Introducción
Uno de los conceptos más empleados en la gestión integral de los recursos hídricos es el ciclo del agua, el cual describe el movimiento y cambio del agua en la Tierra. Sin embargo, este ciclo ha venido variando en sus componentes y magnitudes, principalmente por el crecimiento acelerado de las áreas urbanizadas y las poblaciones que las habitan (Anderson, 2003; Niemczynowicz, 1999). Estos cambios han incluido dentro del ciclo la inclusión del servicio de prestación de agua y los usos que se le da en áreas urbanas, como suministro de agua potable, drenaje de agua de lluvia y residuales, y manejo y tratamiento de las aguas. Por tal motivo, el ciclo en estos suelos urbanizados comienzan a tener interacciones más complejas y una retroalimentación entre los diferentes sistemas existentes (McPherson, 1973; Sonnen, 1974; Urich & Rauch, 2014).
Este enfoque ha venido tomando históricamente mayor fuerza e importancia y hoy en día es conocido como el ciclo urbano del agua (CUA), en el cual se integran elementos hidrológicos, hídricos, de abastecimiento, distribución, uso del recurso, recolección, tratamiento y reutilización, a través de rangos y escalas. Esta visión de integración va más acorde con las condiciones y retos actuales que demandan el manejo y la gestión integral de los sistemas urbanos (Rauch et al., 2002). Asimismo, proporciona buenas bases conceptuales y unificadoras para estudios de balance hídrico, conservación de fuentes hídricas, captación eficiente de agua potable, desarrollo óptimo en la infraestructura de agua potable y saneamiento, minimización de descargas de aguas residual, manejo de la cantidad y calidad del agua de lluvia, generación de un ambiente sostenible, y beneficios sociales y económicos (Bach, Rauch, Mikkelsen, McCarthy, & Deletic, 2014; Hardy, Kuczera, & Coombes, 2005; Marsalek et al., 2008; Mitchell, Mein, & McMahon, 2001; Mitchell, 2006a; Wong, 2006a).
De acuerdo con lo anterior, el presente artículo mostrará un diagnóstico del estado actual del ciclo urbano del agua en la ciudad de Bogotá y planteará una discusión sobre las necesidades que se tienen dentro del mismo para la gestión del recurso hídrico de la ciudad. Para lo cual se dividirá en dos secciones: la primera describirá el estado actual del CUA; la segunda planteará una discusión sobre las necesidades que se tienen dentro del CUA para la gestión integral del recurso hídrico, teniendo como referencia dos ejes del desarrollo urbano sensible del agua: a) conservación del agua para abastecimiento y b) gestión de los sistemas de drenaje pluvial.
Bogotá
Bogotá es la capital de Colombia y el centro urbano más grande del país. Ubicada en la cordillera oriental de los Andes, a una altura de 2 630 metros sobre el nivel del mar, cuenta con un área total de 163 574 hectáreas (ha), distribuidas en 12 localidades urbanas, una rural y siete más que poseen áreas urbanas y rurales de forma simultánea, como se ve en la Figura 1. A pesar de poseer el territorio urbanizado más extenso en el ámbito nacional, sólo abarca 23.49% del área total. Limita al norte con el municipio de Chía; al oriente, con los cerros orientales y los municipios de la Calera, Choachí, Ubaque, Chipaque, Une y Gutiérrez; al sur, con los departamentos del Meta y Huila; y al occidente, con el río Bogotá y los municipios de Cabrera, Venecia, San Bernardo, Arbeláez, Pasca, Sibate, Soacha, Mosquera, Funza y Cota (Alcaldía Mayor de Bogotá, Secretaría Distrital de Ambiente, & Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, 2008).
El 99.92% de la población de Bogotá habita en el área urbana, la cual se aproxima a más de ocho millones de habitantes, lo que representa más de 17% de la población nacional. Económicamente genera 26% del Producto Interno Bruto del país (Ivanova & Sarmiento, 2013) y, al mismo tiempo, tiene la mayor plataforma empresarial, con más de 300 mil empresas. Hidrográficamente está compuesta por las cuencas media del río Bogotá, la cuenca alta del río Sumapaz y la cuenca alta del río Blanco (Alcaldía Mayor de Bogotá et al., 2008).
