Introducción
La Organización Mundial de la Salud (World Health Organization, 2020) reportó 28.637,952 personas con COVID-19 en 2020, lo cual afectó las relaciones de íntimas de pareja, en especial las de aquellas que no son familia, debido a las recomendaciones de salud y los riesgos que implicaba el desplazamiento o contacto con más personas. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía ([INEGI], 2020) informó que, en México, 76.6 % de la población era usuaria de internet previo a la pandemia. También, la Procuraduría Federal del Consumidor (2019) informó que 29.3 % de los internautas contaban con una aplicación para encontrar parejas, de ese porcentaje, 31.8 % buscaban encuentros casuales de una ocasión y 40.9 % pretendían conocer personas; además, 46.1 % consigue al menos una cita cada seis meses. Rodríguez y Rodríguez (2020) consideran que la pandemia ha tenido impacto en todos los ámbitos, incluido el de las relaciones de pareja ya que la cultura se vio abruptamente modificada incrementado los espacios virtuales, implicando la generación vínculos y desarrollo de actividades tanto afectivas como eróticas en estos contextos y, por ende, creando la posibilidad de formar o mantener parejas virtuales siguiendo los mandatos sociales del autocuidado.
Durante la pandemia, las aulas, espacios terapéuticos y negocios migraron a las pantallas, en consecuencia, la mayor parte de la vida de muchas personas se convirtió en virtual (Argüero Fonseca et al., 2021; Chávez Márquez, 2021). Con ello, Marana (2015) afirma que el incremento del uso de redes sociales ha ampliado los tipos de relación, incluyendo los vínculos a distancia entre personas que no se conocen de forma física; con esto se genera un acceso fácil y rápido a la comunicación con una amplia gama de interlocutores. En relación a lo anterior, Ricaurte Quijano (2018) estima que existe una cultura digital, a la que define como aquellos elementos que se enmarcan en un capitalismo cognitivo, donde la tecnología se erige como elemento central desde el cual se construyen tanto unidades como identidades. Desde el marco de su investigación, parejas y lazos se someten a las reglas de las aplicaciones o sitios web para establecer vínculos íntimos.
Al respecto, Kaufmann (2010 citado en Rodríguez Salazar y Rodríguez, 2016) denota que en la época actual existe una transformación debido al uso del internet, y este cambio afecta tanto al encuentro real como en línea. En este sentido, Del Prete y Redon Pantoja (2020), exponen que lo virtual permite planear y pensar las respuestas, desinhibirse, exhibir rasgos que no mostrarían cara a cara u ocultarlos, y genera dificultad para discriminar los límites entre lo real y lo virtual. En este sentido, la frontera entre lo real y lo virtual fue aún más delgada, casi soluble.
En estos contextos, Bauman (2012) y Velásquez Camelo (2020) mencionan que existe en la actualidad un amor líquido, muchas veces marcado por vínculos virtuales, ya no comprometidos ni a largo plazo, pero con las mismas problemáticas de ansiedad e inseguridad. Los vínculos se presentan como desechables, y, por consiguiente, con menor intimidad, priorizando la vida erótica. Mora et al. (2017) establecen que una pareja se conforma de conexiones o vínculos, ya sea cognitivos, eróticos, emocionales y al finalizar o concluir la relación se presentan desconexiones, es decir, se van perdiendo dichos vínculos. Esto resulta idóneo para la analogía que se plantea en esta investigación, en la cual existe la posibilidad de una pareja que se construye y conecta en la virtualidad, se genera una “conexión” y un vínculo implícito que se pacta y procura, mediante el hecho de “conectarse”. Tal como apuntan Rodríguez y Rodríguez (2016), quienes afirman que es posible generar cercanía mediante espacios virtuales.
