Páginas devueltas: poemas desconocidos de José Revueltas
A últimas fechas, algunos estudiosos de José Revueltas han descubierto decenas de textos en prosa (crónicas, artículos periodísticos, ensayos y reportajes, columnas completas). En 2014, por ejemplo, Rosa María Ruiz Valles publicó José Revueltas, Letras rescatadas, una serie de reportajes aparecidos en la revista Así, entre julio de 1943 y febrero de 1944. Por desgracia, la mayoría de ellos ya estaban compilados en Visión del paricutín. Más recientemente, en 2018, junto con Sergio Ugalde editamos La marea de los días, cerca de ochenta prosas de José Revueltas publicadas en la columna homónima del diarioEl Popular, entre agosto de 1941 y diciembre de 1942. Tengo conocimiento, también, de que hay quien está reuniendo las colaboraciones del duranguense en El Día.
Como parte de esta suerte de furor por el rescate de la obra invisible de Revueltas, en este artículo me propongo, primero, reconstruir el nacimiento del poeta; luego, analizar sucintamente las ediciones que se han hecho de la poesía revueltiana y, por último, reproducir seis poemas hasta ahora inéditos, todos ellos ubicados en el Archivo José Revueltas, en la Nettie Lee BensonLatin American Collection, Universidad de Texas, en Austin.
1. Raíces del poeta José Revueltas
De acuerdo con los paratextos de los escritos que rescato al final del artículo, José Revueltas escribió algunos de sus primeros intentos poéticos mientras se encontraba en Morelia, al parecer comisionado por el Partido Comunista, desde mediados de diciembre de 1936. Por los rastros en su correspondencia personal, puede constatarse que coleccionaba poemas para enviárselos a su entonces novia, Olivia Peralta, a quien bautizaría con el nombre de la heroína ibseniana de Peer Gynt: Solveig. Así, en carta del 15 de diciembre de 1936, el autor de El luto humano comenta a su corresponsal que le remitirá “la primera entrega de tu antología. Te preparo alguna cosa buena” (Revueltas, 1987a: 117). Ignoro si la antología mencionada estaría constituida por textos propios o ajenos porque, por ejemplo, en el manuscrito de “Canto irrevocable” (mayo de 1938), de su autoría, se puede leer: “Antología por entregas para Solveig”. Para aquellas fechas, lo más seguro es que se tratara de textos de autores que influyeron y modelaron su juvenil producción poética. Como Huerta, aunque con menos prolijidad, Revueltas se habría vuelto poeta al amparo de los efluvios amorosos de su correspondencia, tal como lo ha demostrado Isabelle Pouzet en el caso del guanajuatense (2013).
Esta inclinación por expresarse poéticamente aparece de nuevo manifiesta el 23 de mayo de 1938, cuando Revueltas escribe a su “Adorada Solveig”: “Te adjunto un poema que hice, está muy mediano. Puede que me arriesgue a publicarlo aquí” (1987a: 146). Por descuido, o más bien por un acto fallido, el remitente olvida adjuntar el poema prometido y sólo cumple su cometido en la misiva del día siguiente, donde refuerza su opinión sobre la calidad del texto: “En la carta de ayer te decía que adjuntaba un poema. Sí, debería haberlo adjuntado pero se me olvidó. Creo que en ésta no se me olvidará. Está muy mediano; pero en fin” (Revueltas, 1987a: 147). Debido a que “Canto irrevocable” y “[Si el aire…]” están fechados en “Mérida, Yuc. // Mayo 1938” resulta imposible saber a cuál de estos dos poemas se refería Revueltas: me inclino, sin embargo, a suponer que se trataba del primero, ya que tiene una factura más elaborada, como lo confirma el original de la plaquette conservado en Austin.
Durante su estancia en Mérida, por cierto, Revueltas mantiene correspondencia con Efraín Huerta, César Chamaco Ortiz y Luis Mondragón, camaradas del Partido Comunista. Aun cuando hay testimonios epistolares de los tres, en este caso únicamente quisiera reproducir las líneas donde Ortiz le restriega a Revueltas sus veleidades líricas:
Hoy como la otra vez -cuando te hice mi anterior- he tenido la mala pata de encontrarme con tu compañera en casa del Doctor y realmente me ha conmovido tanto que las dos veces he llegado a una máquina para escribirte y en esa forma saciar mi desesperación.
