Todos los miserables contribuyen al desarrollo,
al crecimiento informe de este charco sin término
Gonzalo Rojas
"El dinero", en La miseria del Hombre
El libro Megaproyectos y los dilemas del desarrollo en Latinoamérica publicado en 2016 por el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, es un esfuerzo de investigación y trabajo coordinado por J. Carlos Domínguez y Claudia Corona. El libro se estructura con una introducción y siete capítulos que reflexionan críticamente sobre igual número de casos, en los que se apunta hacia diversos ámbitos de política pública, como son desarrollo urbano, turismo, transporte y energía. Estos estudios de caso son llevados a cabo en cinco países de Latinoamérica (México, Colombia, Surinam, República Dominicana y Chile) donde, bajo estrategias de diversos tipos, se ha logrado la instalación e implementación de megaproyectos destinados al desarrollo socioeconómico y a la obtención de beneficios de interés público y privado. En este libro y sus investigaciones se resaltan y analizan aspectos inherentes a dichos megaproyectos, como son el despojo y los desplazamientos forzados de tipo físico y económico, la violación a los derechos humanos, la destrucción del tejido social y del medio ambiente, así como los mitos y paradojas que sostienen la percepción social so bre sus supuestas bondades. Todo este análisis parte del concepto de desarrollo que, en palabras de J. Carlos Domínguez, se plantea como un "conjunto de transformaciones sociales, económicas y políticas de largo plazo que pueden, o no, ser planeadas y que pueden, o no, ser de carácter positivo dependiendo del caso y de la perspectiva que se tome para su estudio" (Domínguez y Corona, 2016: 7).
La introducción del texto, así como el último artículo, fueron realizados por J. Carlos Domínguez, quien comienza planteando una premisa fundamental que atraviesa todo el texto: la diferencia substancial entre el desarrollo inmanente y el desarrollo planificado. El primero apunta a transformaciones sociales e históricas que no son resultado de políticas públicas diseñadas e instrumentadas, y el segundo apunta a todo lo contrario a "las medidas e instrumentos que buscan, de manera intencional, iniciar, controlar, direccionar y gestionar un conjunto de variables y procesos en una sociedad determinada" (p. 7).
El concepto de desarrollo, en primer lugar, proviene de un contexto decimonónico, acuñado junto con otros términos en el periodo de la revolución industrial y que tiende a ser catalogado como positivo por los consultores y agentes gubernamentales que toman decisiones sobre políticas públicas, al asociársele con su primo el "progreso", que es considerado fundamental para transitar de un tipo de sociedad a otra, por ejemplo, de una sociedad rural a una industrial, o bien de una sociedad subdesarrollada a una desarrollada. Afortunadamente, el enfoque de los artículos en este libro son críticos con relación a este concepto de desarrollo. Sobre esto Domínguez nos dice: "los procesos y las políticas de desarrollo también pueden tener consecuencias negativas considerables" (p. 8). En este libro quedan expuestas con claridad y coherencia las diversas manifestaciones del desarrollo o aquellos efectos negativos padecidos por las llamadas "victimas del progreso".
El primer capítulo titulado "La política del abasto de agua para la Zona Metropolitana del Valle de México" de Claudia Corona está centrado en el análisis del manejo histórico del sistema de abastecimiento de agua en la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM), llamado sistema Cutzamala. La autora plantea que, desde el año 1976 -que es cuando comienza a funcionar dicho sistema- a la fecha, persisten los mismos problemas de abasto.
