1. Introducción
Este estudio tiene como propósito examinar Agosto, novela de Romina Paula, una de las autoras contemporáneas de la literatura argentina, desde una perspectiva posmoderna, tanto en su estructura como en su contenido. Comenzando con la forma en que está escrita la obra, es decir, su disposición y estilo, se hallan muchas características propias de la literatura posmoderna. El tema, la forma en que este se desarrolla y el plano en el que avanza la historia, sin ninguna preocupación por la introducción, el cuerpo y la conclusión, también son apropiados para examinar la novela desde el marco de las características posmodernas. Asimismo, Emilia, su protagonista, tiene rasgos que ejemplifican al individuo posmoderno. Emilia, que vive en Buenos Aires, expresa sus observaciones internas y sus mareas mentales como si estuviera escribiendo una carta durante su estancia en Esquel, la pequeña ciudad en la que nació y se crió, todo lo cual ofrece una lectura inusual. Sin embargo, textos breves de noticias, que irrumpen en la novela por tramos, llegan al lector como elementos ambientales que apuntan a la vida posmoderna traída por el mundo global y la intensa vida citadina. En la novela, donde a menudo se lee el análisis interno de la propia protagonista, destacan la historia de su madre deprimida y la infelicidad de la novia actual de su exnovio, elementos que refuerzan el aspecto posmoderno. Además, cuando se considera como un todo, se observan capas posmodernas en términos de lenguaje, estilo, estructura, contenido y tema. Por lo anterior, en este estudio se analiza y se argumenta la novela Agosto como una obra posmoderna en forma de capas.
Cabe destacar que Romina Paula es una de las autoras de la generación joven que resalta en la literatura argentina porque sus novelas están escritas de tal manera que la mantienen alejada o fuera de la caja en términos de estilo y forma literaria. Paula, que originalmente es cineasta, además de directora, actriz y guionista, ha escrito novelas que llaman la atención debido a que prioriza complejas relaciones entrelazadas, especialmente en las grandes ciudades, y las mareas emocionales, las vacilaciones y la incapacidad de pertenencia a algún lugar en el fluir acelerado de la vida cosmopolita. El más importante de los rasgos generales que se observa en sus novelas es que Paula no tiene prisas ni ansiedades consecuenciales. Las vacilaciones, mareas emocionales, estilos de vida y estados de ánimo dispersos, contemplados en los personajes que crea, están escritos sin el propósito de llegar a un final satisfactorio.
La novela Agosto es, por tanto, una obra que revela claramente el estilo de la autora. Resumiendo la obra, Emilia, que vive con su hermano en Buenos Aires, se traslada a una pequeña ciudad de la Patagonia, Esquel, donde nació y se crió, para asistir a la ceremonia de incineración de su mejor amiga, Andrea, que falleció hace ya cinco años. Cuando llega a Esquel, se hospeda en la casa de los padres de Andrea, pero su viaje y estancia allí están llenos de inconvenientes y vacilaciones. Es un desafío para ella tener que recordar su pasado y sus viejos hábitos, así como encontrarse con conocidos en esa ciudad. El dolor de enfrentar nuevamente la pérdida de Andrea, los recuerdos y el regreso a su propio pasado hacen que Emilia reconsidere sus pensamientos sobre la vida y sobre sí misma. Durante su estancia en Esquel, se encuentra con Julián, su exnovio, y este encuentro conlleva el resurgimiento de los intensos sentimientos que albergó por él. Pero Julián tiene un hijo y vive con su novia, que está embarazada de su segundo hijo. Sin sentir poder ni sentido de pertenencia frente al orden que aparentemente su exnovio refleja, Emilia no sabe qué hacer con lo que considera una debilidad interna en sí misma, mientras cuestiona lo que quiere de la vida. Este viaje, que no le da idea de qué camino tomar sobre sus sentimientos o sobre su propia existencia, culmina sin que ella pueda llegar a ninguna conclusión o punto, por lo que se entiende que ha vuelto a su ajetreada vida en medio de la multitud abrumadora de Buenos Aires.
En la novela, que está escrita en partes fragmentadas sin preocupación por avanzar en un solo plano, donde las conexiones no brindan integridad en algunos lugares y el estilo es complejo como una expresión verbal momentánea, Emilia, representada en un viaje físico y espiritual, en lo que respecta tanto a su vida como a sus emociones, puede considerarse como un individuo posmoderno que está “privado del sentido de pertenencia”. En tal sentido, en el segundo título de este estudio, “Agosto como novela posmoderna”, se menciona en primer lugar qué es la posmodernidad y cómo se puede evaluar, así como también las posibilidades posmodernas de la novela. Seguidamente, en el primer subtítulo de este apartado, denominado “Estructura posmoderna de la novela”, se examina la estructura del texto y el estilo de escritura de Romina Paula en un marco posmoderno. En el segundo subtítulo, “Elementos posmodernos que rodean la novela”, se discuten los elementos alrededor de la obra que se pueden calificar como posmodernos, en relación con la definición de posmodernidad. En el tercer título del estudio, “Individuo posmoderno en la novela”, se estudian los retornos de la vida posmoderna y el mundo globalizado, así como la privación del sentido de pertenencia que enfrenta el individuo en el fluir acelerado de la vida, las mareas emocionales, las vacilaciones y la alienación hacia sí mismo y hacia la sociedad en general.
2. Agosto como novela posmoderna
La posmodernidad, que surgió como lo opuesto al modernismo, se observó por primera vez en Francia a mediados del siglo XIX y se extendió ampliamente por la cultura occidental. Por ello, es considerado un movimiento intelectual, cultural y artístico revolucionario del siglo XX. Al contrario del modernismo, la posmodernidad rechaza la totalidad de los valores morales e ideológicos, y trata al individuo de una manera variable, fragmentada y que no puede fijarse a ninguna esencia. Lyotard (1994) menciona el siguiente rasgo de este movimiento: “La posmodernidad se fue configurando desde una crisis generada por la desconfianza hacia los grandes relatos como legitimadores del saber”. No hay una sola verdad en el pensamiento posmoderno; más bien, hay verdades. Hay pluralidad, diversidad, división y transformación. De este modo, en palabras de Lyotard (1990), hay pequeñas narrativas en lugar de grandes narrativas. Cuando el mundo posmoderno abandona los valores del modernismo y regresa a una estructura resbaladiza, fluida y volátil, inevitablemente trae consigo nuevos estilos de vida, nuevos seres, nuevas preocupaciones y nuevas búsquedas. Scatolini explica la situación posmoderna con la siguiente expresión:
La posmodernidad constituye una época de desencanto en que se esboza la crisis de la modernidad debido a la caída de la concepción histórica del mundo que se regía por la razón, aparece la conciencia del cambio incesante, la cultura de lo efímero, el vértigo del presente, la muerte del progreso, el miedo a la vida cotidiana, la búsqueda de la felicidad en el presente, el fin de las concepciones ideológicas o utópicas, se producen cambios en la tecnología con la informática, la robótica y la industria de los servicios (Scatolini, 2011: 344).