Para Brenes Morera y Salazar Alvarado (2015), una pareja es una construcción relacional en la cual se acuerda una reciprocidad y definir la relación como tal. Desde el enfoque sistémico, ser pareja es tener un proyecto en común, diferenciarse del exosistema, aportando información a la relación desde el holón individual, implicando en él lo referente al sistema de origen (Campo y Linares, 2002). En otro estudio, Cárdenas-Medina et al. (2015) afirman que la pareja es la unión de dos personas que se vinculan de forma afectiva, se brindan apoyo y excluyen a otros de dicho vínculo; mientras que para Mateu Martínez (2015) es un sistema con sus propias reglas de interacción en el cual la relación entre ellos genera patrones que darán estructura y organización. Por su cuenta, García (2020) retoma diversos autores y considera que una pareja involucra atracción por características físicas o psicológicas, fines afectivos, genera un vínculo de intimidad, apoyo, protección y amistad; existe un intercambio de recursos que permiten el surgimiento del amor.
Según Stenberg (1989), la relación de pareja consta de tres factores principales: amor, intimidad y compromiso. De acuerdo a esta teoría, el concepto de la intimidad se refiere a “aquellos sentimientos dentro de una relación que promueven el acercamiento, el vínculo y la conexión” (p. 37), además, la intimidad abarca el interés en promover el bienestar de la pareja, felicidad conjunta, respeto, apoyo, entendimiento, entrega, aceptación de apoyo por parte de la otra persona, comunicación íntima y mutua valoración. Estos autores concluyen que la conformación del vínculo implica la exposición de uno y otro, con el riesgo de pérdida. Navarro-Góngora y Pereira Miragaia (2000) distinguen entre intimidad psicológica y sexual, advirtiendo que, en ambos, pueden existir enfados o conflictos y que estos pueden afectar la dinámica de las parejas, pues esta se ve influenciada por el género, familia, cultura y contexto. En esta misma línea, Mazadiego Infante y Garcés (2011) aplicaron la escala de Stenberg y encontraron que los hombres prefieren la intimidad con pasión sin el compromiso. En cambio, las mujeres prefieren el compromiso, el amor romántico con menos pasión y sin tanta intimidad, lo que sugiere que las mujeres buscan la estabilidad emocional a través del compromiso del hombre.
Más específicamente, en cuanto a la intimidad en la pareja, Rihm et al. (2017) manifestaron que su desarrollo ha cambiado en la época actual, ya no se caracteriza por ser un refugio o dependencia, sino que encarna contradicciones, ya que también es un lugar donde se ven amenazados los intereses individuales. Perel (2007; 2019) opina que la intimidad en la actualidad dista de ser una construcción familiar; con el paso del tiempo se ha convertido en la confianza y posibilidad de compartir aquello privado y personal. La autora pone en duda que los vínculos a distancia sean distintos de los reales, por ejemplo, cuestiona si enviar imágenes o desnudarse frente a una pantalla no implica una infidelidad. Advierte que, según su experiencia con parejas, en las diferentes culturas existen distintos pactos, entre los cuales la interacción con personas que desconocen, incluso con imágenes, puede juzgarse como una deslealtad. Por ello, para fines de esta investigación, el mundo virtual íntimo puede en muchos casos afectar la vida real y convertirse en un vínculo tan legítimo como uno presencial.
De ahí que el objetivo de la presente investigación fue comparar intimidad, compromiso, amor, romance y satisfacción entre las parejas con relación virtual y las que tienen relaciones presenciales o físicas. La hipótesis estadística es que se encontrarían diferencias significativas entre las parejas presenciales y las parejas con vínculos digitales, en particular, en cuanto a la intimidad, amor, compromiso y satisfacción.
Estudios empíricos actuales
Con respecto a la escala empleada en este trabajo, Maureira (2016), autor de la misma, define sus componentes como:
El compromiso se relaciona con el interés y la responsabilidad que se siente por la pareja y la decisión de permanecer junto a ella. La intimidad tiene que ver con el apoyo emocional, la profundidad en las conversaciones, la confianza, el compartir cosas materiales, etc. El romance se relaciona con las conductas establecidas socialmente para la atracción y posterior interés que se pueda generar en la pareja. Finalmente, el amor en la relación de pareja es de tipo biológico y se presenta de la misma forma en todas las culturas (p. 100).
