El poeta, ensayista y dramaturgo Federico García Lorca, destacado miembro de la Generación Literaria del 27, nació el 5 de julio de 1898 en Fuente de Vaqueros, en la jurisdicción de Granada, Andalucía. Fue el primer hijo del matrimonio formado por el hacendado Federico García Rodríguez y Vicenta Lorca Romero, maestra de escuela. Después nacieron sus hermanos Concepción, Isabel y Francisco. Federico pasó sus primeros años en un ambiente rural cuyos elementos después se desbordarían en metáforas a través de sus creaciones literarias y artísticas.1
Entre 1906 y 1907 cursó sus estudios básicos. En 1908 viajó a Almería en donde inició el bachillerato. Posteriormente se trasladó junto con su familia a Granada, ahí concluyó sus estudios en el Colegio del Sagrado Corazón de Jesús. En 1914 se inscribió en la Universidad de Granada, para estudiar Filosofía y Letras y Derecho. En esta última disciplina, tuvo como profesor de la materia de Derecho comparado a Fernando de los Ríos Urruti quien lo impulsó en su formación. Durante esta etapa, el joven García Lorca formó parte del grupo cultural y bohemio El Rinconcillo,2 su punto de reunión estaba en el antiguo Café Alameda de Granada, cuyos miembros se integrarían más tarde, al igual que García Lorca, a la Residencia de Estudiantes de Madrid. La estancia madrileña le abrió nuevos derroteros al poeta en diversos campos de la creación literaria y de las artes plásticas. En 1917, redactó un artículo con motivo del centenario del poeta y dramaturgo español José Zorrilla, y a mediados de ese año escribió su primera composición poética Fantasía simbólica, los cuales fueron publicados en el Boletín del Centro Artístico y Literario de Granada.
Un año después publicó su primer libro Impresiones y paisajes,3 que recoge las vivencias de una serie de viajes realizados entre 1916 y 1917 por diversas poblaciones españolas, entre estas Madrid, Ávila, Salamanca, El Escorial, Santiago de Compostela, Medina del Campo, Zamora, Redondela, Astorga, La Coruña, León, Ourense, Sahagún, Lugo, Venta de Baños, Segovia y Burgos. A partir de su incorporación a la Residencia en 1919, Federico García Lorca se vinculó con literatos de gran renombre, como el poeta Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado, así mismo entabló una estrecha relación de amistad con escritores, poetas y artistas de su generación, como Rafael Alberti, Salvador Dalí, Luis Buñuel, José Bello, Emilio Prados y José Moreno Villa, entre otros. En este tiempo surgió su interés por el teatro, la música y el dibujo. De esas inquietudes intelectuales y artísticas, nació su primer drama El maleficio de la mariposa, obra estrenada en 1920 en el Teatro Eslava de Madrid. En ese mismo año publicó poemas en la revista España, que estuvo dirigida por el ensayista y filósofo José Ortega y Gasset.4
Al año siguiente, García Lorca volvió a Granada y se relacionó con el compositor gaditano Manuel de Falla, quien lo impulsó por el sendero de la música. De esa relación surgió su Poema del cante jondo, escrito en 1921 y publicado una década después. En su paso por la Residencia de Estudiantes, inició una desenfrenada y fructífera etapa en la que realizó varias creaciones poéticas y dramatúrgicas. En el primer campo destacan Suites, 1920; Libro de poemas, 1921; Santiago, 1921; Primeras canciones, 1922; Oda a Salvador Dalí, 1926; Canciones, 1927; y la primera versión del Romancero gitano, 1928. Después, escribió Poeta en Nueva York, 1930; Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, 1935; Seis poemas galegos, 1935; Diván del Tamarit, 1936, y Sonetos del amor oscuro, 1936. La obra poética de García Lorca aparece impregnada de metáforas surgidas del paisaje y los objetos que lo rodearon durante su vida.
La cualidad literaria de García Lorca impactó a otros poetas de su tiempo, por ejemplo, una primera apreciación de su estilo fue hecha por el poeta inglés Stephen Spender, personaje que durante la Guerra Civil pasó temporadas en la España republicana y participó en el Congreso Internacional de Escritores Antifascistas celebrado en Madrid y Valencia a inicios del verano de 1937,5 quien al ponderar la poesía lorquiana considera a García Lorca como un poeta alejado de la dependencia del cúmulo de palabras y frases reunidas para alimentar su fantasía y creatividad poética. En un ensayo sobre la poesía lorquiana, advertía que el poeta granadino experimentaba de forma continua el movimiento de su mente para construir torrentes de metáforas surgidas del paisaje y de los objetos que observa e imagina a su alrededor. Así, García Lorca impregnaba su poesía de escenas alegóricas en una acción estética llena de simbolismos de belleza deslumbradora, excitante y de vitalidad infinita.
En la parte medular de la traducción del texto de Stephen Spender, preparada con pulcritud por el nicolaita Eugenio Villicaña Contreras, fluye la palabra de Spender para señalar que:
La poesía de Lorca está llena de objetos. Antes de que un escritor inglés pueda experimentar la influencia de Lorca debe preguntarse… si es que tiene algún contacto viviente con los objetos de la realidad que han producido los objetos de la poesía. La relación entre el lector y la obra de un poeta no consiste en el contacto directo entre el lector y la sensibilidad del poeta. Se trata de una relación triangular entre la mente del lector, la mente del poeta y los objetos que entraron en esas experiencias que han hecho posible su poesía.6
En ese sentido, en opinión de Spender, la sensibilidad estética del poeta granadino destaca por su capacidad de extraer la esencia de los escenarios paisajísticos y los objetos que dan vida al conjunto de metáforas y giros lingüísticos. Así,
El genio de Lorca no consiste solamente en la cristalización de su ambiente español en metáforas de mayor o menor poder y claridad. Su poder peculiar es el de construir en esas metáforas un mundo fantástico que parece poseer una conformidad y una lógica internas, como si estuviese relacionado con, y fuese aún independiente del mundo real. Con frecuencia uno se da cuenta de la doble imagen de sus poemas: la realidad de la cual se alimenta su poesía, y superimpuesta sobre esa realidad e independiente de ella una imagen irreal. El efecto es similar a ciertos cuadros de Picasso en los cuales hay solo imágenes: pinta un retrato de frente y de perfil al mismo tiempo, el perfil superimpuesto sobre el frente. Picasso, como Lorca, posee una fuerza artística vigorosa firmemente entrañada en la experiencia de objetos reales; y, sin embargo, crea algo que no solo es un comentario sobre la realidad, sino que también parece tener su propia existencia independiente. Si yo fuese a darle un nombre le llamaría paralelismo. Con Picasso y con Lorca cobramos conciencia del mundo real y del mundo irreal. Vemos ambos universos en la misma imagen; parecen derivarse de mundos que existen, lado a lado, y que mueven paralelamente el uno al otro por el tiempo.7
Apreciaciones semejantes sobre las características de la poesía lorquiana son descritas por Raúl Arreola Cortés, cuando refiere al mencionar el influjo que ejerció la obra del poeta granadino en otros escritores. Al mencionar al Romancero gitano dice:
Este libro ejerció grande influencia en todo el orden hispano, por la riqueza de sus imágenes y el renovado lenguaje de que hace gala; pronto se hizo popular el Romancero, y su autor fue considerado entre los grandes maestros, entre los creadores con ángel en la poesía de nuestra lengua… ¡pero qué error tomar el Romancero gitano como una obra fácil, de una lengua despojada de artificios, al alcance del gran público! -como nos dice Schonberg en su estudio sobre García Lorca.- efectivamente ese popularismo, esa gracia gitana de los romances lorquianos apenas disimula el lenguaje cifrado; un profundo simbolismo se desprende de cada metáfora.8
Por lo que respecta a las obras de teatro escritas, entre 1921 y 1936, se pueden mencionar, Los títeres de cachiporra. Tragicomedia de don Cristóbal y la señá Rosita, 1922; La niña que riega la albahaca y el príncipe preguntón, 1923; Lola la comedianta, 1923; Mariana Pineda, 1925; Teatro breve, 1928; Viaje a la luna, 1929; La zapatera prodigiosa, 1930; El público, 1930; Retablillo de don Cristóbal, 1931; Así que pasen cinco años, 1931; Bodas de sangre, 1933; Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín, 1933; Yerma, 1934; Doña Rosita la soltera o El lenguaje de las flores, 1935; La casa de Bernarda Alba, 1936; Los sueños de mi prima Aurelia, 1936; La destrucción de Sodoma, 1936, y Comedia sin título, 1936.
