Introducción
La península de Yucatán ha vivido una serie de eventos que marcaron la vida social, cultural, económica y política de sus pobladores. La guerra de Castas, movimiento insurrecto más importante en la historia del pueblo maya, fue dirigida por indígenas rebeldes en la región oriental de Yucatán a mediados del siglo xix, y derrotada militarmente a principios del siglo xx.1 Este hecho dividió a la población nativa radicalmente en dos grupos: los sublevados o “violentos” macehuales y los mayas “pacíficos del sur”. Los primeros, devotos de la santísima cruz parlante ocuparon las zonas aisladas del actual estado de Quintana Roo y más allá de los límites del territorio nacional.2 En la actualidad, la población de los mayas rebeldes perdura en el centro de Quintana Roo, y los llamados mestizos de ese entonces, junto con los descendientes de los ‘mayas pacíficos’, en las costas de las islas de Cozumel, Isla Mujeres y Holbox.3
La población maya del territorio quintanarroense, bajo esta lógica, es fundamentalmente resultado de los subversivos mayas de antaño, quienes llegaron a poblar esta porción del país que durante la primera mitad del siglo XX se consideraba olvidada y alejada de toda conexión. Asimismo, la separación territorial de Quintana Roo escindida de Yucatán por decreto presidencial de Porfirio Díaz el 24 de noviembre de 1902 alcanzó su reconocimiento como entidad federativa en 1974. Durante ese lapso ocurre la desaparición del territorio federal de Quintana Roo y su anexión a los estados vecinos por decreto presidencial en dos ocasiones: la primera de 1913 a 1915 por el entonces presidente Venustiano Carranza, y la segunda, entre 1931 y 1935, por el primer jefe Pascual Ortiz Rubio hasta su reposición durante el periodo cardenista.4 Esta categoría surge en el marco del crecimiento económico impulsado por el Estado mexicano con la promoción del proyecto de desarrollo turístico, con la creación de la ciudad paradisiaca de Cancún, impulsada tanto en el país como en el extranjero.5 Hoy día, el desarrollo económico de Cancún, ciudad turística ubicada en Quintana Roo, atrae a miles de inmigrantes indígenas y mestizos, principalmente de Yucatán y de los estados vecinos, como son Tabasco, Veracruz y Chiapas, principalmente.
Sobre esta experiencia, el presente artículo tiene el propósito de discutir sobre la cultura maya y el papel que juega en el turismo del Caribe mexicano, a partir de la experiencia de los migrantes yucatecos que radican en Cancún, Quintana Roo. La importancia de este abordaje sobre la cultura maya y sus depositarios, tanto en los de antaño como en los actuales, reside en el análisis sobre los embates de la modernidad y la mercantilización de su cultura, así como en el impacto a sus tradiciones, valores y prácticas, y su participación en el mercado turístico global. La información que aquí se presenta, de corte etnográfico6 es parte de un estudio más amplio elaborado para el posgrado sobre migrantes yucatecos de segunda generación en el marco de turismo en Cancún, mediante herramientas cualitativas7 como la observación participante, entrevistas a profundad y pláticas con informantes clave.8 En este estudio participan 27 jóvenes (19 mujeres y ocho hombres), quienes refieren tener ambos padres de origen yucateco, y al momento de la recolección de información (entre 2011 y 2014), las familias de estos jóvenes se ubican en Cancún, Quintana Roo.
Es importante señalar que con turismo cultural,9 también llamado turismo alternativo,10 nos referimos a aquella actividad catalogada en un inicio como no masificada que desde fines del siglo XX se hizo presente por una necesidad de los turistas ante productos y servicios relacionados con el patrimonio cultural y las comunidades indígenas o campesinas, hasta centrarse en los principios de la sustentabilidad11 con miras a generar el desarrollo comunitario y la autogestión de los grupos o comunidades donde se oferten sus elementos socioculturales.12 Se trata de una apuesta por un desarrollo comunitario donde impere lo sostenible, aunque los diversos intereses del turismo, como el impulso por la búsqueda de experiencias de lo cultural y la masificación per se de la actividad, ponen en la mesa de discusión el papel de la cultura ante la demanda de los visitantes y lo exótico en el marco de la mirada turística.13
Así, el primer apartado trata sobre el desarrollo de Quintana Roo y la presencia de migrantes en la construcción de los polos turísticos de Cancún y la Riviera Maya. Este recorrido se acompaña de diversos acercamientos empíricos sobre la migración y los componentes socioculturales que conforman “lo maya”. La segunda sección aborda la teatralización de una “práctica ancestral” realizada en 2011 aludiendo a los mayas del Posclásico tardío (1250-1519 d.C.), conocida hoy día como travesía sagrada maya y cuya importancia radica en la conmemoración de los 500 años de la llegada de Gonzalo Guerrero, considerado el padre del mestizaje. En el tercer apartado se presentan una serie de reflexiones entre los migrantes yucatecos sobre el papel que desempeña la actividad turística y cómo la cultura maya y sus portadores participan en esta dinámica de comercialización cultural. En la última sección expongo algunos comentarios sobre la particularidad de vivir del turismo, la posibilidad de ser vehículo de reivindicaciones étnicas, ejercer la autonomía con respecto a su entorno y, así, generar un turismo cultural de base local donde los ejecutores sean los portadores de la cultura maya.