Acerca de las preferencias sexuales, García et al. (2017) presentan un estudio comparativo de parejas, refiriendo que la intimidad está ligada al apoyo afectivo que se brindan mutuamente los individuos dentro de una relación, lo que comprende a su vez la capacidad de compartir con el otro situaciones personales y profundas. Capafóns y Sosa (2015) posicionan la intimidad como componente nuclear de la pareja, es decir, un vínculo profundo relacionado con la confianza, el mutuo conocimiento, la cohesión y posibilidad de mostrarse vulnerables. Se puede entender la intimidad como prioridad del cuidado y bienestar de la pareja, felicidad por la pertenencia en la relación, reciprocidad emocional, inversión en tiempo compartido, comunicación y entendimiento.
Profundizando en el tema, Núñez Cohello (2018) registró en su investigación que los hombres puntúan más alto en intimidad, compromiso y pasión, pero no en amor; también encuentra correlaciones entre amor, satisfacción y las dimensiones propuestas por Stenberg (mencionadas previamente), afirma que “a mayores niveles de intimidad, compromiso y pasión, mayor satisfacción marital” (p. 93). Asimismo, encontraron que la satisfacción se presenta en la relación como predictora principal del amor.
Desde otro ángulo, Bohórquez Samanamú (2019) realizó una investigación cuyo objetivo principal fue explorar las expectativas de la relación entre parejas virtuales y los componentes de la teoría triangular del amor: intimidad, pasión y compromiso. Para ello trabajó con una muestra de 253 jóvenes, de la cual, 63 % conocía a alguien en una relación virtual. Los puntajes en mujeres fueron más altos en pasión y compromiso, mientras que en hombres fue en intimidad. Las personas con más tiempo en su relación obtuvieron mayor puntaje en compromiso. La intimidad fue el puntaje más alto para quienes mantenían relaciones por internet.
En otro orden de ideas, De Manuel (2016) narra la historia de los bots. “Un bot es un programa informático que imita el comportamiento de un ser humano” (p. 29), y explica que existe, cada vez más, una tendencia de consolidar el espacio virtual como espacio real y, por lo tanto, contiene y representa una identidad con efectos en la vida de las personas. Por su parte, Rus Arance (2021) ha estudiado los efectos fisiológicos de la computación afectiva, pero en la muestra (limitada) del autor esta no tuvo gran impacto. A su vez, Fernández-Ordóñez et al. (2019)) consideran que hace falta indagar en aprendizajes, afectos y experiencias de usuarios con inteligencia artificial. Es importante recalcar que ya existen bots afectivos que emulan vínculos humanos, como apuntó Caballero (2016), algo que ocurre muchas veces en Tinder, aplicación empleada para conocer personas con fines eróticos o románticos.
Por último, y quizá el antecedente más importante para el presente estudio, Rodríguez y Rodríguez (2020) realizaron una encuesta a parejas de Guadalajara, México, con el fin de conocer las modificaciones que el encierro en la pandemia había generado. Destacan la disminución en relaciones sexuales, incremento del estrés, menor privacidad y que el 19 % exploró nuevas posibilidades eróticas. Aunado a esto, revelan que disminuyó la satisfacción en parejas a distancia y se creó entre ellas mayor incertidumbre, en conjunto con una añoranza de espacios sin pareja. Señalaron que era probable que se normalizaran las citas virtuales.
Metodología
Se trabajó con un diseño, analítico, transeccional, comparativo y correlacional.
Participantes
El estudio se conformó por 353 encuestados, con un rango de edad entre los 18 a 57 años, con una media de 29 años. El mayor porcentaje de personas encuestadas fue de sexo femenino (84.19 %), con un 15.29 % de población masculina y solo el 0.28 % reportó ser intersexual. Respecto a la orientación sexual, el 83 % respondió ser heterosexual, el 7.64 %, homosexual, el 8.21 %, bisexual y el 1.13 %, otro. Dentro de las características poblacionales, se observó una autopercepción de clase económica alta con el 2.83 %, media alta con el 50.99 %, siendo este grupo el de mayor porcentaje, seguido por media baja con 44.76% y de clase baja con el 1.42 %. En cuanto al tiempo de relación, se obtuvo una media de 12.87 DE 16.57 años de relación con un rango de uno y máximo de 51. Solo el 6.51 % se encuentra en una relación a distancia. Finalmente, del total de encuestados, el 94.05 % reportó tener una vida sexual activa y el 5.94 reportó no tener actividad sexual.
