Introducción
El profesor Ponciano Rodríguez, egresado de la Escuela Normal de Profesores de la ciudad de México, inició actividad en el magisterio en 1893 y tuvo una larga vida laboral que incluyó diversas facetas como la de maestro, director de escuelas elementales, supervisor, jefe de la 1a. y 2a. Sección de la Dirección General de Educación Primaria, jefe de la Sección de Instrucción Rudimentaria, inspector pedagógico. Durante toda su trayectoria laboral fue parte de la burocracia educativa, lo cual no impidió que realizara otras actividades pues compartió su labor de funcionario con sus intereses intelectuales. En este espacio se aborda su trabajo como autor de diversos artículos de índole pedagógica, pues en 1901 fue fundador y miembro del comité editorial de la revista La Enseñanza Primaria, la cual era el órgano de divulgación del pensamiento pedagógico moderno del Colegio de Profesores Normalistas de México y, finalmente, fue miembro del Consejo Superior de Educación Pública en 1902.
Me intereso en estudiar a este maestro al haber sido integrante de una red de normalistas, de la cual algunos de sus miembros formaron parte de la elite educativa del gobierno porfirista. Este grupo, surgido desde el magisterio, tendrá una incidencia notoria a través de sus publicaciones, conferencias y métodos en la política educativa del periodo de entresiglos. Su participación desde el año de 1901 y hasta 1910 en la revista La Enseñanza Primaria, será atendida de manera particular. Para el análisis de este personaje se abordan tres niveles: como maestro, como funcionario y como autor de artículos; cada uno de estos niveles nos llevará a conocer diferentes ámbitos en los que transitó la vida de un maestro normalista.
La metodología seguida se inscribe en la historia social de la educación y parte del análisis de los actores educativos, en este caso, del maestro Rodríguez.
Las fuentes revisadas para este artículo provienen de los siguientes acervos y bibliotecas: Archivo Histórico de la Secretaría de Educación Pública, Fondo Secretaría de Estado y Despacho de Justicia e Instrucción Pública, Sección Antiguo Magisterio, Serie Personal Profesores, Ponciano Rodríguez, 1886-1940; el Fondo Antiguo de la Biblioteca Gregorio Torres Quintero, de la Universidad Pedagógica Nacional, y la Biblioteca Daniel Cosío Villegas, de El Colegio de México.
Contexto
La década de los años noventa del siglo XIX se caracterizó por el interés del Estado en los temas educativos. La formación de maestros se consideró una prioridad para el proyecto educativo y formó parte de los objetivos fundamentales de la agenda del ministro Baranda, quien dio el visto bueno para la creación de la Escuela Normal de Profesores de la ciudad de México, proyecto que estaría a cargo de Ignacio Manuel Altamirano. Finalmente, ya no sería más un proyecto para archivar en “el cajón de las propuestas”. El ministro Baranda consideró -quizás como ningún otro funcionario- la importancia y trascendencia de formar a los maestros de primaria con los más altos estándares. Consideraba que con buenos maestros se tendría una buena enseñanza: “Sólo el maestro es el elemento vivo, cuya misión no se reduce a comunicar información sino un método también -y qué importante es éste- y los valores, junto a su personalidad” (Meneses, 1998: 377).
A partir de 1901 se presentan cambios importantes en la esfera político-educativa. Justo Sierra asume el cargo de subsecretario de Instrucción Pública y los cambios políticos repercutieron en la Escuela Normal. Miguel Serrano dejó de ser el director de la Normal de Profesores, cargo que desempeñó por quince años. El destacado pedagogo Enrique C. Rébsamen, quien se desempeñaba como director de la afamada e influyente Escuela Normal de Xalapa, es nombrado a partir del 24 de agosto de 1901 como director de la recién creada Dirección General de Enseñanza Normal. Varios de los normalistas de Xalapa se incorporaron a esta Dirección y fueron importantes colaboradores en el nuevo proyecto del magisterio de la ciudad de México. De inmediato se generan varias acciones: se establece un nuevo plan de estudios y se crea el servicio de inspección médica, ambas medidas en el año de 1902. El trabajo por tres años fue intenso, pero concluyó en 1904, debido a la muerte de Rébsamen (Meneses, 1998).
