese sector.
Para los compradores (eslabonamiento hacia adelante):
De la misma manera que en el caso de los eslabonamientos anteriores, un valor de bij = 0.20 indicaría que las ventas del sector i al j son sólo el 20% de las ventas totales del sector i.
2. Construir una matriz triangular C, seleccionando para cada par de sectores el mayor coeficiente de intensidad entre sus compras/ventas:
cij = max (aij, aji, bij, bji)
3. Considerar que integran el cluster aquellos sectores de la economía cuyos valores en la matriz superen 0.35, distinguiendo entre:
Débilmente ligados al cluster: 0.35 < cij < 0.5
Moderadamente ligados al cluster: 0.5 < cij < 0.75
Fuertemente ligados al cluster: cij > 0.75
Los valores inferiores a 0.35 no se consideran porque estarían indicando que no hay una fuerte concentración en las compras/ventas entre el par de sectores analizados.
2.1. Resultados del modelo para Argentina
En la Gráfica 1 se observan los distintos sectores y su grado de eslabonamiento en relación al promedio de la economía (representado por el índice igual a la unidad). Los que conforman la agroindustria argentina se encuentran en el cuadrante superior izquierdo, lo que confirma el poder de arrastre que poseen hacia el eslabón primario y la posibilidad de conformar cluster de cadena de valor si esos eslabonamientos se dieran.
En tanto, en la Gráfica 2, se ilustra el mapa de los eslabonamientos de los tres clusters agroindustriales que se han detectado. El valor que indican las flechas corresponde al mayor valor de eslabonamiento entre las actividades unidas, o sea el elemento de la matriz C que los vincula. Los ejes de los clusters están identificados con rectángulos y están conectados entre sí por los productos de panadería y la producción de granja, sectores que actúan de puente entre ellos. En tanto, hay flechas que indican que el eslabonamiento es débil (entre 35 y 50% de la proporción en las ventas/compras totales del sector), mientras que también los hay moderados (entre 50 y 75%) y fuertes (entre 75 y 100%).
El cluster de restaurantes es el más nutrido. En tanto, el cerealero (que incluye oleaginosas) absorbe el 86% de la producción de semillas y el 88% de los servicios agropecuarios. Además, los cereales constituyen la materia prima para la elaboración de alimentos balanceados, cuya producción se destina en un 77% a la producción de animales de granja.
Por su parte, los restaurantes (que incluyen los expendios de comida en mostrador, deliveries, rotiserías y servicios de catering) están fuertemente vinculados a la producción panadera, absorbiendo el 70% de su producción; a las bebidas alcohólicas, con el 63%, y a la elaboración de pastas alimenticias, con el 83%. Llama la atención que no haya surgido de la aplicación del modelo una relación significativa entre esa actividad y la matanza de animales, ni tampoco con la producción de granja.
En tanto, en el cluster de curtido de cueros no hay eslabonamientos fuertes entre las actividades, ya que los mismos rondan el 50% sin grandes diferencias entre los sectores.
Se concluye que las actividades agroindustriales son las que presentan eslabonamientos más fuertes dentro de los clusters de restaurantes y de cultivo de cereales, oleaginosas y forrajeras, aunque también hay importantes vínculos con la elaboración y conservación de frutas y verduras y con la cría de ganado. En tanto, en el de curtido de cuero, las relaciones de las manufacturas de origen agropecuario entre sí y con otros sectores son de tipo moderado.
También hay producciones agroindustriales que no conforman clusters por no alcanzar el valor mínimo de 0.35 establecido por el modelo. Las mismas son: el azúcar, el tabaco, la celulosa, el papel, el cartón y productos derivados, elaboración de productos de pescado y textiles.
3. La presencia de capital social y el marco institucional en los clusters de Argentina
3.1. Breve descripción socioeconómica del país
A continuación se hará una breve descripción socioeconómica de Argentina a modo de prólogo de la revisión acerca de los clusters más relevantes y el contexto dentro del cual se desarrollaron, en donde se observa la presencia, en distinto grado, del capital social y el marco institucional.
Argentina es un país ubicado al sudeste del continente americano y es el 7.º país más extenso del mundo. Su población, de acuerdo a las estimaciones del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, asciende a 43,131,966 habitantes, la cual posee un alto índice de alfabetización. Integra el Mercosur, la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Organización de Estados Americanos (OEA). Posee el mayor Índice de Desarrollo Humano de Latinoamérica y la menor desigualdad de Sudamérica.
