INTRODUCCIÓN
Desde la academia, diversos autores (Boltvinik, 1997; Allardt, 1998; Cohen, 1998; Erikson, 1998; Sen, 1998, 1999; Nussbaum, 2003; Siniarska y Wolanski, (inédito); Boyden, 2004, entre otros) han propuesto teorías y/o indicadores para definir y evaluar el bienestar de una persona o comunidad. De forma paralela, a nivel internacional, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo [PNUD] define indicadores de bienestar. A nivel nacional y local, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) es el encargado de definir y evaluar el nivel de bienestar de los mexicanos. Sin embargo, los indicadores han sido construidos desde la visión de las instituciones internacionales o desde la academia, pero el entendimiento del bienestar humano debería escuchar la voz de los pobladores locales y esencialmente de quienes no tendrían otros medios para expresar sus opiniones, con lo cual se contribuiría a su empoderamiento y representación en la sociedad (Villatoro, 2012). Aunado a lo anterior, los indicadores generados por los propios actores del bienestar podrían tener más significado para ellos que los indicadores creados por entidades externas (Woodhouse et al., 2015).
Como señala el PNUD (2016), el desarrollo humano es un proceso dinámico y ligado al contexto local. En México, la metodología del índice de desarrollo humano (IDH) se adapta para calcular este índice a nivel nacional, estatal y municipal. En los planes de manejo costero, generalmente se consideran indicadores nacionales e internacionales, prioritariamente desde la visión de quienes los diseñan, sin tomar en cuenta los puntos de vista de los pobladores locales que describen de forma cualitativa y profunda las problemáticas socioambientales que afectan su bienestar y cuáles son sus necesidades ligadas a la apropiación del ecosistema donde habitan. En este sentido surge la pregunta de investigación: ¿cuáles son los indicadores de bienestar individual, familiar y comunitario que recogen la perspectiva de la gente local de poblaciones porteñas?
El objetivo de este artículo es identificar y analizar los indicadores de bienestar individual, familiar y comunitario de una muestra de habitantes de dos puertos de la costa yucateca, con la finalidad de promover su inclusión en los planes de manejo costero y en el discurso internacional sobre la definición de indicadores de bienestar subjetivo.
Este artículo está dividido en cuatro secciones: en la primera, se describen los indicadores de bienestar propuestos por académicos e instituciones internacionales, nacionales y locales; en la segunda, se describe el proceder metodológico; en la tercera, se presentan los resultados analizados a la luz de la teoría; y en la última, se concluye puntualizando los hallazgos principales.
REVISIÓN DE LA LITERATURA. INDICADORES DE BIENESTAR Y MANEJO COSTERO
Cohen (1998) distingue dos tipos de bienestar: hedonista y satisfacción de preferencias. El primero es el disfrute o estado agradable de conciencia y el segundo un ordenamiento del mundo a partir de las preferencias que se satisfacen si obtienen un estado pertinente del mismo. Para Sen (1998) el bienestar está en función de las capacidades que poseemos para tener libertad de llevar a cabo diferentes tipos de vida. Sen (1997) indica que tener bienestar no es algo externo sobre lo que se tenga disposición, sino algo interno que se consigue. Este autor sugiere algunos indicadores de bienestar: evitar la mortalidad y estar nutrido, ser feliz, lograr el auto-respeto y participar en la vida de la comunidad (Sen, 1998), sin embargo, no define una lista específica de capacidades.
Nussbaum (2003) retoma el enfoque de capacidades humanas y establece una lista de diez capacidades, a las que llama capacidades centradas en el humano:
Vida. No morir de manera prematura.
Salud corporal. Tener buena salud, ser capaz de reproducirse y alimentarse adecuadamente.
Integridad corporal. Poder moverse libremente de un sitio a otro; estar seguro contra violencia sexual y doméstica; tener satisfacción sexual y capacidad para decidir si se quiere tener hijos.
Sentidos, imaginación y pensamiento. Capacidad para imaginar, pensar y razonar como un ser humano informado y educado.
Emociones. Ser capaz de entablar relaciones con las personas, amando y siendo amado.
Razón práctica. Tener un entendimiento de lo bueno y una conciencia crítica.
Afiliación. Capacidad de pertenencia, reconocimiento y preocupación por otros seres humanos.
Otras especies. Vivir armoniosamente con los animales, plantas y la naturaleza.
Ser capaz de reír, jugar y disfrutar de actividades de recreación.
Control sobre nuestro medio ambiente: a) político: capaz de participar en las decisiones políticas; b) material: derecho de propiedad y de buscar y tener un empleo en las mismas condiciones y derechos que los demás.
Con base en los planteamientos de Sen y Nussbaum, los indicadores de bienestar serían las capacidades, las cuales incluyen indicadores objetivos y subjetivos. En este artículo se coincide con los planteamientos de Sen sobre no elaborar una lista per se de esas capacidades sino estar abiertos a explorar cuáles son desde el punto de vista de la gente local.
Por su parte, Boltvinik (1997) plantea que los indicadores de bienestar son los siguientes:
el ingreso;
los derechos de acceso a servicios o bienes gubernamentales gratuitos (o subsidiados);
la propiedad;
los niveles educativos, las habilidades y destrezas (entendidos como expresiones de la capacidad de entender y hacer);
el tiempo disponible para la educación, la recreación, el descanso y para las labores domésticas, y
la capacidad de endeudamiento del hogar.
Este autor aclara que entre los indicadores de bienestar existe la posibilidad de sustitución, por ejemplo, con mayores ingresos se pueden sustituir los accesos a educación y a salud otorgados por el gobierno por los servicios de salud y de educación privados. Sin embargo, el académico también aclara que al intercambiar las dimensiones de bienestar no se logra la sustitución perfecta. Este autor coincide con Sen y Nussbaum al incluir como uno de sus indicadores a las habilidades y destrezas que tienen las personas (entendidas como expresiones de la capacidad de entender y hacer). A diferencia de Boltvinik, Sen plantea que los bienes per se no constituyen el bienestar, sino lo que uno puede hacer con lo que tiene.
