Introducción
El rendimiento de una planta está en función de los componentes morfológicos y fisiológicos que involucran procesos relacionados con el crecimiento vegetativo, tales como el índice de área foliar y tasa de asimilación neta, los cuales estiman la capacidad fotosintética y facilitan la comprensión de la relación entre la acumulación de biomasa y producción de Solanum lycopersicum (Martínez Sías et al. 2020). Por otro lado, los bioestimulantes son compuestos que incluyen sustancias o microorganismos que tienen efectos positivos en el crecimiento, diferenciación, rendimiento y tolerancia al estrés biótico y abiótico (Shahrajabian et al. 2021). Al respecto, Díaz-Martín et al. (2013) al añadir él estimulante (FitoMas-E) en dosis de 0.6 L ha-1 a S. lycopersicum reportaron que la altura de planta, área foliar, número de frutos, racimos por planta, peso de fruto y rendimiento de baya se incrementaron significativamente con respecto al tratamiento testigo.
Por lo que se refiere al fósforo, este es absorbido por la planta en forma de fosfatos y fosfitos, ambas formas causan efectos diferentes en el cultivo. Los fosfatos son un nutriente esencial porque cumple funciones específicas en los vegetales y su aplicación al follaje como complemento aporta beneficios (Mixquititla-Casbis y Villegas-Torres 2016). En concreto, la aplicación foliar de fósforo en pimiento morrón mejoró sus caracteres morfológicos, por lo que constituye un método eficaz para acrecentar la producción y calidad del fruto (El-Mogy et al. 2019).
El fosfito (Phi) es una forma reducida de fosfato y hoy día, está surgiendo como un nuevo estimulante en la horticultura (Morales-Morales et al. 2022). Debido a su equilibrada composición y momento de aplicación, los fosfitos favorecen la diferenciación floral y fructificación de los cultivos (Caballero y Zamora 2017). Como bioestimulante, su uso dio lugar a una mejor absorción y asimilación de elementos minerales, mayor calidad y valor nutricional del rendimiento agronómico, así como tolerancia al estrés abiótico (Afonso et al. 2022). Asimismo, Camochena et al. (2020) indican que las formulaciones a base de Phi son una alternativa para enmendar problemas asociados a la absorción de fósforo a través del tejido foliar. Este ion tiene aproximadamente 7% más fósforo por molécula que el fosfato, lo que permite ampliar el rendimiento de tomate mejorando su calidad (Morales-Morales et al. 2022). Dentro de los estudios con fosfito como nutrimento se encuentran los realizados en aguacate (Persea americana) donde se observó que la aspersión al follaje mejoró el cuajado de fruto y la producción de baya, concluyendo que una aplicación foliar del ion ayuda en la proliferación de la intensidad floral, aumenta el tamaño de fruto, se incrementan los sólidos solubles totales, el rendimiento y la concentración de antocianinas (Mohan et al. 2017). Igualmente, Omar et al. (2020) encontraron que el fosfito de potasio (KPhi) se utiliza para optimizar el tamaño de fruto, biomasa fresca, rendimiento y la calidad de cultivos hortícolas. Cuando se aprovisiona en aspersión foliar estimula el crecimiento y el desarrollo de raíces en una serie de especies vegetales, agrandando la biomasa en 30% aproximadamente (Caballero y Zamora 2017). De acuerdo, a Shahrajabian et al. (2021) la pulverización directa de fosfito a tubérculos de Solanum tuberosum optimiza el crecimiento y rendimiento de la planta. En otras especies vegetales como trigo (Triticum aestivum), canola (Brassica napus), remolacha azucarera (Betavulgaris) y pasto ballico (Lolium multiflorum), la aplicación del bioestimulante provoca el crecimiento y desarrollo de raíces (Rossall et al. 2016). Por lo anterior, la investigación tuvo como objetivo evaluar los componentes fisiológicos y morfológicos en el rendimiento de dos genotipos de tomate, en función del suministro foliar de cinco dosis de fosfito de potasio prorrateadas en las etapas fenológicas de plántula, estado vegetativo e inicio de floración bajo condiciones de invernadero.
