Introducción
La población de adultos mayores, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2021) incrementará un 34 % durante el periodo 2020 al 2030. En México, el Consejo Nacional de Población (CONAPO, 2018) estima que, para el año 2050, habrá 24.9 millones de habitantes y se espera que 17 de cada 100 personas serán adultos mayores. Esto representa 7 más de los que existen actualmente (CONAPO, 2021). En datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), se menciona que el aumento demográfico en México está acompañado de marginación alta, nivel socioeconómico medio/bajo, culminación laboral, viudez y género (CEPAL, 2018). Es importante destacar que, en este segmento poblacional, en México, en promedio, tienen una escolaridad baja (INAPAM, 2016; CEPAL, 2018). Adicionalmente, según datos del Consejo Nacional Para Prevenir la Discriminación (CONAPRED, 2018), 1 de cada 10 sufre algún tipo de violencia. Y, de acuerdo con la información del Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica (SNVE, 2018) solo 4 de cada 10 adultos mayores tienen acceso a servicios de salud. Por otra parte, su mortalidad y morbilidad se caracteriza por enfermedades crónicas degenerativas y violencia (OMS, 2017; SNVE, 2018).
Por consiguiente, se han publicado acuerdos basados en el modelo del envejecimiento activo, definido como “el proceso de optimizar las oportunidades en salud, participación y seguridad, para mejorar la calidad de vida de las personas a medida que envejecen” (OMS, 2015: 5). La definición de calidad de vida integra la percepción que tienen las personas, basada en el lugar donde viven, sus costumbres y tradiciones y con relación al logro de sus metas personales (OMS, 2015). En México, estos lineamientos se han declarado y publicado en el Programa Nacional Gerontológico (INAPAM, 2016), explicitando directrices sobre la mejora de la salud, el aprendizaje continuo, promover la participación social y dar seguridad en todo el curso de vida, complementándose con las líneas de acciones sobre explorar, identificar y proponer tipos de estudios contextualizados con relación a la calidad de vida, de diversas áreas, como la médica, psicológica y social, adecuados a las necesidades de los adultos mayores (OMS, 2015). La calidad de vida de los adultos mayores puede verse condicionada por diferentes Determinantes Sociales de la Salud (DSS). Son 6 relacionados con los factores: 1) personales (integrados por condiciones psicológicas, genéticas y biológicas); 2) conductuales (como tabaquismo, actividad física, alimentación sana, alcohol, medicamentos); 3) los del entorno social (apoyo social, violencia, abuso, educación y alfabetización); 4) los servicios sociales y sanitarios (promoción de la salud y prevención de enfermedades, servicios curativos, asistencia de larga duración y servicios de salud mental; 5) el entorno físico (ambientes físicos, seguridad en la vivienda, caídas y ausencia de contaminación); y 6) económicos (ingresos, protección social y trabajo) (Petretto y col., 2016; OMS, 2021).
Este trabajo tuvo como objetivo identificar y caracterizar los estudios relacionados a la calidad de vida de los adultos mayores desde el envejecimiento activo y clasificarlos en relación a los factores de los DSS de la OMS a través de un mapeo sistemático.
Materiales y métodos
Identificación bibliográfica
El mapeo sistemático se basó en la propuesta de Sinoara y col. (2017), que integró la fase de planteamiento (pregunta), la fase de localización de la producción científica (selección de descriptores y búsqueda), la fase de preanálisis (exclusión y preparación de datos) y la fase de análisis (identificación de patrones). La pregunta de la fase del planteamiento fue PICO: P: adultos mayores; I: factores de los DSS del envejecimiento activo abordados en estudios que se relacionaron con la calidad de vida; C: tipo de factores de los DSS abordados o relacionados al envejecimiento activo; O: comparación entre los DSS abordados entre diferentes estudios.
Selección de artículos
Se utilizaron los siguientes criterios de inclusión: a) cualquier diseño de estudio b) artículos originales; c) presenta en el título o resumen 2 o 3 de las palabras clave en ambos idiomas: “envejecimiento activo” o “active ageing”, incluyendo la combinación AND “incremento de calidad de vida” OR “increase quality of life” AND “intervenciones psicológicas” OR “psychological interventions”; d) evaluación y clasificación acorde a los factores de los DSS abordados en los estudios. Los criterios de exclusión fueron: artículos que requirieron de pago y no se contó con presupuesto para acceder a ellos. La búsqueda fue en modalidad electrónica y comprendió de enero 2015 a marzo 2022.