Conforma el grupo de los 20 países más ricos e industrializados del mundo, y en 2015 fue clasificada por el Banco Mundial como una de las tres naciones latinoamericanas de ingresos altos; pero en 2016 dejó de serlo, descendiendo al grupo de países con ingreso medio-alto. Integra el grupo de los nuevos países industrializados (NIC). Con excepción de la provincia de Buenos Aires y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, las demás provincias han firmado tratados interprovinciales de integración, conformando cuatro regiones para diversos fines:
Región Norte Grande: formada por las provincias de Catamarca, Corrientes, Chaco, Formosa, Jujuy, Misiones, Tucumán, Salta y Santiago del Estero.
Región Nuevo Cuyo: formada por las provincias de La Rioja, Mendoza, San Juan y San Luis.
Región Patagónica: formada por las provincias de Chubut, La Pampa, Neuquén, Río Negro, Santa Cruz y Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.
Región Centro: formada por las provincias de Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe.
Posee una gran variedad de climas, lo que sumado a la variedad de suelos lo convierte en poseedor de grandes recursos naturales, dando lugar a diversas cadenas productivas. Es uno de los mayores productores de soja y exportadores de carne del mundo y es el primer productor mundial de girasol, yerba mate, limones y aceite de soja. Ocupa el segundo lugar a nivel mundial en términos de producción de miel y manzanas y es el productor más grande de trigo, lana y vino de Latinoamérica. A nivel global es el principal productor de biodiesel, contando además con una importante producción de gas natural y petróleo. También posee importantes yacimientos de plomo, zinc, oro y cobre. Es un país muy rico en recursos pesqueros y tiene muy desarrollado su sector turístico, ya que es el lugar más visitado de América del Sur y el cuarto del continente americano, según cifras oficiales de la Organización Mundial del Turismo.
Por otra parte, es el productor de software más importante de Sudamérica, y ocupa el segundo puesto en cuanto a fabricación de autopartes. La industria manufacturera es la que más aporta al PIB, principalmente considerando las producciones de origen agropecuario.
3.2. Evidencia de clusters
A pesar de que en el apartado anterior se hizo alusión a la importancia de Argentina como productor y exportador de carne y de algunos cereales y oleaginosas como la soja, que representa un claro ejemplo de cluster productivo preponderante en el país, éste ha perdido participación en el mercado externo como consecuencia de las políticas proteccionistas de ciertos países, ya que algunos de ellos pasaron de ser importadores de alimentos a ser productores autosuficientes. También influyeron en este revés algunas políticas públicas internas, como el cierre de las exportaciones de carne y la aplicación de retenciones a la exportación que se implementaron en los primeros años del siglo presente, entre otras.
Esto explica en gran parte la expansión en la producción de bienes agroindustriales no tradicionales (ciertas frutas, vinos, etc.), sobre los cuales se hará referencia en este apartado, ya que en muchos casos han logrado crear un cluster por estar integrado el eslabón productivo con organismos e instituciones (algunos creados a tal fin) y con proveedores.
A modo de ejemplo cabe mencionar el rol que cumplen algunos de los organismos de apoyo a la producción en Argentina, tal como el que encarna la Secretaría para la Pequeña y Mediana Empresa, que ha lanzado distintos programas para formar grupos asociativos durante el periodo 2008-2009. De los 40 casos, más del 50% (22) correspondían al sector agroindustrial, con el fin de aumentar la inserción internacional, mejorar el manejo de la producción y el ámbito sanitario, desarrollar la marca regional y proveer maquinaria. Algunos ejemplos son la madera en Buenos Aires, Santa Fe y Posadas; cerdos en Balcarce; apicultura en Chaco, Santiago del Estero, Córdoba, Salta y Santa Fe; floricultura en Mendoza; tomates cherry en Neuquén; viñedos en Mendoza; aromáticas del Alto Valle; frutillas en Coronda; hilados en Corrientes; papa en Mendoza; y cerezas, manzanas, peras y hongos en Río Negro.