Materiales y métodos
Bioestimulante
Se utilizó el promotor de crecimiento vegetal denominado QFosfi-K® cuya composición es: fósforo (P2O5) 40%, Potasio (K2O) 20% y aminoácidos5% proporcionado por la empresa Química Foliar. De acuerdo con el fabricante, el fosfito de potasio es un producto que se utiliza cómo un bioestimulante que acelera el crecimiento de las raíces, incrementa el rendimiento, mantiene y uniformiza el tamaño de fruto, provoca la apertura de yemas y mejora la calidad de fruto.
Cultivares
Se utilizaron los cultivares Paipai y Cid los cuáles de acuerdo a las firmas comerciales que producen semilla de estos genotipos presentan las siguientes características: Paipai es una planta fuerte y compacta con entrenudos cortos, tiene una excelente cobertura foliar con amarres continuos, el fruto tiene buena vida útil, sin problemas de maduración. Es un cultivar de ciclo de cultivo corto, tiene pared gruesa y mantiene el tamaño comercial hasta el final de la cosecha. Mientras que Cid es un tomate de crecimiento indeterminado, con frutos uniformes en tamaño y forma, con pared gruesa que proporciona una excelente firmeza, color rojo intenso, larga vida útil y alto rendimiento.
Sitio del estudio
El experimento se realizó durante el ciclo agrícola primavera-verano de 2019 bajo condiciones de invernadero en la Facultad de Ciencias Agrícolas de la Universidad Autónoma del Estado de México, localizada en El Cerrillo Piedras Blancas, México a 19° 14’ Norte y 92° 42’ Oeste, con una altitud de 2 611 msnm. El clima predominante es C (W2) (W)b (i), que corresponde a un clima templado húmedo con lluvias en verano. El invernadero es de tipo capilla con ventana cenital y techo en forma de arco; las paredes están cubiertas de malla antiáfidos de nylon blanco; el techo está protegido de plástico transparente con revestimiento para filtrar la radiación ultravioleta. El piso es de tierra y las dimensiones son de 20 m de ancho por 50 m de largo con una apertura cenital de 1 m de ancho y 8 m de altura.
La preparación de la tierra consistió en un barbecho, rastreo y formación de camas de siembra. Se adicionaron 2 kg m-2 de compost que se incorporó al suelo con azadón. Las semillas de los dos cultivares se sembraron en charolas de poliestireno de 200 cavidades utilizando compost como sustrato. El trasplante al suelo se efectuó cuando las plántulas presentaron la segunda hoja verdadera expandida (20 de marzo de 2019). La fertilización de fondo fue con la fórmula 160-100-240 distribuyéndose de la manera siguiente: en el trasplante se adicionó el tratamiento 80-80-140, en floración 60-00-50 y al primer corte 20-20-50 (ICAMEX 2022). Como fuentes se emplearon Urea, Superfosfato de Calcio Triple y Cloruro de Potasio. La distancia entre plantas fue de 0.4 m y la distancia entre camas de 1 m, el riego fue por goteo utilizando cinta Flow Control® Drip tape, regándose cada tercer día durante dos horas en la mañana. Cada parcela experimental constó de 6 plantas.
Diseño experimental y descripción de los tratamientos
Los tratamientos surgieron del arreglo factorial de los dos factores de estudio: los dos cultivares de tomate (Paipai y Cid) y cinco dosis de fosfito de potasio (0, 1.2, 1.5, 1.8 y 2.1 L ha-1). Las soluciones de KPhi fueron aplicadas de manera foliar (a punto de goteo), en el testigo se aplicó sólo agua. Las mediciones de los volúmenes se efectuaron con probetas graduadas de plástico con capacidad de 25 mL. Las aspersiones al dosel se realizaron con un aspersor manual de jardinería (Solo; Newport News, Virginia, EUA). Las aplicaciones se hicieron al momento del trasplante, etapa vegetativa y etapa reproductiva (Tabla 1). Los 10 tratamientos fueron acomodados en un diseño de bloques completos al azar con cuatro repeticiones. Para la toma de los datos se consideraron dos plantas por tratamiento en cada repetición.