Aparte del análisis acucioso y extenso de las diferentes injerencias que ha tenido la Conagua (Comisión Nacional del Agua) y la SAEH (Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos) en la historia de las políticas de abasto de agua, en el texto también se exploran las relaciones de poder existentes entre autoridades y actores políticos y sociales. La autora refiere cómo se alude al sistema Cutzamala desde la Conagua (2008): "esta es la obra de abastecimiento hidráulico más impactante del país", al suministrar agua a parte del Estado de México y a la Ciudad de México, e hidratar a más de 20 millones de personas; propaganda que contrasta con la deficiente distribución del agua, que no es equitativa ni en cantidad ni en calidad, además de entrañar la paradoja de que para abastecer a la ZMVM, se despoja del recurso a otras regiones. Y es que como "daño colateral" del megaproyecto está el desabasto de agua que padece el pueblo mazahua que, a pesar de vivir en las inmediaciones del río Cutzamala -compartido por el estado de Michoacán y el Estado de México-, carece del vital líquido.
Si bien la autora aborda la resistencia del pueblo mazahua frente al despojo de agua de que es objeto, considero, no obstante, que en el texto faltó ahondar y detallar aspectos más específicos sobre la lucha de este pueblo ante el megaproyecto Cutzamala, encabezada por el Ejército de Mujeres Zapatistas en defensa del agua, que se crea para visibilizar el proceso de deforestación y captación de agua del río Cutzamala. Quedan claras las dos miradas sobre el concepto de desarrollo al mostrar, por un lado, los beneficios que éste ha traído a la ZMVM y, por otro lado, visibilizar a los afectados: el pueblo mazahua.
El segundo y tercer capítulo corresponden a investigaciones de casos en el sur y centro de Chile (alto Bío-Bío y Santiago, respectivamente). El artículo de Wladimir Painemal llamado "El nativismo como argumento político. La represa Ralko y sus consecuencias en el territorio mapuche-pewenche" muestra que el nativismo, entendido como "la esencia dada por la pertenencia cultural y su conexión con la tierra [...] el valor cultural asignado a la naturaleza" (p.78) y usado como argumento político por las organizaciones mapuches y ambientalistas contra el megaproyecto de la represa Ralko, no logró sostener una resistencia real a dicho megaproyecto, a pesar de visibilizar a las comunidades mapuche-pewenche despojadas y desplazadas. O dicho en palabras de Painemal: "Lo que sostengo es que la apelación discursiva del 'nativismo cultural' no permitió, pese a la masiva resistencia inicial, generar un marco de resistencia efectivo para las comunidades afectadas"(p.73).
En este artículo se enfatiza demasiado el fracaso del argumento del nativismo en contextos de resistencia. Además de no lograr dar una respuesta consistente a la pregunta que se formula al inicio: "¿cuáles son los aprendizajes y desafíos para enfrentar los múltiples proyectos energéticos en los territorios indígenas?" (p.73). Queda clara la paradoja del desarrollo cuando el autor muestra la destrucción del tejido social y del modo de vida de la comunidad mapuche-pewenche en nombre del progreso socioeconómico vinculado al desarrollo energético; destrucción que se oculta tras los mitos que el discurso del desarrollo difunde, como en este caso particular, que la electricidad producida es para la población nacional, cuando en realidad la mayor cantidad de energía producida por hidroeléctricas en Chile está dirigida a satisfacer las necesidades de la gran minería.
El tercer capítulo llamado "Breve acercamiento a los conflictos sociales generados por los procesos de reurbanización en Santiago de Chile" de Marién Cifuentes estudia cómo el desarrollo urbano en esta ciudad ha ido de la mano de la inversión y el crecimiento inmobiliario; situación creada e institucionalizada en la dictadura de Pinochet en la década de los años 80, y perfeccionada y fomentada durante la democracia. Lo anterior ha generado el florecimiento de innumerables edificios de oficinas y departamentos, centros comerciales y autopistas de alta velocidad que cru zan de un lado a otro la ciudad de Santiago, causando un alza en los indicadores macroeconómicos de crecimiento del país pero, al mismo tiempo, una creciente tensión en la defensa de los barrios patrimoniales por parte de organizaciones ciudadanas, además de poner en discusión el enfoque del desarrollo urbano dirigido, en este caso, a satisfacer las necesidades de los inversionistas inmobiliarios, que sólo tienen criterios economicistas y de lucro.
