Situar la labor del sociólogo polaco Zygmunt Bauman dentro del concierto sociológico es tener presente una prolífica obra que abarca más de tres décadas de producción intelectual. Durante este tiempo, el sociólogo no se mantuvo al margen de las tensiones sociales ni de las discusiones que estructuran el pensamiento sociológico, sino más bien tomó posición por la defensa de la sociedad y del sujeto respecto a los diversos avatares que minan sus cimientos.
En este sentido, Bauman nos entrega Extraños llamando a la puerta, libro que aborda el fenómeno de la migración y que está compuesto de seis capítulos que tienen como objetivo desmitificar y esclarecer miradas respecto a dicha temática. Si bien el análisis se centra en las dinámicas evidenciadas en los países del primer mundo, los planteamientos realizados por el sociólogo no son materia aislada respecto a las viejas y nuevas migraciones acontecidas en Latinoamérica.
En el primer capítulo, Bauman detalla que la migración no es un fenómeno de corta data, sino que más bien ha existido desde los inicios de la modernidad, como parte complementaria de ésta. En la actualidad, la búsqueda de mejores expectativas de vida lleva a los migrantes económicos y a los refugiados -los principales protagonistas-, a buscar nuevos espacios de desenvolvimiento bajo la promesa de mejores opciones económicas, lo que se traduce en el ingreso al mercado laboral, y la búsqueda de paz.
Así, los llamados migrantes económicos, caracterizados por la situación desfavorable de su existencia, pasan a engrosar la mano de obra barata debido a las necesidades y urgencias materiales inmediatas que deben afrontar, lo que conlleva, sin muchas opciones, engrosar las filas del precariado existente en el país de llegada. En lo que respecta a los refugiados, la urgencia de migrar se da por la fractura de los estados de origen, de la violencia arbitraria que se despliega en los territorios que habitan, de las guerras civiles, de las matanzas en masa o de las guerras étnicas ocultas bajo discursos de soberanía territorial o seguridad de la nación, entre otros acontecimientos de corte similar que socavan el tejido social existente en el país de origen.
Como respuesta al arribo de aquellos migrantes, muchas veces despojados de todo, emerge y se consolida entre los nacionales del país de arribo -tanto en los ciudadanos como en los detentadores del poder político-, posiciones nacionalistas, xenófobas, racistas o chovinistas, potenciadas y reproducidas por los medios de comunicación que crean estereotipos o estigmas a partir del color de la piel o de prácticas culturales .
Avanzando en el desarrollo del libro, el segundo capítulo se centra en la temática de la frontera como elemento primordial para sostener la seguridad y mantener el orden social de un país. La securitización, como Bauman llama a esta disposición, pasa a ser la insignia de un razonamiento sin corpus, es decir, surge el ansia de seguridad a ultranza por parte de un país o una región sin una justificación razonada bajo datos científicamente construidos. En específico, la securitización surge de los discursos sobre la disponibilidad de empleos, de la protección contra la degradación social para evitar el temido desclasamiento o de la inestabilidad del futuro de la nación; elementos funcionales para el quehacer político a la hora de proyectar la sospecha ante los nuevos migrantes y así potenciar sus áreas de acción.
Paralelamente, y bajo este mismo acontecer, dentro del campo político y periodístico se empieza a concertar la lucha contra el terrorismo. O sea, se construye el imaginario que sostiene que los migrantes tensionan y fragmentan la paz imperante en el país de acogida, aquella paz social tan anhelada y de difícil mantenimiento, colocando en estado de alerta y miedo a la población en general.
El tercer capítulo ahonda en el temor al desclasamiento y sus repercusiones en la clase media. Así, Bauman realiza el ejercicio de lo acontecido en Estados Unidos respecto a la elección presidencial de Donald Trump, quien mantuvo durante su campaña un discurso duro y proteccionista respecto a la economía, los puestos de trabajo y la seguridad social en relación con la llegada y sustento de los migrantes. Con ello emerge la manipulación de las expectativas que posee la clase media en aquel país, dando paso al surgimiento de una nueva precariedad, la llamada angustia existencial; esa situación que constriñe las expectativas de vida de la clase media y que ha sido expoliada paulatinamente, década tras década, de los derechos sociales, trayendo consigo miedo y fracturas en los lazos sociales.
Adentrándose en el fenómeno de la migración y observándola desde el punto de vista ético, en el cuarto capítulo Bauman se ciñe a los lineamientos de Inmanuel Kant y Hanna Arendt para elaborar el concepto de disonancia cognitiva, comprendiéndola como un estado pernicioso que opera como justificante de decisiones y acciones a través de categorías negativas o estigmatizadoras, pero percibidas como válidas para negar el acceso o la satisfacción de los derechos. Esta situación puede observarse en la negación de derechos de los migrantes en aspectos laborales o educativos, bajo el pretexto de cuidar el mercado laboral o los cupos asignados en el sistema de educación
En el siguiente capítulo, el sociólogo analiza el discurso político europeo a partir de la base ética que desarrolló en el capítulo anterior. Aquí el autor confronta la propuesta de concebir -con el paso de las décadas dentro del concierto europeo- a los migrantes como problemática residual que hay que minimizar. Se trata de “residuos” que habrán de quedar excluidos -“con justa razón”- de la visión, del interés y de la conciencia de los que viven en medio de las comodidades y el desahogo del mundo, cuyo status debe mantenerse.
Ejemplo de lo anterior es la redestinación de fondos provenientes del primer mundo para contrarrestar la migración africana - zona donde se producen los mayores movimientos hacia Europa-, a través de la construcción y mantenimiento de campos de asilo (retención) para potenciales migrantes. De igual forma, cuando se los acoge -a regañadientes a través del sistema de cuotas entre países europeos- dicha población debe pagar el derecho de entrada, como lo hace Dinamarca al solicitar todo lo material que porta el migrante.
En el sexto y último capítulo, Bauman establece nexos entre las ideas planteadas y discutidas en los capítulos anteriores y genera una propuesta de acción basada en la disposición moral de los sujetos. Se trata de una moral que se aplica a través de la comprensión del bien y el mal en estrecha relación con los “otros”. Con ello, propone que la acción social debe fundarse en la compresión del otro como agente íntegro y con derechos, y en la cual el diálogo constituye un elemento fundamental del proceso. De este modo, la moral se relaciona con el desconocido y se conflictúa frente al migrante, pero ya teniendo como antecedente los fundamentos de validez y legitimidad que porta ese otro desconocido frente a un nosotros.
En síntesis, el recorrido del sociólogo en este libro nos dispone a replantear nuestra posición frente a la migración, como él mismo lo ha hecho siendo migrante de la Polonia ocupada durante la Segunda guerra mundial. Cada párrafo que compone esta obra refleja la experiencia personal y los años de reflexión sociológica que le han proporcionado al autor lucidez y riqueza interpretativa.
Extraños llamando a la puerta se posiciona como un texto vigente y esclarecedor ante discursos y posiciones xenófobas o racistas. Por ende, posicionarse y pensar dicho fenómeno es mirar el pasado, el presente y el futuro que se nos avecina. Un futuro no tan distante de la realidad latinoamericana, donde países como Honduras, Venezuela, México y El Salvador pueden decirnos bastante.