Introducción
El agua es considerada como el motor de vida y desarrollo de México (PNH, 2014: 11); en particular, “como recurso vital que promueve el desarrollo de las familias” (PNH, 2014: 7), y a la adecuada disponibilidad y calidad como pilares del desarrollo nacional (PNH, 2014: 9). Por todo ello, se considera que:
“… Tenemos la enorme responsabilidad de planear adecuadamente las acciones que llevaremos a cabo para administrar y gestionar nuestras aguas nacionales en forma sostenida, sustentable y responsable, considerando el cambio climático, el crecimiento demográfico y las necesidades de la industria, el campo y el abastecimiento público urbano” (PNH 2014: 11).
La planeación de la producción de agua en México se sustenta en lo establecido en la Ley de Agua Nacionales (LAN) (Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, 2013). La gestión del agua es integrada y planificada (LAN, Art. XXIX: 5; título tercero, Art. 14 BIS 6: 35), deben trabajar de manera conjunta, principalmente, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y la Comisión Nacional Forestal (Conafor). La planificación se plasma en el Programa Nacional Hídrico y en los Programas Regionales.
El volumen de agua disponible depende del ciclo hídrico y es función del nivel de precipitación pluvial media. La cantidad disponible anual es el promedio de por lo menos los últimos 30 años (Semarnat-Conagua, 2014a: 29). En México, la precipitación pluvial media anual es de 760 mm, la cual equivale, después del ciclo hídrico (Semarnat-Conagua, 2013: 16-17) a 471.50 km3 de agua renovable anual; de ésta, se destinan a los usos consuntivos 81.65 km3 (Semarnat-Conagua, 2014a: 60), equivalentes al 17.32% del agua renovable anual.
Los usos del agua se clasifican en consuntivos y no consuntivos. Los usos consuntivos son todos aquellos que descargan menos agua de la concesionada o asignada, como los usuarios agrícolas, abastecimiento público urbano, industria autoabastecida y energía eléctrica (no considera a las plantas hidroeléctricas). Los usos no consuntivos sólo utilizan el agua y descargan la misma cantidad concesionada, aunque pueden afectar su calidad, dentro de estos están, entre otros, las plantas hidroeléctricas y actividades recreativas (Semarnat-Conagua, 2013: 46).
El agua suministrada para consumo humano o potable está enmarcada en el abastecimiento público urbano, y del total de agua destinada a los usos consuntivos representa el 14.65%, equivalente a 11.96 km3/año (Semarnat-Conagua, 2014a: 60). Aunque cabe destacar que las fugas llegan a representar hasta 40% del agua producida por los organismos operadores en todo el país (no obstante, dicho porcentaje es subjetivo debido a la falta de estudios de evaluación de fugas) (Semarnat-Conagua, 2013a: A-163). Si bien las fugas, el agua no facturada, la deficiencia del padrón de usuarios y el clandestinaje son relevantes en la gestión de los organismos operadores y, por lo tanto, en el suministro de agua potable, no se consideran en este trabajo, porque dicho suministro de agua potable aquí se aborda en el ámbito federal o de manera agregada.
Los encargados de proporcionar el servicio de agua potable en México, de acuerdo con el artículo 115 constitucional, son los municipios, pero la Conagua otorga la asignación, ella es la institución “reguladora de los sistemas urbanos de agua potable operada por los estados y municipios” (Cienfuegos-Velasco, Aguilar, & Alejo-Pompilio, 2012: 93).
En 2013, el último del periodo considerado en este estudio, 77.3% de la población total de México se concentraba en zonas urbanas -localidades con 2 500 o más habitantes-, y tenía una cobertura de agua potable de 95.4%. El resto de la población (22.72%) habitaba en zonas rurales -localidades con hasta 2 499 habitantes-, con una cobertura de agua potable de 81.6%. La cobertura nacional promedio de agua potable para el mismo año fue de 92.3%.
En México, planeación y gestión integrada del agua se basan en el crecimiento demográfico y en el de las actividades económicas; para el caso del agua potable, sólo en la dinámica poblacional. Además, en la actualidad “existe un creciente reconocimiento de que las denominadas crisis del agua son básicamente crisis en la gestión y gobernabilidad del recurso” (Sevilla, Torregrosa, & Moreno, 2010:281), las cuales podrán evitarse, o reducir su severidad, si se considera al ingreso permanente como otro determinante -tan relevante como el crecimiento poblacional- de la cantidad demandada de agua potable física y virtual, toda vez que permitirá contar con estimaciones robustas del consumo futuro.