Otro planteamiento sobre el bienestar lo realiza Erikson (1998), quien sostiene que debe definirse en términos de recursos y condiciones, debiendo ser medido a través de indicadores descriptivos y evaluativos. Primero se le pide al evaluado que describa sus recursos y condiciones, por ejemplo: ¿cuánto es su salario? o ¿qué temperatura hay en su casa en invierno?, especialmente para condiciones donde un clima muy frío requiere destinar recursos para el confort térmico. Después se le pide que evalúe sus condiciones con preguntas como: ¿está satisfecho con su trabajo?, ¿qué tan buena es su calefacción en el invierno? Los planteamientos de Erikson concuerdan con los de Cohen, al considerar la satisfacción interna que tienen los individuos sobre sus recursos y condiciones, sin embargo, se oponen a los de Sen porque no consideran las capacidades reales de los individuos o lo que pueden hacer con sus recursos y condiciones. Los planteamientos de Siniarska y Wolanski (inédito) se oponen a los de Erikson y Cohen, ya que para ellos la evaluación del bienestar a través de la satisfacción interna no es recomendable porque depende de opiniones emitidas a través de emociones y sentimientos, las cuales pueden cambiar frecuentemente.
Siniarska y Wolanski (inédito) posicionan al estado biológico como la única medida objetiva del bienestar humano. Argumentan que este es un reflejo de las condiciones de vida de un individuo y mide indirectamente cuán bien o mal están sus condiciones sociales y naturales. A través del estado biológico se pueden evaluar los efectos de las costumbres culturales, incluyendo prácticas de higiene y conductas que afectan positiva o negativamente a la salud. Estos autores indican que los cambios culturales, políticos y ambientales dejan una huella en la biología de las poblaciones humanas. Los indicadores del bienestar serían las condiciones de salud, nutrición y reproducción.
Boyden (2004) considera que existen condiciones biofísicas que promueven la salud y el bienestar humano. A partir de su análisis de las poblaciones de cazadores-recolectores, elaboró una lista de esas condiciones que considera se aplican a toda la especie humana y llamó a su listado necesidades de salud universales:
aire limpio;
dieta natural, que incluya una gama de todos los requerimientos humanos;
agua no contaminada con químicos o microorganismos patógenos;
ausencia de niveles dañinos de radiación electromagnética;
contacto mínimo con parásitos o patógenos;
adecuada protección a climas extremos y,
un patrón de ejercicio físico.
Aun cuando este estudioso indica qué factores biofísicos promueven el bienestar, menciona que aspectos menos tangibles, como los sociales, pueden tener repercusiones sobre el bienestar. Entre estos aspectos se encuentran:
red de relaciones que otorgan apoyo emocional;
convivencia humana;
oportunidades e incentivos para colaborar en grupos pequeños;
niveles de estimulación sensorial que no sean ni muy altos ni muy bajos;
un ambiente interesante y estéticamente placentero;
oportunidades e incentivos para conductas creativas y para involucrarse en actividades recreativas;
oportunidades para conductas espontáneas;
variedad en experiencias diarias;
metas y objetivos a corto plazo que sean realizables, y
un ambiente y estilo de vida que conduzca a un sentido de pertenencia a un grupo, y que no promueva un sentido de alienación, soledad y frustración crónica (Boyden, 2004).
Para Allardt (1998) un sistema de indicadores de bienestar debe considerar que hay necesidades humanas básicas, tanto materiales como no materiales, y es necesario considerar ambos tipos en su elaboración.
A nivel internacional, el PNUD (2016) señala que el bienestar es un concepto que abarca más que al indicador ingreso, incorporando el concepto de progreso multidimensional, inscrito en el enfoque de desarrollo humano de Amartya Sen, lo que permitió la incorporación de índices para medir:
desigualdades en la distribución del ingreso y en el acceso y los logros educativos y de salud, medidas con el IDH ajustado por la desigualdad;
las brechas de género que estructuran las relaciones humanas en todos los estratos sociales, medidas con el índice de desarrollo de género y el índice de desigualdad de género; y
los niveles de carencias experimentadas en dimensiones distintas del ingreso, medidos con el índice de pobreza multidimensional (IPM) que sustituyó en 2010 al índice de pobreza humana.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos [OCDE] (2014) cuenta con una herramienta interactiva que mide el bienestar en 11 temas: vivienda, ingresos, empleo, comunidad, educación, medio ambiente, compromiso social, salud, satisfacción, seguridad y balance vida-trabajo.
A nivel nacional, el Inegi retoma los indicadores propuestos por la OCDE y mide a nivel local el bienestar. Por ejemplo, en el caso de Yucatán, estado mexicano donde se ubican los sitios de estudio, los indicadores son: accesibilidad a servicios, relaciones sociales, educación, balance vida-trabajo, ingresos, medio ambiente, compromiso cívico y gobernanza, salud, satisfacción con la vida, seguridad, empleo y vivienda (Inegi, s.f.). También a nivel país el Inegi incluyó, en la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (ENUT), una sección de preguntas relacionadas con el bienestar subjetivo, donde se midió el nivel de satisfacción, nivel de felicidad y actividades de ocio, tiempo dedicado a actividades productivas y de recreación, nivel de felicidad y trabajo para el mercado y para el hogar (Inegi, 2014).
Como se puede ver, la medición del bienestar incluye tanto indicadores objetivos como subjetivos. La dimensión objetiva implica resultados observables como la riqueza material y económica, la salud física y psicológica. La dimensión subjetiva se enfoca en las definiciones y sentimientos propios de la gente sobre lo que tienen o hacen e incluye variables como la cohesión social, la cultura, la equidad y la buena gobernanza (Botrill et al., 2014; Brueckner-Irwin, Armitage y Courtenay, 2019; Loring, Hinzman y Neufeld 2016). Las medidas objetivas del bienestar humano se derivan de un tercero y por ello no se basan en la opinión personal del individuo. En cambio, las medidas subjetivas dependen de la percepción del actor que experimenta el bienestar o la falta de éste (Biedenweg et al., 2014). Un mejor entendimiento del bienestar humano se logra cuando ambos tipos de indicadores se complementan porque ninguna de las dimensiones por sí sola puede capturar todas las facetas de este concepto (Anand, 2016; Biedenweg et al., 2014; Woodhouse et al., 2015). Sin embargo, los enfoques dominantes en el ámbito del bienestar humano han sido ambiguos sobre la información subjetiva, o bien, la han omitido (Villatoro, 2012). En este sentido se argumenta que sólo una minoría de indicadores de bienestar se enfoca en variables subjetivas que, únicamente, han recibido atención a nivel internacional desde la década pasada (Biedenweg et al., 2014; Kubiszewski, Zakariyya y Jarvis, 2019). De allí la importancia de desarrollar propuestas de indicadores que midan el bienestar subjetivo, y de enfocarse en lo que la gente piensa y siente acerca de lo que tiene y hace (Camfield, Crivello y Woodhead, 2009).
