Après la philosophie. Histoire et épistémologie de la sociologie européenne, es un libro publicado recientemente en Francia por el sociólogo Marc Joly, investigador en el Laboratorio Printemps del CNRS de la Universidad de Versailles Saint-Quentin-en-Yvelines. Entre todas sus publicaciones anteriores, es importante destacar tres de sus libros que constituyen el antecedente directo del que aquí se reseña: Devenir Norbert Elias. Historia cruzada de un proceso de reconocimiento científico: la recepción francesa (Joly 2012), La revolución sociológica. Del nacimiento de un régimen de pensamiento científico a la crisis de la filosofía. Del siglo XIX al siglo XX (Joly 2017) y Pour Bourdieu (Joly 2018), ninguno de los cuales
ha sido traducido del francés. Estos libros, como el propio Joly explicó en el epílogo de Pour Bourdieu, constituyen una trilogía sobre una indagación consagrada a la “revolución sociológica”, expresión que toma de R. Kilminster (1998), que tuvo lugar entre los siglos XIX y XX en la que se estructuró el “régimen conceptual” (Joly acuña esta expresión) bio-psico-sociológico que dio origen a las ciencias sociales y que, junto con las ciencias naturales modernas, relevaron de su papel explicativo y orientador a los dos grandes regímenes que le antecedieron: el religioso y el filosófico (en ese orden histórico). De ahí el título de su nuevo libro: Après la philosophie (Después de la filosofía).
En cuanto a los motivos que llevaron a la escritura de esta obra, es importante señalar, ciertamente está la necesidad (¿voluntad?) de contestar a las críticas que de manera particular recibió La revolution sociologique, en 2017; sin embargo, ya en su Pour Bourdieu, además de las réplicas que eventualmente se publicaron en la revista Zilsel, el autor ya había tenido oportunidad contestar de manera seria y contundente: no. Après la philosophie va más allá de la defensa (legítima) ante las necedades de críticos interesados. Es, como el propio Joly lo dice, “un último componente de la vasta investigación sobre la ‘revolución sociológica’ emprendida con [su] tesis sobre Norbert Elias” y de la que afirma no arrepentirse “de haberle consagrado aún algunos meses de trabajo” (10).
Pero Après la philosophie es mucho más que un mero epítome de sus trabajos previos. Eso queda muy claro en la extensa Introducción (23-90), que constituye un verdadero ensayo (y una reafirmación) que se sostiene por sí solo, en el que el autor propone “un esquema de teoría de los cambios configuracionales en el orden del saber que integra las adquisiciones de la teoría de los campos” (19), para consolidar su tesis de que,
[…] si la filosofía, resplandeciente, ha sido a pesar de todo ‘des-funcionalizada’ [dé-fonctionalisée] de hecho del conocimiento de la ‘naturaleza’ y del ‘hombre’, eso significa que confrontamos un cambio configuracional en el orden del saber y de las representaciones que es imperativo examinar y conceptualizar correctamente (18).
Como se apuntó antes, ese “cambio configuracional”2 resultó en un nuevo “régimen conceptual bio-psico-sociológico”, cuyas características y significado, en esta nueva obra, Joly nos precisa (86 y ss.).
Respecto a su construcción, igual que sus otros libros, en Après la philosophie Marc Joly deslumbra con su dominio de la investigación archivística (que incluye textos inéditos, correspondencias epistolares) y de campo (entrevista), además de la investigación “bibliográfica” de rigor, amén del recurso a autores generalmente desapercibidos por los sociólogos (como el biólogo evolucionista Stephen Jay Gould) o autores que recién son redescubiertos (como el psicólogo y epistemólogo suizo Jean Piaget).
Sin embargo, una de las ideas contenidas en este libro que seguramente tendrá más impacto, es la afirmación de Joly de que, a pesar de todas las reticencias (30) y la tendencia a diluir la ciencia sociológica en la “pluralidad”, sí existe un paradigma sociológico que reposa sobre tres “pilares”:
[…] una visión común de la triple vocación de la sociología [al visualizar una ciencia social integral, al contribuir a una teoría del conocimiento general y al participar en la definición de una imagen científica de la humanidad], sobre el reconocimiento de una misma realidad de referencia estructurada (y estructurante) y sobre la ‘reflexividad’ como reflejo [en un sentido disposicional] profesional (38-39).
Esta enunciación, conviene advertirlo de entrada, permite comprender mejor la estructura general del libro, como se explica enseguida.
De paso, conviene advertir que la afirmación de ese paradigma puede tener un gran impacto, especialmente en América Latina, donde la opinión de que no existe (o que probablemente no pueda existir) un paradigma sociológico es común y, cuando ha sido expresada, nadie la ha contestado. Así sucede, por ejemplo, con el sociólogo argentino Denis Baranger. Al parecer, Baranger confunde el sino de la sociología de conquistar permanentemente su autonomía (Baranger 2012, 207; Baranger 2018, 48), con la imposibilidad de establecer “verdades” definitivas y únicas (que era, por cierto, la “ilusión” de la filosofía según Joly, siguiendo a Piaget) y eso le impide apreciar la naturaleza paradigmática de la “reflexividad refleja”.
