Introducción
Las plantas medicinales son el patrimonio biocultural de diversas sociedades alrededor del mundo (Oviedo y col., 2000; Lindholm y Ekblom, 2019), en especial, de los pueblos originarios (Álvarez, 2008; Medina, 2017). Este patrimonio es resultado de un estrecho vínculo con la naturaleza, que expresa un modo de vida y cosmovisión particular (Oviedo y col., 2000; Vargas, 2010) que ha sido heredado entre generaciones a través de la transmisión oral y forma parte de su memoria colectiva (Zuluaga y Correa, 2002; Barthelson y col., 2006; Ward, 2016).
En las últimas décadas, este patrimonio biocultural se ha convertido en una prioridad de investigación para un sector de la comunidad científica (Molina y col., 2015; Espinel-Jara y col., 2017; Whitehorn y col., 2019), por un lado, debido a la importancia farmacológica de las plantas medicinales ante enfermedades tanto ya existentes como emergentes, y, por el otro, ante el riesgo de su pérdida debido al cambio de uso del suelo, la deforestación, la pobreza, y la migración, sobre todo de las generaciones más jóvenes (Rubio, 2001; Padulosi y col., 2013; Garbach y col., 2014; Xingli, 2017; Herrera, 2018; Roger, 2018; Heinze y col., 2019); además, al cambio climático, que ha provocado modificaciones en la temperatura y las precipitaciones, alterando la fenología y la misma supervivencia de las especies en ecosistemas y agroecosistemas (Menzel, 2000; Palumbi, 2001).
Estos fenómenos también han afectado a la Huasteca, una región cultural ubicada en el noreste de México cuyo origen se remonta al periodo clásico y el posclásico de las culturas del golfo de México, entre 200 d. C. y la conquista española en 1522 (Ochoa y Gutiérrez, 2000). Una zona habitada actualmente por una población multiétnica compuesta por indígenas Tének, nahuas, tepehuas, otomíes, pames, además de mestizos descendientes de españoles y de negros, introducidos estos últimos como esclavos en el periodo colonial (De-Vidas, 2010).
Es importante mencionar que actualmente la mayoría de los integrantes de estas etnias residen en pueblos separados, y hablan, además del español, sus propias lenguas autóctonas (De-Vidas, 2003; 2010). La presente investigación se circunscribió a los Tének de la Huasteca veracruzana (Valle y Hernández, 2006; Alonso, 2007; Escobar, 2008), específicamente, los que habitan en Tantoyuca, Veracruz (Ochoa y Gutiérrez, 2000; INALI, 2019), en cuyas localidades manejan su agricultura, practican cultos, rituales y costumbres que aún forman parte de su identidad (De-Vidas, 2010; Kroefges y Schulze, 2013). Sus prácticas y saberes incluyen el uso de hierbas medicinales, de las que obtienen sustancias naturales para la prevención y curación de enfermedades (Castañeda y Alberti, 2005; Toledo y Barrera-Bassols, 2008). Así, las plantas son un recurso fundamental de su sistema de salud tradicional (Zolla, 2005; Castro y col., 2014; Medina, 2017), tal como lo hacen otros pueblos originarios de México (Guarino y Pirondo, 2019).
A diferencia de otras regiones del país, son inexistentes los estudios sobre las plantas medicinales usadas por los Tének de Tantoyuca, Veracruz. Los más próximos geográficamente son los realizados en la localidad de San Francisco, Chontla, Veracruz por Castro y col. (2014); Castro y Cano (2021).
El objetivo de esta investigación fue identificar las diferentes especies de plantas medicinales usadas para tratar síntomas asociados a enfermedades y lesiones como parte del conocimiento sobre medicina tradicional que poseen los habitantes Tének del municipio de Tantoyuca, Veracruz.