Una sociedad que pretende ser más democrática debería medir el bienestar subjetivo porque en una democracia se debería conocer lo que todas las personas sienten y piensan sobre su propia vida y no sólo saber las opiniones de cierto grupo de personas con poder en la sociedad, como las de los expertos o líderes (Diener, Oishi y Lucas, 2003; Villatoro, 2012).
En la literatura académica existen algunos estudios realizados en México, y en países como Alemania y Estados Unidos, que han medido el bienestar desde un enfoque de bienestar subjetivo. Entre las investigaciones realizadas en México se hallan las de Fuentes y Rojas (2001), Rojas (2007) y Rojas (2008). Fuentes y Rojas (2001) estudiaron la relación entre el bienestar subjetivo y objetivo en México. Los autores concluyeron que la relación entre ambos tipos de bienestar es muy débil o prácticamente inexistente y que el bienestar de los mexicanos encuestados tiene su origen en la percepción de que sus necesidades están satisfechas y no proviene directamente del ingreso. Por su parte, Rojas (2007) desde el enfoque de bienestar subjetivo estimó un conjunto de escalas de equivalencia, las cuales resultaron útiles para comparar el bienestar entre hogares mexicanos de diferentes tamaños y composición de edad. Finalmente, Rojas (2008) empleó un enfoque de bienestar subjetivo para estudiar la satisfacción con la salud en los hogares mexicanos. El autor encontró que el ingreso de la familia es un factor determinante para la satisfacción con la salud, y que los indicadores objetivos de salud son medidas limitadas para medir la satisfacción con la salud de los hogares mexicanos, reforzando la importancia de estudiar aspectos subjetivos. En Alemania, Van Praag, Frijters y Ferrer-i-Carbonell (2003) emplearon un conjunto de respuestas a preguntas subjetivas incluidas en la información colectada en el Panel Socioeconómico Alemán, con la finalidad de estimar un modelo de bienestar de sus ciudadanos. Los autores concluyeron que las respuestas a las preguntas subjetivas son buenas aproximaciones para medir el bienestar humano.
Desde una visión de socioecosistemas, entender el bienestar humano es un factor clave para llevar a cabo un manejo efectivo de los recursos naturales, ya que la protección ambiental sólo se logra cuando se tienen poblaciones humanas saludables como base (Biedenweg, Stiles y Wellman, 2016; Loring et al., 2016) y se toman en cuenta sus opiniones y sentimientos. Es decir, el bienestar de la gente incide en la gestión de los recursos naturales y viceversa (recursos costeros en el caso de este estudio). Por ello, para comprender de una manera más holística el estado de salud de un socioecosistema, es necesario explorar indicadores de bienestar humano junto con indicadores biológicos y/o económicos (Amberson et al., 2016). Desde un enfoque de ecología humana, el bienestar de los seres humanos se verá afectado positiva o negativamente por las interacciones entre los ecosistemas, los sistemas socioculturales y la biología humana en un lugar y momento determinado (Azcorra y Dickinson, 2020).
Para Biedenweg et al. (2016) no existe un marco de referencia que explícitamente enmarque la relación entre el bienestar humano y la gestión o manejo de los recursos naturales. Sin embargo, sí existen diversos estudios académicos pioneros en este campo que miden este vínculo. Entre ellos se encuentran los de Biedenweg et al. (2014), Biedenweg et al. (2016) y Biedenweg (2017). Biedenweg et al. (2014) realizaron un estudio piloto para desarrollar indicadores objetivos y subjetivos de bienestar humano relacionados con el medio ambiente, incorporando a diferentes actores clave en un ecosistema de cuenca. En dicho estudio las características sociales y ambientales del socioecosistema fueron determinantes para definir el bienestar de la población humana, el cual también podría ser un indicador de la recuperación de los ecosistemas. Los autores concluyeron que, para tener indicadores multidimensionales del bienestar, es útil emplear tanto indicadores objetivos científicos como indicadores subjetivos basados en la opinión de la gente.
Biedenweg et al. (2016) generaron un marco de referencia holístico de bienestar en dos comunidades costeras. Este marco de referencia contenía seis dimensiones de bienestar (física, psicológica, cultural, social, económica y de gobernanza) y, con base en el trabajo realizado entre científicos y gente local que está directamente relacionada con el medio ambiente, se halló una serie de atributos para cada dimensión de bienestar, que son particulares para cada comunidad.
Por su parte, Biedenweg (2017) realizó un estudio comparativo de indicadores de bienestar en tres regiones de un ecosistema de cuenca. El autor encontró un conjunto de indicadores de bienestar en relación a la gestión de los recursos naturales desde la perspectiva de la gente local para cada una de las tres regiones. El autor halló que, las dimensiones de bienestar (acceso a comida local, actividades al aire libre, calidad del aire, agua potable, eventos culturales y actividades económicas) que dependen de los recursos naturales son las prioritarias en las tres regiones, lo cual podría generar un enfoque general de indicadores para medir el bienestar en comunidades; aunque aclaró que habrá indicadores específicos en cada sistema local.
Como se puede ver, el bienestar que se mide al preguntar la opinión de la gente sobre lo que siente y piensa representa suficientemente al bienestar humano. Esta investigación se basa en el enfoque de bienestar subjetivo. También es posible notar que existe la necesidad de realizar más estudios que identifiquen y analicen indicadores de bienestar en relación a la gestión del medio ambiente, y que recojan la perspectiva de la gente local y los contextos socioculturales y ecológicos de las regiones donde habitan. Por ello, en esta investigación se identifican y analizan indicadores de bienestar subjetivo en tres niveles (individual, familiar y comunitario) que están estrechamente relacionados con la interacción y codependencia de los pobladores costeños con sus recursos naturales y su manejo.