El maestro normalista Alberto Correa se hizo cargo de la Dirección General y de algunas otras actividades para el magisterio. Su formación normalista se deja ver en todo su intenso trabajo y proyección para la enseñanza normal. Busca modernizar, estar a la vanguardia y posicionar a la enseñanza normal como un eje clave del sistema educativo nacional.
Justo Sierra, actor fundamental en el entramado educativo, incluyó de manera especial el tema de la profesionalización del magisterio en las escuelas normales. El objetivo era contar con el mayor número de maestros formados en la nueva pedagogía y que fueran conocedores de los métodos de vanguardia, así como de las estrategias modernas para la enseñanza.
Para 1907 existían 26 escuelas normales, por tanto, el número de egresados se elevó. Las cifras nos muestran el nuevo panorama:
El número de profesores aumentó de 12,748 en 1895 a 21,017 en 1910. El incremento del magisterio fue superior al de la población, pues en la primera de estas fechas había diez profesores por cada 10 mil habitantes y 14 durante el centenario [de la Independencia]. El número de profesores evidentemente era insuficiente para cubrir a un sector educativo en expansión (González Navarro, 1959: 606).
En este contexto político y educativo, Ponciano Rodríguez realizó sus estudios en la Escuela Normal de Profesores de la ciudad de México, donde también transcurrió y llevó a cabo su vida laboral y desarrollo profesional. La vida de este maestro fue sellada por su estancia en la Escuela Normal, a partir de los estudios, los amigos y las redes que estableció; en este centro de estudios se definió parte de su movilidad laboral e intelectual, aspectos que serán abordados en este trabajo.
¿Quién fue Ponciano Rodríguez? Datos biográficos
Originario de Chimalhuacán, Chalco, Estado de México, nace el 10 de noviembre de 1866,
siendo sus padres el Sr. Nicolás Rodríguez y la Sra. Francisca Espinoza, humildes campesinos de aquel lugar. Su familia emigró a la ciudad de México, […] en esta capital hizo, pues, su instrucción primaria. Terminada la instrucción primaria ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria, con el fin de seguir una carrera científica cursando con éxito los dos primeros años. Pero circunstancias especiales obligaron a la familia del joven Rodríguez a regresar a sus antiguos lares, por lo cual debió dedicarse a los trabajos agrícolas. En 1889 la familia se trasladó nuevamente a la capital, y el joven Rodríguez se inscribió en la Escuela Normal. En 1893, después de un lúcido examen, obtuvo el título de maestro, lo que le valió el nombramiento de Ayudante de la Escuela Anexa. En 1901 pasó a servir las escuelas dependientes de la Dirección General de Instrucción Primaria con el carácter de Director de Elemental; un año después era nombrado Director de Escuela Primaria Superior, y pocos meses más tarde, Inspector de Escuelas y Miembro del Consejo Superior de Educación Pública.2
Al concluir sus estudios, el profesor Rodríguez se incorporó de inmediato a la vida laboral y, como ya señalamos, inicia como profesor ayudante; desde ese momento comienza una vertiginosa trayectoria. Los empleos desempeñados entre 1893 y 1921 son los siguientes: ayudante de la Escuela Primaria Anexa a la Normal de México y ayudante de la Escuela Nocturna Complementaria No. 5 de la capital; director de la Escuela Primaria Elemental No. 63 de la ciudad de México y director de la Primaria Superior No. 1 de Azcapotzalco; inspector pedagógico de las escuelas primarias oficiales foráneas primero, y después, de la capital, en dos ocasiones; jefe de las secciones segunda y primera de la Dirección General de Educación Primaria, sucesivamente; director de la Escuela Primaria Anexa de la Normal de Maestros de México, en dos ocasiones; jefe de la sección de instrucción rudimentaria en la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes; profesor de metodología general y especial de lengua nacional y aritmética en la Escuela Normal de Maestros de la capital; profesor de aritmética, álgebra, geometría y trigonometría en la misma escuela. En 1921 se desempeñó como profesor de álgebra y de geometría en la Escuela Normal de Maestros (AHSEP, caja 30,000, exp. 3) (véase el anexo 1).
