Introducción
Este artículo forma parte del proyecto de investigación Generación, subjetividad política y activismo en el escenario posterior al #YoSoy132,1 que tiene como objetivo el análisis del activismo contemporáneo en México. Representa una primera etapa de investigación más amplia, que conlleva la exploración de estudios de caso de activismos políticos visibilizados mediante las narrativas sociodigitales, situados en un contexto de pandemia ocurrido durante el período 2020-2021. A una década del ciclo de movilizaciones globales que inició la Primavera Árabe, además del movimiento de los indignados, las manifestaciones feministas en México han protagonizado estas protestas, lo que se refleja en la efervescencia y la visibilidad pública que han conseguido.
En términos de territorialización, mediante una aproximación desde las coordenadas de sentido de la etnografía digital y el análisis de redes sociales, exploramos las manifestaciones feministas entrelazadas con el Día Internacional de la Mujer 2021 (#8M2021), como parte de un proceso de análisis e interpretación histórico-cultural de construcción de subjetividad política con perspectiva de género que visibiliza la disputa discursiva por las sujeciones sistémicas, estructurales y simbólicas en diferentes campos sociales donde la violencia contra las mujeres se ha acumulado y es indignante de forma múltiple.
Antecedentes
El mensaje “Es por ellas. Por todas nosotras” se comparte junto con una fotografía difundida ampliamente en el contexto del 8M de 2021 en México, que muestra a una niña suspendida en el aire volando un papalote con el escenario de fondo de un muro de seguridad frente a Palacio Nacional en el centro de la Ciudad de México, intervenido con los nombres de mujeres asesinadas y una enorme frase de la que solo se alcanza a ver completa la palabra feminicidio (ver imagen 1).
Esta fotografía se puede interpretar como símbolo de denuncia, historicidad y resignificación de las narrativas mediáticas, que además transmite afecto (Butler, 2010) y una consigna testimonial, prefigurativa y poética de lo sucedido en un Estado que sigue la lógica de cuidado a los monumentos y no a los cuerpos; un momento de resignificación en nombre de las víctimas de desaparición y violencia.
También es muestra del hartazgo y exigencia de justicia, pues visibiliza la apropiación de los muros de resguardo, puestos en Palacio Nacional previamente al 8 de marzo de 2021, en los que la colectiva de mujeres Vivas Nos Queremos, decidió hacer de las vallas un memorial para las víctimas de feminicidio, ampliamente retomado en las redes sociales.
De acuerdo con Cerva (2020), las feministas comparten una doble situación de indignación frente a la violencia y la falta de atención por parte del Estado, lo que las lleva a generar estrategias alternativas que impacten en la esfera pública, privada y ahora digital. Esto explica parte de lo que ha llevado, desde el análisis académico, a poner atención en las protestas feministas que ocurren en los espacios digitales en México (sobre el caso concreto del #8m, ver por ejemplo a García-González y Bailey Guedes, 2020; Alfaro-Beracoechea et al., 2022).
Es indudable que la dimensión en línea ha impulsado los modos de acción e impacto comunicacional en la vida pública (y por lo tanto en la política), provocando que las actividades de protesta dejen de ser hechos aislados. Esto es posible porque las plataformas asociadas a internet, las comunicaciones inalámbricas, los medios de comunicación digitales y una serie de herramientas de software social han provocado el desarrollo de redes de comunicación omnidireccionales (Contreras, 2019) que expanden el espacio público (Rodríguez, 2020). Por ello, desde la dinamización y crecimiento de estas tecnologías, se ha propiciado que las redes y plataformas sociodigitales cobren cada vez mayor relevancia.
América Latina se ha posicionado como la región con mayor participación en redes sociales a nivel global (Acosta, 2018). En este contexto, dentro del ecosistema de medios sociales en línea, Twitter se ha convertido en uno de los espacios de comunicación más importantes en la política actual (Maranon et al., 2018), al redefinir el activismo mediante una de sus características principales: el hashtag, que permite la organización de contenidos mediante la categorización de la información (Gelpi, 2018). Se trata de una herramienta comprobada para la expresión del estado de ánimo político a partir de microrrelatos (Lara, 2018).