La planeación y gestión integrada deben apoyarse en los instrumentos y principios económicos, tal y como lo hace la Unión Europea (Gómez-Limón & Martin-Ortega, 2011: 66), lo cual no implica una gestión reduccionista ni economicista, sino reconocer la pertinencia de dichos instrumentos y principios, sin olvidar que “el agua no es un bien comercial como los demás, sino un patrimonio que hay que proteger, defender y tratar como tal” (Diario Oficial de las Comunidades Europeas, 2000: 1).
En México, la planeación y gestión integrada del agua potable sólo considera el crecimiento poblacional, y se piensa que: “Proveer los servicios de agua a las ciudades es ya un reto, pero más lo será en un futuro debido a la combinación del crecimiento poblacional y la elevada tasa de urbanización” (Jiménez-Cisneros, 2014: 14).
Sin embargo, dado el actual nivel de cobertura, y debido a la ley de los rendimientos decrecientes (Koutsoyiannis, 2002: 88), la tasa de crecimiento poblacional va perdiendo relevancia para proyectar el suministro de agua potable, tal y como lo ponen de manifiesto los niveles de consumo de agua potable per cápita registrados en los países desarrollados (WHO/ UNICEF, 2014). Por lo que es necesario conocer los determinantes de la cantidad demandada o consumida, y no basarse sólo en la dinámica de la población, a fin de garantizar un suministro permanente.
La gestión integrada del agua potable en México considera algunos instrumentos económicos, sobre todo aquellos relacionados con la reducción del consumo, como tarifas, precios y subsidios cruzados (Semarnat-Conagua, 2015: 68). Pero no considera de manera explícita al ingreso disponible, y menos al ingreso permanente, el cual es determinante del nivel de consumo directo e indirecto o virtual de agua potable (incluida en los servicios, y bienes agrícolas e industriales).
Para planificar la producción de agua en general y la del agua potable en particular, a fin de garantizar el suministro a la población, es necesario considerar las elasticidades-ingreso de la demanda de corto y largo plazos que se desprenden de la función consumo, a la luz de la hipótesis del ingreso permanente (Friedman, 1985: 32-33).
El objetivo de la presente investigación es demostrar que la tasa de crecimiento poblacional ha perdido relevancia como determinante de la cantidad demandada de agua potable y se ha posicionado el ingreso permanente.
Metodología
Para lograr el objetivo propuesto se procedió en cuatro etapas:
Se calculó la tasa de variación promedio anual de la cobertura de agua potable y la tasa de crecimiento promedio anual de la población de México durante el periodo 1999-2013. También se estimaron las mismas tasas para las zonas urbanas y rurales del país.
Se estimaron los coeficientes de correlación simples y los coeficientes de determinación entre el porcentaje de cobertura del servicio de agua potable y la población tanto a nivel nacional como para las zonas urbanas y rurales de México.
Con la finalidad de contar con evidencia internacional, se analizó la relación existente entre la cobertura de agua potable, producto interno bruto per cápita en unidades de paridad de poder de compra, en dólares de los EUA (pibpc), y el consumo de agua por día por habitante en litros de algunos países seleccionados con base en su pibpc.
Al amparo de la hipótesis de las expectativas adaptativas, se estimó el modelo econométrico de la función consumo:
en donde C representa el consumo de agua potable, equivalente al volumen suministrado anualmente en litros por segundo (l/s), y Xt * , al ingreso permanente. Como el ingreso permanente no es “observable” (Greene, 2000: 689-694), se asumió que su mecanismo generador queda representado por:
Para obtener la ecuación (2) se partió de C = β1 + β2 Xt * + ut . El mecanismo generador del ingreso permanente se representó mediante Xt * − X* t −1 = γ(Xt − X* t −1), por lo que Xt * = X* t −1 + γ(Xt − X* t −1) y Xt * = γXt + (1 − γ)X* t −1, al sustituir en la primera ecuación se obtuvo C = β1 + β2γXt + β2(1 − γ)X* t −1 + ut . La ecuación C = β1 + β2 Xt * + ut se rezagó un periodo; esto es, Ct −1 = β1 + β2 X* t −1 + ut −1 se multiplicó por (1 − γ), y se obtuvo (1 − γ)Ct −1 = (1 − γ)β1 + (1 − γ)β2 X* t −1 + (1 − γ)ut −1, que equivale a Ct −1 − γCt −1 = β1 − γβ1 + β2 X* t −1 − γβ2 X* t −1 + ut −1 − γut −1 ésta fue restada de C = β1 + β2 Xt * + ut ; esto es, C − Ct −1 + γCt −1 = β1 − β1 + γβ1 + γβ2 Xt − β2 X* t −1 + γβ2 X* t −1 + β2 X* t −1 − γβ2 X* t −1 + (ut − ut −1 + γut −1). Al reordenar y eliminar factores comunes quedó la ecuación propuesta (2), en donde vt = ut − (1 − γ).