En cuanto a la obra narrativa y ensayística escrita por García Lorca entre 1926 y 1936, se pueden mencionar obras como La imagen poética de Luis de Góngora, 1926; Degollación del Bautista, 1927; Degollación de los inocentes, 1927; Suicidio en Alejandría, 1927; Santa Lucía y San Lázaro, 1927; Nadadora sumergida. Pequeño homenaje a un cronista de salones, 1927; Amantes asesinados por una perdiz, 1927; La gallina, 1927; Las nanas infantiles, 1928; Semana Santa en Granada, 1936; Imaginación, inspiración, evasión o La mecánica de la poesía, 1928; Juego y teoría del duende, 1933; Charla sobre teatro, 1935, y En homenaje a Luis Cernuda, 1936.9
Por otro lado, para 1929 tras una batalla espiritual, García Lorca es motivado por Fernando de los Ríos para que lo acompañara a viajar a la ciudad de Nueva York, lugar que lo alentó a escribir su famoso libro Poeta en Nueva York, escrito entre 1929 y 1930, mientras mantuvo una estancia académica de nueve meses en la Universidad de Columbia. Las vivencias que tuvo en Nueva York lo llevaron a dar un vuelco al estilo apacible y romántico de su creatividad poética. La realidad neoyorquina lo impactó, eso se ve reflejado en algunos de sus poemas que se convirtieron en gritos de denuncia sobre el desenfrenado afán de los capitalistas para acumular riqueza a costa de atropellos a otros seres humanos y a elementos de la propia naturaleza. Ejemplos de esa nueva orientación de creatividad literaria son, sin duda, sus poemas “New York. Oficina y denuncia” y “Grito hacia Roma desde la torre Chrysler Building”.10
En opinión de Ramón Martínez Ocaranza, ambos poemas constituyen un:
Testimonio de la miseria moral del usurpador del destino. Se sube al último piso de la torre Chrysler Building, y desde allí denuncia la maldad del gran usurpador lleno de sus anillos y teléfonos de diamantes. Es allí donde Federico se transmigra en un Profeta a la altura de Jeremías e Isaías -por esa crítica a los depredadores de la humanidad- García Lorca es asesinado, tenía que ser asesinado, por el fascismo, por su rebeldía, por su amor a los gitanos, a los negros, a los marginados; por su profunda raíz popular. Federico dijo su verbo por el hombre, como no lo había dicho ningún poeta sobre la tierra.11
Poeta en Nueva York fue un libro que concluyó de escribir en Cuba, lugar en el que además dictó cinco conferencias que tuvieron como recinto el Teatro Principal de la Comedia de La Habana, las cuales fueron: “Imaginación, inspiración y evasión”; “Paraíso cerrado para muchos. Jardines abiertos para pocos: un poeta gongorino del siglo XVII (Soto de Rojas)”; “Canciones de cunas españolas”; “Imagen poética de don Luis de Góngora”, y “La arquitectura del cante jondo”. Mismas que se efectuaron de marzo a abril de 1930. Sus conferencias causaron asombro entre los escritores y artistas que pacientes escucharon sus disertaciones. Años más tarde, escribiría el escritor y político cubano Juan Marinello sobre aquella llegada del poeta granadino al país insular.
Federico, levantó en la Cuba de 1930 el ceño asustado de escritores maduros, presos sin remedio en las maneras transitadas. Las gentes de mejor sensibilidad recibieron con avidez absorta el verso inesperado, y le adivinaron la calidad y la hondura a través de su resonancia popular y de aquella conexión con lo nuestro que lo hacía, de pronto, materia cercana. Por ello se dio el caso, no producido antes ni repetido después, de que un escritor en la etapa ascendente y con lenguaje inusual, fuese recibido en la isla como un valor cumplido, de lograda estatura, de grandeza andadora. Porque es lo cierto que nuestros mejores hombres del año 30 ofrecieron al muchacho presuroso y alegre un homenaje de escritor clásico.12
En 1940, cuatro años después del asesinato de García Lorca, el fundador de la Editorial Séneca en México, José Bergamín, entabló una serie de conversaciones con el editor estadounidense William Warder Norton, en la que se planteó la propuesta de traducir y publicar al inglés Poeta en Nueva York.13 De tal forma que así se hizo y se dio a conocer de manera simultánea una edición en castellano y otra en inglés bajo sellos editoriales distintos en el mismo año.14
Con la proclamación de la Segunda República, en 1931, emerge en el mundo español un giro cultural que dio luz a la creatividad de Federico García Lorca. Ese florecimiento en el ámbito de la cultura dio tierra fértil para la fundación, a través del amparo del gobierno de la República, especialmente del Ministro de Instrucción Pública Fernando de los Ríos, una compañía de teatro universitario que se denominó La Barraca, cuyo objetivo era llevar a las diferentes ciudades y pueblos obras de teatro clásico del Siglo de Oro español, que dirigieron Federico García Lorca y el escritor y guionista Eduardo Ugarte. La idea de formar la agrupación fue concebida por García Lorca, así lo atestigua un testimonio del diplomático Carlos Morla Lynch, quien señaló:
Muy entrada la noche irrumpe Federico en la tertulia con impetuosidades de ventarrón... Se trata de una idea nueva que ha surgido, con la violencia de una erupción, en su espíritu en constante efervescencia. Concepción seductora de vastas proporciones: construir una barraca -con capacidad para 400 personas-, con el fin de salvar al teatro español y de ponerlo al alcance del pueblo. Se darán, en el galpón, obras de Calderón de la Barca, de Lope de Vega, comedias de Cervantes... Resurrección de la farándula ambulante de los tiempos pasados... Aquí Federico se encumbra a las nubes. -Llevaremos -dice- La Barraca a todas las regiones de España; iremos a París, a América..., al Japón.15
En julio de 1936, al estallar la rebelión militar en contra de la Segunda República, el poeta Federico García Lorca seguía desempeñando sus actividades de difusión cultural del Teatro Universitario. Los embajadores de México y Colombia advirtieron el peligro en que se encontraba el poeta granadino, dado que podía ser blanco de la represión desatada por los rebeldes. Le propusieron el asilo en ambas sedes diplomáticas mientras se despejaba la situación, sin embargo, el poeta planeó en un primer momento trasladarse a casa de su familia en su pueblo natal, puesto que la situación en Madrid era ya complicada, pero finalmente resolvió albergarse en casa de los padres de su amigo Luis Rosales, lugar en el que fue detenido el 16 de agosto de 1936 por Ramón Ruiz Alonso, miembro de la Confederación Española de Derechas Autónomas, para luego ser trasladado a Víznar y dos días después ser fusilado sin juicio alguno a pocos kilómetros de Granada, en algún paraje de la llamada “carretera de la muerte”. Nunca se supo dónde quedó el cuerpo del poeta.16