Estado actual del ciclo urbano del agua
Esta primera parte describe la infraestructura y el servicio de los sistemas de abastecimiento de agua potable y saneamiento de aguas pluviales y residuales, los consumos de agua por los diferentes usuarios en cada uno de los usos del suelo, el sistema de tratamiento de aguas residuales y las condiciones de calidad de los ríos de Bogotá. Para este diagnóstico se empleó información suministrada por la Empresa de Acueducto, Alcantarillado y Aseo de Bogotá y la Secretaría Distrital de Ambiente; una ventana temporal de 10 años (2004-2014), exceptuando el análisis de la calidad de los cuerpos de agua, pues la información se encuentra disponible desde 2007 hasta 2013. La totalidad de la información fue brindada por las entidades públicas encargadas de la administración del recurso hídrico, y documentos técnicos y académicos especializados en los componentes del ciclo urbano del agua.
Sistema de abastecimiento de agua potable
Suministro de agua potable por fuentes superficiales
El suministro de agua en la ciudad de Bogotá se lleva a cabo por la Empresa de Acueducto, Alcantarillado y Aseo de Bogotá (EAB), la entidad pública más antigua e importante de la capital. El nivel de cobertura de abastecimiento de agua potable es de 100% de la población, con un caudal medio diario de 9 m3/s; además, la EAB abastece 10 municipios aledaños a Bogotá por venta de agua en bloque, con un caudal medio diario de 6 m3/s (Chía, Cajicá, Sopó, La Calera, Tocancipá, Funza, Madrid, Mosquera, Soacha y Gachancipa).
Las fuentes de suministro principal se dan en ríos, quebradas y embalses, lo que históricamen te ha llevado a un incremento progresivo de la intervención de cuencas periféricas a la ciudad y otras cuencas del territorio nacional, para satisfacer el crecimiento de la población de la urbe (Colmenares-Faccini, 2007). Estas fuentes abastecen a tres sistemas principales (Tibitoc, Chingaza y La Regadera), como se puede ver en la Figura 2, los cuales poseen cuatro plantas de tratamiento de agua potable (PTAP), y presentan una capacidad instalada de 27.5 m3/s, donde sólo se demanda un 53% de la capacidad instalada.
Sistema Chingaza
Chingaza es una de las reservas ecológicas más importantes del mundo, caracterizada por ser un ecosistema de Páramo. Se localiza al nororiente de la ciudad, en la parte alta de la cordillera oriental. Dentro del sistema se construyó un sistema de captación, que incluye el embalse de Chunza, con una capacidad de 20 millones de m3, cuya función es la regulación de caudal del río Guatiquía, que pertenece a la cuenca del Orinoco, lo cual implicó el primer transvase de aguas (Colmenares-Faccini, 2007).
El agua es tratada por la PTAP Francisco Wiesner, ubicada en el municipio de la Calera, al oriente de la ciudad. Su capacidad es de 18 m3/s, pero en la actualidad se encuentran operando sólo 10 m3/s. Esta planta es la más importante para la ciudad, al aportar 61.68% del agua potable de la misma.
Sistema La Regadera
Este sistema, localizado al sur de la ciudad, está compuesto por dos embalses (La Regadera y Chisacá), que regulan y almacenan el caudal del río Tunjuelo y sus afluentes, como el Curubital y Mugroso. Dentro de éste se encuentran dos plantas de tratamiento: La Laguna y el Dorado.