Los mayas y su cultura en el mercado turístico global
Si bien la franja oriental caribeña se creía distante y ajena de toda conexión,14 siempre estuvo habitada por reductos mayas, quienes participaban desde la época colonial15 en el mercado de la copra, el chicle, la explotación forestal y agrícola, así como de las actividades marítimas como la pesca, el comercio,16 hasta la actual industria turística. Así, el territorio quintanarroense se fue instaurando con base en ciertas características económicas, sociales, culturales y étnicas. En la actualidad, es posible distinguir tres grandes áreas socioeconómicas:17 la zona Norte (donde se localiza Cancún y la Riviera Maya) es definida por un mayor desarrollo económico, orientado al turismo y forjada por actuales migraciones; la zona Centro, enfocada a la actividad agrícola-forestal, con el mayor índice de pobreza y lugar de refugio de los mayas rebeldes, y por último, la zona Sur, de predilección ganadera-industrial y región de migración dirigida para su poblamiento ante las zonas poco pobladas en los inicios de la entidad.18
Sobre su configuración étnica, una notable regionalización se propone al reconocer que en el norte de Quintana Roo se ubican los mayas de origen yucateco, es decir, los mayas o mayeros; en el centro se encuentran principalmente los mayas máasewales (macehuales), aquellos descendientes de los cruzo’ob o mayas rebeldes de la guerra de Castas, y también mayas de origen yucateco (mayas o mayeros), y finalmente, hacia el sur están los mayas icaichés o descendientes al parecer de los mayas “pacíficos” de la misma rebelión entre otros pobladores, quienes llegaron desde el interior del país durante los mandatos presidenciales de Lázaro Cárdenas y Luis Echeverría.19 El fuerte proceso migratorio en todas las localidades y municipios de la entidad, según los alcances y beneficios que se oferten, conformó “un perfil de población con características muy particulares en cada una de ellas”.20
Como es sabido, la migración maya yucateca de carácter interno se debe a su colaboración dentro del circuito regional donde participan los estados de Campeche, Yucatán y Quintana Roo, ubicados en la península de Yucatán. Con la puesta en marcha de proyectos turísticos y con el desarrollo económico en Quintana Roo, en poco tiempo la industria turística ha dado un sello característico al lugar cuyos sitios como Cancún o Playa del Carmen son entornos de atracción de población migrante, principalmente de Yucatán.21 La pujante economía turística se traduce en un polo atractivo para miles de inmigrantes de prácticamente todas las regiones socioeconómicas de dicho estado. Asimismo, el desplazamiento de la población yucateca puede explicarse a partir de factores igualmente relacionados.
De gran importancia fue el ocaso del periodo henequenero a inicios de la década de 1990 (durante el periodo neoliberal de Carlos Salinas de Gortari)22 y la quiebra de la actividad agrícola que afectó la vida de los campesinos mayas, que junto al crecimiento urbano de ciudades en toda la península, promovió la movilidad de sus habitantes sobre todo con el apogeo de destinos turísticos como Cancún y la Riviera Maya.23 Este conjunto de dinámicas, producto de las crisis, por un lado, y las oportunidades de superación, por el otro, han hecho la vida social y cultural de pueblos y municipios yucatecos sean altamente dependientes de las actividades turísticas de Quintana Roo. Así, el turismo es el factor más importante para el desarrollo económico nacional y peninsular en las últimas décadas pese a las repercusiones que esta mercantilización masiva e impetuosa conlleva.24
Ante la baja captación de divisas en respuesta a la exportación de productos industriales sumamente costosos y de mínima calidad, en el país se comienza a gestar una nueva alternativa de desarrollo. El estado de Quintana Roo se encontraba en una situación de crisis que requería asentar las bases para fomentar nuevas fuentes de empleo, impulsar la economía de la región y darle vitalidad a este territorio olvidado y abandonado en múltiples ocasiones. Así, el proyecto Cancún iniciado a finales de los años sesenta del siglo pasado fue la respuesta que hizo posible revitalizar esta zona25 y darle proyección a la nación con la creación de este gran polo turístico mundial, el Caribe mexicano.26 Simultáneamente, la mano de obra atraída para construir estas ciudades turísticas adquiere un conjunto de conocimientos y experiencias que influyen en la organización comunitaria de los migrantes además de sus valores, normas, costumbres y tradiciones que fueron construyendo tanto en sus lugares de origen como en los de destino.
Así, Quintana Roo es el estado que alberga uno de los volúmenes más altos de inmigrantes interregionales de la península de Yucatán, y es el tercer polo de atracción más importante a nivel nacional, antes de Baja California (1’252,409) y Nuevo León (1’051,317), según el dato censal de 2020. La población total inmigrante es de 945,101 con un saldo neto de 856,138.27 La total de habitantes en Quintana Roo es de 1’857,985, de las cuales 848,545 nacieron en la entidad; 945,101, en otros estados de la república mexicana; 5,881 son estadounidenses; 33,705 provienen de otros países, y 24,753 no especificaron su lugar de nacimiento.28 En ese mismo año censal, la población total nacida en otro país y que se encontraba en Quintana Roo era de 39,586, los cuales provenían de Guatemala (17.97 %), Estados Unidos (14.85 %), España (2.83 %), Francia (1.74 %) y Japón (0.20 %), así como de otras naciones (62.38 %).29
Para el caso de Yucatán, la población emigrantes era de 305,166, y la de inmigrantes era de 269,765. De ahí que su saldo neto sea negativo con -35,401,30 dada la necesidad de salir de la entidad hacia otros sitios, como Cancún. La población yucateca suma 2’320,898 habitantes, y de los cuales, 269,765 nacieron en otro estado del país, unos 4,452 son estadounidenses, 10,953 son de otra nacionalidad y unos 6,030 no especificaron su lugar de nacimiento.31 De manera particular, los yucatecos de cinco años y más que se encontraban en otro sitio en marzo de 2015 sumaban unas 2’030,605 personas, y se encontraban en Quintana Roo (24,838), Campeche (14,616), Tabasco (12,135), Ciudad de México (11,890) y Veracruz (8,082). Hacia Estados Unidos se contabilizan unos 3,458, mientras que a otros países se fueron unas 4,940 personas. Las causas de su migración consisten en reunirse con la familia (36,709), por inseguridad delictiva o violencia (18,057), o bien, por cambio u oferta de empleo (15,417).32
La relación entre la entidad expulsora de migrantes como Yucatán y el polo de atracción de migrantes como Quintana Roo establece una sinergia denominada “sistema de migración regional”, descrita por Lewin,33 donde el desarrollo turístico y la necesidad de mano de obra para edificar esta zona comercial del Caribe mexicano da cuenta del circuito interregional de bienes, servicios y población, que ocurre entre Campeche, Yucatán y Quintana Roo. Así, Benito Juárez, municipio donde se localiza la ciudad de Cancún, alberga 49 % de su población a nivel estatal,34 y lo hace ser el punto de interés donde convergen diversos grupos poblaciones, entre ellos los yucatecos. Son estos migrantes quienes han articulado sus vidas a la cotidianidad de Quintana Roo y quienes ponen en juego sus pertenencias a la luz de diversos procesos socioculturales, como se muestra a continuación.