Variables evaluadas
Las variables fisiológicas valuadas fueron: número de hojas sin considerar el peciolo, área foliar, la cual se determinó midiendo las láminas foliares de toda la planta y se expresó en decímetros cuadrados utilizando un integrador de área foliar modelo LI3100 (LI-COR, Nebraska, USA), el índice de área foliar que se define como el área de hojas verdes por unidad de superficie del suelo. Se estimó a los 45 días después de trasplantar mediante la ecuación siguiente (Morales-Rosales et al. 2008):
Donde: IAF = índice de área foliar; AF = área foliar (dm2); NH = número de hojas y A es el área sembrada (dm2).
Mientras que la eficiencia del follaje se estimó a través de la tasa de asimilación neta (TAN) de acuerdo a Xuefei et al. (2016):
Donde: PS2 y PS1, son el peso seco final e inicial de los muestreos; AF2 y AF1, son el área foliar final e inicial, log AF2 y AF1 de los muestreos; son el logaritmo natural del área foliar final e inicial, t2 y t1, son el tiempo final e inicial de cada muestreo. Los muestreos se realizaron a los 15 y 60 días después del trasplante (ddt). Se contó el número de racimos (NRA) a los 75 ddt y en la cosecha se cuantificó el número, peso y rendimiento de fruto (NFR, PFR y RFR, respectivamente).
Análisis estadístico
Con los datos recabados se efectuaron los análisis de varianza y cuando las pruebas de F (p < 0.05) resultaron significativas se empleó el método de comparación de medias de Tukey (p ≤ 0.05) utilizando SAS (SAS 2004).
Resultados
Se observaron diferencias altamente significativas (p ≤ 0.01) entre los cultivares, dosis y la interacción en todas las variables excepto en el número de frutos para el factor cultivares y en el número de hojas en la interacción cultivar × dosis. Los coeficientes de variación fueron bajos y fluctuaron entre 1.34 y 6.48% para el índice de área foliar y número de hojas, respectivamente (Tabla 2).
Factor | NH | IAF | TAN (g dm-2d) | NR | NFR (g) | PFR (g) | RFR (kg planta-1) |
---|---|---|---|---|---|---|---|
Cultivar | *** | *** | *** | *** | NS | *** | *** |
Paipai | 21.5b | 21.6b | 0.065b | 8.3 b | 40.7a | 61.2b | 2.7b |
Cid | 24.0a | 3.1a | 0.094a | 8.5a | 40.1a | 69.5a | 3.2a |
Tukey | 1.29 | 0.11 | 0.014 | 0.50 | 0.7 | 1.53 | 0.15 |
Dosis | |||||||
L ha-1 | ** | ** | ** | ** | ** | ** | ** |
0 | 21.4b | 3.1c | 0.083c | 8.4a | 38.6b | 77.4a | 3.1a |
1.2 | 24.5a | 3.8a | 0.094a | 8.4a | 43.5a | 66.5.9b | 2.9b |
1.5 | 21.8ab | 2.4d | 0.074d | 8.2b | 37.6b | 66.3b | 2.53c |
2.1 | 22.1ab | 3.1b | 0.08b | 8.1b | 43.0a | 57.5c | 2.50c |
Tukey | 2.65 | 0.12 | 0.008 | 1.03 | 1.44 | 3.5 | 0.19 |
C × D | Ns | ** | ** | ** | ** | ** | ** |
CV (%) | 6.48 | 1.34 | 1.53 | 5.05 | 1.97 | 2.67 | 2.83 |
** Diferencias altamente significativas (p ≤ 0.01) para los efectos simple y de interacción. Dentro de cada columna, las medias seguidas de diferentes letras son significativas según la prueba de Tukey (p ≤ 0.05).