La planta La Laguna se localiza junto al antiguo pueblo Usme y cuenta con una capacidad de producir hasta 0.45 m3/s. En la actualidad sólo se emplea en condiciones de contingencia. En cuanto a la planta El Dorado, fue construida y puesta en servicio en el segundo semestre de 2001, lo que la convierte en la planta más moderna del conjunto de sistemas de tratamiento de la ciudad, pues su operación es totalmente automatizada y monitoreada por un sistema de supervisión, que permite el control en tiempo real del comportamiento de todas sus variables fisicoquímicas y bacteriológicas.
En cuanto al suministro por agua subterránea, este recurso no puede considerarse como una fuente potencial para abastecer a la población de Bogotá debido a que la recarga de los acuíferos es de 1 m3/s y el orden de extracción es de la misma magnitud (Bogotá, Alcaldía Mayor, Departamento Técnico Administrativo del Medio Ambiente, 2000), lo que significaría que un aumento en la extracción no permitiría la recarga del mismo.
Suministro de agua potable por fuentes subterráneas
El uso de las aguas subterráneas en Bogotá es relativamente bajo, comparado con las fuentes superficiales, debido a que el volumen de agua concesionado está entre los 8 y 9 Mm3 al año. Se ha podido estimar que un 55% del agua subterránea se emplea para usos industriales; 39%, en usos múltiples; 3%, en agrícolas; 2%, en sectores residenciales, y 1% en otros sectores (IDEAM, 2015). De forma temporal, las concesiones han sufrido variaciones en su comportamiento. De 2000 a 2005 hubo una disminución en más de 1 Mm3; de 2005 a 2007 aumentó el consumo en más de 2 Mm3; de 2007 a 2013 el volumen concesionado bajó con reducciones de 2 Mm3. Estas diferencias se deben principalmente a la no renovación de las concesiones de aguas subterráneas y al sellamiento temporal o definitivo por parte de la autoridad ambiental.
Consumo
En la actualidad, el consumo per cápita de agua en Bogotá es de 98.2 l/hab.día, lo que es relativamente bajo, si se compara con otras capitales del mundo y ciudades con menores habitantes en Colombia. Este consumo es función del número de usuarios existentes y del costo de la tarifa, para lo cual se ha planteado fraccionar a la ciudad en los siguientes usos del suelo: industrial, comercial, oficial, especial y residencial. Además, este último uso se diferencia socioeconómicamente en seis estratos, donde los más altos pagan un precio más elevado por el mismo servicio que los más bajos, a los que subsidian (Mallarino, 2008).
En la Figura 3 se pueden observar los valores de consumos y número de usuarios existentes durante el periodo de evaluación, donde se logra identificar que el mayor número de usuarios se presenta en el uso residencial, con más de 95% de los usuarios registrados en Bogotá, y representando 78.74% del consumo total de agua.
Los estratos 2 y 3 consumen 50% del agua en Bogotá, ya que solamente estos dos aportan más de 60% del número de usuarios existentes. Este crecimiento se puede asociar con dos factores: el primero se da por la búsqueda de estratos económicos en materia de servicios; el segundo es el fortalecimiento de la infraestructura vial, comercial, educativa, etcétera, que se ha llevado a cabo en estas zonas.
En segundo lugar de usuarios está el sector comercial, con un 6.2% y un consumo de 10%. Lo interesante en este valor es que duplica a los estratos 1, 5 y 6, y a los usos industrial y oficial. En tercera posición se ubica el sector industrial, con un porcentaje de usuarios de 0.51%, pero con consumos de 5.8%; sin embargo, para los periodos comprendidos entre 2012 y 2014, el volumen de agua ha decaído por la disminución de empresas de gran tamaño en la ciudad, las cuales se han trasladado a lugares periféricos de la misma. Por último, están los usos oficiales con 0.17% de usuarios y 4.65% en consumo, y el uso especial con menos de 1% tanto en consumo como en usuarios.
Sistemas de saneamiento en Bogotá
El sistema de alcantarillado público en la ciudad de Bogotá da inicio en 1900 y su crecimiento continúa hasta la fecha con un porcentaje de cobertura superior al 90%. En la actualidad se cuenta con una gran variedad de infraestructuras, como estaciones de bombeo, redes de saneamiento, colectores, canales, boxes y una planta de tratamiento de aguas residuales.