Una de las primeras investigaciones sobre el desplazamiento poblacional hacia zonas turísticas afirma que dicho proceso obedece a la oferta y la demanda de la mano de obra, cuyo impacto se refleja en el ingreso, las condiciones de vivienda, la nutrición y la pérdida de valores socioculturales de la cultura maya yucateca al entrar en contacto con lo moderno (lo urbano).35 En el estudio se analizan 34 localidades de 14 municipios de la región maicera de Yucatán para conocer las repercusiones sociales y alimentarias entre los migrantes yucatecos en 1972 y 1980. También se da cuenta del efecto sobre el abandono de la milpa junto con el desarraigo a ciertas ceremonias relacionadas a ella o la misma fiesta patronal, a finales de los años ochenta del siglo pasado. En otro sentido, resultan evidentes las mejoras sobre las viviendas y la adquisición de otros productos (televisores, estufas o refrigeradores), así como la “continuación” del uso de la lengua maya tanto en el lugar de origen y en el de destino.
Desde una perspectiva temporal, otra investigación analiza cómo los componentes socioculturales de las comunidades campesinas de la región maya están siendo alteradas por el desarrollo traducido en más y mejores carreteras, así como de un mejoramiento económico que desplaza la lógica comunitaria y amplifica la pérdida de ciertos “componentes étnicos” esenciales, a saber, la lengua maya y el modo de vida milpero.36 El impacto de las migraciones interregionales hacia Mérida, Chetumal, Cozumel o Cancún, concluye este estudio, trae consigo una paradoja entre la “conservación” de la lengua maya de aquellos que permanecen en el pueblo, pero al mismo tiempo, crea rupturas con respecto a la milpa ante la promoción de empleos mejor remunerados fuera de sus comunidades, sobre todo entre los jóvenes con mayor nivel educativo.
Un trabajo centrado en la tradición y la modernidad, al utilizar el tiempo y espacio de manera conceptual en relación con la memoria colectiva de los migrantes mayas hacia la ciudad de Cancún,37 sostiene que la modernidad rompe con la tradición y la identidad étnica, inclusive en su cosmovisión maya al infundir modos de vida basados en el consumo y la competencia dejando de lado la importancia de la memoria colectiva por lo propio y dando cabida a lo moderno, es decir, a los avances tecnológicos sobre las comunicaciones, productos y servicios utilizados por el individuo. Por ello, la perspectiva de este autor confirma que la ciudad de Cancún “cuestiona y absorbe los modelos antiguos, para atestiguar solamente que una vez existió un pasado”.38
En contraste, un estudio centra su argumento en el entramado social y cultural que envuelve a los mayas yucatecos y cómo lo emplean para advertir sus impresiones, percepciones, experiencias y prácticas ante el cambio y el presente, a fin de conceptualizarse a sí mismo en un espacio-lugar de profundas transformaciones como lo es Cancún.39 Por tanto, la visión de la comunidad maya en un mundo posmoderno instituye una especie de hibridación entre los dos universos con base en sus relaciones nacionales, internacionales y, sobre todo, de clase, con respecto a la ciudad. Asimismo, los mayas reproducen versiones novedosas sobre sus formas de entender y concebir el mundo que les rodea40 y en sí mismos. Ante su presencia en el nuevo contexto, se propone a Cancún como “la nueva milpa” entre los emigrantes mayas, al conferirle a sus centros de trabajo, como los hoteles, restaurantes y salarios, la conexión para reinterpretar, consolidar y legitimar su identidad como milperos.41
En otro trabajo se plantean algunos componentes culturales para la continuidad de la memoria cultural entre los mayas de la región maicera en el estado de Yucatán. Conforman estos elementos culturales los rituales, leyendas y concepciones acerca de sus pertenencias, lo cual en consecuencia, les permite vincularse con sus raíces y con el pueblo no obstante de convivir en una ciudad turística como Cancún.42 Estos procesos de resignificación identitaria son retomados de las experiencias de mujeres migrantes de X-Can, Temax, Espita, Tunkás, Dzitás, Chemax y Valladolid, quienes ante las contradicciones y adaptaciones por las relaciones, los modos de vida y las pautas culturales en el nuevo lugar, reinterpretan su memoria cultural a pesar de la globalización y de la modernidad a la que están sujetas.
Por su parte, en un estudio se abordan la esencialización y espectacularización de la cultura maya en un proyecto turístico operado por una asociación civil en la comunidad de Ya’axnaj, Yucatán.43 Con la finalidad de fortalecer la identidad de lo maya, donde se involucra a la población local y a los turistas mediante proyectos productivos y culturales, también se contribuye a la economía, pero la imagen sobre lo maya se encuentra a merced de las necesidades y demandas de los turistas, a la luz de los intermediarios “culturales” (la asociación civil y la agencia), quienes llevan los turistas a dicho lugar, lo que dificulta concretizar alternativas de desarrollo bajo un turismo donde la comunidad sea autogestiva y empoderada en sus propios procesos de crecimiento social y económico.
Para abordar el desarrollo del turismo local en Yucatán, se propone un acercamiento histórico de las estrategias encaminadas para la conservación ambiental y cultural de pueblos, su ser maya.44 Puesto que el turismo precisa de conocimientos para ofrecer servicios a los visitantes, es importante proveer herramientas en la gente local para incursionar en esta actividad económica. Por ello, el autor sugiere que la población local aprenda sobre el negocio del turismo, identifique de su bagaje cultural aquellos elementos socioculturales que deseen o convengan ofertar a los turistas y, por último, conserva su herencia cultural bajo una responsabilidad social y ambiental de todos los involucrados, entre anfitriones y huéspedes.