En este estudio se entiende por manejo costero el proceso de gestión responsable de los recursos naturales de un socioecosistema costero, donde se valoran los recursos naturales por su valor ecológico, económico, social, cultural y educativo. En el proceso de gestión participan los habitantes locales, políticos, gobiernos locales, académicos, sociedad civil y todo aquel interesado en afrontar juntos los problemas en la costa. La toma de decisiones es conjunta y se valoran los distintos saberes de los participantes.
Es importante aclarar que el propósito de la revisión teórica es reconocer la diversidad de indicadores de bienestar propuestos por académicos e instituciones internacionales y nacionales. También fue de utilidad para justificar la importancia de estudiar e identificar indicadores locales; no seleccionamos una teoría o propuesta en específico ya que la intención fue explorar los indicadores locales de dos comunidades porteñas con características socioambientales específicas. Algunos indicadores ya existentes fueron retomados para discutir los resultados encontrados.
METODOLOGÍA
Se diseñó un estudio exploratorio cualitativo, realizando entrevistas semiestructuradas y observación participante con diversos habitantes de dos puertos de la costa yucateca que comparten características ecológicas, económicas y culturales. La obtención de la información se realizó en dos periodos de tiempo. Se eligió metodología cualitativa porque permite un acercamiento a la realidad desde el punto de vista de los sujetos de estudio para interpretar o dar sentido a los fenómenos o procesos a partir de los significados que le dan los involucrados (Rodríguez, Gil y García, 1999). En este diseño, el investigador o investigadora trata de suspender o apartar sus creencias, perspectivas y predisposiciones; todas las perspectivas, escenarios y personas son valiosas y dignos de estudiar y dan énfasis a la validez en su investigación (Taylor y Bogdan, 1996).
A continuación se describen las características socio-ambientales de las dos comunidades participantes con el propósito de dar elementos que faciliten la transferibilidad de resultados. Dicha transferibilidad depende del lector, basando su decisión en la similitud de los contextos estudiados y sus propios entornos de análisis (Plaza, Uriguen y Bejarano, 2017). También se presenta el procedimiento metodológico que se empleó para obtener información y analizarla de forma rigurosa.
Descripción de las comunidades de estudio
Ambos puertos se localizan en la línea de costa de Yucatán, México. Los ecosistemas costeros en Yucatán tienen características particulares generadas por la emergencia de la placa calcárea yucateca. Estos ecosistemas son generados por la dinámica de las corrientes marinas que forman una isla de barrera llamada duna costera y los sistemas lagunares, los cuales adquieren un carácter salobre o condiciones hipersalinas dadas por los aportes de agua dulce subterránea (Batllori et al., inédito).
El primer puerto de estudio, San Crisanto, está localizado en la zona central de la costa de Yucatán, a 72 km de la capital y a 50 km del puerto de Progreso. Ubicado en las coordenadas: 21º 21’ de latitud norte y 89º 10’ de longitud oeste (“Ejido El Puerto”, 1998, citado en Dickinson, 2002). Cuenta con una superficie de 1 472 hectáreas, 54 % de las cuales son humedales. Esta área de humedales se ha alterado durante los últimos 35 años de manera alarmante. De esta forma se ha redimensionado la superficie de manglar, la ciénega y el flujo de agua proveniente de cenotes localizados en la zona, 15 de un total de 27 están ahí. Estas condiciones han afectado la flora y fauna del lugar, manifestándose en la desaparición de varias especies de aves y peces (“Ejido El Puerto”, 1998, citado en Dickinson, 2002). Es un ejido, su Resolución Presidencial fue firmada el 25 de abril de 1980, recibiendo 1 472 hectáreas para 34 campesinos sin tierra. De las hectáreas recibidas 1 372 pertenecían a la finca Campos y 100 a la finca Chuncopó (Dickinson y Ortega, 1991). Castillo (2001) menciona que no se tienen datos exactos sobre cuándo comenzó a ser habitado y que las evidencias indican que su poblamiento estuvo relacionado con el aprovechamiento de los recursos naturales con los que contaba. Andrews (1980) lo caracteriza, para la época prehispánica, como un conchero o asentamiento pequeño, cerca del mar, de los períodos Clásico Temprano y Tardío.
Según el censo de 2010, San Crisanto tenía una población de 551 habitantes. La tierra es ejidal y las actividades principales son la pesca, la producción de plantas de coco, la extracción salinera y el turismo (Paredes-Chi, 2006).
Para 1998 la población económicamente activa (PEA) era de 183 individuos. Hasta 1991 un 80 % de la pea se dedicaba a la pesca ribereña, a la explotación de la copra y a la producción artesanal de sal; sin embargo, por la necesidad de aumentar sus ingresos las actividades económicas han cambiado considerablemente, para el 2002 sólo 21.1 % de la pea se dedicaba a la pesca y el porcentaje restante a otras actividades como el cultivo de coco, la producción de sal, comercio, agricultores o jornaleros (“Microdiagnóstico”, 1993, citado en Dickinson, 2002). Según el censo de 2010, la pea para ese año en San Crisanto fue de 188 individuos.
El grupo étnico dominante es el maya yucateco, 31.2 % de 554 habitantes tienen ambos apellidos mayas y 38.1 % uno; 75 % de la población habla español y sólo 1 % habla maya (“Microdiagnóstico”, 1993, citado en Dickinson, 2002). Cabe aclarar que en el habla cotidiana se comunican en castellano, mezclado con una notable cantidad de expresiones en lengua maya. Castillo (2001) indica que en este puerto se puede observar una serie de creencias y rituales que son llevados a cabo como parte de las prácticas religiosas de la comunidad.
San Crisanto es una comisaría del municipio de Sinanché, de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social [Coneval] (s.f.), en el año 2015 el porcentaje de población en situación de pobreza en el municipio de Sinanché fue de 68.2 %. El porcentaje de población con ingreso inferior a la línea de bienestar fue de 74.6 %. De acuerdo con datos del Sistema Nacional de Información Municipal (SNIM) (Inafed, s.f.), en el año 2015, el grado de marginación de Sinanché es de nivel medio en la clasificación que otorga la Comisión Nacional de Población [Conapo] (que va desde muy alto, alto, medio, bajo y muy bajo). La PEA ocupada con ingresos de hasta 2 salarios mínimos representa 66 % del total. Además, 30.8 % del total de población de 15 años y más no cursó la primaria completa. Finalmente, 9.8 % de las viviendas no cuentan con drenaje ni servicio sanitario exclusivo.