Sin embargo, aunque esta Introducción, como se afirmó antes, “se sostiene sola” si se toma en cuenta todo el trabajo de investigación previo (los tres libros antes mencionados), solamente citar o parafrasear aquí la enunciación de tal paradigma no debería bastar para cualquier espíritu realmente inquisitivo. Esa es la razón por la cual el libro se extiende varios cientos de páginas más, en las cuales Joly lleva a cabo un tour de force (valga la expresión un tanto manida), efectivamente al mismo tiempo historiográfico y epistemológico, que organiza en tres apartados y que suman en total 16 capítulos y cinco apéndices cuidadosamente insertados.
El primer apartado, ¿Cómo pensar el “nacimiento” de la sociología? (91-192), consiste en un conjunto de “notas críticas” construidas a partir de las obras de Johan Heilbron, Thomas Hirsch y Jacqueline Carroy, siendo el primero (brillante historiador de la ciencia) “maestro” y referente fundamental en el propio trabajo de Joly (93), aunque le “corrige la plana”. Cabe mencionar que Heilbron y Hirsch son sus interlocutores directos (21). Este primer apartado, además, incluye un apéndice que expone las reflexiones del autor sobre un debate entre el sociólogo (bien conocido en América Latina) Bernard Lahire y el historiador Andreas Mayer y que le proporciona al autor la oportunidad de confirmar, entre otras cosas, que su tesis del “régimen de pensamiento científico de la humanidad” ayudaría a resolver ese y muchos otros debates. En resumen, este primer apartado estaría enfocado principalmente, pero no exclusivamente (lo cual sería imposible), la visualización de una ciencia social integral.
El segundo apartado, titulado Génesis, sanciones y rupturas (193-350), abunda sobre varios “casos históricos”, podría decirse, que confirman, incluso en los fracasos, el desarrollo de la vocación epistemológica de la sociología (199). Es así, que son abordados los “problemas” (hay que entrecomillar pues, desde el paradigma enunciado, serían pseudo-problemas) de la “antinomia individua/sociedad” (201-225) y del “determinismo biológico/determinismo social” (227-257). Como todo campo social, el de las ciencias es un campo de luchas, lo cual quiere decir que debe haber “ganadores” y “perdedores” por lo que el resultado es que todos contribuyen al campo. Por eso, se consagra un breve capítulo al caso del barón Gustavo Tosti (259-280), caso curioso que sin embargo da testimonio de los esfuerzos que se dieron a finales del siglo xix por ordenar y clarificar las grandes nociones directrices sociológicas, psicológicas y biológicas (273). Un amplio y muy interesante capítulo (281-319) es dedicado al pensamiento del célebre socialista Jean Jaurès (1859-1914) haciendo énfasis en que, a diferencia de Karl Marx, cuyo pensamiento seguía “anclado” en la filosofía post-hegeliana, el de Jaurès fue auténticamente sociológico (298).
Este capítulo, junto con sus dos apéndices en torno a las relaciones entre “sociología”, “socialismo” (Jaurès) y “socialización” (Durkheim), permiten afirmar que versa sobre la asociación entre esas tres nociones y que explica, en parte, la oposición a (y en ocasiones la represión de) la sociología por parte de los poderes establecidos, sobre todo los conservadores. Finalmente, revisando un tema que ya había tratado (de manera magistral, cabe decirlo) en su libro Devenir Norbert Elias (2012), Joly dedica el último capítulo de este segundo apartado al tema de “mayo del 68” y la célebre ruptura que eventualmente vivieron Raymond Aron y Pierre Bourdieu (321-350). Ahí, Joly explica por qué mayo del 1968 está vinculado al cambio de concepción de la “excelencia sociológica” a través de la búsqueda de la “heterodoxia”. Imperdonable no leerlo. Empero, este capítulo complementa o amplía, más bien, lo que aparece en Devenir Norbert Elias (Joly 2012), por lo que sigue siendo obligada la lectura de ese libro. Lo mismo se aplica al siguiente apartado de Après la philosophie.
El tercero y último apartado (351-518), titulado Estudios eliasianos, como evocando los “estudios galileanos” del también célebre historiador de la ciencia Alexandre Koyré (1882-1964), como indica, está dedicado a la sociología de Norbert Elias, o mejor dicho, a explicar por qué esa sociología expresa mejor que ninguna otra la “vocación” sociológica por la definición de una imagen científica de la humanidad y del reconocimiento de una misma realidad de referencia, estructurada y estructurante, esto es, procesual. Asimismo, aunque Sigmund Freud tiene una presencia constante en su Devenir Norbert Elias, en esta ocasión dedica un capítulo solo a la forma como Elias integró el psicoanálisis en su propia obra a partir, de nuevo, de una sistemática y parsimoniosa investigación archivística y no solo de una exégesis de sus obras publicadas y conocidas.
Así pues, Après la philosophie. Histoire et épistémologie de la sociologie européenne, de Marc Joly no es, a pesar quizá de la imagen que pudiera evocar involuntariamente esta reseña, una “audacia” intelectual, sino el resultado de un proceso de muchos años y de una formidable disciplina de investigación. Pero también, justo es decirlo, un gesto de honestidad y coraje. Après la philosophie será, sin duda, una referencia obligada en el futuro próximo.