A partir de su segunda década de vida, entre 1927 y 1938, en la Universidad Michoacana surgieron diversas inquietudes estudiantiles que poco a poco fueron perfilando la formación cultural de varias generaciones. Aparecieron agrupaciones que promovieron la publicación de periódicos y revistas de corta o mediana vida en las que recogieron las primeras expresiones literarias, políticas y culturales. Entre las revistas figuran Juventud y Letras nicolaitas, promovidas por el Consejo Estudiantil Nicolaita; La esfera, Garibaldi, Diferente, El deber social y Voces impulsadas por estudiantes del Colegio de San Nicolás, la Escuela Normal y las facultades de Derecho y Medicina.17
En 1926 un grupo de profesores y alumnos universitarios, entre los que figuran Luis Garrido, Salvador Azuela y Francisco Arellano Belloc, fundaron la Academia de Artes y Ciencias de Michoacán, con el objeto de promover la lectura de obras clásicas de la literatura mexicana y universal, especialmente de narrativa y poesía, y así despertar en los nicolaitas el gusto por el teatro y las artes plásticas. Este grupo empezó a publicar en 1928 la revista Mástiles, que dio cabida a colaboraciones de diversos intelectuales mexicanos y extranjeros. En el primer número se incluyó el texto de la conferencia que a fines julio había dado en la Universidad el jurista Fernando de los Ríos con el título “El puente levadizo entre el ideal y la vida”.
A este proceso de renovación cultural de la comunidad universitaria, se sumó la incorporación de nuevos profesores al Colegio de San Nicolás para atender las cátedras humanísticas, entre ellos los abogados, egresados de la Universidad Nacional, Manuel Moreno Sánchez y Rubén Salazar Mallén, quienes introdujeron entre los universitarios nuevas lecturas de autores desconocidos en el medio. A esto se sumó también la llegada de estudiantes procedentes de la Escuela Nacional Preparatoria que buscaban concluir sus estudios de bachillerato en el Colegio de San Nicolás, como León Schloswsky y Enrique Ramírez y Ramírez.18
Así, empezaron a difundirse entre los universitarios las lecturas de novelistas, como Fiódor Dostoyevski, George Orwell, Thomas Mann y Stefan Zweig, y poetas como James Joyce, Ezra Pound, André Malraux, Romain Rolland, Emil Ludwig y Panait Istrati. También empezaron a circular artículos publicados en la Revista de Occidente de autores, como José Ortega y Gasset y Manuel García Morente. Después de 1935 la creatividad literaria de los universitarios se vio palpablemente estimulada cuando pasaron por Morelia, tomando como recinto de enseñanza el Salón de Actos del Colegio de San Nicolás, los poetas Porfirio Barba Jacob, Rafael Alberti, Juan Marinello, León Felipe y Pablo Neruda, así mismo por las enseñanzas que impartía el profesor Rafael C. Haro en sus cátedras de literatura castellana.
La recepción del Romancero gitano en Morelia debió ocurrir en ese contexto de renovación cultural de las generaciones universitarias en los primeros años de la década de 1930. Seguramente circularon contados ejemplares de mano en mano, entre quienes recibían con algún retraso la Revista de Occidente. Dentro del marco de ese ambiente formativo, se discutían artículos sobre temas filosóficos y literarios en las tertulias organizadas en el café de La Soledad, promovidas primero por los profesionistas Luis Garrido, Francisco Arellano Belloc y Salvador Azuela y continuadas después en otros espacios como el café de la terraza del Hotel Alameda, por los profesores de materias humanistas del Colegio de San Nicolás, como Manuel Moreno Sánchez y Rubén Salazar Mallén.19
En los primeros años, los poemas del Romancero gitano circulaban entre los jóvenes universitarios a través de copias escritas a máquina y, según afirma Raúl Arreola Cortés, los poemas eran leídos y recitados en cafés, parques, plazas y cantinas frecuentadas por los universitarios afectos a la bohemia. Al respecto Arreola Cortés señaló:
A nosotros, el Romancero gitano nos llegó en ediciones populares por los años treinta. Nos arropábamos al calor de la poesía lorquiana como quien busca y encuentra un refugio. En los años de la guerra de España, todos fuimos partidarios de la República y en nuestros adolescentes corazones elevamos como una bandera la figura de Federico, nimbado por las luces de la muerte.
Nos conmovía el dramatismo lírico del romance del sonámbulo, y repetíamos en nuestras reuniones:
Verde que te quiero verde,
verde viento. Verdes ramas
el barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Nos arrebataba Preciosa en el aire, y un cúmulo de imágenes surgían de los romances Prendimiento de Antoñito el Camborio en el camino a Sevilla y la Muerte de Antoñito el Camborio. El personaje se nos hizo tan familiar que varios lo tomamos como seudónimo para firmar nuestros poemas en periódicos y revistas. Nos aprendimos de memoria los más bellos y conocidos romances de ese libro… pero ningún otro romance de aquel libro de García Lorca hacía vibrar con tanta fuerza nuestra sensibilidad de adolescentes como La casada infiel. Es comprensible, dada nuestra edad y el apetito de aventuras eróticas que se excitaba con las imágenes del romance.20
La sensualidad y los imaginarios eróticos de los jóvenes nicolaitas se desataban en arrebatos de imaginación al leer a voz a cuello las siguientes escenas descritas por el poeta granadino en La casada infiel:
Yo me quité la corbata.
Ella se quitó el vestido.
Yo el cinturón con revólver.
Ella sus cuatro corpiños.
Ni dardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales con luna
relumbran con ese brillo.
Sus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos,
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de frío.
Aquella noche corrí
el mejor de los caminos,
montado en potra de nácar
sin bridas y sin estribos.
No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo.
La luz del entendimiento
me hace ser muy comedido.
Sucia de besos y arena,
yo me la llevé del río.