Se exploraron las bases de datos de Ebscohost, Scopus, Oxford, Redalyc y Sage Journals. La búsqueda la realizaron dos personas en forma simultánea e independiente durante todo el periodo señalado.
Se separaron aquellos artículos que describieron los factores que optimizaron las condiciones para mejorar la calidad de vida desde el envejecimiento activo, para ser posteriormente clasificados conforme a los DSS. De los 5 079 artículos encontrados, se revisó cada uno de acuerdo a su título y posteriormente se seleccionaron por resumen. Al final, se revisaron 101 artículos como potencialmente útiles. Tras eliminar 10, por no ser estudios relacionados a la calidad de vida desde el envejecimiento activo o ser duplicados, quedaron un total de 91. Se identificó que 74 fueron transversales, de los cuales 8 se caracterizaron por ser estudios con diseño mixto y/o cualitativos; 3 intervenciones psicológicas; 4 ensayos clínicos y 10 longitudinales (Figura 1).
Resultados y discusión
Intervenciones psicológicas
Se hallaron sólo tres intervenciones psicológicas, llevadas a cabo en España e Inglaterra, que midieron la calidad de vida antes y después de las sesiones. Los programas de intervención se diseñaron para favorecer aspectos específicos que impactaron positivamente en alguno de los determinantes sociales de la salud. Coulton y col. (2015) mejoraron la salud psicológica a través de sesiones de canto grupales, disminuyendo significativamente los niveles de ansiedad y depresión, y conforme se realizaban más sesiones también se fortaleció su sentido de identidad grupal. Por su lado, Mendoza y Arias (2015), previnieron los riesgos a caídas mediante la promoción y enseñanza de conocimientos relacionados a los diferentes estilos de vida saludable. Finalmente, Dumitrache y col. (2017), estimularon la función cognitiva, promoviendo la actividad física y elaboración de manualidades, mejorando la salud psicológica (Tabla 1).
Autores | Coulton y col. (2015) | Mendoza y Arias (2015) | Dumitrache y col. (2017) |
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Pais | Inglaterra | Espana | Espana |
Tipo de estudio | Ensayo clínico (grupo control) | Cuasiexperimental | Cuasiexperimental |
Poblacion | 258 britanicos en poblacion abierta | 64 alfabetizadas y sin diagnostico de depresion | 86 espanoles de comunidades rurales y sin deterioro cognitivo |
Num. de sesiones | 14 (3 meses y medio) | 16 (2 meses) | 27 (9 meses) |
Frecuencia | Semanal | 2 sesiones por semana | 3 sesiones por semana |
Duracion | 1 h por sesion | 2 h por sesion | 4 h por sesion |
Tematicas | Clases de canto | Conocimientos sobre envejecimiento activo, tecnicas de orientacion, actividad fisica; nutricion y memoria | Estimulacion cognitiva, manualidades y ejercicio |
Rubros mejorados | Salud psicológica (ansiedad/depresion) de calidad de vida | Prevencion de riesgo de caidas y mejora de la calidad de vida en general | Percepcion positiva con relacion actividad fisica y funcion cognitiva y mejora la dimension de salud psicologica |
Instrumentos |
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Valor | P < 0.05 (ANOVA) | P < 0.05 (Chi2) | P < 0.05 (Spearman´s) |
Rubros de mejora | Canto | Actividad fisica; nutrición y funcion cognitiva como estilo de vida | Estimulacion cognitiva y actividades artisticas |
Instrumentos | No aplica | Cronometro; escala de autoeficacia en actividad fisica; mini evaluación nutricional y autoeficacia | Examen cognoscitivo version de Minimental y prueba de dibujo del reloj |
Valor P | No aplica | P 0.05 (Chi2) | P 0.05 (Spearman´s) |
Factores de los Determinantes Sociales de la Salud | Relacionados con factores personales | Conductual | Relacionados con factores personales |
Estudios transversales
En la Tabla 2 se muestra que estos estudios transversales cuantitativos abordaron principalmente los factores personales y los del entorno social. Los estudios sobre factores económicos se relacionaron con la calidad de vida (Rondón y Ramírez, 2018) y el lugar de residencia (Vanleerberghe y col., 2017). Lo anterior se fortalece con los hallazgos asociados al tipo de vivienda, del estudio de Ferraz y Silva (2015), en el que encontraron que los adultos mayores que vivían en sus hogares, respecto a quienes estaban institucionalizados en residencias geriátricas, tuvieron menor calidad de vida, sobre todo en el funcionamiento de los sentidos y la participación social. Panday y col. (2015); Sungaya (2016), también describieron que había calidad de vida en las personas que vivían en casas para adultos mayores, teniendo como mejora su capacidad física y el dominio psicológico. Contrario al estudio de Manav y col. (2018), donde más de la mitad de las personas mayores que vivían en residencias de ancianos tuvieron trastornos cognitivos y depresión.