Al usuario le permite ser una persona actual, sentir que tiene presencia, que está interconectado y que es escuchado (Menéndez, 2011). De acuerdo con Acosta, (2018), el espacio digital se convierte en un lugar de participación y discusión de lo público; se presenta como una nueva vía, en la que la ciudadanía cobra un valor distinto en términos de activismo y deliberación sobre los asuntos públicos. Por ende, de acuerdo con Ávalos (2019), la variable tecnológica se ha vuelto un elemento fundamental de la producción política del activismo.
De acuerdo con Burgos (2016), la narración puede fijarse en los imaginarios de las personas en el presente; es decir, las acciones inmediatas son las que se visualizan y, aunque luego se ausentan, es posible que regresen. “La función narrativa, hoy, quiere decir, al menos en el sentido que debería interesar a las prácticas comunicativas sociales propias de la ciudadanía, ejercicio de los derechos y prácticas expresivas de los ciudadanos” (González, 2015, p. 4).
En este contexto, el ciclo de movilizaciones globales de la última década ha implicado un cambio en las formas organizativas, performativas y de acción colectiva. De acuerdo con la perspectiva de Tarrow (1998), “un ciclo es una etapa que abre y cierra determinados repertorios de movilización, los cuales responden a ciertas condiciones de apertura o cierre de la estructura de oportunidades políticas” (Tamayo, 2019, p. 52). El activismo feminista ha sido muy importante durante estos años en el espacio público y ha generado grandes cambios en la organización, comunicación y acción a propósito del despliegue de tácticas en las redes sociodigitales. Así, nos situamos en la perspectiva de la tecnopolítica para el análisis de las movilizaciones feministas (Reverter, 2001 y 2013; Ricaurte, 2015; Rovira, 2018; Natansohn y Paz, 2019).
La violencia contra la mujer es expresiva, como señala Segato (2013), y solo puede ser comprendida en términos del poder que se ejerce desde el Estado, en este caso ausente, que da cabida a la impunidad. La violencia sistemática ejercida en el cuerpo de las mujeres y que irrumpe en forma de feminicidio, violación, acoso, sanción por ejercer el aborto, etcétera, contiene una pedagogía de la crueldad, la cual es “ejercida en el cuerpo de las mujeres y esencial para forjar sujetos dóciles al mercado y al capital” (Segato, 2013, p. 56). Es esa la violencia nombrada, denunciada, visibilizada a través de las movilizaciones feministas en la última década a nivel global y en América Latina.
Con este contexto de partida, en este artículo analizamos las movilizaciones ocurridas alrededor de la conmemoración del #8m2021 en México, una efeméride desbordada de disputas debido a la acumulación de violencia antes mencionada. A partir de la selección de tres hashtags presentes en este tema, #LeyOlimpia, #NingúnVioladorSeráGobernador y #TomaLasCallesNoCalles, observamos la complejidad del activismo feminista en el espacio sociodigital, una nueva estética y culturización de las prácticas políticas, la vinculación de sus formas de acción directa y de representación a la idea de contrainformación cultural y política (Lago, 2015).
Método
La propuesta metodológica implementada en esta investigación parte de un enfoque etnográfico en el que no consideramos un marco teórico general, sino que tanto los recursos teóricos preexistentes (enunciados a lo largo del texto) como los que se construyen (como parte del análisis) derivan del trabajo de campo y las estrategias de interpretación.
En términos concretos, ante el desafío de la masividad de información en los espacios digitales, la intervención metodológica se maximizó con una adaptación de la etnografía en red (Howard, 2002) que estipula la necesidad de incorporar visualizaciones de análisis de redes sociales para fortalecer el punto de partida del trabajo de campo etnográfico en medios digitales y, con ello, afrontar diversos desafíos: la masividad de información existente en línea, la identificación de estructuras y relaciones en el marco de pertenencias sociodigitales descentralizadas y la necesidad de estrategias para generar muestreos cualitativos al comienzo de las indagaciones.