Con el aire se batían
las espadas de los lirios.
Me porté como quien soy.
Como un gitano legítimo.
Le regalé un costurero
grande, de raso pajizo,
y no quise enamorarme
porque teniendo marido
me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al río.21
De esa forma, la influencia lorquiana empezó a permear en la creación poética de algunos universitarios. En varias ocasiones, los giros eróticos y los referentes al paisaje impregnan el contenido y la forma de algunos poemas compuestos por los jóvenes que editaban la revista Voces en 1934. Ejemplos de ello, son los poemas Promesa, Idilio y Canción del amor temprano de Humberto Ávalos. El último dedicado a María Luisa Aguilar, tal vez su añorada novia:22
Por la ruta de seda
de tus carnes de nieve,
yo dejé tierna y pura
mi caricia morena,
y la música blanda
de mi beso temprano,
y el perfume de plata
de mi primer espasmo.
En la almohada de la luna
de tus senos pujantes,
como rosas abiertas,
como frutos tremantes,
como medias esferas,
sobre el sol de tu carne,
yo dejé el sello de oro
de mi beso triunfante.
Y tus brazos desnudos
como el tanque del cielo,
semejaban cadenas
con blancura de hielo,
con blancura de azúcar
y fragancia de fuego.
Y tu vientre de cisne
y tus muslos de espuma,
como blancos cojines
de algodón o de pluma,
y tus amplias caderas
que jugaban al ritmo
me enseñaron lo intenso
de robar a la vida
la canción de la carne,
me enseñaron lo intenso
de robar a la carne
la canción de la vida....
Iguales características de sensualidad y erotismo encontramos años después en el poema Juventud.23 En el cual, el poeta Ávalos desata la vitalidad de sus imaginarios:24
Juventud son los lirios
desnudos de tus senos.
Juventud es la rosa de tus labios,
la flor de tus ternuras y tus besos.
Juventud es tu voz,
límpida y clara
que se quiebra en el agua,
musical y jugosa de tu palabra
juventud es la gracia de tu estilo,
el ritmo frágil de tu movimiento,
y la intimidad de tu alma
y la canción del tiempo.
Juventud es la tarde
olorosa a domingo
y risas de muchacha
y es juventud la luna,
con caireles de plata
y dulce canto de una alondra blanca.
Y juventud, belleza inmaculada
estación de oro, Amada:
canción del corazón con esperanza,
Vida y Alma.
En el caso de Marco Antonio Millán, otro miembro del grupo editor de Voces, la influencia de los temas abordados en el Romancero gitano, se advierten principalmente en sus poemas Palabras, Romance a las estrellas y en Siesta. En este último, se desbordan los imaginarios sensuales generados por las alegorías eróticas de los romances lorquianos:
Quiero como blanco encaje
viajero sobre onda inquieta,
que ágiles viajen tus muslos,
sobre mi carne sedienta.
Quiero sentir el azote
de tus sensuales caderas
cual musical latigazo
sobre oro quemado, arena.
Mientras el viento,
canciones en crines de mangle teja,
y esfera de cobre, el sol,
dore la tarde costeña.
Vaivén de palmas, mulata:
-olor vainilla fresca-
de tus ocultos pudores
recorrer quiero la senda.
La influencia de los giros literarios de la obra del poeta granadino, especialmente de la Canción de los cuatro muleros,25 se hacen presentes con claridad en el Romance de los arrieros de Marco Antonio Millán en el que el poeta expresa:
A ras de filo en el cerro,
camina luna morena,
en las altas liras de pino
el viento música cuela.
Por un camino arcilloso
-látigo, copla y dolencia-
arrieros la medianoche
rasgan, subiendo la sierra.
Cándida gacela huye
traspasada de luciérnagas,
de algodón su fuga orlando
agua de cintura esbelta,
los arrieros con talones
malheridos de impaciencia
regando sus pasos van
tras la fatigada recua.
En el periódico La Voz del Campo, que dirigía el licenciado Enrique Padilla y en el que colaboraba el poeta Marco Antonio Millán como jefe de redacción, aparecieron dos romances escritos por Roberto Guzmán Araújo, originario del estado de Guanajuato y formado en las aulas del Colegio de San Nicolás. El primero se titula Romance del agrarista moribundo,26 escrito en la primavera de 1936, antes de que ocurriera el asesinato de Federico García Lorca. En este romance Guzmán Araújo desborda sus emociones a través de giros literarios para describir el drama de los campesinos que luchaban por la tierra y caían asesinados por las guardias de los hacendados:
Resuenan bajo la noche
de amargo cielo cobrizo
agria música de espuelas
de cascos y de gemidos.
A los ayes del jinete
le contestaban los relinchos
sobre la espalda un clavel
de sangre le ha florecido.
Corriendo corre el caballo
cual de un arco desprendido;
la saeta del golpe
deja el aire dividido.
Cien sombras lleva la estela,
cien ‘guardias blancas sombríos’…
va derrumbando el jinete
sobre el talco del camino
rubíes que engarza el viento
en el oro de los trigos.
Cien jinetes ya se acercan
embozados, por el río
cien fusibles humeantes
y las pistolas al cinto.
Por sus ojos lanzan el odio
relampagueantes cuchillos;
gotas de sudor erizan
el barboquejo ceñido.
El segundo romance escrito por Guzmán Araújo, dedicado “a los campesinos del sur”, tiene un sentido distinto, se titula Romance del regreso.27 En él se dibujan los pasos y las voces triunfantes de los campesinos de la tierra caliente michoacana por el rumbo de Huetamo:
Sonando suenen sus ondas
el Balsas peces y estrellas
duermen sin un pie las garzas
veladas por las luciérnagas.
¡Balsas, camino de plata,
pencos de madera!
- ¡Ho mis remeros tostados
Remad con todas las fuerzas!
Mi novia en Tierra Caliente
ha mucho me espera;
¡tal vez creerá que ya he muerto
entre la ruda pelea
en las filas agraristas
luchando por la parcela!
Y el barco trota las ondas,
sabor del viento canela.
La luna se está bañando
en un remanso de arena
caimanes quieren morderle
la espuma de sus caderas…
En La Voz del Campo también apareció un romance escrito por Epigmenio Avilés y Avilés en febrero de 1937. Se trata de La fuga en Atolpo.28 El tema se relaciona con las luchas agrarias que se libraban en ese tiempo:
Es un rancho de Atolpo.
Limpio rumor de cabañas.
La noche, en caballos negros,
mitad de abismos y de alba,
un ‘pial’ le tiende de sombras
a la madrugada parda.
Domingo de sol, domingo
cayó el domingo a la plaza
como un ranchero, luciendo
camisa tibia de manta.