Instrumentos
Escala de compromiso, intimidad, romance y amor en la pareja (ECIRA) de Mauriera (2016)
Este instrumento está constituido por 28 reactivos tipo Likert con un rango de respuesta de 1 (menor grado de acuerdo) a 5 (mayor grado de acuerdo). Cada componente de la escala cuenta con siete ítems, y cada sub escala posee índices de confiabilidad con alfa de Cronbach superiores a 0.70 y varianza explicada superior a 50 %.
Escala de satisfacción en la pareja (esp-10) de González-Rivera et al. (2017)
Consta de 10 reactivos, con tipo de respuesta de cuatro puntos, que van de "totalmente en desacuerdo” (1) a "totalmente de acuerdo” (4); con cargas factoriales superiores a 0.60, confiabilidad de 0.91, un índice comparativo de ajuste (CFI 0.99) y bondad de ajuste del modelo (GFI 0.97).
Técnicas de recolección de datos
Se realizó una encuesta por medio de Google Forms en enero de 2021, dirigida a personas que tuvieran pareja, y se excluyó a quienes respondieron, pero no tenían pareja. La difusión fue en la página de la Facultad de Psicología de San Luis Potosí y a través de la red de colegas en el campo de la psicología. Con antelación se estableció un mínimo de 300 personas para detener la difusión de la misma.
Análisis estadístico
Se trabajó con el programa estadístico JASP (2018) que se basa en R, en el cual se efectuaron pruebas de normalidad a las variables cuantitativas de los factores en las escalas con Shapir-Wilk para determinar los estadísticos idóneos. Por ello, posteriormente se empleó para correlación rho de Spearman, U de Mann Whitney para variables dicotómicas, y se solicitó el tamaño del efecto de rango biserial, salvo cuando fue necesario, por cantidad de participantes, el uso de t de Welch en la cual se empleó d de Cohen (Goss-Sampson, 2018).
Consideraciones éticas
Se obtuvo autorización del Comité de Ética en Investigación del Instituto Bateson de Psicoterapia Sistémica Familiar. El consentimiento informado, previo a la respuesta de las y los participantes, informaba sobre las escalas, objetivo y características de la investigación, se proporcionó información de contacto, se especificó que la participación sería anónima, voluntaria y que podrían retirarse de la investigación en cualquier momento.
Resultados
A continuación, en las Tabla 1 se presentan los porcentajes que caracterizan la muestra. En esta se destaca que la mayoría de la población encuestada son mujeres, heterosexuales, de clase media, 3.7 %.
Sexo | % | Orientación sexual | % | Ingreso socio económico | % | Ingreso socio económico pareja. | % |
Hombre | 15.3 | Heterosexual | 83 | Alto | 2.83 | Alto | 4.82 |
Mujer | 84.4 | Homosexual | 7.65 | Medio Alto | 50.99 | Medio Alto | 53.26 |
Intersexual | 0.28 | Bisexual | 8.22 | Medio Bajo | 40.76 | Medio Bajo | 40.79 |
- | Otro | 1.13 | Bajo | 1.41 | Bajo | 1.13 |
En la Tabla 2. Se reportan las variables relacionadas a las formas de comunicación, así como el tipo de relación erótica con la pareja, en la que se destaca que la muestra reporta que tiene relaciones de ciber sexo 3.65% de las personas (96.35% no), 94 % tienen actividades sexuales (6% no las tiene) y 6.5 % cuentan con una relación a distancia, es importante señalar que se puede clasificar como actividades sexuales también las no presenciales (cibersexo).
Sexo | Medio de comunicación principal | % | Tipo de actividad sexual | % | Actividad Sexual | % | Relación a distancia | % |
Hombre | Mensajería instantánea | 2.83 | RSP | 92.07 | Si | 94.05 | Si | 6.52 |
Mujer | Llamada | 1.7 | CS | 3.68 | No | 5.95 | No | 93.48 |
Intersexual | Video llamada | 1.42 | VLl | 4.25 |
Nota: RS= Relación a distancia. CS= Ciber sexo. VLl= Video llamadas.