No me resisto las ganas para comentar las otras “cosas” que tu mujer me enseñó, tú bien sabes que se trata de los recortes de periódicos que no dejando de ser tal lo verdaderamente inexplicable es que todos son dedicados como poemas a lo que tu llamas “tu mujercita” Qué descaro!!!!!!!! Pero el crimen está en que tú hablas, dices y escribes lo que otros hablan, dicen y escriben. Hasta cuándo, señor dios, dejarás de tu mano a este pobrecito niño????? Hasta cuándo señor Rev. dejará Ud. de plagiar a los grandes cerebros de la humanidad? Hasta llega Ud. a meterse con los vivos y desaparecidos. Cuántas ignominias tiene que soportar el público pueblerino de los periódicos y cuántas desgracias le deparan a México con tipos como Ud.
La verdad es que sólo vi unas cuantas líneas y fue eso lo que encontré. Seguramente oíste a Cárdenas en una cervecería o seguramente ya eres otro.1
Hasta donde conozco, Revueltas no publica un solo poema en el Diario del Sureste; por ello, supongo que las otras cosas a que alude Ortiz sonlos artículosque entregaba regularmente al periódico yucateco. Por ejemplo, Revueltas había publicado el 8 de junio una nota sobre Puente en la selva, de Traven, que el mismo día adjunta en la consuetudinaria cartaa Olivia, además de ofrecerle un poema de Neruda para otra ocasión: “Antier estuve tan nostálgico, que hasta cerca de la medianoche estuve cantando en la terraza de la casa donde duermo. Pensando mucho, atrozmente en ti. Tengo el libro de Neruda, Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Mañana o pasado te envío un poema” (Revueltas, 1987a: 152). ¿En qué se basaba Ortiz para acusar a Revueltas de descarado y plagiario? En haber visto “unas cuantas líneas y eso fue lo que encontré”.
No hay que tomar tan en serio el comentario, sin embargo, porque el humor negro afloraba con frecuencia entre Revueltas y sus correligionarios. Como se observa, el hábito adquirido en diciembre de 1936 de antologar textos para Olivia resulta lo más natural en las cartas de Revueltas, igual que las recomendaciones de lecturas o las citas de autores que refuerzan sus argumentos, como en la carta del 20 de junio, que empieza con una afirmación contundente: “Hoy, no sé por qué, me siento lleno de poesía y bondad a pesar de mis frecuentes oscuridades”. Luego reproduce la segunda cuarteta de la elegía “XXIV” de Juan Ramón Jiménez. Líneas adelante, Revueltas señala: “Terminaré con un poema de Juan Ramón y otro que quiero le des a conocer a Silvestre, de Pablo Neruda”. Según los editores de Las evocaciones requeridas, los poemas antologados eran “Adolescencia” de Juan Ramón y “dos poemas sin título de Pablo Neruda”: al consultar el original de la carta, se puede constatar que se trata de los poemas “X” y “XX” de Veinte poemas de amor y una canción desesperada, por lo que puede afirmarse que no fueron dos, entonces, los poemas antologados, sino tres (Revueltas, 1987a: 158 y 328). Hasta aquí el recuento de cómo surge el poeta y sus prácticas escriturarias en relación con la poesía hacia finales de los años treintas del siglo pasado, cuando escribe los poemas anexos a este artículo.
2. El poeta y sus editores
Esta faceta de Revueltas como poeta no siempre se mantuvo al margen de su producción; por el contrario, fue objeto de crítica, como lo acredita el texto que Efraín Huerta le dedica en su columna “El Hombre de la Esquina”. De esta manera, además de ser el autor del primer juicio público sobre El quebranto (Huerta, 1938: 3), Huerta deviene descubridor de un talento lírico cuya autenticidad y sencillez contrasta con la impostación de “los oficiales y aprendices de la poesía”:
Lo que a los poetas, mejor dicho, lo que a los oficiales y aprendices de la poesía, les es negado un día y otro; es decir, la expresión natural, espontánea, abierta, plena y sencilla, a ciertos hombres no se les oculta. De una voz, de una potencia lírica, puede salir un magnífico fruto de sinceridad y de amor. De sinceridad y amor a todas las cosas y a todos los sentimientos. Y por todos los sentimientos. Por lo que el mundo enseña y niega, por lo que la vida deshizo, por todo eso que la juventud prodiga.
