El reciente fallecimiento del sociólogo polaco Zygmunt Bauman, en enero de 2017, nos motiva a reseñar uno de sus libros para reflexionar sobre la sociología y su quehacer.
El libro está elaborado a partir de encuentros personales, correspondencia y fragmentos de textos que se organizan en cuatro capítulos, cada uno de ellos desarrollado como respuesta a una interrogante específica.
Si bien el tema no es nuevo dentro del rubro, pues otros sociólogos (Berthelot, 2003; Bourdieu, 2008 y 2013; Dubet, 2012; Lahire, 2006; Mauger, 2004 y 2015; Passeron, 2011) han planteado qué es y cómo se construye la sociología, señalando a la vez el aporte del sociólogo dentro del proceso del conocimiento humano y dejando entrever en este proceso el posicionamiento epistemológico adoptado por cada uno de ellos a partir de su experiencia haciendo investigación. El presente libro viene a sumarse como una contribución capital para estimular y expandir la reflexividad sociológica sobre el tópico en cuestión. Reflexividad que aporta nuevas perspectivas y nuevos argumentos para la discusión y reorganización del conocimiento sociológico.
En lo que corresponde a la exposición del libro, cabe precisar que los capítulos tratan de responder a lo que su encabezado propone bajo la lógica de una interrogante que no se presenta con una estructura argumentativa inmóvil e impermeable. Así, muchos de los argumentos expuestos en los cuatro capítulos se interrelacionan y profundizan recíprocamente, generando y enriqueciendo el debate sobre la problemática en cuestión.
¿Para qué sirve realmente un sociólogo? comienza por una introducción elaborada por Michael Hviid Jacobsen y Keith Tester, ambos sociólogos, quienes abren la discusión señalando la sobrecarga que la sociología ha tenido que soportar como ciencia que observa y analiza la sociedad. En este sentido, manifiestan que la práctica de esta ciencia social, por un lado, muchas veces se rige por intereses particulares, específicamente políticos y económicos, y, por el otro, utiliza herramientas de análisis de datos fetichizados por la metodología cientificista. Es así como esta sociología, coartada por intereses particulares y tecnificada, genera más bien distancia en lugar de un acercamiento significativo a los hechos sociales, experiencias y narrativas que dan vida y movimiento a una sociedad; mientras que a nivel metodológico más bien coarta la imaginación sociológica en lugar de expandirla.
En el primer capítulo titulado ¿Qué es la sociología?, Bauman aborda tres cuestiones: 1) el estatuto epistemológico de la sociología y los “códigos genéticos” que le dan identidad y diferenciación frente a otras ciencias, como las nomológicas, con las que muchas veces ha tratado de compararse y a las que ha tratado de imitar; esto se echa de ver en la pretensión de generar grados de similitud con las “ciencias duras” apropiándose de modelos de análisis propios de las mismas. 2) la necesidad de generar y potenciar el conocimiento de la sociedad a través de la imaginación sociológica, como ya proponía en su tiempo el sociólogo estadounidense Wright Mills; 3) el problema de la relación que se debe establecer frente al “otro”, a ese “otro” desconocido y múltiple.
Sobre este último punto, la sociología debe adoptar, según Bauman, un razonamiento que se ajuste a las narrativas y a la historia de los sujetos, con el fin de comprender y promover los encuentros con el “otro”. Tiene también como tarea desplazar las naturalizaciones sociales, es decir, los elementos que conforman el sentido común. En palabras de Bauman, “la sociología es una actividad crítica, en la medida en que lleva a cabo una continua deconstrucción derridiana de la percepción de la realidad social (...)” (Bauman, 2014: 41).
En el segundo capítulo, ¿Por qué ser sociólogo?, Bauman aporta su experiencia personal sobre el desarrollo de su propio programa de investigación. Según el autor, sus inicios se sitúan en la discusión de los trabajos de Karl Marx y E. P. Thompson respecto a la clase obrera y su papel como precursora de la emancipación; pero luego se fue conformando en su obra la idea de que la política se rige por la dinámica procedimental del voto, más que por un interés real de acción social. De modo específico, Bauman pone de manifiesto que la política -bajo el supuesto de ordenar las demandas y de apoyar la acción de los individuos para su desarrollo en sociedad-, ha sido secuestrada por la lógica del voto, en lugar de orientarse por la comprensión y la gestión de la realidad. Por eso, aunque en la esfera política se tiene un conocimiento relativo de los mecanismos que dificultan el desenvolvimiento de los sujetos, no por ello se toman las medidas o acciones necesarias para neutralizarlos.
Para profundizar lo expuesto, el autor encabeza su tercer capítulo con la pregunta: ¿Cómo hacer sociología? Uniendo cabos respecto al conocimiento de las experiencias de los sujetos, Bauman propone explorar las instancias y canales de decisión, de los que los agentes sociales disponen, para concertar nuevos caminos de acción y de razonamiento, con el fin de enfrentar los diversos malestares que los aquejan. No se trata de asignar a la sociología un papel de mesianismo o guía, sino simplemente de una propuesta o disposición a denunciar el cómo funcionan las cosas; de cuestionar el orden establecido y de promover un autoconocimiento y la responsabilidad por parte del sujeto. En sus propias palabras:
Una vez que los seres humanos, además de ser los objetos de nuestro estudio, se convierten también en parte de nuestro diálogo, que es un diálogo pensado para servir a sus necesidades y responder a sus dilemas, los sociólogos pierden el lujo del que disfrutan las ciencias de lo no humano: el privilegio de ignorar cualquier opinión que tengan sus objetos de estudio, ejerciendo una plena, indivisible e inalienable soberanía profesional, a la hora de crear sentido y a la hora de decidir lo que es verdad y lo que no lo es (Bauman, 2014: 119).
El último capítulo del libro se titula: ¿Qué puede conseguir la sociología? Este apartado se propone dialogar sobre el malestar social, que en un primer momento se concentró en las condiciones de existencia del proletariado, y que ahora pasa a reflejar las del precariado. Se trata de una guía para la construcción de lo público y una reorientación del poder y de lo político, entendiendo este último como “(...) la habilidad de decidir qué cosas han de hacerse y cuáles no” (Bauman, 2014: 146) para enfrentar dicho malestar.
Siguiendo esta misma línea, el autor aboga por la entrega de información para que cada sujeto observe su posición en la sociedad y dimensione las estructuras sociales que la moldean. A este respecto, podríamos hacer un paralelo con la propuesta del sociólogo francés Pierre Bourdieu (Bourdieu, 2006) respecto al socioanálisis, esa fórmula por la que analizamos nuestros “códigos genéticos sociales” con el fin de conocer nuestro posicionamiento y formación dentro del espacio social.
En términos generales, ¿Para qué sirve realmente un sociólogo? es un libro que permite entrever los engranajes que articulan el pensamiento de Bauman, y así comprender mejor sus reflexiones teórico-metodológicas; es también un libro que explicita los fundamentos de la sociología y sus implicaciones para el debate sobre la intervención en la sociedad y la construcción de la misma. En el texto se puede apreciar también trasversalmente el cuestionamiento del autor a los investigadores que apelan a una supuesta neutralidad de la sociología en el análisis de lo social, invocando el axioma epistemológico de la neutralidad axiológica.
Por todo lo expuesto, podemos afirmar que el presente texto permite un acceso a lo más íntimo del pensamiento de Bauman, y un recorrido grosso modo de sus planteamientos y de su posición como investigador comprometido con lo social, de donde derivan esa agudeza y responsabilidad (política) del que tendrían que hacer gala todos los científicos sociales.