Dicho sistema está dividido en tres cuencas sanitarias como se observa en la Figura 4, las cuales llevan el nombre de los tres grandes ríos que atraviesan a Bogotá: Salitre, Fucha y Tunjuelo (Rodríguez et al., 2008). Dentro de estas cuencas existen un total de 65 subcuencas menores, que están divididas en 49 subcuencas sanitarias y 16 subcuencas pluviales (Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, 2011).
Cuenca Salitre
Esta cuenca recoge las aguas pluviales y sanitarias de la subcuenca del río Torca y la cuenca del río Salitre, cubriendo la parte norte de la ciudad desde la calle 200 hasta la calle 26 y desde los cerros orientales hasta el río Bogotá, cubriendo un área de 11 883.57 ha para aguas residuales y 16 863.68 ha para agua de lluvia (Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, 2011).
La cuenca tiene en su parte central un sistema de alcantarillado combinado, con un total de 33.5 km2, proveniente de las subcuencas Arzobispo, Sears, Las Delicias, La Vieja, río Negro y río Nuevo. Por otra parte, es la cuenca más desarrollada en infraestructura, ya que posee en la actualidad la única planta de tratamiento de aguas residuales de la ciudad, denominada el Salitre.
La subcuenca del Torca es un canal que posee una longitud de 4.24 km. Nace en los cerros orientales y desemboca en el humedal Torca-Guaymaral. Su área de drenaje es de 2 078 ha. El sistema de alcantarillado de esta subcuenca se divide en tres subcuencas inferiores: El Cedro, San Cristóbal y Serresuela (González, 2011).
Cuenca Fucha
Esta cuenca se localiza en la zona centro-sur de la ciudad. Sus aguas drenan por el norte desde los límites de la cuenca del río Salitre; por el suroriente recibe las aguas desde el barrio Santa Inés, San Blas; recolecta las aguas del interceptor Sur desde el Barrio San Benito y por el occidente con las aguas drenadas del interceptor Kennedy, para un total de área de 14 024.61 ha para aguas residuales y 3 824.67 ha para agua de lluvia (Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, 2011).
Se caracteriza por contar con la mayoría de industrias de la ciudad, las cuales incluyen tintorerías, curtiembres, sectores alimentarios, metalmecánica y químicos, además cuenta en su parte oriental con un sistema de alcantarillado combinado, con un total de 40.5 km2; sin embargo, no son claros los límites entre los sistemas combinados y separados en esta cuenca (González, 2011).
Asimismo, existe un pondaje (OJO AUTOR, ¿QUÉ SIGNIFICA PONDAJE?) al final de esta cuenca. Tiene una capacidad de almacenamiento de un millón de m3 y un área aproximada de 13 ha. Su principal función es interceptar los picos de agua combinada de la cuenca, que finalmente son entregados al interceptor Fucha-Tunjuelo (González, 2011).
Cuenca Tunjuelo
Esta cuenca se ubica al sur de la ciudad, captando las aguas que drenan por el sur desde los límites de la cuenca del río Fucha. Se caracteriza por ser una zona altamente rural y residencial, y por ser la única cuenca sanitaria completamente separada. El área total es de 21 956.69 ha de aguas residuales y 62 606.85 ha para agua de lluvia (Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, 2011).
A pesar de la existencia de estas áreas de drenaje, es la cuenca con más baja cobertura, pues sobre la cuenca existen grandes problemas sociales, como áreas invadidas por diferentes sectores sociales, que da como resultado la creación de barrios ilegales y extrema pobreza.