Sorprender al autor de Los muros de agua escribiendo versos, no es noticia. Es confirmación de los antiguos cantos apasionados. Confirmación y afirmación de aquellas dos voces desaparecidas: la de Fermín y la de Silvestre. Esta voz de José, tan tímida -y tan violenta-, tan lenta y entrecortada, es una herencia y una conquista. Quiero decir que el escritor, como su poesía, está en todas partes. Cuando, de regreso de Moscú, descendió en Santander, no a pescar, sino a comprar un libro de Federico García Lorca, no hacía otra cosa que revelarse. Y sembrar. Este poema lo dice (Huerta, 1942: 5).
Para confirmar sus aseveraciones, El Hombre de la Esquina copia íntegramente el poema “La cosecha”, única versión conocida del poema que sirvió de base a la recogida en 1981, cuando Andrea Revueltas y Philippe Cheron reunieron 31 poemas en el tomo 11 de las Obras completas, Las cenizas (Obra literaria póstuma), de José Revueltas. Las fuentes del “Tercer apartado. Poemas”, sin embargo, no se reducen a los diarios y revistas donde Revueltas publicó alguna muestra lírica (El Popular u Hojas de Literatura), sino que también se consultaron manuscritos y mecanuscritos. Esta muestra abarca de 1934 a 1974, cuarenta años en que Revueltas ensayó un lirismo de contrastes: entre el amor y el dolor, entre lo personal y lo colectivo, entre la razón y la afrenta, entre el temor y el temblor bíblico que cruza toda su obra: una existencia, en fin, puesta al servicio de las causas sociales desde su más temprana juventud. Así lo corrobora el testimonio poético más remoto de Revueltas, ya que “Nuestra manzana del padre Adán”, con su inevitable alusión al pecado, fue escrito y firmado en “Islas Marías, octubre de 1934”.
En 2001, después del trabajo de Andrea Revueltas y Philippe Cheron, con el título de El propósito ciego, José Manuel Mateo publicó los 31 poemas de Las cenizas, más otros dos: “El tiempo y el número” y “Safo y Adonis” (Mateo, 1991; Mateo, 2014). Del primer poema puede decirse que únicamente lo reacomodó, porque ya había sido publicado en Las cenizas con el título de “Para El tiempo y el número (Esquema para una prosa)”, como preámbulo de los fragmentos de la novela El tiempo y el número. Del segundo poema, Mateo comenta que, mientras se encontraba en el trabajo de cotejo de los originales para la edición de El propósito ciego, Andrea Revueltas encontró “Safo y Adonis”, mecanografiado y firmado por Revueltas. Hasta la fecha, el corpus lírico de Revueltas se había constreñido a los 33 poemas coleccionados y anotados por José Manuel Mateo.
3. Los poemas desconocidos
Ahora bien, en el Archivo José Revueltas, alojado en la Nettie Lee Benson Latin American Collection, se encuentran otros poemas no reunidos por sus editores. Sospecho que no serán los únicos que han quedado fuera de las Obras completas: seguramente existen algunos más entremezclados entre borradores, fotocopias, cuadernos e innumerables papeles ajados por el tiempo.2 He aquí la lista de los hallazgos que he venido anunciando:
“Pittsburgh (El Barrio Negro)”, mecanuscrito fechado “Agosto de 1936”.
“A Solveig”, manuscrito fechado “Nov[iembre] 17 de 1936”, cuya versión mecanuscrita presenta algunas variantes, así como la eliminación de la preposición en el título: “Solveig” y con la fecha menos precisa, “Noviembre de 1936”.
Sin título, con el incipit “TAN concreta, tan concreta…”, mecanuscrito fechado en “Diciembre de 1936”.
“Digo que te amo // para Solveig, mi compañera”, manuscrito fechado en “Mayo de 1937”.
