El narcotráfico es el comercio ilícito de sustancias que se encuentran prohibidas por la ley, integrando las actividades de cultivo, fabricación, distribución y venta de éstas (UNODC, 2017). Si bien el origen de estas actividades se remonta a principios del siglo XX (Astorga, 2005; Valdéz, 2013), la distinción o señalamiento de las sustancias prohibidas o drogas ilegales, decretados por los distintos estados o gobiernos, ha sido transformada a lo largo de los años, por ejemplo, desde considerar ilegal el comercio de alcohol en los Estados Unidos de América, hasta la reciente legalización de la marihuana en algunos países.
La Organización de las Naciones Unidas a través de su departamento contra la Droga y el Delito (UNODC, 2017), señala que el narcotráfico es una industria que tiene un gran mercado (principalmente en Norteamérica y Europa) que produce millones de dólares anuales en sus distintas actividades. Es considerado como un delito y un problema a combatir bajo dos tipos de discurso, uno “médico - jurídico” y otro “económico - político” (Ovalle, 2005). El primero hace hincapié en que las drogas son un peligro para la propia humanidad dadas sus características de dependencia, nocividad y apertura. Por otra parte, el discurso “económico - político” (Arieta, 2001 en Ovalle, 2005), tuvo su génesis en el momento en que son detectadas las grandes ganancias del narcotráfico. Se señaló el impacto que generaba los miles de millones de dólares de este negocio que llegan a las naciones productoras y consumidoras, provocando corrupción, desmoralización y violencia.
En cuestión de su estructura, el narcotráfico se encuentra organizado en cadenas de mando particulares, llamadas cárteles, los cuales se encargan del comercio de drogas en un determinado espacio geográfico, con una clientela establecida y rutas de trasporte y comercio delimitadas. Respecto a sus actividades, generalmente sobrepasan la fabricación, venta y distribución de drogas, dedicándose también a la extorsión, secuestro, robo y otras formas de crimen organizado (Valdéz, 2013). En el transcurso de la última década, el narcotráfico en México se ha convertido en uno de los problemas más graves y preocupantes del país, incluso, se ha señalado a este periodo como uno de los más violentos en la historia (Animal Político, 2016; Langer, 2015; Proceso, 2016). En dicho contexto, muchos autores coinciden en aludir a la estrategia nacional contra el Narcotráfico emprendida por el expresidente Felipe Calderón como detonante de la violencia y el enfrentamiento entre la policía y las bandas criminales (Moreno, 2014; Moreno & Valdéz, 2016; Pereyra, 2012; Ramírez & Guillén, 2012; Reyes, Moslares, & Paola, 2015). Este incremento de violencia pública y combate al narcotráfico ha provocado distintos efectos sociológicos, psicológicos y hasta económicos en la comunidad mexicana en general, principalmente sobre la percepción de inseguridad y corrupción gubernamental (Ramírez & Guillén, 2012), el cierre de negocios y la migración en las zonas de mayor enfrentamiento. Además de lo anterior, otra consecuencia emanada de la lucha contra el narcotráfico es un mayor acercamiento a la idiosincrasia, prácticas, conductas y cosmovisión de los cárteles y narcotraficantes, en otras palabras, la popularización de la narcocultura.
La narcocultura puede entenderse como las manifestaciones comportamentales, expresiones artísticas y prácticas discursivas de aquellos que presentan un vínculo laboral, familiar o simplemente sentimental con el narcotráfico. Éste fenómeno es popularizado ya que, al convivir los narcotraficantes en sociedad, exteriorizan sus prácticas discursivas, convirtiéndolos en epicentro de cambios y transformaciones sociales y culturales relacionados con nuevas pautas de relación, valores y legitimación. Por tanto, se genera un escenario o entidad sociocultural que agrupa un conjunto de prácticas que se asocian a éste: derroche, opulencia, transgresión, desobediencia y violencia, por mencionar algunas (Ovalle & Giacomello, 2006).
Una de las manifestaciones más evidentes de la narcocultura se expresa a través de la música, en particular de los llamados narcocorridos. Estas composiciones exhiben historias, hazañas o declaraciones de los narcotraficantes, denotando poder, opulencia y supremacía frente al gobierno u otros contrincantes. Los narcocorridos representan uno de los aspectos más importantes en la manifestación de dicha cultura. Como señala Mondaca (2012): Por los narcocorridos pasan los sujetos simbólicos representantes del mundo narco, sus objetos concretos -vestimenta, vehículos, música, joyas, bebidas, celebraciones y más-, sus elementos subjetivos -creencias, valores, códigos, éxito, poder, ilegalidad, fracasos y triunfos-. Pero no sólo eso, los contenidos del género apelan a sentidos de identidad que tengan que ver con la pertenencia, el arraigo, el territorio, los lazos familiares, la lealtad, de códigos, entre otros, que forman parte de un universo simbólico creador y (re)creador de visiones del mundo en términos de una ética y estética (pág. 15).