Este nuevo orden posmoderno, en el que el flujo de información gana impulso, los hábitos de la vida diaria cambian y aumenta la migración de los pueblos/ciudades a las metrópolis, lo que origina que se entrelacen muchos valores, vidas y diversidades, es capaz de crear grandes cambios y desintegración en la estructura social y en el mundo interior del individuo, en términos de velocidad, variabilidad y diferencias
Se observa que el individuo está en una continua transformación interna (nomadismo), más que en una esencia fija a la que atarse. Bennett y Royle (2018) enfatizan la difusión de comienzos, finales, identidades, centros y existencias a través de las características de dispersión y propagación del pensamiento posmoderno, donde se rechazan una esencia y un centro1 fijos. Según estos autores, no hay un principio de divisiones posmodernas: “Se extiende sin centro, destino o absolutos” (Bennett y Royle, 2018: 357). Este mundo posmoderno fragmentado, absolutamente veraz, subjetivo y variable, se observa claramente en la novela Agosto, objeto de estudio, la cual ejemplifica el aspecto polifacético del individuo que rechaza la existencia de una única esencia y no puede permanecer constante.
2.1. Estructura posmoderna de la novela
En Agosto, Romina Paula utiliza una estructura experimental que no encaja fácilmente en ningún género literario. En principio, los hechos y pensamientos son narrados por Emilia, la protagonista, lo que quiere decir que se hallan en primera persona. Sin embargo, la novela se compone de lo que la protagonista le cuenta a su difunta amiga Andrea, descrito de una manera que puede asemejarse a una carta compuesta de breves partes. Así, mientras en los textos que le escribe a Andrea relata con detenimiento lo sucedido a lo largo del viaje, los pensamientos, las emociones y los recuerdos del pasado introducen intensidad al relato. El hecho de que los primeros años de la década de 1990 se hallan decorado con elementos llamativos y emocionantes, tales como cintas de video, portadas de álbumes, conciertos y elementos de la cultura popular, aunados a los frecuentes flashbacks de esos momentos, indica un estado de ánimo mareante que flota en una atmósfera nostálgica. Los textos de estilo carta, escritos con base en ese estado de ánimo y su forma de pensar, muestran que Emilia necesita expresar su mundo interior mediante el uso de eventos. Respecto a esta situación, Núñez (2010) afirma: “La escritura de Romina Paula da vida a una intimidad indirecta, porque está contada para nadie o, mejor, para adentro”. En este sentido, la mujer, que no se puede separar de sus recuerdos pasados, ni se puede encontrar en el tiempo y el espacio actuales, ni se siente en un lugar adecuado, está en armonía con la estructura fragmentada del texto.
Es difícil decir que la novela es una integridad coherente en sí misma; tampoco hay una preocupación dominante por el comienzo y el final dentro de sus partes. La autora no se preocupa por crear integridad, por envolver un final cierto, definido y satisfactorio, ni por crear una tendencia positiva hacia el aspecto espiritual de la protagonista. Plante (2009) dice:“Romina Paula no aclara casi nada, los hechos, los personajes, las cosas que vinculan van surgiendo”. Asimismo, Fontán (2009) añade: “Nada tiene un porqué, ni un orden lógico, ni un principio y, ni siquiera, un fin en Agosto”. La novela, que da la impresión de haber sido escrita en forma de pensamientos dispersos sin pretender ninguna necesidad de un principio y un final, en realidad confirma la siguiente interpretación de Plante (2009):“La vida no es lineal, los sentimientos tampoco”. La vida y las emociones, que no se pueden observar en un plano claro, están entonces en armonía con la estructura fragmentada de la novela.
La siguiente característica de la obra también indica que no hay ningún esfuerzo por crear integridad y contexto: algunas partes cortas que intervienen en la novela son difíciles de asociar con el tema y el curso. En ellas se muestran asesinatos familiares, con breves resúmenes de las noticias leídas, que claramente no tienen la intención de despertar una cierta conciencia y permanecen en una ambigüedad que se puede interpretar de distintas maneras. En el trasfondo de todas estas estructuras fragmentadas y emociones dispersas, Rosa (2011), quien piensa que en realidad es posible criticar negativamente la novela, aunque se asegura una buena integridad, afirma lo siguiente: “El resumen de las partes de la novela parece una receta para la catástrofe literaria de una novela cursilona. Sin embargo, la autora logra, de una manera muy sencilla y bella, amarrar esas partes en una unidad orgánica que funciona muy bien”. Rosa (2011) entrega también la siguiente expresión para tocar el aspecto aceptable de este sentido de la obra que no se satura fácilmente: “Es decir, como dice Nietzsche en La gaya ciencia, una voz que sabe encontrar tanto al héroe trágico como al idiota cómico en su búsqueda de sí”.
Además, el lenguaje que usa Romina Paula se vuelve interesante al repetir las palabras sin enfatizarlas y al reescribir ciertos grupos de palabras y frases adjetivas de diferentes maneras, aunque tengan el mismo significado. A pesar de que se utiliza un estilo de apariencia relajada, la repetición de algunas expresiones de varias formas puede crear una acción de lectura agotadora. No obstante, este estilo se vuelve bastante funcional al reflejar la intensidad emocional, las vacilaciones, las mareas emocionales y la confusión de la protagonista. Por ejemplo, las repeticiones de palabras en el siguiente párrafo refuerzan el vacío y la confusión observados y expresados en su contenido: “La gente trabaja, yo no. Yo miro por la ventana, miro por la ventana, por la ventana. [...] el camino, el éxito, el camino del éxito. ¿Quién sabe? Me canso de mí, sigo cansándome de mí” (Paula, 2009: 93). Así, mientras los pensamientos inestables, variables, vacíos y complejos de Emilia se representan a lo largo de la narración, realmente, se propone una armonía tanto mental como de estilo y, cuanto más vuelen por el vacío como los anillos de una cadena, la autora crea una imagen dispersa alineando sucesivamente las partes sin importancia alguna. A través de los párrafos, donde se emplean palabras abarrotadas y adjetivos, el lector encuentra la oportunidad de conocer la mente de Emilia y ver su angustia mental. Así, a lo largo de la novela el viaje de la protagonista se lee como otro viaje, pero interior, con palabras y pensamientos que se mueven y desplazan en su mente:
Hay cosa otra que tenía oculta, que estaba ocultando, una que casi estaba encerrada en un armario, en una bolsa de arpillera, sanguinolienta, como un bulto que se mueve, que se agita, que se convulsiona en ambientes, en monoambientes saturados y de colores grasientos, rojo oscuro, verde oscuro, bordó, así, así como eso, oscuro y misterioso, mortecino, denso, tengo yo cosas adentro que se mueven (Paula, 2009: 85).