En la ecuación (2), Xt representa al ingreso disponible en millones de pesos a precios de 2008; α1 = γβ1; α2 = γβ2; α3 = (1 − γ); y vt = [ut − (1 − γ)ut −1]. Para fines de interpretación, β2 proporciona la respuesta de largo plazo del consumo debido a una variación del ingreso permanente; α2, la respuesta del consumo para el ingreso disponible actual o de corto plazo.
Para el cálculo propuesto, en los incisos 1 y 2 se utilizaron los datos contenidos en los cuadros del 1 al 3 (2).
Fuente: la cobertura nacional de agua potable del año 1999 se tomó de Semarnat-Conagua (2000: 31-32); Presidencia de la República (2013); Semarnat-Conagua (2014: 36).
Fuente: Semarnat-Conagua (2004: 20); Semarnat-Conagua (2008: 37-38); Semarnat-Conagua (2010: 21); Semarnat-Conagua (2014: 25).
Fuente: Semarnat-Conagua (2004: 20); Semarnat-Conagua (2008: 37-38); Semarnat-Conagua (2010: 21); Semarnat-Conagua (2014: 25).
Para la realización del análisis propuesto en el inciso 3 se utilizaron los datos del cuadro 4.
Nota: el término agua potable se refiere a acceso a agua mejorada, que incluye: agua de la red y de hidrantes. Fuente: * WHO/UNICEF (2014);
**International Monetary Fund (2014); *** tomada de: http://www.courrierinternational.com/magazine/2013/1187-1188-1189-voyage-en-france (11/02/2015).
Los datos del cuadro 5 se utilizaron para la estimación de la función consumo propuesta en el inciso 4.
Resultados
En México, de 1999 a 2013, la tasa de variación promedio anual de la cobertura de agua potable fue de 0.35%; mientras que la tasa de crecimiento promedio anual de la población fue de 1.23%. Por otro lado, el coeficiente de correlación entre dichas variables fue de 0.19 (su rango de variación va de -1 a +1), y el coeficiente de determinación, cuyo rango va de 0 a 1, de 0.036.
En las zonas urbanas de México, durante el periodo 1999 a 2013, la tasa de variación promedio anual de la cobertura de agua potable fue de 0.02%, y el crecimiento promedio anual de sus habitantes registró un aumento de 1.58%; su coeficiente de correlación fue de 0.81, y el de determinación de 0.66.
En las zonas rurales de México, del año 1999 a 2013, la tasa de variación promedio anual de la cobertura de agua potable fue de 1.14%; mientras que sus habitantes tuvieron una tasa de crecimiento promedio anual de 0.19%; su coeficiente de correlación fue de -0.50, y el de determinación de 0.25.
El análisis de la relación entre la cobertura de agua potable, pibpc y el consumo de agua potable en litros por día por habitante de los países seleccionados con base en su pibpc se presentan en la figura 1.
La relación entre el pibpc y el porcentaje de cobertura del servicio de agua potable de los países seleccionados con base en su pibpc se presenta en la figura 2.
La relación entre el consumo de agua potable en litros por persona por día y el porcentaje de cobertura del servicio de agua potable de los países seleccionados con base en su pibpc se presenta en la figura 3.
En la estimación del modelo econométrico de la función consumo de corto plazo también se incluyó a la población como variable explicativa, pero no fue significativa, por lo que se excluyó. El modelo (ecuación (2)) arrojó los siguientes resultados:
Con los parámetros de la función consumo de corto plazo (ecuación (2)) y con base en el principio del ingreso permanente, se obtuvieron los parámetros de largo plazo (ecuación (1)) de dicha función:
El modelo se estimó en forma lineal, por eso la pendiente de corto plazo está representada por α2 = (0.002396), y la de largo plazo por β2 = (0.00406482). Como la elasticidad-ingreso de la cantidad demandada de agua potable es [dC/dXt )(Xt /C)], entonces la elasticidad-ingreso de corto plazo queda representada por α2*(Xt/C), y la de largo plazo por β2*(Xt/C). Sin embargo, ambas cambian según el valor que tomen Xt y C. Para evitar la variación de la elasticidad-ingreso de la demanda de agua potable, se tomó el valor promedio de cada una de las variables mencionadas del periodo de estudio, 1999-2013; el de Xt es de 9 935 187 millones de pesos a precios de 2008, y el del consumo de agua potable de 323 145.3 l/s.