La popularización de la narcocultura ha sido posible, por un lado, por el actual combate al narcotráfico, la percepción de corrupción del estado mexicano y el crecimiento de los cárteles; por otro, debido al desarrollo tecnológico para la comunicación de información, la creación de las redes sociales y las plataformas de música y video. Incluso, existe un gran número de negocios que comercializan con películas, canciones u objetos relacionados con la narcocultura que generan cuantiosas ganancias debido a su demanda (Schwarz, 2014). La narcocultura representa un problema social dado las implicaciones que conlleva. Su proyección a través de series televisivas, películas y música configura la idea del narcotraficante como héroe, como una persona con poder, dinero y lujos que se ha ganado su lugar a través de actividades éticamente cuestionables. Estas acciones tienen repercusiones sobre la manera en que los ciudadanos perciben y representan al narcotráfico y al narcotraficante, llegando a presentar una admiración, respeto y adoración por los capos, cárteles y sus manifestaciones culturales. Considerando esta situación, la actitud de los ciudadanos hacia el narcotráfico se ve permeada no solo por la manifestación real del narcotráfico mediante sus actividades, sino por el contexto narcocultural que se ha construido socialmente.
Para comprender el posicionamiento de las personas frente al fenómeno del narcotráfico y la narcocultura es preciso abordar el concepto de actitud, el cual hace referencia a las valoraciones que las personas construyen sobre distintos aspectos de la realidad al similar y relacionar la información que reciben del mundo en torno a dimensiones evaluativas. Éstas desempeñan una serie de funciones imprescindibles a la hora de buscar, procesar y responder a la información sobre el entorno, ya que sirven como organizadores del conocimiento, dirigen el comportamiento, consolidan la identidad y la expresión de valores (Briñol, Falces, & Becerra, 2007).
Sobre las dimensiones de dicho constructo, múltiples autores concuerdan en señalar que las mismas tienen una estructura tripartita, a saber, cognitivo (creencias), afectivo (los sentimientos) y conductual (la predisposición a actuar) (Casales, 1989; Fabrigar, MacDonald, & Wegener, 2005). Una actitud, sin embargo, puede manifestarse o no en una conducta, dependiendo de una serie de factores ambientales que favorezcan que aparezca o que, en cambio, se inhiba (Caldera, Carranza, Jiménez, & Pérez, 2015).
Cabe señalar que el estudio de estas se enmarca principalmente en dos aproximaciones teóricas: la Sociocognitiva y la de Representaciones Sociales, ambas se centran en el hecho de que los individuos aprenden unos de otros (Pelcastre, Gómez, & Zavala, 2015). La primera refiere que los individuos aprenden por observación, imitación y modelado, siendo este último uno de los procesos más importantes en su formación, en el cual los aprendices copian los gustos, aversiones, prejuicios y conductas positivas o negativas de un modelo (Pozo, 2000). Por su parte, la teoría de las Representaciones Sociales menciona que las mismas se generan mediante experiencias, información y conocimientos con los que las personas interactúan desde la educación, la tradición o la comunicación (Jodelet, 1986). En especial, esta última perspectiva sostiene que los medios de comunicación masiva tienen considerable influencia en su conformación (Pelcastre, Gómez, & Zavala, 2015).
Por lo anterior, la importancia de abordar la actitud de los ciudadanos hacia el narcotráfico recae en su función como sustento de la conducta (Ajzen & Fishbein, 2005), ya que la actitud hacia el narcotráfico puede determinar el ingreso e integración de los individuos a este tipo de actividades al considerarlo una aspiración o posibilidad de empleo efectiva para mejorar la calidad de vida (De la O & Flores, 2012), siendo los jóvenes y adolescentes la población más vulnerable (Moreno & Flores, 2015). Dado el aumento de conflictos y la popularización de la narcocultura, se ha normalizado la violencia como un aspecto cotidiano o natural, que reduce la sensibilidad ética de las acciones de estos grupos, asumiendo la justificación de su conducta en las circunstancias adversas del país y la borrosa e intangible promesa de una vida de lujos, dinero y poder que en la inclusión hacia el narcotráfico puede encontrarse, generando, por tanto, un posicionamiento positivo hacia éste.
Existen trabajos que abordan el posicionamiento de los individuos frente al narcotráfico y la narcocultura desde muy diversos enfoques y perspectivas. Los estudios encontrados giran en torno a tres aspectos, en primer lugar, los que realizan un análisis sobre el contenido narcocultural, es decir, que el autor realiza un abordaje de producciones artísticas, musicales o literarias donde aspectos del narcotráfico o la narcocultura se encuentran implícitos o explícitos en ellos (Alarcón, 2018; Corona, 2010; Lara, 2004; Maihold & Sauter, 2012; Mondaca, 2012). Estos estudios señalan el papel fundamental que juegan los narcocorridos en el análisis de la narcocultura, así como en otros medios de comunicación, como la literatura y el cine. Además, indican que los narcocorridos mejoran el entendimiento que se tiene del narcomundo y funcionan como guías ideológicas y de conducta, puesto que, de una manera u otra, hacen tangible esa realidad del imaginario social. En el mismo tenor, algunos estudios analizan el contenido misógino, machista y hasta homofóbico presente en las manifestaciones culturales del narco (Bernabéu, 2017; Biron, 2015; Cabañas, 2012; Mondaca, Cuamea, & Payares, 2015; Núñez G., 2017; Núñez N., 2017; Núñez G., 2018; Ramírez, 2010).