En la Tabla 3, se presentan los descriptivos de las variables cuantitativas y factores más relevantes para esta investigación, con sus medias y desviaciones estándar. Se destaca que todas las variables se registraron sin comportamiento normal.
Estadístico | Edad | Edad de pareja | Compromiso | Intimidad | Romance | Amor | Total ECIRA | Satisfacción |
Media | 29.802 | 31.626 | 27.516 | 29.782 | 26.102 | 23.391 | 106.79 | 31.275 |
DE | 7.133 | 8.223 | 6.46 | 6.035 | 6.251 | 6.708 | 21.866 | 7.034 |
Mínimo | 18 | 18 | 7 | 7 | 7 | 7 | 28 | 10 |
Máximo | 57 | 64 | 35 | 35 | 35 | 35 | 140 | 40 |
Nota: Todas las variables presentan resultados con un p < 0.001 en la prueba de normalidad de Shapiro Wilk.
De acuerdo con la Tabla 4., se puede apreciar que el factor de satisfacción se relaciona de forma significativa y alta con intimidad y compromiso, media alta con romance y media con amor. De igual forma, amor se correlaciona de forma media baja con romance y compromiso, obteniendo la relación más baja con intimidad.
Variable | Compromiso | Intimidad | Romance | Amor | Total ECIRA |
Intimidad | 0.835 | - | - | - | - |
Romance | 0.752 | 0.783 | - | - | - |
Amor | 0.515 | 0.463 | 0.582 | - | - |
ECIRA | 0.899 | 0.889 | 0.903 | 0.753 | - |
Satisfacción | 0.818 | 0.802 | 0.736 | 0.497 | 0.826 |
Nota: todas las correlaciones se encontraron con p < 0.001.
En la Tabla 5, se muestra que únicamente se encuentra diferencia significativa en el total de compromiso con un tamaño del efecto bajo (cercano a medio), lo cual implica que la diferencia entre las relaciones digitales y presenciales se encuentra en el compromiso. Otro hallazgo importante es que, en la comparativa por sexos, los hombres presentan como diferencia significativa con las mujeres puntajes más bajos en compromiso (W = 2768.5, p = 0.031, Hodges-Lehmann = -3, I. C. bajo -5, alto 1; rango biserial = -0.26).
Variable | W | P | Rango biserial | Inferior | Superior |
Edad | 2986.000 | .08 | -0.21 | -0.43 | 0.02 |
Edad de tu pareja | 3442.000 | .45 | -0.09 | -0.32 | 0.15 |
Compromiso | 2769.000 | .03 | 0.27 | -0.47 | -0.03 |
Intimidad | 3380.000 | .37 | -0.10 | -0.34 | 0.13 |
Romance | 3617.000 | .70 | -0.04 | -0.28 | 0.19 |
Amor | 4093.500 | .52 | 0.07 | -0.16 | 0.31 |
Total ECIRA | 3350.000 | .34 | 0.11 | -0.34 | 0.12 |
Satisfacción | 3155.000 | .17 | 0.16 | -0.39 | 0.07 |
Discusión
La irrupción de la pandemia y las recomendaciones de distanciamiento social han permitido que en esta investigación se encontrara un 6 % de personas que sostienen una relación completa y exclusivamente a distancia (virtual), elemento que, como anunciaron Rodríguez y Rodríguez (2020), se encuentra en incremento. Resalta que, a diferencia de lo hipotetizado, se encontró mayor compromiso en las relaciones que tienen presencialidad física, como única diferencia significativa, por lo que se infiere que romanticismo, satisfacción, amor e intimidad no presentan discrepancias significativas entre las relaciones físicas y virtuales. Es decir, como apuntó Cárdenas-Medina et al. (2015), el vínculo se mantiene intacto, al igual que el proyecto de pareja (Campo y Linares, 2002), sin importar si dichos elementos se han construido en la virtualidad o en presencia física. Los acuerdos de pareja serán un elemento crucial, quizá más que las condiciones en que esta se constituye.
