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Cultura y representaciones sociales
versión On-line ISSN 2007-8110
Cultura representaciones soc vol.8 no.16 Ciudad de México mar. 2014
Artículos
Novela policial, filosofía y sociología crítica: referencias problemáticas
Police novels, philosophy and critical sociology: problematic references
Philippe Corcuff*
* Philippe Corcuff es Profesor de posgrado (maître de conférences) de Ciencia Política en el Instituto de Estudios Políticos de Lyon e investigador en el laboratorio de sociología CERLIS (Université Paris Descartes/CNRS, véase: http://recherche.parisdescartes.fr/CERLIS/Equipe/Membres-statutaires/Corcuff-Phiüppe). Además de sus compromisos altermundialistas y libertarios, ha publicado en español los siguientes trabajos: "Lo colectivo en el desafío de lo singular: partiendo del habitus", in Bernard Lahire (dir.), El trabajo sociológico de Pierre Bourdieu. Deudas y críticas. (Buenos Aires, Siglo XXI Editores, colección "Metamorfoses", 2005); "Sociología y compromiso: nuevas pistas epistemológicas después de 1995", in Bernard Lahire (dir.), ¿Para qué sirve la sociología? (Buenos Aires, Siglo XXI Editores, colección "Sociología y política"); Los grandes pensadores de la política. Vías críticas en filosofía política. (Madrid, Alianza Editorial, colección "Ciencia política", 2008); "Condiciones humanas de la sociología y pluralismo teórico en las ciencias sociales", Bajo el Volcán (revista semestral de Ciencias Sociales, Universidad Autónoma de Puebla, México), año 11, número 18, marzo 2012-agosto 2012; Las nuevas sociologías. Principales corrientes y debates, 1980-2010 (Buenos Aires, Siglo XXI Editores, "Sociología y política", serie ' Rumbos teóricos", 2013); y una serie de artículos en esta misma revista (www.culturayrs.org.mx, números 4, 7, 8, 9. 10 y 12). Este texto es la traducción de la introducción del libro de Philippe Corcuff, Polars, philosophie et critique sociale (París, éditions Textuel, collection "Petite encyclopédie Critique", 2013, pp. 7-28). Se publica con la autorización del autor y del editor. La traducción ha sido realizada por Gilberto Giménez.
Resumen
El artículo aborda el problema del sentido de la existencia a partir del análisis de la novela negra norteamericana, que se caracteriza por una visión crítica, desencantada, pesimista y melancólica del mundo moderno, en contraposición con el carácter más bien conservador de la novela policíaca original, a base de resolución de enigmas. La novela policial norteamericana comporta una crítica social de alcance libertario que toma como blancos a la vez al capitalismo y al Estado en tanto que encarnación de la pretensión de totalización. En este género, la "ironía melancólica" funciona como un arma para protegerse del nihilismo frente a la acumulación de desencantos. El autor llega a estas conclusiones utilizando una metodología que hace dialogar entre sí la filosofía, la sociología crítica y la novela negra, pero sin confundirlas, es decir, manteniendo la autonomía de sus registros respectivos en cuanto "juegos de lenguaje" (Wittgenstein). Se puede extraer una lección de ética política de este análisis: el desencanto como un polo de la experiencia política de izquierda, que permite alejarse de los optimismos ingenuos pero sin caer por ello en el fatalismo o en el nihilismo posmoderno.
Palabras clave: crisis de sentido, novela negra, crítica social, melancolía, desencanto, "juegos de lenguaje".
Abstract
The article approaches the problem of the sense of existence taking as a starting point the analysis of the black North American novel, which is characterized by a critical, disillusioned, pessimistic and melancholy vision of the modern world, in contraposition with the rather conservative nature of the original detective story, based on the resolution of enigmas. The North American police novel endures a social critique of libertarian scope that simultaneously targets capitalism and the State as the incarnation of totalitarianism. In this genre, the "melancholic irony" works as an instrument to protect from the nihilism that faces the accumulation of disenchantments. The author comes to these conclusions by using a methodology that makes philosophy, critical sociology and the black novel dialogue among them, but without confusing them, that is to say, supporting the autonomy of their respective registers as "language games" (Wittgenstein). A lesson of political ethics can be learned from this analysis: disenchantment as the axis of political experience of the left, which permits distancing from ingenuous optimism but without falling into fatalism or into postmodern nihilism.
Key words: crisis of sense, black novel, social critique, melancholy, disenchantment, "language games".
¿Qué sentido podemos dar a nuestras existencias en Occidente, cuando las señales de orientación se han vuelto cada vez más borrosas y cuando los marcos religiosos reculan globalmente o son objeto de apropiaciones más individualizadas y menos controladas por instituciones coactivas? Es verdad que la cuestión filosófica del sentido es muy antigua, pero posiblemente no haya existido siempre bajo esta forma explícita, aunque haya tomado tonalidades diversificadas en función de periodos históricos y de sociedades diferentes.
