Introducción
Por algún tiempo, herramientas metodológicas como historias de vida, narrativas analíticas, prognosis y otras consideradas como conocimiento especulativo, han sido mayoritariamente ignoradas por científicos sociales para los que solo servían las herramientas de la economía y las matemáticas, dando cierta exclusividad a lo cuantitativo en sus investigaciones y generando una dominación de este enfoque. Es pertinente señalar aquí que no consideramos que un método sea mejor que otro, pero si disentimos de la corriente mayoritaria que privilegia uno sobre el otro. Tal y como lo describen Brady, Collier y Seawright cuando reconocen un método cuantitativo dominante en ciencias sociales como enfoque basado en el empleo de análisis de regresión y técnicas relacionadas.1 En muchas ocasiones, la interpretación de la evidencia estadística deja mucho que desear y el enfoque ha tenido sus críticos por los resultados arrojados.2
El análisis político no corre con mejor suerte porque ha sido dejado de lado por considerarse también conocimiento especulativo. La ciencia política, o mejor dicho los politólogos partidarios de la matematización, lo consideran un asunto menor, sin reparar en su valor científico. Este abandono ha permitido el manoseo del análisis político por cualquiera, hundiéndolo aún más en la indiferencia de los profesionales. En este sentido, Hirst ya lo anunciaba cuando considera “la hegemonía de la ‘ciencia política’ al estilo americano”3 como uno de los peligros que la disciplina enfrenta, esto porque observa en dicho modo de hacer ciencia política una mentalidad en la que la “objetividad excesiva y la preferencia por métodos estadísticos estrechos afectan los problemas en los que uno puede enfocarse. Esto no es objetividad; es despolitización”.4
Para el caso mexicano, existen trabajos que más que contradecirse se complementan para poder obtener una mejor visión de lo que ocurre. Rivera y Salazar-Elena encuentran, a través de una revisión de 231 trabajos académicos, que la ciencia política en México es descriptiva, monográfica y cualitativa.5 Pero a su vez Alarcón reconoce, tras el análisis de 19 universidades, que en el diseño curricular a nivel licenciatura en ciencia política “se ha dado una clara disminución de los contenidos socio-históricos, mientras que las dimensiones económicas y cuantitativas muestran incrementos de peso”.6
En el contexto anterior, el trabajo que aquí se expone tiene por objeto contribuir a las ciencias sociales en general, y a la ciencia política en particular, a reconocer al análisis político como una herramienta metodológica que facilita su construcción y desarrollo. Asimismo, para reivindicar su valor y rescatar aspectos de este que sirvan como base para reorientar su crecimiento. En primera instancia se esclarece lo que se entiende por análisis político, su importancia, funciones y sus constructores. En el apartado segundo, se exponen las variantes del análisis político y en el tercero los tipos de análisis político. El trabajo cierra con un breve epígrafe a manera de conclusión en el que se destaca la ausencia de sistematización de los análisis políticos y el riesgo que de esto se deriva.
El análisis político: concepto, importancia, funciones y constructores
Existen aspectos iniciales que es preciso esclarecer para una correcta ubicación del tema. Con objeto de establecer unos límites básicos respecto del análisis político, a continuación se discute su concepto, importancia, funciones y constructores.
El concepto
La claridad conceptual en la ciencia política hoy en día es de suma importancia. Para referirse al análisis político es preciso tener claro con antelación qué estamos entendiendo por político o política.7 En español, la política o lo político se identifica con lo que en la literatura anglosajona se define como politics; esto es,
[…] la interacción entre los diversos actores sociales que, por tener intereses enfrentados, luchan para acceder o influir sobre el poder público […], la política así entendida -como traducción del término inglés politics- designaría los juegos y relaciones de poder, con especial atención a las deliberaciones y desacuerdos que anteceden a la toma de decisiones.8
Al describir lo que entendemos por política, se excluyen sus otras dos dimensiones, es decir, a la política como estructura (polity) y a la política como resultado (policy). Para ser más claros, en este trabajo no se incluye el análisis que se ocupa de la política como estructura y que se refiere al examen de los enfoques, teorías y metodologías de los cuales se vale la ciencia política.9 Asimismo, tampoco se considera el análisis que se centra en la política como resultado y que no es otra cosa que el análisis de políticas públicas con sus fases y procesos.10 En concreto, en este trabajo se toma en cuenta a la política como la serie de conductas que tienen los individuos en su relación con el ejercicio público del poder. Hay que advertir que no se desecha la doctrina construida en las otras dimensiones de la política, pero aquí nos centramos en la política como proceso.11
En cuanto a la interpretación que se tiene respecto de lo que es un análisis, no hay gran complicación; no obstante, la minusvalía en que ha caído el análisis político hace que se considere análisis a lo que no lo es. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua define el término como la “distinción y separación de las partes de un todo hasta llegar a conocer sus principios o elementos”12 y, en una segunda acepción, señala que es un “examen que se hace de una obra, de un escrito o de cualquier realidad susceptible de estudio intelectual”. El análisis generalmente es utilizado no como un fin, sino como un medio; es decir, es uno de los pasos previos para llegar a una decisión o a una definición dentro de un estudio superior. Este papel fundamental del análisis lo hace trascendente, puesto que de un mal análisis pueden derivar un mal diagnóstico o malas decisiones. De ahí su importancia instrumental dentro del proceso de resolución de problemas. Un buen análisis no garantiza un acierto, pero incrementa el nivel de certidumbre.