Un trabajo basado en el papel de los jóvenes de una comunidad maya de Yucatán en la actividad turística al escenificar su ser maya, refieren a la escenificación de la identidad étnica (maya) al servicio de la turistificación y del consumo de los turistas.45 Ahí, lo prístino y lo exótico describe esta etnicidad maya, desde la milpa, la forma de vida cotidiana y rituales, donde los jóvenes, quienes se visten a la usanza de los guerreros mayas, requieran adecuarse ante las exigencias del turismo a razón de la economía y las condiciones estructurales que no permiten una real o cotidiana identidad maya entre los pobladores, pues se encuentran supeditados a las exigencias del mercado neoliberal.
Por supuesto, todo lo “exótico” creado alrededor de estos mayas impide la posibilidad de ser escuchados por los visitantes y, en consecuencia, de ser incluidos en los escenarios dominantes y representativos del turismo en Quintana Roo. Empero, se producen formas novedosas que fomentan un impacto positivo en el cual los actores se tornan activos con posibilidad de insertarse en los escenarios de mercantilización. Por ello, la interrogante primordial surge en cómo la población local y los portadores de la cultura maya excluidos se integran al turismo hegemónico más allá de los planteamientos de la estructura de élite. En esta serie de estudios se demuestran la importante presencia de la migración maya yucateca hacia la franja turística caribeña y la articulación de los aspectos económicos, sociales y culturales, en sus comunidades de origen, así como en las ciudades de llegada.
Algunos autores tratan el impacto negativo de la migración maya hacia esta región del oriente peninsular por la industria turística,46 así como la desarticulación que experimentan comunidades del sur y oriente del estado yucateco.47 Evidencian la pérdida cultural a consecuencia de su incursión a la vida globalizada del Caribe mexicano. Por otro lado, diversos estudios reafirman el vínculo con sus comunidades de origen48 al recrear su bagaje cultural en las regiones de destino.49 Asimismo, otros autores colocan en la discusión el papel que juega la cultura maya50 y sus portadores,51 para ser ofertado al turismo.52 Ante esta serie de aproximaciones del turismo cultural en la cultura maya, es importante indagar entre los migrantes yucatecos que radican en Cancún, Quintana Roo, cómo se entienden los componentes socioculturales de lo maya y los significados que elaboran a partir de su puesta ante el turismo.
El fenómeno del turismo resulta central para comprender diversos procesos que trastocan la vida de los migrantes mayas de Yucatán y, al mismo tiempo, cómo interviene en la reconstrucción o reinvención de su identidad social y cultural, discusión que se presentará más adelante. Como sea, el resultado de estos encuentros son los diversos rostros de mestizos y mayas yucatecos de antaño quienes han convivido con otros habitantes de la península y demás estados del país junto con la población local. La derrama económica y el imaginario producido por la globalización en el litoral costero quintanarroense son el mecanismo para cautivar a muchos migrantes yucatecos de prácticamente todas las regiones socioeconómicas del estado quintanarroense, al tener como lugar privilegiado a la ciudad turística de Cancún. Para abrir la discusión sobre el turismo cultural en esta zona de la península yucateca, se presentan la siguiente escena donde la cultura maya cobra relevancia.
La teatralización del pasado maya
Durante el periodo prehispánico, la isla de Cozumel o Isla de las Golondrinas, también llamada Cuzamil por los antiguos mayas, fue un centro comercial y ceremonial importante donde Ixchel, la diosa maya de la fertilidad, era adorada por mujeres y hombres que venían en peregrinación desde otros sitios de tierra firme de la hoy península de Yucatán.53 A este santuario llegaban los antiguos mayas a consultar el oráculo de la diosa, pero también para agradecer los favores obtenidos y conocer el destino de su futuro.54 Hoy día se considera que el santuario dedicado a la diosa Ixchel probablemente se sitúa en la zona arqueológica de San Gervasio, en Cozumel, aunque no se tiene certeza dado que se encuentran otros asentamientos prehispánicos de corte comercial o habitacional.55
La diosa de la luna, Ixchel, es considerada regente de los aspectos de la fertilidad, la vida, del agua, inventora de la pintura y el tejido, además de las mareas y de las tempestades. Dada la importancia de este espacio sagrado entre los mayas de aquel entonces, fue habitual el cruce en canoa de los pobladores hasta Cozumel para llegar ante su diosa. Empero, con el arribo de los españoles y la evangelización cristiana, esta práctica fue considerada idolatría, con lo cual se eliminó y se perdió con el tiempo. Así, para rememorar el recorrido de los mayas del Posclásico tardío (1250-1519 d.C.) hacia el santuario de la diosa Ixchel, desde 2007 Experiencias Xcaret,56 un grupo de empresas mexicanas con más de 25 años en el ramo del turismo, junto con la supervisión y apoyo del inah (Instituto Nacional de Antropología e Historia), así como la participación de los ayuntamientos de Solidaridad y Cozumel, lleva a cabo la Travesía Sagrada Maya, en la que habilita tres escenarios: el espacio donde antiguamente se ubicara el puerto maya de Polé; la isla de Cozumel donde se hallara el oráculo de la diosa, y la Riviera Maya, con las playas de Xamanhá, en el actual Playa del Carmen.
Según menciona su página web, bajo este evento turístico se busca recrear esta práctica ancestral para fortalecer la cultura local (el maya) “como la cultura original de la región” e incentivar “el turismo local, nacional y extranjero”.57 Asimismo, el grupo Xcaret quiere contar con la asistencia y participación de la población local en cada una de las actividades programas junto con la presencia de los turistas, aunque en realidad el evento se lleva a cabo por población no maya de clase media, es decir, los mayas actuales de carne y hueso no participan como tal, y esta observación es la discusión que articula esta mirada etnográfica.
Con el lema “Celebra el viaje a tu nuevo ser”, del 19 al 21 de mayo de 2011 se realiza la travesía cuyo hilo conductor gira en torno a un personaje central para el mestizaje en el “Nuevo Mundo”, el español Gonzalo Guerrero. La embarcación donde se encontraba dicho español naufragó en 1511 al sur de Panamá, en el Golfo de Darién, hasta alcanzar la costa norte del actual estado de Quintana Roo, entre Xamanhá, hoy Playa del Carmen y Zamá, actual Tulum. Al integrarse a la vida de los mayas y contraer nupcias con la hija del cacique del lugar, surgieron los primeros mestizos. De ahí que se considere a Guerrero como el padre del mestizaje en nuestro país.