Planta de tratamiento de aguas residuales El Salitre
La planta de tratamiento de aguas residuales (PTAR) El Salitre inició su construcción en 1997 y entró en funcionamiento en 2000. Se ubica en la desembocadura del río Salitre con el río Bogotá y actualmente sólo cuenta con un tratamiento primario y capacidad de tratamiento de 4 m3/s. Esta planta recibe las aguas residuales de unos 2 200 000 habitantes del área norte del distrito capital, pertenecientes a la cuenca del Salitre, lo que representa un 25% de las aguas residuales de la ciudad (Rojas, De Meulder, & Shannon, 2015). Por cumplimiento normativo, la PTAR tiene un porcentaje de remoción de la DBO de 40% y de los SST de 60% como se observa en la Figura 5.
La administración nacional se ha visto obligada a proponer la ampliación sobre esta planta a 8 m3/s y un sistema de tratamiento secundario; por otro lado, deberá construir la PTAR Canoas, que tratará las aguas residuales de las cuencas Fucha y Tunjuelo de Bogotá. Esta planta se contempla con una capacidad de 12 m3/s mediante un sistema de lodos activados.
Fuentes hídricas superficiales
Las fuentes hídricas superficiales de la ciudad están compuestas principalmente por quebradas, ríos, lagos y humedales naturales, empleadas en su gran mayoría como fuentes receptoras de las descargas de aguas residuales de la ciudad, lo que ha generado un cambio muy drástico en las condiciones de calidad hídrica de los cuerpos de agua, haciéndoles perder capacidades de potenciales usos. Sin embargo, algunos son usados por sectores industriales y agrícolas.
Así, con el objetivo de controlar y mejorar la calidad de los cuerpos de agua, en 2006, la SDA formuló por primera vez los objetivos de calidad sobre los grandes ríos de Bogotá (Torca, Salitre, Fucha y Tunjuelo). Una vez planteados y para el seguimiento al cumplimiento de la norma, se inició el funcionamiento de la Red de Calidad Hídrica de Bogotá (RCHB). Dos años después, los objetivos de calidad se modificaron, con el fin de asociarlos a las actividades de saneamiento planteadas por la EAB para dar cumplimiento a las exigencias nacionales. Así, se dividieron los ríos en tramos y se propuso un cambio gradual de los valores de calidad de 10 parámetros representativos en periodos de 4 y 10 años (Rodríguez, Pérez, Rodríguez, Porras, & Medina, 2011).
La RCHB hoy día está compuesta por 30 estaciones, divididas en cuatro sobre el río Torca; dos sobre el río Bogotá; seis estaciones sobre el río Salitre; ocho estaciones sobre el río Fucha, y 10 sobre el río Tunjuelo. Además, para verificar el cumplimiento de los objetivos de calidad, los valores reportados por estas estaciones sirven para calcular un índice de calidad hídrico. Para el caso específico de la ciudad se emplea el CCME-WQI (Canadian Council of Minister of the Environment-Water Quality Index). Este indicador presenta valores cuantitativitos entre 0 y 100, divididos en cinco rangos, que representan cinco condiciones cualitativas (Canadian Council of Ministers of the Environment, 2001), como se observa en el Cuadro 1.
De acuerdo con lo anterior, en el Cuadro 2 se muestran los valores reportados por la SDA del WQI para el periodo 2007 a 2013.
Se observa que sobre los primeros tramos se presentan las mejores condiciones de calidad, ya que los primeros puntos de monitoreo de cada río se ubican en los nacimientos de éstos, con lo que se pretende determinar la condición de entrada a la ciudad. En cuanto a los tramos posteriores (toda el área urbana), se evidencia el indicador en condiciones pobres y marginales, debido a las descargas de vertimientos domésticos e industriales que se llevan a cabo sobre los cuerpos de agua. Por ejemplo, en 2013, se calcularon 178 descargas de aguas residuales provenientes del sistema de alcantarillado y cuatro vertimientos directos de sectores industriales, donde aproximadamente se vertieron 92 635.12 ton/año de DBO y 60.419.06 ton/año de SST.