Materiales y métodos
Se utilizó como guía el concepto de medicina tradicional, definido por la Organización Mundial de la Salud como “el conjunto de conocimientos, aptitudes y prácticas basados en teorías, creencias y experiencias indígenas de las diferentes culturas, sean o no explicables, usadas para el mantenimiento de la salud, así como para la prevención, el diagnóstico, la mejora o el tratamiento de enfermedades físicas o mentales” (OMS, 2019). En este trabajo se incluyó un enfoque etnobotánico, que permitió interpretar este conocimiento tradicional sobre las plantas medicinales en un contexto cultural específico (Christoph, 2010). Se realizó en 5 localidades de Tantoyuca, Veracruz, México, municipio ubicado entre las coordenadas 21°21′07″ N, 98°13′48″ W y 21°35´18″ N, 98°22´99″ W (Figura 1).
Características fisiográficas del área de estudio
El municipio de Tantoyuca forma parte de la Huasteca veracruzana, se localiza geográficamente en el norte del estado de Veracruz, en el oriente de México, dentro de la Zona Intertropical, y comprende parte de las provincias Llanura Costera y Golfo Norte, en la subprovincia Llanuras y Lomeríos, de acuerdo con información del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI, 2009). La geología predominante (85 % de la superficie total del municipio) se distingue por afloramientos extensos que corresponden a rocas sedimentarias formadas en el periodo terciario, mientras que el 15 % se encuentra cubierto por rocas volcánicas del cenozoico superior. En cuanto a su orografía, se caracteriza por contar con desniveles de mediana altura que superan los 300 m (INEGI, 2009).
El clima predominante en Tantoyuca es cálido subhúmedo (Aw1 (e) w’’) con lluvias en verano, extremoso, con oscilación anual de las temperaturas medias mensuales entre 7 ºC y 14 ºC, con presencia de sequía intraestival. La temperatura promedio anual es de 23.3 ºC y la precipitación promedio anual es de 1 236 mm. En el 40 % del municipio se encuentran las unidades de suelo vertisol pélico en asociación con regosol calcárico y feozem calcárico, mientras que el 35 % presenta vertisol pélico, en asociación con planosol mólico y vertisol crómico. En el 25 % restante hay unidades conformadas por regosol calcárico en asociación con rendzinas y feozem calcárico (INEGI, 2019).
Tantoyuca pertenece a la región hidrológica del río Pánuco (INEGI, 2009). En cuanto a su vegetación, el 41.5 % de la superficie se caracteriza por ser selva mediana sub-perennifolia, con un 25 % de especies caducifolias (Puig, 1991). La vegetación parece fisonómicamente homogénea, pero presenta composición florística con variaciones locales que se asocian a variantes edáficas. Existen relictos de vegetación primaria en zonas con topografía difícil. El 49.3 % del terreno corresponde a pastizal.
En las localidades que conformaron el área de estudio fueron entrevistados 19 médicos tradicionales (6 hombres y 13 mujeres) que practican la medicina ancestral y atienden a enfermos dentro y fuera de su localidad. Previamente se elaboró una guía que contenía los datos generales del entrevistado, forma de aprendizaje de sus conocimientos como curandero, diagnóstico, técnicas de curación y honorarios. El 74 % se asumió como Tének y 26 % como descendientes de este grupo indígena. Tres mujeres no hablaban español, por lo que durante las entrevistas se contó con la ayuda de un familiar como intérprete (Tabla 1).
Número | Localidades | Médicos tradicionales |
---|---|---|
1 | San Sebastián | 4 |
2 | San Diego | 5 |
3 | Corral Viejo | 3 |
4 | Palma Alta | 4 |
5 | El Limón | 3 |
Total | 19 |
A cada médico se le realizó una entrevista semiestructurada partiendo de un cuestionario que incluía identificación de enfermedades y síntomas, especies utilizadas según la enfermedad, forma biológica, parte utilizada, preparación, dosis, obtención de la especie. Además, se encuestó a 189 habitantes de las localidades que conforman el área de estudio (Tabla 2).