Entre estas palabras enumeradas como cadenas, que no están intervenidas con un punto, la confusión mental y espiritual de Emilia parece reflejarse en el lenguaje. De igual forma, la octava parte de la novela comienza así:
Y sí. El abc de mi psicología, mi abecé. Ayer veo a la vieja de Juli con un pibe, con un bebé y hoy me despierto abrumado por él, de él, de soñar con él, largo y exhaustivo. Que lo que veía, que hablaba, que me sentía pasando la misma cosa dolorosa de siempre no poder, de no querer dejarlo ir, y al mismo tiempo, no querer retenerlo. O no poder. No sé. [...] Esa sensación de la merma, de la ausencia. Eso sentía, ese agujero sentía en mi sueño (Paula, 2009: 34).
En el texto, muchos párrafos similares contienen estructuras de oraciones que reflejan la incertidumbre mental de la protagonista, y hasta se puede afirmar que existe una transgresión del orden en el estilo de escritura en el que se refleja la confusión. Vasconcellos afirma: “En todos los relatos en Agosto, hay un cierto horror, una tendencia a romper lo romántico y el cliché del escenario” (2015: 203). En el mundo posmoderno, el individuo tiende a llevar una vida original, diferente y dispersa, alejada de ciertos patrones, reglas y sugestiones dominantes de la mente. De la misma manera, se ve que Romina Paula rompe cierto estereotipo, tanto en la escritura como en la creación de personajes, y evita el esfuerzo de bombardear lo agradable/ encantador/satisfactorio. A este respecto, Vanconcellos agrega: “En la vida real, es decir, en la vida de Emilia, lo bonito se mezcla con lo feo, lo heroico con lo cómico, lo idealizado con lo patético” (2015: 203). La misma situación se observa también en el lenguaje utilizado en la novela.
Más que una fluidez que se pueda expresar cómodamente, es posible que la adición sucesiva de palabras inquietantes canse al lector mientras el autor descubre un estilo distinto al combinar lo romántico y ordenado con lo desordenado y extraño. Para la novela que parece inusual en este sentido, Capelli (2010) afirma: “Al contrario: es uno de los pocos textos de los últimos años que logró combinar fragmentos de prosas circulares confesionales que, lejos de la dictadura de los géneros, eludían tanto la subescritura de los blogs como la sobreescritura literatosa más convencional”. En el breve proceso del viaje de una mujer que está confundida y no sabe hacia dónde dirigir su vida, Romina Paula ha discutido lo que no puede encajar en una sola definición y forma de existir, y ha colocado esta estructura en un determinado marco lógico. Núñez hace la siguiente explicación de la novela, que se queda fuera del marco habitual de un género literario en particular:
Lo primero que llama la atención en Agosto es que la voz única de esta novela no quiere seducirnos, ni contarnos, ni invitarnos a seguirla en su viaje exterior e interior, ni hacernos creer nada. No tiene estrategias, no elige las formas, es más, se desentiende olímpicamente de nosotros los lectores. Para ella, no existimos, no hemos existido nunca (Núñez, 2010).
El hecho de que los elementos que la autora prioriza en esta novela no cumplan con los patrones dados, tanto en su estructura como en su contenido, es consistente con el contexto de la literatura posmoderna. Sin duda, la literatura es un campo sumamente fértil para la posmodernidad, que trata al ser humano con sus características versátiles, variables y a veces desequilibradas sin poner restricciones dentro de una lógica determinada y sin sujetarlo a una esencia ni a reglas. En la literatura, que contiene una variedad infinita de realidades y posibilidades sobre el ser humano y la vida,2 las obras de arte que superan los límites específicos son importantes en términos de sus características posmodernas. La siguiente declaración de Kheirkhah y Pishkar es determinante al respecto: “En la posmodernidad, las ideas de orden, secuencia y unidad en las obras de arte a veces se abandonan. La fragmentación en la literatura posmoderna pretende reflejar la realidad del flujo y fragmentación de la vida humana” (Kheirkhah y Pishkar, 2018: 29). En este sentido, la novela Agosto, objeto de estudio, es una obra literaria posmoderna que representa la versatilidad de la vida como texto fragmentado e incompatible. La falta de integridad espacio-temporal, que se construye sobre un único plano, es un ejemplo de esta situación.
Karaduman señala el aspecto de la posmodernidad que ha sido despojado de cierta integridad y dice que:“la percepción del tiempo y el espacio que el pensamiento moderno ha construido en nuestras mentes ha sido reemplazada por la libertad de movimiento, la atemporalidad y la ausencia de espacio en la posmodernidad” (Karaduman, 2010: 2894). El tiempo pasado, que frecuentemente interfiere con el tiempo presente en la novela, y las partes que intervienen rompiendo el texto, son aptos para ser considerados como la característica fragmentada del pensamiento posmoderno. Es posible leer este estado de atemporalidad-aespacialidad (fragmentado/disperso), que se encuentra en la posmodernidad y se observa claramente en la novela, en la siguiente frase de Bennett y Royle:“La posmodernidad desafía nuestro concepto de tiempo; nos obliga a ver el presente en el pasado, el futuro en el presente y el presente en una especie de atemporalidad” (Bennett y Royle, 2018: 354). Esta situación se puede considerar entrelazada con los fenómenos que Karaduman (2010) define como incertidumbre, diversidad, heterogeneidad, complejidad, relatividad y fragmentación, lo que sugiere que se desarrolla sobre un terreno resbaladizo en el marco del pensamiento posmoderno.
En resumen, Agosto tiene una estructura de texto que se halla fuera de los géneros literarios conocidos. Si bien se puede decir que ha sido escrita al estilo de una carta, también se puede notar que hay muchas intervenciones intertextuales que muestran que ha traspasado los límites de este género. La novela, que consiste en textos breves escritos por Emilia, la protagonista, a su difunta amiga Andrea, tiene cruces que son difíciles de reconciliar con la integridad de la narración. El propósito principal de la historia, que describe el breve viaje de Emilia, no parece ser contar simplemente el flujo de los acontecimientos, sino que busca también expresar las vacilaciones de la mujer. Mientras esto ocurre, se ve que la confusión mental y emocional3 de Emilia se refleja en el lenguaje. Aunque este puede considerarse desde la sencillez de hablar con un amigo sinceramente, en realidad se vuelve agotador en la multitud de palabras, adjetivos y frases sucesivas, lo que demuestra que hay una armonía entre el contenido y el estilo de la novela. En tal sentido, todo ello lo convierte en un texto multifragmentado que resulta insólito, sorprendente y, en algunos casos, insatisfactorio. Este aspecto de la novela, su carácter de multifragmentada, inusual y que no se puede reducir a un solo género, es adecuado que se describa como un rasgo literario posmoderno.