Por su parte, Hernandez y col. (2016), hallaron que la calidad de vida en los adultos mayores que vivían en zonas rurales fue más elevada que los que vivían en zonas urbanas. También identificaron diferencias en las dimensiones de este factor, ya que en el primer grupo resaltaron muerte e intimidad, y en el segundo grupo, las habilidades sensoriales, participación social y actividades presentes, pasado y futuras. En otra investigación, realizada en la zona de residencia en una aldea, se reportó que los adultos mayores manifestaron tener baja calidad de vida en relación a la salud psicológica y dependencia económica (Dasgupta y col., 2018). Finalmente, se encontró un estudio que asoció la calidad de vida con el uso de la tecnología en los servicios del hogar en atención a las necesidades del adulto mayor (Pal y col., 2018).
Los estudios enfocados a factores conductuales relacionaron la importancia de promover los diversos estilos de vida, como la actividad física, para reducir las caídas y fragilidad (Aliaga y col., 2016), debilitamiento en la fuerza y reducción de la masa corporal (Latorre y col., 2015). La actividad física fue limitada en adultos mayores institucionalizados (Fernández y col, 2015; Alcívar y col., 2018) a diferencia de la muestra de deportistas que obtuvieron mejores puntajes en calidad de vida (da-Fonte y col., 2016). Además de los beneficios en su mejoría, el estimular la actividad en los adultos mayores es importante, ya que ésta va disminuyendo con la edad (Sertel y col., 2017) y como derecho humano debe promoverse (Alcívar y col., 2018), porque previene caídas (Leszczyńska y col., 2016). Oh y col. (2017) mencionaron también que la promoción de la actividad física debe enfocarse en la mejora de la resistencia, la flexibilidad y la caminata. Otro factor conductual, relacionado a los estilos de vida, fue la nutrición asociada a mejores niveles y calidad de vida en el adulto mayor (Khan y col., 2017; Sharma y col., 2021). Los anteriores estilos de vida se relacionaron con la capacidad de autocuidado de las personas y la calidad de vida (Luthy y col., 2015).
Los estudios asociados a factores personales fueron los aspectos psicológicos, que incluían la depresión y ansiedad (Ingrand y col., 2018). También algunos padecimientos de salud física afectaron la calidad de vida como la hipertensión (Chaves y col., 2015) y la demencia (Castro y col., 2016), que parecieron influir en la función cognitiva (Chaves y col., 2015; Castro y col., 2016). La insuficiencia renal estuvo relacionada con un bajo funcionamiento físico y social (Moura y col., 2015); la obesidad se asoció significativamente con baja calidad de vida en la dimensión física (de Almeida y col., 2019), al igual que tener deterioro cognitivo (Assed y col., 2016; Dias y col., 2017) y discapacidad intelectual (Chen y col., 2020). Los anteriores estudios se complementaron con la relación entre percepción sobre tener mala salud y la baja calidad de vida (Barbosa y col., 2018). En algunas investigaciones se demostró que, cuando las personas con obesidad adquirieron conocimientos sobre su salud, la calidad de vida mejoró en autonomía, habilidades sociales e intimidad (Campos-deSousa y col., 2016).
Los estudios sobre la fragilidad la relacionaron con la baja calidad de vida, principalmente asociados con afectación de las habilidades sensoriales (Kojima y col., 2016; Henchoz y col., 2017), siendo más grave en las mujeres (Pham y col., 2018). También se indujo pérdida auditiva (Joanovič y col., 2019) y daños neurológicos, disminuyendo su capacidad de control y afectando su bienestar (Hahm y col., 2019).
En cuanto al factor sexo (masculino o femenino), se encontró que, la calidad de vida en hombres de edad avanzada fue menor que en mujeres (Veni y Merlene, 2017), pero no se estableció una asociación significativa por la edad dentro del grupo de estudio (Bravo y col., 2018). Finalmente, el tener y hacer proyectos personales, sobre todo al aire libre, se relacionó con una mejor percepción de calidad de vida (Curl y col., 2016).