La conmemoración por los 500 años del arribo de Gonzalo Guerrero58 es la base para desarrollar toda una historia del español sobre su cautiverio, ofrecimiento (o presentación) ante la diosa Ixchel y su compromiso nupcial con la hija de Nachan Ca’an, el cacique del lugar, que como mencionan, muy probablemente ocurrió, aunque no se cuente con documento o vestigio alguno que dé constancia sobre dicho suceso. Por supuesto, aquí hablamos de una teatralización o performance de la cultura y cuya interpretación es construida por los otros, los ajenos a los mayas de hoy día. Como quiera, parte de la realidad y la ficción se entrelazan para recrear la travesía que los antiguos mayas realizaban como peregrinaje hasta el sitio sagrado de la diosa en Cozumel y al mismo tiempo para explicar el papel que desempeñara Gonzalo Guerrero en la creación del mestizaje mexicano, aunque poco se sabe sobre su vida cotidiana entre los mayas y su integración real a la comunidad. Empero, a partir de esta representación pareciera que Ixchel aprueba y bendice este encuentro caracterizando al español como un ser que pudo entender, aprender y defender a sus “no iguales”, los mayas.
Ante esta historia (bien articulada, por cierto), con meses de antelación se emitió una convocatoria para reunir a personas de todas las edades para representar las danzas, a los canoeros y la vida cotidiana de aquella época. A esto se suma el grupo de danza de Xcaret, así como del Dif (Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de las Familias) del municipio. Sobre los canoeros, hombres y mujeres jóvenes tanto nacionales como extranjeras quienes realizan los cruces en canoas habilitadas para este evento desde la parte continental del municipio de Solidaridad y la isla de Cozumel, se habían preparado físicamente para ejecutar el cruce en el mar Caribe. Además, los pases de entrada a estos sitios del grupo Xcaret se obsequiaron con meses de anticipación a través de programas de radio y televisión de la entidad, así como en algunas dependencias gubernamentales, todo ello para que cualquier quintanarroense tuviera la oportunidad de contar con un boleto a cualquiera de los escenarios donde se desarrollaría la representación.
Dado que mi interés se centra en la manera en cómo se construye la cultura maya a partir de la imágenes que presenta (y construye) desde el turismo, el viernes 20 de mayo me dirigí a la isla de Cozumel para asistir a la Travesía Sagrada Maya y presenciar el evento turístico. Ahí, frente a mar abierto, se recibiría a los canoeros, grupos de hombres y mujeres vestidos a la usanza de los mayas prehispánicos con penachos, tocados y pintura facial, quienes cruzarían unos 28 kilómetros por el mar Caribe en poco más de 300 canoas, para llegar a la playa Caletita, donde se ubica un faro en dicha ínsula. Todo estaba listo, y en la playa se había acondicionado una especie de plataforma a manera de altar-escenario, donde se encontraban mujeres mayores, niños, guerreros, el sacerdote del lugar e inclusive una mujer embarazada, todos vestidos con atuendos y tocados de acuerdo con la época (penachos, orejeras y narigueras, pintura facial, instrumentos musicales prehispánicos, caracoles y lanzas), según esto, del periodo posclásico.
Por supuesto, lo exótico ya estaba presente y daba un aire de misticismo al buscar la sensación de vivir en una comunidad costera maya. Los actores daban cuenta de la imagen de un códice en vivo. Las mujeres portan una especie de hipil con bordados sencillos y pintura facial, mientras que el atuendo del grupo de las señoras mayores consiste en collares y tocados en la cabeza mucho más elaborados, acorde a la danza que realizarían al arribo de los canoeros. Los hombres usan taparrabos y tocados en la cabeza. El sacerdote sobresalía del resto de los presentes (actores) con collares, tocado y bastón, como muestra del cargo que ocupaba. El incienso también ofrece el sentido de tratarse de un espacio sagrado, rodeado con flores y cestas.
Al centro del escenario se ubicaba una especie de oratorio donde sobresale la figura de la diosa Ixchel con la mirada hacia Polé, hoy Xcaret, desde donde los canoeros iniciarían su recorrido. Al monolito lo acompaña un olor a incienso, agua y cestas con frutas. En la orilla del mar se erige una especie de muelle de madera donde algunos guerreros y el sacerdote esperan a los canoeros. Es alrededor del altar donde se hallan grupos de mujeres y niños de diversas edades. Ahí pueden observarse escenas de la vida cotidiana como el caso de las mujeres, quienes preparaban alimentos sobre petates, cestas y ollas de barro, niños jugando alrededor del lugar, niñas llevando algunos utensilios domésticos o acompañando a una mujer embarazada, mientras que las mujeres mayores repartían agua en jícaras a los miembros de la comunidad imaginaria.
Por su parte, el sacerdote hace recorridos por el sitio llevando a cabo sus rituales, al mismo tiempo que soplaba un caracol a diversas partes del escenario, comúnmente hacia los cuatro puntos cardinales. También estaban presentes unos jóvenes que portaban lanzas y caracoles, dando la impresión de ser guerreros, quienes recorríann el muelle elaborado con maderas y sogas, además de que tenían el papel de anunciar la llegada de los viajeros que venían del mar. A partir del mediodía y hasta pasada las dos de la tarde, se divisaba a lo lejos la primera canoa que llegaba desde la superficie territorial al sur de Playa del Carmen. La espera se había prolongado, ya que las condiciones del oleaje no fueron las mejores para aquellos que remaron las canoas. En tanto, el público visitante, locales y turistas, observan a la distancia, ya que no se podía ingresar al escenario y en espera. Los espectadores aprovechan la venta de aguas, bebidas y diversas botanas.