Su vida laboral se combina con su trabajo en el Colegio de Profesores Normalistas de la ciudad de México, del cual fue fundador y presidente. El órgano de difusión de este colegio fue la revista La Enseñanza Primaria, en la que Rodríguez participó como socio fundador, formó parte del comité editorial y llegó a escribir diversos artículos de índole pedagógica. Los temas de sus artículos fueron diversos, pero particularmente se dedicó a escribir sobre los libros de texto, asuntos pedagógicos y didáctica de las ciencias naturales (véase cuadro 1).
TÍTULO | TEMÁTICA | REVISTA | TOMO | NÚMERO | FECHA | PAÍS |
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Disciplina Escolar | Disciplina escolar | La Enseñanza Primaria | I | Núm. 2. | Julio 15, 1901 |
México |
Las palabras Normales | Gramática | La Enseñanza Primaria | I | Núm. 3. | Agosto 1, 1901 |
México |
La Pedagogía y el Maestro en la Educación General |
Pedagogía | La Enseñanza Primaria | I | Núm. 5. | Septiembre 1, 1901 |
México |
El desarrollo mental | Cálculo
mental Matemáticas |
La Enseñanza Primaria | I | Núm. 6. | Septiembre 15, 1901 |
México |
Los libros de texto en la escuela primaria |
Libros de texto | La Enseñanza Primaria | I | Núm. 7. | Octubre 1, 1901 |
México |
Los libros de texto y
los programas |
Libros de texto | La Enseñanza Primaria | I | Núm. 9. | Noviembre 1, 1901 |
México |
Los exámenes | Varios educación enseñanza |
La Enseñanza Primaria | I | Núm.10. | Noviembre 15, 1901 |
México |
El método en los libros de texto | Libros de texto | La Enseñanza Primaria | I | Núm. 11. | Diciembre 1, 1901 |
México |
Las primeras palabras de un libro
de texto |
Libros de texto | La Enseñanza Primaria | I | Núm. 13. | Enero 1, 1902 |
México |
Los cuestionarios en
los libros de texto |
Libros de texto | La Enseñanza Primaria | I | Núm. 15. | Febrero
1, 1902 |
México |
Ignacio M. Altamirano | Varios profesores | La Enseñanza Primaria | I | Núm. 19. | Abril 1, 1902 | México |
Las palancas en las
lecciones de cosas |
Lecciones de cosas | La Enseñanza Primaria | I | Núm. 21. | Mayo 1, 1902 |
México |
Fuente: elaborado por la autora con datos de la revista La Enseñanza Primaria.
El hecho de que Ponciano Rodríguez fuera egresado de la Escuela Normal de la ciudad de México, aunado a que formara parte del importante grupo de pedagogos que lideraba Torres Quintero, fueron dos elementos que le permitieron insertarse en una red que tiene vínculos con el poder y que logra incidir en la política educativa a partir de sus saberes pedagógicos.