El segundo puerto de estudio, Sisal, se localiza en el litoral norponiente de Yucatán, entre las coordenadas: 21º 09’ 55.0’’ latitud norte y 90º 01’ 50.0’’ longitud oeste, a 1 m s.n.m. (Inegi, 2010). La comisaría colinda al norte con el golfo de México; al sur con La Ciénega, el Ejido Sisal, el Ejido de Hunucmá y la cabecera municipal de Hunucmá; al este con el puerto de Chuburná y al oeste con la Reserva Estatal El Palmar (Urrea, 2016). Sisal, en 2010, contaba con el 6.5 % de la población total del municipio (Inegi, 2010). Es la única comunidad costera del municipio de Hunucmá y tiene como principal actividad económica la pesca artesanal, pero sus habitantes tienen otras fuentes de ingresos como el turismo de baja escala y la caza de patos silvestres (Urrea, 2016).
La mayoría de la población de Sisal habla español (Santoyo, 2017). Sin embargo, en Hunucmá 78.1 % de la población total se considera indígena (Inegi, 2015). La PEA de Hunucmá fue de 12 266 habitantes en 2010 (Inafed, 2010).
De acuerdo con el Coneval (s.f.), en 2015 el porcentaje de población en situación de pobreza en el municipio de Hunucmá fue de 55.8 %. El porcentaje de población con ingreso inferior a la línea de bienestar fue de 61.1 %. El porcentaje de población con ingreso inferior a la línea de bienestar mínimo fue de 17 %. De acuerdo con datos del SNIM (Inafed, s.f.), en el año 2015, el grado de marginación de Hunucmá es de nivel medio. La PEA ocupada con ingresos de hasta 2 salarios mínimos representa 60.72 % del total. Además, 27.93 % del total de población de 15 años y más no concluyó la primaria. Por último, 21.4 % de las viviendas no cuentan con drenaje ni servicio sanitario exclusivo.
Con los datos anteriores se identificó que, en ambos puertos existe una clara ausencia de oportunidades sociales y facilidades económicas, es decir, no cuentan con los suficientes elementos estructurales que les permitan desarrollar al máximo su potencial y lograr un adecuado desarrollo humano.
Proceso de obtención y análisis de datos
En la década de los noventa, un grupo interdisciplinario de investigadores del Departamento de Ecología Humana del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) y del Centro de Investigaciones Regionales “Dr. Hideyo Noguchi” de la Universidad Autónoma de Yucatán iniciaron el proyecto Diagnóstico Ecológico, Social y de Salud (DESS) en dos comunidades rurales, una de ellas de la costa yucateca (Paredes-Chi y Castillo, 2017). Para entonces, los gobiernos federal y estatal tenían en el municipio y la comisaría de los puertos de estudio la cobertura normal de actividades a través de programas tales como el Programa Nacional de Solidaridad, sin embargo, la cobertura formal no significaba que respondiera a las necesidades de la población.
Desde sus inicios, en el proyecto DESS se planteó la importancia de que hubiera un comité comunitario, integrado por autoridades civiles, religiosas y tradicionales, además de otros participantes de la comunidad (Castillo et al., 1997). El proyecto estuvo financiado en sus dos primeras fases por la agencia canadiense para el desarrollo. El objetivo general fue:
Mejorar la salud y el bienestar de las comunidades estudiadas, mediante su participación activa en la formulación y evaluación de actividades y programas, tendientes a satisfacer necesidades identificadas de las comunidades y/o la resolución sostenible de problemas prioritarios identificados por el equipo de investigación (Castillo et al., 1997, p. 238).
Con el propósito de evaluar los resultados de este proyecto, una de las autoras de este artículo realizó, en 2005, una evaluación de sus repercusiones en el bienestar de San Crisanto. Para su estudio inició explorando el concepto y los indicadores de bienestar de los habitantes de San Crisanto con un grupo de pobladores locales que participó en el proyecto DESS y otro que no lo hizo. Para ello, preguntó a los dos grupos de estudio cuál es su concepto de bienestar, pero no se hizo de manera directa, sino con preguntas como: ¿qué es lo más importante en su vida?, ¿cuándo considera que está en problemas o que ha salido adelante?, etcétera. Las preguntas fueron planteadas en entrevistas semiestructuradas con el apoyo de una guía de entrevista y fueron grabadas en audio y transcritas en el programa Word.
Para este artículo se retomaron las 22 transcripciones de las entrevistas como documentos de análisis para identificar los indicadores de bienestar de los entrevistados en San Crisanto. Posteriormente, en 2019, se acudió a Sisal para entrevistar a diferentes miembros de la comunidad sobre su concepto de bienestar. Considerando que ambas comunidades comparten características socioeconómicas, culturales y ambientales se formularon las mismas preguntas que se les hicieron en San Crisanto y sus respuestas también fueron grabadas en audio. En este caso se realizaron entrevistas de oportunidad con diferentes actores clave de la comunidad: amas de casa, policías, pescadores, jubilados, jóvenes y adultos.
Se realizaron 13 entrevistas en el segundo puerto, debido a que en este número se llegó al punto de saturación en sus respuestas. El punto de saturación se presenta cuando los entrevistados ya no aportan un elemento nuevo de análisis y todas las categorías han sido explicadas desde diferentes perspectivas (Mayan, 2001). Junto con las 22 transcripciones de las entrevistas de San Crisanto se obtuvieron 35 entrevistas para analizar con base en el objetivo de este artículo.
Para el análisis de las entrevistas se utilizó la técnica de análisis de contenido, la cual abarca los siguientes pasos (Martínez, 2007):
Transcribir detalladamente la información. En el caso de San Crisanto, se retomaron las 22 transcripciones que se tenían sobre el concepto de bienestar de los habitantes de ese puerto. Para el caso de Sisal se transcribieron a detalle las 13 entrevistas realizadas en 2019. La transcripción estuvo a cargo de dos estudiantes de licenciatura asociados al proyecto.