Con las lógicas globalizantes en curso, nuestras sociedades occidentales contemporáneas y las de otras partes del mundo han sido afectadas por desajustes diversos que pesan sobre la cuestión del sentido, particularmente las desigualdades entre clases ligadas a las estructuras del capitalismo; las dominaciones y discriminaciones en interacción con la explotación capitalista del trabajo humano, pero irreductibles a la misma (sexistas, racistas, homófobos, etc.); una corrupción de los valores democráticos en el campo político generada por los maleficios del poder; el carrerismo y /o el dinero; los desgastes de los universos naturales y de las relaciones sociales generados por el productivismo propio de la lógica del lucro; y, finalmente, las incertidumbres vinculadas con el proceso moderno de individualización y sus ahondamientos.
Novela negra norteamericana, sentido y crítica social
Lo que en Francia se llama género "polar" (novela policial) y, muy particularmente, dentro de su ámbito, la tradición de la novela negra norteamericana, pueden ilustrar de manera crítica cómo se plantea la cuestión del sentido en lo real-histórico. En esta perspectiva, la filosofía y la sociología crítica pueden ayudarnos a comprender mejor lo que nos dice este género en su registro propio y, recíprocamente, el género "polar" puede enriquecer las herramientas de la filosofía y de la sociología crítica. Es así como la novela negra, instrumento de crítica social diferente de la sociología, puede alimentar un cuestionamiento espiritual, no necesariamente religioso, insertándolo en nuestras coordenadas sociales e históricas. Y lo hace cargando el acento sobre las zonas negras y grises de nuestras vidas.
La novela negra norteamericana nace en los años 1920. Dashiell Hammett (1894-1961), inventor del detective Sam Spade, y Raymond Chandler (1888-1959), creador del detective Philip Marlowe, son dos de las figuras principales de lo que suele llamarse también la "hard-boile school". Por cierto, algunas de sus historias han sido adaptadas para el cine, lo que ha infundido a la novela negra una segunda vida popular, aunque en un registro cultural diferente, con el cine negro americano, del que el actor Humphrey Bogart ha sido una estrella destacada. La novela negra reviste dos grandes características; 1) un anclaje social, con una mirada crítica sobre la sociedad moderna, y 2) una visión desencantada que sin embargo tiende a preservar frecuentemente un componente moral. En todo caso, tal es la opinión de Jean-Patrick Manchette (1942-1995) a quien seguimos, él mismo autor de novelas policiales (como Nada, Le Petit Bleu de la côte ouest, etc.) en Francia, e iniciador a partir de comienzos de los años 1970 de lo que se ha dado en llamar "el neo-polar" francés de inspiración izquierdista, que reivindica para sí la tradición norteamericana. En cuanto al primer punto, Manchette caracteriza el género "polar" (novelas policiales) por una orientación "realista-crítica" asociada a la toma de partido por una "intervención social muy violenta" (1996: 12). En cuanto a lo segundo, adelanta que "la novela policial (el "polar") constituye la gran literatura moral de nuestra época" (ibíd: 31), pero todo ello en el marco de "un canto trágico" (ibíd: 36). Por lo demás, no habría que olvidar en este primer retrato global de la novela negra que se trata ante todo de un asunto de hombres, y que uno de sus ángulos muertos tendenciales, no percibido por Manchette, está repleto de estereotipos machistas y virilistas.
"Este mundo no huele muy bien, pero es el mundo en que vivimos", afirma Raymond Chandler en un corto ensayo de 1944 intitulado "The Simple Art of Murder".1 Esta observación de Chandler nos conduce al centro de las intersecciones entre la relevancia filosófica y la relevancia sociológico-crítica de la novela negra americana. Relevancia filosófica, porque si el mundo "no huele bien", ello nos plantea a la vez cuestiones relativas al sentido de la existencia humana y a las reacciones morales frente las incertidumbres y los sinsabores de la búsqueda de sentido. Relevancia sociológico-crítica, porque estas interrogaciones existenciales y estos sentimientos morales se hallan situados en las sociedades "donde vivimos", vistas a través de lentes críticos en lo concerniente a sus desigualdades, sus corrupciones y sus diversos desórdenes.
En este texto exploratorio, una serie de análisis van a ayudarnos a ilustrar estas intersecciones entre novela negra norteamericana, filosofía y sociología crítica.
Lo negro, el mal y la modernidad
En su obra Lepolar américain, la modernité et le mal (1920-1960), el universitario francés y especialista en literatura norteamericana Benoít Tadié ha estudiado sistemáticamente el nacimiento y el desarrollo de la novela negra americana entre 1920 y los años 1960.
Para Tadié, esta rama de la novela policial proporciona justamente formulaciones literarias a los cuestionamientos acerca del sentido en las sociedades modernas occidentales a partir del comienzo del siglo XX. Así, observa que "el género 'polar' constituye una respuesta pesimista a las crisis que sacuden al siglo XX" (Tadié: 3). Y añade:
A través del prisma de la violencia criminal, este género habla de las derivas de Occidente, del devenir incontrolado de las sociedades industriales, de su desagregación moral, de la erosión de sus instituciones, del desmoronamiento de sus creencias y de la soledad del hombre privado de orientaciones en un universo abandonado por la justicia y la verdad. También pone en ecuación el mal y la modernidad, expresando un sentimiento de alienación individual y de dislocación colectiva (ibíd).