2.2. Elementos posmodernos que rodean la novela
En esta parte se evalúan los elementos que reflejan el lugar del individuo en el mundo posmoderno, dentro del alcance de la novela, y determinan el enfoque del tercer apartado. En este sentido, se ha considerado oportuno tratar el tema de este segundo apartado bajo el título de “Agosto como novela posmoderna” porque se evalúan tres elementos del entorno que permiten caracterizar la obra como posmoderna. En primer lugar, y como se ha señalado en la parte anterior, se mencionan cruces que interfieren con la integridad del texto, los cuales resumen asesinatos familiares. Se afirma que estos asesinatos son, ciertamente, situaciones que forman parte de la complejidad de la vida de la ciudad en el mundo posmoderno. Después, se menciona que la novia actual de Julián, el exnovio de la protagonista en Esquel, es desdichada, aunque se espera que sea feliz por el solo hecho de vivir en un hogar cómodo, en un triángulo madre-padre-hijo, lo que se enfatiza varias veces. Esto apunta a la insatisfacción espiritual observada en el individuo posmoderno y al aspecto engañoso del concepto de felicidad bombardeado por el mundo global. Finalmente, se expone una referencia a los individuos de la posmodernidad en cuanto a que se sienten desarraigados y desprovistos del sentido de pertenencia, lo cual se halla reflejado en la obra en el abandono a su familia por parte de la madre de la protagonista, Emilia. Todo lo antes expresado constituye un amplio marco posmoderno que rodea a la novela.
Cabe destacar que el mundo posmoderno ofrece un fondo versátil, zigzagueante, a veces promisorio, otras veces sombrío, compuesto de diversas etnias, clases, naciones y pueblos, con distintas formas de existencia, identidades, diferencias sexuales y pensamientos, de los que se derivan tanto la armonía como las incompatibilidades en números infinitos. García Pereira afirma: “Una pluralización de valores, donde conviven diversas formas de vida, visiones del mundo y sistema de valores, simultáneos y divergentes” (García Pereira, 2017: 23). No sería realista entonces esperar que haya una verdad y una forma de ser fija y unidireccional en toda esta diversidad y heterogeneidad. En palabras de Ferry (2020), los encuentros y experiencias en el marco de las normas pierden vigencia en este mundo, que se adorna con el disparate de que los juicios sobre la existencia se convierten en delirios. Como toda esta diversidad, seguramente afirma muchas formas de existir y ser, y también aumenta la probabilidad de que eventos específicos sean considerados como el regreso de la vida posmoderna.
Por ejemplo, en algunos breves tramos las noticias de los asesinatos las relata la protagonista. Las partes poco claras y difíciles de asentar en el flujo de la historia permiten hacer muchas interpretaciones y mirarlas desde diferentes ángulos. En primer lugar, es útil señalar que la autora no tiene ninguna actitud didáctica o política con estas secciones de noticias. En los análisis de la novela no se han realizado comentarios explícitos, críticas o colocaciones respecto a estas partes. Sin embargo, en el ámbito de nuestro estudio se puede plantear la siguiente pregunta: ¿Cómo murió Andrea, la mejor amiga de la protagonista Emilia?, ¿Fue víctima de un asesinato? No queda claro si el hecho de no mencionar nada sobre cómo murió Andrea conlleva una característica asociada con estas partes que involucran el relato de tales noticias. De hecho, la autora ofrece contenidos que, en este sentido, se dibujan en muchas direcciones y, por tanto, aumenta el potencial de recepción de la novela. No obstante, en el ámbito de este estudio se piensa que, más allá de estos enfoques, las noticias de asesinatos en ciudades cosmopolitas dibujan un marco posmoderno. Rachel (Paula, 2009: 54-55), torturada y eliminada por su esposo, su suegra y su suegro; Tammy (2009: 78-80), eliminada por su hermana y su esposo, y Denise (2009: 102-103), quien también fue ejecutada por su cónyuge, son las víctimas de las noticias sobre asesinatos que intervienen irrelevantemente en la novela. Se observa así que hay muchas incompatibilidades, conflictos y dispersiones, al tiempo que se crea armonía combinando diferencias/pluralidades/diversidades en ciudades que contienen el caos del mundo posmoderno y su estructura asfixiante heterogénea y entrelazada. Las posibilidades aumentan en este mundo versátil, y estos asesinatos, que es probable que se encuentren dentro de la estructura fluida del mundo posmoderno, brindan un trasfondo sombrío a la narración, el cual seguramente apunta al aspecto desordenado, sorprendente, fragmentado y abrumador de la posmodernidad. Sin cuestionar cuál es su propósito, se ve que la escritora, Paula, en realidad lleva a su novela las depresiones, preocupaciones y problemas posmodernos individuales de las grandes ciudades de manera abarcadora.
Cuando, por un corto tiempo, Emilia viaja a Esquel y empieza a interesarse por Julián, su exnovio, con quien tuvo una relación en su primera juventud, se da cuenta de que este se ha hecho una vida con su actual novia, con quien tiene hijos, lo que hace que Emilia se sienta una persona extraviada, que no ha progresado en la vida y ha subsistido dispersa de un lugar a otro. Como Julián ha formado una familia, en tanto que la protagonista aún no tiene una vida estable y ordenada, se percibe que esta tiene, sobre todo, una curiosidad y unos celos secretos hacia la novia de Julián. Sin embargo, y aunque pudiera creerse que por tener familia, hijos, un hogar y una casa esta joven lo tiene todo, se observa, en las últimas partes de la novela, que estos temas deben ser allanados y no determinan automáticamente la felicidad, contrario a lo que se cree. Se puede decir que, aunque la novia de Julián tiene una vida ordenada, lo que se traduce en una familia, casa e hijos, esto no ha creado en ella alegría de vivir, y se siente infeliz y desesperada. El siguiente párrafo resume la situación descrita:“En definitiva esa chiquita no estaba pudiendo disfrutar de su maternidad, ni siquiera de sus embarazos. [...] Como si los hijos o la maternidad enfermaran en lugar de colmar, de ser un evento feliz, de traer alegría” (Paula, 2009: 106). Contrario a la imagen engañosa del embarazo, la maternidad y el matrimonio como fórmula de la felicidad, que se muestra colorida, brillante y chispeante, la joven, en lugar de sentirse feliz y alegre, pierde la conexión con la vida bajo el peso de todo ello.