Asimismo, las redes visualizadas en el marco del enfoque etnográfico permiten ayudar a los investigadores a dilucidar tanto su propia posición como la de los posibles informantes en relación con el resto de la comunidad, con la ventaja de que es un tipo de análisis que asigna regularmente valores ordinales a las normas de confianza y reciprocidad que envuelven a los actores sociales (Howard, 2002).
Esto se complementa con la presentación de visualizaciones como una estrategia cualitativa que se enfrenta a panoramas desafiantes de preguntas que no tienen respuestas calculables, entre las cuales aparecen las fronteras y los puentes entre comunidades, la definición de relevancia de los nodos centrales en diferentes espacios de la red y las particularidades relacionales de cada escenario (Venturini et al., 2019a). En esta dirección, la inserción de capturas de pantalla de tuits representativos complementa la indagación cualitativa mediante expresiones visuales de las protestas, propias de la cultura de las mediaciones ubicuas (Aguado, 2020), relevantes para la comprensión e interpretación del fenómeno en un sentido más amplio.
Con este fundamento, en este artículo presentamos varios avances en la exploración de las manifestaciones feministas mexicanas tomando como punto de partida a Twitter, en espera de una segunda etapa multiplataforma y conectiva de la inmersión etnográfica. Al entender estas expresiones como parte de un proceso histórico-cultural heterogéneo, las constelaciones performativas en el tiempo del ahora, desintermediadas y prefigurativas (Rovira, 2019), se aglutinan en disputas transversales y traslapadas que hemos caracterizado sociológicamente (ya en un ejercicio interpretativo derivado de la investigación) como contiendas multicampo; es decir, en la búsqueda de un escenario de análisis retomado a partir de una fecha significativa, lo que encontramos fueron disputas encimadas en variados campos y trayectorias sociales.
Para la indagación que aquí se expone, derivada de la mirada cualitativa de las diferentes expresiones sociodigitales que parte de un diseño flexible, inductivo e interpretativo (Mendizábal, 2006), se escogieron tres de estos campos sociales entendidos como escenarios de enfrentamiento también contra múltiples muros: 1) el político-legislativo, en el plano de la violencia digital; 2) el político-partidista, respecto al pacto patriarcal; 3) el espacio público urbano y la brecha de género en la nomenclatura de la ciudad, representados mediante #LeyOlimpia, #UnVioladorNoSeráGobernador y #TomaLasCallesNoCalles, respectivamente.
En términos del análisis de redes sociales, condensamos cada una de las indagaciones en un esfuerzo metodológico por localizar estructuras relacionales para dar cuenta de las esencias políticas particulares, de lo exacto y lo indeterminado, de ahí que luego de variadas pruebas en la conformación de las bases de datos, los diferentes tipos de nodos, así como en las formas de espacialización, pusimos en evidencia la relevancia de dos estrategias particulares.
#LeyOlimpia se trabajó mediante una perspectiva de análisis de redes sociales y teoría del actor-red (Latour, 2008), en consonancia con discusiones previas sobre esta interrelación (Venturini et al., 2019b; Pedraza y Rodríguez, 2019). En cambio, #UnVioladorNoSeráGobernador y #TomaLasCallesNoCalles fueron analizados mediante técnicas de reducción de redes propuestas por Borge-Holthoefer y González-Bailón (2017), para identificar los núcleos de relaciones y nodos centrales. A continuación, presentamos el análisis estructurado en torno a estos hashtags.
#LeyOlimpia
A medida que aumenta la digitalización de las interacciones sociales, también se trasladan problemáticas como la violencia contra las mujeres, ahora en el espacio digital. De acuerdo con la ONU Mujeres (2020), 73% de las mujeres en el mundo ha sido víctima de violencia digital;2 además, 23% manifestó haber sufrido acoso en la red, y 90% de las víctimas que sufre por la distribución de contenido íntimo en las redes sociales son mujeres. Mientras que en México, el acoso cibernético afectó a 9.4 millones de mexicanas, de las cuales 40.3% sufrió insinuaciones de tipo sexual y 32.8% recibió contenido sexual no solicitado, siendo claramente las mujeres entre 18 y 30 años de edad las más susceptibles de ser víctimas de violencia digital (INEGI, 2019b).