Este tipo de relato expresaría, por lo tanto, una relación entre un problema filosófico (el del "mal") en sus componentes existenciales y morales, y un contexto socio-histórico ("la modernidad" abierta por el individualismo de las Luces del siglo XVIII, la Revolución Industrial capitalista del siglo XIX y el desarrollo del Estado-nación). Refiriéndose a la novela negra norteamericana, Tadié habla de "pesimismo metafísico" (ibíd: 112) asociado a la comprobación sociológica de "un orden social malo" (ibíd: 165). La novela negra Made in USA estaría enclavada en el corazón de una disyunción para aprehender "la condición del hombre moderno": "la ruptura entre la ética heredada del pasado y el desarrollo de una sociedad carente de orientaciones" (ibíd: 210).
Puesta en escena de este modo, la condición del hombre moderno daría cuenta especialmente de una de las lógicas sociales estructurantes de las sociedades occidentales: la individualización. Aquí se está apuntando a fenómenos diversos y asociados que van, de la valorización de la autonomía individual y de la subjetividad personal, a la soledad y al narcisismo.2 Esta individualización aparece en forma precoz y más pronunciadamente en el contexto norteamericano. Según Tadié, la novela negra se apodera de este rasgo "poniendo el acento sobre la lucha de un individuo contra fuerzas malignas que frecuentemente lo superan" (op. cit: 3). Y es precisamente este individuo más individualizado de las sociedades occidentales modernas el que va a formular en este registro literario las preguntas y las dudas relativas al sentido de la existencia humana. Como ya lo notaba Jean-Patrick Manchette ligando entre sí el contexto capitalista y la individualización de la novela negra:
Cuando el Mal histórico resulta vencedor por largo tiempo, la ley del corazón ya no puede asignarse ningún fin bueno, y el hombre ya no dispone sino de malos medios. En el corazón de lo "privado", la ley queda reducida a un código de conducta individual, y este corazón se ha endurecido (op. cit: 154).
El anti-héroe individual de la novela negra sería, para Manchette, "la virtud de un mundo sin virtud":
Él puede reparar algunas sinrazones, pero no podrá reparar la sinrazón general de este mundo, y él lo sabe; de aquí su amargura (ibíd: 21).
Nos topamos aquí, ciertamente, con un pesimismo profundamente moral impregnado de crítica social.
Melancolías del género "polar"
Las observaciones de Manchette nos orientan hacia la pendiente melancólica de la novela negra. Este desplazamiento del género policial pone de manifiesto afinidades con dos conjuntos literarios que lo han precedido: 1) "los novelistas realistas" de Francia (Honoré de Balzac, Stendhal, Gustavo Flaubert, Emilio Zola, Guy de Maupassant, Marcel Proust, Louis-Ferdinand Céline y Georges Simenon), que han sido estudiados de manera brillante por un especialista de la novela y sociólogo de la literatura, el belga Jacques Dubois (2000); y 2) las grandes novelas europeas de finales del siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX (como las de Elías Canetti, Ivan Gontcharov, Robert Musil, Rainer María Rilke, Isaav Bashevis Singer, Manes Sperber, Robert Walser, etc.), que han sido analizadas por el escritor italiano Claudio Magris en su magistral ensayo de filosofía a partir de la literatura, L'Anneau de Clarisse. Grand style et nihilisme dans la literature moderne (2003; véase también Corcuff, septiembre de 2010).
Las novelas realistas constituyen, según Jacques Dubois, un "modo de lectura de las complejidades sociales" (op. cit: 11-12). Y se trata por cierto de un modo de lectura crítico, porque "la novela realista apunta a la contradicción social" (ibíd: 54). Esta crítica asume "la forma amarga del desencanto" (ibíd.), esto es, reviste tonalidades melancólicas. Este tipo de enfoque crítico se surte de dos fuentes principales: la historia literaria y la historia política y social (ibíd: 23). Según Dubois, la decadencia de los novelistas realistas tendría que ver con el hecho de que "la sociedad se substrae a la aprehensión y manifiesta una complejidad y una opacidad que desalienta todo intento de descripción totalizante" (ibíd: 23), lo que se echa de ver con particular claridad en la obra de Celine. La novela negra se habría sumido en este surco y en esta falla, portando la melancolía crítica a otras regiones con una mirada global que se retraería en cuanto a las pretensiones totalizantes.3 Manchette corrobora la inspiración realista de la novela policial convirtiendo a Flaubert (op. cit: 272) y a Maupassant (ibíd: 312-314) en pioneros del estilo negro. También subraya el desplazamiento con respecto a las pretensiones totalizantes del realismo literario clásico, afirmando "la imposibilidad de clarificar todo, como suele decirse", así como "la imposibilidad de regular el curso del mundo" (ibíd: 324). De este modo, las desventuras de la totalidad se convertirán en una nueva fuente de melancolía para el género negro.