El compromiso se erige como hallazgo crucial de esta investigación, esto mismo apuntaron Stenberg (1989) y Maureira (2016), con especial, énfasis quien afirmó que este se asocia al interés y la responsabilidad en la relación. Es decir, hay ciertas actividades, conductas e inclusive esfuerzos implicados en la presencialidad que hacen la diferencia con las parejas virtuales.
A diferencia de Bohórquéz Samanamú (2019), no se encontraron puntajes más altos en pasión (romance) en mujeres, pero se coincide en que el componente de compromiso continúa puntuando más alto que en hombres. Núñez Cohello (2018) encontró que los hombres puntúan más alto en los elementos de la escala, pero en esta investigación no se coincide con sus hallazgos. No obstante, las escalas empleadas no son las mismas ni tampoco las características de la población. Pareciera que quizá los ítems de la escala de amor se parecen más a los de compromiso en la propuesta por Mauriera (2016). A su vez, los resultados de este trabajo arrojan que la asociación más alta de la variable amor se encuentra con romance (quizá equivalente a pasión), y no con satisfacción, intimidad o compromiso.
Como lo expresaron Del Prete y Redon Pantoja (2020), cada vez es más difícil delimitar de manera clara las fronteras entre lo real y lo virtual. Además, Balaguera, et al. (2018) estiman que es posible generar cercanía en espacios virtuales, lo cual se comprueba al no encontrar diferencias significativas en la satisfacción, amor, romanticismo y la intimidad entre las parejas presenciales y virtuales. En este sentido, la actualidad requiere y demanda mucha más investigación, tanto de los vínculos de pareja como de otros. Resulta de gran utilidad que, si se define como una de las más cercanas relaciones la de pareja, atender a las pantallas se convierte en un elemento que incide en crianza, mercados e incluso un tema de seguridad humana. No se realizaron suficientes indagaciones para asegurar que el 6 % que se encuentra en una relación exclusivamente digital la ha emprendido con un ser humano o una simulación, dado que como mencionan De Manuel (2016) y Caballero (2016) pueden existir bots que emulen a una persona con tan pocas diferencias que podrían pasar desapercibidas, o provocar estafas y abusar de dicho vínculo. En lo que concierne a la infidelidad, Perel (2019) expuso que, en parejas consolidadas, una conversación a distancia, el envío de una imagen o una video llamada pueden convertirse en un motivo de separación; es decir, lo que ocurre en el espacio virtual tiene implicaciones afectivas de gran magnitud.
Conclusiones
La virtualidad ha hecho irrupción en la realidad, no solo por las restricciones que se impusieron durante la pandemia por motivos de salud, sino que se presenta como una alternativa con múltiples implicaciones sociales, de vínculo y en la realidad de las parejas. Las expresiones de romanticismo, satisfacción y amor se ven igualmente atendidas por parejas virtuales que por aquellas que mantienen una relación en físico. Sin embargo, el compromiso se muestra como un elemento clave que va en detrimento con la distancia corpórea, asociado a las conformaciones de género, ya que los hombres obtienen puntajes menores en ese factor. Es probable que se implique menor responsabilidad afectiva también a distancia y en los hombres.
Esta investigación permite reconocer la desaparición de las fronteras (al menos afectivas) entre lo real y lo virtual. También invita a la indagación de las nuevas conformaciones de vínculos afectivos a distancia, pero que también suponen un mayor riesgo. Por ejemplo, la aparición de bots que utilizan simulaciones engañosas para aprovecharse de otros usuarios y afectan a sus víctimas de formas aún no estudiadas.
Las futuras investigaciones podrán indagar sobre los elementos de experiencias subjetivas, conformación de preferencias sexuales (o asexuales), géneros y alternativas de impacto en los vínculos construidos en la virtualidad. Para finalizar, la adecuación y revisión profunda de los instrumentos y su adaptación al contexto latinoamericano es una terea pendiente en esta línea de investigación, además de la falta de elementos cualitativos para poder dar cuenta de más procesos implicados en ese 6 % que mantiene relaciones exclusivamente virtuales.