Numero | Localidades | Hombres | Mujeres | Total |
---|---|---|---|---|
1 | San Sebastián | 16 | 21 | 37 |
2 | San Diego | 22 | 24 | 46 |
3 | Corral Viejo | 14 | 23 | 37 |
4 | Palma Alta | 14 | 18 | 32 |
5 | El Limón | 16 | 21 | 37 |
Total | 82 | 107 | 189 |
Los participantes fueron elegidos a través de una muestra guiada, utilizando la técnica “bola de nieve” (Taylor y Bogdan, 1987), es decir, se conformó de manera intencionada (Otzen y Manterola, 2017). La principal variable que orientó la búsqueda fue su afiliación étnica, la cual no se circunscribió a que el participante fuera hablante de la lengua Tének (un criterio que el INEGI ha usado en sus censos para que una persona sea considerada perteneciente a un grupo indígena en particular), sino también de asumirse como descendiente de esta etnia, en otras palabras, que los participantes fueran capaces de reconocer su etnicidad Tének (Lloréns, 2002). De los 189 participantes, el 61 % dijo ser hablante de Tének y 39 % se reconoció como descendiente de Tének aunque ya no hable su lengua. La encuesta y las entrevistas se efectuaron de julio a diciembre de 2017.
La información sobre identificación de enfermedades y síntomas, así como la forma de obtención y uso de cada especie utilizada en sus curaciones fue sistematizada en una base en Excel y se examinó mediante el análisis temático (Massey, 2011), mientras que para las demás variables se recurrió a estadísticos de carácter descriptivo. A partir de la información sobre las especies de plantas medicinales aportada por los entrevistados, y desde un enfoque etnobotánico, se realizó la colecta botánica con un individuo por especie y 5 duplicados, lo cual requirió establecer ciertas acciones, como establecimiento de un código de colecta, llenado de etiqueta de datos, prensado y secado de ejemplares (Ricker, 2014) y reconocimiento, con asesoría de personal especializado del Herbarium Jorge Espinoza Salas de la Preparatoria Agrícola de la Universidad Autónoma Chapingo. Con base en los datos obtenidos se obtuvo el Factor de Consenso del Informante (ICF, por sus siglas en inglés: Informant Consensus Factor) propuesto por Heinrich y col. (1998), que estima la importancia relativa de distintas especies para una categoría de uso. Su valor máximo es de 1 e indica el consenso total de los informantes acerca de las especies utilizadas para una determinada categoría de uso medicinal particular. Se calcula como: ICF = NUR -NT / NUR - 1, donde: NUR: número de usos reportados por los participantes en el estudio; NT: número de especies utilizadas en cada categoría de uso medicinal.
Resultados
Plantas medicinales identificadas
Se distinguieron 152 especies de plantas medicinales (Tabla 3), el 19.73 % de ellas, aunque tienen su origen en los continentes asiático, europeo y africano, se han naturalizado y se encuentran en la región de la Huasteca veracruzana desde hace varios cientos de años (Garcillan y col., 2013). Estas especies son parte de la herencia del periodo colonial y fueron traídas con fines alimenticio, medicinal y ornamental (Carrillo, 1991; Machuca, 2013).
Tabla 3. Lista de plantas medicinales identificadas en el área de estudio, uso, preparación, parte utilizada y forma biológica.
Forma biológica de las plantas medicinales identificadas
Acerca de la forma biológica, la que predomina es la herbácea, con especies como Artemisia absinthium L. y Ocimum basilicum L.; le siguen los arbustos, con especies como Gossypium hirsutum L. y Cestrum dumetorum Schlecht, y especies arbóreas como Annona reticulata L., Persea amaericana var. Drymifolia (Schl. et. Cham.) S. F. Blake y Nectandra globosa (Aubl.) Mez. (Tabla 4). Este hallazgo coincide con los resultados de Ávila-Uribe y col. (2016), quienes mencionaron que de las plantas medicinales encontradas en sus estudios realizados en Tabasco, la forma biológica más común es la herbácea, característica favorable, ya que puede ocupar menos espacio en el patio familiar y áreas productivas.
Formas de obtención de las plantas medicinales utilizadas por los médicos tradicionales
La manera de obtener las plantas medicinales de los médicos tradicionales Tének es la siguiente: el 44 % de las especies son silvestres y, por ende, están sujetas a recolección; 26 % son fomentadas, 19 % son toleradas, y las plantas medicinales cultivadas dentro del patio familiar, la parcela o área productiva únicamente representan el 11 % del total de especies empleadas (Tabla 5). En ese sentido, las plantas toleradas son aquellas que crecen espontáneamente dentro o cerca de la milpa o del patio familiar. Su reproducción no es propiciada por los agricultores y sus familias, pero son especies que tienen adaptaciones a las condiciones de manejo de dichas áreas productivas. Las especies fomentadas son las que no han sido domesticadas, pero cuentan con adaptaciones a diferentes ambientes agroecológicos; los productores las valoran y, por ello, guardan sus semillas, para sembrarlas en el siguiente ciclo agrícola. Rendón-Aguilar y col. (2017) consideran a estas especies sujetas a una selección humana incipiente.