Las organizaciones ciudadanas muestran el contubernio entre inversores y agentes estatales, así como la concepción sobre lo público y lo privado del liberalismo económico, según la cual "lo primero corresponde a la administración del Estado y lo segundo a la economía de mercado" (p.91). Ante esta concepción, las organizaciones ciudadanas demandan el derecho a participar en el diseño del desarrollo urbano para que prevalezca una concepción del interés público entendido como bien común, basado en un enfoque de participación ciudadana, donde los criterios de desarrollo urbano no sean mercantilistas sino por el contrario sean criterios humanos que fomenten la convivencia y el entramado social. La autora deposita sus esperanzas en el papel histórico del Estado para garantizar los derechos de participación ciudadana en el desarrollo urbano; sin embargo en la práctica el papel estatal ha sido, en esencia, el de otorgar facilidades a la inversión inmobiliaria, sin considerar un desarrollo armónico de la ciudad ni la adecuada convivencia de sus ciudadanos.
El cuarto capítulo llamado "El lado oscuro del desarrollo: representaciones locales del desarrollo en La Guajira colombiana" de María Auxiliadora Cujia y Wilhelm Londoño, antropólogos de la Universidad de Magdalena, al norte de Colombia, estudia el caso de la instalación de un megaproyecto de extracción minera llamado El Cerrejón; proyecto ubicado en La Guajira, departamento septentrional que linda con Venezuela, y lugar donde habita el pueblo wayúu. En este interesante artículo, los autores retoman la postura de Berman (1989) para plantear la diferencia entre una antropología para el desarrollo y una antropología del desarrollo: "los antropólogos para el desarrollo siempre están preocupados por las metodologías necesarias para que los colectivos piensen según la racionalidad de la modernidad" (Berman, 1989, citado en Domínguez y Corona, 2016: 109).
En contraste, los antropólogos del desarrollo no buscan mejorar las formas para alcanzar el progreso, ni tampoco encontrar soluciones para salir del subdesarrollo; lo que les interesa son "las maneras en que los ideales de progreso y desarrollo son naturalizados a través de diversas estrategias y en diversos espacios de poder" (Ferguson, 1990, citado en Domínguez y Corona, 2016: 110). Este trabajo se enmarca en una antropología del desarrollo y toma como caso la comunidad guajira de Tabaco, a partir del cual muestra cómo el progreso de unos significa la tragedia de otros, ya que esta comunidad, a pesar de estar en uno de los departamentos más ricos de Colombia, no posee acceso al agua, además de que un gran porcentaje de sus miembros wayúu no terminan la primaria, teniendo uno de los más altos índices de analfabetismo en ese país, sin mencionar la tragedia que ha significado el despojo que han padecido y su desplazamiento forzado.
Frente a esta realidad resulta pertinente la pregunta de los autores ¿por qué miles de personas tienen que abandonar sus hogares so pena de sanciones legales e ilegales? (p.113). No puedo dejar de mencionar el abordaje que hacen los autores de las ideas de Marshall Berman (1989), las cuales fundamentan su visión de un desarrollo trágico en manos del proyecto moderno. Siguiendo la visión de Goethe, donde Fausto vende su alma a Mefisto a cambio de las luces de la modernidad, los autores apuntan a que el resultado del desarrollo no es el bienestar (el mito principal de ese discurso), sino por el contrario, la tragedia. O como dice Berman: "es una tragedia a la que nadie quiere enfrentarse -ya se trate de países avanzados o atrasados, de ideólogos capitalistas o socialistas- pero que todos continúan poniendo una y otra vez en escena. Las perspectivas y visiones de Goethe pueden ayudarnos a ver cómo la crítica a la modernidad más plena y profunda puede venir de quienes han abrazado su romance y su aventura con más dolor" (1989, citado en Domínguez y Corona, 2016: 112).