Para poder cumplir su función, un análisis se ciñe a la información disponible y a la interpretación que se hace de ella. Aquí radica el principal valor y el problema del análisis: mucha información con poca o nula interpretación puede resultar irrelevante, y mucha interpretación sin información correcta puede ser contraproducente. Por esto, hay que destacar que la información es un elemento que debe tratarse con reserva, puesto que es común encontrar mezclada la que es confiable con la que no tiene sustento, dando lugar por tanto a análisis fallidos. En cuanto a la interpretación, también hay que tener cuidado, ya que no siempre quien la realiza es una persona calificada. Además, existe una correlación entre información e interpretación, y la disociación lleva al error. El análisis es de gran auxilio para la toma de decisiones en cualquier campo del conocimiento, pero no transita solo, pues para una óptima construcción el método de análisis que se utilice debe encontrarse acompañado de información e interpretación adecuadas.
Finalmente, a partir de los planteamientos presentados hasta ahora, entendemos como análisis político al examen de las conductas que tienen los individuos en su relación con el ejercicio público del poder.13 Un matiz merece ser incorporado a esta conceptualización, pues si bien el concepto se refiere a los individuos, también comprende el examen de los grupos, conjuntos o conglomerados formados por individuos. Este matiz no es poca cosa, ya que con él se incorporan como susceptibles de análisis político a organizaciones cuyas conductas estén relacionadas con el ejercicio público del poder -partido político, organización sindical, grupo gremial, etcétera-. Por tanto, en lo sucesivo se considera que el análisis político es el examen del comportamiento que tienen los individuos o los grupos de individuos en su relación con el ejercicio público del poder.
Importancia del análisis político
El análisis político entendido como lo hemos definido, tiene una importancia que puede ir en dos vías. Una tiene que ver con el conocimiento que se brinda a la sociedad y la otra se refiere al apoyo que puede otorgar al conocimiento científico.
Actualmente, la importancia social del análisis político está muy ligada a su forma de difusión en medios de comunicación masiva, y cada vez más a través de nuevas tecnologías de la información y comunicación. Esto hace que un buen número de análisis políticos, incluso realizados por expertos, circulen con un lenguaje menos especializado. La utilización de un lenguaje de uso común lleva en sí mismo la idea de que el público menos lego sea capaz de entender al análisis político. El analista puede ser indiferente o ajeno a las consecuencias de su análisis, pero el análisis político forma a los individuos y los ayuda en su toma de decisiones sobre asuntos públicos. Es aquí cuando el análisis alcanza importancia social y el analista responsabilidad.
El valor científico del análisis político ha sido menospreciado por muchos investigadores sociales, toda vez que se considera erróneamente que no ayuda a la construcción de conocimiento científico. En cierto punto no les falta razón, porque el análisis político no goza de las características propias del saber científico. No obstante, su ejercicio ayuda a hacernos mejores preguntas, a generar hipótesis, plantear escenarios y, cuando se consideran buenos análisis sobre determinado tema, nos aleja de la especulación. Todo esto en su conjunto, hace posible construir mejores contextos, asunto fundamental en la generación de explicaciones en ciencias sociales;14 por lo que el buen análisis político se encuentra a las puertas de la investigación científica.