Los estudios transversales que abordaron factores relacionados al entorno social con baja percepción de calidad de vida fueron, por ejemplo, adultos mayores abandonados, afectando su autocuidado y salud psicológica (Zhao y col., 2017) y el no tener conflictos familiares, es decir que existen limitaciones en el número de personas en las que el adulto mayor se apoya (Widmer y col., 2018). También el tener experiencias previas de abuso es un posible indicador de baja calidad de vida (Fraga y col., 2017). A diferencia de los hallazgos de quienes contaron con apoyo familiar (Kwan y Ali, 2016; Bahramnezhad y col., 2017; Mehdi y col., 2017; Chan y Leng, 2022) relacionado con tener calidad de vida en las dimensiones de autonomía, actividades presentes, pasadas y futuras (Amonkar y col., 2018), además se asoció con la mejora de la memoria, menor riesgo de depresión (León y col., 2020) y con tener satisfacción con la vida (Deniz y col., 2019).
Otro factor relacionado al entorno social fue la participación, que se asoció con la calidad de vida (Oliveira y col., 2016; Rotenberg y col., 2019; Eum y Kim, 2021).
Las características sociodemográficas que se relacionaron con baja calidad de vida, fueron ser mayor edad, ser mujer (Datta y col., 2015; Gobbens y Remmen, 2019); presentar analfabetismo y dependencia económica (Datta y col., 2015); viudez (Canković y col., 2016; Soria y Montoya, 2017), y el no contar con derechohabiencia (Soria y Montoya, 2017). Mientras que tener un empleo se asoció a mejores niveles de calidad de vida, relacionado a la salud (Álvarez y col., 2016).
En los estudios relacionados con sistemas sanitarios y sociales del envejecimiento activo, se asoció a la mejora de calidad de vida con la atención centrada en el paciente (Monfort y col., 2018), el uso de terapia de reminiscencia (Gil y col., 2019) reduciendo los niveles de depresión en adultos mayores y el contar con atención asistida en áreas de supermercados (Bechtold y col., 2021).
Los determinantes asociados a factores sociales integrales, que afectan la calidad de vida, fueron el vivir solos, particularmente las condiciones de vivienda (Raggi y col., 2016); y las relaciones sociales (Campos y col., 2015), ingresos familiares bajos, la presencia de enfermedad renal crónica y el autoreporte de estado de salud deficiente (Rathnayake y Siop, 2015). Finalmente, los determinantes sociales relacionados con el entorno físico que dan como resultado una menor calidad de vida fue el no contar con accesibilidad sanitaria, adquisición de información y condiciones en el transporte y la seguridad (Leung y col., 2019), al igual que estar enfrentando algún tipo de desastre natural (Cherry y col., 2017).
Estudios transversales con diseño mixto y/o método cualitativo
En la Tabla 3 se observan los estudios cualitativos con relación principalmente a factores personales y calidad de vida. En adultos mayores con demencia, los factores asociados fueron la libertad, la independencia, el tener necesidades básicas satisfechas, salud física, compromiso en actividades significativas y tranquilidad (Stewart y col., 2016). Atender estos aspectos en población adulta sana, les proporciona una percepción de empoderamiento (Tabatabaei y col., 2017). También son importantes las actividades significativas como el seguir aprendiendo cosas nuevas (Escarbajal-de-Haro y col., 2015) y el desarrollo de la creatividad (Molina y col., 2022). Por otro lado, los adultos mayores de población abierta con deterioro cognitivo relacionaron la calidad de vida con tener espiritualidad, que fue caracterizado por creer en algo superior (Chaves y Gil, 2015).