Seleccionar dos o más muestras comparativas de texto. Las 35 transcripciones constituyeron los textos comparativos.
Establecer fragmentos como unidades de análisis. Se establecieron como unidades de análisis per se el concepto de bienestar a nivel individual, familiar y comunitario.
Definir categorías semánticas o gramaticales o codificar las características identificadas en el fragmento; es decir, clasificar mediante un término o expresión el contenido o idea central de cada unidad de análisis.
Establecer subcategorías para identificar propiedades o atributos de una misma categoría.
Agrupar categorías en forma más amplia y comprensiva.
Establecer frecuencias de codificación a partir de los textos comparados.
Calcular los porcentajes de frecuencia.
Si el caso lo requiere, elaborar matrices o tablas que ayuden a señalar relaciones.
Identificar la tendencia de respuesta.
Para los puntos seis al diez, utilizamos el programa estadístico Statistical Package for the Social Sciences (SPSS).
Describir la narrativa de lo observado y elaborar conclusiones en torno al objetivo del estudio.
RESULTADOS. LO MÁS IMPORTANTE EN MI VIDA ES...
A nivel individual, la mayoría de los participantes considera que su familia, tener trabajo, salud y vivienda son lo más importante en su vida. Casi la mitad de los participantes considera estar en problemas si están enfermos o no tienen trabajo y dinero; otra respuesta frecuente fue “tenemos problemas cuando hay nortes y huracanes” o tienen conflictos familiares, 43 % mencionó sentirse conforme con lo que tiene y no les gustaría tener nada más y 26 % quisiera tener una casa. Al preguntarles cuándo consideran haber salido adelante las respuestas más frecuentes fueron: cuando están sanos y tienen trabajo (ver cuadro 1).
Indicadores | F | % |
Lo más importante en su vida es: | ||
Familia | 17 | 49 |
Familia y tener trabajo | 2 | 6 |
Salud | 6 | 17 |
Salud y familia | 2 | 6 |
Salud y trabajo | 1 | 3 |
Trabajo y casa propia | 4 | 11 |
Otros (apoyo, organización, refugios) | 3 | 8 |
Total | 35 | 100 |
Se consideran en problemas cuando: | ||
Está enfermo | 8 | 23 |
Falta trabajo y dinero | 8 | 23 |
Huracanes, nortes e inundaciones | 5 | 14 |
Inseguridad | 3 | 8 |
Conflictos familiares | 5 | 14 |
Alcoholismo | 2 | 6 |
Otros (hacer algo mal, perder su casa) | 2 | 6 |
No tiene problemas | 2 | 6 |
Total | 35 | 100 |
Les gustaría tener: | ||
Nada | 15 | 43 |
Casa propia, casa lista, casa más grande | 9 | 26 |
Salud | 3 | 8 |
Coche | 3 | 8 |
Trabajo | 2 | 6 |
Otros (seguridad, secundaria, equipo de pesca) | 3 | 8 |
Total | 35 | 100 |
Consideran estar bien o haber salido adelante cuando: | ||
Tiene trabajo | 13 | 37 |
Tiene salud | 5 | 14 |
Unión y apoyo familiar | 3 | 9 |
Termina estudios | 3 | 9 |
Tiene casa propia y pertenencias | 3 | 9 |
Hace actividades diarias | 2 | 5 |
No sabe | 6 | 17 |
Total | 35 | 100 |
Nota: F, frecuencia de respuestas.
Fuente: elaboración propia.
Considerando las expresiones más frecuentes, los indicadores que influyen en el bienestar individual de los entrevistados son: familia, tener trabajo, salud, vivienda y seguridad en época de nortes y huracanes. El último indicador puntualiza que en este caso la seguridad a la que hacen referencia, a diferencia de otros estados de México con violencia, es la que requieren en época de nortes y huracanes para estar protegidos de fenómenos climáticos que ponen en riesgo su vida y pertenencias. Explicaron que el gobierno les apoya evacuándolos de sus localidades para salvaguardar sus vidas, y que se habilitan refugios para ello, pero también necesitan apoyo para proteger sus pertenencias materiales que con mucho esfuerzo han obtenido como: lanchas, herramientas de pesca, electrodomésticos, muebles, mascotas y animales de traspatio. A través de observaciones y entrevistas informales se identificó que la crianza de animales de traspatio es una forma de ahorro individual y familiar, cuando el animal está listo para vender recuperan la inversión que han hecho en alimentación y cuidados. Cuando pierden sus animales durante un fenómeno climático también pierden sus ahorros. Este indicador está relacionado con el propuesto por Boyden (2004), quien propone como indicador la adecuada protección en localidades con climas extremos. Sin embargo, se diferencia del indicador de la OCDE (2014) al no referirse a tasa de homicidios.
A nivel familiar, casi la mitad de los participantes considera a su familia en problemas cuando no tienen trabajo, seguido de: “tenemos problemas cuando están enfermos o se accidentan cuando van a pescar en el mar” y “también hay problemas cuando se pelean y no hay unión familiar”. Sobre qué les gustaría que su familia tuviera, la respuesta más frecuente fue: “me gustaría que todos tuvieran trabajo seguro” y “casa terminada que sea resistente a los nortes y huracanes”. Al interrogarlos sobre cuándo su familia se encuentra bien o ha salido adelante, las opiniones más comunes fueron: cuando la familia tiene trabajo, casa propia, están sanos y no hay problemas entre ellos (ver cuadro 2).
Indicadores | F | % |
Su familia se encuentra en problemas cuando: | ||
No tienen trabajo | 15 | 43 |
Están enfermos o hay accidentes en el mar | 7 | 20 |
Tienen conflictos familiares | 5 | 14 |
Hay huracán y mal tiempo | 3 | 9 |
Otros (alcoholismo, veda) | 2 | 5 |
No sabe | 3 | 9 |
Total | 35 | 100 |
Les gustaría que su familia tenga: | ||
Casa lista o propia | 15 | 43 |
Trabajo seguro | 5 | 15 |
Moto/coche | 3 | 9 |
Estudios | 2 | 5 |
Otros (computadora, salud) | 2 | 5 |
No sabe/nada | 8 | 23 |
Total | 35 | 100 |
Consideran que su familia está bien o ha salido adelante cuando: | ||
Tienen trabajo | 10 | 29 |
Tienen trabajo y casa propia | 4 | 12 |
Tienen trabajo y salud | 1 | 3 |
Tienen salud | 4 | 11 |
Están juntos y felices | 6 | 17 |
Terminan estudios | 3 | 8 |
Otros (saben administrar dinero, pueden comprar ropa y comida y estudiar) | 2 | 6 |
No sabe | 5 | 14 |
Total | 35 | 100 |
Nota: F, frecuencia de respuesta.