Este es un fenómeno posmoderno en contra de los ideales reduccionistas, que son remanentes del pensamiento moderno, como situación tranquilizadora y estimulante que se muestra mediante el estado de Emilia, ante el cual se siente desintegrada. La posmodernidad no engloba al individuo con vanas promesas y superficialidades prometedoras, dejándole un espacio libre para su existencia y no comprimiéndolo en patrones. Si bien se intenta atribuir un significado fijo al matrimonio, que se idealiza como institución en el contexto de los comportamientos sociales tradicionales, y la maternidad se glorifica y el hijo se sacraliza, es importante en el pensamiento posmoderno que el individuo, que tiene una existencia altamente subjetiva, no está contento con todo eso. Ferry (2020), quien prioriza la perspectiva posmoderna nietzscheana, dice que atribuir lógica y significado a los eventos es un esfuerzo inútil, porque tal esfuerzo es víctima de los delirios de la razón, el sentido y la lógica. En otras palabras, en el pensamiento posmoderno la suposición de que el orden establecido, la familia y la descendencia completan al individuo, y que hay un significado en todos estos elementos, así como que siempre brindan felicidad, se puede considerar como delirio de la mente. La novia de Julián muestra que el matrimonio y el hogar no aportan realmente tal sensación de paz, asentamiento y bienestar en el individuo, lo que, en oposición a lo circundante en la novela, es un elemento ambiental que hace posible considerar el texto de Paula como posmoderno.
Por otro lado, Emilia recuerda a su madre, que dejó a su padre, a su hermana y a ella para establecer una nueva vida lejos de la familia, y no se puede separar de sus pensamientos del pasado. El asunto es que no puede explicarse por qué su madre no pudo llevarse bien con sus hijos ni permanecer leal a la familia, y eligió, en cambio, una vida apartada de ellos, todo lo cual representa una situación que nubla sus sentimientos. Similar al tema tratado en el párrafo anterior, se espera de la madre que sea una esposa fiel, una mujer responsable, dedicada, y que trate a sus hijos con amor. Sin embargo, la madre en cuestión, que no pudo cumplir con ninguno de estos preceptos, ni continuar con su relación, eventualmente los dejó y estableció su propia vida. Este asunto se acoge como una gran herida e incapacidad de sentir en el corazón de Emilia, que se transmite tal como, previamente, le contó su padre:
Ella siempre había sido depresiva, un poco desconectada y que aparentemente no le había pegado nada bien lo de la maternidad, que de alguna manera se había brotado y no había podido con eso. Que después de mi nacimiento se había deprimido por completo, que tenía una amiga en Nuevo Méjico que la había invitado a pasar unas vacaciones para reponerse y descansar y, que la señora no había vuelto nunca, resolviendo y deshaciéndose de todo, de su ex vida, por carta y teléfono (Paula, 2009: 118).
De este modo, su madre, que se dice tiene un estado de ánimo deprimido, no puede afrontar las responsabilidades de la familia y los niños y elige mudarse. Mientras tanto, la expresión “un poco desconectada”, que es utilizada en el párrafo citado y muestra a la madre como desconectada de la vida, de las personas y tal vez de su mundo interior, también tiene una huella importante en el mundo posmoderno de hoy.
Opuesto al aspecto del pensamiento moderno, que se asienta en la guía de la razón y la lógica, y que se esfuerza por idealizar la vida y mejorarla, la posmodernidad no trata al individuo como debería. Ferry dice: “Lo que mejor define el clima posmoderno del pensamiento es su lado irreverente, su hastío de buenos sentimientos, valores burgueses confiados y contentos” (Ferry, 2020: 134). En el mundo posmoderno las elecciones, las vidas y los acontecimientos que están en la dirección contraria pasan a un primer plano, por lo que la incapacidad de la madre de Emilia para mantenerse sujeta a la familia encuentra lugar dentro de sus posibilidades. Al señalar este aspecto de la posmodernidad, Londoño Orozco afirma que “una crisis de la persona y una crisis de vínculo con la familia, [...] la sociedad” (2011: 41). Siendo así, este rasgo de que una mujer se niega a ser madre, o deja de asumir la responsabilidad de su familia, es coherente con el aspecto polifacético del pensamiento posmoderno, que rompe las normas y permite distintos modos de ser y existir. Puede resultar obvia la incapacidad de la madre para ser feliz en su matrimonio, pero al mismo tiempo crea una extraña contradicción completar la felicidad con la maternidad. El mismo autor enfatiza el siguiente aspecto de la posmodernidad: “Desconfianza de la cultura reglamentada, de límites sociales en donde el individuo-rey cree tener la libertad y el poder de cuestionar hasta las más elementales normas de convivencia ciudadana” (Londoño Orozco, 2011: 29). Ya sea consciente o inconscientemente, la madre de Emilia elige salirse de este círculo cuestionando de alguna manera las normas sociales.
En este sentido, la posmodernidad se opone al pensamiento moderno que impone el bien y lo correcto, creando vidas podridas y uniformes que parecen felices. Este es un clima de pensamiento en el que se comprenden el dolor, la angustia, el asombro, la incapacidad de aguantar o de mantenerse leal, y lo que tiene o no motivo de ser prometedor. En el contexto de los asesinatos domésticos encontrados en el mundo cosmopolita de la posmodernidad, claramente se ve, cuando se siguen las observaciones y pensamientos de Emilia a lo largo de la novela, que estos forman un amplio marco posmoderno; por un lado, una mujer que no es feliz, a pesar de tener un hogar e hijos y, por el otro, una madre que elige irse sin poder retener a su familia de ninguna manera.
3. Individuo posmoderno en la novela
En contra del esfuerzo del modernismo por ubicar al individuo en el marco de lo “correcto” y lo que está “bien”, en esta parte del estudio se interpreta cómo la posmodernidad evalúa al individuo dentro de la multiplicidad de estructuras heterogéneas en el ámbito de la novela Agosto. Se abordan, principalmente, las vacilaciones e incertidumbres que crea el mundo posmoderno en el individuo, donde no hay esfuerzo por llegar a una solución. Se afirma que el individuo se enfrenta a la privación del sentimiento de pertenencia a algún lugar, en un mundo fragmentado, rápido, variable y fluido, y se cree que todo ello causa alienación. Se expresa, asimismo, que el individuo está enajenado, tanto de la sociedad como de sí mismo, en un mundo posmoderno resbaladizo, heterogéneo, de múltiples capas y probabilidades.