Autores | Método | Población | Modelo de la calidad de vida | Instrumentos | Variable estudiada | Determinantes Sociales de la Salud |
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Chaves y Gil (2015) | Mixto | 12 personas población abierta | OMS |
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Espiritulidad | Personales |
Del Barrio y Santurde-del-Arco (2005) | Mixto | 40 profesionales de la salud españoles | Modelo integral de calidad de vida |
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Atención de la salud y características personales | Sistemas sanitarios y sociales |
Escarbajar-de-Haro y col. (2015) | Mixto | 13 mujeres población abierta | OMS |
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Percepción de si mismo: satisfacción con la vida; actitud hacia aprender nuevas cosas y actividades de grupo | Personal |
Tabatabaei y col. (2017) | Cualitativo | 8 participaciones residentes | OMS |
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Empoderamiento percibido | Personales |
Herbert (2018) | Cualitativo | 25 mujeres población abierta | Modelos gerontología social | Guía de entrevista | Perspectivas del envejecimiento en mujeres y las relaciones sociales | El entorno social |
Olivira y col. (2019) | Cualitativo | 19 cuidadores adultos mayores | No especifica | Grupos focales | Sentimientos, inquietudes y satisfacción de vida del cuidador | Sistemas sanitarios y sociales |
Stewart y col. (2016) | Cualitativo | 136 personas con demencia | OMS |
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Libertad, independencia, necesidades básicas satisfechas, salud física, compromiso en actividades significativas | Personales |
Molina y col. (2022) | Cualitativo | No especifica | OMS |
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Influencia de la creatividad en poder mantener e incrementar el sentido del bienestar en adultos mayores | Personales |
La calidad de vida se asoció con el entorno social, donde destacó la vida social de mujeres de población abierta, como el participar en eventos políticos (Herbert, 2018).
Para los factores de los sistemas sanitarios y sociales, los estudios de Del-Barrio y Santurde-del-Arco (2015)) y Oliveira y col. (2019) describieron que la atención a la salud y atención personalizada, en adultos atendidos en instituciones, se relacionó con la calidad de vida.
Ensayos clínicos
Respecto a los factores conductuales (Tabla 4) los estudios de Brandão y col. (2018) y de Gomeñuka y col. (2019) promovieron la actividad física, con un abordaje aparentemente diferente. Los resultados mostraron que las personas sedentarias mejoraron su calidad de vida al realizar las actividades propuestas. Además, el ejercicio aérobico se relacionó con la mejora de la salud física (Song y Yu, 2019). Mientras que los estudios acerca de los factores relacionados a sistemas sanitarios y sociales fueron el de Young y col. (2019) que mejoró la calidad de vida a través de la psicoterapia.
Autores | Brandão y col. (2018) | Song y Yu (2019) | Young y col. (2019) | Gomeñuka y col. (2019) |
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Población | Brasilenos sedentarios | Deterioro cognitivo leve | Deterioro cognitivo leve | No entrenado en Actividad |
Num. de sesiones | 36 | No especifica | 10 | No especifica |
Frecuencia | Semanal | No especifica | No especifica | Semanal |
Duración | 3 meses | No especifica | No especifica | No especifica |
Temáticas | Ejercicios aeróbicos | Ejercicio aeróbico de intensidad moderada | Psicoterapia | Actividad física |
Modelo de calidad de vida | OMS | No especifica | OMS | OMS |
Rubros mejorados | No especifica | Salud física | Función cognitiva | Actividad física |
Instrumentos | WHOQOL-OLD |
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WHOQOL-OLD |
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Valor P | P ≤ 0.05 (Prueba T) | P ≤ 0.001(Chi2) | P = < 0.05 (Prueba T) | d = 0.05 (Efecto por Cohen) |
Rubros de mejora | Movilidad | No aplica | No aplica | No aplica |
Instrumentos | Cuestionario para actividad física | No aplica | No aplica | No aplica |
Valor P | P ≤0.05 (Chi2) | No aplica | No aplica | No aplica |
Determinantes Sociales de la Salud | Conductuales | Conductuales | Relacionados con los sistemas sanitarios y sociales | Conductuales |
Estudios longitudinales
Los estudios longitudinales (Tabla 5) que abordaron determinantes asociados a factores conductuales (Figueiredo y col., 2015; Hao y col., 2019), se repiten con otros tipos de estudios, como la calidad de vida con relación a la actividad física (Aliaga y col., 2016; Brandão y col., 2018; Gomeñuka y col., 2019) y realización de actividades de la vida diaria (Villeneuve y col., 2018).