La comparación de medias en los cultivares mostró que el rendimiento de fruto en Cid se acrecentó en 15.6% con respecto a Paipai, lo cual fue consecuencia de la mayor expresión en todos los caracteres estudiados, excepto para el número de frutos. En este sentido, tres variables fisiológicas que incidieron en la producción de baya de Cid (3.2 kg planta-1) fueron el número de hojas, el índice de área foliar y la tasa de asimilación neta superando a Paipai en 10.4, 16.1 y 30.9%, respectivamente. En la Tabla 2 se advierte que las dosis de fosfito de potasio que se encontraron en el rango de 1.2 y 1.5 L ha-1 fueron las mejores. Con 1.2 L ha-1 se presentó un efecto benéfico en las variables peso y rendimiento de fruto y, mientras que el número de hojas, índice de área foliar, tasa de asimilación neta y número de frutos se ampliaron cuando se añadieron 1.5 L ha-1 de KPhi. La interacción Cultivar × Dosis reveló este efecto en todas las variables con excepción del número de hojas, índice de área foliar, tasa de asimilación neta y número de frutos se ampliaron cuando se añadieron 1.5 L ha-1 de KPhi. La interacción Cultivar Dosis reveló este efecto en todas las variables con excepción del número de hojas (Tabla 2). El cultivar Cid exhibió un IAF de 4.59 cuando se asperjaron 1.5 L ha-1 de KPhi, a diferencia de Paipai, que con esa misma cantidad obtuvo 3.09 en esa variable (Figura 1A ). Ambos genotipos tuvieron un descenso en el IAF cuando se añadieron 1.8 L ha-1 de producto, siendo mayor la caída en el cultivar Cid.
La tasa de asimilación neta en Cid y Paipai adquirió su máximo pico con la dosis de 1.5 L ha-1 cuyos valores fueron de 0.104 y 0.084 g dm-2 día-1, respectivamente (Figura 1B). Los niveles de fosfito añadidos a Cid a partir de esa cantidad (1.5 L ha-1) mantuvieron constante la TAN, ya que sus valores oscilaron entre 0.096 y 0.098 g m-2 día-1.
Los racimos por planta en Cid consiguieron su mayor cantidad cuando se añadieron 1.2 L ha-1, mientras que en las demás porciones los racimos disminuyeron en 2.1, 12.4 y 17.5%, respectivamente. Respecto a esta variable, el cv. Paipai expresó su máxima cantidad con 1.5 L ha-1 de bioestimulante (Figura 2A). El número de frutos en Paipai con 2.1 L ha-1 y en Cid con 1.5 L ha-1 de KPhi mostraron el mayor número de bayas (Figura 2B). La interacción dosis × rendimiento de fruto demostró que con 1.2 L ha-1 el rendimiento de Cid fue de 3.18 kg planta-1 superando en 13.8% al cv. Paipai cuando se añadieron 1.5 L ha-1 de KPhi (Figura 3).
Discusión
Los mecanismos que establecen el crecimiento y rendimiento de las plantas y como interactúan con su entorno, contribuyen en el aumento de la producción. Dentro de los componentes morfológicos del rendimiento destacan la altura de planta, número de ramas, número de flores, número de racimos y número de frutos por planta (Tomar et al. 2019). Acerca de esto, las diferencias estadísticas observadas en todos los caracteres morfológicos (excepto en el número de frutos) causaron que Cid produjera más que Paipai. Esto lo confirmaron Yeshiwas et al. (2016) ya que al evaluar el crecimiento de cuatro genotipos de S. lycopersicum concluyeron que la altura de planta, número de racimos y frutos incidieron en la producción de baya. El mayor rendimiento de Cid sobre Paipai, se debió también a los componentes que involucran procesos fisiológicos relacionados con el crecimiento vegetativo y reproductivo, como el índice de área foliar y la tasa de asimilación neta, los cuales estiman la capacidad fotosintética y su relación entre la acumulación de biomasa y el rendimiento (Martínez-Sías et al. 2020). La superioridad en la producción del cv. Cid ante Paipai fue debida además a la cantidad de hojas. Al respecto, Mendoza-Pérez et al. (2020) valuaron el IAF y su impacto en la producción de S. lycopersicum cv Cid bajo condiciones de invernadero, obteniendo IAF de 3.69, 5.27 y 6.16 cuando dejaron uno, dos y tres tallos planta-1 con rendimientos de 16,18 y 20 kg m-2 respectivamente. En contraparte, los IAF que alcanzaron Paipai (2.6) y Cid (3.1) en este ensayo fueron inferiores, pero la producción de fruto fue similar (15.6 y 18.6 kg m-2, correspondientemente). Esta inferencia fue corroborada por Won y Jong (2020) cuando estudiaron la eficacia del área foliar sobre el crecimiento de tomate cv. Poongyoung, encontrando que este genotipo tuvo un mayor número de frutos debido a su índice de área foliar ya que al poseer mayor follaje, captó mayor radiación solar, lo que condujo a un incremento en la producción bajo condiciones de invernadero.