El modelo estimado está cointegrado (la prueba de cointegración de Engle-Granger Aumentada es significativa tanto al 10 y 5% como al 1%). Primero se comprobó que tanto C como Xt tuvieran el mismo grado de integración. Sí lo tienen, las variables son estacionarias, su grado de integración es cero, I(0), lo cual hace patente que existe una relación de equilibrio de largo plazo entre el consumo de agua potable y el ingreso permanente, esto fue comprobado por medio del mecanismo de corrección de error. El R 2 es de 0.97 y el nivel de significancia mínimo de cada uno de los coeficientes, así como de manera conjunta (representada por la prueba F), es de 95%.
El modelo estimado es robusto y se comprobó que los vt heredaran todas las propiedades de los ut , lo cual es fundamental para la hipótesis de expectativas adaptativas. Con base en el estadístico de Jarque-Bera se verificó que los vt estuvieran normalmente distribuidos, y con las pruebas de Breusch-Pagan-Godfrey, Glejser y White, que fueran homoscedáticos; la prueba de constancia paramétrica se realizó con Cusum al cuadrado.
En suma, los estimadores tienen las propiedades de los mejores estimadores lineales insesgados (MELI). El cálculo del modelo y todas las pruebas se realizaron con el programa EViews 7 (Quantitative Micro Software, LLC, 2009).
Discusión
La tasa de variación anual de la cobertura de agua potable y la tasa de crecimiento de la población para el periodo 1999-2013 en México y para sus zonas urbanas se mueven de forma paralela, aunque la variación de la cobertura de agua potable en todos los años de análisis es menor a la tasa de crecimiento poblacional, lo cual se explica por la ley de los rendimientos decrecientes, en el sentido de que el crecimiento de la cobertura cada año será menor, pero seguirá creciendo, tendiente al punto máximo representado por una cobertura nacional deseable de 100%.
Por otra parte, la tasa de variación anual de la cobertura de agua potable y la tasa de crecimiento de la población en las zonas rurales de México para el periodo 1999-2013 se mueven de manera contraria: si para un año aumenta la variación de la cobertura, entonces la tasa de crecimiento de la población disminuye. Pero, al igual que para las zonas urbanas, se puede explicar por la ley de los rendimientos decrecientes y por la dificultad que implica proporcionar el servicio a los 2.4 millones de personas que viven dispersas en comunidades de menos de 100 habitantes (INEGI, 2014).
La presencia de la ley de los rendimientos decrecientes en la tasa de crecimiento de la cobertura del servicio de agua potable se desprende de los niveles de cobertura alcanzados en 2013. Al nivel nacional son de 92.3%; para las zonas urbanas, 95.4%; para las zonas rurales, 81.6%. Por dichos niveles de cobertura, la relación entre las variables citadas es casi nula, lo cual se confirma por el valor de sus coeficientes de correlación, no obstante, su relación cuasilineal y por el valor de sus coeficientes de determinación, cercanos a cero.
Por todo lo anterior, la tasa de crecimiento poblacional va teniendo menos relevancia como determinante del crecimiento de la demanda de agua potable, y si consideramos su tasa decreciente de variación anual (1.06% para 2015; 0.91% para 2020; 0.67% para 2030; 0.46% para 2040, y 0.28% para 2050; Conapo, 2014, en el largo plazo su relevancia será menor. No obstante, Salazar-Adams y Lutz-Ley (2015: 6) consideran que: “El agua para uso urbano en México es un asunto crucial en la agenda pública debido a la demanda creciente de servicios de agua potable y saneamiento, lo que se relaciona con el incremento demográfico y la rápida urbanización del país durante las últimas décadas”.
Por su parte, Torres-Sombra et al. (2013: 294-304) atribuyen el crecimiento de la demanda de agua para uso residencial del norte de Sinaloa entre 1990 y 2010 al incremento de la población; al igual que Rivera y Aguilar (2015: 125), pero para el caso de Zacatecas-Guadalupe; Ocampo-Cruz, Manco-Silva y Guerrero-Erazo (2012: 25) también consideran que la creciente demanda de agua para uso residencial se debe al aumento constante de la población. Sin embargo, los resultados obtenidos en la presente investigación confirman que el crecimiento demográfico tiene poca relación con la cantidad suministrada de agua potable que demanda la sociedad.