De todos los poetas nicolaitas, Epigmenio Avilés y Avilés es el que más poemas registra con influencia lorquiana. Unas veces sus romances constituyen gritos solidarios de las luchas campesinas y en otras su creatividad literaria si impregna de símbolos extraídos del paisaje, como lo advierte Antonio Ancona Albertos:
Bohemio incipiente, desordenado en el traje, leía con deleite a García Lorca y absorbía gentilmente el ritmo del gran bardo español; el romance eterno. Él y Luis Octavio Madero hicieron bellísima poesía en romance a la manera del cordobés. Y Epigmenio Avilés, el chilpa, loco de entusiasmo, su extremada juventud lo disculpaba, leía, recitaba y creaba… traía en su ilusión las más bellas locuras; el arte y la poética revolucionaria. Iconoclasta, se reía del fanatismo, en lo más íntimo. Y para lo que publicaba, jamás le interesaban los problemas religiosos. Él buscaba, él buscaba la belleza y escribe versos con facilidad: para eso nació.
Tiene voz este poeta a pesar de sus bellas imperfecciones. Ya la vieja retórica no cuenta. Este ritmo cansino de censura perfecta ha pasado a la historia. Y, naturalmente, el pensamiento se mueve mejor, sin perder belleza y armonía. ¿Quién ha logrado la soltura vital de García Lorca? Difícil sería encontrar ahora un poeta como él. Pero los hay que dicen con belleza, con fuerza de expresión, muy poco usada en antaño; y encontramos entre ellos a Pablo Neruda el vigoroso poeta chileno.
Avilés, poeta, es iconoclasta en la vida ordinaria. Y es ligeramente místico en poesía. No misticismo de dioses: misticismo de amor y adoración a su ciudad natal que yo, y cualquier otro hombre, ha de justificar. Morelia, si, es una ciudad de bellos crepúsculos.29
Dentro de esa vertiente lorquiana que retoma como tema poético los girones del paisaje, varios romances de Epigmenio Avilés y Avilés se convierten en cascadas de metáforas como en su Canto al Tepalcatepec:30
De las raíces dura de la tierra,
de su vientre de aroma y de fuego,
con vértice azul naciste ciego
deslumbrante y desnudo entre la sierra.
Uruapan, con su cuna de canela
en jícara de nardo abrió tus brazos
y amarró a tus torrentes, -como espuela-
los astros de tu tribu, hecha pedazos.
Del pecho vegetal creciste niño
coronado de pájaros, de mieles;
rasgaron las estrellas tu corpiño
y la flor del cafeto tus caireles.
Lo mismo ocurre en el romance del Romance de agua morena,31 en el que el poeta expresa:
Sobre mi grito morado
brota un romance de espina,
bañado de colorines
y almendras del medio día,
para decirte que el pecho
de tu gorrión de provincia,
está clavado en la tarde
de tu uruapense sonrisa
que sabe a cántaro tierno
y a dulce canción de chía.
Romance en agua morena,
para tu boca encendida,
para el valle de floreros
que cuido entre tu colina
para quererte y sembrarme
con la raíz de mi vida.
La influencia lorquiana en los poetas nicolaitas fue señalada por primera vez en 1935, aunque en forma tímida, por Luis Octavio Madero en el poemario El polvo del silencio de Epigmenio Avilés y Avilés publicado en 1936, que incluye poemas como Romance de noche y mar, Romance de mi pueblo, Romance de la tarde, Romance a unos ojos, Romance a clara, Romance del río, Romance a la negra, Romance del pañuelo, Romance del circo y Romance de ronda y plata. Con ciertos titubeos Luis Octavio Madero apunta en el prólogo que escribió al poemario El polvo del silencio,
La poesía de Avilés y Avilés no puede ser materia de un fichero clasificador. Es una y múltiple. Una en su composición, cuando el poeta apunta su personalidad, y múltiple en su ejecución porque el artista se halla en el vértice de todas las escuelas literarias, sin aceptar ninguna, ya que en ninguna puede poner órbita a su vuelo. Encuentra en todas las escuelas pistas de plata para sus pasos de platino.
Sí… acaso…, García Lorca trasluce de trecho en trecho sus influencias. Pero ¿no será esto un simple fenómeno de eufonía, porque el Romance Español como el Romance Criollo suenan en una misma pauta y así pueden parecerse tanto a los romanceros del Siglo de Oro a los del Siglo del Acero?; como los romanceros gitanos a los castellanos; como García Lorca a Epigmenio Avilés o Epigmenio Avilés a García Lorca.32
Después, el mismo Luis Octavio Madero asumiría la influencia lorquiana al escribir su célebre Romance del bien perdido:
Y me preguntó la niña
llorando y riendo a la vez:
qué andas buscando señor,
con el corazón en alto
como antorcha de dolor
Y no lámpara de fe…
Y la mirada enredada,
-húmedo listón-, al pie?
En esa misma línea es patente la orientación literaria de García Lorca en el Romance de la noche pueblerina del poeta Rubén C. Navarro.33 Más adelante encontramos las huellas de los romances lorquianos en las composiciones poéticas de Lucas Ortiz Benítez34 premiadas en los Juegos Florales de 1941 al conmemorarse el IV Centenario de Morelia.35
Otro ejemplo significativo de la influencia literaria de Federico García Lorca se ve en varios poemas del joven normalista Raúl Arreola Cortés. Sobre todo, en Poema a una miliciana española que radica en México, en A Pátzcuaro, en el Canto contra la traición, en el Romance del pescador y la Imitación en tu alabanza de un antiguo romance castellano, contenidos en sus Apuntes de un aprendiz.36 Y después, en el Romance a las calles de Morelia, con el que ha figurado en varias antologías.37
En la obra poética de Arreola Cortés, se advierte más que en otros autores la influencia y los giros literarios de García Lorca. Por ejemplo en los versos del Romance del pescador, en el que saltan en metáforas elementos acerca de los objetos y paisajes recreados en algunos poemas del Romancero gitano, como en las expresiones “vendo pescadito fresco,/pescado en noche de enero,/su carne es blanca muy blanca/como una luna, y sus ojos/son pedazos de lucero”, al principio del poema o al final del mismo en donde se remata: “vendo pescadito fresco,/pescado en noche de enero,/la caricia de su carne/tiene tentación de lunas/y el brillo de cien luceros”.
En dos de los romances de Arreola Cortés se advierte el tono elegiaco para desplegar emociones en forma de gritos de protesta, como en el romance dedicado A Maximiliano Ramírez, un destacado dirigente de la Federación Juvenil Revolucionaria de Michoacán, asesinado en Morelia en abril de 1939, cuando volvía del Congreso Nacional de la Unidad de la Juventud realizado en la Ciudad de México:
Cuando pase la ola furibunda
de odio, de mentira y de venganza,
que acalla nuestra pena más profunda…
Cuando el añil del cielo se haga claro
y pase para siempre la tormenta
y el mar de las pasiones esté en calma…
Cuando no haya quien ose en salpicar
del lodo, tu memoria luminosa
de mártir de la lucha proletaria…
Entonces gritaremos tu recuerdo
por todos los confines de la sierra
y serás para nuestros labriegos
bandera de esperanza en la siembra.