En la novela, la estructura fragmentada del mundo posmoderno se puede ver esencialmente en el desgarramiento de Emilia entre la cosmopolita ciudad de Buenos Aires y la pequeña ciudad de Esquel. En el mundo posmoderno donde la migración de pueblitos y pequeñas ciudades a metrópolis grandes y cosmopolitas es intensa, la joven mujer nacida y criada en Esquel eligió marcharse a Buenos Aires, donde, de alguna manera, no encontró su lugar en el sentido espiritual. Estos elementos, que apuntan al aspecto posmoderno de la ciudad cosmopolita y que abruman al individuo, cobran protagonismo en este momento. En relación con lo anterior, Emilia dice:
Durante la adolescencia Buenos Aires significó para mí lo más deseable, y horroroso a la vez. Por un lado me lo imaginaba feo atestado de gente apurada todo el tiempo. Un apiñamiento de autos, taxis, colectivos, y gente, gente, gente (Paula, 2009: 115).
Esta representación posmoderna de Buenos Aires, una ciudad cosmopolita, se ejemplifica como un elemento que abruma al individuo. La manera en que el desorden, la intensidad y el caos afectan/transforman la unidireccionalidad y estabilidad de su propia existencia, se reafirma cuando la protagonista quiso dejar su vida en Esquel y mudarse a Buenos Aires, y tuvo que desprenderse de su vida anterior y de Julián, su novio. Ella explica el caso de la migración posmoderna de la siguiente manera:
Decidí ir a vivir lejos de él. No renuncié a otras cosas por él, todo lo contrario, me fui de él hacia esas otras cosas, inciertas todas. Tenía una vida y la proyección de esa vida en ese lugar y otra, una incógnita en otro lado. Elegí la última, elegí no saber. Fui tras la incertidumbre (Paula, 2009: 130).
Emilia, que quiere salir de Esquel y elige la diversidad y fragmentación que le ofrece la ciudad cosmopolita, quiere emprender y retirarse a la incertidumbre sin saber lo que le deparará la vida. Rodríguez dice sobre el fenómeno de la “incertidumbre” que rodea a la novela:
Esta última sensación, la de incertidumbre e inseguridad (que se podría erigir como una característica propia de la esencia de lo femenino) en Agosto [...] va a ocupar un lugar predominante, no sólo simbólicamente [...] sino que va a contribuir a una construcción particular del tiempo y del espacio (Rodríguez, 2010).4
El aspecto versátil de esta situación ambigua, que se enuncia predominantemente en la cita anterior, es, por supuesto, sorprendente y complejo, porque la joven mujer no puede vivir en Buenos Aires de manera satisfactoria, contenta, asentada y con sentido de pertenencia. Es una existencia “compuesta” y versátil que puede incluir muchas emociones y seres juntos. En palabras de Pallarès y Chiva, esta es un área de posibilidades y confusiones donde se observa el fenómeno de “un nuevo orden sobre la multiplicidad del Ser”5 (2018: 846), que se genera por los movimientos migratorios, los nuevos hábitos y la nueva sociedad postindustrial. Este estado de multiplicidad que se abre a las “poli-identidades cosmopolitas” (Alsina, 2006: 127) resulta propicio para entrelazar el concepto de “incertidumbre” utilizado en la cita anterior, porque, de hecho, el individuo se encuentra a veces en una gran incertidumbre en la estructura cosmopolita de múltiples identidades, propias del mundo posmoderno.
De acuerdo con las afirmaciones anteriores, Touraine expone que todo, desde la personalidad individual hasta la vida social, se ha fragmentado en el mundo posmoderno (Touraine, 2018: 245), y la vida práctica y las formas emocionales se han deteriorado6 en la sociedad hiperindustrial (2018: 238). La estructura fragmentada genera inevitablemente formas nuevas y distintas. El deterioro (o el cambio) de los hábitos de vida prácticos y de las emociones requiere nuevos enfoques cuando se trata del individuo. Este último, en lugar de conservar una sola esencia, trata de encontrar su propio camino dentro de los acontecimientos y cambios, en este nuevo mundo fragmentado y de múltiples probabilidades. Londoño Orozco define la situación posmoderna como: “una reflexión más profunda sobre la persona, su ser y posibilidades como ser individual y social, material y espiritual, en proceso continuo de constituir-se, de rehacer-se” (Londoño Orozco, 2011: 33). La propia existencia del individuo es un proceso que puede dispersarse, reformarse, balancearse de un lado a otro o progresar sin ninguna mejora. Esta situación se observa precisamente en el caso de Emilia, persona adecuada para ser examinada como un individuo posmoderno. En este breve viaje, ella se siente atrapada y está entre irse o quedarse, entre la cosmopolita ciudad Buenos Aires y la ciudad de Esquel, pues se percibe incapaz de aferrarse a la vida abrumadora de la capital.
Afuera en la ciudad, hay bullicio de ciudad, los viernes por la tarde, bullicio de ciudad de viernes por la tarde. Acá no, acá en cierto sentido es siempre la misma hora, el mismo día. Allá la gente va y viene a toda velocidad, se moviliza. A toda velocidad (Paula, 2009: 94).
Así, Emilia no sabe si permanecer en Esquel, y duda entre volver o no a la vida agitada de Buenos Aires. “Lo peor es que ahora ya ni siquiera puedo darme cuenta de qué es mejor, qué es lo mejor, de qué hubiera sido mejor, si irme, si quedarme” (Paula, 2009: 131). Las dudas de Emilia entre irse o quedarse, que le impiden tomar decisiones y actuar, al igual que sus mareas mentales y espirituales, vacilaciones y no saber dónde adaptarse, resumen al individuo posmoderno. En realidad, el solo hecho de que no sepa dónde quiere estar es un indicio de una profunda incertidumbre como ella misma afirma:“Me quedo sola con mis imágenes y veo qué me pasa, y qué puedo hacer conmigo que no es mucho. Por lo pronto debería, por lo menos, poder decidir cuándo volver” (Paula, 2009: 87). Si bien el que la persona tenga dudas acerca de sus propios sentimientos, que no sepa en qué dirección evolucionará su vida y qué tipo de decisión debe tomar, define realmente al individuo posmoderno, algo que también se encuentra unido al concepto de incertidumbre. García Peña (2019: 194) describe tal situación y explica la incertidumbre instalada en la mente/alma de Emilia, al tiempo que afirma que el mundo actual está marcado por el vértigo, el desequilibrio y la incertidumbre.