Es en este contexto que se aprueba un conjunto de reformas a la Ley General de Acceso de las Mujeres una Vida Libre de Violencia y al Código Penal Federal, conocida como Ley Olimpia,3 cuyo surgimiento responde a un vacío en las leyes y a la exigencia de justicia ante la ausencia de un delito tipificado como violencia digital en los códigos penales. Esta ley es el resultado de la experiencia individual de la activista Olimpia Coral Melo (quien fue víctima de violencia digital) y del trabajo colectivo que desarrolló con el Frente Nacional para la Sororidad, asociación dedicada a la erradicación y prevención de la violencia digital.
Ante esto, la visualización de la Ley Olimpia representa un esfuerzo por retratar la heterogeneidad de actores implicados, longitudinalmente, en la adquisición de relevancia pública para la legislación sobre violencia digital.
Desde una perspectiva de la teoría del actor-red (ver imagen 2), el grafo aporta consideraciones inmediatas en la identificación de las diferentes formas de nombrar el tema de conversación, en este caso mediante los nodos #LeyOlimpia y Ley Olimpia, que por un lado otorgan la posibilidad de romper la centralidad del hashtag en el análisis de fenómenos sociodigitales y, por el otro, muestran comunidades de sentido para encauzar diferentes visiones, englobadas de manera general como la activista y la periodística.
La comunidad activista se identifica alrededor de #LeyOlimpia con una relación casi simbiótica con la cuenta de la principal promotora de esta iniciativa, @OlimpiaCMujer, así como personalidades políticas de alto nivel, como la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, en el contexto de la aprobación de la ley en la capital del país en diciembre de 2019 (ver imagen 3).
Derivado de una aproximación multinodal, a partir del entrelazamiento entre cinco categorías: 1) cuentas de usuario, 2) término utilizado (Ley Olimpia o #LeyOlimpia), 3) fecha, 4) lugar y 5) formato de hipertexto en el tuit, destacan las particularidades de cada tipo de nodo, como las cuentas de usuario en las que aparecen activistas, colectivas feministas, personalidades políticas, periodistas, medios e instancias legislativas locales y nacionales, que muestran una intertextualidad político-institucional, mediática y social-activista que se manifestó longitudinalmente en las redes durante 2019 y 2020 hasta aparecer como una reivindicación en la coyuntura del 8m 2021.
Asimismo, sobresale la relevancia periodística determinada por el uso de la frase Ley Olimpia en noviembre de 2020, como se observa en la red, que se explica porque fue cuando el Senado de la República aprobó por unanimidad su incorporación en el contexto de la Ley General de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre Sin Violencia, procedimiento legislativo que concluyó finalmente en abril de 2021 con la aprobación por la Cámara de Diputados.
#UnVioladorNoSeráGobernador
El 4 de marzo de 2021 el Instituto Nacional Electoral (INE) aprobó la candidatura de Félix Salgado Macedonio para contender, por el partido político Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), al cargo de gobernador del estado de Guerrero, a pesar de las acusaciones de violación que tenía en su contra. La indignación frente a este hecho fue inmediata.
Como hemos señalado, gran parte de las movilizaciones feministas que han ocurrido en los últimos años a nivel global han denunciado la violencia ejercida en contra de las mujeres en sus múltiples formas. Los resultados de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) de 2016 indican que
66 de cada 100 mujeres de 15 años o más edad que viven en el país han sufrido al menos un incidente de violencia de cualquier tipo a lo largo de la vida. El 43.9% de ellas han sufrido violencia por parte de la pareja actual o última a lo largo de su relación mientras que 53.1% ha sufrido al menos un incidente de violencia por parte de otros agresores distintos a la pareja a lo largo de la vida (INEGI, 2020).
Es decir, en un país como México, en donde las cifras de la violencia en contra de las mujeres son demoledoras, la candidatura en cuestión fue un detonador de indignación para las activistas feministas.