Acicate serás contra los ricos
contra los poseedores de la tierra,
los que han explotado al indio campesino
y gozan al final de la cosecha…
Sin embargo, la influencia del poeta granadino se advierte con mayor fuerza en el Poema a una miliciana española radicada en México, dedicado a Candelaria Gracia Pina, una joven aragonesa que llegó a México como asilada política en compañía de su madre y sus hermanos con quienes se establecieron en Morelia y abrieron una casa de asistencia que era centro de reunión de los exiliados republicanos asentados en la capital michoacana.38 En el poema se desbordan las emociones y las simpatías de Arreola Cortés por la joven española:
Ayer que la traición correspondía
con el odio de todos los tiranos
y en asquerosa maridaje estaban
los moros resguardados por cristianos
y en Roma y Berlín se repartía
la sangre del cantor de los gitanos…
Ayer que en las trincheras te encontrabas
ofrendando la vida por tu pueblo,
llena de musicales rebeldías,
entera y firme voluntad de hierro,
mientras el enemigo combatía
con banderas extrañas en tu suelo.
Ayer que hasta las piedras conmovía
el llanto de las madres españolas
y en toda la península encendía
un odio fuerte contra Franco y Mola,
porque a España en su vasta miserable,
ante el fascismo con traición vendían.
Ayer cuando tus manos encontraste
la lanzadera transformada en rifle
y abandonaste tu taller en fuga,
deseosa de aplastar a los reptiles,
que querían una España de burdeles
para el imperio y solaz de gachupines.
Entonces te admiré como hoy te admiro,
hoy que los cielos de mi patria cubren
tu inquietud libertaria de española,
valerosa mujer que en las trincheras,
de Madrid detuviste al enemigo
y en el Ebro lograste la victoria…
Por esos años Arreola Cortés escribió un poema en el que emergen emociones encontradas acerca de las luchas sociales, una mezcla de desesperación y esperanza. Se trata de su Romance a las calles de Morelia:39
Madre, se han muerto las calles
de la Ciudad de Morelia;
se han muerto de pura tristeza,
se han muerto de puro viejas
Ven, asómate al balcón
y las veras que están muertas,
ni un ruido ni una canción
turban su calma desierta.
Por entre agudos guijarros
crecen los hilos de la hierba
y el ángelus de la tarde
llora en silencio sobre ellas.
¿Quién hará ahora las calles
de la ciudad de Morelia?
Las harán los proletarios
con sus pies sobre la tierra,
pies descalzos, pies en marcha
hacia conquistas supremas,
pies que van haciendo calles,
cara a cara, piedra a piedra,
llenas de luz para el gusto,
de aire para la protesta.
¡Oh, calles de la barriada,
De lucha, sangre y tragedia!
Hubo muchos compañeros
muertos en la última huelga.
Madre, con la hoz y el martillo
hemos de hacer calles nuevas;
las de antes ya no se servían,
eran aburridas, lentas,
con letreros de cantinas
y anuncios de Cine Eréndira
en los que se ve a Clark Gable
besando a una vampiresa.
A un lado la catedral,
a otro lado la plazuela
con música los domingos
y olor a nardo y violeta.
¡La estampa de la provincia,
tan pacata, tan ingenua!...
Desfilan los sindicatos
en silencio, en línea recta,
bosque de puños cerrados,
rumor sordo de marea;
detrás pasan las milicias
rojas, juventud y fuerza.
En cada esquina hay un mitin
bajo un cielo de banderas.
Cantan la Internacional
y cantan la Marsellesa,
por la libertad del mundo,
contra el fascismo y la guerra,
por el triunfo de la vida
pura, libre, grande y bella.
Y en esta hora formidable,
en esta lucha sin tregua,
vivo han de dejar su nombre
en las calles de Morelia.
De las influencias poéticas de Federico García Lorca, en su propia creatividad literaria, Arreola Cortés se convirtió en uno de los primeros estudiosos de la obra literaria del poeta granadino. En 1942, a petición de Federico de Onís Sánchez, Arreola Cortés escribió un artículo en el que aborda las influencias lorquianas en la obra literaria, Poesía y teatro, del escritor tlaxcalteca Miguel N. Lira. El texto titulado Influencias lorquianas en Miguel N. Lira fue publicado en el verano de ese año en la Revista Hispánica Moderna que se publicaba en Nueva York.40 Las influencias de la poesía de Lorca en la obra de Miguel N. Lira las advierte Arreola Cortés principalmente en la estructura y contenido de los corridos sobre Domingo Arenas,41 Cirilo Urbina y Catarino Maravillas y Máximo Tepatl a las que se incorporan elementos que provienen de los romances El prendimiento de Antoñito el Camborio y en el Llanto por Ignacio Sánchez Mejías. Después con algunos retoques el texto de 1942 dio forma a uno de los capítulos de un amplio estudio acerca de la vida y obra del escritor tlaxcalteca.42
En el artículo de 1942, Arreola Cortés resalta los registros temporales de algunos poemas que contiene el Romancero gitano que hacen énfasis en la ubicación de las escenas que se hace referencia. En esa ocasión afirmaba que,
Encontramos en el vigoroso romance de La casada infiel del Romancero gitano de Federico, a parte del tema, ya y tratado por viejos romanceros una semejanza en el modo de iniciarse citando claramente el día del suceso: Mañanita, mañanita, mañanita de San Simón; Fue la noche de Santiago. Y además de ese pasaje picaresco en el que se asienta la culminación del amoroso trance: ¿Dónde pongo esta chaqueta? Él en la percha la colgó. ¿Dónde pongo estos calzones? En la silla los dejó. Yo me quite la corbata. Ella se quitó el vestido. Yo el cinturón con revolver. Ella sus cuatro corpiños.43
En cuanto a los giros lingüísticos de la poesía lorquiana, sobre todo cuando inspira la construcción de metáforas semejantes en otros poetas, Arreola Cortés señala que de la poética de García Lorca se desprende “un mundo fantástico, de símbolos, asociaciones y elipsis que se mueven en los poemas lorquianos especialmente en el Romancero gitano. Estos al trasplantarse a otro cuerpo de poesía como la mexicana, lo que se toma es tan solo el ropaje, la fermosa cobertura, mientras lo esencial permanece ligado a la vida íntima del poeta creador”.44
Por otro lado, encontramos claras influencias literarias de Federico García Lorca en varias creaciones poéticas del profesor Tomás Rico Cano, autor de varios romances dedicados a su natal Uruapan y a la ciudad de Morelia. Los primeros dan forma al opúsculo titulado Romance de amor a Uruapan45 y en otro publicado con el nombre de Tres romances morelianos.46 En el romance dedicado a la capital michoacana, Rico Cano a través de metáforas y giros lingüísticos recorre verso a verso los rincones emblemáticos de la ciudad, a la que se siente atraída por la riqueza histórica y cultural de sus calles, plazas y edificios públicos:
¡Como me gustas, Morelia!
de noche y de madrugada;
¡qué diáfana tu sonrisa
al aparecer el alba!
Cómo me gusta tu luna
que en espigas se desgaja,
cuando el silencio ilumina
las voces de tus miradas.
De madrugada y de noche,
con derrotas y esperanzas,
en el corazón te llevo,
Morelia de las campanas.
Morelia, como me gustas
sin artificios, sin alhajas,
desnuda, con tus pregones
y tu cantera lavada.