Al divisar las primeras canoas en el mar, los ‘mayas isleños’ se preparan para recibir a los canoeros con danzas, jarrones con agua y canastos de fruta, mientras que el sacerdote y los hombres guerreros con caracoles anunciaban la llegada de los canoeros. La población nativa de la isla imaginaria, los mayas actores, recibían con alegría, aplausos a las y los canoeros, mujeres y hombres mayas actores que usaban taparrabos, pintura facial e, incluso, peinados típicos de esta puesta en escena. Por otro lado, mujeres jóvenes danzaban portando incensarios alrededor del escenario, y a un costado se ubicaban las mujeres mayores, quienes realizaban una danza en círculo. Al mismo tiempo, el sacerdote de la isla expresaba palabras de bienvenida a los canoeros, entre lengua maya y castellano, reconociendo su esfuerzo por llegar con la diosa.
Como apoyo para mitigar el calor y el cansancio de las mujeres y hombres que remaron, se les ofrecían canastos con frutas (rebanadas de papaya), que niños y jóvenes llevaban hasta las orillas del improvisado muelle donde arribaban los viajeros. La festividad del momento se hacía evidente en las actividades lúdicas que los pequeños realizaban, ya sea saltando o corriendo por toda el área de la playa donde se realizaba la representación, mientras continuaban las danzas ejecutadas por mujeres jóvenes y adultas mayores al compás de una música de corte prehispánico, lo que le daba un aire de pasado místico acompañado por cantos en lengua maya sobre alegría y festividad. Por su parte, algunos canoeros se presentaban ante Ixchel para ofrecer una reverencia, y presentaban ante ella su remo como ofrenda y agradecimiento por haber llegado con bien hasta la playa de Cozumel. En tanto, otros canoeros se abrazaban, lloraban y esperaban la llegada de otras canoas para vitorear el esfuerzo de sus compañeros.
En este momento se permitió el acceso de los espectadores para tomarse fotos en los escenarios, con los artistas y, sobre todo, con algunos canoeros, quienes portaban tocados, orejeras, collares y peinados, extraídos de una imagen de la cinta Apocalypto, dirigida por Mel Gibson. Lo exótico estaba presente. Con todo, la presencia de los espectadores fue aumentando conforme transcurría el tiempo, pero no fue el número esperado por los organizadores, sobre todo con respecto a los turistas internacionales, toda vez que la Travesía Sagrada Maya se considera un evento de talla nacional e internacional. Ante esto, salta la cuestión sobre la finalidad de este “rescate cultural” y, por consiguiente, el “fortalecimiento de la cultura regional”, la maya, como la labor más significativa que empresarios y colaboradores de Xcaret junto con los gobiernos municipales y estatales llevan a cabo, a la luz de esta representación cultural. La pregunta central reside en si existe un interés real por la cultura maya, o bien, únicamente para vender y atraer turistas.
El presente maya como moneda de cambio
El caso de la Travesía Sagrada Maya es el ejemplo por excelencia sobre la teatralización de la cultura, pues en ella se hace visible la participación de personas que no son mayas y menos peninsulares. Algunos informantes clave refieren que un porcentaje menor de los actores y público que participa en tal evento no son mayas, pues llegan de Guadalajara, Michoacán o del centro del país, con excepción de las personas que hablan maya en la representación. Esto puede traducirse en una recreación de los mayas sin contar con los mayas, no los de antaño que construyeron las pirámides, sino de los actuales mayas, los de carne y hueso, quienes habitan la península de Yucatán. Así, el ser maya es el plus que se ofrece a los turistas a manera de vivencias auténticas y únicas que exotizan y convierten en objetos a la población representante de dicha civilización.
Los mayas son vistos como objetos culturales ante la mirada insistente de empresarios del turismo en esa búsqueda por conocer y comprobar la particularidad de la vida cotidiana de estas personas con una etnicidad prístina, mágica, exótica. Por su parte, la población maya “vende” sus prácticas, sus rituales y costumbres a cambio de las propinas ofrecidas por los visitantes,59 o bien, por el pago a destajo que las empresas entregan por el servicio ofrecido a sus clientes en el marco de un vigente colonialismo,60 como ya se ha demostrado en diversos estudios.61 Pese al flujo de dinero que circula en este tipo de turismo, la gente vive más de las propinas que del salario. Por consiguiente, se carece de programas que atiendan las necesidades de la población maya o que valore su conocimiento local.
Como quiera, el discurso empresarial parece girar en torno a los mayas prehispánicos con sus grandes conocimientos ancestrales, y por ende, se valora el pasado, lo que fue, pese a que en Cancún aún persista el conocimiento que los padres o la familia extensa ha transmitido a las nuevas generaciones a través de su culinaria regional, la participación de gremios y novenas en las fiestas patronales, así como la lengua materna, entre otras prácticas. Los habitantes, desde la cultura maya, continúan comunicándose en lengua maya, realizan rituales domésticos, ceremonias agrícolas y poseen toda una sabiduría para atender cualquier malestar físico o espiritual.62 Para algunos migrantes yucatecos,63 aquellos que conforman la segunda generación radicados en Cancún y participan en este estudio, el “rescate” del que aquí se hace mención se traduce en un trabajo personal más que colectivo, de ahí también su importancia:
[…] Si hubiera un interés [por la cultura maya], desde un principio, hubiese esa iniciativa de aprender [lengua maya], como en mi caso, y ya hasta ahorita veo que tal vez sí me ayude. Entonces, está en cada uno […]. El maya me serviría mucho, y [le digo] a mi papá que me hable maya [para ir aprendiendo]. Entonces, ya estoy viendo por mí. Y creo que también si tus papás saben maya, deben enseñarte. En mi caso, todos hablan, y la más grande de mí lo entiende, pero yo no.64
Creo que [esto de la cultura maya] es un interés económico, sinceramente… si no le trae beneficio, ¿pa’ qué lo hago? Pocos serían los que estén interesados, pero como dicen todos, ¿para qué quiero saber maya o para qué enseñarles a mis hijos? Pero luego vemos que el que habla maya tiene buenos puestos, y no lo ven de esa manera. Y el rescate es más por lo que somos, estuvimos aquí y cada vez se está perdiendo. Nosotros lo tenemos y no lo aprovechamos en el sentido de cuidar. Se necesita una revolución para cambiar.65
Utilizan la cultura maya para atraer turistas. Para mí, identifico a los mayas con Yucatán. Todo viene de allá, la tradición que se extendió, y como es la península de Yucatán, tratan de abracar toda la cultura para hacer promoción. Confunden Chichen Itzá, que está en Cancún [y realmente está en Yucatán]. Pero creo que hay un fondo porque si no se preserva, sino se mantiene, se van perdiendo la esencia de la cultura maya. Por eso todos esos programas para enseñar la lengua, conservar las tradiciones, y tratan de rescatar eso, si no ¿qué vendes?, ¿qué promocionas? Siento que va más por allá que realmente estén preocupados por rescatarlo, aunque hay gente que ha realizado estudios y luchado para que se preserve, se conserve y no se pierda con el tiempo.66
Estos componentes culturales, como la lengua maya, la gastronomía o las zonas arqueológicas en la península de Yucatán, se transforman en productos que son beneficio de algunos, pero no para los portadores de la cultura maya, como sugieren los anteriores testimonios. Tan solo en Cancún encontramos espacios, estructuras y marketing en los que se presentan entornos “conectados” con la cultura ancestral propia de la península yucateca a través de los resabios de sus construcciones, la promoción lo maya mediante medios electrónicos y el enaltecimiento de la lengua maya por la vía de la radio.