Finalmente, tal como se había mencionado antes, a continuación se presentan los principales clusters agroindustriales de producciones no tradicionales de Argentina, en los que es posible observar una fuerte presencia institucional plasmada en diversas organizaciones. Se observa que en algunos casos estos clusters están afianzados, otros enfrentan muchas dificultades para su consolidación y otros más son incipientes:
Aceite de oliva en el Sudoeste Bonaerense (SOB): En este cluster se evidencia la integración de la cadena con la instalación de una máquina extractora de aceite por parte de varias empresas. Por otro lado, existen proyectos provinciales de financiamiento para pequeños productores, provisión local de los plantines, intentos de abastecimiento de fertilizantes en la zona y maquinaria específica en la localidad. La sanción de la Ley Provincial del SOB constituyó el marco legal que permitió una delimitación que otorgó una identidad a la zona. También existen fideicomisos públicos que apoyan la actividad para la diversificación productiva. Investigadoras de la Universidad Nacional del Sur, como Susana Picardi y Lucrecia Obiol, están avanzando en áreas relativas al asesoramiento económico y búsqueda de mercados, y están vinculadas con otras organizaciones, tales como la Municipalidad de Coronel Dorrego y la Cámara de Olivicultores de Buenos Aires y la Patagonia. También participa en este cluster la Cooperativa de Energía de Púan y el INTA. De lo anterior se concluye que el microcluster olivícola del sob se encuentra en una etapa incipiente de desarrollo. Se observa que en la región se realiza todo el proceso productivo, lo que le permite a las empresas vinculadas trabajar de un modo más eficiente, alcanzando la actividad un gran impulso, sobre todo en estos últimos años. Se percibe una actitud generalizada en los empresarios y organizaciones de que el crecimiento del sector es un beneficio a capitalizar a nivel territorial para toda la sociedad local. Sin embargo, los lazos entre los productores de distintos partidos y la participación de la producción regional en el total nacional aún son escasos. Además, los productores están dispersos en diferentes partidos de la región, lo cual exige iniciar un proceso de vinculación intrarregional y con otras regiones (Picardi y Obiol, 2011).
Vinos en Mendoza: En la base de la producción se encuentran los viñedos que proveen a las bodegas de materia prima básica, los cuales disponen de una red de proveedores de insumos: fertilizantes, máquinas e implementos para cosecha, equipos de irrigación, entre otros. Para la elaboración de vinos se encuentran las industrias proveedoras de equipos para la producción de los mismos, empresas proveedoras de tanques, barriles, vidrios, etc. También se observa la presencia de empresas prestadoras de servicios de marketing y software. Se estima que existen aproximadamente 200 empresas proveedoras de bienes y servicios para los clusters vinícolas. Además de las empresas proveedoras, existen diversas organizaciones que prestan apoyo a las actividades productivas de uva y vino, tales como los centros de investigación y desarrollo, universidades (la Universidad Nacional de Cuyo, la UTN y la Universidad Agustín Maza, Guaymallén), asociaciones empresariales y gremiales, organizaciones gubernamentales de apoyo y regulación (Instituto Nacional de Vitivinicultura INV, Coviar Corporación Vitivinícola Argentina, ProMendoza), así como también entidades financieras. Asimismo, se encuentran las empresas responsables de las redes de distribución, tanto en el territorio nacional como en otros mercados. Estas empresas demandan servicios externos para la provisión de transporte y logística. Por otra parte, estas actividades vinculadas a la elaboración de vinos han logrado una integración virtuosa con el sector comercial y turístico de la provincia. Existen diferentes rutas turísticas creadas que integran la producción de vino con los sectores hoteleros, comercios, tiendas, etc. (Alderete, 2006).
Queso en Tandil: El cluster quesero de Tandil es una conjunción de productores, universidades y organismos públicos y privados que comparten el interés por un sector económico y estratégico -la producción de quesos-, en la zona comprendida por los partidos de Ayacucho, Benito Juárez, Rauch y Tandil. Juntos se han propuesto impulsar la mejora competitiva de la industria quesera de la región a través de diversas acciones estratégicas, como la consolidación de una marca regional de quesos sustentada por la calidad, la resolución de la problemática del abastecimiento de la leche, el posicionamiento estratégico en conjunto con el sector de chacinados y la transformación del suero en subproductos con valor agregado. Los actores de esta iniciativa trabajan de manera articulada a través de una estructura organizada en un equipo técnico, un grupo impulsor y la formación de asambleas o foros con participación activa de los productores para promover el desarrollo competitivo de los quesos de la zona. El grupo impulsor está conformado por los actores clave de la producción: la agroindustria, los gobiernos locales y las instituciones de ciencia y técnica (INTI, INTA, universidades), que validan los avances del equipo técnico y colaboran en la difusión y con la convocatoria de los actores al foro. Además, llevan adelante proyectos para poner en práctica las acciones e iniciativas generadas por los propios productores queseros, así como también asistencia y asesoramiento para la mejora de la calidad de leche cruda, adecuaciones en las condiciones edilicias de las queserías, establecimientos de normas de calidad en la fábrica, caracterización territorial de un queso específico y el aprovechamiento del suero generado, garantizando su calidad, estudiando las formas de transporte y evaluando las distintas alternativas de procesamiento.