En segundo lugar, se encuentran los estudios que abordan, en distintos contextos y poblaciones, la opinión, representación, imagen o memoria colectiva hacia el narcotráfico o elementos de la narcocultura (Almanza, Gómez, Guzmán & Cruz, 2018; Campbell, 2007; Moreno, Burgos, & Valdez, 2016; Moreno & Flores, 2015; Ovalle, 2007; 2005; Reyes, Larrañaga, & Valencia, 2017; Vilalta, 2015). De estos estudios sobresalen los hallazgos reportados por Ovalle (2005), quien analiza las representaciones sociales de un grupo de estudiantes universitarios de la ciudad de Tijuana. Su investigación refiere que éstos expresan un desagrado hacia al narcotráfico, ya que lo consideran como un crimen contra la juventud y una actividad reprobable. Resultados diferentes son señalados por Reyes, Larrañaga & Valencia (2017), quienes en una investigación desarrollada bajo la perspectiva estructural de las representaciones sociales con universitarios de Sinaloa, señalaron la presencia de los beneficios económicos como los lujos, casas o carros que proporciona el narcotráfico como parte de la imagen colectiva del narcotraficante, aunque también aspectos negativos como lo analfabeta, sanguinario, prepotente e inmoral del narcotraficante estuvieron presentes en su representación.
Por último, se encuentran los trabajos que describen los factores que influyen en el mantenimiento, continuidad o permanencia del narcotráfico como la pobreza y la violencia (Cisneros, 2014; De la O & Flores, 2012; Gómez, Almanza, & Ariagor, 2016).
Es de resaltar que la perspectiva de los trabajos citados se encuentra en su mayoría bajo el enfoque cualitativo (predominante de las representaciones sociales) y no se contempla la creación de un instrumento que permita identificar las actitudes de los jóvenes hacia el narcotráfico.
En tal sentido, el objetivo de este estudio fue desarrollar y validar una Escala de actitudes hacia el narcotráfico, para adolescentes y jóvenes, que contemplará la opinión favorable o desfavorable hacia el fenómeno y la valoración de una tentativa integración a sus actividades. Además de ello, el trabajo se planteó como propósito reconocer el tipo de actitudes de la población estudiada, así como comparar a las mismas conforme el sexo y nivel educativo de los participantes.
Método
Participantes
Para la realización del estudio fueron consideradas dos Instituciones de educación superior y una de media superior, todas de carácter público y pertenecientes a la región Altos Sur del Estado de Jalisco. La muestra fue no probabilística, por conveniencia (Hernández, Fernández, & Baptista, 2014) y quedó conformada por 2356 alumnos (568 de bachillerato y 1788 de licenciatura). Considerando el propósito del estudio, la muestra fue dividida aleatoriamente en dos secciones para desarrollar el proceso de validación. Sobre la primera mitad se ejecutó el análisis factorial exploratorio y sobre la segunda el confirmatorio. La media de edad fue de 19.7 años (σ = 2.91); 50.6% de los participantes fueron mujeres y 49.4% hombres. Como criterios de inclusión se señaló la participación voluntaria y el consentimiento informado firmado por el estudiante o sus padres en el caso de los menores de edad.
Instrumentos
Inicialmente se realizó una búsqueda especializada sobre el tema para detectar autores, enfoques y avances en torno al tema de investigación. En dicha búsqueda se evidenció la existencia de estudios que abordaban la representación o imagen colectiva de los jóvenes hacia el narcotráfico y los narcotraficantes, pero no se encontraron instrumentos que analizaran la actitud de estos hacia el narcotráfico. Ante tal consideración, se planteó como objetivo la construcción de una Escala de Actitudes. Previó a la redacción de los ítems se realizó un análisis de los estudios previos sobre el tema, en donde se comprobó una constante permanente en las respuestas de los participantes, es decir, la dualidad entre los beneficios del narcotráfico y los aspectos negativos del mismo. En el polo positivo se encuentran argumentos que señalan las usuras que sus actividades generan, la admiración a los narcotraficantes y el apoyo que éstos brindan a escuelas, iglesias u hospitales con sus ganancias. Por otro lado, en el polo negativo, se mencionan la violencia, la corrupción y la desaprobación de sus actividades, así como la ilegalidad y maldad en sus acciones. Con base en los hallazgos encontrados y la discusión actual sobre el tema, se elaboraron 30 ítems bajo la postura estructural y tripartita de las actitudes (Fabrigar, MacDonald, & Wegener, 2005). La redacción de dichos reactivos incluyó aspectos centrales en la discusión del tema, incluyendo argumentos negativos como la violencia, la corrupción y la venta de drogas, así como argumentos positivos o condescendientes al mencionar el apoyo a las comunidades, la mejora de las condiciones económicas para los involucrados y su inocencia en el consumo de drogas. Adicionalmente se contempló una serie de reactivos que identificaran el interés o predisposición de los respondientes a pertenecer al narcotráfico y la forma en que se identificaban con algunos elementos de la narcocultura. Como primera fase del análisis de validez y confiabilidad, se revisó el contenido del instrumento mediante la evaluación de jueces expertos, donde se incluyeron, modificaron y suprimieron distintos ítems para considerar todos los aspectos en la discusión del tema. De forma conjunta, una pequeña muestra de estudiantes de bachillerato y licenciatura evaluaron la claridad y comprensión de la versión preliminar. Al finalizar esta parte del proceso, la escala quedó constituida por 24 reactivos. La recolección de información se llevó a cabo en los salones de cómputo de cada institución con ayuda de los formularios en línea de Google, con la previa anuencia de las instituciones, los estudiantes y los padres de familia en sus respectivos casos. Al terminar el trabajo de campo se integró la información para continuar con la segunda fase del proceso de validación, la cual consistió en la verificación de validez de constructo mediante el Análisis Factorial Exploratorio (AFE) y Confirmatorio (AFC). Para culminar esta fase se revisó la confiabilidad de los factores encontrados mediante la prueba de consistencia interna alfa de Cronbach.