Plantas utilizadas en el área de estudio según familia botánica
Las 152 especies identificadas tanto por los médicos tradicionales entrevistados como por los participantes en la encuesta, se agruparon en 63 familias botánicas, de las que 10 concentran el 48 % de las especies enlistadas. Estas familias fueron Euphorbiaceae, Fabaceae, Compositae, Labiatae, Rutaceae, Malvaceae, Apocynaceae, Gramineae, Liliaceae y Solanaceae (Tabla 6).
Familia | Número de especies | % |
---|---|---|
Euphorbiaceae | 13 | 8 |
Fabaceae | 13 | 8 |
Compositae | 11 | 7 |
Labiatae | 6 | 4 |
Rutaceae | 6 | 4 |
Malvaceae | 5 | 3 |
Apocynaceae | 4 | 3 |
Gramineae | 4 | 3 |
Liliaceae | 4 | 3 |
Solanaceae | 4 | 3 |
TOTAL | 70 | 48% |
En cuanto al número de usos, 80 especies (52 %) tienen de 1 a 3. Por su parte, destacan Hamelia patens Jacq. y Lygodium venustum Swartz de las familias Rubiaceae y Shizaeaceae, respectivamente, que tienen más de 10 usos. En contraste, existen 95 especies que tienen un solo uso.
Factor de Consenso del Informante (ICF)
El ICF localizó 12 categorías, las cuales fueron determinadas con base en los padecimientos indicados por los médicos tradicionales (gastro-intestinales, dermatológicos, filiación cultural, respiratorios, músculo-esquelético, sistema urinario, cardiovascular, aparato reproductor femenino, emocional, analgésicos, sistema nervioso y de uso diverso). Los resultados indican que el empleo de estas plantas medicinales ayuda a la recuperación de la salud de las personas; en primer lugar, a quienes presentan síntomas de enfermedades gastrointestinales (ICF: 0.62), en segundo, a quienes sienten dolor (ICF: 060), y en tercero, a los que presentan enfermedades “emocionales” y cardiovasculares (ICF: 0.50), como se observa en la Tabla 7.
Código | Categoría de uso | NUR | NT | ICF |
---|---|---|---|---|
U1 | Gastrointestinales | 27 | 70 | 0.62 |
U2 | Dermatológicos | 21 | 3 | 0.41 |
U3 | Filiación cultural | 18 | 26 | 0.32 |
U4 | Respiratorios | 12 | 18 | 0.35 |
U5 | Músculo-esquelético | 15 | 17 | 0.13 |
U6 | Sistema urinario | 9 | 14 | 0.38 |
U7 | Cardiovascular | 7 | 13 | 0.50 |
U8 | Aparato reproductor | 10 | 12 | 0.18 |
U9 | Emocional | 5 | 9 | 0.50 |
U10 | Analgésicos | 3 | 6 | 0.60 |
U11 | Sistema nervioso | 4 | 6 | 0.40 |
U12 | Diversos | 21 | 35 | 0.41 |
Plantas medicinales con propiedades analgésicas, antisépticas y antiinflamatorias
Las plantas medicinales que tienen propiedades analgésicas, antisépticas y antiinflamatorias son particularmente apreciadas por las poblaciones de escasos recursos, donde la medicina tradicional es casi su única opción (Jiménez y col., 2015). Es por esto que de las 152 especies, los médicos tradicionales señalaron al 7 % con alguna propiedad analgésica, 19 % antiséptica y 7 % antiinflamatoria. Entre las que tienen atributos analgésicos destacan Argemone ochroleucaSweet, Asclepias curassavicaL. (González, 2018; Naido y col., 2021). Las que figuran como antisépticas son Hamelia patens Jacq., Sechium edule Swartz; Liemb., Costus mexicanus Liemb., como lo indican Frías y col. (2016), Guzmán y col. (2017), Rubio y col. (2018). Por último, Ipomoea carnea Jacq. Subsp. Fistulosa (Mart. & Choisy) D. Austin, Xanthosoma robustumSchott,Pithe-cellobium dulce(Roxb.) Benth, Croton reflexifolius H.B.K.,Ricinus communis L.,Ceiba pentandra (L.) Gaerth. fueron mencionadas por sus cualidades antiinflamatorias, señaladas también en literatura científica (Khalid y col., 2011; Pérez-León, 2012).