Sobre este concepto, que se ve con frecuencia en el individuo posmoderno del mundo actual, Alsina sostiene lo siguiente:“La incertidumbre no se convierte en un estado temporal, sino que es una característica de la complejidad del tiempo presente” (Alsina, 2006: 141). De acuerdo con este enfoque, es comprensible que el individuo se sienta inseguro acerca de sí mismo y de la vida en el fragmentado y heterogéneo nuevo orden mundial. Confirmando el planteamiento de Alsina, Campuzano (2009) señala que las vacilaciones e incertidumbres individuales afloran con el derrumbe de los valores modernos. Sin embargo, Scatolini (2011: 345) advierte que puede surgir un impulso autodestructivo en el individuo que se encuentra realmente inmerso en esa incertidumbre. Cuando Emilia, que está en medio de la incertidumbre, la indecisión y la vacilación, dice “perdí la costumbre de ser uno, una” (Paula, 2009: 19), nos da una pista de que las conexiones de la existencia se han ido rompiendo poco a poco. Ella ya no siente pertenencia y, por lo tanto, se puede asumir que se trata de una privación posmoderna de pertenencia a algún lugar:“[...] pensando que todo lo que me rodea apesta y que nunca voy a terminar de saber exactamente qué quiero y tal vez me esté equivocando siempre y entonces ni irse, ni quedarse, ni nada, ni estar, ni estar” (Paula, 2009: 161).
Emilia elige aprovechar las posibilidades que le ofrece Buenos Aires, al no apegarse a Esquel en su primera juventud, aunque cuando tiene que volver al pueblo después de muchos años queda claro que no siente que pertenece a Buenos Aires. Si bien por un lado esto puede ser considerado como un fenómeno entrelazado con lo metropolitano, el que no se haya instalado en ningún lugar ni pertenezca a ninguna parte también muestra su lado posmoderno. Ni la gran ciudad de Buenos Aires ni el pequeño Esquel han llegado a constituir un sitio en el que la protagonista sienta que su alma pertenezca y, cuando regresa al pueblo donde nació y se crió, le preocupa ver que las personas que dejó en el pasado “avanzaron” al establecer un orden de vida. Emilia dice: “Me doy cuenta de que estoy en el mismo lugar que antes, que no avancé ni un poco, que no evolucioné” (Paula, 2009: 84). En esta frase se entiende que el progreso en la mente de Emilia se encuentra dentro de un orden de vida preestablecido, representado en un trabajo y una familia, una vez se da cuenta de que la vida de las personas que encuentra en Esquel está decorada con un empleo fijo, un hogar e hijos. De ahí que la angustia de Emilia se puede entender de la siguiente manera: espiritualmente, no siente que pertenece a algún lugar y, por tanto, no puede “progresar” de la manera que describe, por lo que en la novela se debate entre Esquel y Buenos Aires. Es decir, duda entre irse y quedarse; piensa en la probabilidad de tener una sensación de asentamiento y de “progresar” si se queda en Buenos Aires, pero una vez que está en Esquel su vida en la capital, la que piensa que debe abrazar y adoptar, le parece abstracta y distante:
Bueno, eso, que entonces había decidido volverme mañana en el primer micro que consiguiera, a cualquier hora, para llegar lo antes posible a Buenos Aires, para seguir con mi vida. Mi vida. Es curiosa esa escisión, hablar desde acá, referirme a mi vida como si fuera otra cosa, como si estuviese sucediendo ahora mismo en otra parte (Paula, 2009: 97).
Estas líneas se leen como si no hubiera nada allí que anhele, adopte y a lo que quiera aferrarse, y en medio de la incertidumbre estuviera mirando algo que no le pertenece, y continuara impotente con la vida que se supone debe vivir. O como si, cuando llegó a Esquel, de ella no quedara nada en Buenos Aires y su propia vida continuara ahí como una simulación desconectada de sí misma. Aunque permaneció en ese lugar durante años, en este breve viaje su vida se volvió borrosa, lejana y desconectada de su pertenencia.
Sin embargo, Emilia hace la siguiente declaración sorprendente sobre su salida de Esquel en su temprana juventud: “No es querer huir, todo lo contrario es combatir el querer quedarse, porque yo me quedaría, siempre hubiera querido quedarme, siempre voy a querer volver” (Paula, 2009: 96). En realidad, es como si Emilia hubiera estado evitando pertenecer a algún lugar desde el principio y tuviera miedo de quedarse atrapada en alguno; de no poder escapar a lo que estaba atada. Este estado de no pertenencia a ningún lugar, que parece como si fuera una elección consciente, y se ha reforzado en Buenos Aires, crea en la protagonista diversas inquietudes que ella considera como “incapacidad para progresar”. Si bien Emilia sorprende al lector con sus sentimientos variables, complejos y contradictorios, en realidad muestra el aspecto versátil del individuo en el mundo posmoderno que es difícil de definir. Esto significa querer irse y quedarse al mismo tiempo; escapar de ser asentado y tener incapacidad de progresar en lo no asentado; permanecer entre vivir en el pasado y en el presente simultáneamente. Arán (2011) ejemplifica este aspecto posmoderno de Emilia al decir: “[En Agosto] hay mucho de un personaje construido en base a una nostalgia y a un rechazo del lugar del que viene”. Como se dice aquí, la joven mujer no puede quedarse en el lugar donde creció ni puede separarse del pasado que le da ese lugar, lo que, en este sentido, es consistente con que, en este mundo posmoderno fragmentado, el individuo no puede sentirse perteneciente cuando sus deseos y sentimientos no son definidos o específicos.
Es posible suponer que las vacilaciones de Emilia, la incertidumbre en la que se ve envuelta y su falta de sentido de pertenencia han creado en ella una alienación. Mientras está en Buenos Aires, no se puede adaptar al aspecto bullicioso de la ciudad y se siente como una extraña: “Los fines de semana me dan tirria, no me gustan, ese imperativo de pasarlo bien, de hacer cosas, de hacer algo especial, el tiempo libre” (Paula, 2009: 93). Cuando llega a Esquel tampoco se puede adaptar y se aliena, como se puede entender en las siguientes frases: “Yo, acá, estoy quieta y cansada, me canso porque estoy aburrida, me canso, cuando estoy aburrida y me dan ganas de dormir, sólo ganas de dormir” (Paula, 2009: 94). Se puede sugerir entonces que la alienación del individuo consigo mismo, con el lugar donde vive, con su pasado y con la sociedad, se ve reforzada por los sentimientos y pensamientos complejos que no logra equilibrar en sí mismo. Singh afirma que el concepto de alienación como sentimiento de incapacidad para sentir pertenencia llena de incertidumbres y decepciones la vida de las personas de hoy (Singh, 2016: 1). Después Singh, citando a Fromm, dice que, aunque las personas en el mundo de hoy continúan su vida como aparentemente vive todo el mundo, su conexión consigo mismas y con el mundo exterior es débil (2016: 2). Según el autor, esta situación en realidad muestra la mente fragmentada de las personas en el mundo de hoy (2016: 16). De manera similar, Ward (2014: 187) afirma que el individuo puede perder su comprensión del propósito, la estabilidad y la pertenencia en la vida posmoderna, y esto puede crear una sensación de alienación al alejarse de la sociedad. Teniendo en cuenta este enfoque, se puede ver que hay un ciclo interesante en la estructura mental de Emilia.