Autores | Población | Rubros mejorados | Instrumentos | Valor P | Determinantes Sociales de la Salud |
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Villeneuve y col. (2018) | 2 135 participantes a traves de base de datos | Creacion de indice de calidad de vida integrado por sintomatología depresiva, movilidad, independencia de las actividades instrumentales de la vida diaria y nivel de angustia |
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P1 ≤0.05 | Conductuales |
Ju y col. (2016) | 3 274 participantes a traves de base de datos | Relacion filial padre e hijo mejora la calidad de vida |
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P1 ≤0.05 | El entorno social |
Ydstebo y col. (2018) | 254 personas con demencia y 158 con demencia | Relacion con nivel económico y la soledad emocional efecto negativo en el control y autonomia |
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P2 ≤0.05 | Personales |
Figueiredo y col. (2015) | Diagnostico De enfermedad coronaria e intervencion | Mejora de la capacidad funcional, dolor, vitalidad y salud emocional |
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P3 = 0.001 | Conductuales |
Rantakokko y col. (2016) | 75 a 90 anos en población abierta | Relacion con menor movilidad menor calidad de vida |
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P3 = 0.001 | El entorno fisico |
Min y Cho (2018) | 65 anos en adelante en población abierta | La falta de empleo afecta la calidad de vida |
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P3 = 0.001 | Economicos |
Davis y col. (2015) | Con riesgo a caida | La movilidad como predictor de calidad de vida |
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P4 ≤0. 05 | El entorno fisico |
Hao y col. (2019) | 65 anos en adelante | Mejora la salud fisica pero no la mental |
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P4 ≤0. 05 | Conductuales |
Szabo y col. (2019) | Propietarios de hogar e inquilinos | La soledad con efecto negativo en control y autonomia |
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P5 = 0.001 | El entorno social |
Ayala y col. (2021) | Adultos mayores jubilados | Participacion social y calidad de vida |
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P1 ≤0. 05 | El entorno social |
Nota; P1: Regresion Logistica; P2: T-Student; P3: Mann-Whitney; P4: ANOVA; P5: Chi2.
Con relación a factores personales, aquellas personas con demencia, al estar en soledad, tuvieron un efecto negativo en el control y autonomía (Ydstebø y col., 2018).
En relación al entorno social, se encontró que la participación del adulto mayor en el cuidado de crías o nietos (Ju y col., 2016), y el estar jubilados y seguir participando activamente (Ayala y col., 2021) como, por ejemplo, el seguir empleado (Min y Chon, 2018), mejoró la calidad de vida, a diferencia de quienes pasan mayor tiempo solos (Szabo y col., 2019). En factores del entorno físico, el tener mayor espacio de movilidad (Rantakokko y col., 2016) y fácil acceso (Davis y col., 2015) aumentaron la calidad de vida (Tabla 5).
Conclusiones
Se encontraron pocas intervenciones psicológicas que evaluaran la calidad de vida, referente a los Determinantes Sociales de la Salud (DSS) relacionados al envejecimiento activo, antes y después de las sesiones. Las intervenciones psicológicas se enfocaron en los determinantes con relación a factores personales como la salud psicológica y a los conductuales como la promoción de la actividad física. La mayoría de los estudios relacionaron la calidad de vida con los factores personales y con el entorno social, seguido de los conductuales. Los factores personales de los DSS son los que podrían condicionar más la calidad de vida de los adultos mayores, como, por ejemplo, función cognitiva, depresión y ansiedad, lo que afecta su autonomía e independencia. En cuanto al entorno social fueron el tipo de redes de apoyo, algún tipo de abuso y la generación de espacios donde el adulto mayor participe activamente, ya que estos le permiten, por un lado, fortalecer su identidad, y por el otro, mantener cierto estatus social. Los estudios conductuales se enfocaron en desarrollar el autocuidado del adulto mayor a través de la actividad física como fortalecimiento de huesos que puede inferir en la prevención de caídas y en la alimentación saludable, ambos estilos que pueden fungir como factores protectores ante el desarrollo o maximización de síntomas de alguna o algunas enfermedades crónicas degenerativas. Finalmente, los estudios transversales con diseño mixto o cualitativo profundizan en la comprensión de factores personales como son la espiritualidad y la creatividad. Además de ser los determinantes menos abordados, los relacionados con los servicios sanitarios y sociales, al entorno físico. Los primeros se enfocaron en la atención, más no en la promoción y prevención; y los segundos, en el acceso y seguridad de espacios donde se encuentra el adulto mayor. Estos últimos DSS son de gran importancia en cuanto a la salud pública, dado que las estadísticas poblaciones van en aumento acompañadas de cierta morbilidad que requiere la atención integral del adulto mayor y propiciar estrategias que prevengan enfermedades crónico degenerativas durante el ciclo de vida. Por lo que es menester, generar mayor evidencia para analizar resultados que puedan posicionar nuevas políticas públicas integrales, pero para ello será necesario la interdisciplinariedad en el abordaje de la investigación e intervención sobre más DSS.