En este plano, la novela policial comporta afinidades con las novelas europeas analizadas por Claudio Magris. El héroe de estas novelas se presenta melancólicamente en un equilibrio inestable permanente, traduciendo de este modo ciertas características de los individuos modernos. Magris capta aquí una configuración filosófico-literaria que también se aplica a la novela negra:
El héroe de la novela moderna y el individuo que en él se refleja narrando su propia historia es ante todo el protagonista de una escisión que lo separa de la totalidad de la vida y lo divide también en su propia interioridad. (...) Sumergido en un conflicto entre diferentes valores y esferas de valor irreductibles las unas a las otras, el sujeto siente que no puede operar sus opciones según criterios universalmente válidos, pero siente también al mismo tiempo que no puede eximirse de la búsqueda de valores (...); la crisis del sentido debe constatarse sin ilusiones, pero también sin la ilusión de que esta crisis habría eliminado para siempre el problema del sentido, proporcionando de este modo a los hombres, liberados de la escisión y de la búsqueda, una quietud beata (op. cit: 541-544).
De aquí el recurso a la ironía melancólica con respecto a los sinsabores históricos y filosóficos del sentido. Pero sin caer en la ilusión "posmoderna", que se hará presente posteriormente hacia fines del siglo XX, según la cual el problema del sentido simplemente ya no se plantearía más. En su libro Utopie et désenchantement, Magris añade:
Antes que oponerse, la utopía y el desencanto deben sostenerse y corregirse mutuamente (...) El desencanto, que corrige la utopía, refuerza su elemento fundamental, la esperanza. (...) El desencanto es una forma irónica, melancólica y aguerrida de la esperanza; modela el pathos profética y generosamente optimista que subestima fácilmente las terroríficas posibilidades de regresión, de discontinuidad y de barbarie trágica latentes en la Historia. (Magris, 2001: 16-19).
La ironía melancólica sería un arma para protegerse del nihilismo frente a la acumulación de desencantos. Ella podría preservar entonces aperturas utópicas. En todo caso, es uno de los efectos que a veces genera en el seno de la novela negra.
Retomemos la noción de melancolía, que remite ordinariamente en nuestros diccionarios a un estado de tristeza, de depresión, de spleen, de vacío en el alma. El filósofo y militante revolucionario francés Daniel Bensa'id (1946-2010) distingue, sin embargo, dos formas históricas de melancolía a partir del siglo XVIII (Bensa'id, 1997: 233-258; ver también Corcuff, septiembre 2010). La primera sería la "melancolía romántica" (la de los escritores y poetas románticos como Charles Baudelaire), una melancolía fuertemente nostálgica y, sobre todo, orientada hacia el pasado. Pero emergería, igualmente, lo que él denomina una "melancolía clásica" (la de los revolucionarios Saint-Just y Louis-Auguste Blanqui), que podría llamarse también melancolía radical, esto es, una melancolía abierta hacia el porvenir, hacia la construcción de un porvenir diferente que se abreva en el pasado de recursos para abrir otro futuro. Esta segunda melancolía radical en su cruzamiento original entre un judaísmo laicizado y un marxismo herético ha sido estudiada de modo particular por el filósofo y escritor alemán Walter Benjamin (1892-1940), en sus tesis "Sobre el concepto de historia" de 1940, poco antes de suicidarse en la frontera franco-española, huyendo del nazismo (Benjamin, 2000).
Podría añadirse un tercer tipo de melancolía: la melancolía trágica, de la que el cine del francés Jean-Pierre Melville (1917-1973) constituye una de las expresiones más límpidas y sobrias. En sus películas policiales (Le doulos, Le samourat, Le cercle rouge...), pero también en otras películas (como L'armée des ombres, un relato de la Resistencia al nazismo construido con el escalpelo cinematográfico y ético), Melville confronta la melancolía con lo trágico, tal como ha sido caracterizado por el filósofo Clément Rosset, siguiendo los pasos de Friedrich Nietzsche (1844-1900), es decir, como acontecimientos "insalvables", "irremediables" e "inmerecidos" que se nos imponen y sin embargo se nos escapan, como la muerte accidental de alguien muy cercano (Rosset, 1991). En Melville, la melancolía trágica se asocia a una ética trágica; una manera de mostrarse firme frente a lo trágico, una manera de mantener cierta integridad a pesar de y frente a lo trágico. A diferencia de la melancolía radical, esta melancolía ética y trágica más bien parece sumergida en el pesimismo, y no desarrolla en modo alguno la alegría recomendada por Nietzsche frente a lo trágico.
Históricamente, la melancolía ha sido asociada también a las debilidades humanas. Esta pista ha sido abierta en 1765 en el libro-símbolo de la filosofía de las Luces: la Encyclopédie, de d'Alembert y Diderot. Así, el artículo "Mélancolie" de la Encyclopédie comienza de este modo: "Es el sentimiento habitual de nuestra imperfección".4
Se podría decir que el anti-héroe de la novela policial encarna paradójicamente en su dureza misma, las fragilidades propias de nuestras sociedades.