Finalmente, la “Escala de Actitudes hacia el Narcotráfico”, quedó conformado en su versión final por 17 reactivos y tres factores relacionados: “Rechazo al narcotráfico y los narcotraficantes”, “Apoyo al narcotráfico y los narcotraficantes” y “Predisposición de pertenencia al narcotráfico e identificación con la narcocultura”. El formato de respuesta utilizado fue de escalamiento ordinal (Likert) con cinco opciones de respuesta, de “totalmente en desacuerdo” a “totalmente de acuerdo”. Las propiedades psicométricas del instrumento se muestran en el apartado de resultados.
Procedimiento
En primer orden, se llevó a cabo una entrevista con las autoridades de los distintos planteles educativos. Después de la entrega de consentimientos, los estudiantes contestaron la escala mediante los formularios de Google. Una vez terminado el trabajo de campo, se procedió a realizar el AFE, el AFC y la revisión de consistencia interna. Una vez validado el instrumento, se identificaron las puntuaciones de los alumnos en cada uno de los factores y se analizaron las diferencias entre las actitudes hacia el narcotráfico y las variables sexo y nivel educativo. Se usó el programa SPSS V.20 para el AFE y el análisis bivariado; se utilizó el programa AMOS V.22. para el AFC.
Consideraciones éticas
Previo a la recolección de datos, se presentó una solicitud a los directivos de las instituciones escolares. Posteriormente se entregó un consentimiento informado a los estudiantes. Si éstos eran menores de edad, sus padres o tutores firmaron la autorización. Se les explicó que los investigadores se comprometían a resguardar los datos y solo divulgarlos de manera global con fines académicos, respetando el anonimato de los participantes.
Resultados
Análisis Factorial Exploratorio
El AFE fue ejecutado permitiendo la estructura libre de factores para identificar, sin prejuicios, el número adecuado de componentes. Considerando que los ítems no mostraron normalidad univariada (valores <.05 en la prueba de Kolmogorov) se optó por el método de ejes principales dado que no exige dicho supuesto y que su ejecución, similar al proceso de componentes principales, presenta una matriz de coeficientes que facilita la interpretación (Frías & Pascual, 2012). Los índices KMO (.906) y la prueba Bartlett (p < .000) mostraron que el modelo es apropiado, no presenta esfericidad y tiene una buena adecuación muestral (Hair, Anderson, Tatham, & Black, 1999). Considerando el criterio de autovalores mayores a 1 (Kaiser), se obtuvieron cuatro factores que explicaron el 47.97% de la varianza. Sin embargo, este resultado mostró inestabilidad en el último factor al conformarlo pocos reactivos y de muy baja saturación. Por tal motivo, y aludiendo al Criterio de Cattell sobre el gráfico de sedimentación (Moral, 2006a) se optó por mantener una estructura de tres factores. Dadas las circunstancias se ejecutó un segundo análisis factorial forzado a tres dimensiones mediante el método de factorización de ejes principales con rotación Equamax (Pérez, 2004).
Se estableció como límite de saturación el valor .4 y se suprimieron los reactivos que compartían la saturación principal en otro factor con una diferencia menor a .1; al concluir este proceso la escala quedó constituida por 18 reactivos. En la Tabla 1 se exponen las saturaciones por factor y los reactivos eliminados por baja saturación o compartida.