Sin título, con el incipit “ESCALA verde…” fechado en “Uruapan Mic. Sept. de 1937”.
Sin título, con el incipit “SI los fusiles los fusiles los fusiles…”, sin lugar ni fecha.
De estos seis poemas, el que presenta una historia anómala es “Digo que te amo”, porque de él se conserva una versión manuscrita, así como una mecanuscrita donde la dedicatoria cambia “A Olivia” y la fecha se elimina; además, habría que preguntarse por qué “Digo que te amo” no fue recogido por los editores de la poesía revueltiana, si se publicó junto con “Canto irrevocable” y “La última voz” (Cf. “Tres poemas”, Esfera Siete, invierno de 1977-1978, p. 3; dibujos de Alfonso Lara Gallardo). Estos últimos, por el contrario, sí fueron coleccionados tanto por Andrea Revuelas y Philippe Cheron como por José Manuel Mateo.
Sobre los motivos de la exclusión, olvido u omisión de los poemas aquí rescatados podrían establecerse dos líneas conjeturales: 1) a mi juicio, tanto “Digo que te amo” como “A Solveig” fueron descartados porque en ambos casos la dedicatoria estaba explícitamente referida desde los paratextos: Solveig, Olivia Peralta, la primera esposa de Revueltas. ¿Se trató de una censura contra el pasado? Más aún: quizás el tono amoroso, incluso sensiblero, de este par de poemas rompía con la unidad de El propósito ciego, cuyo carácter auto) crítico, y hasta críptico, domina el conjunto; 2) “Pittsburgh (El Barrio Negro)” y los tres restantes poemas sin título revelan una poética juguetona, entre paródica y ancilar, inspirada acaso por Nicolás Guillén y Pablo Neruda. Aun cuando pueden apreciarse limitados y reiterados artificios retóricos en todos ellos, considero que revelan una búsqueda de la musicalidad y el ritmo por medio de las repeticiones, los estribillos y las asonancias, infrecuentes en los poemas de El propósito ciego. Considero, también, que la abundancia de ripios implícitos en las estructuras ecoicas en todos los planos (fonético, léxico, sintáctico) tiene la misma intención de acercar el poema a la música, al juego infantil a veces, como en “Pittsburgh” (¿Se aprecia el halo de “La muralla”, de Guillén?). Más que un análisis exhaustivo, quisiera traer a colación algunos ejemplos de los recursos retóricos que he mencionado:
a) En varios poemas, es posible apreciar tiradas completas donde rigen las repeticiones y las rimas consonantes, cacofonías casi, con un consecuente efecto sonoro coincidente con el sentido amplificatorio de algunas tiradas:
TAN bajo el cielo, tan bajo,
que bajo el mundo, tan bajo,
se quiebra el cielo, se quiebra,
y el cielo enhebra, lo enhebra.
(“Pittsburgh”)
b) Asimismo, ciertas estructuras anafóricas permiten imaginar la intensidad de tono, por un lado, y una abrumadora acumulación que desafía al lector con series de imágenes en tropel, por otro. Estas construcciones anafóricas, combinadas con paralelismos sintácticos, vuelven previsible el recurso, y lo empobrecen; aunque también abren una variedad de posibilidades de sentido y relaciones semánticas económicas desde el punto de vista de la retórica. Citoalgunos ejemplos:
como claveles de azafrán,
como sin límites
como sin alturas
como sin aguas.
……………………
Lo que a la pesadilla.
Lo que a lo negro.
(“TAN concreta, tan concreta…”)
y la carne roja
y la carne blanca
y la carne grave
y la carne tierna
y la carne breve
y la carne buena
(“SI los fusiles los fusiles los fusiles…”)
Como señalé, más que ser exhaustivo en el análisis de esta primicias, quise hacer énfasis en los principales recursos retóricos de un poeta en ciernes que apostó por ser un narrador con esporádicas incursiones líricas. Con el tiempo, sin embargo, habrá de adquirir una profundidad apenas perceptible en los textos que permanecieron archivados (¿censurados?) durante años. La poesía revueltiana saltó como un tema novedoso desde 2013 con la ponencia “La sangre derramada: la poesía reflexiva de José Revueltas”, de Elba Sánchez Rolón en Xalapa, Veracruz; luego, Eduardo Martín del Campo hizo una inteligente lectura del motivo del tiempo y el espacio en El propósito ciego (2014), y, finalmente, Andrés Avilés Hirales proporcionó una reflexión más amplia y profunda al respecto con su tesis de maestría, La imagen poética en “El propósito ciego” de José Revueltas (2018), la cual representa un valioso y riguroso estudio sobre la poesía revueltiana, y un desafío para quienes deseen acercarse al tema.