La tasa de asimilación neta superior del tomate Cid sugiere que el follaje de este cultivar fue más eficaz que Paipai en la formación de fotoasimilados y, por tanto, la velocidad de fotosíntesis neta fue significativa (Morales-Rosales et al. 2008). Las tasas de asimilación neta de Cid y Paipai fueron de 0.094 y 0.065 g dm2 d-1, respectivamente, lo que explicó la mejor producción de ‘Cid’ en tal sentido, Latifah et al. (2021) realizaron el análisis de crecimiento en tres cultivares de jitomate injertados, reportando tasas de asimilación neta y rendimientos superiores con relación a los tres cultivares sin injertar. Esta aseveración está de acuerdo con Kovalyshyn y Shevchenko (2020) en Triticum aestivum cv. ‘Zymoiarka’ quienes encontraron que la aplicación foliar de nutrientes a base de fósforo y potasio ayudan a mantener la actividad del aparato fotosintético (mayor tasa de asimilación neta) y a disminuir el proceso de envejecimiento durante el desarrollo reproductivo de las plantas.
Las dosificaciones de fosfito de potasio tuvieron efectos diferentes en los genotipos, siendo las porciones de 1.2 y 1.5 L ha-1 las que exhibieron promedios mayores en los componentes morfológicos y fisiológicos. Esta afirmación, confirmó lo mencionado por Swarup et al. (2020) quienes indicaron que diferentes dosis influyen en el crecimiento y desarrollo de las plantas, reportando que en dosis de 0.5 a 2 L ha-1, los fosfitos actúan como bioestimulante. En este sentido, Walaa y El Basir (2021) evaluaron 10 diferentes fuentes fertilizantes de potasio suministrándolos al follaje de frijol ejotero, incluyendo KPhi a razón de 1.5 L ha-1 prorrateándolo a los 30, 40 y 50 días después de la siembra, encontrando que, al aprovisionar esa dosis, el área foliar por planta fue mayor (228.2 cm2) acentuando los parámetros de crecimiento y el rendimiento de vaina. En calabacita (Cucurbita pepo) la superficie de las hojas se amplió cuando se adicionaron de manera foliar 0.2 mL planta-1 de KPhi lo que impactó significativamente el rendimiento de fruto (Omar et al. 2020)
Los índices de área foliar llegaron a su máximo cuando se vertieron las dosis de 1.2 y 1.5 Lha-1, respectivamente, lo que indica que con estas unidades S. lycopersicum tuvo mayor porcentaje de radiación interceptada y mejor eficiencia en el uso de este recurso, por lo cual, la producción de fruto, fue mayor (Morales-Rosales et al. 2008). Referente a eso, Constán-Aguilar et al. (2014) al añadir de manera foliar como fertilizante fosfatado (0.5 a 1mM), más fósforo inorgánico, el área foliar, el número de flores y la tasa de crecimiento relativo (ganancia de biomasa en el tiempo) fueron mejores. Lo que coincidió con los resultados de este experimento, ya que con la dosis de 1.5 L ha-1, la tasa de asimilación neta logró su mayor valor (0.094 g dm-2 d-1). Lo anterior indica que el follaje de S. lycopersicum fue más eficaz en la producción de fotoasimilados y mostró mayor velocidad de fotosíntesis neta (Morales-Rosales et al.2008). Al respecto, Pacheco-Narcizo et al. (2022) reportan que al agregar dosis iguales o menores de reportan que al agregar dosis iguales o menores de 15 µM de Phi se mejoraron algunos atributos del crecimiento y del metabolismo de Sechium edule mientras que a dosificaciones mayores de 15 µM tuvieron efectos negativos en estas características; concluyendo que los fosfitos juegan un papel crucial como bioestimulante inorgánico, cuando se provee en porciones apropiadas.