Fuente: elaboración propia.
Considerando las respuestas más recurrentes identificamos que los elementos que influyen en el bienestar familiar son similares a los indicados a nivel individual: tener trabajo seguro, casa, salud y estar unidos.
A nivel comunitario, casi la mitad de los participantes (43 %) cree que su comunidad está en problemas cuando no hay trabajo. En ambos puertos la actividad económica es la pesca, los habitantes dependen de la disponibilidad de los recursos pesqueros para poder trabajar y tener ingresos económicos. Explicaron que la pesca es de temporada y que deben respetar vedas, por lo tanto, si en una temporada hay escasez del recurso pesquero se ven en problemas económicos para subsistir. Añadieron que el pulpo es una de las principales especies que capturan, sin embargo, desde hace varias temporadas ha disminuido su disponibilidad y deben adentrarse más en el mar para capturarlo, poniendo en riesgo sus vidas. Otra respuesta frecuente es: cuando tienen conflictos entre familias o en época de política. Al preguntarles si vivirían en otro lugar, 49 % mencionó que no se iría a otro lugar, el resto se irían a la cabecera municipal o a otro puerto. Las razones dadas para cambiar de residencia fueron: ahí tienen familiares o amigos, ahí crecieron y tienen casa donde pueden llegar en temporada de huracanes. Quienes no se irían a otro lugar recalcaron que no lo harían porque: “el puerto es tranquilo y estamos acostumbrados aquí”. Explicaron que se sienten tranquilos de dejar sus puertas abiertas para disfrutar la brisa sin temor de robos ni violencia. Un entrevistado comentó:
Sisal me ha gustado porque es muy tranquilo, por ejemplo, con mi hija, en el pueblo de donde somos nosotros, hay que llevarla a la escuela e ir por ella y aun así a veces a uno de la misma mano le arrebatan a uno de sus hijos. Aquí (en Sisal) no tenemos ese problema. Es un paraíso…
Lo anterior está relacionado con lo propuesto por Boyden (2004), al plantear como un indicador de bienestar: contar con un ambiente y estilo de vida que conduzca a un sentido de pertenencia a un grupo, y que no promueva un sentido de alienación, soledad y frustración crónica. En el caso de las comunidades de estudio llama la atención que la mayoría prefiere quedarse a vivir en los puertos por sentirse parte de una comunidad, disfrutar de la forma de vida del lugar y por la tranquilidad que les proporciona.
Al preguntarles cuándo su comunidad se encuentra bien o ha salido adelante, una respuesta frecuente fue: “cuando todas las familias tienen trabajo” (40 %) (ver cuadro 3).
Indicadores | F | % |
Su comunidad se encuentra en problemas cuando: | ||
No tienen trabajo | 15 | 43 |
Hay conflictos familiares y políticos | 5 | 14 |
Hay basura y autoridades corruptas | 3 | 9 |
Están enfermos | 2 | 6 |
Hay huracán | 2 | 6 |
Alcoholismo y drogadicción | 2 | 6 |
Otros (no tienen casa, derrochan su dinero, inseguridad) | 3 | 8 |
No sabe | 3 | 8 |
Total | 35 | 100 |
Si pudieran vivir en otro lugar vivirían en: | ||
No iría a otro lugar | 17 | 49 |
Cabecera municipal (Sinanché; Hunucmá) | 9 | 26 |
En un puerto | 3 | 8 |
Donde haya trabajo y escuela | 1 | 3 |
A una ciudad | 1 | 3 |
No sabe | 4 | 11 |
Total | 35 | 100 |
Consideran que su comunidad está bien o ha salido adelante cuando: | ||
Hay trabajo | 12 | 34 |
Hay trabajo y tranquilidad | 1 | 3 |
Hay trabajo, unión, salud y buen clima | 1 | 3 |
Hay tranquilidad | 1 | 3 |
Hay apoyos gubernamentales | 3 | 8 |
Hay escuelas | 2 | 6 |
Hay unión y festividades | 2 | 6 |
Otros (computadora, servicios públicos, tierras, no hay huracanes) | 4 | 12 |
No sabe | 9 | 25 |
Total | 35 | 100 |
Nota: F, frecuencia de respuestas.
Fuente: elaboración propia.
De forma reiterativa en los tres niveles de análisis señalan como indicadores: tener trabajo, salud y vivienda. Los tres indicadores anteriores coinciden con los propuestos por la OCDE (2014) y el Inegi (2014). Al ser poblaciones que dependen de recursos del mar, habría que puntualizar que el acceso al trabajo está mediado por la disponibilidad de esos recursos por lo que en las propuestas para mejorar el bienestar se requiere contemplar la dependencia e interacción recíproca entre seres humanos y los recursos naturales de los ecosistemas donde habitan. Estos resultados coinciden con lo reportado por Biedenweg (2017), quien halló que las dimensiones de bienestar prioritarias para las comunidades de su estudio son aquellas que dependen de los recursos naturales. Respecto al indicador de salud, los entrevistados explicaron que tienen problemas de falta de atención médica en el puerto, aunque cuentan con servicios médicos en su localidad, no son suficientes y deben acudir a otras localidades cercanas o a la capital del estado para ser atendidos por enfermedades graves. En este sentido, Pontarollo, Orellana y Segovia (2020) explican que contar con un seguro médico es de suma importancia para el bienestar humano y particularmente en una región como Latinoamérica en donde la cobertura de los sistemas públicos de salud no es universal y donde hay una profunda desigualdad en la distribución de la riqueza. En relación al indicador de vivienda, se observó que sus casas son vulnerables a la corrosión, inundaciones y huracanes; por ello se argumenta que no sólo se requiere el acceso a una vivienda sino a una que sea resistente a los factores climáticos mencionados.