El Colegio de Profesores Normalistas de la ciudad de México: un espacio formativo para los maestros normalistas
Francisco Larroyo señala que la teoría pedagógica en México transitó por tres etapas: la primera va desde la expedición de La Ley Orgánica de Instrucción (1867-1869) a 1880; la segunda, que comprende los Congresos Pedagógicos (1889-1891) y las acciones de Rébsamen y los rebsamianos; y la tercera, ubicada a principios del siglo XX, en la que destaca la obra y trabajo de Gregorio Torres Quintero y su grupo, integrado por los profesores normalistas Celso Pineda, Daniel Delgadillo, Lucio Tapia, Luis de la Brena, Ponciano Rodríguez, José María Bonilla, Jesús Sánchez, Juan José Barroso, Toribio Velasco y Francisco Angulo (1973). Esta tercera fase puede ser considerada como una etapa de consolidación de la pedagogía moderna. Me centraré en este último grupo, y en particular en la figura del maestro Ponciano Rodríguez, en tanto que todos fueron maestros normalistas, la mayoría egresados de la Normal de Profesores de la ciudad de México. Todos ocuparon puestos en la burocracia educativa ya sea como funcionarios, directores, inspectores o maestros de escuelas públicas.
Los líderes intelectuales como Enrique Rébsamen y Gregorio Torres Quintero, creadores de nuevos métodos de enseñanza, se colocaron como cabezas de la elite normalista. Con el liderazgo de Torres Quintero se conforma un grupo de normalistas que dan paso a la creación del Colegio de Profesores Normalistas de la ciudad de México. Ponciano Rodríguez fue su fundador y presidente. El Colegio se expandió al fundar la revista La Enseñanza Primaria, cuyo comité editorial estuvo integrado por Luis de la Brena, Gregorio Torres Quintero, Celso Pineda y Ponciano Rodríguez. Esta revista se convirtió en el órgano de divulgación del pensamiento pedagógico de los profesores normalistas. La publicación tuvo una larga vida y fue muy exitosa, con distribución tanto en México como en otros países (véase Imagen 1). Del grupo de Torres Quintero, Ponciano Rodríguez fue el único que no escribió libros de texto, aunque sí una serie de artículos publicados en la revista mencionada y en El Magisterio Nacional, órgano editorial de los inspectores de las escuelas de la ciudad de México; dirigieron esta publicación con Julio S. Hernández.
El hecho de que los artículos publicados de Ponciano Rodríguez fueron escasos, me lleva a pensar que su labor fundamental se centraba en el trabajo editorial, de allí que realicé una revisión detallada de los artículos publicados por esta revista, a fin de conocer los intereses y planteamientos del grupo de normalistas que estaban al cargo del comité editorial de la revista y que expongo en el siguiente apartado.
Revista La Enseñanza Primaria: los temas de los artículos seleccionados por el Comité Editorial
Los profesores egresados de las recién creadas escuelas normales buscaron espacios de expresión y difusión de las ideas pedagógicas que habían recibido y asimilado en estas escuelas. Los normalistas sabían la importancia que tenía disponer de una publicación; esto significaba tener un canal de difusión de este pensamiento pedagógico y a la vez, un espacio de autoridad y poder. Por tanto, esta revista estaba dirigida principalmente al magisterio y tenía como principales destinatarios a los profesores normalistas, los estudiantes y de una manera muy especial a los profesores empíricos, que sólo mediante estos materiales podían acceder a los nuevos conocimientos que en materia educativa se gestaban y avanzaban rápidamente tanto en el país como en el extranjero. El grupo de Gregorio Torres Quintero, al iniciar el siglo XX, caminaba con paso firme para introducirse en diversos espacios del ámbito educativo, y sus miras abarcaban no sólo la formación y actualización del magisterio fuera de las aulas, sino también pretendían insertarse en la esfera de la política educativa. Esto se convirtió en un objetivo ambicioso pero posible para este grupo que se fortalecía y avanzaba en sus propuestas para la educación.