El quinto capítulo llamado "El papel de los expertos en la oposición a los megaproyectos de infraestructura: Cabo Cortés y las organizaciones del movimiento social ambientalista" de Estefany Caudillo, estudia el caso de un megaproyecto de tipo turístico en México, aprobado en 2008 por la Semarnat (Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales). Este megaproyecto se llevaría a cabo en un sector de Baja California Sur, hacia el Mar de Cortés, en un lugar llamado Cabo Pulmo, el cual, a pesar de ser una riviera y área natural protegida, estaba gravemente amenazado por la envergadura del proyecto y el tipo de turismo propuesto. La situación motivó el surgimiento de organizaciones ambientalistas en resistencia al proyecto turístico, dentro de las cuales, de acuerdo con Caudillo, fue "fundamental" el papel de los expertos técnicos. En palabras de la autora: "las organizaciones del movimiento social lograron una oposición efectiva al conseguir la revocación de autorizaciones y la cancelación total del proyecto gracias al papel que tuvieron los expertos como agentes de conocimiento especializado y de negociación política" (p.126). Considero, sin embargo, que plantear que los expertos son agentes críticos en una resistencia exitosa a megaproyectos es una inducción que desestima el papel que los pueblos desempeñan para evitar su avance; resistencia que las más de las veces se despliega sin la necesidad de expertos o profesionistas que la dirijan.
El penúltimo capítulo, escrito por Victoria Moreno y titulado "Reasentamiento involuntario por megaproyectos de infraestructura: los casos de Surinam y República Dominicana", es un estudio comparativo en el que se analizan las implicancias de diseñar e implementar megaproyectos estructurales con base en las políticas de reasentamiento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). En el artículo se muestra la importancia que tiene contar con una adecuada estructura institucional que permita al Estado proteger los derechos de las comunidades afectadas por este fenó meno, como se dio en el caso de Surinam pero no así en el de la República Dominicana. En virtud de lo anterior, las contradicciones del concepto de desarrollo afloran, o en palabras del danés Ben Flyvbjerg, se hacen manifiestas las paradojas que los megaproyectos entrañan: "al mismo tiempo que se promueven y construyen más y mayores proyectos de infraestructura alrededor del mundo, se ha vuelto claro que muchos de estos proyectos tienen registros de rendimiento sorprendentemente pobres en términos de economía, ambiente y respaldo ciudadano" (2003, citado en Domínguez y Corona, 2016: 146). En este sentido, la autora concluye que las políticas del BID, en sí mismas, no garantizan el respeto a los derechos de las personas afectadas por los llamados megaproyectos, ya que sin un análisis multidisciplinario del contexto en que se instrumentarán y sin la participación de organizaciones ciudadanas en las distintas fases del proyecto, es muy difícil mitigar sus efectos negativos.
En el capítulo final, escrito por Carlos Domínguez y titulado "Megaproyectos como instrumentos de legitimidad política en México: el caso del proyecto para una nueva refinería en Tula (2009-2010)" se documenta el papel que cumplieron diferentes coaliciones políticas para impulsar, o bien bloquear, el proyecto de dicha refinería, así como la competencia feroz que se dio entre diez gobernadores para ser los depositarios de los nueve billones de dólares de inversión, más allá de las consideraciones ambientales y sociales que dicho proyecto implicaba, lo cual refleja una competencia interestatal descarnada y el grado de influencia que puede tener la clase política cuando se trata de cuestiones técnicas vinculadas con megaproyectos.
En síntesis -y a modo de conclusión-, en el marco de una reflexión crítica sobre el concepto de desarrollo, este libro devela su cara oculta, al exponer los dilemas y paradojas que éste genera, así como los mitos que subyacen en los discursos que lo legitiman. En definitiva, si tomamos el concepto de desarrollo acríticamente, éste se puede transformar en un mecanismo de control y en una especie de mito fundacional que enfatiza sólo lo positivo de los megaproyectos, invisibilizando sus consecuencias negativas. La mirada crítica que sabe reconocer las implicancias del desarrollo necesita, además, convertirse en acción y organización; de lo contrario continuaremos sujetos a un desarrollo insostenible para nuestro planeta y sus seres vivos.