Tabla 1 Análisis Factorial Exploratorio
Items | Pesos Factoriales | ||
1 | 2 | 3 | |
20. El narcotráfico incrementan los niveles de violencia en mi país | .747 | -.064 | -.129 |
14. El narcotráfico es uno de los problemas más serios que tiene mi país | .682 | -.020 | -.185 |
15. Los narcotraficantes no respetan ni edad ni sexo, agreden a su antojo | .670 | -.068 | -.137 |
23. Es una desgracia que los narcotraficantes hayan corrompido a los políticos de mi país | .658 | -.049 | -.111 |
22. Los narcotraficantes son personas malas | .619 | -.224 | .000 |
5. La sociedad debe combatir con mayor fuerza al narcotráfico | .603 | -.022 | -.186 |
10. Toda persona involucrada con el narcotráfico es un delincuente que debe estar tras las rejas | .600 | -.035 | -.112 |
7. El narcotráfico debe ser repudiado por todos los miembros de la sociedad | .576 | -.098 | -.046 |
12. Me molestaría que uno de mis familiares fuera narcotraficante | .513 | -.050 | -.251 |
3. No me gusta escuchar narcocorridos porque detesto lo que dicen* | .378 | -.054 | -.216 |
13. El narcotráfico mejora la calidad de vida de las comunidades | -.085 | .647 | .171 |
6. Los narcotraficantes son personas honorables porque utilizan su dinero | -.153 | .543 | .139 |
para realizar obras públicas (pavimentado, agua, luz) | |||
11. Los narcotraficantes son personas admirables | -.176 | .528 | .325 |
9. Dedicándose al narcotráfico las personas mejoran su calidad de vida | -.005 | .485 | .194 |
21. El narcotráfico no le hace daño a nadie | -.329 | .455 | .187 |
17. El narcotráfico es una buena opción de empleo para el país** | -.143 | .438 | .366 |
19. Los narcotraficantes no tienen la culpa de que haya drogadictos, cada quien decide si consume o no | -.003 | .424 | -.103 |
8. No me da miedo cuando me topo con narcotraficantes* | .021 | .365 | .059 |
2. El narcotráfico no está acabando con nuestra sociedad* | .039 | .195 | .082 |
4. Tengo la expectativa de ser narcotraficante | -.033 | .315 | .572 |
1. Aceptaría entrar al narcotráfico si tuviera problemas económicos | -.050 | .354 | .546 |
16. No aceptaría ingresar al narcotráfico si me invitan** | .479 | .044 | -.480 |
18. Yo no sería narcotraficante** | .367 | .076 | -.457 |
24. Me gusta escuchar narcocorridos porque me identifico con lo que dicen | -.124 | .327 | .452 |
Nota: Elaboración propia con base en los resultados de SPSS 20; * Ítem eliminado por saturación <.4; **ítem eliminado por saturación compartida
El primer factor se integró por reactivos que mostraban afirmaciones en contra del narcotráfico y los narcotraficantes, acentuando la violencia, la corrupción y las consecuencias negativas sobre la política, la economía y la sociedad en general. Además de ello, manifestaban que éste debe ser perseguido y castigado. En tal sentido, la dimensión se denominó “Rechazo al narcotráfico y los narcotraficantes” y quedó constituido por nueve reactivos (20-14-15-23-22-5-10-7-12). El segundo factor agrupó ítems que manifestaban que el narcotráfico no era un problema y mejoraba las condiciones de los pueblos, sin mencionar que posicionaban a los narcotraficantes como personas admirables e inocentes sobre el consumo de drogas. Ante ello, el factor se nombró: “Apoyo al narcotráfico y los narcotraficantes” y se conformó por seis ítems (13-6-11-21-17-19). El tercer factor incluyó reactivos que evaluaban la tentativa integración del respondiente al narcotráfico, puesto que se cuestionaba sobre la posibilidad de formar parte de éste ante circunstancias adversas o por simple gusto. Además, el factor cuestionaba la identificación con manifestaciones culturales del fenómeno como los narcocorridos. En tal sentido, el factor se denominó: “Predisposición de pertenencia al narcotráfico e identificación con la narcocultura”, quedando constituido por tres ítems (1-4-24).
Análisis Factorial Confirmatorio
Al constatar la ausencia de normalidad, se optó por el método Asintótico libre de distribución (Asymptotically distribution-free) para la ejecución del AFC. Éste se ejecutó en la segunda muestra aleatoria y contrastó tres modelos:
1. El modelo extraído del AFE de tres dimensiones relacionadas (18 ítems)
2. Un modelo unifactorial (18 ítems)
3. Un modelo de tres factores relacionados (17 reactivos, eliminando el ítem 19 para obtener saturaciones mayores a .450 en el AFE)
La bondad de ajuste de los modelos propuestos fue evaluada con ayuda de diversos indicadores. Se utilizó como índices absolutos de ajuste la χ², el promedio de los residuales (RMR), el Índice General de Ajuste de Jöreskog (GFI) y su versión ajustada (AGFI). Además de ello, se utilizó la Raíz Cuadrada de la Media de los Errores de Aproximación de Steiger-Lind (RMSEA) para comparar la parsimonia de los modelos (Moral, 2006b). Los resultados se muestran en la Tabla 2:
Tabla 2 Índices de bondad de ajuste (tres modelos)
Modelo Factorial | X2 | p | GFI | AGFI | RMR | RMSEA |
1. Tres factores relacionados (18 ítems) | 536.41 | .000 | .932 | .912 | .129 | .051 |
2. Modelo unifactorial (18 ítems) | 2607.54 | .000 | .707 | .629 | .145 | .125 |
3. Tres factores relacionados (17 ítems) | 495.91 | .000 | .934 | .913 | .122 | .053 |
Fuente: Elaboración propia con base en los resultados de AMOS V.22
Respecto a la prueba χ2, ninguno de los modelos resultó adecuado al ser estadísticamente significativa (p<.05). A pesar de ello, la prueba pierde confiabilidad cuando se ejecuta en muestras superiores a 200 observaciones (Littlewood & Bernal, 2011). Por otra parte, los índices GFI y AGFI deben oscilar entre .90 y .95, tal como se manifiestan en los modelos uno y tres. Para el índice RMR los valores menores indican un mejor ajuste; nuevamente el modelo tres muestra los mejores indicadores al respecto. Por último, Browner y Crudeck (1993) y Byrne (2001) sugieren que el RMSEA debe ser menor de .08 para tener un ajuste aceptable o cercanos a .05 para obtener un buen ajuste; de forma reiterada, el modelo uno y tres presentan los mejores indicadores.