En este contexto, el 5 de marzo de 2021 comenzó a posicionarse en Twitter la tendencia #UnVioladorNoSeráGobernador, encadenado a #PresidenteRompaElPacto que circuló días previos en abierta interpelación al Poder Ejecutivo encarnado en la figura de Andrés Manuel López Obrador, debido a que ocurría en el mismo partido que lo llevó al poder en 2018. Ese hashtag colaboró al debate social sobre las implicaciones del encubrimiento que ocurre entre hombres acerca de conductas abiertamente violentas, machistas y misóginas. Reguillo (2017) sostiene que gran parte de la eficacia del activismo en red del siglo XXI se vincula con nombrar los problemas, como ocurrió en este caso.
Al analizar la imagen 4, los nodos más relevantes en cuanto a la difusión de la información nucleada alrededor de este hashtag fueron la propia cuenta de Félix Salgado Macedonio, seguido por el colectivo feminista Brujas de Mar, la activista Estefanía Veloz y la escritora y periodista Alma Delia Murillo.
Los nodos más mencionados fueron en ese mismo orden: #UnVioladorNoSeráGobernador, @lopezobrador_, #NingúnAgresorEnElPoder, #PresidenteRompaElPacto, @PartidoMorenaMx y @FelixSalMac. Asimismo, los nodos más activos mostraron a diversos actores políticos, entre ellos Martha Tagle, Javier Lozano, la Colectiva Nacional Feminista Ningún Agresor en el Poder, Gabriela Warkentin y Luna de Café. Esto nos permite deducir que la relevancia del #UnVioladorNoSeráGobernador en su intertextualidad permitió entrever un cruce entre los campos sociales de actores político-partidistas, periodistas y activistas.
Resultó llamativa la interpelación al partido en el poder por parte de las activistas, que reafirmó la conformación del feminismo como un bloque no complaciente con el gobierno en turno, como en otros sexenios, geografías y contextos, independientemente de su filiación partidista. En este sentido, destacó la intervención en Palacio Nacional como una clara acción tecnopolítica a partir de la proyección de la frase “Un violador no será gobernador” en el edificio que alberga el máximo poder político en México (imagen 5).
La proyección fue una acción deliberada para visibilizar y amplificar el mensaje. No se quedó en las redes, sino que obligó la cobertura de los medios de comunicaciones nacionales e internacionales y contribuyó al debate social, en términos de los repertorios de movilización antes mencionados.
#TomaLasCallesNoCalles
El hashtag #TomaLasCallesNoCalles fue una iniciativa impulsada por el colectivo de mujeres Lado B. Ellas, a través de su cuenta oficial de Twitter (@Colectivo_LadoB), emitieron una convocatoria para generar una protesta simbólica que consistió en renombrar los espacios públicos. Como parte de una invitación a nivel nacional, se incitó a visibilizar a las mujeres que admiraran, a través de carteles superpuestos a los nombres de calles y avenidas a lo largo de todo el país (Hernández, 2021). Podían ser activistas, artistas, políticas, madres, hermanas, abuelas, víctimas de feminicidio, víctimas de violencia y mujeres desaparecidas (imagen 6).
Lo relevante de la acción era generar una representación de apropiación y resignificación. De acuerdo con Rovira (2013), esta es una manera de nueva visibilidad, que es una forma de poder simbólico, pues configura la percepción de realidad. Según Butler (2010), las imágenes estructuran a su vez la manera como registramos la realidad, por lo que están estrechamente vinculadas con el escenario interpretativo en el que operamos.
Las acciones convocadas inicialmente en Twitter sumaron a una gran cantidad de mujeres que salieron a la calle a pegar carteles, stickers y pancartas para intervenir calles y avenidas. De ese modo, para la protesta del #8m2021 diversos espacios ya habían sido renombrados. Las evidencias de las acciones se podían ver con los hashtags #TomaLasCallesNoCalles y #8m2021, en los que se apreciaban las fotografías y mensajes de apoyo a estos hechos. Además, el hashtag #TomaLasCallesNoCalles se acompañaba con otros como: #LasCallesTambiénSonNuestras, #8m, #NiUnaMenos y #NiUnaMás (imagen 7).