Desafíos del ciclo urbano del agua en Bogotá para un futuro sostenible
Diferentes autores han propuesto iniciativas para la gestión integral del ciclo urbano del agua, una de estas se ha denominado Desarrollo Urbano Sensible al Agua (DUSA) (Water Sensitive Urban Development, WSUD), la cual comenzó a ser utilizada en la década de 1990 en Australia (Fletcher et al, 2014; Tony HF Wong, 2006b). Esta propuesta promueve la integración entre el suministro de agua potable, las aguas pluviales, la gestión de los sistemas de alcantarillado y el manejo de las aguas subterráneas. Además, pretende integrar soluciones sobre el ciclo urbano del agua debido a que permite la elección de estrategias oportunas, viables y óptimas para la gestión del recurso hídrico urbano (Coombes, Argue, & Kuczera, 2000; EDAW, 2007; Suárez-López, Puertas, Anta, Jácome, & Álvarez-Campana, 2014).
De acuerdo con lo anterior, se planteará una discusión sobre las necesidades que se tienen dentro del CUA para la gestión integral del recurso hídrico, teniendo como referencia dos ejes del DUSA: a) conservación del agua para abastecimiento y b) la gestión de los sistemas de drenaje pluvial.
Conservación del agua para abastecimiento
Para la conservación del recurso hídrico que es empleado como fuente de abastecimiento es necesario controlar dos aspectos principales: la excesiva demanda de agua y la búsqueda de nuevas fuentes de suministro. Para ello, en primer lugar, las entidades públicas han iniciado el control del consumo de agua mediante normatividad. Por ejemplo, a mediados de la década de 1990 se plantearon en el país las Leyes 142 de 1994 "Régimen de Servicios Públicos Domiciliarios", donde se incrementaron las tarifas de agua potable y la 373 de 1997: "por la cual se establece el programa para el uso eficiente y ahorro del agua", donde se obligó a las entidades prestadoras de servicios públicos a generar programas, proyectos y acciones para controlar el recurso hídrico.
Estas normas, más una crisis económica del país, llevaron a una disminución del consumo de agua potable en Bogotá de 17% entre los años 1997 y 2008 (Ivanova & Sarmiento, 2013). Sin embargo, estas medidas no han sido suficientes, pues a partir de 2009, las demandas han vuelto a aumentar, lo cual se asocia también con crecimiento poblacional, espacial y malas prácticas de consumo de los usuarios.
Por lo tanto, para controlar este incremento, es necesario plantear tres diferentes campos de acción:
Continuar con más iniciativas legislativas que promuevan la conservación del agua por parte de los usuarios; ello debe permitir la evaluación y verificación de aplicación de dichas iniciativas. En el caso del sector residencial, se debe incluir la posibilidad de generar auditorías sobre las viviendas, pues es donde más se consume agua y del que se tiene menos conocimiento sobre sus prácticas. Para los actores industriales, comerciales e institucionales, se requiere fortalecer la búsqueda de sistemas de ma nejo ambiental, producción más limpia y descarga cero, entre otras acciones.
Ampliación de los programas de educación ambiental en centros educativos y dentro de los barrios, pues estos programas en muchas ocasiones no son masificados, perdiendo así el poder de alcance. También se debe fomentar la modernización de la fontanería.
Gestión interna que realice la EAB, en cuanto a la infraestructura que se tiene. Para ello es necesario controlar y disminuir el porcentaje de pérdidas y tener una alta eficiencia en programas de mantenimiento.
En cuanto al uso de fuentes alternativas de agua, Wong y Brown (2009) manifiestan que las ciudades pueden llegar a tener una alta gama de fuentes de suministro no convencionales, como agua de lluvia, agua subterránea, reúso de aguas residuales y desalinización. Por con siguiente, en Bogotá, la fuente más factible es el agua de lluvia, debido principalmente a que la precipitación promedio mensual es de 69.4 mm. Para emplear esta fuente es necesario enfocar los esfuerzos sobre dos grandes actores. En primer lugar, los usuarios, para lo cual es necesario generar normativas y campañas educativas que fortalezcan y estimulen el uso del agua de lluvia, así como generar formas de financiación de los costos asociados con la infraestructura (tratamiento y distribución).