Tristeza, pesimismo, aperturas utópicas precarias, tragedia, fragilidades: la galaxia melancólica propia de la novela negra encuentra frecuentemente estas referencias en la experiencia del desencanto. Lo negro vacila entonces, en función de los diferentes autores y, a veces, en un mismo autor, entre dos direcciones melancólicas: la melancolía trágica, que lo lastra probablemente en mayor medida, y la melancolía radical, que mantiene abiertas salidas utópicas bajo la forma del "puede ser".
Novela negra y desorden estructural de la "realidad" capitalista
Manchette ha percibido una diferencia importante entre las historias policiales clásicas y las de las novelas policiales norteamericanas. Las primeras son descritas así:
En la novela policíaca clásica (es decir, la novela policial a base de enigmas), el delito perturba el orden del Derecho, que importa restaurar mediante el descubrimiento del culpable y su eliminación del campo social (op. cit: 19).
Las segundas se distinguen entonces de las primeras:
En la novela criminal violenta y realista a la americana (novela negra), el orden del Derecho no es bueno, sino transitorio y en contradicción consigo mismo. Dicho de otro modo, el Mal domina históricamente. La dominación del Mal es social y política a la vez. El poder social y político es exacerbado por los canallas (ibíd: 20).
En el primer caso, el orden puede ser restablecido, pero en el segundo caso el desorden es estructural y afecta al mismo orden legal.
El reciente libro que el sociólogo francés Luc Boltanski ha consagrado a la novela policial (pero también a la novela de espionaje), Enigmes et complots. Une enquête á propos d'enquêtes (2012), puede ayudarnos a afinar las diferencias entre estas dos tendencias de las historias policiales y a ponerlos en perspectiva. Boltanski analiza las dos figuras principales de lo que él llama "novela policíaca original": la novela policíaca británica con Sherlock Holmes, de Conan Doyle, y la novela policial francesa con Maigret, de Georges Simenon. En esta obra, sólo encontramos observaciones marginales sobre la novela negra norteamericana. Sin embargo, la comparación con las figuras británica y francesa a partir de su marco de análisis sociológico nos proporciona nuevos puntos de referencia.
Para Boltanski, "la novela policial original", con formas parcialmente diferentes en las de Sherlock Holmes y en las de Maigret, tiene que ver principalmente con la cuestión del "enigma". Y el "enigma" se define sociológicamente como "el resultado de una irrupción del mundo en el seno de la realidad" (op. cit: 22). Aquí tenemos que precisar lo que Boltanski entiende por "realidad" y "mundo". Se trata de una distinción teórica importante, introducida en un gran libro de ciencias sociales aparecido en 2009 bajo el siguiente título: De la crique. Précis de sociologie de Emancipation (2009). "La realidad" sería aquello que se construye socialmente mediante los formatos dominantes o, por lo menos, los más institucionalizados. "El mundo", en cambio, sería "todo lo que ocurre" de hecho, lo que remite a los flujos móviles de la vida y, por lo tanto, a experiencias que "la realidad" no puede reabsorber a partir de sus categorizaciones institucionales. "El mundo" desborda constantemente "la realidad", y las instituciones han sido erigidas precisamente para limitar estos desbordamientos. En lo que sigue, utilizaré el término real para referirme de manera fluida, a título analítico, tanto a "la realidad" como al "mundo" en el sentido de Boltanski (términos que seguirán entrecomillados para señalar este sentido sociológico).
Después de estas aclaraciones, volvamos a la cuestión del "enigma". Según Boltanski, éste "se presenta como una anomalía, es decir, como aquello que viene a perturbar un conjunto coherente de expectativas previsibles" (2012: 29) y las expectativas propias de "la realidad" pre-formateada dentro de los marcos dominantes. Se produciría entonces una perturbación en "la realidad", cuyo orden coherente se vería amenazado por las incertidumbres surgidas del flujo caótico de la vida, es decir, del "mundo". En la novela policíaca original, sea al estilo de Sherlock Holmes o al de Maigret, la resolución del enigma que cierra la investigación tiene entonces por objetivo "reducir la incertidumbre sobre qué es lo que ocurre con lo que es" (ibíd: 136).
Boltanski añade una hipótesis histórica: "la realidad" perturbada al inicio de la "novela policíaca original" nos conduce al moderno Estado-nación, cuya lógica pregonada es justamente la de totalizar y estabilizar dicha "realidad". Es así como "la novela policíaca original" (pero también la "novela de espionaje original") tiene "la particularidad de instaurar situaciones en las que la realidad parece ser conducida al fracaso" (ibíd: 42). La perturbación de "la realidad" que escapa por un momento al control del Estado-nación se sitúa, de modo particular, en los puntos de articulación y de tensión entre este Estado-nación y el capitalismo como forma social hegemonizante. ¿Cómo? Según Boltanski, "la novela policíaca original" expresa en primer término una tensión "entre las clases sociales profundamente desiguales que componen la nación y un Estado imparcial y dominante desde arriba, encarnado por ese representante de la administración que constituye el policía" (ibíd: 47). Por otra parte, "la novela policíaca original" se echa a cuestas las tensiones entre la delimitación del Estado-nación en torno a un territorio y los flujos desorganizadores de capitales, de mercancías y de mano de obra generados por la lógica capitalista. Es lo que Boltanski caracteriza como "la contradicción entre las pretensiones del Estado-nación de gestionar y estabilizar la realidad, y los efectos del capitalismo" (ibíd: 49).