La relación que guardan estos nodos hace referencia a las movilizaciones, protestas y a la exigencia de justicia. En este caso, de acuerdo con Medina (2014), Twitter se configuró como un espacio para construir redes que permiten a sus participantes configurar una identidad y expresarse públicamente.
En la imagen 7, la relevancia de los nodos por centralidad de grado (las más mencionadas) arrojó el siguiente orden: #TomaLasCallesNoCalles, #8m2021, #LasCallesTambiénSonNuestras, #NiUnaMenos y #NiUnaMás. El grosor de los vínculos, particularmente notables en color verde, indican la relevancia del entrelazamiento entre #TomaLasCallesNoCalles con #AbortoLegalYa y #8m2021, es decir, fueron mencionadas reiteradamente en conjunto, lo que nos enriquece la noción de contiendas multicampo como un fenómeno de constante interconexión de imaginarios y consignas.
Además, las cuentas con mayor difusión de información fueron las relacionadas con el colectivo feminista Lado B (@colectivo_ladob, que realizó la convocatoria), entre las que destacan las siguientes: Nuria Palou, feminista e internacionalista (@nuriapalou10); Adriana Muro, feminista y abogada (@adrianawall); Carla Paucic, feminista, reportera y politóloga (@CarlaPaucic); Raquel Ocaña (@raquelocaaa); Martha Tagle, diputada y feminista (@MarthaTagle).
Los nodos más mencionados en relación con #TomaLasCallesNoCalles fueron: #8m2021, #AbortoLegalYa, #LasCallesTambiénSonNuestras, #DíaDeLaMujer, #8m #LoVamosATirar, #UnVioladorNoSeráGobernador y #VivasNosQueremos.
Derivado de lo anterior, se interpreta que la estructura relacional de las redes expande las bases de la protesta, no solo a través de la apropiación de los espacios digitales y la construcción de formas alternativas de comunicación y organización, sino también mediante el arropamiento de múltiples causas que conforman comunidades semánticas fortalecidas con consignas previas históricamente relevantes, finalmente ensambladas como intervenciones político-discursivas intertextualizadas más allá de las redes. En este caso, relacionadas con las protestas contra los feminicidios y la lucha en favor del aborto, entre otras.
Conclusiones
En este apartado señalamos los principales aportes de este artículo, estructurados en tres dimensiones. Además, puntualizamos algunas de sus limitaciones, así como los posibles rumbos de análisis para fortalecer la interpretación histórico-cultural de las movilizaciones feministas en los tiempos de las tecnologías digitales, como una misión necesaria y colectiva.
En primer lugar, en términos teórico-conceptuales, si bien partimos de un enfoque basado en la tecnopolítica feminista, optamos por aprehender los postulados etnográficos hacia una interpretación de la cultura basada en el trabajo hermenéutico, mediante la codificación de categorías derivadas del propio trabajo analítico. Producto de ello es la noción de contiendas multicampo que, conforme avanzó la interpretación, fue mostrándose no solo en su definición, sino a partir de sus características: se trata de luchas superpuestas, longitudinales, intertextuales e interconectadas.
Consideramos que estas contiendas están superpuestas porque nunca existe una sola a la vez; son longitudinales porque se retoman del continuum de manifestaciones ocurridas en diferentes momentos a lo largo de la historia reciente; son intertextuales a partir de las posiciones discursivas de los diferentes actores involucrados; están interconectadas porque refieren a la lucha feminista en general y suelen acompañarse en un sentido de reivindicación política múltiple y aglutinada.
En segundo lugar, respecto a la metodología implementada, destacamos la puesta en marcha de una etnografía en red, inédita en los estudios recientes de movilizaciones sociodigitales. Se trata de una estrategia que combina los imperativos epistemológicos de la etnografía, a partir de una técnica analítica concreta: el análisis de redes sociales. El objetivo principal en esta dimensión fue enfrentar la masividad y cuantificación de datos propia de los escenarios en línea para indagar con intenciones cualitativas el escenario de las protestas feministas en México, en el contexto del 8 de marzo de 2021.