El segundo actor es la administración pública, en donde se debe pensar en estrategias a corto y largo plazos. En un plazo inmediato es necesario el control de la contaminación del agua de lluvia (conexiones erradas, primer lavado, etc.) y ampliar la infraestructura de captación; para el plazo más largo es preciso considerar la construcción de un sistema de distribución paralelo de agua lluvia tratada no potable, cuyos usos puedan ser sanitarios, áreas abiertas que requieran regadíos, lavado de zonas duras, etcétera. Tal actividad también favorece, en un futuro más lejano, la posibilidad de reusar aguas residuales o grises (Wong & Brown, 2009). Finalmente, se necesita llevar a cabo, por parte de los sectores públicos y académicos, un asesoramiento técnico y seguimiento sobre estas prácticas, pues en muchas ocasiones, la falta de un tutor experto no permite que se cumplan casos exitosos y/o masivos.
En cuanto a las aguas subterráneas, el control que se debe efectuar por parte de las entidades ambientales locales y nacionales debe ser constante y exhaustivo; esto, con el fin de proteger la existencia del recurso, ya que los factores que más preocupan son los siguientes: sobreexplotación, concesiones ilegales, inadecuado mantenimiento de los pozos, contaminación y pérdida de acuíferos por actividades mineras. Además, es necesario robustecer la recarga de los acuíferos con agua de lluvia, pues aproximadamente el área impermeabilizada de Bogotá es superior a 90% (Betancourt, 2014). Sumado a esto, hay que efectuar en las zonas de recarga existentes vigilancia y seguimiento, debido a que se ubican principalmente sobre los cerros orientales, los cuales se están convirtiendo en áreas potenciales para la construcción de viviendas legales e ilegales, perdiendo así toda capacidad de zona de recarga.
La gestión de los sistemas de drenaje
La gestión sobre los sistemas de drenaje pluvial en Bogotá ha venido creciendo y ampliándose en los últimos años debido al aporte investigativo que se ha dado por las instituciones académicas y públicas, y a las inversiones que se llevan a cabo por la administración local, que se ha enfocado en el saneamiento de los cuerpos hídricos, la ampliación en cobertura del sistema de alcantarillado sanitario, y el control y disminución de inundaciones; sin embargo, esta gestión aún no es suficiente, al mantenerse estos problemas.
Para la gestión de los sistemas de aguas residuales es necesario orientar los esfuerzos en dos grandes temas. El primero es la reducción del caudal de aguas residuales, y la ampliación de redes, sistemas de alcantarillado y plantas de tratamiento. Para la reducción de las aguas residuales, toda gestión que se efectúe sobre la demanda generará un impacto positivo sobre ésta, principalmente en volúmenes y concentraciones de los diferentes contaminantes; pero también es necesario el control sobre la tasa de infiltración en los sistemas de alcantarillado sanitario, pues se ha podido estimar que este flujo es de un 50% de la media de flujo de las aguas residuales (Rodríguez et al., 2008), para lo cual es preciso fortalecer el plan de manteamiento preventivo que lleva a cabo la EAB y controlar las conexiones ilegales que hacen los usuarios.
El segundo es la ejecución de la totalidad de las actividades de saneamiento planteadas por la EAB, comenzando con la construcción y ampliación de los sistemas de tratamiento de aguas residuales. Para esto se debe iniciar con la mayor prontitud la construcción de la PTAR Canoas y la ampliación de la PTAR Salitre; a ello hay que agregar la continuación de la construcción y operación de interceptores y el manejo de alivios. Sin esto, y a pesar de contar con plantas de tratamiento de aguas residuales, no se alcanzarán los objetivos de calidad de los cuerpos de agua (González, 2011).