La evidencia internacional señala que la ley de los rendimientos decrecientes respecto de la cobertura del servicio de agua potable es superada cuando el país alcanza un pibpc de por lo menos 30 000, tal y como se observa en la figura 2, y que cuando el pibpc está entre los 10 000 y 20 000, la cobertura del servicio es superior a 90%, pero inferior a 100%, tal y como ocurre en México.
En la figura 1 resulta claro que el nivel de consumo de agua potable depende del pibpc: a mayor pibpc mayor consumo de agua en litros por persona. Al respecto, para el caso de México, Salazar-Adams y Lutz-Ley (2015: 21-22) apuntan que: “La cobertura de agua y el alcantarillado se correlacionan positivamente con el PIB per cápita y con el número de tomas, lo cual indica que las ciudades grandes y más desarrolladas, en términos económicos, tienen también mejor acceso a estos servicios” y que “El aumento en el ingreso se asocia a una mayor demanda de agua por habitante” (Salazar-Adams & Lutz-Ley, 2015: 8-9).
De la figura 3 se desprende que cuando el país tiene cobertura del servicio de agua potable de 100%, la cantidad consumida por persona aumenta, y de la figura 2, que la cantidad demandada o consumida de agua por persona por día es mayor cuanto más elevado es su pibpc, como ya se apuntó.
Con las figuras 1, 2 y 3 se corrobora la existencia de una relación positiva entre el pibpc y la cobertura de agua potable; esto es, a mayor pibpc, una mayor cobertura hasta llegar a 100%; al igual que entre el pibpc y el consumo de agua potable: a mayor pibpc mayor consumo de agua potable por día por persona. Al respecto, para el caso de Chile, Acevedo-Antimil, Arancibia-Mattar, Bradanovich-Pozo y Flores-Loredo (2011: 133) consideran que las familias consumen más agua a medida que se incrementa su ingreso. Sin embargo, sólo se refieren al ingreso de corto plazo y no al ingreso permanente de largo plazo, como en el presente estudio.
La evidencia tanto nacional como internacional discutida hasta el momento confirma que la cantidad consumida o demandada de agua potable en el corto plazo está en función del ingreso disponible, y que el aumento de la cobertura del servicio está en función del crecimiento poblacional, pero esto último no implica aumento de demanda de agua potable, sólo que ya cuentan con el servicio, porque antes también realizaban el consumo.
Del modelo econométrico estimado de la función consumo se tiene que la propensión marginal de corto plazo a consumir agua potable es de 0.002396 l/s, de manera que, si el ingreso nacional disponible se incrementa en un millón de pesos en términos reales, el consumo medio de agua potable aumentará en dicha propensión marginal. Sin embargo, si el aumento en el ingreso disponible se conserva, esto es, cuando los consumidores se adaptan a ese nivel de ingreso o ya sea permanente (en el largo plazo), la propensión marginal del consumo de agua potable será de 0.00406482 l/s, esto es, un 69.65% superior a la de corto plazo. Con esto se demuestra la relevancia del ingreso permanente para todo fin de planeación respecto de la prospección de la producción de agua potable en el largo plazo.
La elasticidad-ingreso promedio de la demanda de agua potable de corto plazo es de 0.074, y la de largo plazo de 0.125. La de largo plazo es 68.92% superior a la de corto plazo.
La magnitud de la elasticidad-ingreso de la demanda de agua potable en el corto plazo, resultado de la presente investigación, concuerda con las estimaciones realizadas para todo el país (Salazar-Adams & Pineda-Pablos, 2010: 11) y para algunas ciudades de México (Mora-Flores, García-Salazar, Gómez-Ugalde, & Valdivia-Alcalá, 2012: 338). Sin embargo, en este trabajo también se calcula dicha elasticidad-ingreso para el largo plazo, y se confirma que el agua potable es un bien normal y de primera necesidad tanto en el corto como en el largo plazo.
Para fines de prospección, la elasticidad-ingreso de la cantidad demandada o consumida de agua potable indica en cuánto cambia la variable dependiente ante la variación de 1% de la variable independiente. En el corto plazo, dicha elasticidad-ingreso proporciona el cambio porcentual de la cantidad demandada de agua potable ante la variación porcentual del ingreso nacional disponible, y en el largo plazo, ante una variación porcentual del ingreso permanente.