Forma de preparación y administración de las plantas medicinales
Las estructuras morfológicas más usadas de las plantas son las hojas (38 %), las ramas (23 %), la corteza (9 %) y las flores (7 %). Aunque, de especies como Hamelia patens Jacq. se emplean hojas, ramas y frutos; de Acacia cornugera (L.) Willd son útiles raíz, semillas, corteza y hojas; mientras que de Martynia annua L. se aprovechan fruto, raíz, tallo y hojas. Es importante mencionar que los médicos tradicionales entrevistados también recurren a combinaciones de plantas en la elaboración de sus remedios, por jemplo, para tratar la indigestión se prepara un té con hojas de Persea americana var. Drymifolia (Schl. et. Cham.) Blake, hojas tiernas de Psidium guajava L. y porciones pequeñas de corteza Guazuma ulmifolia Lambert.
Sobre las formas de preparación, la más utilizada es la cocción, con el fin de ser usualmente ingeridas vía oral. Después, la maceración, para hacer cataplasmas; y el follaje, para baños medicinales al mezclarlo con agua (problemas en la piel). Las plantas cuyas hojas son asadas sirven para curar heridas o dolor de cabeza. Las utilizadas para elaborar extractos alcohólicos se emplean para curaciones relacionadas con daños en el sistema músculo esquelético. Las plantas sin modificaciones, para lidiar con los efectos corporales de la fiebre y la febrícula (Tabla 8). Además, existen 5 formas de administración de las plantas medicinales, como se expone en la Tabla 9.
Formas de preparación | Especies | % |
---|---|---|
Cocción/infusión | 133 | 57 |
Estrujado (uso de las manos) | 35 | 15 |
Sin modificación (principalmente barridas) | 33 | 14 |
Macerado | 15 | 6 |
Asado | 10 | 4 |
Extracto alcohólico | 6 | 3 |
Cápsulas, emulsiones y jarabe con una especie respectivamente | 3 | 1 |
Discusión
Plantas medicinales: patrimonio biocultural de los Tének en la Huasteca
Es importante reconocer que el conocimiento ancestral de los Tének está ligado a la diversidad biológica, agrícola y paisajística de la región que habitan, así como a la memoria biocultural de este pueblo originario (Toledo y Barrera-Bassols, 2008). Sus conocimientos o saberes están vigentes y forman parte de una herencia que se transmite oralmente en las prácticas y en las relaciones intra e intergeneracionales, intra e interétnicas con otros pueblos como los náhuatl (Valladares y Olivé, 2015). Así, las 152 especies de plantas medicinales deben concebirse como parte del patrimonio biocultural de los Tének (Guarino y Pirondo, 2019), siendo el resultado de la convergencia de lo biológico y lo social a largo plazo (Lindholm y Ekblom, 2019).
La medicina tradicional y su papel en la salud entre los Tének
Las plantas medicinales han sido utilizadas desde épocas remotas por los pueblos originarios, cuyas condiciones socioeconómicas a través de la historia han sido caracterizadas por la exclusión y la pobreza, como sucede con los Tének. Ante este hecho, esta población aún encuentra en la medicina tradicional gran parte de la solución a sus problemas de salud, aunque actualmente se combine con el uso de la medicina alopática (medicina moderna) (Zolla, 2005). Por otro lado, condiciones sociales como la pobreza han provocado que las generaciones más jóvenes emigren a grandes centros urbanos dentro y fuera del país, aumentado las posibilidades de que este conocimiento basado en la oralidad deje de transmitirse y ya no sea parte del patrimonio biocultural de los Tének (García y col., 2014; Nájera, 2014).