Por otra parte, los análisis políticos serios no se quedan en la construcción contextual de los hechos. Sirven también al investigador social como una buena fuente secundaria, cuando este no tiene la posibilidad de acercarse al fenómeno. Llegan a constituir conocimiento especulativo y auxilian a la construcción de narrativas analíticas.15
Funciones del análisis político
Lo efímero que en ocasiones puede resultar un análisis político hace que no se repare en sus funciones, aunque de manera intrínseca sea lo que lo motive. Por tanto, aquí destacamos tres funciones: la descripción de fenómenos, la comprensión de la realidad y la predicción de comportamientos.
La función de descripción sería quizá la primaria. Es importante que el análisis político se detenga en acontecimientos relevantes para una persona, grupo o el público en general. El analista describe los fenómenos, aunque no siempre se comprendan, especialmente cuando se trata de análisis prospectivos, pues la explicación resulta más difícil de lo que pueda imaginarse. Sin embargo, la descripción y el primer esfuerzo hacia la explicación, es de suma importancia en el camino para encontrar las causas y razones del fenómeno.
En un mundo complejo, es difícil comprender la realidad de la vida pública. Vallespín16 afirma que hoy en día no se tiene un diagnóstico fiable respecto de lo que está sucediendo, pese a todos los instrumentos con que se cuenta. De la misma manera, Bauman17 sostiene que en la actualidad tenemos solo dos certezas: a) dificultad para aliviar nuestra incertidumbre, y b) más incertidumbre. En este escenario, pese a todo, el análisis político constituye una herramienta que, si bien no resulta infalible, auxilia la compresión de los hechos. No resuelve la incertidumbre, pero los buenos análisis si ayudan a delimitarla.
Finalmente, el análisis político no se detiene solo en comprender las realidades, también busca predecir el comportamiento de los actores para plantear escenarios posibles según las circunstancias dadas y así incidir en el futuro inmediato de casos concretos de la realidad. En la predicción de comportamientos, el análisis político se aleja de la aspiración nomotética de la ciencia de esperar comportamientos lógicos, causales, invariables y repetibles. No obstante, mantiene su acercamiento con la ciencia al apegarse a la perspectiva ideográfica deteniéndose en las condiciones individuales y únicas del objeto de estudio. Por otra parte, el esfuerzo y la aspiración por predecir comportamientos y fenómenos es fundamental para el análisis político, y esto constituye también un punto de partida de la investigación científica al dar pie al planteamiento de hipótesis.
Los constructores del análisis político
El hecho de que el término político o política, y los fenómenos que abarca, resultan familiares y habituales para el ciudadano,18 trae como consecuencia que rara vez este se abstenga de dar su opinión y, a partir de ahí, en no pocos casos, el conocimiento de la política se vulgariza. Esta circunstancia ha dado lugar a que los hechos y fenómenos políticos sean comentados en foros importantes casi por cualquiera. Y así, casi cualquiera, se atreve con el análisis político. Claro está que existen otras causas que abonan a que el análisis político se desvirtúe. Entre ellas encontramos a los aficionados que realizan análisis político y a los profesionales que lo permiten.
El ejercicio del análisis político lo vienen realizando de manera habitual periodistas, comunicólogos, matemáticos, economistas, historiadores y muchos otros diletantes de la política. Pero no siempre cuentan con las herramientas y las competencias para hacerlo. Esto ha sido posible porque los constructores naturales que tendrían que ser los politólogos, entendidos estos como los profesionales de la ciencia política, han ignorado en buena medida esta subdisciplina por no considerarla científica en tiempos en los que la ciencia política se desvive por ser científica.19 La reacción inmediata de los politólogos duros que han caído en la trampa de esforzarse más por el método que por la explicación del fenómeno, es ignorar y rechazar al análisis político.20 Embebidos en una lucha contra sí mismos por su reconocimiento científico, se ha incrementado la matematización de la ciencia política en detrimento de la observación cualitativa. Al quedar a la deriva, otros -profesionales y no profesionales- comenzaron a ejercer este trabajo de analistas de la política.
En la actualidad, el análisis político está lejos de la academia, y los politólogos que se atreven lo hacen con reservas o son politólogos ejerciendo en los medios de comunicación. Pero en general, el análisis político no es ni por asomo un territorio exclusivo o siquiera dominado por los profesionales de la ciencia política. Incluso, si quien hace el análisis goza de reconocimiento público este solo hecho le da las credenciales para su validez y credibilidad.