Lo que lleva a una persona a la incertidumbre, la vacilación y la privación del sentido de pertenencia se puede considerar alienación. O por el contrario, como ya se ha dicho, todos estos elementos son los supuestos que conducen a la alineación. Expresándolo nuevamente de acuerdo con el pensamiento posmoderno, se puede decir que todos ellos en realidad se desencadenan entre sí de manera impredecible en un ámbito fragmentado y atemporal de manera entrelazada y permeable sin ningún orden cronológico ni jerárquico. Esta situación fragmentada, dispersa y desordenada se observa precisamente en Emilia, quien quiere irse de Esquel pero no se puede sentir perteneciente a Buenos Aires; todo ese estado de marea lo explica ella misma como una forma de evitar estar enraizada en alguna parte.
Emilia, que se puede considerar como sujeto de observación de un campo de simulación, refleja la vertiente del pensamiento posmoderno que no se puede reducir a una sola explicación, punto de partida ni lógica. Kheirkhah y Pishkar (2018: 30) describen la alienación como el sentimiento del individuo de estar enajenado (estranged), sin valor y sin sentido. Quizás el primer objetivo de Emilia en este breve viaje sea buscar un sentido a su propia vida indagando en los recuerdos del pasado a través de su amiga fallecida. Kheirkhah y Pishkar (2018: 38) afirman además que la alienación es un tipo de autoprotección de la persona. En este contexto, pensar que la protagonista de la novela está en busca de su propia existencia y sugerir que trata de protegerse de las mareas emocionales puede explicar su alienación. Entre todas las incertidumbres, las vacilaciones, la privación del sentido de pertenencia y la alienación, se encuentra el esfuerzo del individuo por aferrarse a la vida y darse cuenta de su existencia. El hecho de que este proceso sea extremadamente complejo, versátil, fragmentado y desordenado ejemplifica la estructura espiritual y mental del individuo posmoderno.
4. Conclusiones
En este estudio se ha sugerido que la novela Agosto tiene características que permiten calificarla como una obra posmoderna. Asimismo, la autora argentina Romina Paula presenta cualidades adecuadas para el examen posmoderno principalmente en términos del lenguaje que utilizó para crear la obra.
En primer lugar, se ha discutido la estructura y la forma de la novela dentro de un marco posmoderno. La repetición de expresiones con grupos de palabras similares, así como las secuencias de frases adjetivas y oraciones unidas con el conector “que”, constituyen una experiencia de lectura inusual en algunas partes de la novela. Esto es consistente con el hecho de que la posmodernidad no repite lo estereotipado y está abierta a lo experimental. Además, la autora hace que la protagonista, Emilia, hable con su amiga fallecida como si le estuviera escribiendo una carta. Esta, que consta de textos cortos y se puede asociar con el género epistolar, describe el breve viaje de Emilia a Esquel, donde pasó su infancia y primera juventud. Su recorrido se explica generalmente en partes breves, mientras se insertan en el texto otras secciones que resumen noticias de asesinatos domésticos. Teniendo en cuenta la estructura y la forma de la novela, se supone que esta situación se entrelaza con las obras posmodernas, que no se pueden reducir a una sola regla y característica.
Por otro lado, la novia de Julián ha sido considerada como un elemento que refuerza el aspecto posmoderno de la obra. Esta joven, que es madre de un hijo, está embarazada del segundo y ha formado una familia, se ha perdido en la depresión y la infelicidad. Desde este punto de vista, el hecho de que la joven tenga un hogar cálido y familia que no le proporcionan felicidad apoya el aspecto de la posmodernidad, que es muy veraz y no tiene el propósito de dar esperanza.
Otro elemento que se considera como un ingrediente posmoderno es la madre de Emilia, que abandonó a su familia. La madre, espiritualmente retratada en la novela, ha sido considerada con características que enfatizan la polifacética existencia de la posmodernidad, pues se ha dicho que la maternidad y la familia no traen automáticamente cierta felicidad, de tal forma que esta situación ha sido asociada a las cualidades de la posmodernidad, que encubren el aspecto lúgubre de la existencia y sugieren estados individuales fragmentados/varios. Romina Paula escribe sobre el pasado y el presente, y los entrelaza en el fluir de la novela.
Los sentimientos y pensamientos anteriores y actuales de Emilia, que se revelan entre sus frases, reflejan, en armonía con el estilo utilizado, cierta confusión e incertidumbre sobre la vida y sobre sí misma, así como vacilaciones sobre qué hacer. Emilia deja Esquel y vive en la cosmopolita Buenos Aires, pero después de muchos años se aprecia que la mujer no se puede sentir perteneciente a nada en esa gran ciudad y no sabe lo que quiere de la vida. En el estudio, esta situación es considerada como un rasgo observado en el individuo posmoderno. Su estado de marea entre irse y quedarse, que se observa en los pensamientos que le invaden en Esquel, refleja la privación del sentido de pertenencia a un lugar, cosa o persona específica.
Si bien el estudio trata este estado de la protagonista como una privación espiritual del sentido de pertenencia, también se argumenta que todo lo anterior genera alienación en ella. En tal sentido, se ha tratado la alienación del individuo contra sí mismo, su entorno y la vida, junto con el aspecto fragmentado, heterogéneo, escurridizo y variable del mundo posmoderno. Mientras que la diversidad, los diferentes acontecimientos y las verdades subjetivas se abrazan en el mundo posmoderno, el individuo puede tener intensas vacilaciones hacia sí mismo y hacia la existencia en el nuevo orden de vida. Se puede ver arrastrado a la incertidumbre espiritual y se puede alienar de sí mismo y de su entorno.
La obra Agosto de Romina Paula ha sido evaluada como posmoderna en cuanto a estilo, tipo, estructura y forma en el marco de este estudio, y Emilia, la protagonista, ha sido descrita como un individuo posmoderno. De este modo, en el estudio ha quedado señalado, en general, que identidades diferentes, fragmentación y ocurrencias variables sobre un terreno resbaladizo, son comprensibles dentro de la propia existencia en el mundo posmoderno, y se ha presentado un contenido para comprender un tipo distinto de existencia.