Ahora bien, sea a través de la figura del detective con Sherlock Holmes, sea a través de la figura del comisario con Maigret, "la novela policíaca original" se esfuerza por restablecer de algún modo, al final, la autoridad del Estado-nación sobre "la realidad". Se esfuerza por "reafirmar su poder sobre la realidad", nos dice Boltanski (ibíd: 42). A este propósito el sociólogo sugiere que el género policial norteamericano opera una transformación significativa con respecto a la "novela policíaca original". El primero escenifica una sociedad en la que la estabilidad de "la realidad" no parece poder ser restablecida por el Estado-nación, particularmente porque el mismo Estado-nación está gangrenado por los desórdenes. En un ensayo anterior consagrado a la novela policial, el pensador trotskista belga Ernest Mandel había observado ya que:
... el servicio del Estado y, por consiguiente, la naturaleza misma del Estado, de la ley y del orden dejaron de ser identificados con el Bien absoluto contra el cual sólo el Mal osaba levantar su horrible rostro. El carácter relativo y ambiguo de la ley y del orden se impuso en la novela policíaca (1986: 148-149).
Bolstanski resume esto mismo del siguiente modo:
En este universo caótico, donde todo cambia y está corrompido, el crimen es lo ordinario y el criminal se distingue difícilmente del hombre honrado (2012: 56).
En cierto modo, el enigma ya no sería extraordinario, sino ordinario. Las zonas turbias de "la realidad" no podrían circunscribirse en el tiempo y en el espacio, ya que las zonas negras y grises predominarían en forma continua. "La disfunción se ha convertido en la regla", anota Yves Reuter a propósito de las especificidades de la novela negra (1997: 62). En el lenguaje boltanskiano, "la realidad" habría sido estructuralmente desestabilizada por los flujos provenientes del "mundo". El Estado-nación, también contaminado, ya no estaría en condiciones de controlar los desajustes, particularmente los generados por el capitalismo. Recordemos que Manchette habla de "la imposibilidad, como suele decirse, de aclararlo todo" (op. cit: 324), Si "la novela policíaca original" parece más bien socialmente conservadora, la novela policial norteamericana es portadora de crítica social en mayor grado; y por cierto de una crítica social global que rompe, sin embargo, con la arrogancia totalizadora; de una crítica social de alcance libertario que toma como blancos a la vez al capitalismo y al Estado en tanto que encarnación de la pretensión a la totalización.
El estilo de la novela negra: behaviorismo y psicología
Manchette asocia al género "polar" norteamericano con un estilo literario: el behaviorismo. El behaviorismo (o conductismo) constituye inicialmente una corriente de las ciencias humanas que se concentra sobre los comportamientos observables de los individuos en las interacciones con su medio, antes que sobre los estados psicológicos internos de las personas mediante una introspección. Para Manchette, la novela negra habría abandonado los estados psicológicos de los personajes, así como sus interrogaciones sobre sí mismos, para concentrarse en la acción, en una escritura depurada al máximo:
... hay que notar que la gran novela negra tiene un estilo específico: una escritura "exterior", no moralizante, anti-psicológica, esencialmente descriptiva, "cinematográfica" y behaviorista (op. cit: 271).
Las primeras líneas de La clé de verre, novela de Dashiell Hammett, donde aparece su personaje principal, Ned Beaumont, reflejan en forma característica este estilo:
Los dados rodaron sobre el tapete verde de la mesa de juego, chocaron juntos contra el borde y rebotaron. Uno de ellos se inmovilizó de inmediato, mostrando seis puntos blancos en dos hileras paralelas de tres. El otro fue tropezando hasta el centro antes de detenerse a su vez. Su cara superior mostraba sólo un punto blanco. Nead Beaumont emitió un gruñido y los ganadores recogieron lo apostado (1998: 9).
Según Manchette, esta escritura estaría encastrada en un contenido ético y político:
El famoso estilo "behaviorista" es el estilo de la desconfianza y de la desesperación calmada ante la astucia de la razón. Sólo dice lo que aparece; deduce la realidad de las apariencias, y no de la interioridad dudosa de la gente (op. cit: 155).
Manchette da cuenta aquí de un aspecto mayor del estilo de la novela negra, pero habla quizás en mayor medida todavía del estilo depurado que está tratando de inventar a partir de la tradición americana que caracterizaría ese estilo de una forma exclusiva. Por lo demás, él mismo lo explica así:
Yo recreo como los grandes Americanos; pero recrear a los grandes americanos es hacer algo diferente de lo que ellos hacen (ibíd: 16).