A partir de los hallazgos en esta fase el proceso de validación, se concluye que el modelo de tres factores y 17 reactivos (eliminando el ítem 19) expone los mejores indicadores de forma parsimoniosa.
Confiabilidad
Como última fase del proceso de validación, se constató la consistencia interna de cada factor con el cociente alfa de Cronbach. La primera dimensión obtuvo α=.861, la segunda alcanzó un valor α=.736 y la tercera reportó un valor α=.704; el puntaje total reportó α=.856. Todos los puntajes obtenidos pueden clasificarse como adecuados (Abad, Garrido, Olea, & Ponsoda, 2006). En tal sentido, al finalizar por completo el proceso de validación, la Escala de actitudes hacia el narcotráfico quedó constituida por 17 reactivos y tres factores relacionados: “Rechazo al narcotráfico y los narcotraficantes” (5, 7, 10, 12, 14, 15, 20, 22, 23), “Apoyo al narcotráfico y los narcotraficantes” (6, 9, 11, 13, 21) y “Predisposición de pertenencia al narcotráfico e identificación con la narcocultura” (1, 4, 24).
Actitudes hacia el narcotráfico
Para analizar las actitudes de los participantes hacia el narcotráfico se agruparon las muestras y se estimaron los puntajes totales y por cada factor. Para facilitar la comparación y la interpretación de los resultados se optó por calcular la media de cada factor (El resultado mínimo posible era de 1.0 y el máximo de 5.0) y crear un puntaje total de la escala (invirtiendo los valores del primer factor para unificar el sentido de los reactivos, por lo que, en tal promedio, un mayor puntaje significa una actitud más favorable hacia el narcotráfico). Los resultados se presentan en la Tabla 3:
Tabla 3 Resultados generales.
Total/Factor | M | D.E. |
Actitud hacia el narcotráfico | 1.98 | .659 |
Rechazo al narcotráfico y los narcotraficantes | 3.65 | .945 |
Apoyo al narcotráfico y los narcotraficantes | 1.35 | .656 |
Predisposición de pertenencia al narcotráfico e identificación con la narcocultura | 1.70 | .723 |
Fuente: Elaboración propia con base en los datos obtenidos de SPSS 20
Si se consideran los puntajes mínimos y máximos puede ubicarse la puntuación media en el valor 3.0 y así segmentar los puntajes para dimensionar e interpretar su nivel. En tal sentido se establecerá el rango de puntuación bajo -negativo en la puntuación total- de 1 a 2.59 (40% del rango teórico), el rango de puntuación media -neutro en la puntuación total- de 2.60 a 3.39 (20% del rango teórico) y el rango alto -positivo en la puntuación total- de 3.40 a 5.00 (40% del rango teórico).
Con base en los apuntes anteriores, se identifica que en la puntuación total “Actitudes hacia el narcotráfico” los estudiantes manifiestan una posicionamiento o actitud negativa hacia el fenómeno de forma consistente (M=1.98; D.E.=.659). Respecto a los factores, en el primer de ellos “Rechazo hacia el narcotráfico y los narcotraficantes” se observa un nivel alto (M =3.65; D.E.=.945). En el segundo caso, la dimensión “Apoyo al narcotráfico y los narcotraficantes” expresa un puntaje bajo (M =1.35; D.E.=.656) y en el tercer y último factor “Predisposición de pertenencia al narcotráfico e identificación con la narcocultura” se registró un nivel bajo de (M=1.70; D.E.=.723). De igual forma, el porcentaje mayor de los estudiantes siempre se encuentra en el polo de rechazo hacia el fenómeno.
Tabla 4 Resultados generales bajo clasificación.
Total | Negativa | Neutra | Positiva | |||
n | % | n | % | n | % | |
Actitud hacia el narcotráfico | 1899 | 80.6% | 420 | 17.8% | 37 | 1.6% |
Factor | Bajo | Medio | Alto | |||
n | % | n | % | n | % | |
Rechazo al narcotráfico y los narcotraficantes | 321 | 13.6% | 549 | 23.3% | 1486 | 63.1% |
Apoyo al narcotráfico y los narcotraficantes | 2177 | 92.4% | 134 | 5.7% | 45 | 1.9% |
Predisposición de pertenencia al narcotráfico e identificación con la narcocultura | 1999 | 84.8% | 274 | 11.6% | 83 | 3.5% |
Fuente: Elaboración propia con base en los datos obtenidos de SPSS 20
Posteriormente se realizaron dos análisis considerando las variables sexo y nivel educativo (bachillerato y licenciatura). En primera instancia, y considerando la ausencia de normalidad en la variable de estudio (p<.05 en el contraste de Kolmogorov con la corrección de Lilliefors), se utilizó la prueba U de Mann Whitney para comparar los resultados según el sexo de los estudiantes. Los resultados se muestran en la Tabla 5:
Tabla 5 Sexo y actitudes hacia el narcotráfico.
