Señor editor:
En 2019 apareció en la esfera sanitaria la COVID-19, una enfermedad emergente, que en un corto periodo se transformó en pandemia, causada por el coronavirus SARS-CoV-2 y caracterizada por producir desde un resfriado común hasta el síndrome de insuficiencia respiratoria agudo severo, e incluso la muerte sin distingo de edad, género, raza o etnia, pero con especial severidad y letalidad en personas con patologías crónicas preexistentes. Por tratarse de una nueva enfermedad de la que no se tenía suficiente información sobre su comportamiento biológico y debido a su rápida capacidad de propagación, la mayoría de los países implementaron medidas sanitarias no farmacológicas extremas para contenerla (en procura de evitar saturar el sistema sanitario) como la limitación de la movilidad, el distanciamiento social y la cuarentena con el inevitable cierre de instituciones entre ellas las universitarias1.
De esta manera, las universidades vieron cerradas sus puertas y ausentes a sus estudiantes (la esencia de su existir). Son estos en su alejamiento físico los que sienten comprometida la interacción con sus pares, con los ambientes, con la cultura, el arte, el deporte, el saber, con las tertulias, los debates y todos los componentes que definen a las universidades, y por supuesto a sus carreras, y que conforman la identidad estudiantil en función de su sentido de pertenencia y sentimiento colectivo como valor y derecho fundamental, a través del cual logran la comprensión de su significado en el campo profesional, así como de las habilidades y conocimiento que debe desarrollar, entonces cabe preguntarse si el aislamiento domiciliario y la cuarentena social obligatoria provocada por la COVID-19 han influido en la construcción de la identidad universitaria y, si este fuera el caso, si es prudente indagar sobre la intensidad de la perturbación, las carreras comprometidas e incluso dentro de una misma carrera el periodo o nivel afectado2.
Como representación social, la identidad universitaria es aquel conjunto de acciones socioculturales que comparte la comunidad universitaria, que por supuesto le confiere el sentido a sus prácticas cotidianas, pero que requiere para muchos la presencialidad, no basta con la interacción en línea (opción empleada en pandemia para asegurar la prosecución formativa), en todo caso se necesitan ambas para que el aprendiz se adueñe de ella, este debe entender su integralidad en el contexto de un proceso social, en este sentido debe conocer y hacer propios valores, historia, tradiciones, símbolos y aspiraciones, así como los compromisos sociales que caracterizan la razón de ser de las universidades; en palabras simples, el estudiante debe sentirse parte de la universidad, a pesar de la COVID-19, es más con ella, porque la formación de identidad profesional es dinámica, en constante construcción, en procesos que implican la conservación y la diferenciación3.
Ante el ingreso de nuevos estudiantes y la titulación de otros durante el tiempo que ha durado la pandemia son entendibles las siguientes preguntas: ¿El proceso de formación de la identidad universitaria se vio detenida en los que ingresaron a las casas de estudio universitario? ¿Está clara y suficientemente establecida la identidad profesional en aquellos que se titularon? En el entendido que la identidad surge de los procesos de socialización que viven los estudiante en su contacto con la vida universitaria, con el conjunto de interacciones múltiples, con el ambiente de aprendizaje, con la instituciones, los docentes y sus pares, por tanto, sobre identidad universitaria y eventos sanitarios que influyen sobre ella son pertinentes las pesquisas, se abren entonces nuevas líneas de investigación, porque el sentido de pertenencia del estudiante a la carrera que cursa interviene positiva o negativamente en su desempeño como futuro profesional3.
La conclusión lógica que deriva de estas líneas en que se define someramente la identidad universitaria y se muestra preocupación por la influencia que pueden tener sobre la misma las medidas sanitarias no farmacológicas (aislamiento, cuarentena, limitación de la movilidad y distanciamiento social) adoptadas para combatir la pandemia causada por coronavirus SARS-CoV-2, es la indispensable necesidad de realizar investigaciones desde distintas corrientes científicas y con el involucramiento de diversas variables, dada la complejidad que caracteriza a la formación de la identidad universitaria, ya que está compuesta por dos facetas: la individual, que hace únicos y peculiares a los individuos; y la faceta social, que engloba los rasgos compartidos con los integrantes de diferentes grupos, en un explícito dilema entre la singularidad de cada quien con la similitud con los congéneres.