Con base en la elasticidad-ingreso promedio de corto plazo, se tiene que ante una variación porcentual del ingreso nacional disponible de 1%, el consumo o la cantidad demandada de agua potable se incrementa 0.074%; para el largo plazo, ante una variación de 1% del ingreso permanente, sube 0.125%.
En el corto plazo, el aumento del ingreso nacional disponible en 1% en términos reales implica un incremento de la cantidad demandada de agua potable de 0.074%, lo cual, con base en el volumen suministrado de agua potable en l/s del año 2013, equivale a un incremento de 7 695 770.45 m3/año. Si se considera el volumen de agua destinada al uso público urbano en el año 2014, que fue de 11.96 km3, la demanda de agua potable sería de 8 885 040 m3/año.
Por su parte, una vez que el incremento de 1% en el ingreso nacional disponible en términos reales se hace permanente, en el largo plazo, el incremento de la cantidad demandada o consumida, con base en el valor del suministro de agua potable en l/s del año 2013, será de 12 999 612. 24 m3/año, y con base en el volumen destinado al uso público urbano en el año 2014 de 14 950 000 m3/año.
En suma, si consideramos que el ingreso nacional disponible aumenta 1% en términos reales y si en el pasado remoto, de largo plazo, también lo hizo, entonces el suministro de agua para uso público urbano debe incrementarse en 14 950 000 m3/año. Esto es independiente del que se desprenda de la ampliación de la cobertura del servicio de agua potable derivada del crecimiento poblacional.
Conclusiones
Hasta la fecha se ha considerado que el crecimiento demográfico es determinante para la planeación de la producción de agua potable en México. Sin embargo, toda vez que desde el punto de vista económico el agua potable es un bien normal y de primera necesidad, es fundamental incluir al ingreso permanente como determinante; ello se debe a que, en el corto plazo, la cantidad demandada de agua potable crece cuando aumenta el ingreso disponible, al igual que cuando se amplía la cobertura del servicio; pero en el largo plazo, su incremento es mayor conforme aumenta el ingreso permanente. De aquí se desprende la necesidad de estudiar la relación entre la cantidad demandada de agua potable debida al crecimiento poblacional y al aumento del ingreso permanente de manera conjunta.
Los resultados expuestos demuestran que el crecimiento de la población ha venido perdiendo relevancia como determinante del aumento de la demanda de agua potable, toda vez que poco más de 77% de los mexicanos se asienta en zonas urbanas y su nivel de cobertura es de 95.4%. La concentración poblacional en dichas zonas implica que el incremento marginal de la cobertura tienda a cero, pero que la cantidad demandada de agua potable aumente, porque ésta es función del ingreso disponible y del ingreso permanente. Este resultado torna fundamental el estudio de la cantidad demandada de agua potable en las zonas urbanas de México, en función del ingreso permanente de sus habitantes.
Los resultados más útiles para la planeación de la producción de agua potable son las elasticidades-ingreso de corto y de largo plazos de la cantidad demandada, obtenidas al amparo de la hipótesis del ingreso permanente. La elasticidad-ingreso de la cantidad demandada o consumida de agua potable de largo plazo es 68.92% mayor a la de corto plazo. Así, en el corto plazo, ante una variación del ingreso nacional disponible en términos reales de 1%, el consumo se incrementa 0.074% y en el largo plazo sube 0.125%, por la variación del ingreso permanente.
La planeación de la Conagua referente a la producción de agua potable debe considerar los cambios en el ingreso permanente de la población que tiene cobertura, pues de ese cambio dependerá la cantidad consumida o demandada de agua potable. Por ejemplo, ante un incremento de 1% en el ingreso permanente, la Conagua deberá aumentar la cantidad suministrada en alrededor de 14 950 000 m3/año, si se toma como base el volumen destinado al uso público urbano en 2014.
En suma, la tasa de variación de la cobertura de agua potable y la tasa de crecimiento poblacional tienen una relación lineal decreciente debido a que esta última ha venido perdiendo relevancia como determinante de la cantidad consumida de agua potable. Uno de los determinantes de la cantidad demandada de agua potable que debe considerarse en la planeación del sector hídrico de México, dados los niveles actuales de cobertura -principalmente en las zonas urbanas-, es el ingreso permanente, porque una vez que se tiene cobertura, el nivel de consumo es función de él, y porque su estimación -con base en la función consumo al amparo de la hipótesis del ingreso permanente- proporciona la elasticidad-ingreso de la cantidad demandada de corto y largo plazos.