Dado que dicha cultura juega un papel importante en un contexto turístico como el que ocurre en Cancún, para estos migrantes yucatecos resulta una estrategia de mercadotecnia para atraer turistas a la luz de los intereses económicos que empresarios, operadores de turismo, guías e instancias gubernamentales establecen para ofertar entre los visitantes, como se ha demostrado en los estudios de Fernández Repetto y Estrada Burgos,67 junto con los de Rodríguez Martínez y Jouault.68 Algunos migrantes de segunda generación así lo ilustran:
Yo digo que es marketing, porque no les dan proyección a las ruinas de El Rey o El Meco [aquí en Cancún]. Igual recuerdo que en el hotel Meridien, en la parte de arriba [de sus muros] tiene jeroglíficos mayas, y porque tenían una conexión con esa parte del hotel [ya estaban hablando de lo maya], pero era para aparentar, porque el inmueble ya estaba y el hotel solo lo aprovechó. Le cayó como anillo al dedo.69
También pienso lo mismo [sobre la mercadotecnia y también para no perder sus costumbres…], porque se pudo haber hecho algo en distintos sectores para conservarlo. Por ejemplo, en Xcaret se abrió una escuela de maya, pero la abrió un ruso. Entonces, cómo es posible que otros lo valoren, y todo eso tiene que ver en cómo perciben las cosas […].70
[En los hoteles, la cultura maya] ni se proyecta al cien por ciento, porque solo es la entrada con una piramidita y más adentro ni la comida, los cuartos están tematizados. Entonces, no se refleja al cien por ciento, solo algunos aspectos. Piensan en la cultura maya más que de la región, si no que es la cultura prehispánica que viene de siglos atrás, y si la empiezan a retomar es para comercializar, traer gente. Les cuentan cómo era y ya. La gente en realidad no está empapada de la cultura, de cómo vivían, cómo eran sus casas, qué comían, cómo era la vida en esos tiempos o cómo es ahora, porque todavía tenemos comunidades mayas. Por ejemplo, las danzas […], y a veces salen disfrazados de quien sabe qué, dizque maya, pero es solo un atractivo.71
La oportunidad de contar con ciertos elementos en estructuras e, inclusive, en la recreación de rituales con trajes vistosos y coloridos, poco se acerca a la realidad de la cultura maya y sus portadores, siendo temas recurrentes entre los jóvenes como aquí se demuestran. En el caso de la Travesía Sagrada Maya, los medios de comunicación, como la prensa impresa, se avocaron a promocionar el evento, pero nunca mostraron la otra mirada de dicha recreación, la de los verdaderos mayas. Aunque surge la precepción de protección, cuidado y rescate de la cultura regional, no se cuenta con un programa o evento cultural destinado a mostrar cada uno de los aspectos que conforman la cultura maya, salvo en contadas ocasiones como la festividad del Hanal Pixán o Comida de las Ánimas, lo que se conoce como Día de Muertos en el resto del país.
Si bien en Cancún es notable la diversidad cultural de sus habitantes, que da resultado una multiplicidad de identificaciones, la promoción de la cultura maya se encuentra a la orden del día. Pese a ello, existe un desconocimiento sobre cada uno de estos elementos culturales (como el uso de la ropa tradicional o algunos rituales usados en bodas) al emplearlos sin considerar el contexto donde se originan, las normas y principios rectores. Simplemente, no se tiene el debido respeto hacia el ser maya. Si por un lado tenemos las prácticas llevadas a cabo sobre rituales mayas fuera de sus auténticos ambientes, también existe una escenificación de los mayas que deja del lado a los mayas actuales de carne y hueso, como lo suministran las siguientes afirmaciones:
Pues es un interés para vender, porque no se está promoviendo así… por ejemplo, hacen un ritual y lo hacen los turistas. Entonces se pierde ese sentido del ritual verdadero. Es como teatro. Se estaba promoviendo [la cultura maya] por el 2012, y a mi trabajo llegó una invitación sobre una boda maya que se va a realizar en unos días. En la invitación mencionaban que mientras se hacía la boda estarían los voladores de Papantla, y eso no tiene sentido dentro de la boda porque lo de Papantla corresponde a un ritual de la agricultura. Entonces, mi jefa manda un correo al secretario de turismo preguntando quién se va a casar porque si no es así, sería un simulacro, y sobre todo, qué relación tienen los voladores de Papantla en todo esto. La cuestión es que juntan todas estas culturas como diciendo, a ver qué les gusta a los turistas y lo meten de una forma no correcta, donde se empiezan a hacer simulaciones y pierden su sentido ritual. Lo hacen todos los días. No lo hacen en las fechas indicadas. Entonces, no tiene sentido. Se pierde esa verdadera intención, porque solo lo hacen sistemáticamente, lo ven como promoción para tener más recursos. Entonces, todo es maya, hasta en los antros dicen: ‘Ven a la fiesta del fin del mundo’, y lo están utilizando mal. Y aquí lo más grave es que el turista se lleva esa mala imagen, como la película [de Mel Gibson], en donde los mostraron como sanguinarios. Entonces, se van con el dato falso, con esa mala imagen. Cuando vayan y lo cuenten allá van a enseñar una cultura falsa […]. Se queda como que la cultura maya es falsedad.72
Para nosotros a lo mejor no [es tan así], pero para la gente rica es para verlos, ver a la gente con hipil, socializa con todo esto. Te pintan, te ponen tus mechones y suena feo, pero es una realidad latente: ven a la gente como artículo de exhibición. Eso es lo malo, no se respeta todo lo de la cultura.73