Como alcance identificamos una enriquecedora diversidad de maniobras de elaboración de bases de datos para superar la visualización de redes exclusivamente a partir de cuentas de usuarios. Las redes han sido elaboradas con tres tipos de categorías nodales: redes heterogéneas desde la perspectiva del actor-red, redes bimodales que involucran tanto cuentas de usuario como hashtags y redes con un solo tipo de nodo: hashtags.
Como limitantes de este tipo de análisis, encontramos la centralización en Twitter (que en términos mediáticos es relevante, pero también es socialmente limitado) y el hecho de que se presenta solamente la etapa de primeras inmersiones, con miras a un análisis multiplataforma y conectivo que detalle con mayor profundidad los procesos de subjetivación política que están detrás de la interacción en las redes.
Finalmente, en tercer lugar identificamos actores y narrativas presentes en torno a tres hashtags: #LeyOlimpia, #UnVioladorNoSeráGobernador y #TomaLasCallesNoCalles. Una de las principales coincidencias en el análisis de las tres manifestaciones fue que los nodos más relevantes fueron políticos, colectivas, activistas y periodistas. La visibilidad de los tuits de estos actores se entiende a partir del capital específico que tienen en y fuera de la red, un aspecto que queda pendiente de evaluarse con detenimiento, sobre todo en lo que se refiere a colectivas y activistas.
En los casos de #UnVioladorNoSeráGobernador y #TomaLasCallesNoCalles, las narrativas se articularon a través de dos grandes posibilidades complementarias para la comprensión de un tiempo feminista. En el primer caso, una enunciación prefigurativa y, en el segundo, mediante un llamado a la acción. Futuro y presente, en conjunto.
Asimismo, identificamos en estas movilizaciones un aprendizaje de formas de denuncia que lograron amplificar la visibilización de las consignas para trasladar la conversación al debate público más amplio. Incluso, como se muestra en el caso de la Ley Olimpia, acompañar procesos de cabildeo a lo largo del tiempo con los actores políticos más importantes del país.
Las constelaciones performativas asociadas a los hashtags revisados aluden a tres campos sociales de análisis (legislativo, político-electoral y del espacio público urbano) que constituyen, a su vez, apenas tres escenarios de confrontación que pudieron identificarse en las protestas sociodigitales del #8m2021.
El muro, utilizado como metáfora del lugar del poder institucional, constituye un sitio con un alto valor hegemónico y simbólico. Por eso es notable la manera en que las activistas lo reutilizaron como lienzo para anotar sus consignas. El despliegue performativo en esos muros recurre al escrache, el renombramiento de calles y plazas, así como a las pintas e intervenciones artístico-culturales. Al ser artefactos sociales, los muros fueron susceptibles de resignificación.
El análisis muestra también narrativas asociadas a los hashtags, que en el caso de la #LeyOlimpia acompañó desde tiempo atrás las movilizaciones por la reforma legislativa para acabar con la violencia digital. El #UnVioladorNoSeráGobernador se articuló fundamentalmente con la de #PresidenteRompaElPacto, la confrontación en el campo político-electoral ocurre aquí a través de la denuncia por la postulación de candidatos con acusaciones de violencia sexual. El #TomaLasCallesNoCalles se acompañó de #LasCallesTambiénSonNuestras, #8m2021, #NiUnaMenos, #AbortoLegalYa, donde la consigna fue el llamado a la acción de tomar las calles, con lo que se enfrentó también el miedo por la constante violencia sufrida por las mujeres en los espacios públicos urbanos.
Las contiendas multicampo, identificadas en este análisis como un fenómeno político feminista longitudinal, traslapado, intertextual e interconectado, se caracterizaron por tejer acciones tecnocomunicativas dentro y fuera de las redes sociodigitales. Habrá que seguir explorando las movilizaciones feministas a través del despliegue de tácticas y repertorios de acción conectiva, que en términos tecnopolíticos pueden impactar la discusión pública y seguir derrumbando fronteras.
Para terminar, retomamos la imagen de una niña -sonriente- suspendida en el aire, volando un papalote frente a un inmenso muro que resguarda el Palacio Nacional, un espacio intervenido con fotografías e historias de víctimas de feminicidio.