Maquinaria Agrícola en Las Parejas (Santa Fe): Desde la perspectiva de la gobernanza de la cadena de maquinaria agrícola en el sur de Santa Fe, puede afirmarse que el protagonismo de determinados sujetos locales ha favorecido el desarrollo del territorio cuando ha logrado organizar recursos internos y atraer de modo inteligente recursos externos de tipo político, económico y cultural, alcanzándose de esta manera los beneficios de la ampliación de los mercados. Según el Banco Interamericano de Desarrollo (2013), en los aspectos económicos de la cadena se destacan los acuerdos horizontales y verticales que se han desarrollado para la mejora de su producción y comercialización de sus productos. Finalmente las instituciones locales presentan cierto grado de asimetría en el sistema de gobernanza, debido a la existencia de un núcleo muy reducido de actores empresariales que actúan como referentes tradicionales más cercanos a las instituciones de apoyo al sector productivo. Es posible visualizar actores con intereses muy distintos, como políticos, universidades, empresarios, cámaras empresariales regionales, uniones de trabajadores, medios de comunicación, entre otros, pero unidos con el objetivo de mejorar la calidad de los activos locales para los inversores. De esta manera, gracias a la cooperación entre los sectores público y privado, se han formado en el cluster de maquinaria agrícola con epicentro en Santa Fe redes que han creado economías externas a las empresas e internas al territorio.
Madera en la Mesopotamia: En Argentina, el cultivo y aprovechamiento de bosques involucra una amplia gama de actividades productivas y de servicios, desde la cosecha de semillas y la producción de plantines y otros insumos forestales, la implantación y el manejo del bosque, hasta la fabricación de piezas acabadas, muebles, viviendas, pastas, cartones y papeles de muy diversa calidad, paneles de madera, extractos químicos para la industria y un conjunto numeroso de subproductos, e incluso la fabricación de máquinas y equipos para esas diversas actividades, y los servicios correspondientes de comercialización y transporte. Hay obstáculos por falta de inversión y reconversión tecnológica, por deficiencias en la calidad de la materia prima, en la escala de la capacidad instalada y en el marketing, entre otros. Y a nivel institucional, a pesar del debilitamiento de la estrategia de sustitución de importaciones, ésta no ha sido reemplazada por políticas activas de competitividad. Ninguno de los subsectores de la foresto-industria ha alcanzado un desarrollo ni mostrado el dinamismo necesarios para fomentar la actividad, generar sólidos mercados de proveedores de bienes y servicios y favorecer significativamente el desarrollo de actividades conexas. Al contrario, lo que se observa en general son ramas de actividad que han mostrado un pobre crecimiento en las últimas décadas y un bajo dinamismo tecnológico y exportador. Están fuertemente desarticuladas entre ellas, lo que inhibe la aparición de las sinergias y complementariedades que caracterizan a los clusters. Con todo, hay actualmente algunos indicios que sugieren la posibilidad de una reversión de ese escenario desfavorable y que sustentan algunas previsiones en el sentido de que Argentina podría convertirse en los próximos años en otro actor mayor del sector forestal dentro del Cono Sur. Se asiste desde mediados de la presente década al inicio de un proceso de inversión y reestructuración en varias actividades del complejo, básicamente como resultado del sostenido aumento del consumo doméstico, el cambio en las condiciones de competencia y la entrada en escena de varias firmas extranjeras (Bercovich, 2000).