De manera empírica, los Tének, al igual que otros pueblos originarios, han identificado plantas medicinales que ayudan a resolver problemas de salud de diversa índole y cuyo efecto sin duda está ligado a su presencia en ciertos compuestos químicos, los cuales han sido y tienen la potencialidad de ser la base para la elaboración de medicamentos para tratamientos de enfermedades existentes y emergentes (Hernández y col., 2015).
Lo anterior, exige revalorar el papel de la medicina tradicional en el sistema de salud de los sectores de la población más vulnerables y el impacto negativo de una erosión progresiva del conocimiento de las especies de plantas medicinales y sus formas de uso (Souza-Brito, 1996).
Obtención de las plantas medicinales: silvestres, fomentadas, toleradas y cultivadas
La manera de obtener estas plantas requiere precisar cómo debería salvaguardarse tanto el germoplasma como los saberes asociados. En este sentido, la clasificación de las 152 especies en silvestres, fomentadas, toleradas y cultivadas resulta fundamental para reflexionar sobre su conservación genética, particularmente in situ. Blackwell y Vega (2018) argumentaron que los reservorios naturales de plantas medicinales silvestres están siendo destruidos, mientras que las especies fomentadas, toleradas o cultivadas están siendo abandonadas (Altieri y Nicholls, 2012; Blackwell y Vega, 2018; Caballero-Serrano, 2019). Lo anterior es aún más evidente cuando se analiza el uso medicinal de cada especie, por ejemplo, Hamelia patens Jacq. tiene 12 usos, según lo mencionado por los médicos tradicionales entrevistados y el 96 % de los participantes de la encuesta. Esto la ubica en una posición privilegiada dentro del patrimonio biocultural de los Tének, pero vulnerable al ser una especie silvestre cuya reproducción depende de las condiciones naturales y la conservación de su hábitat. Desafortunadamente, al igual que en otras regiones del mundo, a los saberes de los Tének sobre plantas de uso medicinal no se les confiere la importancia como para diseñar estrategias para su conservación (Toledo y Barrera-Bassols, 2008; Altieri y Toledo, 2011; Rodríguez y col., 2018).
Por último, Zolla (2005) explica que estos saberes deben ser revalorados e innovados a través de metodologías científicas estrictas, encontrando nuevas formas de preparación y uso de las plantas medicinales. Este respaldo mutuo derivará en un fortalecimiento de la salud en contextos locales y en descubrimientos por parte de las ciencias farmacológicas y biotecnológicas. Asimismo, debido a un vacío de literatura sobre las propiedades fitoquímicas de gran número de plantas medicinales, se requieren investigaciones que permitan contrastar el conocimiento empírico con el científico y su papel potencial en procesos científicos comprobados y posteriormente estandarizados (Taddei-Bringas y col., 1999; Alonso-Castro y col., 2017; Sharma y col., 2017).
Conclusiones
La planta medicinal tradicional que predominó en la investigación en la Huasteca veracruzana es la herbácea, y 45 % de las 152 especies identificadas son silvestres. Se registraron 63 familias botánicas, siendo Euphorbiaceae, Fabaceae, Compositae, Labiatae, Rutaceae, Malvaeae, Apocynaceae, Gramineae, Liliaceae y Solanaceae las que reportaron mayor número de especies. De las 12 categorías de uso medicinal reportadas, las de mayor índice de factor de consenso del informante fueron para padecimientos gastrointestinales y de dolor. La forma principal en la preparación de la medicina tradicional fue la cocción, mientras que el suministro vía oral fue el más usual. Lo anterior denota que las plantas medicinales tienen una contribución importante en el sistema de salud de las localidades del área de estudio. Estas plantas son parte de su patrimonio biocultural, por lo tanto, su germoplasma y su conocimiento tradicional asociado deben ser conservados ante condiciones como cambios climáticos y de uso del suelo, la pobreza, y la migración de los más jóvenes, particularmente, porque dicho conocimiento tradicional ha sido heredado básicamente a través de la tradición oral. Asimismo, se recomienda que la conservación de estos saberes involucre estrategias en las que converjan los esfuerzos de tomadores de decisiones, investigadores y población local.