Estimado sr. Editor:
Los profesores en las escuelas y facultades de ciencias de la salud nos preocupamos continuamente por mejorar nuestra forma de enseñanza. Esto ha llevado en diversas ocasiones a cometer equivocaciones o errores de implementación, como en el caso de los neuromitos. Los neuromitos son falsas creencias que se desarrollan, ya sea por una mala interpretación o afirmaciones fuera de contextos de hechos cientificamente establecidos. Como lo menciona Hernández Espinosa, 2020, “A diferencia de los mitos en otros ámbitos en la sociedad, los mitos sobre el funcionamiento del cerebro repercuten directamente sobre el ámbito educativo”1.
Los autores de esta carta somos alumnos en un posgrado en educación en ciencias de la salud, y quisimos darnos cuenta del grado de conocimiento de nuestros compañeros al respecto de los neuromitos. Macdonald y colaboradores aplicaron un instrumento para conocer la prevalencia de los neuromitos y compararla entre educadores, no educadores y personas con conocimientos en neurociencia. Decidimos utilizar el mismo instrumento con nuestros compañeros y recibimos 13 participaciones2. La pregunta que tuvo cero respuestas correctas fue con relación a la integración de la función de hemisferios derecho e izquierdo del cerebro a través de sesiones breves de coordinación motriz. Otras cuestiones que tuvieron muy pocas respuestas correctas fueron con respecto al tamaño del cerebro de los niños y las niñas, los signos de dislexia, y la mejoría de habilidades en lectura a través de ejercicios para practicar la coordinación de habilidades de percepción motriz.
Llama mucho la atención que 6 de los 13 participantes (46.2%) estuvieron de acuerdo con que los individuos aprenden mejor cuando reciben información en su estilo de aprendizaje preferido. Estos dos puntos en particular son interesantes en nuestra pequeña muestra porque la mayoría son médicos que están cursando un posgrado en educación en ciencias de la salud, por lo que se esperaría que estuvieran enterados de la gran leyenda urbana que constituyen los estilos de aprendizaje. Sin embargo, los tipos de aprendizaje son un neuromito con tal aceptación y penetración en el medio educativo, que lo más común es que muchos de nosotros los considere no solo reales, sino útiles e indispensables de tomar en cuenta para su aplicación en nuestras clases, a pesar de que se ha demostrado en varias ocasiones que no existe evidencia que apoye esta creencia3.