Cuando se les preguntó cómo sería su comunidad ideal, la mayoría de las respuestas indicaron que les gustaría tener un puerto limpio; en ambos puertos reconocieron que tienen problemas de basura en las playas y el mar, por ello les gustaría verlo limpio. Algunos argumentaron que un puerto limpio atrae más turismo, sin embargo, también se observa en épocas vacacionales a los turistas dejando su basura en las playas. Otra respuesta frecuente fue que les gustaría que haya más turismo porque es una fuente de empleo, la mayoría está de acuerdo en promover el turismo en sus localidades, pero también hubo respuestas contrarias, piensan que los turistas acabarán con la tranquilidad del puerto, consideran que es un riesgo para la juventud, argumentando que promoverán el consumo de alcohol y la delincuencia. Un entrevistado mencionó al respecto:
[…] el turismo a mí no me da, ni de comer ni nada. Al contrario, nos va a perjudicar. Porque si tú te das cuenta. Si tú lo miras en un ámbito social y económico. Económico es la octava maravilla del mundo que venga el turismo ¿por qué? Porque la derrama económica de la familia es amplia y pueden comprar lo que quieran o lo que deseen, pero para mí no, ¿por qué? Porque, así como viene el desarrollo, así viene la delincuencia, y así como la delincuencia (también) viene la inestabilidad social. O sea, (…) va a venir alguien, algún empresario que va a poner una disco, (entonces habrá) 24 horas de alcohol, 48 horas de alcohol, los 365 días de alcohol (para tu hijo).
Otra respuesta importante fue que su puerto ideal es cuando todos tienen trabajo seguro, reiterando como uno de sus indicadores de bienestar tener trabajo estable (ver figura 1).
Al preguntarles sobre qué cambiarían del puerto, en ambas comunidades explicaron que les gustaría principalmente que no hubiera conflictos (entre familias y habitantes), quisieran que todos se lleven bien y se apoyen mutuamente. La unión comunitaria es un indicador similar a dos de los planteados por Boyden (2004) (red de relaciones que otorgan apoyo emocional y convivencia humana) y a uno del Inegi (2014) (comunidad y relaciones sociales, referido a la calidad de la red de soporte). Se observó que para los habitantes de los puertos es importante estar unidos para apoyarse a través de redes comunitarias. Durante época de huracanes, tormentas o nortes se refugian tierra adentro en casa de familiares y amigos o resguardan sus pertenencias en las casas que se encuentran en zonas no inundables. También trabajan de forma colaborativa en empleos temporales que el gobierno proporciona como apoyo en las épocas donde no pueden salir a pescar o no llegan los turistas (figura 2).
De esta manera se identificó que, según las respuestas principales de los participantes, los elementos que influyen en el bienestar de su comunidad son: tener trabajo estable, salud y atención médica en el puerto, seguridad en época de huracanes y nortes, tranquilidad, unión comunitaria y tener un puerto limpio.
CONCLUSIONES
Retomando el objetivo de este estudio se identificó que los indicadores de bienestar individual, familiar y comunitario son similares o se repiten entre los niveles de análisis.
En resumen, los indicadores identificados fueron:
trabajo estable;
salud y atención médica en el puerto;
tener casa;
seguridad en época de nortes y huracanes;
tener un puerto limpio;
paz y tranquilidad;
unión familiar y comunitaria.
Se identificó que algunos indicadores locales coinciden con algunos indicadores académicos y gubernamentales como: tener trabajo, salud y vivienda. Se encontró que al igual que los académicos, los pobladores de las localidades de estudio también definen indicadores objetivos y subjetivos. Cabe resaltar que sus indicadores puntualizan y dan sentido a otros indicadores como los referidos a seguridad. En el caso de estas comunidades costeras se trata de seguridad ante fenómenos naturales.
Los resultados encontrados en este estudio, coinciden con los de Biedenweg et al. (2014)) y Biedenweg (2017), en el sentido que muestran nuevamente que las características sociales y ambientales del socioecosistema donde habitan son determinantes para definir el bienestar de una población humana, sugiriendo que el bienestar de los seres humanos también podría ser un indicador de la recuperación de los ecosistemas. En este sentido coincidimos con Camfield et al. (2009) en que es importante incluir en los indicadores de bienestar internacional y nacional lo que la gente piensa y siente acerca de lo que ellos tienen y hacen en los socioecosistemas donde habitan. Como señalan Biedenweg et al. (2016) y Loring et al. (2016), sólo se podrá promover un balance a largo plazo en el socioecosistema cuando se tienen como base a poblaciones humanas saludables y sus necesidades e inquietudes. En este sentido, resulta relevante retomar los planteamientos de Azcorra y Dickinson (2020) quienes explican, con un enfoque de ecología humana, que el bienestar de los seres humanos se verá afectado positiva o negativamente por las interacciones entre los ecosistemas, los sistemas socioculturales y la biología humana en un lugar y momento determinado.
Los resultados de este estudio apoyan las sugerencias de Amberson et al. (2016) quienes plantean la necesidad de comprender de una manera más holística el estado de salud de un sistema socioecológico, incluyendo indicadores locales tanto objetivos como subjetivos de las poblaciones humanas, aunados a los indicadores ecológicos de los ecosistemas.
Finalmente, se reconoce que, al igual que Biedenweg et al. (2014) y Woodhouse et al. (2015), para entender íntegramente el bienestar humano se requieren tanto mediciones objetivas como subjetivas, sumando al discurso académico, internacional y nacional los indicadores locales que surgen de viva voz de quienes viven en los socioecosistemas estudiados con características sociales, culturales y ecológicas concretas. La suma de sus voces podría promover la participación activa de la gente local en propuestas de manejo costero responsable con la naturaleza y la sociedad.
Este estudio no puede ser generalizado, sin embargo, sienta las bases para el diseño de futuras investigaciones que pretendan generalizar lo encontrado en los puertos de estudio. Se propone que los indicadores locales sean incorporados como variables en el diseño de instrumentos cuantitativos que sean administrados en otras localidades porteñas para continuar investigando los indicadores de bienestar local de otras localidades con características ambientales, socioculturales y económicas en particular.