La cantidad de fosfito de potasio añadida a cada cultivar influyó en los valores del IAF de la TAN y RFR. En Cid con 1.5 L ha-1 y en Paipai con 2.1 L ha-1 adquirieron valores en el IAF (Figura 1A) de 4.59 y 3.4, respectivamente. Con la aplicación foliar de 1.5 L ha-1, la TAN en ambos cultivares expresaron su mejor valor (Figura 1B). Estas características fisiológicas contribuyeron en la mayor producción de fruto. Con 1.2 L ha-1 de KPhi en Cid y con 1.5 L ha-1 en Paipai los genotipos mostraron el mejor rendimiento. Lo precedente advierte que esas proporciones actúan sobre las variables morfofisiológicas del rendimiento y afectan de forma positiva la producción de S. lycopersicum, lo cual concuerda con López-Sandoval et al. (2018) quienes reportan que la mayor producción de Physalis spp. sé debió a una eficiencia fotosintética superior. Esto confirma que una dosis de 1.5 L ha-1 de bioestimulante, la TAN fue mayor en Cid en 19.23% respecto a Paipai es decir, la ganancia neta de asimilados por unidad de área foliar explicó el agrandamiento en el rendimiento de baya (Morales et al. 2015).
Al respecto, Arana et al. (2018) en maíz cv.DK-7088, ensayaron tres fuentes distintas de K2O: muriato de potasio (200 kg ha-1), sulfato de potasio (120 kg ha-1) y nitrato de potasio (130 kg ha-1) y tres activadores fisiológicos: fosfito de potasio, fosfito de calcio y fosfito de magnesio en dosificación alta (1L ha-1) Con 1.5 L ha-1 de fosfito produjo 9.45 t ha-1, 9.3% más que la combinación fosfito de potasio + muriato de potasio. Cuando solo se aprovisionó el fertilizante en el suelo sin adición de fosfitos el rendimiento de grano fue de 6.34 tha-1, Nuestra investigación confirmó lo publicado por Arana et al. (2018) ya que con 1.5 L ha-1fosfito de potasio aplicado al follaje de Cid obtuvo el mejor rendimiento de baya (3.18 kg planta-1) superando en 13.84% a Paipai (Figura 3). Del mismo modo, Estrada-Ortiz et al. (2011) descubrieron que la adición de 0.25 mM de Phi en la solución nutritiva estimula el metabolismo de las plantas sin efectos perjudiciales sobre el crecimiento y el rendimiento y concluyeron que, para desencadenar efectos positivos en los cultivos, las aplicaciones de Phi deben utilizarse en bajos niveles y en presencia de suficiente Pi. Por último, Reyes-Pérez et al. (2018) valuaron la aplicación de varias concentraciones del bioestimulante Quitomax® y un tratamiento control sobre indicadores del rendimiento y el valor nutricional de frutos de S. lycopersicum L.), cv. Floradade. Los tratamientos consistieron en la aplicación foliar de Quitomax® a 100, 200 y 300 mg ha-1 a los 20 y 25 días después del trasplante, encontrando que con 300 mg ha-1 proveídos al cv. ‘Floradade’ la producción de fruto fue de 5.35 kg ha-1, resultados parcialmente similares a los de esta investigación.
Conclusiones
Por su carácter como nutrimento, el fosfito de potasio en la agricultura moderna es importante, ya que el productor lo puede utilizar de manera foliar después de la fertilización de fondo para corregir las deficiencias de fósforo y potasio para incrementar el rendimiento y los principales componentes morfológicos y fisiológicos de S. lycopersicum. Cuando el fosfito de potasio se abastece a razón de 1.2 L ha-1 en él cultivar Cid y en dosis de 1.5 L ha-1 en Paipai en las fases fenológicas de trasplante, vegetativa y reproductiva la producción de fruto se maximizó.