[…] Desde los dos puntos de vista es correcto. Para un turista [la cultura maya] es novedosa, y lo compra, y desde la cultura también es importante la preservación. Es un plan con maña. A la vez es bueno por la preservación y por el otro por vender. Está bien por los dos [lados], porque implica economía y cultura. Aquí [en Cancún] es algo muy difícil porque están implicadas otras cosas. No creo que se haga una tradición como en Mérida [donde hay eventos culturales sobre lo maya]. Aquí es difícil porque no es la cultura, no es parte de. Está más enfocado en lo que es el dinero que surge del turismo de masa, de sol y playa […].74
El respeto hacia la cultura maya y sus portadores son temas recurrentes entre los migrantes yucatecos de segunda generación. En el caso de la boda maya, esta se lleva a cabo por el hmeen o sacerdote maya, quien se encarga de dirigir las oraciones en agradecimiento a los dioses mayas acompañadas por el copal y tocando los cuatro puntos cardinales. Como es de esperarse, mientras el hmeen realiza las oraciones en maya, un traductor las presenta en castellano para el resto del público. El sincretismo en esta recreación ocurre desde el momento en que los asistentes observan las vestimentas de la pareja que contrae nupcias (la cual no sabemos si en realidad lo esté haciendo), quienes pueden usar hipil y guayabera o seleccionar, quien desee casarse a través de esta modalidad turística, el traje que mejor le agrade. La promoción de esta clase de eventos permite a los novios unir sus votos bajo una deidad maya que les es ajena.
Epílogo: el futuro maya ante los embates del turismo
La pertinencia sobre las relaciones interétnicas en esta región de Quintana Roo demuestra la estructura social de sujeción-dominación que se produce en el estado, principalmente los conflictos y las tensiones dentro de esta zona multiétnica ante la diversidad de inmigrantes nacionales y extranjeros, empresarios y mano de obra barata atraída por el turismo. Por si fuera poco, desde estos encuentros es posible considerar otros procesos que involucran nuevos escenarios donde se pone en juego las representaciones de la herencia cultural maya (el ser maya) en la península de Yucatán. La cultura maya es el discurso por excelencia a promover entre el turismo internacional, pero la población heredera de dicha cultura, los mayas contemporáneos, se encuentra fuera de los discursos y escenarios de poder.
No obstante, se enaltece el pasado maya milenario junto a los mayas antiguos, constructores de imponentes y majestuosas pirámides. Los actuales poseedores de dicha cultura, los mayas de carne y hueso, carecen de voz y voto en la toma de decisiones y la ruta a seguir de acuerdo con sus necesidades y expectativas. Ante la segregación y discriminación a la que está sujeta la población mayahablante, su acción se limita a ciertos escenarios en los cuales se les concibe como objetos culturales y en los que lo exótico está a la orden del día.75 La experiencia única sobre lo maya es la marca comercial para atraer a los turistas por las empresas de tour operadoras multinacionales, de ahí que los mayas sean producto de mercantilización para ser exhibidos sin la posibilidad de participar activamente en los proyectos de desarrollo turístico.76
La oferta de trabajo eventual, la precariedad de la vida cotidiana aunada al racismo y la diferenciación de que son objeto los mayas en Cancún, son elementos centrales del análisis sobre la concepción de sí mismos en el marco de la nueva milpa que representa este polo turístico,77 pero también las rupturas y tensiones que experimentan entre origen y destino.78 Al mismo tiempo, las relaciones imbricadas con aquellos que viven en este sitio reflejan los discursos hegemónicos que se imponen para mantener el statu quo, en el que las concepciones sobre “los otros” crean distancias que los aíslan y alejan, y dan origen a estereotipos e imaginarios sobre una estructura social de pueblos y comunidades mayas donde el tiempo se detuvo y lo místico se hace presente.
Por supuesto, aquí se precisa hacer un paréntesis respecto a los proyectos de ecoturismo o turismo sustentable, el manejo de áreas naturales protegidas, o bien, el turismo llamado de bajo impacto, cuya finalidad es la de respetar el medio ambiente, así como de incorporar a la población local para alcanzar un grado de bienestar satisfactorio. Algunos autores argumentan que los actores locales se apropian de dichos proyectos para reconstruirse simbólicamente, tanto a nivel cultural como en su etnicidad,79 mientras para otros su integración no se refleja en las grandes ganancias obtenidas por las empresas turísticas80 y únicamente reciben una parte módica a manera de jornal.81 Por ello es importante realizar estudios etnográficos de cada una de estas experiencias, sean de sol y playa, ecológicas, sostenibles o culturales.
Como quiera, los mayas se convierten antes los ojos de los turistas en esas imágenes que los visitantes esperan que sean, es decir, tradicional, primigenio y exótico. Algunos aseguran que este mecanismo, llamado mirada turística,82 es una manera de resurgir prácticas culturales y de recrear sus identidades,83 mientras otros alegan una falta de empoderamiento genuino entre la población local, pues la relación entre las partes es marcadamente asimétrica con la capacidad de destruir culturas y tradiciones.84 Para una adecuada comprensión, la vía sería darle una lectura objetiva a cada una de las experiencias de desarrollo implementadas en esta región oriental de la península yucateca y, así, documentar el cambio social sobre algunos componentes de la cultura maya de importancia identitaria, el impacto social en los lugares de origen y llegada, y la diversidad étnica del estado circunscrito en relaciones intersubjetivas e intercomunitarias.