Como me gustan tus calles
que con el campo se abrazan;
y tus torres y tus cúpulas
como flechas disparadas.
Ausente, traigo el recuerdo
de tus normalistas aguas;
de tus altas camelinas
que se encienden como lámparas.
Ambas piezas poéticas figuran en varias antologías de la poesía michoacana.47 Otro ejemplo del influjo del cantor de los gitanos en la poesía de Tomás Rico Cano lo vemos con claridad en su Romance adolescente, que recoge alegorías del Romance sonámbulo de García Lorca, en su lírica, Rico Cano expresa:48
Verde vestido y tres ojos
-viejo color de esperanza-
verde la luz de la tarde
con leve temblor de lágrimas.
Tus negras trenzas caían
humedeciendo tu espalda
eran un par de serpentinas
de sombra brillante y clara.
Tus senos adolescentes,
morenos, limpios, -¡dos dardos!-.
Temblaban bajo el vestido
cuando te besé las manos.
Bajaste luego los ojos
encendidos de recato.
Las campanas de la iglesia
llamaban triste, al rosario.
Un último ejemplo de la influencia literaria de García Lorca en los poetas universitarios lo encontramos en el Romance de julio, escrito por José López Rodríguez, bajo el seudónimo de José Grizel, para rendir homenaje a los estudiantes universitarios Armando Abarca Torres y Agustín Abarca Xochihuatl, caídos bajo las balas disparadas por las fuerzas de seguridad durante el célebre movimiento estudiantil universitario de 1949.49El Romance de Julio,50 se muestra impregnado de tonos elegiacos extraídos del Romance a la luna, luna, así como el dedicado a La muerte de Ciria y Escalante, incluso de El cante jondo, en el que las flores de nardo representan la inocencia, pero a la vez su perfume se asocia a la costumbre de la canción de los elegidos en el martirio:
Flores de nardo cayeron
cabe la rúa moreliana
y sus baldosas tiñeron
con sabia roja y temprana.
Eran sangrientos fusiles
los que en la noche ladraron
y para segar los abriles
a la justicia burlaron.
Cabe la noche morena
los arcabuces tronaron
y entintando bien la arena,
dos corazones robaron.
Eran las diez de la noche
cuando los niños cayeron;
eran las diez de la noche
cuando los héroes murieron.
Dos corazones de nardo,
que al reventar sus botones
dieron perfume alborada
de libertad y canciones.
Y esa noche se fueron
cantando himnos y hosannas.
Los Nicolaitas partieron
al clamorear las campanas.
En otros romances, José López Rodríguez rememora las luchas estudiantiles de los nicolaitas. Por ejemplo, en El canto de las piedras,51 escrito en 1943, el poeta expresa:
Las piedras,
piedras de la vereda,
piedras de la montaña
que ríen a carcajadas
en los motines.
Piedras negras,
piedras blancas,
piedras rojas,
piedras multicolores,
piedras de los volcanes
que fueron fuego
que fueron lavas de la montaña.
Rocas,
que cantando aleluyas
en las manos y en las ondas
se columpian jubilosas
añorando la victoria.
Piedras constructoras,
piedras que en las manos
de los hombres
se convierten en protesta
y en justicia.
Oh las piedras nicolaitas
que vistiéndose de rojo
de la sangre de traidores
se engalanan en la fiesta
de la lucha libertaria.
Por otro lado, Marco Antonio López observa la influencia lorquiana en algunos poemas de René Nieto Caballero, como en La visita, Rezo de estrella y rosa y, sobre todo, En los llanos de Antúnez:52
¡Hay que se fuga el río!
lo están mirando
los sabinos y los sauces
y este trapiche anciano
que llora azúcar.
En varios momentos de la primera década de la ausencia del cantor de los gitanos, los universitarios nicolaitas agrupados en círculos literarios y culturales promovieron emotivos recordatorios de la herencia poética lorquiana. Así, en el verano de 1942 los editores de la revista Voces, dieron a conocer un fragmento de un discurso pronunciado por Pablo Neruda, bajo el título de Canto de libertad y laureles, en uno de los homenajes a García Lorca en el que el poeta chileno expresaba:
Hoy vengo aquí lleno de dolor y de cólera a dejar, no una lagrima más, no una corona más, sino el látigo resplandeciente de venganza. Hoy el mundo entero se levanta contra sus asesinos. El campesino de Francia, el ciudadano de Praga, el obrero de Noruega, el marinero de Rusia y de México, la tierra entera pone el dedo en la llaga, la tierra entera sangra por donde sangro el dulce hermano del mundo, por Federico García Lorca, y en nombre de la libertad del mundo, estamos hoy reunidos aquí como en todas las naciones, como en todos los minutos de esta edad terrible.
Un muerto más que hemos evocado, un muerto que no quisiera, que no hubiera querido ser llamado esta noche, porque su rostro asesinado tiene muchos reproches que hacer al mundo entero, al entendimiento de todos, de todos vosotros, los que aquí lo escuchasteis, los que por una vez pusisteis vuestro oído junto a la tierra palpitante donde su corazón se posa sangrante y tembloroso.
No es mi boca, es la suya, son los labios de su herida los que preguntan en esta noche: ¿qué habéis hecho para libertar su dulce y viviente corazón asesinado?53
Años después, en el verano de 1945 los editores de Pliego, también se sumaron a los recordatorios anuales de la trágica muerte del poeta granadino. En ese contexto, el poeta y periodista Ezequiel Calderón Gómez recordaba:
Por estos días se cumplirán diez años de la muerte del poeta Federico García Lorca. Los amantes de la libertad nunca podremos olvidar esta fecha, hasta ahora imprecisa en cuanto a la exactitud temporal, pero precisa en cuanto su sentido y trascendencia.
Desde principios de 1936 el aire tibio y fértil de España, de la verdadera España, se enrarecía y se presentaba cargado de presagios. Nadie podía sustraerse a estos prenuncios y anuncios de odio y destrucción que anticipaban la presencia de la España y feroz y cainita. Todo mundo tomaba posición a lado del pueblo para rechazar la posible confiscación y usurpación del alma y las conciencias españolas. Los verdaderos intelectuales de España se alinean en su trinchera para defender con sus armas a su pueblo. Sin embargo, Federico García Lorca, exteriormente nunca hizo del amor a su patria y a sus hombres forma política ninguna.