Total/Factor | Hombres | Mujeres | ||||||
X | p | r | M | D.E. | M | D.E. | ||
Actitud hacia el narcotráfico | -4.344 | .000 | .08 | 2.05 | .692 | 1.92 | .620 | |
Rechazo al narcotráfico y los narcotraficantes | -1.762 | .078 | .03 | 3.62 | .978 | 3.70 | .912 | |
Apoyo al narcotráfico y los narcotraficantes | -9.236 | .000 | .19 | 1.48 | .749 | 1.24 | .526 | |
Predisposición de pertenencia al narcotráfico e identificación con la narcocultura | -4.884 | .000 | .10 | 1.79 | .764 | 1.63 | .673 |
Nota: Prueba utilizada: U de Mann Whitney. Prueba de tamaño del efecto: r de Rosenthal; Fuente: Elaboración propia con base en los datos obtenidos de SPSS 20
En la comparación, se encontraron diferencias significativas entre hombres y mujeres en “Actitud hacia el narcotráfico” (X=-4.344; p=.000) y en los factores “Apoyo al narcotráfico y los narcotraficantes” (X=-9.236; p=.000) y “Predisposición de pertenencia al narcotráfico e identificación con la narcocultura” (X=-4.884; p=.000). En todos los casos, los hombres manifestaron actitudes más favorables hacia el narcotráfico. Sin embargo, el tamaño del efecto, expresado a través de la r de Rosenthal (recomendado para datos no paramétricos), muestra que las diferencias entre hombres y mujeres son pequeñas, principalmente en el total (r=.08) y el factor de predisposición (r=.10), pero un poco mayores en el factor de apoyo (r=.19) (Coolican, 2009; Grissom & Kim, 2005).
Por último, se contrastaron los promedios según el nivel de escolaridad. Nuevamente bajo la consideración de la ausencia de normalidad, se optó por la prueba no paramétrica U de Mann Whitney para el contraste. Los resultados se muestran en la Tabla 6:
Tabla 6 Nivel educativo y Actitudes hacia el narcotráfico.
Total/Factor | Bachillerato | Licenciatura | |||||
X | p | r | M | D.E. | M | D.E. | |
Actitud hacia el narcotráfico | -13.704 | .000 | .28 | 2.32 | .673 | 1.87 | .618 |
Rechazo al narcotráfico y los narcotraficantes | -11.707 | .000 | .24 | 3.25 | .973 | 3.79 | .900 |
Apoyo al narcotráfico y los narcotraficantes | -12.228 | .000 | .25 | 1.66 | .840 | 1.26 | .554 |
Predisposición de pertenencia al narcotráfico e identificación con la narcocultura | -8.519 | .000 | .17 | 1.95 | .819 | 1.63 | .673 |
Prueba utilizada: U de Mann Whitney. Prueba de tamaño del efecto: r de Rosenthal. Fuente: Elaboración propia con base en los datos obtenidos de SPSS 20
Los resultados indican diferencias significativas tanto en la actitud hacia el narcotráfico (X=-13.704; p=.000) como en los factores “Rechazo al narcotráfico y los narcotraficantes” (X=-11.707; p=.000), “Apoyo al narcotráfico y los narcotraficantes” (X=-12.228; p=.001) y “Predisposición de pertenencia al narcotráfico e identificación con la narcocultura” (X=-8.519 p=.000). En este contraste, el tamaño del efecto presentó valores superiores, indicando que la diferencia entre niveles educativos mantiene una dimensión mediana, principalmente en el total (r=.28) y en los dos primeros factores (r=.24; r=.25). En todos los casos los estudiantes de bachillerato denotan actitudes más positivas hacia el narcotráfico que los universitarios.
Discusión
El narcotráfico se ha identificado como uno de los problemas más importantes de México en los últimos años, dadas las condiciones de violencia, corrupción y desequilibrio que genera en la población. Aunado a ello, la popularización de la narcocultura por distintos factores ha construido una visión distorsionada del narcotráfico y del narcotraficante como un sujeto heroico, con poder, riqueza y opulencia. Estos factores del entorno social tienen repercusiones en la forma en que la sociedad se posiciona frente al narcotráfico, principalmente para los jóvenes, quienes pueden verlo una como una opción de empleo ante las circunstancias adversas del contexto (De la O & Flores, 2012). En tal sentido, la actitud que de este fenómeno se constituye resulta de suma importancia para determinar la integración de los jóvenes a sus actividades (Ovalle, 2005), por lo cual resulta de suma importancia.
En tal sentido, con el propósito de conocer la actitud de dicha población hacia el narcotráfico, se elaboró un instrumento denominado: “Escala de Actitudes hacia el Narcotráfico”, el cual quedó constituido por 17 reactivos y tres factores relacionados. El primer de ellos, “Rechazo al narcotráfico y los narcotraficantes”, se integró de afirmaciones en contra del narcotráfico y los narcotraficantes, haciendo referencia a la violencia, la corrupción y las consecuencias negativas sobre la política, la economía y la sociedad en general. El segundo, “Apoyo al narcotráfico y los narcotraficantes”, se conformó por reactivos que mostraban los beneficios del narcotráfico, indicaban que éste no era un problema y mejoraba las condiciones de los pueblos, sin mencionar que posicionaban a los narcotraficantes como personas admirables e inocentes sobre el consumo de drogas. El último, “Predisposición de pertenencia al narcotráfico e identificación con la narcocultura”, evaluaba la posible integración del joven al narcotráfico, puesto que se cuestionaba sobre la posibilidad de formar parte de sus actividades ante circunstancias adversas o por simple gusto. Además, el factor cuestionaba la identificación con manifestaciones culturales del fenómeno como los narcocorridos. El instrumento mostró propiedades psicométricas adecuadas en las distintas fases del proceso de validación, por lo que puede ser utilizado en la investigación con la certeza de su confiabilidad y validez de contenido y constructo. Además de ello, con el beneficio de su practicidad y breve tiempo de aplicación.