Las variantes del análisis político
Se puede pensar que todos los análisis políticos se realizan de la misma manera y solo cambia el problema o fenómeno de análisis. No es así. Las variantes son múltiples y de ello depende que la elaboración del análisis cumpla sus objetivos. Un mismo análisis puede incluir dos o más variedades sin que exista oposición entre ellas; incluso, muchos análisis políticos exigen la consideración de distintas variantes para su mejor desarrollo y exposición. A continuación, se presentan las características que guardan algunas de ellas.
La perspectiva del análisis
El análisis político en la generalidad de los casos se realiza para un tiempo determinado: el pasado, el presente o el futuro.
El análisis político al pasado o retrospectivo es quizá el menos común de todos. En el ejercicio político se suelen asumir los resultados y rara vez se reflexiona sobre ellos. Preguntarse qué salió mal o qué salió bien no es lo que se suele hacer. Es más propio que, transcurridas algunas décadas, lo hagan los profesionales de la historia pero los politólogos solo recurren a esta perspectiva para contextualizar otros trabajos. En este sentido, el análisis político de eventos pasados es subestimado, más cuando se trata de análisis cualitativos. Es un error muy común en el que incurren los científicos políticos de corte cuantitativo, pues valoran más el dato duro por encima de la contextualización, la cual después les resulta imposible realizar.21 Por ejemplo, en el análisis sobre los sistemas electorales trasciende el número y muy poco el clima en que se desarrollaron los hechos. En síntesis, el retrospectivo es el análisis político menos valorado, aún a pesar de que las ciencias sociales, para su desarrollo, se finquen en el estudio del pasado.
El análisis político del presente es el de mayor referencia y más utilizado. Si bien se detiene en el presente, no hay una precisión para marcar ese presente porque este puede referirse a un hecho político que está ocurriendo -presente inmediato- o que es vigente. Esta vigencia puede perderse en un par de días, semanas, meses, o extenderse a un periodo electoral u otro espacio temporal que la política en su ejercicio define.
Un tercer horizonte temporal es el que se refiere al futuro. La prospectiva22 constituye por sí misma una rama de estudio y participa en la ciencia política justo a través del análisis político. La prospectiva que la política utiliza, y que nos interesa, es aquella que entiende que “[…] construye futuros, no los adivina ni los predice, ni sigue un futuro idealizado, los construye basada en los datos del pasado y del presente para cambiar las tendencias o minimizar sus impactos”.23 Hay que añadir que la prospectiva, sin ser ciencia,24 es una herramienta dispuesta a discutir sus aportes y beneficios para el conocimiento. En resumen, la prospectiva es una fuerte herramienta para el mejor desarrollo del análisis político.
La forma de expresarlo
Se presentan dos formas básicas de expresión: oral y escrita. Aunque pareciera que no tiene gran importancia y que no existe distancia entre una y otra, esto no es así, especialmente a partir del auge de las tecnologías de la información y la comunicación.
El análisis político de la forma en la que lo hemos retomado aquí, más vinculado a satisfacer al ejercicio político cotidiano que a las formalidades de la ciencia política, presenta ciertas exigencias para su vigencia. Es decir, se encuentra sometido a la temporalidad del hecho estudiado. Como se ha dicho, la temporalidad puede reducirse a un día o incluso horas. En tal situación, el análisis político se convoca para desahogarse en forma oral. Y en este caso la formación teórica, el conocimiento del contexto y, por supuesto, el filtro intelectual del analista, importan. Además, cuando así se presenta, el saber comunicar, la retórica y cierta habilidad pedagógica también cobran valor. Estas características son muy relevantes si el análisis se hace para la radio o la televisión en directo, con el singular hecho de que además debe tener capacidad de síntesis. Si la transmisión no es en vivo, las características no son las mismas porque hay margen para la preparación del análisis. En ambos casos saber ordenar las ideas y expresarlas correctamente es fundamental.
El análisis político escrito es el más acostumbrado y hace posible realizar mejores análisis porque escribir suele requerir de mayor reflexión que la expresión oral, y esto facilita que el pensamiento se decante de mejor manera. Tener tiempo para realizar un análisis político es básico para que resulte mejor. Si bien tampoco es garantía, el tiempo permite al analista hacerse de información y examinarla debido al análisis que esté realizando. Por supuesto que depende también de la habilidad y las competencias del analista. En este sentido, plasmarlo por escrito lleva consigo el saber hacerlo. En síntesis, tener un análisis político por escrito no asegura su calidad, pero sí obliga al analista político a ser más acucioso en sus reflexiones.