Por último, sobre el manejo del agua de lluvia, se busca principalmente la reducción de caudales por escorrentía, el control de contaminación del agua de lluvia y la ampliación de la infraestructura pluvial en Bogotá. Para el manejo de caudal de escorrentía y control de las concentraciones contaminantes, se han planteado en el mundo una gran variedad de conceptos, como los Sistemas Urbanos de Drenaje Sostenible (SUDS), que consisten en acciones estructurales y no estructurales para el manejo integral del binomio medio ambiente y urbanismo (Tsihrintzis & Hamid, 1997).
A pesar de que estas prácticas se han realizado desde la década de 1970 en diferentes lugares del orbe (Oviedo & Torres, 2014), en Bogotá inicia en el decenio de 1990 gracias a centros de investigación de universidades. Sin embargo, sus aplicaciones fueron a escalas muy pequeñas (humedales artificiales, pavimentos porosos, techos verdes, etc.). En la actualidad comenzaron campañas de aseo para disminuir sólidos en sistemas pluviales, y construir humedales artificiales a mayor escala, así como pilotos de pavimentos porosos.
Por lo tanto, para que estas prácticas sean institucionalizadas, es necesario que se incluyan en el plan de ordenamiento territorial de Bogotá, a fin de asignarles recursos, masificación de las prácticas, continuidad, y encaminar el diseño de la ciudad de una manera sostenible y amigable al agua. Además, estas prácticas no sólo protegerán el recurso hídrico y disminuirán las inundaciones, al mismo tiempo se preservará la infraestructura local (disminución de mante nimiento), la salud y las condiciones económicas de los habitantes.
Conclusiones
El trabajo que se está llevando a cabo en la ciudad de Bogotá por los actores públicos para la gestión integral del recurso hídrico se debe mantener y mejorar. Es importante recordar que el porcentaje de cobertura de acueducto es de 100% y el del sistema de alcantarillado es superior a 90%; esto muestra un gran compromiso por parte de la ciudad con sus habitantes, manteniendo un derecho fundamental, como es el acceso al agua potable y una gran responsabilidad en la gestión del saneamiento público. Además, se han realizado inversiones para controlar y recuperar la calidad hídrica de nuestros ríos, y para la protección de cuerpos de agua y acuíferos.
Sin embargo, es clara la necesidad de aumentar los esfuerzos, principalmente en la planeación de la ciudad. Para esto es fundamental comprender y conocer las interacciones entre los diferentes actores y componentes del ciclo urbano del agua, para así enfocar las políticas para el desarrollo urbano sostenible sobre la ciudad y sobre este ciclo.
Legalmente, la administración pública debe generar y robustecer normas sobre el control del crecimiento poblacional y urbanístico; incentivar la implementación de medidas para la gestión del agua en los sectores industriales, comerciales y residenciales; ampliar normas y sanciones sobre usos indebidos o fraudulentos del agua; fomentar e invertir en proyectos de investigación, que busquen soluciones o implementaciones para el manejo del recurso en Bogotá.
En cuanto al consumo de agua potable, se plantea dirigir los esfuerzos sobre diferentes flancos: el primero es la búsqueda de la posibilidad de utilizar el agua de lluvia por parte de los usuarios en diferentes actividades o procesos. Además, será necesario mantener bajo los niveles de consumo per cápita, ya que ello garantiza la no necesidad de trasvases de cuencas o el posible agotamiento de nuestras fuentes hídricas.
Es de vital importancia mejorar el saneamiento de los cuerpos de agua de la ciudad, para lo cual, la nación y la ciudad deben garantizar la inversión de la PTAR Canoas y la ampliación de la PTAR Salitre lo más pronto posible; por otra parte, se debe fortalecer el seguimiento y control a las tasas de infiltración sobre el sistema de alcantarillado sanitario.
Por último, en el caso del manejo del agua de lluvia, se debe trabajar en el volumen de agua que se genera, a fin de disminuir la probabilidad de inundaciones, que principalmente se da en sectores marginales; además, fortalecer la investigación en el uso de SUDS, que permitan bajar el impacto ambiental que se da por la descarga de agua de lluvia contaminada.