Sobre su muerte se ha conjeturado mucho. La noticia de ella se dio en Madrid el 9 de septiembre de 1936 […] Lorca inmediatamente se levantó de su tumba desconocida; su muerte corpórea acrecentó su popularidad; se lee con mayor pasión, se le estudia, se le traduce a lenguas extranjeras y, sobre todo se convierte en el símbolo de una España que vive bajo el oprobio y la opresión, pero que felizmente va ganando la luz, como escribiera más tarde el otro gran poeta español que se llama León Felipe.54
Los editores de Pliego se mantuvieron atentos a todo lo que se difundía acerca de la obra del poeta. En el número 23, de noviembre de ese año incluyeron el poema Soledad, escrito por García Lorca como homenaje a fray Luis de León. También dieron a conocer un amplio comentario acerca del libro Poemas póstumos, Canciones musicales, Diván del Tamarit, que se acababa de publicar en México. Al respecto, decían:
Algunos poemas de los seleccionados por primera vez en este libro ya los conocíamos, a través de las páginas de la Revista Hispánica Moderna que dirige don Fernando de Onís; tal como es el caso de gran parte de las canciones musicales: Canción de las tres hojas, Café de chinitas, Los cuatro muleros, Tres morrillas de Jaén y Nana de Sevilla; de los cuatro sonetos que ahora se publican conocíamos En la muerte de José Ciria y Escalante, y aquel otro Largo espectro de plata conmovida el viento de la noche suspirando. También ya eran conocidas muchas gacelas y casidas que integran el Diván de Tamarit.
Aquí en este libro, reafirmamos nuestra admiración hacia Federico, quien siempre nos revela su maravillosa calidad poética. Sus poemas reunidos en este volumen han sido recolectados entre sus amigos personales, pues, como es sabido, él siempre fue refractario a la publicidad, siendo siempre sus compañeros admiradores quienes preparaban las ediciones de sus dramas y poemas.
Después del rescate de la Casa de Bernarda Alba y los poemas de la presente edición falta aún mucho por recuperar; por ejemplo ¿Dónde están los originales del Maleficio de la Mariposa y de su última obra teatral El teatro? Esperamos la reconquista de España, la cual seguramente servirá para reunir la obra completa del gran poeta granadino, para quien la muerte fue pequeña, insignificante, frente a su grandeza: Una muerte y yo un hombre. Un hombre solo, y ella una muerte pequeña.55
En los años siguientes, el interés por la obra lorquiana se mantuvo vivo entre los universitarios. En 1950, estudiantes y profesionistas agrupados en torno a la revista La Espiga y El Laurel, promovieron otro recordatorio de la vida y la obra del poeta. En esa ocasión, invitaron al poeta Pedro Garfias para que hablara de la poesía de García Lorca, en el Colegio de San Nicolás. Garfias llegó a Morelia el 22 de mayo y fue hospedado en el Hotel Morelos. Su propietario Germán Figaredo, admirador de la poesía de Garfias, le franqueó la entrada libre a la cantina La Puerta del Sol, sin costo alguno. El poeta vivía atrapado en el trauma del exilio, añoraba volver a su amada tierra andaluza, pero sin la presencia de los tiranos, que gobernaban a España. La tragedia vivida a raíz del estallido de la Guerra Civil mantenía su espíritu sensible en un estado de permanente agitación emocional y encontraba refugio en la bebida.
La tarde del 24, poseído por la embriaguez, Garfias habló ante los universitarios de la obra literaria de Federico García Lorca y dejó sorprendidos a los promotores de la velada literaria y arrancó prolongados aplausos de los asistentes. Raúl Arreola Cortés, años más tarde recordaba que,
Una de sus grandes enseñanzas fue su equilibrio espiritual, pues en ocasiones, aunque estuviera completamente ebrio, su charla y su prodigiosa memoria no sufrían mengua. Al contrario, parecía que, a mayor dosis de alcohol, su inteligencia esplendía, y era cosa de oírle repetir y analizar la poesía de los clásicos a los que estudió amplia y profundamente […] Una noche tuvimos que cargarle para acomodarle en la mesa del Salón de Actos del Colegio. Era el miércoles 24 de mayo. Hablaría esa noche de García Lorca. Muchos pensamos que, dado su estado, no iba a decir nada coherente; pero cual sería nuestra sorpresa cuando aquel hombre pronunció una de las mejores conferencias que hemos oído sobre el poeta granadino.
Garfias le había conocido, había sido su amigo y admirador, y esa noche afloró su sensibilidad de poeta, recordó y analizó los poemas y las obras de Federico, nos presentó su vida con duendeo y con ángel, su fe republicana y la crueldad de su sacrificio. Al recordar la muerte de García Lorca, Pedro Garfias lloró e hizo que todos sintiéramos el peso de la sangre derramada por la antigua España.56
Más adelante, en el verano de 1966, al cumplirse tres décadas de la muerte de García Lorca se le rindió un homenaje en el Salón de Actos del Colegio de San Nicolás. Esta vez se trató de una conferencia y recital a cargo del poeta Ramón Martínez Ocaranza, quien con desbordante emoción recordó sus primeros encuentros con la obra literaria del poeta granadino y dio lectura a algunas composiciones contenidas en el Romancero gitano. El recital tuvo una dedicatoria especial a la señora Matilde Lafín, viuda del doctor Rafael de Buen, recién fallecido en mayo de ese año en Morelia. Años después, en 1998 al conmemorarse el centenario del nacimiento del poeta, el historiador Raúl Arreola Cortés preparó una serie de ensayos sobre la obra literaria lorquiana que fueron agrupados en el libro de El tema de la casada infiel, en la tradición literaria hispano-mexicana como homenaje al poeta granadino.
A manera de conclusión, podemos decir que la influencia literaria del poeta granadino Federico García Lorca se manifestó en la creatividad poética de varias generaciones de universitarios que cursaron sus estudios en el Colegio de San Nicolás entre 1930 y 1950. Esa influencia se deriva principalmente, de la lectura del Romancero gitano, que empezó a circular en Morelia a través de la Revista de Occidente, que se leía y comentaba en los círculos literarios promovidos por algunos profesores jóvenes del Colegio, entre ellos, Luis Garrido, Salvador Azuela, Francisco Arellano Belloc, Rubén Salazar Mallen y Rafael C. Haro y más adelante, por la lectura de diversas ediciones populares del Romancero, especialmente la de Espasa Calpe. En ocasiones, ante los pocos ejemplares disponibles en librerías y bibliotecas, los poemas de García Lorca circularon en copias escritas a máquina entre los jóvenes nicolaitas, quienes los aprendían de memoria y recitaban en cuantas ocasiones les era posible. La admiración por la obra del poeta granadino, sobre todo, después de su asesinato en agosto de 1936, despertó su simpatía por el gobierno republicano español y más adelante por los intelectuales que llegaron a México en 1939, al concluir la Guerra Civil Española.
La huella literaria de los romances de García Lorca que más influyeron las creaciones poéticas de los jóvenes michoacanos se dio principalmente a través de las metáforas contenidas en El cante jondo, el Romance sonámbulo, Romance de la luna, luna, Preciosa y el aire, la Canción de los cuatro muleros, Romance de la pena negra, sobre todo en La casada infiel y en algunos contenidos elegiacos como en Reyerta, El prendimiento de Antoñito, el camborrio en el camino a Sevilla, la muerte de Antoñito el camborrio, sobre todo en el Romance de la Guardia Civil Española y el poema dedicado a La muerte de Siria y Escalante. Los poemas escritos por los jóvenes michoacanos receptores de la obra literaria lorquiana permanecen dispersos, en su mayoría en periódicos y revistas estudiantiles, muy pocos están recogidos en antologías, esto ofrece un prometedor campo de estudio para futuras investigaciones históricas y literarias.