Además de los análisis políticos oral y escrito, los cartones o viñetas políticas rompen con las formalidades que en el presente trabajo se destacan. Sin embargo, una disciplina como la ciencia política, ávida de imaginación, en sus tres dimensiones (estructura, proceso y resultado), no debe ignorarlos porque la caricatura política en México es parte de la “tradición que ha recorrido prácticamente toda la historia del país, incluso desde su propio origen como nación”,25 y es una forma de “comunicación vigente”26 que en no pocas ocasiones comunica más y mejor de lo que análisis políticos sesudos consiguen. Adicionalmente, para realizarlos se requieren habilidades artísticas.
El ámbito geográfico del que se ocupa
El ámbito geográfico de un análisis político se refiere al lugar en donde se ubica el hecho de estudio. El reconocimiento más simple va ligado a la demarcación administrativa que suelen hacer los Estados, la cual es variada y admite un sinnúmero de nombres. Sin dejar de reconocer la complejidad del mundo actual que conlleva relaciones entre los diferentes ámbitos, de manera indicativa, aquí atendemos cuatro espacios que suelen ser lugar común: internacional, nacional, regional y local.
Los análisis políticos internacionales, además de algunos otros profesionales y aficionados, los suelen hacer aquellos politólogos dedicados a las relaciones internacionales, y que se han hecho llamar “internacionalistas”. Esta subdisciplina ha dado lugar a la construcción de un cuerpo teórico propio y, en consecuencia, a estudios de mayor calado. Porque cuando se trata de análisis políticos para hechos internacionales el conocimiento que se debe tener ha de ser más amplio, y se extiende a la historia, cultura, economía, idioma, etcétera, de los pueblos involucrados en el estudio. Todo a fin de construir buenos análisis políticos a partir de contextos más complejos.
Los nacionales son los análisis políticos de mayor circulación y también los más manoseados. Tiene su lógica, pues es el ámbito que más influye a los otros. Es también en donde se genera más información y mayor interés. Al ser el ámbito nacional el centro de atención, tiende a corromperse más. Se observa más falsedad en los análisis, porque existen más intereses; hay más aficionados participando, más manipulación y en general más perversión. Así las cosas, es fundamental la criba que se haga a la información disponible para realizar el análisis.
En el ámbito denominado regional se puede hablar de región o estado, aludiendo en este último caso a una división político-administrativa. En consecuencia, es una demarcación territorial menor que la nacional en donde confluyen autoridades de menor rango, pero no por ello de menor interés o valor. La complejidad en este espacio radica en el conocimiento que debe tener el analista del lugar. A diferencia del internacional y nacional, el conocimiento no es solo teórico o documental, sino que además tiene que ver con las particularidades del lugar. Este saber se adquiere en el día a día, se construye con las tradiciones, con el conocimiento de las personas, la historia reciente, no solo de la cultura sino más bien de la subcultura. Aquí se encuentra el punto fino del análisis político regional, en comprender la vida política íntima del lugar.
Al hilo de lo anterior, en el análisis político local la intimidad se potencia. Dicho en otros términos, la reducción del espacio de estudio incrementa la necesidad del conocimiento detallado del lugar. Esta circunstancia genera problemas ya que, tanto a nivel regional como local, la información que circula no es del todo fiable. Mucha de ella proviene del chisme, las impresiones, los supuestos. Y en no pocas ocasiones esta se falsea a todo propósito. Por otra parte, el analista político en este ámbito puede verse influido por el contexto o encontrarse activamente inmerso en él. El sustraerse a los acontecimientos es de gran importancia para realizar un buen análisis político.
Claro está que en estos dos últimos niveles -regional y local- no se desecha el conocimiento teórico; por el contrario, se valora la capacidad de enmarcar y referenciar los hechos dentro de la doctrina política.
La instancia a la que se dirige
El analista político debe tener claridad respecto de la instancia a la que va dirigido el análisis. Las variantes son múltiples, y entre ellas se encuentran la institucional, la pública y la privada.