Este estilo que se esfuerza por eliminar los estados psicológicos se encuentra en el corazón de la invención del género "neo-polar" como forma literaria inspirada en el izquierdismo post-Mayo 1968. Lo encontramos en forma magistral en el siguiente extracto, cruzado por el beheviorismo del estructuralismo marxista, que cierra su novela Le Petit Bleu de la côte ouest.
No se puede decir con precisión cómo van a suceder las cosas para Georges Gerfaut. En su conjunto se ve cómo van a suceder, pero no se ve con precisión. En su conjunto van a ser destruidas las relaciones de producción en las que hay que buscar la razón por la cual Georges de desplaza a tal velocidad sobre el periférico, con sus reflejos disminuidos y escuchando esa música. ¿Será posible entonces que Georges manifieste otra cosa que la paciencia y el servilismo que ha manifestado siempre? No es probable. En cierta ocasión, en un contexto dudoso, él vivió una aventura tormentosa y sangrienta; y todo lo que se le ocurrió hacer a raíz de esto fue volver al redil. Y ahora, instalado en el redil, espera. El hecho de que su redil corra a 140 km/h alrededor de París sólo indica que Georges es de su tiempo y también de su espacio (1980: 181-182).
Sin embargo, Manchette reconoce que lo "anti-psicológico" no domina toda la tradición norteamericana. Incluso nos muestra que una de sus figuras, Raymond Chandler, otorga más espacio a la psicología de sus personajes (Manchette, 1996: 336-338). Por ello asocia con mayor plenitud la escritura behaviorista a Dashiell Hammett (ibíd: 153-156). Es así como la novela negra en su conjunto se presenta más contrastada y mestizada entre sequedad behaviorista, por una parte, y estados psicológicos e introspección, por otra, con composiciones variables entre los dos. Pero los últimos son aprehendidos frecuentemente en el choque con la primera. Más bien residiría aquí, entonces, una de las marcas estilísticas transversales de la novela negra norteamericana, incluso en Hammett. En efecto, otro pasaje de La clé de verre ilustra muy bien el encastramiento de una notación psicológica mínima en la descripción del comportamiento:
Él examinaba melancólicamente su pie calzado de negro y se mordía las uñas. (Op. cit: 220).
En otros autores, lo psicológico no es tan mínimo, aunque frecuentemente aparece en interacción con lo conductual.
Metodología: "juegos de lenguaje" de la literatura, de la filosofía y de la sociología
La problematización de la novela negra americana, en relación con los recursos filosóficos y sociológico-críticos, debe precisarse más. ¿Esto quiere decir que estoy tratando la filosofía, la sociología y una configuración literaria como formas indistintas? ¿Esto significa que la novela negra norteamericana habla directamente en términos de filosofía y de sociología, o expresa inmediatamente problemas filosóficos y sociológicos, o incluso ilustra tesis filosóficas y sociológicas? La respuesta es: no. Mi análisis parte de la autonomía de los registros (filosofía, sociología, literatura) para enfocar posteriormente sus diálogos, sus intersecciones y las traducciones recíprocas de sus problemas.
Jacques Dubois ha formulado claramente el problema a propósito de la relación entre "los novelistas de lo real" y la sociología: estos autores hablan de relaciones sociales, pero en un registro propio que no constituye una duplicación de estas relaciones sociales. Dubois describe atinadamente "un gran laboratorio de ficciones donde, en virtud de múltiples experiencias de figuración, lo imaginario entra en disputa con lo 'real' " (op. cit: 12). Estos creadores son vistos como "constructores de escenarios experimentales de lo social", antes que como "comentadores" (ibíd: 64).
Por mi parte, pido prestado una noción al gran filósofo del siglo XX, Ludwig Wittgenstein (1889-1951): la de "juegos de lenguaje". "La expresión 'juego de lenguaje' debe poner de relieve aquí que hablar un lenguaje forma parte de una actividad o de una forma de vida", dice Wittgenstein en sus Recherches philosophiques (2004: 39). Antes que vincular principalmente, de una manera clásicamente idealista, las formas culturales a ideas, este enfoque de Wittgenstein ofrece la ventaja de poder ilustrar sus relaciones, en una lógica no determinista, con tipos de prácticas ("una actividad" o "una forma de vida"). El biólogo francés Henri Atlan se ha inspirado en esta noción para forjar a su vez la noción de "juegos de conocimiento" (1966: 271-293). Por consiguiente, yo consideraré los "juegos de conocimiento" de la filosofía y de la sociología y el "juego de lenguaje de la literatura" (que incluye en su seno la novela negra americana) como registros autónomos, apoyados en "formas de vida" y de "actividad" parcialmente propias, con diferencias entre ellos no excluyentes de intersecciones variables (ver también Corcuff, septiembre 2010).