Celso Pineda ocupó el lugar de editor, y por diez años se mantuvo a la cabeza de la publicación; en sus últimos años fungió como director efectivo. El consejo editorial estaba integrado en su totalidad por maestros normalistas. Entre los socios fundadores estaban los maestros Celso Pineda (editor), Luis de la Brena y Ponciano Rodríguez.3 Estos cuatro maestros, incluyendo a Gregorio Torres Quintero, lograron que la revista fuese una exitosa publicación. Al poco tiempo se sumaron los maestros: Daniel Delgadillo, Julio S. Hernández, Toribio Velasco y José Juan Tablada. Como parte del cuerpo de redactores se encontraban: José María Bonilla, Lucio Tapia, Jesús Sánchez y José Juan Barroso. Más tarde se agregan a esta lista los nombres de Antonio Santa María, Carlos Flores, Manuel Velázquez Andrade y Francisco Montes de Oca (La Enseñanza Primaria).
Sin duda la revista inició con buen pronóstico. El número y la diversidad de autores creció al paso del tiempo. Los extranjeros y las mujeres tuvieron una presencia que convirtió a la revista en una publicación de vanguardia en temas educativos destinados al magisterio. Las mujeres que colaboraron fueron pocas, pero sus firmas eran altamente reconocidas en el ambiente educativo. La revista tiene una larga vida, pues inicia en 1901 y concluye sus ediciones en 1910, previo al levantamiento armado.
Pero ¿Cuáles eran los temas que interesaban y preocupaban a estos normalistas y a uno de sus colaboradores más cercanos como era Ponciano Rodríguez? Los artículos publicados a lo largo de la vida de la revista nos indican que hay por lo menos cuatro líneas de interés.
La primera línea que sostiene el cuerpo de la revista, y la más fuerte, es la relacionada con las disciplinas escolares y atiende los contenidos oficiales de la educación primaria. En su primer número del año 1901 se publicaron 61 artículos de estas áreas, mientras que 31 artículos bordaron sobre otros temas. Para 1902 el número fue de 64 artículos sobre disciplinas y 32 de otros temas. Para el año 1909-1910 se publicaron 89 artículos vinculados a los temas de las disciplinas escolares; si bien hay una disminución al abrirse nuevas líneas de interés como la legislación en educación, proyecto para las escuelas de párvulos, oratoria, temas laborales, material escolar y la disciplina escolar, habrá que mencionar que se incrementó la publicidad de diversos materiales, mobiliario escolar y libros de texto, que se daban a conocer en la revista.
Presento algunos ejemplos de temas y los títulos de artículos relacionados:
Gimnasia / educación física: “¿Atletismo o vigor?”; cálculo mental: “Cálculo mental para primer año”; Lecciones de cosas: “Una esponja, lecciones de cosas”; Moral: “A un ocioso”; Cosmografía: “La luna no tiene atmósfera”; Gramática: “Las palabras normales”; Aritmética: “Los complementos de diez”; Instrucción cívica: “Deberes del ciudadano y del mexicano”; Educación artística: “La educación artística”; Historia patria: “La obra de Hidalgo”; Geografía: “El valle de México”; Física: “Grados de solidez y liquidez de los cuerpos”; Lengua Nacional: “El análisis del estudio de la lengua materna”; Geometría: “Medición de superficies”; Trabajos manuales: “Trabajos manuales: los dos métodos fundamentales para la enseñanza”; Biología: “Marcha general de la sangre en los mamíferos y aves”; Escritura: “La letra inglesa en la escuela primaria”; Lectura: “La cuestión de la lectura. Discusión de algunos principios”.
Los contenidos que sobresalen en la revista son los referentes a materias como las siguientes: moral, lectura-escritura, historia patria, lecciones de cosas, cálculo, poesía, español, gramática, geografía, aritmética, higiene escolar, instrucción cívica, biología, gimnasia, matemáticas, canto, física, álgebra y cosmografía.
Estos datos nos indican que, para un miembro del comité editorial como Ponciano Rodríguez, existía prioridad por los temas de ciencia, con 99 artículos publicados; le seguían en importancia los temas de moral y después los contenidos de historia patria e historia general de México, con 62 artículos.