Al atender a la finalidad más básica de un análisis político que es conocer, desde la perspectiva de un experto, sobre un hecho político, es indispensable saber si el análisis político se encamina a producir conocimiento sobre una institución, un área o una persona de esta -por ejemplo, un partido político, una organización del partido o un político-. Si el análisis es institucional siempre se debe tener como referente la institución, porque la perspectiva debe ser diferente si el político o funcionario al frente de la institución solicita, a título personal, un análisis político. En este caso estaríamos ante un análisis político que puede ser público o privado.
En la mayoría de los casos, se divulgan los análisis políticos públicos, que son los que encontramos en prensa escrita, radio, televisión o internet. Al ser públicos, guardan las formas. Es decir, son políticamente correctos. Y si bien se ha dicho que se tiene una gran libertad en los análisis políticos, la autocensura viene dada por el medio en el que se difunde, por la imagen que de sí mismo tiene el analista y en ocasiones por conservadurismo. También, se suelen guardar las formas con la ciencia política y sus grandes postulados. Por ejemplo, con dificultad un análisis político se va a pronunciar en contra del discurso democrático. No quiere decir que no se presenten análisis en sentido contrario o contra la corriente dominante,27 pero son los menos. Al ser públicos, se encuentran sometidos a un examen más amplio y eso genera mayor cuidado y reserva por parte de los analistas.
Cosa distinta ocurre con los análisis políticos privados. De ellos se puede dar poca cuenta, por su propia naturaleza. La evidencia es mínima por su condición, pero suelen ser crudos en sus planteamientos por la ausencia de barreras que limiten la exposición. La libertad que tienen los analistas puede ser contraproducente porque pueden sobrepasar la subjetividad y emitir opiniones personalísimas, más allá de la propia reflexión. En estos análisis se suele imponer la realpolitik. En ellos importa más el resultado sin reparar si se encuentran alejados de la ciencia, la teoría o la filosofía política. Tampoco importa en gran medida que el analista tenga o no conocimientos de la ciencia política si su experiencia es práctica. Los análisis políticos privados son los que más pueden desvirtuar la construcción de buenos análisis políticos y la formación de buenos analistas.
Los tipos de análisis político
La parte más sensible de los análisis políticos y donde se reconoce el oficio del analista tiene que ver con la toma de postura al reconocer el aspecto medular del hecho político objeto de estudio. El hecho político debe ser el que manda, y no el tipo de análisis. No es extraño observar que los politólogos se dejen llevar por lo que saben hacer y no por el fenómeno de estudio;28 es decir, a los cuantitativistas les preocupa el dato más allá de observar si es la mejor manera de examinar el fenómeno29 o los cualitativistas renuncian al dato pensando que nada aporta. En la construcción del análisis político esto no debe ocurrir. El examen y la interpretación de los hechos se tienen que imponer, y de ahí que el mejor analista es el que tiene el mayor conocimiento y lo sabe utilizar adecuadamente, en función del hecho político en estudio. Se pueden encontrar cuatro tipos de análisis: normativo, empírico-analítico, operativo, y semántico-conceptual.30
El análisis político normativo tiene implicaciones profundas tanto para el que lo hace como para el que lo recibe. Este suele estar cargado de subjetividad a la que el analista no siempre puede sustraerse y no es extraño encontrarlos con el propio posicionamiento del analista; a veces de manera inconsciente y en otras a todo propósito. Resulta así porque el aspecto normativo es propio de la religión, la filosofía y la ética.31 Entraña la dura situación de reconocer “lo correcto”, “lo bueno”, “lo que está bien”. Y si en términos generales se puede coincidir, o alcanzar consenso al respecto, en el análisis particular invariablemente surgen diferencias que tienen que ver con creencias, valores y/o principios. Por tal razón son análisis que realizan juicios en donde las personas y el tiempo importan. En este sentido, los análisis normativos son de difícil construcción, pues también dependen de la postura general que se tenga en el momento sobre el hecho político en estudio. Por ejemplo, obrar en contra del discurso democrático hasta no hace mucho era un suicidio, hoy en día el riesgo es la lapidación.32 Pero el posicionamiento depende de las posturas y debates que se van construyendo en la literatura especializada a lo largo del tiempo. Por otra parte, resulta significativo el conocimiento y la sensibilidad del analista para distanciarse del hecho de estudio.