Con relación a la conformación de las dimensiones, el contenido de éstas se encontró claramente diferenciado, permitiendo conocer, por un lado, las actitudes positivas hacia el narcotráfico y los narcotraficantes y, por otro, las actitudes negativas. Además de ello, se conformó un factor que detectaba el interés del respondiente a integrarse al narcotráfico y su identificación o gusto con elementos de la narcocultura, particularmente con los narcocorridos. En tal sentido, esta dimensión permitió detectar con claridad la expectativa de los jóvenes por integrarse en estos grupos, sumarse a sus actividades y denotar su atracción hacia sus manifestaciones culturales.
Respecto a los hallazgos encontrados en la aplicación del instrumento, se puede observar que los estudiantes en general, tanto en la puntuación total como en cada dimensión, muestran una actitud negativa hacia el narcotráfico, un nivel bajo de aceptación y un nivel alto de rechazo. De igual forma, el factor “Predisposición de pertenencia al narcotráfico e identificación con la narcocultura” mostró niveles bajos. Estos resultados son similares a los reportados por Ovalle (2005) quien manifiesta que los adolescentes en general muestran una satanización al narcotráfico. Sin embargo, es preciso resaltar que, a pesar de encontrar promedios bajos, existe un porcentaje de estudiantes que tienen una actitud positiva hacia éste (1.6%), que lo rechaza levemente (13.6%), que lo apoya (1.9%) y que se identifica o ha considerado involucrarse en esta actividad (3.5%). A partir de estos hallazgos, resulta pertinente analizar si el hecho de estar integrados en un entorno escolar es un aspecto protector para los adolescentes frente el fenómeno de la narcocultura, por lo que sería necesario indagar sobre las actitudes de jóvenes no escolarizados y de otros contextos.
En el análisis bivariado de los datos se contrastaron las actitudes de participantes con las variables de sexo y nivel educativo. En el caso del sexo, se encontraron diferencias significativas en la puntuación total (X=-4.344; P=.000; r=.08) y en los factores “Apoyo al narcotráfico y los narcotraficantes” (X=-9.236; P=.000; r=.19) y “Predisposición de pertenencia al narcotráfico e identificación con la narcocultura” (X=-4.884; P=.000; r=.10). En todos los casos, los hombres mostraron una actitud más favorable hacia el fenómeno que las mujeres. Aunque esta diferencia podría deberse al marcado machismo que dentro de sus manifestaciones culturales y prácticas discursivas posiciona al hombre como sujeto privilegiado con el derecho de poseer mujeres (Mondaca, Cuamea, & Payares, 2015), lo cierto es que la diferencia entre los puntajes de unos y otros es relativamente pequeña (manfestado por el tamaño del efecto). Por tanto, es recomendable extender y profundizar los estudios para indagar más sobre la actitud de hombres y mujeres hacia el narcotráfico.
En el caso de la escolaridad, al contrastar las actitudes de los estudiantes de bachillerato y licenciatura se encontraron diferencias significativas en la puntuación total (X=-13.704; P=.000; r=.28) y en los factores “Rechazo al narcotráfico y los narcotraficantes” (X=-11.707; P=.000; r=.24) “Apoyo al narcotráfico y los narcotraficantes” (X=-12.228; P=.000; r=.25) y “Predisposición de pertenencia al narcotráfico e identificación con la narcocultura” (X=-8.519; P=.000; r=.17). En todos los casos, los bachilleres mostraron una actitud más positiva hacia el narcotráfico que los universitarios; adicionalmente, estas diferencias fueron mayores que las manifestadas entre hombres y mujeres. Existen algunos elementos que podrían explicar la diferencia entre ambos niveles educativos, haciendo alusión al factor protector de la educación, al nivel de reflexión que los años de escolaridad pudieran aportar, o al desinterés de incluirse en actividades ilícitas cuando se está desarrollando un proyecto de vida académico. Sin embargo, es pertinente ampliar los estudios al respecto para determinar con mayor seguridad, los factores que generan las diferencias encontradas.
Finalmente, conviene señalar algunas de las limitaciones del presente estudio, refiriendo principalmente el factor de deseabilidad social. Aunque en las instrucciones que se dieron a los participantes se mencionaba el cuidado de los datos, el respeto al anonimato y la confidencialidad para asegurar respuestas honestas y confiables, la delicadeza del tema a tratar pudiera generar en los respondientes la necesidad de mostrarse en contra de un fenómeno claramente negativo y matizar alguna de sus contestaciones. Por último, se sugiere ampliar las investigaciones en otros contextos y poblaciones, tanto para confirmar las propiedades sus psicométricas de la presente escala, como para identificar el rechazo, la aceptación y la predisposición de pertenencia de los individuos hacia dicha actividad; pero, sobre todo, para analizar la relación de las actitudes hacia el narcotráfico con otras variables de índole psicosocial, tales como el clima familiar, la violencia en la escuela, el acoso escolar, el consumo de sustancias u otros aspectos como el nivel socioeconómico, el grado de violencia de la región estudiada y el agrado por el contenido narcocultural de series televisas, novelas y música.