El interés de los normalistas estaba centrado en cuatro ejes, que se establecen en el siguiente orden: promover una formación científica, el conocimiento de la lengua materna, la formación histórica del niño, promover los valores cívicos y patriotas. Esto, a través de una cultura de los deberes que se sostenía en los contenidos de moral, geografía, instrucción cívica e higiene. Un último aspecto atendido fue la promoción de una cultura del cuerpo: la gimnasia y la educación higiénica son muy valorados. Todo esto en aras de impulsar una educación científica y pragmática. Los artículos representan un material tanto útil como necesario para que un profesor pudiera llevar a cabo su clase, es decir, son un apoyo didáctico. Hay ejemplos realmente buenos y muy prácticos para este fin. Toribio Velasco escribe un artículo titulado “La preparación de clases”. Pero no solo eso, también se formaba y enriquecía al maestro con participación que ampliaran su visión e información sobre un determinado tema. Podemos ver que se abordan temas complejos de moral como las historias morales y el suicidio, o muy concretos sobre gramática como palabras homófonas y ejercicios ortográficos. De igual manera, aparecen escritos orientados a generar nuevas conductas y hábitos, como el de “La inspección médica y la higiene en la escuela”; y los muy necesarios debido a las nuevas tendencias modernizadoras: una clase de descripción de estampas.
La segunda línea se refería a los temas de la nueva pedagogía. Era necesario mostrar los nuevos planteamientos y métodos de enseñanza a todos los profesores, en especial a los maestros empíricos y todos aquellos que trabajaban en comunidades rurales o apartadas. Las necesidades de enseñanza-aprendizaje estaban presentes en todos estos artículos. El objetivo era dar al profesor herramientas para su labor de enseñanza. Algunos ejemplos son: “Los exámenes”, “La Pedagogía a pequeñas dosis”, “La enseñanza cíclica”, “Pedagogía de los trabajos de aguja”. “Organización escolar. Entrevista con un pedagogo” y “Reformas escolares posibles y económicas”.
La tercera línea la conforman los artículos sobre los libros de texto, a los que se les dedican varios artículos en un año; algunos ejemplos son: “Los libros de texto en la escuela primaria”, “Los libros de texto y los programas”, “El método en los libros de texto”, “Los cuestionarios y los libros de texto”. Otra de las vertientes de este tema es la amplia publicidad que se dio en tres aspectos: 1) la promoción de las casas editoriales como la Casa Bouret o la Editorial Herrero Hermanos y Sucesores; 2) los artículos titulados “Opiniones de la prensa”, la mayoría estaban enfocados a promocionar con sus elogios los libros de texto de los normalistas; y 3) las “Notas bibliográficas”, que cumplían la misma función, es decir recomendar los libros de texto publicados por los normalistas.
La cuarta línea es la relativa al magisterio. En esta se incluyen artículos relacionados con tópicos de interés para los maestros, como legislación laboral, nuevos nombramientos, temas sobre historia de la educación, disciplina escolar, el antiguo y moderno magisterio, evolución del maestro y de la enseñanza en México, arengas como el “Discurso pronunciado en la inauguración del Colegio de profesores normalistas de la ciudad de México”, el 6 de enero de 1900. Otros artículos planteaban la escasez de maestros en Baja California u otros estados, los maestros de medio tiempo, las academias metodológicas, las conferencias, las asambleas matutinas, el Congreso Nacional de Educación, sociedades pedagógicas, notas bibliográficas, ordenamientos como el “Reglamento del Colegio de Profesores Normalistas de México y el papel de un director”. Anuncios de materiales escolares y libros de texto no podían faltar.
El objetivo de este grupo de normalistas pretendía sostener y divulgar un modelo pedagógico que colocaba al niño en el centro de atención y su formación debía ser integral, esto incluye la atención a los aspectos moral, físico, intelectual y estético. El planteamiento pedagógico se vincula con el político, que abanderaba Justo Sierra. La ley sobre educación de 1908 estableció que se cambiaría de la instrucción a la educación, puesto que la primera está incluida en la segunda, y la educación primaria sería obligatoria. Sierra anota que “[...] el Estado debe encargarse de buscar en el niño al hombre físico, moral e intelectual, debe procurar el desarrollo armónico de sus facultades, de estos tres modos de ser, y añadir otro, el modo estético, es decir, educar la facultad de concebir lo bello y formar el gusto.” (Sierra, 1985:25).