Hablar de empírico o empirismo es hablar del conocimiento básico y fundamental que utiliza el ser humano. Es referirse a las experiencias y la vivencia de los hechos. De tal suerte que el análisis político empírico33 es una buena contención del análisis político normativo; porque no siempre lo que consideramos como bueno o correcto se ve confirmado por la experiencia. Como lo asume Nohlen, para el nivel de reflexión analítico, la historia importa;34 es decir, importa la memoria histórica, la cultura política, las estructuras sociales. Se trata de tomar en cuenta lo que nos dice la experiencia sobre los hechos ocurridos y a veces no solo los políticos, sino también los sociales.
En este punto es preciso reconocer el tamaño del ámbito del hecho político que se somete a examen. Pues, como lo deja en claro la política comparada, cuando el ámbito de estudio es mayor, el nivel de abstracción es alto y este va disminuyendo cuando se reduce.35 Si se expone de otra manera, se puede decir que cuando el estudio se ubica en el nivel internacional las inferencias aceptan en mejor medida el consejo de la teoría, de la doctrina; pero conforme se reduce el espacio al regional o local, el consejo de la doctrina se aleja y se impone el clima social del lugar, las costumbres, los antecedentes históricos, las creencias. Así como el análisis político empírico se ayuda de la política comparada y de la historia, también se apoya en otras disciplinas que le permitan conocer y acercarse mejor al hecho político.
El análisis político operativo es el análisis por excelencia y el más vulgar de todos; es también el que presenta mayor riesgo de desvirtuar al propio análisis, pues para desarrollar los otros tres tipos es necesario cierto conocimiento teórico, pero en el caso del operativo es más preciso el detalle del hecho político y no tanto el conocimiento de un experto o profesional de la ciencia política. En no pocas ocasiones los errores vienen dados justo porque los expertos no saben leer la realidad y se apegan sobremanera a la teoría. Nohlen afirma que es una relación obligada entre ciencia política y política, pero también es una relación problemática, pues la política es más compleja que la ciencia política.36
El análisis semántico-conceptual busca poner en claro conceptos. En el mundo de la ciencia política, en cualquiera de sus dimensiones, la interpretación de los términos no es inequívoca, por lo que el análisis político semántico o conceptual se ha vuelto condición sine qua non de todo análisis. Esto es, con independencia del tipo de análisis político, en algún momento este debe ocuparse de aclarar los conceptos. De todos los tipos descritos, el semántico es el tipo de análisis más objetivo. En él no se precisa de la postura o habilidad de análisis, sino del conocimiento para consultar la bibliografía pertinente que permita la interpretación o explicación del concepto.
A manera de conclusión
Cualquier idea es susceptible de ser analizada. El rigor o los requisitos para hacerlo dependen del área a la cual se adscribe, sea una ciencia o un arte, porque esta lo dota de validez según el grado en el que se apegue a sus normas. En el caso del análisis político, la ciencia política es la encargada de abrazarlo. Aunque no sea la única que se detenga en él, la ciencia política debe cargar con él, porque el análisis político se ve afectado por los debates que se producen en la ciencia política. Pese a que, como consecuencia de la institucionalización de la ciencia política, los politólogos ponen énfasis en su legitimación a través del acento en metodologías que utilizan como base herramientas matemáticas. Como resultado de que los enfoques cuantitativos han ganado terreno sobre los cualitativos, se minusvaloran aquellos trabajos que no ostentan el esplendor matemático. De ahí que, los análisis políticos del corte que aquí se describe, se dejan para politólogos o aficionados alejados de los politólogos de ciencia. Craso error.
Por estas razones, los análisis políticos no cuentan con una sistematización por ningún lado. Se construyen de cualquier manera y por cualquiera. Pueden ser incluso ilógicos y desordenados, poco argumentados o falsos en sus referencias a la ciencia política. Y frente a todo esto, no pasa nada. Es más, esta realidad junto con la vinculación natural de los análisis políticos con el ejercicio del poder, aumenta el riesgo de que sean utilizados para la manipulación política. Por lo cual, sirva este trabajo como un esfuerzo de sistematización que contribuya a que el análisis político de calidad sea visto como una herramienta metodológica que favorezca la generación de conocimiento sobre el contexto de la política y la construcción de hipótesis en ciencias sociales.
Finalmente, se reconoce que el mundo es complejo y que las categorías sugeridas en cada uno de los apartados se han realizado para establecer una noción de orden, pero no deben de ser vistas como rígidas o cerradas.