Acuicultura en el NEA: Se caracteriza por la fabricación de gran cantidad de insumos necesarios para la producción, y cuenta con costos laborales competitivos y tierras disponibles. Existen fuertes incentivos gubernamentales para el desarrollo del sector, en particular de algunas especies. Por otro lado, el país posee una importante base en investigación ligada a la acuicultura. En la región del Noreste argentino, si bien se registran plantas que incorporan en su línea de producción alimento para peces, éstas no aseguran su calidad y provisión a lo largo del ciclo productivo. Existen también alimentos para peces producidos extra-zona, que presentan la misma volatilidad en el abastecimiento y la calidad que los intra-zona. En relación con los servicios de asesoramiento y asistencia técnica, existen en la región técnicos que asesoran en piscicultura, pero en pocos casos, si no en ninguno, se dedican completamente a esta actividad exclusivamente.
Agricultura y ganadería en San Luis: La región afectada por la influencia del Corredor Bioceánico se convierte en estratégica para la implantación de Zonas de Actividades Logísticas que, a su vez, promueven la radicación de empresas que brindan servicios -como hotelería, gastronomía, mantenimiento mecánico, lavadero de camiones, asistencia técnica- y fomentan la inversión de capitales extranjeros, como la realizada por la multinacional Cargill en la empresa Glucovil, perteneciente al Grupo Ledesma, y la inversión de empresas nacionales dedicadas a la producción de expeller y aceites de diferentes oleaginosas. Según Núñez y Possetto (2011), la activación de la red ferroviaria como recurso prioritario en lo que se refiere a la reducción de costos y transporte de carga es un impacto que se espera.
Quesos en Villa María: El Plan de Mejora Competitiva, formulado y definido por los propios actores miembros del cluster, enmarca acciones que buscan permitir al sector superar limitaciones y enfrentar actuales y futuros desafíos de los mercados nacional e internacional, delineando los objetivos estratégicos y los proyectos específicos para el sector quesero de la región. La Asociación del Cluster Quesero de Villa María, integrada por representantes de instituciones vinculadas con la actividad en la región, es la responsable de gestionar e implementar este plan, con el fin de potenciar la competitividad del sector. Los productores asociados a las cooperativas recibirán la asistencia directa del proyecto.
Maní en Córdoba: Hay cientos de puestos de trabajo dependientes de sectores vinculados casi exclusivamente con la producción de maníes en las áreas de producción y comercialización de fitosanitarios, fabricación de equipos y maquinaria agrícola e industrial específica, laboratorios de control de calidad y certificación de cargas, empresas de servicios de aseguramiento y certificación de la calidad de los productos y procesos, compañías de transporte marítimo y multimodal de cargas, asesores de ingeniería y tecnología agro-industrial para maní, equipos y profesionales de la investigación científica y tecnológica, empresas de construcción y diversos servicios de comunicaciones e informática que brindan su apoyo al sector. En el último quinquenio, el sector industrial manisero hizo fuertes inversiones en la producción agrícola y en las plantas procesadoras, que cuentan con tecnología de última generación y están entre las más modernas del mundo. Así también, desde hace años, estas firmas vienen destinando considerables sumas para el desarrollo de investigación científica en temas relacionados con el cultivo y la industrialización del maní. El Complejo Maní es el único donde los productores están integrados eficazmente a la industria y a la exportación, formando parte de una cadena casi perfecta en su sinergia. A diferencia del resto de los sectores agropecuarios, los colonos maniseros están asociados en cooperativas, las que a su vez poseen sus propias plantas industriales y sus propias operaciones de exportación, o bien mantienen convenios asociativos con las empresas industriales.
4. CONCLUSIONES
A lo largo del trabajo se expuso un breve marco de referencia que manifiesta la importancia que revisten el capital social y las instituciones para la conformación y el fortalecimiento de clusters. Por otra parte, se citaron ejemplos de actividades en donde la sinergia entre estos fenómenos y la cadena productiva se ha logrado, en particular los referidos al sector agroindustrial, que, por otra parte, resultó ser el que contiene tres clusters de grandes cadenas de valor, según las conclusiones del modelo aplicado. Este fenómeno es novedoso en nuestro país, ya que los empresarios se han caracterizado históricamente por actuar en forma aislada a raíz de su desconfianza hacia las organizaciones de carácter asociativo.
Sin embargo, se reconoce que contar con marcos institucionales idóneos y capital social no necesariamente implica que los actores sociales intervinientes estén dispuestos a “cooperar para competir”, tal como subyace en la teoría de los clusters, por lo que se concluye que estos elementos son una condición necesaria pero no suficiente para la competitividad de un cluster.