En el artículo 4o. de la Ley de Educación Primaria de 1908 se incluyen los siguientes preceptos que normarán el futuro del programa educativo: la educación moral ayudaría a la formación del carácter por medio de la obediencia y disciplina, así como por el constante y racional ejercicio de sentimientos, resoluciones y actos encaminados a producir el respeto a sí mismo y el amor a la familia, a la escuela, a la patria y a los demás. La educación física obtenida por las medidas de profilaxis indispensables, los ejercicios corporales apropiados y por la formación de hábitos de higiene. La cultura intelectual, que se alcanzará por el ejercicio gradual y metódico de los sentimientos y la atención, el desarrollo del lenguaje, la disciplina de la imaginación y la progresiva aproximación a la exactitud del juicio. Y, por último, la educación estética, que se efectuará promoviendo la iniciación del buen gusto y proporcionando a los educandos nociones de arte adecuadas a su edad (Bazant, 1993: 43).
En los ejes mencionados podemos ver el interés y preocupación del cuerpo editorial de la revista, donde Ponciano Rodríguez desempeña un papel destacado en la selección de los artículos y en el establecimiento de contactos para incluir nuevas plumas y temas de vanguardia educativa para el magisterio.
Algunas ideas finales
Ponciano Rodríguez forma parte del grupo de normalistas que se caracterizó de manera especial por establecer redes, principalmente con normalistas; sus puntos de conexión fueron los líderes intelectuales como Enrique Rébsamen y Gregorio Torres Quintero. Todos estos maestros construyen una destacada trayectoria desde que egresan de la Escuela Normal. Allí se tejen las primeras redes que posteriormente se fortalecerán. Los egresados de las normales de la ciudad de México, seguros de sus conocimientos, exigían puestos y los lograban. La movilidad de estos maestros era enorme, siempre y cuando fueran normalistas. El gobierno federal estaba interesado en el perfil de estos profesionales y los promovió de manera especial pues, al no tener injerencia en los estados, estos actores educativos serían los encargados de difundir y expandir el nuevo modelo educativo en todo el país.
Es importante destacar cómo, a partir de las revistas publicadas en la ciudad de México como fue el caso de La Enseñanza Primaria, se fueron difundiendo las ideas de estos maestros normalistas e intelectuales a todo el país, por lo que su influencia fue muy importante.
Estos maestros fueron los encargados de escribir las guías metodológicas, los libros de texto y los artículos de las revistas pedagógicas como La Enseñanza Primaria. Fueron los que seleccionaron los contenidos y los temas que había que escribir y divulgar.
En esta cohorte de pedagogos, el profesor Rodríguez escaló desde su labor de maestro a puestos de inspector, director de escuela primaria y jefe de las secciones. En todos estos espacios logró divulgar los nuevos saberes, metodologías, libros de texto -la mayoría de ellos escritos por normalistas de la ciudad de México y de otras entidades del país- entre la comunidad de normalistas y entre los profesores empíricos que tanto necesitaban de materiales, artículos e información para su práctica en el aula.
El movimiento armado de 1910 tuvo profundas consecuencias para este grupo de normalistas porfirianos, como fue el caso de Ponciano Rodríguez y otros normalistas; sin embargo, después de varias luchas y problemas lograron insertarse en las nuevas escuelas de la Revolución y en el sistema educativo que emergía, y con ello alcanzaron no solo una jubilación sino -quizás lo más importante- dejar un legado que se construyó en el porfiriato y dio paso a un proyecto educativo moderno, donde los normalistas desempeñaron un papel único y cuya influencia tuvo repercusiones hasta los años treinta del siglo XX.