Dentro de este marco, la inteligibilidad de los préstamos y de las traducciones recíprocas, pasando por la transferencia de un problema o de una noción de un "juego de lenguaje" a otro, supondría un desplazamiento del uso, en el marco de una forma de "actividad" distinta, y por lo tanto un desplazamiento de significado. Esto si seguimos a Wittgenstein cuando afirma que el sentido viene dado por el uso. No serían entonces exactamente "los mismos problemas" los que serían tratados en el "juego de conocimiento" de la filosofía o de la sociología, y los que lo serían en el "juego de lenguaje" de la literatura y, más específicamente, del género policial norteamericano. No se trata entonces, en mi caso, de encarar estos registros culturales como participantes de una gran "totalidad cultural" indistinta, en un gesto posmoderno, sino más bien de explorar los pasajes fronterizos entre ellos a partir del reconocimiento de sus especificidades y de su autonomía respectivas.
Esta perspectiva epistemológica no considera las novelas de la tradición hard-boiled, así como otras creaciones de las culturas ordinarias (cine, canción, series televisadas, etc.),5 como puros "reflejos" de cuestiones filosóficas y/o sociales, ni como simples "ilustraciones", sino como elementos que entablarían una relación específica con estas cuestiones a partir de su "juego de lenguaje" particular. Por eso, si bien es cierto que los conceptos de la filosofía y de la sociología pueden proyectar claridad sobre la novela negra, ésta, a su vez, puede nutrir los análisis filosóficos y sociológicos. Y se puede plantear la hipótesis de que las mismas interferencias entre estos diferentes "juegos de lenguaje" son susceptibles de hacer brotar destellos de inteligibilidad que no habrían podido generarse a partir de una relación exclusivamente "interna" con cada uno de estos "juegos de lenguaje". Estos destellos de inteligibilidad transfronterizos pueden extenderse a cuestiones de actualidad social y política.
En la construcción que aquí he presentado, falta una cuerda en mi arco sociológico, una cuerda particularmente valiosa para quien se interesa por las culturas ordinarias. Se trata del enfoque orientado al estudio de la recepción por los lectores, que aporta otra fuente de inteligibilidades interesándose por la manera en que los públicos se apropian de las obras. A este respecto remito a los lectores a la investigación pionera en Francia de Annie Collovald y Erik Neveu, consagrada a la lectura de las novelas policiales: Lire le noir. Enquête sur les lecteurs des récits policiers (2004).
Desencantos políticos y espiritualidad negra
Las notas exploratorias aquí esbozadas no constituyen el punto de llegada de una investigación realizada en un tiempo delimitado, sino una veta de interrogaciones explorada desde hace muchos años, siguiendo un sendero adyacente a mis investigaciones principales en sociología y filosofía política, todo ello en interacción estimulante con los sueños y decepciones propias de mis compromisos militantes en movimientos sociales y en la izquierda.6
Reconocer el desencanto como un polo de la experiencia política, alejándome de los optimismos ingenuos, pero sin caer por eso en el fatalismo o en el nihilismo, constituye un proceso existencial que me ha ayudado a explorar lo mejor de la novela negra. Ésta puede nutrir, mejor que una Biblia o un Pequeño Libro Rojo, una espiritualidad cuestionadora, por estar más alejada de los dogmas religiosos o políticos (incluidos los laicos), así como también de las instituciones que los promueven y que se esfuerzan por hacernos caminar marcialmente por rutas rectilíneas. Los senderos de la novela negra son resbalosos, tortuosos, sombríos, ambiguos y arriesgados... ¡caramba!, ¿dónde quedó mi pistola?
Bibliografía
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1 Citado por Benoít Tadié (2006: 1).
2 En lo que concierne a los trabajos sociológicos sobre el lugar de la individualidad en el marco del individualismo moderno y contemporáneo, ver, entre otros, Norbert Elias (1991), Philippe Corcuff (2008), Philippe Corcuff y Gilberto Giménez (2010), así como también Philippe Corcuff, Christian Le Bart y Francois de Singly (dir., 2010).
3 Sobre las diferencias entre lo global y lo total, véase Philippe Corcuff (2012).
4 Artículo "Mélancolie" (1765) de la Encyclopédie dirigida por d'Alembert y Diderot, retomado en Yves Hersant (dir., 2005: 683).
5 Porque esta investigación se inscribe en el marco de diálogos transfronterizos más amplios entre filosofía, sociología y diversas culturas ordinarias (novelas policiales, pero también cine, canciones, series televisivas, etc.); véase en particular Philippe Corcuff (2002, septiembre 2010 y 2012). Sobre la noción de "culturas ordinarias" en una lógica de diálogo con la filosofía, ver también los trabajos de Sandra Laugier (2012); y en una lógica de diálogo con la sociología, el libro de Lilian Mathieu sobre la serie televisada norteamericana Columbo (2013).
6 El lector encontrará en Philippe Corcuff (27 de mayo de 2013) una evaluación razonada - presentada inicialmente en una conferencia pública en Montréal, Canadá - de mis sucesivos compromisos políticos en Francia, desde el Partido Socialista hasta la Federación Anarquista, pasando por los Verdes, la Liga Comunista Revolucionaria y El Nuevo Partido Anticapitalista.