Sr. Editor:
La pandemia del COVID-19 está originando una serie de cambios en la educación a nivel mundial. Las universidades se ven en la necesidad de asumir el reto de ejecutar la enseñanza remota de emergencia, que exige a los docentes diseñar sesiones de carácter sincrónico y asincrónico para generar experiencias de aprendizaje a través del uso de los recursos disponibles. Uno de estos es la videoconferencia; sin embargo, dada su aplicación masiva, es necesario analizar cómo se aplica y cómo debería efectuarse para asegurar que sea un medio que permita el logro de los aprendizajes esperados en los futuros profesionales de la salud.
En relación a lo anterior, hay que tener en cuenta que las concepciones de la educación tradicional se han evidenciado en el uso de la videoconferencia. Los docentes, acostumbrados a brindar sesiones expositivas, han convertido el espacio sincrónico en un “espejo del aula presencial”, con escasa interacción con los estudiantes1. Este es un problema para el desarrollo de las competencias de los estudiantes, puesto que la videoconferencia, concebida desde esta perspectiva, se estaría convirtiendo en un espacio de transmisión de información que no promueve al involucramiento de los estudiantes. Situación que debe conducirnos a una reflexión profunda sobre el rol esperado del estudiante en el proceso de enseñanza-aprendizaje, ya sea en el entorno presencial o remoto.
La videoconferencia debe resultar ser un recurso útil para logro de los aprendizajes esperados, como un nuevo canal para la comunicación bidireccional entre el docente y los estudiantes, y entre estudiantes2. Asimismo, las investigaciones en el área de ciencias de la salud muestran su eficacia para generar el diálogo y el trabajo en equipo3. En esta línea, su aplicación contribuirá a originar espacios de intercambio, debate y colaboración para profundizar en lo aprendido, promover el desarrollo de habilidades cognitivas de orden superior a través del análisis de problemas o casos reales y no para repetir los contenidos que pueden ser revisados por los estudiantes a través de actividades asincrónicas.
Finalmente, dado el problema de la baja conectividad a internet que existe4, la videoconferencia es una oportunidad que debería ser aprovechada al máximo. Debe brindar una experiencia valiosa al profesional de la salud en formación con el propósito de motivarlo, afianzar el clima favorable, generar reflexión sobre la importancia de los aprendizajes logrados y permitir que reciba la retroalimentación que necesita para mejorar sus desempeños.