Para cerrar sólo quisiera agregar que, además de su inestimable valor testimonial, en los poemas rescatados puede verse la vena experimental del joven Revueltas en busca de una voz. Después de los ejemplos que he mencionado, sospecho que la crítica en torno de la poesía revueltiana habrá de incrementarse. No puede seguirse sosteniendo que en torno de ella existe una tierra baldía, como lo sugería Martín del Campo en el incipit de su ensayo: “Después de treinta y tres años de su publicación en las Obras completas (1981), todo el corpus lírico existente (treinta y un poemas, publicados e inéditos) de José Revueltas parece no haber despertado mayor atención ni inquietud crítica, al contrario del resto de su obra (narrativa y crítica)” (2014: 61). Con los rescatados por José Manuel Mateo ya eran 33 poemas en 2014. Ahora bien, con los que enseguida reproduzco y el dedicado a Omega serían 40. Los acercamientos críticos, por su parte, han alcanzado el calibre de una tesis de maestría. Finalmente, he aquí los poemas desconocidos para que el lector ejercite su criterio y complete la imagen del poeta de clóset que fue José Revueltas.
TAN bajo el cielo, tan bajo,
que bajo el mundo, tan bajo,
se quiebra el cielo, se quiebra,
y el cielo enhebra, lo enhebra.
Lo enhebra en cables negros
y voces obscuras;
en criminales chimeneas
apuntaladas a triste toldo de circo;
en rojos ladrillos destilando agua negra;
en negritos que juegan
muy negros,
botados de las chimeneas
al estanque.
Para los negritos que juegan
para los negritos que lloran
para los negritos ciegos
para los negritos.
Agosto de 1936
A Solveig
Alba del alma
blanda alba blanca
mía alma
como el aire3
rodando como el aire
más viento
que el malva viento.
Nov[iembre] 17 de 1936
Lo que la luna
a la mancha.
Lo que la noche verde
químicamente descompuesta
en un vaso de agua
al silencio
o a la frente
o al reloj.
Concreta.
Estatua traducida
a minutos vencidos con los dedos,
derrotados con un bisturí en silencio.
Presencia dentro del vaso,
dentro de la angustia,
en la noche sin pulmones.
Ángel de cara negra, con rosas,
químicamente puro
como claveles de azafrán,
como sin límites
como sin alturas
como sin agua.
Diciembre de 1936.
DIGO QUE TE AMO
para Solveig, mi compañera.
CON un amor que no alcanzan las negaciones inauditas de las maneras
ni las impotentes paredes estranguladas del segundo
ni las vértebras ni lo inorgánico mismo
que no alcanzan los cauces
ni los cauces de los cauces
Digo que te amo
-oh rumor sin espanto
y discurrir líquido del viento-
abiertos los canales del sueño
sin párpados la alegoría castaña de tus ojos.
Mayo de 1937.
Toqui-toqui-toqui5
Bajo el platanar el cafeto,
bajo el cafeto mi amor,
ay! desnuda en el agua,
en el agua quebrada
mi amor.
Uruapan, Michoacán; septiembre de 1937.
SI los fusiles los fusiles los fusiles
perforaron las montañas
y una estrella una estrella una estrella
la dejaron en la punta
y la bañaron de mañana.
PIES desnudos en Perm
uñas heladas en Tzaritzin
dientes en Perm
cabellos locos en Tzaritzin
y soldados
y soldados
con el pecho abierto
y la carne roja
y la carne blanca
y la carne grave
y la carne tierna
y la carne breve
y la carne buena
lenta
en las púas
de los [alambres]
en Tzaritzin
en Perm.